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La necesidad de aprender a filosofar (página 7)



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En su desesperada y alocada búsqueda de salidas a su sinsentido y a su extravío, el hombre del "rebaño" recurre a sucedáneos como la fama, el vicio, el consumismo, los convencionalismos, los halagos, la riqueza, el poder堹 termina más alienado y más perdido… Se encuentra extraviado y no sabe que está extraviado. "Me he olvidado de mí y no me encuentro", en palabras de Walter Riso, sería el lamento del hombre contemporáneo. En esa dinámica la vida le pasa de largo, como si la cuestión no fuera con él. "Muchas veces somos nosotros mismos quienes creamos las condiciones para una vida infeliz y no nos damos cuenta", nos recuerda Riso. El extravío, la alienación, la masificación, es producto de la sociedad vacía y despersonalizada. Ya desde la antigüedad clásica, el filósofo Diógenes nos invitaba a oponernos abiertamente al consumismo, la masificación y los convencionalismos. El filósofo Ricardo Peter (Construirnos como seres humanos. www.terapiadelaimperfeccion.com) precisa y aclara que la humanidad está amenazada por el desenfrenado incremento de la cotización de los valores de la personalidad o valores (meramente comerciales) del tener: control, éxito, apariencia, prestigio, dominio, poder, por citar algunos. Quien no piensa por sí mismo busca el éxito fraudulento, que no es más que el éxito vano. "Sin embargo, la excesiva valoración de los valores de la personalidad por encima de los valores de la existencia y de los valores del ser, amenazan lo humano en ambos sentidos: crean vacío y desorientación". En su extravío, el joven, tal como sostiene José Ortega y Gasset, no necesita razones para vivir: sólo necesita pretextos. Parodiando uno de sus asertos se podría decir que el joven "no va a nada, no tiene proyecto ni misión, sino que, más bien, sale a la vida para ver si las de otros llenan un poco la suya"236. Una corriente filosófica como el Existencialismo nos muestra cómo el ser humano en su existencia concreta se encuentra ontológicamente asomado a la nada, sin autenticidad, y vive una existencia banal que lo sumerge en el dolor y la angustia; no sabe a dónde va, se halla profundamente extraviado y perdido en el mundo, viviendo una vida simple y haciendo lo que todos hacen sin saber por qué lo hace. Según esa reflexión filosófica, el hombre es un honorable ninguno o una multitud anónima. Las personas del rebaño, perdidos en su mundo impersonal, reflexionan así: "Nuestros padres han pensado y hecho así, nosotros debemos pensar y obrar como ellos; todo el mundo piensa y obra así a nuestro alrededor, ¿por qué habríamos de pensar y de obrar de otro modo que como todo el mundo?". El pensar por sí mismo nos aporta la claridad intelectual y el coraje para mostrar que las cosas se pueden ver de otra manera.

Sólo el aprendizaje de pensar por sí mismo puede orientar al joven en el complejo proceso de salir de semejante encrucijada. Enseñar a pensar por sí mismo es la tarea central del maestro de filosofía. Consciente de su compromiso académico acudirá a sus talentos y habilidades profesionales y personales en procura de que cada estudiante aprenda a pensar, a razonar, a reflexionar y, sobre todo, a pensar por sí mismo. En este sentido, su función debe ser tan sutil de manera que no "contamine" o influencie al estudiante, ya sea subrepticia, consciente o inconscientemente, con sus velados o evidentes dogmas, cosmovisiones, concepciones del mundo y de la realidad.

Como el profesor ejerce cierta "autoridad" sobre el estudiante, y a veces se convierte en un modelo para éste (por carecer de sentido crítico), debido a que por nuestra condición de mimesis tendemos a imitar a los demás y a convertirlos en nuestro referente, se corre el riesgo de que el discente termine pensando y actuando como su docente. Es necesario entonces que el pedagogo se pregunte de qué manera podría influir en la forma de pensar de su discípulo, quien, dadas las circunstancias, por alguna razón, cree en los mensajes conscientes e inconscientes que le trasmite el educador a través de los distintos lenguajes. Walter Riso advierte que algunos profesores acuden a la pedagogía del pusilánime: "para que los jóvenes no piensen mal, mejor les quitamos toda posibilidad de pensar por ellos mismos, mejor los encerramos en el pensamiento dicotómico"237. El filósofo Etienne Gilson nos advierte que la filosofía es una ocupación de toda la vida y hay pocos filósofos, y agrega que incluso los profesores de filosofía son raramente filósofos, puesto que enseñar filosofía y filosofar no son la misma cosa. Enseñar filosofía asegura la libertad de filosofar con el menor daño a la vida filosófica. Sin embargo, enseñar es actuar, mientras filosofar es contemplar. La meta final, según Gilson, de la educación filosófica no es enseñar filosofía, sino formar filósofos hechos y derechos.

