La Teología de la Liberación: De la Iglesia para los pobres a la Iglesia de los pobres (página 2)
IV. Los
ideólogos
Según la bibliografía
consultada, hay dos nombres que repiten constantemente como los
precursores ideológicos del movimiento.
Gustavo Gutiérrez (Lima,
1928)
Premio Príncipe de Asturias 2.003 el
jurado destacó:
Gustavo Gutiérrez ha centrado su
vida en la Teología, que él, manteniendo la
naturaleza de ésta en cuanto reflexión sobre la fe
y desde la fe, entiende, con una gran riqueza de matices, como un
diálogo, nos ha dicho, "con la cultura
contemporánea", como una "aproximación desde la
libertad al Evangelio", "como una manera de hablar de Dios en el
mundo de hoy". Desde esta perspectiva, mantiene viva la fe en los
seres humanos, a pesar de los graves problemas de injusticia y
desigualdad que tan profundamente conoce. Fundamenta su
pensamiento en el convencimiento de que la esperanza transmitida
por el mensaje cristiano pervive hoy con toda su grandeza y es
esencial para hacer frente a las situaciones más penosas
del mundo en que vivimos.
En 1971, escribió
Teología de la Liberación, dónde
sienta las bases del movimiento. A los principios mencionados
anteriormente, Gutiérrez, añade que la causa de la
pobreza es resultado de un sistema social injusto que permite que
la riqueza sea de unos pocos mientras gran parte de la
población latinoamericana vive en la pobreza. El sacerdote
señala como responsables de esta situación a las
oligarquías locales. Estas ideas no han sido las que le
han generado críticas dentro de la curia romana. Desde el
punto de vista teológico, la Iglesia nunca ha visto con
buenos ojos el hecho de que interprete los evangelios desde el
punto de vista de la pobreza. La interpretación de la
Biblia es patrimonio de la Iglesia.
Desde el punto de vista político,
son indudables las similitudes entre las ideas de la
Teología de la Liberación y el marxismo.
Gutiérrez defiende que su Teología se sirve de
nociones del marxismo pero sólo como una herramienta
más de las ciencias sociales y añade
"jamás hemos pretendido una síntesis entre la
fe cristiana y el análisis marxista"
Leonardo Boff (Concordia
1928)
Es el otro gran ideólogo de la
Teoría de la Liberación. Nacido en Brasil, se
doctoró en 1959 en teología y filosofía y
entró a formar parte de la congregación de los
franciscanos. Ha escrito más de 60 libros y ha sido
profesor en diversas universidades estadounidenses y europeas,
actualmente es profesor emérito en la Universidad del
Estado de Río de Janeiro.
En 1984, tras la publicación de
Iglesia, Carisma y poder es llamado al orden por parte
del Vaticano. Fue sometido a proceso por parte de la Sagrada
Congregación para la Defensa de la Fe. Sentado en la misma
silla que Galileo, fue condenado a un año de silencio, no
pudiendo publicar ni dar clases. La presión internacional
provocó que se suprimiese la sanción.
En 1992, Leonardo Boff se ve obligado a
colgar los hábitos ante la amenaza de una nueva
sanción.
En su pensamiento palpita el compromiso con
los pobres, y aboga por la acción social para arreglar las
injusticias del mundo. Al igual que Gustavo Gutiérrez, no
es partidario de la violencia y tampoco se reconoce como
marxista. Últimamente, a sus reivindicaciones sociales se
le han sumado otras de carácter ecologista.
V. Otros
nombres
Ernesto Cardenal
(Granada,1925)
Sacerdote y poeta nicaragüense que
partición en la Revolución de abril de 1954 para
derrocar la dictadura de Anastasio Somoza. Sin embargo, no se
ordena sacerdote hasta el año 1965. Fue el fundador de
Solentiname, una comunidad cristiana en el lago Cocibolca. Cuando
el Frente Sandinista de Liberación Nacional obtiene el
poder en Nicaragua en 1979 es nombrado Ministro de Cultura. Cargo
que ostentará hasta 1987. Son evidentes sus relaciones con
este movimiento revolucionario.
Sin embargo, Ernesto Cardenal es recordado
por el incidente con el Papa Juan Carlos II en el aeropuerto de
Managua. Cuando cámaras de todo el planeta
retransmitían el evento, el pontífice
regañó al cura por su actitud poco acorde con la
nueva filosofía vaticana.
