En China hace años que se hablaba de la necesidad
de concentrarse en el desarrollo del mercado interno, y de la
necesidad de invertir en la sociedad, disminuyendo los gastos en
educación para los más pobres, liberando de
impuestos a los campesinos y organizando un sistema de seguridad
social y atención médica que cubrirá al 100%
de la sociedad en el año 2020, comenzando por los
más débiles y desprotegidos; ancianos, mujeres
embarazadas, niños… Cuando estalló la crisis todo
eso -una tarea colosal- ya estaba en marcha, lo que no quiere
decir que el impacto no haya sido duro.
Según diversas estimaciones la crisis ha anulado
35 millones de puestos de trabajo y cerrado decenas de miles de
empresas. Si se fijan en el informe mediático, casi todos
los reportajes sobre la realidad del hundimiento del sector
exportador se han hecho en la misma ciudad Dongguan, una ciudad
de Cantón capital mundial del calzado entre otras cosas.
Visité esa ciudad por última vez en invierno de
2008 y muchas de sus empresas ya estaban cerradas entonces en el
marco de un plan para abandonar sectores y actividades de bajo
valor añadido en beneficio de otras
actividades.
2) La previsión del gobierno chino es lograr para
2009 un crecimiento del 8%. Eso significa que, si se cumple,
China responderá de la mitad del crecimiento global del
año. La previsión occidental habla de 4/6%. Si
hubiera que hacer apuestas, yo apostaría por la
previsión china, e incluso la corregiría al alza
medio punto, pues siempre suele ser así con esas
previsiones oficiales chinas.
3) La crisis ha supuesto una prueba para el control
político de la economía. La mayoría de los
observadores coincide en que ese control, que se creía
mermado por el auge que la empresa privada registró en los
últimos años, en realidad es todavía
más robusto de lo que se pensaba. Eso ha sido resultado de
lecciones aprendidas en la crisis de 1998. Entre entonces y hoy,
los ingresos del gobierno se doblaron (hasta alcanzar el 21% del
PNB), los beneficios del sector público se multiplicaron
por cuatro (hasta el 23% del PNB), los malos créditos de
los bancos se redujeron un 75% y las reservas en divisas se
multiplicaron por trece (hasta alcanzar los 2 billones de
dólares). Todo eso ha incrementado la capacidad de
intervención del gobierno, que ha lanzado la consigna de
gastar, gastar y gastar, y reconducir hacia el mercado interno la
menguante demanda exterior, una operación compleja que
precisa créditos.
4) En diciembre de 2008, el gobierno decidió un
gran plan de estímulo de 410.000 millones de euros para
infraestructuras y empresas orientadas al mercado interior, que
debía implementarse a través del sistema bancario.
¿Tendrá éxito? La clave aquí es el
control político del crédito. Dos tercios de la
banca está en manos del estado y sus directivos son
nombrados por el departamento de cuadros del Partido. Cuatro de
los cinco jefes de los grandes bancos son miembros del
Comité Central, así que las órdenes se
cumplen. El resultado es que los gobernadores de provincias
compiten entre ellos por ver quién logra dar más
créditos a través de los bancos de sus provincias
en estricta aplicación de la directiva del
Politburó de facilitar el crédito. Como
consecuencia, en el primer trimestre de 2009, los bancos chinos
han dado más créditos que los concedidos en todo
2008. Mientras en Alemania oímos a la Canciller Merkel
quejarse de que los bancos que están siendo rescatados por
el gobierno no dan créditos, China muestra una
gobernabilidad mucho más efectiva de la
situación.
5) Todo esto podría ser reducido a mera "ventajas
de las dictaduras", pero denotaría un gran desconocimiento
de la realidad china, que incluye una sociedad sumamente
anárquica y emprendedora. China es un país en el
que las relaciones informales tienen una importancia
económica capital. Una de las estrategias del gobierno
está siendo la tolerancia (dándole rienda suelta)
de una institución central de crédito: el
crédito privado. Antes ilegal, la crisis le ha dado alas.
¿Qué es? Ante todo se trata de una relación
entre conocidos, parientes, paisanos de una misma ciudad o
pueblo, etc. Su código moral es sumamente estricto.
Gracias a estos canales, un empresario de Wenzhou, por ejemplo,
puede venir en viaje de negocios a Italia sin llevar un
sólo euro en el bolsillo. Sus parientes, paisanos, o
conocidos en Italia, le irán a buscar al aeropuerto de
Fráncfort en coche y lo llevarán a Milán,
donde vivirá en su casa, le facilitarán
traductores, etc., etc. Y cuando los chinos de Milán
vengan a Wenzhou, él hará lo mismo… Un viaje de
negocios que costaría dos o tres mil euros en gastos, sale
casi gratis. Es un ejemplo. Algo parecido pasa con el
crédito: una familia (una familia extensa, un clan
podríamos decir) moviliza todos sus ahorros para financiar
el negocio de uno de sus miembros, para el que devolver el dinero
es una cuestión sagrada. Son frecuentes los casos de
suicidio por ese motivo en caso de fracaso, lo que habla de la
seriedad de este mecanismo: estos créditos informales son
más serios y seguros que cualquier otro, porque afectan a
la red social que los chinos se toman verdaderamente en serio y
que sostiene su sociedad; la familia, los amigos, los vecinos,
etc…. La sabiduría del gobierno consiste en este caso,
en todo lo contrario de lo descrito con los bancos: no se trata
de controlar, sino de dejar hacer… Todo esto denota una
flexibilidad y una sutilidad, sencillamente superiores, no ya al
desbarajuste ruso, sino a la política de los países
más adelantados de Occidente en multitud de
aspectos.
6) Otro aspecto es la actividad social. En contraste con
Rusia donde en la población impera la citada alergia a ser
sujeto, en 2008 en China se registraron 127.000 protestas y
tumultos sociales que implicaron a 12 millones de ciudadanos (en
2005, fueron 87.000). En 467 casos esa protesta incluyó el
asalto a sedes del gobierno, en 615 casos ataques a la
policía y en otros 110 casos destrozos e incendios de
vehículos. Estos datos hablan de mucho más que de
una realidad social insoportable (la situación en Rusia
también lo es para millones de rusos); muestran una
sociedad más viva y reactiva, con cuya ira el gobierno
debe contar a la hora de tomar decisiones que afectan a la
gobernabilidad, algo fuera de toda visión en Rusia, donde
la pasividad de la población da un cheque en blanco al
desmán y al mal gobierno. Una vez más: no es
simplemente una cuestión de contestación a una
dictadura, porque esa dictadura incluye perspectivas de
evolución, como se ha visto, este año, con la
legislación laboral, ampliando los derechos de los
trabajadores, su posibilidad de organizarse sindicalmente, etc.
Es algo que denota una calidad de la que Rusia carece.
7) Y una última observación.
Estas consideraciones pueden ser percibidas como
entusiastas hacia China, pero no olvidemos el gran contexto de
nuestro mundo: esta crisis no es solo crisis financiera, sino
sobre todo crisis de modelo, crisis global, de la que el
calentamiento global es solo un aspecto. Desde un punto de vista
histórico, estamos ante una crisis sin análogos en
la que lo que se decide no es el "crecimiento", sino,
quizá, la vida en el planeta, la viabilidad de una
civilización. Así que desde este punto de vista
estas victorias de China -el país que tiene la peor
relación mundial entre población y recursos y el
que mejor concentra los dilemas planetarios de la crisis global-
podrían ser completamente coyunturales y estos
éxitos absolutamente anecdóticos. Desde este punto
de vista, el cada vez más activo papel de China en materia
de cambio climático, la rapidez con que está
cambiando su posición oficial al respecto, con novedades
este mismo verano, podría ser la verdadera noticia, la
auténtica diferencia con respecto a Rusia.
– China va a su aire (El País –
1/11/09)
(Por Paul Krugman)
Las autoridades monetarias suelen hablar en clave, de
modo que cuando Ben Bernanke, el presidente de la Reserva
Federal, hablaba hace poco sobre Asia, los desequilibrios
internacionales y la crisis financiera, no criticó
específicamente la horrible política monetaria
china.
Ni falta que hacía: todo el mundo podía
leer entre líneas. El mal comportamiento de China se
está convirtiendo en una amenaza cada vez mayor para el
resto de la economía mundial. Ahora la única duda
es si el mundo (y en concreto, Estados Unidos) va a hacer algo al
respecto.
Algunos antecedentes: el valor de la moneda china, a
diferencia, por ejemplo, del de la libra esterlina, no
está determinado por la oferta y la demanda. En lugar de
eso, las autoridades chinas alcanzan su objetivo comprando o
vendiendo su moneda en el mercado de divisas extranjeras, una
política que ha sido posible gracias a las restricciones
impuestas a la capacidad de los inversores extranjeros para meter
y sacar su dinero del país.