La psicóloga Leonor Noguera Sayer revela que la influencia que se ejerce cuando los demás son presionados por padres, educadores o terapeutas genera un "conjunto de formas que hacen languidecer el proyecto del individuo, amordazándolo con la aprobación y la acogida por parte de la sociedad convencional"238. Este inconveniente impide que el estudiante enriquezca su crecimiento interior, su libertad y su autonomía. Por lo tanto, el profesor, en lugar de trasmitir lo que cree, piensa y es, debe posibilitar libremente que en el discente surja, producto de su pensar por sí mismo, la pregunta que le permita orientar la construcción de su propio conocimiento, de su propia reflexión y, por ende, de su propia identidad. Noguera Sayer aclara que quien verdaderamente acompaña, no dirige, sino que cree en el otro como un proyecto perenne que se pertenece a sí mismo, y facilita el diseño de un camino propio y un modelo de ser genuinamente personal. "Esta forma de relaciones responde a la justa convicción interior desde la cual siempre se espera lo original y lo nuevo, entendidos como lo propio de alguien, sin que fuerza alguna pretenda reducir la creación o la inventiva al esquema estrecho de la imagen en espejo (tiene que hacer esto porque yo lo hago o porque yo lo creo)"239.

El profesor de filosofía, si en realidad es un auténtico maestro de filosofía, sabe que la "Escuela", es decir, la educación, el sistema educativo, es una institución de clausura (Foucault), un aparato ideológico de Estado (Althasser) y un medo de producción social de la dominación capitalista (Marcuse). Así concebida la educación se convierte en un obstáculo para que el estudiante aprenda a pensar por sí mismo, debido a los intereses que se ocultan bajo el poder y la domesticación por parte del sistema imperante. El docente, como filósofo, no puede desconocer que el contundente poder de la educación tradicional, acrítica y domesticadora, intenta colonizar la subjetividad del sujeto para sujetar su voluntad. En concepto del psicólogo y pedagogo Germán Salazar, los colegios son, hoy por hoy, grandes atropelladores de los niños cuando los rechazan堯 cuando los maestros los ridiculizan ante la clase cuando no rinden en sus estudios堃on ello destruyen la autoestima que se necesita para tomar decisiones acertadas, para saber escoger con quien se juntan, para construir un proyecto de vida妱uot; (Revista Fucsia # 110, año 2009).

Con respecto a la Escuela como institución de clausura, el filósofo Michel Foucault teorizó que ésta, al igual que la cárcel, el hospital, el cuartel, entre otros, son "lugares en los que se entra para ser clasificado, vigilado, medido, normatizado, curado, reprendido, formado, conformado, reformado, castigado, convertido en un miembro forzoso o aquiescente de una situación racionalmente codificada"240. Esta forma de percibir, interpretar y sistematizar la realidad lo llevó a denunciar y desenmascarar los mecanismos represivos establecidos, encontrando que lo que encierra y clausura es el poder. "El sistema de encierro está tejido por doctrinas y razonamientos que oscilan entre lo crudamente utilitario y lo melifluamente humanitario, métodos inexorables de observación, taxonomías de las que nada puede escaparse y análisis a los que nada escapa, procedimientos disciplinarios brutales o refinados妱uot;241. Este intelectual nos legó el ejemplo de lucha en contra del orden establecido con el ánimo de romper las barreras omnipresentes del encierro y liberar lo clausurado. Planteó su lucha como una acción revolucionaria capaz de quebrantar simultáneamente la conciencia y la institución, lo cual implica "un ataque a las relaciones de poder de las que son instrumento y armadura"242. Si con la voluntad de poder se creó el encierro universal, con voluntad de poder hay que romperlo y salir de él. Los que tienen la voluntad de poder para superar la clausura no han podido hacerse oír "porque siempre han sido interpretados por sus enclaustradores y nunca se les ha dado la ocasión subversiva de desinterpretar y reinterpretar a su vez".243 El pensador francés reconoce que el derecho genera y transmite mensajes sobre cómo deben pensar y actuar los individuos; para éste, el derecho es un instrumento de poder. Con esta concepción, Foucault pretende desenmascarar los sutiles lazos de la dominación y del poder que se instaura en las instituciones. En el mundo del derecho, para los existencialistas, "se da la personalidad inauténtica del hombre, ya que éste se enajena actuando como ciudadano, como obligado, como comerciante o consumidor, pero sin la autenticidad que le es propia de su racionalidad, pues debe hacer lo que todos hacen o de lo contrario puede estar quebrantando las normas, las leyes"244. Por su parte, el marxismo plantea que el derecho es un conjunto de normas en manos de la clase dominante. El derecho –para esta doctrina- forma parte de la superestructura ideológica de la sociedad. ¿Cuál es el punto de vista crítico del estudiante, del joven que debe pensar por sí mismo sobre estos asertos? No podemos desconocer que la filosofía tiene relaciones y conexiones necesarias con el derecho, que es un producto necesario de la naturaleza humana, de la actividad del espíritu humano, y "que todo individuo siente en sí la facultad de juzgar y de valorar el derecho existente, cada uno tiene el sentido de la justicia", precisa el jurista Jorge Orduz Ardila (Conceptos y doctrinas).