Ignacio Ellacuria (1930,
Portugalete)
Como en los casos anteriores, Ellacuria era
un sacerdote de sólida formación filosófica
y teológica. Estudio en Quito, Austria y España
donde se doctoró en filosofía. Jesuita, realiza su
primera profesión de votos en 1949. En 1969 forma parte
del equipo rectoral de la Universidad Centroamericana de El
Salvador. Siempre defenderá la independencia
política y espiritual de la universidad
salvadoreña. El editorial A sus órdenes, mi
capital es el inicio de una serie de incidentes que le
obligarán a abandonar el país durante ocho
años. Vuelve a España y predica la Teología
de la Liberación por diversos foros y publicaciones. En
1988 regresa a El Salvador. Un año más tarde, es
asesinado junto a sus compañeros jesuitas: Ignacio
Martín Baró, Segundo Montes, Amando López,
Juan Ramón Moreno y Joaquín López y
López, y la asistente Elba Julia Ramos y su hija de 15
años. No se conoce con exactitud quienes fueron los
responsables de este asesinato pero se apunta fuerzas
paramilitares.
Hélder Câmara (Fotaleza,
1909 – Recife, 1999)
Brasileño como Leonardo Boff, fue
una de las voces más respetadas dentro de la Iglesia.
Participó activamente en la conferencia de Medellín
que, como ya hemos indicado anteriormente, fue precursora del
movimiento de la Teología de la
Liberación.
Fue obispo auxiliar de Río de
Janeiro en 1952 y arzobispo de Olinda y Recife en 1964. Su
actuación pública preconizando la reforma social,
le acarrearon el acoso del régimen militar; en 1968 su
residencia fue ametrallada. Falleció en 1999.
Jon Sobrino (Barcelona,
1968)
Jesuita catalán, es una de las
personas con gran valor histórico dentro de la
Teología de la Liberación. Fue amigo íntimo
de Oscar Romero y se libró por poco de ser asesinado junto
a Ignacio Ellacuria. Su vida y labor es similar a la de otros
compañeros de ideología. Curiosamente, prolonga a
lo largo del siglo XXI la historia de la Teología de la
Liberación. El 11 de marzo del año 2007 fue
sancionado por El Vaticano a través de la
Congregación para la Doctrina de la Fe. Se le
prohibió enseñar en escuelas religiosas y se le
privó de "visto bueno eclesial" a sus obras.
Oscar Arnulfo Romero (El Salvador,
1917)
Actualmente está en proceso de
beatificación y su imagen se puede ver en la abadía
de Westminter. Asesinado por fuerzas militares
salvadoreñas, propició un interés
internacional por los derechos humanos en El Salvador. Su
opción por los pobres y por la denuncia de las injusticias
sociales está clara. Sin embargo, su adscripción a
la Teología de la Liberación es dudosa. Para
algunos teólogos participó del movimiento, para
otros, su respeto por la doctrina oficial de la Iglesia le
impedía pertenecer a este movimiento.
En 1977 toma posesión del cargo como
arzobispo de El Salvador. El 24 de marzo de 1980, un
francotirador asesina a Romero durante la homilía.
Años más tarde, se iniciará el proceso para
su beatificación la Congregación para la Doctrina
de la Fe, la misma que condenó a Leonardo Boff o a
Sobrino, aclaró sobre el salvadoreño:
"Romero no era un obispo
revolucionario, sino un hombre de la Iglesia, del Evangelio y de
los pobres"
Un día antes de su muerte hizo un
enérgico llamamiento al ejército
salvadoreño:
"Yo quisiera hacer un llamamiento, de
manera especial, a los hombres del ejército. Y en
concreto, a las bases de la Guardia Nacional, de la
policía, de los cuarteles… Hermanos son de nuestro mismo
pueblo. Matan a sus mismos hermanos campesinos. Y ante una orden
de matar que dé un hombre, debe prevalecer la ley de Dios
que dice: "No matar". Ningún soldado está obligado
a obedecer una orden contra la Ley de Dios. Una ley inmoral,
nadie tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que recuperen su
conciencia, y que obedezcan antes a su conciencia que a la orden
del pecado. La Iglesia, defensora de los derechos de Dios, de la
Ley de Dios, de la dignidad humana, de la persona, no puede
quedarse callada ante tanta abominación. Queremos que el
gobierno tome en serio que de nada sirven las reformas si van
teñidas con tanta sangre. En nombre de Dios y en nombre de
este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada
día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les
ordeno en nombre de Dios: Cese la
represión".