Una política así no es necesariamente
mala, especialmente en un país todavía pobre cuyo
sistema financiero podría muy fácilmente verse
desestabilizado por los flujos cambiantes del capital
especulativo. De hecho, el sistema le vino bien a China durante
la crisis financiera de Asia a finales de los años
noventa. La pregunta crucial, sin embargo, es si el valor fijado
para el yuan es razonable.
Hasta el año 2001, aproximadamente, se
podía sostener que sí lo era: la posición
comercial general de China no estaba demasiado desequilibrada.
Sin embargo, a partir de ese año, la política de
mantener fijo el valor del yuan respecto al dólar
empezó a resultar cada vez más extraña. Ante
todo, el dólar se devaluó, especialmente frente al
euro, por lo que, al mantener fijo el valor del yuan frente al
dólar, las autoridades chinas estaban devaluando de hecho
su moneda frente a las de los demás. Mientras tanto, la
productividad del sector de la exportación chino
aumentó drásticamente; este hecho, combinado con la
devaluación de facto, hizo que los productos chinos se
abaratasen exageradamente en los mercados mundiales.
La consecuencia ha sido un superávit comercial
chino enorme. Si se hubiese impuesto la dinámica de la
oferta y la demanda, el valor de la moneda china se habría
disparado. Pero las autoridades chinas no dejaron que subiese. Lo
mantuvieron bajo vendiendo cantidades inmensas de la moneda y
comprando a cambio una enorme reserva de activos extranjeros,
principalmente en moneda estadounidense, que actualmente valen
unos 2,1 billones de dólares.
Muchos economistas, incluido yo mismo, creemos que la
frenética compra de activos por parte de China
contribuyó a inflar la burbuja inmobiliaria, lo que
allanó el camino hacia la crisis financiera. Pero es
posible que la insistencia de China en mantener fijo el cambio
del yuan respecto al dólar, incluso cuando el dólar
se devalúa, esté haciendo todavía más
daño ahora.
Aunque muchos pájaros de mal agüero han
hablado de las nefastas consecuencias de la caída del
dólar, esa bajada es en realidad natural y deseable.
Estados Unidos necesita un dólar más débil
para reducir su déficit comercial, y está
consiguiendo ese dólar más débil ahora que
los nerviosos inversores que acudieron en masa a la supuesta
seguridad de la deuda estadounidense en el momento cumbre de la
crisis han empezado a invertir su dinero en otras
cosas.
Pero China ha seguido manteniendo su moneda vinculada al
dólar, lo que significa que un país con un enorme
superávit comercial y una economía que se recupera
rápidamente, un país cuya moneda debería
estar revaluándose, en realidad está urdiendo una
gran devaluación.
Y eso es algo especialmente malo en un momento en que la
economía mundial sigue profundamente deprimida debido a
una demanda general insuficiente. Al empeñarse en una
política de debilitamiento de su moneda, China está
absorbiendo parte de esa demanda insuficiente impidiendo que
llegue a otros países, y eso está perjudicando al
crecimiento en casi todo el mundo. Las principales
víctimas, por cierto, probablemente sean los trabajadores
de otros países pobres. En épocas normales, yo
sería uno de los primeros en negar las afirmaciones de que
China está robando los puestos de trabajo de otra gente,
pero ahora mismo es la pura verdad.
Entonces, ¿qué vamos a hacer? Las
autoridades estadounidenses se han mostrado extremadamente
prudentes a la hora de hacer frente al problema chino, hasta el
punto de que, la semana pasada, el Departamento del Tesoro, a
pesar de expresar su "preocupación", certificaba en un
informe obligatorio al Congreso que China no está -repito,
no está- manipulando su moneda. Están de broma,
¿verdad?
El hecho es que, ahora mismo, esta prudencia tiene poco
sentido. Supongamos que los chinos fuesen a hacer lo que Wall
Street y Washington parecen temer y empezasen a vender parte de
su reserva de dólares. En la situación actual, esto
realmente ayudaría a la economía estadounidense, ya
que haría que sus exportaciones fuesen más
competitivas.
De hecho, algunos países, entre los que destaca
Suiza, han estado tratando de ayudar a sus economías
vendiendo su moneda en el mercado de divisas extranjero. Estados
Unidos no puede hacerlo, principalmente por motivos
diplomáticos; pero si los chinos deciden hacerlo en
nuestro nombre, deberíamos enviarles una nota de
agradecimiento.
El caso es que, con la economía mundial
todavía en situación precaria, no se puede tolerar
que países importantes pongan en práctica
políticas que los benefician a ellos a costa de perjudicar
a otros. Hay que hacer algo respecto a la moneda de
China.
(Paul Krugman es profesor de Economía en la
Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008.
© New York Times Service, 2008)
Dos entrevistas sin desperdicio, con "carcajeo"
incorporado (lecturas recomendadas)
– Entrevista exclusiva a Miaojie Yu, economista chino –
"China no tiene por qué satisfacer las necesidades
financieras de EEUU" (Libertad Digital –
8/10/09)
La hegemonía del dólar está en
entredicho. Libertad Digital entrevista en exclusiva al
economista chino Miaojie Yu, del Center for Economic
Research-National School of Development (Universidad de
Pekín). "EEUU pierde credibilidad cuando la Reserva
Federal imprime dólares para pagar su deuda".
(Por Javier Veiga / Pekín)
Pregunta (P): China ha expresado su preocupación
por el valor de sus activos en dólares. Dado el elevado
nivel de endeudamiento público en EEUU ¿Qué
tendencia podemos esperar en la compra china de bonos
americanos?
Respuesta (R): Habrá una tendencia decreciente en
la compra de bonos estadounidenses. Las reservas internacionales
chinas ascienden a dos billones de dólares. Creo que la
tenencia china de bonos americanos irá en descenso. Si
acudimos a los datos, observaremos que la tendencia es
decreciente en el primer semestre.
A comienzos del año 2009, China tenía
bonos americanos por 801.000 millones de dólares. En
junio, la cifra había descendido hasta los 766.000
millones de dólares. Por tanto, lo principal aquí
es que hay una reducción en torno a 40.000 millones de
dólares.
Por supuesto, China es el primer tenedor de deuda
estadounidense. Nos sigue Japón, con 711.000 millones, y
Reino Unido, que tiene invertidos 214.000. Pero en cuanto a
China, percibo que la tendencia es decreciente.
La idea principal es que China diversificará sus
activos a fin de no tener demasiada deuda pública
americana y poder contar con otras alternativas.
P: ¿Está China preocupada por el hecho de
que la FED estadounidense imprima dólares para financiar
la deudas del Estado?
R: Creo que sí. Si EEUU emite demasiados
dólares, genera inflación y una depreciación
de su divisa. Y China está preocupada por ello. La clave
entonces está en que si China posee demasiados bonos del
Tesoro americano, es posible que los beneficios sean cada vez
menores.
P: De sus palabras es posible interpretar que invertir
en EEUU va perdiendo atractivo ¿Qué sectores y/o
zonas del mundo considera China que son los más rentables
para diversificar sus activos?
R: Es cierto. China está diversificando sus
reservas, desde los bonos del Tesoro estadounidense hacia otras
opciones más eficientes como la deuda corporativa,
acciones e incluso fondos mutuos si tienen un rendimiento bueno.
Lo principal aquí es que si estos activos tienen un
comportamiento positivo, China tenderá a comprarlos
(decreciendo así la tenencia de bonos públicos
estadounidenses).
P: ¿Piensa usted que la última ofensiva
china sobre el sector energético de medio mundo –Iraq,
Australia, Repsol-YPF etc…- responde a esta estrategia para
diversificar activos?
R: Sí, lo creo. Es uno de los caminos posibles
para diversificar nuestros activos internacionales. Si hablamos
de las empresas chinas, públicas o privadas, cuando
obedeciendo a su propia experiencia deciden no comprar bonos
americanos, puede parecer extraño porque son activos con
poco riesgo.
Sin embargo, dado que EEUU está emitiendo
demasiada deuda y generando tensiones inflacionistas allí,
las firmas chinas pueden perder y deben evitar eso. Por tanto, la
idea principal es algo asó como no pongas todos los huevos
en una misma cesta.
P: Una pregunta delicada ¿Piensa usted que China
seguirá satisfaciendo las necesidades financieras de EEUU
como hasta ahora?
R: La respuesta es "no necesariamente".
En el pasado, China siempre ha satisfecho las necesidades de
financiación estadounidenses. La razón es que el
Gobierno chino siempre ha considerado estos activos, bonos del
Tesoro, etc…. como los mejores para invertir en
ellos.
