Las Influencia de las Grandes Cortes
Feudales, da el impulso a la creación de la nueva
literatura cortés en Europa destacándose dos
grandes dominios feudales: el de Normandía y el de
Aquitania. En esta último surge la lírica provenzal
de los trovadores, que se extiende luego a todo el sur de Francia
y a otras naciones y lugares. El primer trovador es nada menos
que el duque de Aquitania Guillermo IX de Poiters (1071-1126), un
excelente poeta y una personalidad extremadamente original y
memorable, abuelo de Leonor de Aquitania, una de las
personalidades emblemáticas de esta nueva sensibilidad. Es
en Francia meridional, donde llegan influjos de Oriente, de los
árabes de España, y de nuevas inquietudes
espirituales, donde aparece esta lírica que expresa y
difunde el amor que llamamos cortes, con sus peculiares
características: exaltación de la dama,
sumisión del amante, refinamiento y énfasis en la
fuerza espiritual de la pasión.
Para la creación de una literatura
renovada y refinada conviene mirar hacia un gran centro de poder
feudal y cortesano: Normandía y la Inglaterra normanda,
por un lado y el condado de Champaña después. Los
normandos, que sé habían instalado en el trono de
Inglaterra tras la batalla de Hastings (1066), regían las
dos Bretañas y se esforzaban en emular y sobrepasar la
gloria de la corona francesa, a la que superaban en riqueza y
poderío. El papel de los normandos en la historia de la
cultura de la época es formidable. La corte de los
Plantagenet en Inglaterra es la más brillante de su siglo;
ya Enrique I, descollaba por su notable cultura. Para su primera
esposa se escribió él poema del Viaje de San
Brandan y para la segunda compuso Felipe de Thaun su
Bestiario, ambos textos en francés del norte.
Pero es, sin duda, Enrique II Plantagenet (que reino de 1154 a
1189) quien tuvo una corte más espectacular de su
época. Casado con la magnifica Leonor de Aquitania, que
era nieta de Guillermo IX el trovador, que antes fue esposa del
rey de Francia Luis VII, mantuvo una corte distinguida, para la
que trabajaron intelectuales de gran prestigio. Entre ellos
había notables historiadores en latín, pero
conviene destacar a grandes escritores en lengua vulgar, es decir
en francés normando, como Wace, que romanceo en su
Roman de Brut la Historia Regum Britaniae de
Geoffrey de Monmouth, Beneit de Saint Maure, el autor del
Roman de Troie, Thomas, el poeta mas destacado de
Tristán e Isolda, y maría de Francia, la
autora de los Lais y de un conjunto de fábulas
esópicas en verso. En esa corte ya se celebraban las
gestas del mítico rey Arturo en la fantástica
Inglaterra recreada en la historia fabulosa del galés
Geoffrey de Monmouth y además se hacía famosa la
leyenda del trágico amor de Tristán e
Isolda.
En esta corte había excelentes
historiadores en latín y con ellos alternaban los primeros
novelistas, que se sabían las antiguas leyendas de Grecia
y Roma, y conocían los textos clásicos difundidos
en su tiempo y estaban al tanto de la lírica cortes de la
Francia meridional, y que sabían romancear con sagaz
oficio y un estilo romántico un nuevo repertorio de
relatos de origen celta y particularmente bretón: lo que
se llamo la materia de Bretaña. Este cruce de un nuevo
modo de sentir, un gusto por lo cortes y lo maravilloso y los
fascinantes relatos del misterios pasado celta trasmitidos por
los bardos bretones y galeses fue decisivo par la
creación de la mitología artúrica. La
historia de los reyes de Britania (1135) de Geoffrey de
Monmouth fue prontamente traducida por Wace en su Roman de
Brut (hacia 1155) En esa versión aparece algún
nuevo detalle muy significativo, como la misteriosa y
emblemática Tabla Redonda de Arturo. Y la difusión
de este texto resulta una buena muestra del éxito de toda
esa mitología novelesca.
También en Francia encontramos
cortes de grandes señores que patrocinan a escritores en
lengua vulgar y de afán romántico. Son las de
grandes señores feudales con dominios de pujante riqueza y
deseos de refinada cultura. Ellos y sus nobles señoras.