VI. La
opción armada
La mayoría de los sacerdotes que
participaron de la Teología de la Liberación no
eran partidarios de la violencia para obtener sus objetivos de
justicia social. Aunque en numerosas ocasiones se mostraron
tibios a la hora de condenar las actuaciones de las guerrillas
latinoamericanas. También participaron, en ocasiones, como
enlaces entre las guerrillas y los gobiernos. Es el caso de
Ellacuría en El Salvador o Ernesto Cardenal en Nicaragua.
Sin embargo el caso colombiano es diferente. En Colombia, grupos
de sacerdotes y cristianos se alistaron en las filas de la
guerrilla del Frente de Liberación Nacional. El ya
mencionado cura Camilo Torres fue el precedente que se
convirtió en un mito para sacerdotes y seglares, algunos
de los cuales, decidieron seguir su ejemplo.
Golconda
El grupo sacerdotes Golconda quiso ir un
paso más allá en la Teología de la
Liberación, o mejor dicho, La Teología de la
Liberación supuso un refugio cristiano e ideológico
para explicar su apuesta por la lucha armada.
El grupo nace en una reunión en 1968
en la localidad de Golconda en Colombia. En un principio se
pretende profundizar en la encíclica Popolurum
Progressio del Papa Pablo VI. Poco a poco, configuran una
organización que cambia la organización social en
Cartagena de Indias. Acosados por el ejército, algunos de
sus participantes entran a formar parte del Frente de
Liberación Nacional.
En una segunda reunión en
Buenaventura Valle, deciden establecer cuáles serán
las directrices del grupo Golconda. Entre las que
destacan:
1. Mantener un compromiso con la
acción revolucionaria en contra del imperialismo y la
burguesía.
2. Actualizar internamente a la iglesia y
liquidar su maridaje con el Estado.
3. Reprobar el capitalismo e instaurar una
sociedad que eliminara la explotación del hombre por el
hombre.
4. Unidad de acción de los
luchadores populares, para crear un frente
revolucionario.
En el movimiento Golconda se encuentran los
sacerdotes Vicente Mejía, René Gracia, Roberto
Becerra, Manuel Alzate, y los aragoneses Domingo Laín,
Manuel Pérez y José Antonio
Jiménez.
Domingo Laín, Manuel Pérez
y José Antonio Jiménez
En la mayoría de la
bibliografía consultada aparecen los tres sacerdotes
juntos, si bien es cierto que la experiencia revolucionaria la
viven los tres a la vez, sólo sobrevive uno de ellos:
Manuel Pérez
Manuel Pérez Martínez
nació en Alfamén, Zaragoza, el 9 de mayo de 1943,
en una familia de agricultores. A los doce años,
Pérez fue enviado al seminario menor de Alcorisa (Teruel)
y en 1959 pasó al seminario mayor de Zaragoza, donde
estudió filosofía.
El padre Agustín Flores, rector del
centro en aquella época, recuerda a Manuel como
"seminarista normal, que no destacaba en nada y no
tenía madera de líder".
Pérez conoce en Zaragoza a Domingo
Laín y a José Antonio Jiménez. En 1962,
Manuel se afilió a la Obra de Cooperación
Sacerdotal Hispano-Americana (OCSHA) y cursó sus estudios
teológicos en el seminario que esa asociación
poseía en Madrid. En 1966 fue ordenado sacerdote en Roma
por el Papa Pablo VI. Su primera labor pastoral la ejerció
en el municipio obrero de Getafe, cerca de Madrid, con Domingo
Laín y José Antonio Jiménez. Allí se
formaron política e ideológicamente. Juntos
realizan un viaje a Francia. En Lile trabajan con fils de la
Charité y realizaron diversos trabajos en fábricas
y oficinas.
Vuelven a España pero un año
más tarde, en 1967, parten en secreto hacia Santo Domingo,
probablemente a través de Francia. Allí conocen la
pobreza mucho más de cerca. Concretamente, en San Juan de
la Maguana, provincia ubicada en la frontera con
Haití.
Organizan a las comunidades campesinas y
con ellas van emprendiendo el camino de la unidad y la lucha.
Esta labor comunitaria les acarrea problemas y amenazas de los
terratenientes. El Obispo de la diócesis, Monseñor
Reily, norteamericano, les invita a abandonar el
país.