Sin embargo, la situación ha
cambiado radicalmente. Hay un grave problema de confianza hacia
el dólar. Si la autoridad monetaria emite demasiados
dólares habrá inflación en el mercado
doméstico. Y eso también perjudica los beneficios
de otros países.
Para China, estos activos americanos
dejarían de ser atractivos. Si analizamos en profundidad
la situación de EEUU, observamos que es el primer deudor
del mundo. Y básicamente, tiene 3 vías para pagar
su deuda. La primera está relacionada con su crecimiento
económico a largo plazo. OK. Es una buena opción.
Pero nadie tendrá paciencia para esperar tanto
tiempo.
Una segunda alternativa pasa por emitir
nueva deuda para pagar la anterior. Es posible pero insostenible.
En un momento dado, nadie querrá jugar a este
juego.
Y la última variable es imprimir
más dólares como hasta ahora. Esto genera
inflación y daña la reputación del Gobierno
de EEUU. En resumidas cuentas. A la hora de invertir, China debe
tomar en consideración todos estos factores.
P: Dado el descontento chino con la evolución de
los activos estadounidenses ¿Hay alguna estrategia de
salida para no erosionar su valor o hacerlo lo menos
posible?
R: Pienso que una estrategia óptima pasa por
cambiar la estructura y duración de los activos
estadounidenses como bonos del Tesoro. Por ejemplo, sobre la
duración, China no debería centrar su
atención en los bonos a largo plazo. Ahora es aconsejable
ir a corto con estos activos.
Sobre la estructura, China necesita diversificar sus
activos desde los bonos del Tesoro hacia otros como acciones,
deuda corporativa e incluso fondos mutuos. Y si hacemos un
análisis más profundo ¿Cuál es la
estrategia óptima de inversión? Me remito a un
razonamiento muy simple. Hay que invertir en aquellos procesos
productivos más eficientes. Son los dos relacionados con
I+D y mantenimiento.
P: China ha cuestionado sin tapujos el dominio del
dólar como patrón monetario internacional.
Díganos por qué razón y cuáles son
las alternativas propuestas por Pekín.
R: El Gobierno chino desea un sistema monetario mundial
razonable y diversificado. En marzo, el gobernador del banco
central chino, Zhou Xiaochuan, propuso como novedad utilizar los
Derechos Especiales de Giro (DEG) y sustituir al dólar
como reserva internacional en el largo plazo.
Los DEG son una moneda emitida por el FMI desde 1969
después de la primera crisis del dólar. Los DGE son
también una cesta de divisas internacionales ponderadas.
Los DEG incluyen dólar, euro, yen japonés y libra
como divisas de referencia. Cada 5 años, el FMI celebra
una conferencia para rediseñar el peso de cada divisa. Los
DEG nacieron en 1969 pero representan actualmente una
pequeña parte de las reservas internacionales, solamente
el 4,8%.
Entonces, ¿por qué razón el
Gobierno chino ha hecho esta propuesta?
Dos son las preocupaciones principales que conducen a
ello. Primero, hay una excesiva confianza en el dólar. Su
posición dominante enfatiza los efectos negativos de la
presente crisis financiera internacional. Es malo.
Y dos. EEUU toma básicamente dinero prestado del
mundo para estimular su consumo doméstico. El dólar
es actualmente la divisa de reserva internacional, pero
daña los intereses de países como China.
En base a estos dos razonamientos, el presidente del
Banco Central Chino esbozó su propuesta. Esta idea ha sido
respaldada también por diversas personalidades como el de
Economía Nobel Robert Mundell.
Él ha hecho también otra propuesta
interesante para China. Mundell dice que en la reunión de
2011 del FMI sobre los DEG, se debe incluir al Yuan. Sugiere
reducir el peso de la libra esterlina del 11% actual al 5%. El 6%
restante sería adjudicado al Yuan chino. En la
práctica, el FMI también está recibiendo
apoyo de China. En Abril, el FMI emitió DEG por 250.000
millones de dólares. Y de esta cantidad, China ha comprado
7.300 millones.
P: ¿Puede ser el yuan moneda de reserva
internacional?
R: Es posible en el largo plazo, pero
prácticamente imposible a corto ¿Por qué a
largo plazo? China es una de las principales economías del
mundo. Es la tercera economía sólo superada por
EEUU y Japón.
Y si observamos el PIB por paridad del poder adquisitivo
(PPA), China es la segunda. Y también es preciso destacar
que China actualmente está profundamente integrada en la
economía mundial. La apertura medida por exportaciones
más importaciones entre el PIB es un cociente muy elevado,
en torno al 65%. Por este motivo, la economía china puede
jugar un papel fundamental a nivel global.
Y es por eso que, a largo plazo, el yuan puede ser una
moneda de reserva internacional. Pero a corto plazo es
francamente improbable. Para ser una moneda de reserva
internacional hay que cumplir al menos cuatro requisitos. La
primera cualidad es ser unidad de cuenta. La segunda es ser un
medio de pago. Luego debe actuar como stock de valor. Y por
último, un medio para los pagos diferidos.
Por supuesto, el dólar cumple con todos estos
requisitos. Sin embargo, China está intentando que el yuan
sea una divisa de referencia regional. El yuan está
intentando cumplir con los dos primeros requisitos: ser unidad de
cuenta y cambio inmediato (medio de pago).
Es posible que el yuan desempeñe un papel
referente a nivel regional. Si observa la demanda fuera de China,
muchos países asiáticos prefieren usar el yuan en
sus relaciones comerciales con nosotros. Sin embargo, esto es
así sólo en Asia.
En Latinoamérica, los países siguen
teniendo preferencia por el dólar. Hay una razón
principal por la cual el yuan no puede ser aún divisa de
referencia internacional. No es plenamente convertible.
Especialmente por la cuenta de capital, el yuan no es
convertible. Por esta razón, no puede ser divisa de
referencia internacional a corto plazo.
– Andy Xie: "China superará a EEUU como primera
potencia en 15 años" (Libertad Digital –
5/11/09)
Andy Xie, ex economista jefe de Morgan Stanley para
Asia-Pacífico, es quizá el analista más
brillante del continente. Tachado de "políticamente
incorrecto", predijo la crisis subprime. En una entrevista con
LD, desvela las reformas que precisa China para ser la
próxima potencia mundial.
(Por Javier Veiga / Pekín)
Pregunta (P): El mundo ha experimentado la peor crisis
de su historia moderna. Pese a los "brotes verdes" ¿No es
muy aventurado hablar de recuperación?
Respuesta (R): Estamos viviendo una transición.
Es cierto que se ha estabilizado el sistema financiero, pero no
podemos hablar de recuperación porque esta crisis lo es a
muchos niveles. Es preciso cambiar un modelo de crecimiento que
resulta totalmente insostenible.
En los últimos años, China y otras
economías emergentes han estado vendiendo productos
manufacturados a países industrializados como EEUU. Sin
embargo, estos países compradores han tenido que
endeudarse con sus proveedores al no tener suficiente poder
adquisitivo.
El mecanismo del déficit en las economías
desarrolladas ha estallado. Los bancos prestaron dinero para
financiar la compra de bienes a potencias emergentes,
fundamentalmente exportadoras, como China. En otras palabras, se
prestó dinero a personas que vivían por encima de
sus posibilidades.
En un momento dado, no pudieron devolver los
préstamos y estalló la crisis. Se han saneado los
balances bancarios con ayuda del sector público. Pero el
futuro es incierto si los bancos van a seguir prestando dinero a
unos consumidores que no pueden devolverlo. Es una crisis de
modelo.
La solución es que EEUU y otras economías
deficitarias incrementen sustancialmente su ahorro. No pueden
consumir más y ser solventes al mismo tiempo. Ese modelo
está agotado. Por el contrario, China y los países
tradicionalmente superavitarios deben ahora consumir más.
Solamente así se podrán corregir los tremendos
desequilibrios de la economía mundial.
Ésta es una condición necesaria para poder
albergar nuevos ciclos de crecimiento económico. La
transición del viejo al nuevo modelo es obligada. Ya se ha
estado hablando de todo esto en la última reunión
del G20 pero, como es evidente, son reformas que todavía
están pendientes.
P: ¿La recuperación económica en
China es tan espectacular como se percibe o tiene
matices?
R: Depende del punto de vista que utilicemos. El
Gobierno chino ha inyectado en la economía 585.000
millones de dólares. Es un 13% del PIB. Ello ha
estabilizado en parte la economía, pero el sector
exportador sigue sufriendo mucho los efectos de la
crisis.
Cuarenta millones de personas han perdido su empleo. La
mayoría eran emigrantes del campo que se establecieron en
los principales centros industriales. Muchos tuvieron que
regresar a sus pueblos y siguen sin encontrar un empleo. La
economía en estos momentos está sostenida
básicamente por las inversiones del Gobierno. Es una
política temporal insostenible a medio-largo
plazo.