El filósofo Louis Althusser sostenía que la Escuela es uno de los aparatos ideológicos de Estado, y por medio del sistema escolar y de otras instancias e instituciones se asegura la reproducción de la calificación de la fuerza de trabajo en un régimen capitalista; así, la Escuela juega un papel importante en la reproducción del sistema. "Todos los aparatos ideológicos de Estado, cualquiera que ellos sean, concurren al mismo resultado: la reproducción, es decir las relaciones de explotación capitalista"244. La Escuela enseña habilidades que el capital necesita de sus agentes de producción, ya sean explotadores o explotados. "Habilidades que son representadas por la ideología dominante como conocimientos neutrales y necesarios en la formación del ser humano, del animal racional"245. La Escuela enseña habilidades pero en forma que aseguren el sometimiento a la ideología dominante o la dominación de su práctica.

Según la concepción marxista, el Estado (la máquina de represión que permite a la clase dominante dominar y someter a la clase obrera) es el aparato de Estado. Althusser piensa que el Estado está conformado por los aparatos ideológicos de Estado y el aparato represivo de Estado. Los aparatos ideológicos de Estado funcionan esencialmente con fundamento en la ideología y el aparato represivo de Estado funciona esencialmente en forma de violencia. "Todos los aparatos de Estado funcionan a la vez con base en la represión y en la ideología con esta diferencia, que el aparato (represivo) de Estado funciona en forma masivamente prioritaria con base en la represión, mientras que los aparatos ideológicos de Estado funcionan en forma masivamente prioritaria con base en la ideología"246. Los primeros son: el aparato ideológico religioso, el aparato ideológico escolar, el aparato ideológico familiar, el aparato ideológico jurídico, el aparato ideológico político, el aparato ideológico sindical, el aparato ideológico de los medios de información y el aparato ideológico cultural. El aparato represivo de Estado lo conforman la policía, el ejército, los tribunales, las cárceles, etcétera. El aparato ideológico escolar ha sido puesto a disposición de la clase dominante en las formaciones capitalistas. Todos los aparatos ideológicos de Estado concurren en la reproducción de las relaciones de producción o relaciones de explotación capitalistas.

Herbert Marcuse plantea en Eros y civilización que como la sociedad occidental se halla estructurada bajo la dominación del capital, del dinero, la represión sobrante (principio económico, referido a la cantidad de energía libidinosa que se desvía de sus fines, por encima de la estrecha represión de los instintos indispensable para la civilización), enriquecida a través de la escuela, uno de los medios de producción social de la dominación (entre los que se encuentra la familia), ha conducido al paroxismo de las sociedades capitalistas, en los cuales a un trabajo alienante y nada gratificador, se sobrepone el control del tiempo libre, reducto en el que las viejas sociedades hallaban la parcial plasmación del placer.