De Santo Domingo parten a Cartagena de
Indias Manuel, Domingo y José Antonio. En Cartagena se
encuentran con el sacerdote español Carmelo
Gracia.
Manuel Pérez y José Antonio
Jiménez se instalan en Cartagena de Indias. En 1968,
conocen al sacerdote de Gerardo Valencia Cano. A través
del cual descubren Golconda y, por ende, en el Ejército de
Liberación Nacional. Fueron expulsados del país a
finales de ese año pero regresan a Bogotá de forma
clandestina y se integran en las filas del ELN. Ocho meses
después de la incorporación de los tres sacerdotes
al ELN, muere José Antonio Jiménez Comín
cuando tenía 34 años de edad de una picadura de
serpiente. Seis años más tarde, Domingo Laín
Sáenz cae en combate. Trató de recuperar el arma de
un soldado abatido y éste, reaccionó
disparándole tres bala en el pecho.
Manuel Pérez continuó en la
guerrilla hasta su muerte por una hepatitis en 1998. Llegó
a ser su comandante en jefe en el año 1983 y se le acusa
como responsable de las acciones más violentas del
ELN.
Su compromiso con la Teología de la
Liberación es difuso, sin embargo, María
López Vigil en una entrevista que realizó con
él para el libro Camilo camina en la sombra
extrae estas palabras:
"El cristianismo es una
motivación, no es la ciencia para la revolución. La
ciencia para la revolución es el marxismo. Y el marxismo
no es una ciencia terminada. El socialismo se ha ido construyendo
de acuerdo con esa ciencia y es una experiencia nueva, con
limitaciones, con deficiencias y por eso debemos estar
preguntándonos siempre cómo hacer participativa la
economía… Marxismo y cristianismo: las dos cosas
caben, no son contradictorias. Yo creo que hay tres clases de
creyentes. Hay compañeros que han vivido su compromiso
revolucionario como creyentes, pero han tenido que vivir su fe
muy solos, buscando respuestas en la realidad que vivían,
con una fe cada vez más interiorizada y más pegada
a la vida diaria. Hay otros compañeros que empezaron igual
que éstos, pero al no encontrar respuestas a los
interrogantes que salían de la realidad y de su compromiso
revolucionario, terminaron renunciando a su fe y siguieron con la
revolución. Hay otros compañeros que han podido
hacer una búsqueda colectiva a esos interrogantes y han
vivido su compromiso
revolucionario y su motivación
de fe en comunidad. Esos son los que están corriendo por
los caminos de la teología de la liberación. Han
hecho su búsqueda de fe dentro del compromiso que viven,
atentos permanentemente a la realidad"
VII. El Vaticano
y la Teología de la Liberación
El movimiento de la Teología de la
Liberación tuvo en sus inicios una fuerte
inspiración Vaticana, no en vano, nació al amparo
del Concilio Vaticano II. Durante cerca de veinte años se
expandió por toda América Latina sin que hubiese
críticas por parte de la jerarquía romana. Sin
embargo, esta situación va a cambiar.
El Papa Juan Pablo II solicitó de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, que entonces
presidía el cardenal Ratzinger, que investigase a los
teólogos de la liberación. Como consecuencia de
estos estudios se publicaron en 1985 dos textos: Libertatis
Nuntius y Libertatis Conscientia. En ellos se
llegaba a algunas conclusiones:
1 – Desde un punto de vista
teológico, el análisis marxista no es una
herramienta científica para el teólogo, que debe,
previo a la utilización de cualquier método de
investigación de la realidad, llevar a cabo un examen
crítico de naturaleza epistemológica más que
social o económico.
2 – El marxismo es, además, una
concepción totalizante del mundo, irreconciliable con la
revelación cristiana, en el todo como en sus
partes.
3 – Esta concepción totalizante
impone su lógica y arrastra la Teología de la
Liberación a un concepto de la praxis que hace de toda
verdad una verdad partidaria, es decir, relativa a un determinado
momento dialéctico.
4 – La violencia de la lucha de clases es
también violencia al amor de los unos con los otros y a la
unidad de todos en Cristo; es una concepción puramente
estructuralista, para legitimar esa violencia.
5 – La nueva hermenéutica de los
teólogos de la liberación conduce a una relectura
esencialmente política de las Escrituras y a una
selectividad parcial en la selección de los textos sacros,
desconociendo la radical novedad del Nuevo Testamento, que es
liberación del pecado, la fuente de todos los
males.