Todavía no se ha instalado una estructura de
crecimiento económico sostenible en China. Esto requiere
aumentar la capacidad de consumo del pueblo chino y exportar
menos por esta insolvencia estructural que presentan ya las
economías desarrolladas.
Para ello son necesarias multitud de reformas. Hay ya,
por ejemplo, un incipiente sistema de pensiones para la
población rural. Sin embargo, todavía no se ha
hecho lo suficiente para potenciar el consumo.
P: ¿Puede China ser un motor del crecimiento
económico mundial?
R: China es una economía orientada a la
inversión. Actualmente importa básicamente bienes
conforme a este modelo, como materias primas y equipo.
Países productores como Australia, Brasil, Alemania o
Japón se están beneficiando por ello. Sin embargo,
el efecto beneficioso del crecimiento chino sobre la
economía mundial está limitado a unos pocos
segmentos.
En cambio, si China consigue potenciar el consumo
privado muchos más países podrían
beneficiarse. La mayoría produce bienes de consumo y
servicios. Sin duda, notarían la demanda china y ello
tendría un efecto mucho más significativo sobre el
crecimiento económico global.
P: ¿Es posible dar un protagonismo mayor a los
1.300 millones de consumidores en potencia que tiene
China?
R: Es posible, de acometerse reformas estructurales
difíciles y, en algunos casos, dolorosas. La estructura
política china está diseñada por y para el
crecimiento económico. El Gobierno es una gran
corporación empresarial. La maquinaria política
está acumulando activos. Está construyendo siempre
demasiadas infraestructuras.
El problema es que como las administraciones
públicas están detrayendo tanto dinero de la
economía para invertir, los ciudadanos no tienen
suficiente poder adquisitivo. Por ello, la economía china
se ha hecho tan dependiente de las exportaciones.
Sin embargo, hemos visto con esta crisis que la demanda
internacional puede enfriarse y poner en jaque todo el modelo. La
transición a una estructura económica sostenible
pasaría por dejar que sean los hogares, y no Pekín,
quienes decidan sobre cómo utilizar el dinero.
El Gobierno chino está en una encrucijada.
Actualmente, si quiere construir autopistas o centrales nucleares
no tiene que pedir permiso a nadie al contar con los medios
económicos para ello. Sin embargo, en una economía
con mayor peso del sector privado, se impondrían los
criterios de rentabilidad.
La empresa privada podría decidir si ejecutar o
no el proyecto, dependiendo de cuánto dinero fuese a
ganar. Y el gobierno tiene miedo a ello. Pero debe actuar con
determinación para llevar a cabo esta ambiciosa y
necesaria reforma.
Esta reforma que plantea serviría para
incrementar el bienestar económico de la gente… La clave
aquí es que suban los salarios. Hay un exceso de fuerza
laboral. El mercado suma 20 millones de nuevos trabajadores cada
año. Seis millones son recién
licenciados.
Hay que crear empleos suficientes para todos ellos y no
siempre es posible. La presión es superlativa. Si el
salario es bajo, no hay capacidad de consumo y las
compañías no pueden vender sus productos en el
mercado interno.
Es un círculo vicioso que se debe romper. El
dinero debe estar en manos de la gente para que consuman y las
empresas hagan dinero. A su vez, los salarios seguirían
subiendo y así sucesivamente.
En términos de PPA (Paridad Poder Adquisitivo) el
valor del yuan triplica lo reflejado actualmente frente al
dólar. Ahora está excesivamente devaluado. Ello
refleja la debilidad del mercado laboral.
China necesita crear empleos, pero su divisa está
orientada a las exportaciones, un modelo insostenible como he
dicho antes. El bajo tipo de cambio refleja los desequilibrios
económicos actuales en China. Un ejemplo muy concreto: si
subiera el tipo de cambio (apreciación del yuan), China
podría alcanzar los 10.000 dólares per
cápita en sólo 15 años.
P: ¿Es posible montar un sistema público
de seguridad social en China?
R: Para hablar sobre esto debemos recordar que China es
el país más poblado del planeta. La
población envejece además muy rápido. Un
sistema del bienestar "a la europea" no es posible aquí.
La pensión para los campesinos es sólo de 10
dólares al mes.
Ellos tienen su vivienda y habría que intentar
garantizarles unas pensiones para comprar comida. Dicho esto, no
es viable un sistema de pensiones para toda la clase media china.
Es una cuestión de cantidad. Son muchos ciudadanos y el
Gobierno no creo que pueda levantar un estado del bienestar
aquí como en Europa.
P: Uno de los desafíos que afronta China
actualmente es la brecha campo-ciudad ¿Es posible reducir
esta diferencia tan abismal de rentas?
R: La clave aquí pasa por sanear el mercado
laboral. En esta crisis, quienes han pagado el pato son los
trabajadores del campo.
La población campesina se divide en dos grupos
fundamentalmente. Por un lado, están los que tienen sus
propios cultivos y pueden alimentarse de forma autosuficiente. Y
luego, están los campesinos que dependen del dinero
enviado por sus hijos, quienes trabajan en la ciudad.
El ingreso del campo depende mucho de la
situación laboral en las ciudades. Ahora las exportaciones
están cayendo a una media del 20%. No hay mucho trabajo
más allá del sector servicios. Pero este sector
requiere una capacidad de consumo potente que China
todavía no tiene.
Volvemos a lo comentado anteriormente. Es preciso
potenciar el consumo interno chino. Sólo así, el
sector servicios podría crear multitud de nuevos empleos.
Entonces habría más flujos de dinero desde la
ciudad hacia el campo. Dicho esto, también sería
una solución temporal para los campesinos.
El problema de fondo es que China tiene mucha
población campesina y eso no puede ser. La superficie para
el cultivo es escasa. Además, la mecanización del
campo está siendo muy rápida. La demanda de trabajo
en el sector agrícola es decreciente. China sólo
necesitaría, según un cálculo rápido,
15 millones de trabajadores agrícolas. Hay 250 millones de
personas que deberían emigrar a la ciudad
inmediatamente.
La solución al problema del campo está en
las ciudades. La burbuja inmobiliaria, por ejemplo, ha frenado
también el necesario proceso de urbanización. En
los últimos 7 años el precio de la vivienda se ha
triplicado.
A corto plazo, esto aumenta los ingresos de quienes
especulan con bienes inmobiliarios. Pero muchos emigrantes no
pueden pagarse un piso si suben así los precios. Y los
problemas del campo, con la gente sin poder moverse de
ahí, no pueden resolverse. Las autoridades chinas tienen
aquí también una asignatura pendiente.
Comprar un piso puede suponer 20 veces el salario anual
de toda una familia. Este ratio debería ser igual a 7. Si
la vivienda es accesible, cada vez más campesinos
irían a las ciudades. Sería posible corregir
entonces este desequilibrio. El Gobierno chino debe tener clara
una cosa. La inflación inmobiliaria es muy perjudicial
para el desarrollo económico.
P: La burbuja inmobiliaria es otro reto que las
autoridades chinas tendrán muy en cuenta
¿No?
R: Hace 10 años, China no tenía un mercado
inmobiliario propiamente dicho. Todo el mundo vivía en
viviendas públicas. Entonces, el Gobierno decidió
privatizar el sector y empezó a vender estas casas por
3.000 dólares.
Ahora, la propiedad inmobiliaria china es dos veces el
PIB. Es mucho más que en EEUU cuando aquí
sólo la mitad de la gente reside en ciudades. Esto
significa que la propiedad inmobiliaria es muy cara. Está
claramente sobrevalorada y representa un peligro real para la
economía.
Los tipos de interés son extremadamente bajos. El
de las hipotecas no llega al 4%. Muy poco para una
economía que ha estado creciendo al 10% en los
últimos 30 años. Los bajos tipos explican la
inflación inmobiliaria. Creo que si aumenta el consumo
privado habrá menos ahorro, subirán los tipos y
bajará la inflación inmobiliaria. La
economía china necesita este punto de
normalidad.
P: ¿Puede explicar brevemente a nuestros lectores
el problema de la corrupción en China?
R: La corrupción es inherente al mercado
inmobiliario chino. El suelo está en manos del Gobierno.
Son los gobiernos locales quienes venden terrenos a las
promotoras inmobiliarias. Y en ese proceso es donde se producen
las ilegalidades.
Ahora quizás hay más transparencia gracias
al proceso de subasta, pero los organismos públicos que
comercian con el suelo no pertenecen a nadie. Una empresa privada
responde ante sus accionistas. Esta naturaleza pública en
la venta del suelo trae consigo ineficiencia e
irregularidades.