Pensar por sí mismo implica indagar y reflexionar si actualmente tienen vigencia e ingerencia esas "instituciones de clausura", esos "aparatos ideológicos de Estado" o esos "medios de producción social de la dominación", puesto que estos planteamientos fueron formulados a mediados del siglo XX y tienen un evidente sesgo comunista, socialista o marxista dado que estos pensadores profesaban afectos por esa ideología, sistema o doctrina social, política y económica. Se requiere repensar estos planteamientos para determinar en qué medida condicionan nuestro estar en el mundo y cómo podemos liberarnos de su condicionamiento y sometimiento. Pensar por sí mismo requiere que repensemos y replanteemos nuestra realidad y el poder subrepticio de todas las "instituciones" y las apariencias que pretenden que continuemos "oliendo" el aletargador perfume de las seductoras flores de la apariencia y la dominación. Pensar por sí mismo es pensar y repensar la realidad, la existencia misma con toda su insondable e inextricable complejidad y profundidad, porque "lo esencialmente confuso, intrincado, es la realidad vital concreta, que es siempre única"247.

Es imperativo pensar por sí mismo porque la vida es un caos donde uno está perdido, y necesita, de manera auténtica, libre de apariencias, encontrarse y encontrar a los demás. Sentirse perdido es problemático para el que piensa por sí mismo. Pensar por sí mismo es tener la cabeza "clara", y "el hombre de cabeza clara –señala Ortega y Gasset- es el que se libera de 멤eas렦antasmagóricas y mira de frente a la vida, y se hace cargo de que todo en ellas es problemático, y se siente perdido. Como esto es la pura verdad –a saber, que vivir es sentirse perdido-, el que lo acepta ya ha empezado a encontrarse, ya ha comenzado a descubrir su auténtica realidad, ya está en lo firme. Instintivamente, lo mismo que el náufrago, buscará algo a que agarrarse, y esa mirada trágica, perentoria, absolutamente veraz, porque se trata de salvarse, le hará ordenar el caos de su vida宠El que no se siente de verdad perdido se pierde inexorablemente; es decir, no se encuentra jamás, no topa nunca con la propia realidad".248 El filósofo J. C. García Fajardo señala que lo importante es pensar por si mismo, no tragar entero; lo único que vale la pena enseñar es a pensar por sí mismo.

El docente de filosofía, consciente de lo anterior, si es iconoclasta, contestatario, crítico, anticonvencional, irreverente, cuestionador, controversial, reaccionario e independiente (como debe ser un filósofo genuino), acudirá a su compromiso ético para alertar al estudiante de estas realidades, en procura de que éste no se deje "enclaustrar", "encerrar", "clausurar" o contaminar de la ideología o ideologías imperantes, para evitar su alienación. "El mundo no sólo requiere de maestros que enseñen lo que saben sino también maestros que sospechen de lo que saben y de la manera como lo enseñan; y que por esa sospecha analizan su quehacer constantemente堌a manera de comunicar el saber, pero, ante todo, la reflexión crítica, racional y argumentada del mismo es lo que verdaderamente dignifica, orienta y da sentido a la educación" 249. Tanto el maestro como el discípulo, si es que piensan por sí mismos, deben discrepar críticamente del sistema o del régimen de turno, desenmascarar las ideologías y huir de ellas, y luchar por una legítima y auténtica democracia. Esta lucha por la genuina democracia, en concepto de Fernando Savater, implica no tolerar comportamientos que van directamente contra los principios legales de ésta, a pesar de que debamos convivir con elecciones vitales o ideológicas que uno no comparte. No debemos ignorar que en una democracia todos somos políticos, directamente o por representación de otros.

No se puede desconocer que el profesor, haciendo uso de su "sagrado" derecho a ser diferente, puede tener su ideología o ideologías, sus creencias y hasta su simpatía o preferencia por cualquier filósofo o sistema filosófico; pero lo que no puede hacer es tratar de imponer ideologías, creencias y sistemas filosóficos, ni "sugerir" de manera subrepticia que el estudiante se "matricule" o se incline por determinada ideología, creencia, filósofo o sistema filosófico. "Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejia moral"250. De acuerdo con el filósofo y educador Gustavo Bueno, está muy extendido el principio según el cual la enseñanza de la filosofía debe limitarse a proponer alternativas, sin tomar partido por ninguna, dejando al alumno 륮 libertad para elegir렬a que más le cuadre: proponer alguna y defenderla ante los alumnos equivaldría a un 롤octrinamiento렱ue convertiría a la clase de filosofía en algo análogo a la clase de propaganda política o religiosa. Con grande acierto, Augusto Ramírez aclara que los adoctrinamientos, tanto de izquierda como de derecha, encierran a los seres humanos en alternativas maniqueas de todo o nada, blanco o negro, abierto o cerrado, y agrega que la presión del grupo, los espejismos del consenso llevan a la gente a la adopción de metas impropias que los enajenan de su genuina realidad. La dogmatización de la doctrina, la intolerancia de todos los credos es producto de la necesidad de mantener una unanimidad sin disidencias, una militancia sin escépticos.