6 – También entraña el
rechazo de la Tradición como fuente de la fe y una
distinción inadmisible entre el "Jesús de la
Historia" y el "Jesús de la Fe", a espaldas del magisterio
eclesiástico.
Lo cierto es que a partir de este momento
las relaciones de la jerarquía con los teólogos de
la liberación cambia. Se inicia la época de las
críticas y las sanciones a sus representantes. Es la
época de la reprimenda a Ernesto Cardenal, de la
excomunión a Manuel Pérez… y más
recientemente, las sanciones a Leonardo Boff o Jon
Sobrino.
VIII.
Conclusiones
Desde mi punto de vista, quizá lo
más interesante de la Teología de la
Liberación es la fuerza transformadora de la ideas. El
descubrir que a raíz del Concilio Vaticano II surge un
movimiento que es intelectual pero también popular y que
pone las ideas se ponen al servicio de los más pobres. La
Teología de la Liberación tiene una
expansión extraordinaria en multitud de países en
muy poco tiempo. Esto teólogos, además, no estaban
interconectados ni eran una organización. Era una
filosofía de comportamiento que pretendía cambiar
el mundo. También es cierto que nace en un momento
especial. El alumbramiento de la Teología de la
Liberación se produce en los años sesenta. Una
década especialmente recordada por la eclosión de
los movimientos sociales.
Sin embargo, considero que este movimiento
tuvo su cara más amarga con la inclusión de la
lucha armada.
Otro aspecto muy significativo fue el
silencio de la Iglesia, durante más de veinte años
apenas se pronunció y cuando por fin lo hizo, fue de
manera rotunda.
La Teología de la Liberación
latinoamericana caló hondo en no pocas conciencias
cristianas adormecidas, contribuyó a revitalizar
importantes movimientos eclesiales renovadores, ha penetrado en
las viejas aulas de seminarios y facultades de teología, y
dejó una impronta en los más prestigiosos y
creativos teólogos.
IX.
Bibliografía
Existen un buen número de
publicaciones sobre la Teología de la Liberación,
es un asunto que provoca un profunde debate religioso y social.
Sin embargo, no he encontrado ninguna monografía sobre la
Historia del movimiento. Sólo retazos sueltos y alguna
"hagiografía". Los libros más prometedores
están publicados en Latinoamérica por lo que
Internet ha sido una herramienta fundamental para realizar este
trabajo. También fue muy clarificador hablar con
Ángel Delgado Pérez, compañero de seminario
y amigo en Zaragoza de Laín, Antonio Jiménez y
Manuel Pérez. Algunas de las referencias consultadas son
las siguientes:
– Arregui, Ion: Los sueños
intactos. Tercera Prensa. 1998. Madrid.
– Boff, L.: Teología del
cautiverio y de la liberación, Paulinas, Madrid 1978;
id.: Ecología. Grito de la Tierra. Grito de los Pobres,
Trotta, Madrid, 1996.
– Gutiérrez, Gustavo:
Teología de la Liberación. Perspectivas,
Sígueme, 1972.
– Maccise, Camilo: La Teología
de la Liberación, Paulinas, Bogotá,
1989.
– López Giménez, A.:
Política y Religión en América
Latina. Universidad de Zaragoza. 1995. Zaragoza.
– Restrepo, Javier Darío: La
revolución de las sotanas. Golconda 25
años
después. Planeta,
Bogotá, 1995.
– Sobrino, John.: El principio
misericordia, Sal Terrae, Santander, 1992.
– Sols Jiménez, Juan:
Teología de la Marginación. (Cristianismo
y Justicia). 1994. Madrid.
– Sancho, Roberto: La encrucijada de la
violencia armada en la segunda mitad del s. XX en Colombia y
España: ELN y ETA Tesis doctoral. Publicada en
Internet.
http://www.universia.net.co/tesis-de-grado/view-document-details/documento-697.html
– Sancho Vallestín, Santiago:
Laín: la utopía de un sacerdote aragonés en
la guerrilla colombiana. Comuniter. 2007.
Entrevista con John Sobrino
http://video.google.com/videoplay?docid=-273436950996466655#
Entrevista con Leonardo Boff
http://www.webislam.com/?idv=868
Entrevista con Gustavo
Gutiérrez
http://www.youtube.com/watch?v=3iw1bV3rixw
Última homilía de Oscar
Romero, texto original pero con dudas de que la voz y el ambiente
sean reales.
Autor:
Miguel Lobera Molina
Máster Historia
Contemporánea
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