La tentación, además, es inmensa. Imagine
al funcionario encargado de vender suelo a una promotora cuando
cobra 300 dólares mensuales y no tiene que responder ante
nadie. Esa persona sólo tiene que cuidarse de no ser
descubierta por el Estado.
Con estas condiciones, la corrupción es inherente
al propio sistema. La propiedad pública del suelo provoca
corrupción. Liberalizando el suelo acabaríamos con
este problema sencillamente porque la empresa privada propietaria
del activo defendería su valor sin malvenderlo a cambio de
comisiones ilegales.
P: China tiene una tasa de ahorro excesivamente elevada
¿Es esto positivo para la economía?
R: Hay un motivo evidente de precaución. En una
economía de mercado, cuando la gente hace dinero tiene
seguridad y gasta. Pero en China, el nivel de riqueza es limitado
porque la mayoría es del Gobierno.
Además, no hay un sistema de protección
social como el europeo, por ejemplo. A nivel demográfico
también hay otra explicación. La política
del hijo único también ha generado inseguridad. Los
padres no confían en que su único vástago
pueda ayudarles económicamente. Si fueran más, la
riqueza familiar potencial sería mayor.
Sin embargo, la razón de peso gira en torno al
mismo hilo argumental. Si el Gobierno no detrajera riqueza de las
economías domésticas, éstas
ahorrarían menos. La mayor parte del ahorro chino
pertenece además al sector público. Los chinos de a
pie tampoco es que tengan demasiados ahorros.
P: Muchas voces, entre ellas China, se han alzado contra
la hegemonía del dólar pero ¿Puede llegar a
ser el yuan algún día moneda de reserva
internacional y sustituir incluso a la divisa estadounidense en
ese papel hegemónico?
R: A largo plazo es posible, pero son necesarias antes
una serie de reformas. La divisa china no es convertible. El
Gobierno chino está todavía muy inseguro. Ha visto
como muchos países han experimentado crisis por tener un
sistema de cambios liberalizado. Tiene miedo de los hedge funds,
de los ataques especulativos. Por eso el yuan no convertible es
percibido como una barrera de protección.
Sin embargo, en 15 años China
puede superar a EEUU como primera economía mundial. Bueno,
en PPA, el PIB chino ya es similar al estadounidense. A largo
plazo es posible tener una economía potente, orientada al
consumo privado y con la divisa convertible ¿Por
qué no? Cuando eso suceda, el yuan chino desbancará
sin duda al dólar como moneda de reserva
internacional.
Es evidente también que China está
teniendo una experiencia bastante negativa con sus inversiones en
bonos del Tesoro de EEUU… Creo que China ha sufrido y
está perdiendo mucho dinero por este asunto. Esto prueba
que no tiene sentido acumular semejante cantidad de reservas. Lo
ideal sería utilizar ese dinero para mejorar las
condiciones económicas de China y no transferir fondos a
EEUU comprando bonos.
P: China es un país de recursos limitados pero
aspira a ser la primera economía del mundo ¿No es
una contradicción?
R: China aspira al sueño americano. Casas grandes
y coches buenos. Sin embargo, materializar aquí un modelo
de desarrollo como el estadounidense no es posible. Hay que
cambiar de dirección. Japón tiene un modelo mejor.
Son más frugales y consumen menos energía por
unidad de PIB.
Los japoneses utilizan mucho el transporte
público y sus casas son más pequeñas. La
sociedad china debe fijarse más en este modelo de
frugalidad. China debe minimizar al máximo el consumo de
recursos y evitar su derroche.
Sobre el problema del agua, China debe invertir
más en tecnologías. El volumen de agua no es
insuficiente pero hay sequías. El problema es la
polución de las aguas en un elevadísimo porcentaje.
Para ello es preciso invertir en el cuidado de nuestro medio
ambiente.
China necesita también potenciar la
energía nuclear, mucho menos contaminante que los
hidrocarburos. En Francia, la energía nuclear representa
un 60% del consumo energético total. China necesita
aproximarse a esos niveles porque el porcentaje actual es
ridículo.
P: Otro problema económico en China es la
productividad ¿Hay o se esperan avances en este
sentido?
R: El Gobierno chino está obsesionado en apoyar
la producción. Se han dado incentivos fiscales y
monetarios al sector manufacturero. Esto ha desincentivado la
eficiencia al estar tipos e impuestos para las empresas en
niveles artificialmente bajos.
Muchas compañías tienen un tamaño
desorbitado y son ineficientes. Tampoco son penalizadas por
contaminar. Para aumentar la productividad las empresas deben
estar sujetas a una disciplina dada por el precio de
mercado.
Si aumentan los costes empresariales, puede haber una
desaceleración de la actividad., pero a la larga
será bueno porque las empresas necesitan una
motivación para mejorar su eficiencia.
Otro ejemplo. Ahora el carbón cuesta 75
dólares por tonelada. El Gobierno sabe que si no controla
la producción los precios bajarán. Y nadie
tendrá incentivos para ahorrar energía. Se requiere
un proceso de ajuste.
El tejido empresarial debe estar sujeto a las normas del
mercado, sin costes artificialmente bajos. Se ralentizaría
la actividad, estoy de acuerdo, pero a largo plazo, las empresas
aprenderían a ser más eficientes.
P: Es habitual escuchar a muchos analistas poner en duda
la fiabilidad de las estadísticas económicas chinas
¿Cuál es su impresión al
respecto?
R: Las estadísticas chinas no son independientes.
Son los gobiernos locales quienes dan aquellas cifras que
más satisfacen al ejecutivo central. Se rigen por
objetivos y adaptan los datos a estos. El sistema político
chino es un caldo de cultivo propicio para inflar las cifras. Y
también para infravalorarlas, según
convenga.
Dicho esto, las cifras se manipulan, pero es evidente
que el crecimiento económico chino ha sido extraordinario.
Porque la manipulación también se ha hecho en el
sentido contrario. Cuando convenía dar unas cifras menores
de PIB porque la economía estaba muy caliente, se ha
hecho. No hay transparencia, simplemente.
P: ¿El que China sea una dictadura le puede
impedir ser potencia económica mundial?
R: El Gobierno chino prioriza la estabilidad por encima
de todas las cosas. El miedo al caos paraliza todas las reformas
necesarias para la economía que hemos estado
desgranando.
Hay otra manera de verlo. Cada Ejecutivo chino tiene dos
mandatos de 5 años cada uno. Y no cuenta con ningún
incentivo para cambiar las cosas. Si una reforma puede generar
problemas, la dejan pendiente para los próximos
gobiernos.
P: ¿China es capitalista o comunista?
R: A nivel económico mitad y mitad. En bienes de
consumo hay un mercado privado. También el sector
inmobiliario está privatizado, al 50%. Pero los grandes
proyectos están controlados por el Estado.
El sector financiero es público, así como
las grandes empresas dedicadas a la construcción de
infraestructuras. También sectores estratégicos
para el Ejecutivo como los servicios de transporte, electricidad
y telecomunicaciones.
P: ¿Algún comentario sobre la bolsa ahora
que se habla también de burbuja especulativa?
R: El mercado estuvo completamente loco hace 2
años cuando el price-earning ratio era de 70 y 80 en
muchos casos. Con esta crisis descendió un 70%, pero
inmediatamente después recuperó los niveles
anteriores, aunque ha vuelto a descender
recientemente.
Las empresas ahora cotizan 3 veces por encima del book
value. No es en absoluto barato. Es todavía un valor muy
caro, pero no es la locura de antes. A corto plazo hay tensiones
bajistas. Sin embargo, la liquidez del sistema puede sostener
aún estos niveles.
Japón, China y "un mar de fraternidad" (primero
los negocios y después la historia)
"Japón tiene un proyecto para Asia. O mejor
dicho, su primer ministro, Yukio Hatoyama, tiene una idea sobre
el futuro de Asia oriental: Quiere impulsar un área de
cooperación regional siguiendo el modelo de la
Unión Europea (UE)"… Japón quiere una
Unión Asiática como la UE (La Vanguardia –
28/10/09 – Por Isidre Ambrós)
El premier japonés hizo público su
pensamiento la misma madrugada en que ganó las elecciones
en su país, en la noche del 30 al 31 de agosto de 2009.
Este día avanzó que quería proponer a los
países vecinos la creación de una Comunidad
Asiática, con mayúsculas. Desde entonces, Hatoyama
no deja pasar la ocasión de hablar de su idea en
cualquiera de los foros internacionales a los que asiste. Lo hizo
en Nueva York, aprovechando el foro de la ONU, lo planteó
a sus vecinos de Corea del Sur y China durante la cumbre
trilateral celebrada en Pekín, y lo explicó en la
reciente cumbre de los países del sudeste asiático
(Asean).