Como las dos hijas de Leonor de Aquitania y el rey Luis VII:
María casada con el conde de Champaña, y
Aalís, casada con el de Blois. Las dos condesas amparan e
inspiran a novelistas de renombre, como Chretiene de Troyes y
Gautier de Arras. También el conde Felipe de Flandes, otro
poderoso señor de una espléndida región de
Francia, pasara a la historia de la literatura como protector de
Chretiene. Fue él, ese conde piadoso y maquiavélico
quien le presto el enigmático texto del Cuento del
Grial.
Es en este contexto que la Novela de
Caballería nace y se desarrolla.
De la
épica a la novela de aventuras
Hacia mediado del siglo XII se empieza a
contraponer a la canción de gesta, anónima y
popular en sus ideales heroicos y nacionales, la novel de
caballería, brillante y frecuentemente vanagloriosa
exposición de las ideas modernas de esta época y de
toda una moda caballeresca y cortesana de pensar y sentir. Es un
cambio de estilo tan noble como el paso del románico al
gótico por esos mismos años.
Durante este periodo, a partir de unos
elementos legendarios y míticos de lejana tradición
céltica, los novelistas han creado para su público
refinado y restringido uno de los mundos más sugestivo y
más impresionantes de la historia literaria europea. Es el
universo fantástico y misterioso, a la ultima moda de
cortesías, por donde cobran vida figuras y mitos
inolvidables: Tristan e Isolda, Erec, Lanzarote, Arturo y su
corte, Merlín el Mago, Perceval y el Santo Grial.
Desplazando a los temas de la épica, al viejo Carlomagno,
a Rolan, los novelistas franceses entronizan la boga de la novela
de Bretaña, protagonizada por esos caballeros errantes que
surcan las brumas de un paisaje irreal con nombres
geográficos de Gales o Bretaña en los limites con
el misterio del Mas Allá de viejos mitos
célticos.
Ningún tipo de aventura es tan
común o esta mejor representado en el modo heroico antiguo
que la defensa de una plaza atacada por los enemigos.
La aventura favorita de la novela medieval
es algo diferente: un caballero cabalga solitario a través
de un bosque; otro caballero; un choque de lanzas, un combate a
pie con espadas, luego, tal vez, el reconocimiento: los dos
caballeros pertenecen a la misma corte y están enrolado en
la misma búsqueda.
El caballero andante pertenece a un tipo
distinto del guerrero de la canción de gesta. Se ha
liberado de esa relación firme del vasallaje del soberano,
esencial, por ejemplo, en la Canción de
Roldán. Busca honor y renombre en beneficio personal
y, como un poderoso señor feudal en época de
débil poder monárquico, su vasallaje al venerable
rey Arturo tiene un carácter ante todo honorífico.
Mas que el mandato del soberano o de la religión le
impulsa a la proeza el afán de hacer meritos para obtener
el amor de la dama, imperiosa y distante, y el gusto por el
misterio y la lejanía, rasgos románticos que algo
reflejan de la crisis del feudalismo. Esa desconexión de
la jerarquía y la incursión en el reino de lo
fantástico pueden subrayarse en episodios novelescos que
guardan cierta intención épica.
La épica canta a un glorioso pasado.
En este sentido, le es esencial la vinculación a la
historia. La relación a una época heroica no
supone, sin embargo, la observación de cualquier deber de
fidelidad histórica en hechos o personajes. Su merito
reside en la capacidad para representarse algunos vividos retazos
de una experiencia histórica, en una trama sobre famosos
caracteres heroicos.
El héroe encarna unos valores
sentidos por todo el pueblo y supone una concepción social
homogénea de la vida. Aristócrata arcaico y
guerrero, con un fatal destino trágico, el héroe de
la épica es una figura de una pieza, de carácter
sencillo, rudo y grandioso. El personaje de novela, mas
individualizado, carece de la seguridad de destino
histórico y necesita buscarse esa personalidad que el
héroe épico posee desde un comienzo.
La novela, aunque pretenda cierta
historicidad, como algunas novelas griegas o las narraciones del
rey Arturo, no necesita ese escenario heroico, excesiva primitivo
y esquemático. Aunque se refiera a un pasado explica
también un modo de sentir presente; es hasta cierto punto
una escuela sentimental. Expone unas formas de comportarse y de
sentir con las que él publico puede identificarse. Explora
nuevos ámbitos de la realidad, se detiene en la
inquisición psicológica y en la pintura de
costumbres; es, en una palabra, "moderna".