El discente, para aprender a pensar por sí mismo, necesita independencia. Si éste se "matricula" o se "casa" con cualquier ideología, filósofo o sistema se convierte en un dogmático, en un fanático, que se aliena de tal manera que ofrenda su vida en nombre de una supuesta causa o proyecto revolucionario como los "ideólogos" de la subversión. El verdadero filósofo no adopta una filosofía, no se adhiera a un sistema, sino que se asombra de los entes en el ser. Stefan Sweig precisó que cuando el artista y el sabio (el filósofo es un "sabio", o al menos un "amante de la sabiduría") traspasan sus fronteras y entran en el camino de los hombres de acción, de los hombres fuertes y de los hombres mundanos, disminuyen sus propias dimensiones, y agregó que el hombre espiritual no debe inscribirse en un partido, su reino es el de la justicia, que, en todas partes, está por encima de toda discusión. El filósofo es un intelectual, y, como dice Fernando Savater, el intelectual no habla en nombre de nadie; habla en nombre propio. El filósofo no tiene otra cosa que hacer sino establecer y formular claramente sus verdades, no tiene que luchar violentamente por ellas. El filósofo no debe involucrarse en la lucha armada, sino en la lucha "almada". "Su partido es el de los filósofos, a los que quiere convertir en guerrilleros intelectuales", precisa Savater. Ninguna "causa" o revolución merece que una persona "entregue" su vida o pierda su libertad. "¡Por ninguna idea de este mundo ni por ninguna convicción uno debe estar dispuesto jamás a poner la cabeza en el tajo del verdugo como mártir!", aconseja Savater. ¡Cómo es posible que una persona "para sentir la adrenalina" se entregue a la práctica de "deportes" ("extremos") demasiado riesgosos o peligrosos en los que se expone, y muchas veces se pierde la vida! Una persona pensante no expone su vida solamente "para sentir la adrenalina".

Si bien es cierto que el filósofo, el intelectual, tiene una responsabilidad y un compromiso social, no debe "poner" en peligro su vida por el sólo hecho de defender una causa que, de entrada, ya sabe que la lleva perdida. No todas las "causas" merecen nuestra inmolación. La causa más importante consiste en asumir un proyecto de vida auténtico, que le permita primero construirse como persona, como proyecto individual, y luego como proyecto colectivo, orientado hacia la autorrealización y la búsqueda de la felicidad. Me identifico con Estanislao Zuleta debido a que "el intelectual no tiene responsabilidad sino con el rigor de su pensamiento y de su obra y con el desarrollo de su trabajo"251. Después de indagar y "hurgar" en la historia de la filosofía se colige que los filósofos siempre han estado comprometidos. Zuleta pensaba que en filosofía hay una aspiración fallida –posición que comparto con éste-, que no es exactamente una desilusión, sino más bien un ideal: "el ideal de la universalidad, que consiste en buscar que las ideas sean válidas en general y no sólo para un punto de vista o unos intereses. Si no fuera así no habría filósofos"252.