El premier japonés ha planteado su iniciativa a
China y Corea del Sur, países recelosos con Japón,
ya que fueron invadidos por sus tropas en la Segunda Guerra
Mundial. Les ha planteado abiertamente superar sus diferencias
históricas y colaborar juntos para aprovechar las
sinergias regionales. Hatoyama no dudó en hablarle al
presidente Hu Jintao en Nueva York de los primeros pasos de la
colaboración entre Francia y Alemania en los
ámbitos del carbón y del acero en los años
cincuenta. Y de su aspiración de que un día exista
una divisa común para todo el este de Asia, de la misma
manera que el euro circula en Europa.
Para el líder japonés la
cooperación regional entre los países
asiáticos resulta imprescindible ante la
globalización. Opina que es la mejor manera de poder
afrontar con garantías de éxito los grandes
desafíos internacionales, como pueden ser la última
crisis financiera o el peligro de un conflicto bélico. Y
más, teniendo en cuenta que China y Japón
constituyen la tercera y segunda potencias económicas
mundiales, por detrás de Estados Unidos.
En la pasada cumbre de los países del sudeste
asiático, celebrada en la localidad tailandesa de Hua Hin,
Hatoyama sugirió que hay que aprovechar la creación
de una zona de libre cambio a partir de enero del 2010 entre los
diez países de la región (Birmania, Brunei,
Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia
y Vietnam) para avanzar hacia la construcción de una
Comunidad Asiática, con mayúsculas. Pero no hay que
engañarse, si la Asean ha sido una organización
más virtual que real durante cuatro décadas, su
plan de integración económica previsto para el 2015
se puede quedar en un proyecto sobre el papel. Existen muchas
disparidades entre estos países. Hay diferencias
políticas, económicas y religiosas, así como
las ambiciones individuales de cada estado, que arrojan serias
dudas sobre la viabilidad del proyecto.
La única garantía de que un plan de
cooperación inicialmente económico avance, se cree
una divisa común, y se profundice en la
colaboración en otras áreas es que las principales
potencias de la zona se comprometan. De la misma manera que la UE
sólo ha avanzado durante muchos años gracias al
motor francoalemán, una iniciativa de cooperación
regional asiática sólo es posible si Pekín y
Tokio apuestan por ello.
Y actualmente, tanto a China como a Japón les
interesa esta estrategia. Las autoridades chinas están a
favor de la colaboración multilateral y de un mundo
multipolar. El gobierno japonés, por su parte, es
consciente de su frágil situación económica
ante el creciente e imparable desarrollo de su vecino y de que,
muy posiblemente, en el 2010 China supere a Japón como
segunda potencia económica del mundo.
A todo ello se suma un creciente y mutuo interés
entre los dos países en cooperar. China constituye un
inmenso mercado potencial ávido de productos japoneses de
calidad y Japón puede aportar a China conocimientos
técnicos necesarios para proseguir su
desarrollo.
En el encuentro que mantuvieron en Nueva York, Yukio
Hatoyama y Hu Jintao, ambos líderes coincidieron en su
propósito que convertir el mar Amarillo que les separa en
"un mar de fraternidad" y no de problemas, como es el caso
actual, por el contencioso que mantienen ambos países por
unos yacimientos de gas.
No obstante, una cosa son las buenas intenciones y las
declaraciones de principios y otra muy distinta la realidad
cotidiana y los intereses económicos sectoriales que
estén en juego. Para que el proyecto de una Unión
Asiática sea viable, Tokio deberá ganarse la
confianza de Pekín. Una tarea ardua, habida cuenta de los
amargos recuerdos que subsisten en la sociedad china de la
ocupación japonesa durante la guerra. Además,
deberán salvar la competencia económica que subyace
entre las dos potencias y la desconfianza mutua que se profesan
sus ejércitos, así como la rivalidad sobre
quién tendría el papel principal en dicho proceso.
En definitiva, una serie de obstáculos y de interrogantes
para un proyecto de largo recorrido que no ha hecho más
que ser esbozado por Japón y acogido con interés
por China.
La Unión Europea ha tardado más de cuatro
décadas en hacer realidad las ideas que en su día
tuvieron unos políticos idealistas. Habrá que ver
cuántos años emplean los líderes
asiáticos en materializar sus planes de cooperación
regional.
¿Hasta Wall Street Journal, asume la
"derrota"?
"Ahora, en el albor del siglo XXI, el mundo mira a China
a la espera de que asuma un rol de liderazgo global que le es muy
poco familiar. A medida que el prestigio estadounidense pierde
brillo, el estatus de China va en ascenso"… China: el despertar
de una superpotencia (The Wall Street Journal –
23/11/09)
Comienza su artículo con una
"capitulación" en toda regla: "El mundo ansía que
asuma un mayor rol de liderazgo en vistas de que el prestigio de
EEUU pierde brillo"… Se puede decir más fuerte,
pero no más claro.
Luego se distrae por los vericuetos de la historia (tal
vez, buscando justificaciones anecdóticas donde no las
hay…):
"La flota comandada por el almirante Cheng-ho, un eunuco
de la dinastía china Ming, estaba formada por algunos de
los barcos más grandes que jamás se hubieran
construido: monstruos náuticos que según algunos
relatos contaban con hasta nueve mástiles.
Mucho más grandes que las carabelas de
Cristóbal Colón que zarparon décadas
más tarde hacia el Nuevo Mundo, constituían los
buques insignia de una armada que se aventuró hasta la
costa este de África en siete expediciones navales. La
primera se embarcó en el año 1405 con unos 30.000
hombres; la séptima, en 1430.
Luego, las expediciones se detuvieron de golpe. Las
aventuras de Cheng-ho habían arruinado a la
dinastía Ming. Los emperadores detuvieron el comercio
marítimo y cerraron la industria de la construcción
naval; China se encerró en sí misma durante los
siguientes cuatro siglos. Las expediciones a los "Mares
occidentales" fueron una aberración
gloriosa"…
Para finalmente, cantar loas al "estatus en ascenso"
(sic) y vender "seguridades" imprecisas:
"Ahora, en el albor del siglo XXI, el
mundo mira a China a la espera de que asuma un rol de liderazgo
global que le es muy poco familiar. A medida que el prestigio
estadounidense pierde brillo, el estatus de China va en
ascenso".
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama,
visitó China la semana pasada en busca de ayuda en temas
de todo tipo, desde el cambio climático hasta la amenaza
nuclear de Corea del Norte. Durante las reuniones de los
países del Grupo de los 20, todos esperan impacientes las
opiniones de China sobre temas como la reforma bancaria y la
remuneración ejecutiva. Persuadir a China para que se
convierta en un líder global será todo un
desafío.
La historia hizo poco para preparar a este país
para la clase de autoridad que una ansiosa comunidad
internacional parece tan dispuesta a asignarle.
A diferencia de EEUU, China no aspira a
cambiar el mundo: su mantra siempre ha sido de "no
intervención" en los asuntos internos de otros
países. Incluso bajo el mando de Mao, China nunca quiso
dominar el mundo, como la ex Unión Soviética,
aunque provocó la revolución en otras partes de
Asia y más allá. Ahora que China ha descartado el
socialismo, es difícil definir lo que queda de su
ideología, valores y visión del mundo.
El principio que guía a China en
casa y en el extranjero se caracteriza por su inflexible
pragmatismo: lo que sea que produzca crecimiento en el producto
interno bruto.
El distanciamiento de China respecto al mundo fue
interrumpido cuando Occidente tocó a su puerta. En 1793,
Lord Macartney fue enviado a China por el rey George III de Gran
Bretaña para abrir el país al comercio
internacional. Llegó cargado de regalos con la
intención de deslumbrar a la corte del emperador Qianlong:
relojes mecánicos, cronómetros, telescopios e
instrumentos matemáticos. Para transportar los 600
paquetes necesitó 200 caballos y 3.000
porteadores.
"No hay nada que nos haga falta", fue la famosa
respuesta del emperador al emisario real. Los británicos
abrieron las puertas del comercio a la fuerza, con
cañoneros. Una China debilitada fue manipulada por los
poderes occidentales en lo que China llama su "siglo de
humillación".
Al pasar por los monumentos de Beijing inspirados en los
Juegos Olímpicos -el estadio conocido como Nido de
Pájaro, el Cubo de Agua, la colosal Torre CCTV- es
fácil olvidarse de que hasta hace poco China se
había vuelto a aislar del mundo.
Durante la mayor parte de los primeros 30 años de
gobierno comunista en China, que comenzó en 1949, era
difícil y casi imposible obtener una visa. El
esporádico funcionario chino que se aventuraba a visitar
Occidente era una curiosidad.