No vamos a detenernos más por el
momento en esta oposición entre el mundo subjetivo y
sentimental de la novela y el ambiente épico. Notemos solo
que la épica es esencial el verso con su rigidez
expresiva, la novela se caracteriza por la "forma abierta", por
la libertad formal, que refleja el carácter prosaico de su
contenido. También sus personajes vagan libres y cualquier
cosa puede acontecerles, puesto que no se hallan ligados
fijamente a la historicidad de sus personajes.
Chrétien
de Troyes: creador de la novela de aventuras
Chrétien de Troyes es uno de los
grandes novelistas de la literatura francesa y uno de los
escritores representativos de la literatura francesa y
también representa una época de la cultura europea.
En su obra se recogen los valores y la ética de la
civilización medieval en la segunda mitad del siglo XII, y
fue tan importante en su época como lo fuera Dante en la
suya. Su obra novelesca es sin duda un origen pero también
una madurez de lo que sería el ciclo artúrico. En
el desarrollo romántico de los temas artúricos la
genialidad de Chrétien no será superada. La
constitución posterior de un gran ciclo novelesco sobre
este tema, lograra eclipsar su nombre durante varios siglos; pero
en la ampliación y complejidad de la Materia de
Bretaña supone una reinterpretación en sentido
opuesto a la obra de nuestro primer novelista, que fuera mucho
más claro y más clásico. La relación
entre su obra y las del gran ciclo en prosa, plantea la misma
relación que cualquier corriente artística o
literaria que en su evolución se va volviendo compleja.
Pero nunca es superable al gusto de preferir las etapas
iniciales, llevando a una revalorización de
Chrétien y su arte.
En cuanto a la técnica narrativa, ha
podido aprender de los autores clásicos y de los lais de
la tradición bretona. En cuanto a sus temas es evidente
que el no inventa la Materia de Bretaña, sino que adapta
viejas tradiciones a un publico nuevo y por ende a una nueva
mentalidad. Esa reinterpretación confiere, sin embargo un
sentido más moderno y cortés a los temas tratados
por juglares y cantores. Con cierta habilidad narrativa y dominio
del verso, por su conciencia de la técnica literaria, por
su distanciamiento de lo irónico, su refinamiento
cortesano y con algunas pinceladas de realismo es evidente que a
dado un nuevo enfoque a antiguos temas mitológicos de una
tradición celta en extinción. Talvez sin demasiados
conocimientos de los mitos celtas que subyacen en el mundo
artúrico, es evidente que Chrétien a sabido,
manejar esa tradición en pos de una nueva literatura, que
representara a la nueva cultura en ascenso.
Acerca de su vida poseemos pocos datos,
pero de los prólogos de sus obras se desprende,
además de su gran cultura, que estuvo al servicio de Maria
de Champagne hacia 1165, y de Felipe conde de Flandes, al que le
dedico su Perceval. Es autor de las grandes novelas de
temáticas caballerescas y fantásticas de finales
del siglo XII y que sé constituirán en modelos para
los novelistas del siglo XIII, estas novelas son Erec y
Enide, cuyo tema es la conciliación entre el perfecto
valor caballeresco y el amor perfecto identificado con el amor
conyugal, Cligés, Ivain o El caballero del
león, Lanzarote o El caballero de la
carreta, su obra mas conocida; Perceval o El cuento del
Grial, de fuerte motivo cristiano, que originó
innumerables continuaciones. Su novedad consiste en el original
tratamiento dado al mito del rey Arturo, en especial la
aparición de elementos maravillosos o fantásticos
que los caballeros tienen que conjurar para reestablecer el
orden. También se dedico a realizar las traducciones de
varias obras de Ovidio.
Chrétien sin duda fue el escritor
con mayor influencia en la novelística posterior al siglo
XII, su importancia es de tal magnitud que de no haber existido
su obra no hubiese habido novela de caballería de
temática artúrica. Fue un verdadero padre de dicho
género.
Obras escritas
por Chrétien de Troyes
Erec y Enide, entre los
años 1165 y 11170Cligès, entre los
años 1170 y 1176Ivain o El caballero del
león, fue escrito paralelamente con el
Lanzarote o El caballero de la carreta, entre los
años 1177 y 1181Perceval o El Cuento del
grial, entre los años 1181 y 1191 obra
inconclusa
Bibliografía
García Gual, Carlos; Primeras
novelas europeas; Madrid, Ismo, 1988
García Gual, Carlos; El
redescubrimiento de la sensibilidad en el siglo XII: el amor
cortes y el ciclo artúrico; Madrid, Akal,
1997
Autor:
Pablo Pardias
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