Deng Xiaoping le puso fin a la era de aislamiento
sangriento de Mao -sus interminables luchas de clases y
catástrofes causadas por el hombre, incluida la peor
hambruna mundial- con sus reformas de "Puertas Abiertas" en
1978.
Camino a la estabilidad
La decisión de abrir el país al comercio y
la inversión extranjera, colocó a China en camino
hacia un crecimiento económico destacable. Se prevé
que dentro de poco China supere a Japón como la segunda
mayor economía mundial.
Los logros de China han sido un referente para gran
parte del mundo emergente: su éxito para sacar a 300
millones de personas de la pobreza, su lucha contra las
enfermedades y el analfabetismo, su adopción de la
tecnología que llevó a los astronautas chinos al
espacio. Todo esto, mientras permitió un florecimiento sin
precedentes de las libertades personales.
Ahora que la economía global emerge con debilidad
de la peor recesión desde la Segunda Guerra Mundial, China
causa admiración en nuevos rincones del mundo.
Mientras los países más ricos se
encaminaban al abismo financiero, China avanzaba con cautela.
Salió de la crisis con una economía que crece
vigorosamente. Sus bancos no están contaminados con
activos tóxicos; sus vastas arcas de ahorros nacionales
gozan de buena salud.
También hay esperanzas de que China se valga de
su nuevo peso estratégico para ayudar a resolver los
problemas de seguridad actuales más urgentes.
La meta general de EEUU, y uno de los principales
objetivos de Obama en su visita al país, es la de
persuadir a China para que asuma las responsabilidades globales
que acompañan su creciente influencia económica de
una forma que fortalezca, más que amenace, los acuerdos
internacionales existentes.
Sin embargo, el compromiso oficial de China con un
"mundo en armonía" se enfrenta a menudo con un EEUU que
libra dos guerras en Irak y Afganistán. Con frecuencia,
esto ha significado que China actuara más como un seguidor
reticente que un líder. Los críticos afirman que el
historial de China en los centros conflictivos del mundo, desde
Corea del Norte a Irak y Darfur, sugiere que define sus
responsabilidades según sus intereses
económicos.
En Corea del Norte, China ha encabezado esfuerzos
diplomáticos para intentar controlar el programa nuclear
de Pyongyang. Pero es reticente a poner en riesgo el flujo de
petróleo y alimentos chinos que mantiene vivo al
régimen. Los escépticos en EEUU afirman que China
no actúa porque teme un colapso de Corea del Norte que no
sólo desataría una oleada de refugiados a
través de su frontera sino que también
pondría a las fuerzas estadounidenses cara a cara con las
suyas.
Tensiones similares entre los intereses
económicos de China y sus obligaciones internacionales se
observan en África, donde las empresas chinas invierten
grandes sumas en energía y materias primas para apuntalar
el crecimiento chino. Las inversiones "sin compromisos" desde
Nigeria a Etiopía contrastan con los esfuerzos
occidentales de condicionar la inversión a los avances en
derechos humanos y medioambientales. En Sudán, China
envió conciliadores a la región de Darfur, a la vez
que respalda al gobierno comprando petróleo y
vendiéndole armas.
Irán podría ser la mayor prueba hasta la
fecha de la voluntad de China para ejercer un rol de liderazgo.
Washington y sus aliados europeos consideran que el rol chino es
crítico en el esfuerzo por presionar a Teherán
sobre su programa nuclear. Hasta ahora, China se ha resistido a
imponer sanciones más duras contra un país que es
su segundo mayor proveedor de petróleo después de
Arabia Saudita.
Modestia aparte
Los líderes chinos visten sus aspiraciones de
gran potencia de modestia. Así, insisten, por ejemplo, en
que China es aún un país en desarrollo pobre, con
una décima parte del PIB per cápita de
EEUU.
Sin embargo, China moderniza con rapidez sus fuerzas
militares. Un desfile militar en octubre, celebrado para
conmemorar el 60 aniversario de la fundación de la
República Comunista de China, envió un mensaje
poderoso a los 1.300 millones de chinos. Los misiles
balísticos intercontinentales que retumbaron por la
avenida de la Paz Eterna, en Beijing, y los aviones cisterna que
los acompañaban, señalaban que China también
podía proyectar poder más allá de sus
orillas.
Hoy en día, el apetito de China por "objetos
ingeniosos" de Occidente no tiene límites. Cuenta con unos
650 millones de teléfonos móviles y superó a
EEUU como el mayor mercado automotor del mundo.
Ningún país emergente ha aprovechado las
oportunidades del comercio global con más entusiasmo que
China. Su decisión de unirse a la Organización
Mundial del Comercio en 2001 situó su economía en
una nueva órbita. Los excedentes del comercio exterior -en
especial con EEUU- ayudaron a China a acumular más de US$2
billones (millones de millones) en reservas de moneda
extranjera.
Entonces, ¿qué quiere hacer China con este
nuevo estatus que persigue y que el mundo parece igual de ansioso
por concederle?
Hace alrededor de dos milenios y medio, el
filósofo chino Laozi escribió: "Gobernar un
país grande es como freír un pescado
pequeño". El consejo apuntaba a los
funcionarios-académicos que dirigían China, una
clase de mandarines que se convirtió en el modelo de
gobierno del mundo antiguo. El toque suave nunca fue una
característica del régimen comunista, ni de sus
estadistas. Eso es muy importante en un mundo en el que la
influencia y la legitimidad derivan más que nunca del
atractivo de los ideales de gobierno de un
país".
Wen Jiabao lee The Wall Street Journal, y
continúa ejerciendo su "poder blando"
"Cuando China superó a EEUU como principal socio
comercial de Brasil, el pasado mayo, el ministro brasileño
de comercio habló de un hito histórico. Al poco,
Luiz Inácio Lula da Silva aterrizó en Pekín
y rubricó con su homólogo, Hu Jintao, un acuerdo
para que el Banco de Desarrollo de China y Sinopec, la petrolera
china, presten a la estatal brasileña de hidrocarburos
10.000 millones de dólares. Petrobras invertirá una
parte en explorar sus pozos en aguas del Atlántico y, a
cambio, bombeará a China 200.000 barriles diarios de crudo
durante la próxima década. Pekín
también ha ofrecido acuerdos de intercambio de divisa a
Argentina, envía trenes a Cuba, construye estadios en
Costa Rica -el año pasado San José retiró su
apoyo a Taiwán, isla rebelde a ojos de Pekín- y
desembolsa créditos vinculados desde Jamaica a Ecuador,
donde las empresas chinas son clave para explotar su
petróleo y levantan ya la presa Coca Codo, el mayor
proyecto hidroeléctrico fuera de su territorio. En
Venezuela, un fondo de 12.000 millones de dólares
financiará el desembarco de firmas orientales, la
mayoría en el sector de hidrocarburos. Tampoco es
casualidad que CNPC, la corporación nacional china de
petróleo, persiga la compra de YPF, la filial argentina de
Repsol. O que parte del interés que ha llevado a China
Unicom a intercambiar acciones con Telefónica resida en el
acceso que le presta al mercado latinoamericano"… China sigue
los pasos de España en la América (El Mundo –
29/11/09 – Por Aritz Parra – Shanghai)
El gigante asiático se ha convertido en la gran
amenaza para los intereses comerciales de EEUU en la
región.
China se afianza así como un potente motor
económico en América Latina: su apetito por los
recursos naturales ayudó a acelerar el crecimiento medio
de la región hasta un 5,5% entre mediados de 2003 y hasta
que la crisis global comenzó a pasar factura. Y esto
"sólo es el principio de una oleada masiva de intercambios
comerciales e inversiones", apunta Rafael Valdez, socio fundador
de SinoLatin Capital, un fondo de inversión nacido en
Shanghai para vertebrar los flujos que se prevé que se
disparen a través del Pacífico.
Los responsables para Asia tanto del BBVA como del Banco
Santander confirman que financiar proyectos empresariales y el
comercio entre estos dos colosos es ya parte fundamental de su
actividad. "Es un negocio clave, sobre todo, por su potencial",
señala José Manuel Varela, responsable del Plan
Asia en el Santander, que en China tira de su condición de
banco latinoamericano como tarjeta de presentación. Por su
lado, la importante alianza con el grupo chino CITIC, abre al
BBVA la red de contactos con los principales emisores de la
inversión.
El desembarco chino, por su parte, ha sido más
natural y menos doloroso que en África o Australia, donde
han arreciado las críticas de colonialismo. «A pesar
de las diferencias históricas y culturales, América
Latina representa una región menos difícil»,
afirma Alicia García-Herrero, economista jefe de mercados
emergentes en BBVA, que prevé un patrón más
acelerado de flujos en un futuro próximo. Hasta la fecha,
la mayoría de acuerdos tiene como objetivo asegurar a
largo plazo a Pekín el acceso a materias primas y
alimentos. Desde hidrocarburos en Ecuador, Venezuela hasta soja
en Brasil o Argentina, pasando por el litio boliviano, el cobre
chileno, o el zinc y hierro peruanos.
En 2007, los intercambios comerciales entre China y
Latinoamérica se habían multiplicado por 10 desde
el principio del milenio, superando así la barrera de los
100.000 millones de dólares. Dos años
después, la cifra lleva camino de doblarse.
El Banco Mundial "se interesa" (como siempre) en el
"Plan Marshall chino" para África
"El Banco Mundial y Pekín han iniciado
discusiones en torno al establecimiento de fábricas de
bajo coste en las nuevas zonas industriales de África para
ayudar al continente a desarrollar un base industrial y a
invertir la tendencia descendente de su cuota de comercio
global"… China y el Banco Mundial quieren montar
industrias en África (Expansión – 4/12/09 –
Por James Lamont y Geoff Dyer)
Robert Zoellick, el presidente del Banco Mundial, dijo
que Pekín había mostrado un "alto interés"
en las propuestas para establecer bases industriales que ayuden a
los países africanos a conseguir vías de alto
crecimiento similares a las asiáticas.
"No sólo hay una buena disposición sino
también un alto interés entre algunas personas en
China y he discutido con el ministro de Comercio, Chen Deming, la
posibilidad de trasladar varios de los complejos industriales de
menor valor al África subsahariana -como los juguetes o el
calzado-", explicó Zoellick a Financial Times.
Las autoridades y los académicos chinos han
debatido en los últimos meses de 2009 propuestas para usar
las enormes reservas de divisas extranjeras del país con
el objeto de intentar estimular la demanda en las naciones en
vías de desarrollo -ideas a las que en ocasiones se alude
como "Plan Marshall de China-".
En noviembre de 2009, Wen Jiabao, el primer ministro
chino, prometió 10.000 millones de dólares (6.626
millones de euros) en préstamos de bajo coste durante los
tres próximos años, suprimir los aranceles sobre el
60% de las exportaciones de las naciones más pobres y
condonar la deuda a varios países.
Los créditos de Pekín a gobiernos que no
disfrutan de las condiciones políticas occidentales han
atraído críticas por ayudar a mantenerse en el
poder a regímenes impopulares.
Algunos líderes africanos temen que la
competencia china en sectores como el textil y el calzado
esté debilitando la poco sólida base industrial de
África. Las autoridades chinas también temen que su
relación con África pudiera considerarse una nueva
forma de colonialismo.
Zoellick dijo que los países africanos
necesitaban crear infraestructuras -como la energía, el
transporte y regímenes arancelarios eficientes- para
atraer la inversión transformativa china.
Pero es probable que cualquier plan para trasladar la
producción a África que vaya más allá
de lo meramente simbólico encuentre resistencia.
Pekín se ha opuesto a la creciente presión
internacional para apreciar su divisa debido en parte al temor de
generar pérdidas de puestos de trabajo en las industrias
exportadoras.
Los gobiernos provinciales en el interior de China
también están desesperados por atraer empleos a sus
áreas a medida que aumentan los costes laborales en las
regiones costeras.
Además, la principal motivación del Plan
Marshall chino ha sido la de encontrar medios de crear nuevas
fuentes de demanda para las fábricas del país, no
la de llevar su producción a otros lugares.
China inaugura el Gasoducto del Siglo (de la "Ruta de la
Seda" a la Ruta del Gas")
"El presidente de China, Hu Jintao, inauguró este
lunes en Turkmenistán un gasoducto de 6.800
kilómetros que abastecerá al mercado chino. Se
trata de un paso clave del gigante asiático en su
estrategia de acceder a las reservas energéticas de Asia
central"… Inaugurado un gasoducto de 6.800 kilómetros
entre Turkmenistán y China (El Economista –
14/12/09)
"La apertura de este gasoducto es otra plataforma para
la colaboración y la cooperación entre nuestras
naciones amigas", dijo Hu. El mandatario chino abrió un
grifo que dio paso al flujo de gas natural que recorrerá
1.800 kilómetros en territorio de Turkmenistán
desde la localidad de Samadepe (este) y luego 5.000 km hasta la
provincia china de Xinjiang (noroeste), tras haber surcado
Uzbekistán y Kazajistán.
Cuando funcione a pleno rendimiento, hacia 2012-2013, el
tubo permitirá encaminar anualmente unos 40.000 millones
de metros cúbicos de gas natural por cuenta de la empresa
estatal China National Petroleum Corp. (CNPC).
China, enfrascada desde hace dos décadas en una
intensa búsqueda de fuentes de energía para
satisfacer a su industria, se apuntará un importante tanto
con la inauguración del "Gasoducto del Siglo". Ese pomposo
calificativo se lo ha ganado a pulso el conducto que
transportará gas centroasiático por la antigua Ruta
de la Seda desde Turkmenistán, a orillas del mar Caspio,
hasta la costa oriental china a través de
Uzbekistán y Kazajistán.
El gasoducto, cuyo coste está estimado en 20.000
millones de dólares, transcurrirá 200
kilómetros por territorio turcomano, 550 por suelo uzbeko,
1.304,5 por Kazajistán y unos 8.000 kilómetros
cruzando China de oeste a este.
Mientras la Unión Europea (UE) hacía
números sobre el coste del proyecto Nabucco para
transportar gas centroasiático a Europa eludiendo
territorio ruso a través del Caspio, los chinos
tendían las tuberías que le garantizarán el
suministro durante la primera mitad del siglo XXI.
La mayor parte del coste del proyecto lo asume el Banco
de Desarrollo de China, aunque el operador clave es el gigante
estatal chino CNPC, brazo ejecutor de la política
energética del gigante asiático en la
región.
China compra yacimientos y acciones en importantes
corporaciones energéticas, pero también concede
generosos créditos y costea proyectos de inversión
para promover la industria de la región, lo que le ha
permitido estrechar lazos con los dirigentes locales con
más facilidad que las grandes compañías
occidentales.
Precisamente, los líderes chino, Hu Jintao;
kazajo, Nursultán Nazarbáyev; turcomano,
Gurbangulí Berdimujamédov, y uzbeko, Islam
Karímov, se reunieron Ashjabad, capital de
Turkmenistán, para abrir el grifo del
gasoducto.
A partir de ese momento, el gas comenzará a
bombear por las estepas y desiertos centroasiáticos hasta
la conflictiva región occidental china de Xinjiang y de
ahí, a través de las mesetas y arrozales chinos,
hasta la ciudad oriental de Shanghai y la región
suroriental de Guangdong (Cantón), vecina de Hong
Kong.
"Este estratégico proyecto responde a la
lógica del desarrollo económico regional y global,
en el que el suministro de hidrocarburos juega un papel
fundamental", señaló Hu al reunirse con
Berdimujamédov en Ashjabad, según las agencias
rusas.
En el momento en que el gas comience a circular, Asia
Central se habrá convertido en esa incipiente alternativa
a Oriente Medio que Pekín llevaba buscando desde la
apertura de su economía al exterior a finales del siglo
XX.
Las autoridades chinas consideran que el aumento del
consumo de gas natural permitirá reducir el uso de
minerales y energías contaminantes, como el carbón,
que además se cobra la vida de miles de personas todos los
años. Y es que China es uno de los mayores importadores
mundiales de petróleo y gas, que recibe más de la
mitad de sus necesidades energéticas de la inestable
región de Oriente Medio.
Ante las críticas sobre una excesiva
hegemonía china en la región, los dirigentes
centroasiáticos apelan al pragmatismo y la necesidad de
alcanzar un equilibrio ante las demandas de las potencias
mundiales y regionales: Rusia, UE, EEUU e Irán.
Fuentes oficiales kazajas informaron la pasada semana en
Astaná de que, por el momento, no ven viable el proyecto
de Nabucco, pero si Occidente presenta un plan creíble
encontrarán el gas para llenar sus
tuberías.
Mientras, Rusia se hizo en 2007 con la llave del gas
turcomano al acordar el tendido del Gasoducto del Caspio de 510
kilómetros de longitud, que bordeará ese mar y
tendrá una capacidad inicial de bombeo de 12.000 millones
de metros cúbicos de gas, que aumentará hasta los
30.000 millones para finales de esta década.
No obstante, Moscú no debería dormirse en
los laureles, ya que las autoridades turcomanas aún
están irritadas después de que Gazprom le dejara de
comprar en abril pasado el gas tras una extraña
avería en un gasoducto, que se produjo casualmente poco
después de que Turkmenistán aumentara la
tarifa.
Autor:
Ricardo Lomoro
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