El docente de filosofía tampoco debe sugerir o exigir textos de determinados autores como guía para el proceso de aprendizaje, como ocurre en el caso del Diccionario filosófico de M. M. Rosental y P. F. Iudín (que se exige con frecuencia en la "educación"), un texto sesgadamente marxista y comunista, elaborado "con el propósito de reforzar la crítica de la ideología burguesa contemporánea妱uot;, el cual abunda en "artículos concernientes al comunismo", tal como se consigna en la "Advertencia" de ese diccionario. El estudiante, si en realidad está interesado en la filosofía y quiere aprender a pensar por sí mismo, de acuerdo con su criterio, su entendimiento y su discernimiento buscará y escogerá el diccionario, diccionarios o textos didácticos y filosóficos que crea convenientes, con la orientación imparcial y ética del maestro si el alumno lo solicita. Esto parece utópico, pero es que se necesita un estudiante que piense por sí mismo y no se convierta en un simple repetidor de ideas, en un hombre del rebaño, un borrego más, de esos que deambulan por nuestro país, dejándose arrastrar por la corriente de las circunstancias, sin asumir un compromiso y un proyecto personal y colectivo. "El necio sólo conoce los hechos", señala Homero en su Ilíada. El hombre común, el hombre del rebaño, el hombre con "minoría de edad", no se interesa ni profundiza en el problema del sentido de su acción y de su vida; vive como los otros viven, haciendo lo que los demás hacen dentro de los estrechos límites de una existencia inauténtica. "El borrego, por supuesto, consta de una naturaleza con tendencia a subordinarse, a sobresalir como el más condescendiente a los intereses de las cúpulas oligárquicas de poder, tiene una capacidad de transmutar de color por conveniencia o por supervivencia, opta por ser "sumiso" para fungir como modelo del rebaño. Por lo general, su psiquis es parroquial y por excelencia se autodenomina como la "voz espiritual" cualificada para considerar o descalificar a los demás, es incapaz de usar su imaginación para forjar ideales que le sugieran un futuro por el cual luchar. Este sujeto es dócil, maleable, un ser vegetativo, desprovisto de personalidad, antagónico a la perfección, copartícipe y cómplice de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social"253.

El filósofo Reynaldo Suárez Díaz nos invita a pensar, "porque el hombre tiene el deber de pensar, de decir la verdad, de tomar posición, de opinar, aunque sea mucho más fácil depender de otros que pensar, juzgar y decidirse por sí mismo堔odo aquello que aliena a los hombres impidiéndoles pensar, disentir, criticar, es inhumano; pero también lo es quien no se atreve a optar, pensar y disentir堈a dimitido a ser hombre quien por comodidad o indiferencia deja que otros piensen o decidan por él. Quien se encierra en su egoísmo, quien no pronuncia su palabra, quien no opta, quien no toma posición, quien no asume responsabilidades, quien elude las dificultades, está faltando a su deber fundamental: ¡ser hombre!"254.

La persona que aprende a pensar por sí misma será consciente que decir lo que se piensa es cuestión de ética y de coherencia consigo mismo, y se basa en convicciones y valores que no se imponen y ni siquiera se enseñan sino que nacen del individuo en contacto con su ambiente. Hay que pensar porque el hombre ha dejado de hacerlo, no piensa por sí mismo. Cuando el ser humano sea realmente libre se encontrará necesariamente con la realidad y cesará la inconsecuencia entre lo que se cree y lo que es. El filósofo y psicólogo Daniel Goleman nos dice que necesitamos buscar la verdad y expresarla públicamente para evitar todo tipo de alienación, de autoengaños. Como quienes tienen el poder se sienten demasiado cómodos como para sensibilizarse del dolor de quienes sufren, y quienes sufren no tienen poder, Elie Wiesel nos insta a tener el coraje de decirle la verdad al poder. Es que, tal como decía Hegel, el poder puede confundirse con la verdad. Eduardo Galeano señala que los muchachos no quieren circo, y tienen razón. Ya basta de piruetas para engrupir a los giles. ¿Por qué callan quienes discrepan? "No puede uno callarse teniendo voz", nos dice el verso de un bambuco colombiano. Quien no piensa por sí mismo, no ve qué es lo que no ve. Pensar por sí mismo es ver las cosas como son. Augusto Ramírez plantea que la interrelación de todos los componentes del sistema no es cuestionada por nadie, pero las consecuencias que dimanan de esta realidad son ignoradas por la mayoría, a pesar de que toda la humanidad es usufructuaria y víctima de esta interrelación.

Fernando Savater nos enseña que vivir en democracia consiste en saber que uno puede estar ruidosamente descontento del régimen político en el que vive, y aclara que el primer requisito, la mayor excelencia y el peor peligro para la democracia es acostumbrarse a vivir en el conformismo. Con Berthold Brech nos preguntamos que si sabemos dónde estamos, ¿nos vamos a quedar ahí? Al filósofo, al intelectual, le compete la actitud de disentir, criticar y cuestionar al establecimiento, al régimen, al sistema; pero también le asiste el compromiso de defender la institucionalidad y los derechos humanos. Para pensar, divergir y expresar sus opiniones cuenta con las garantías constitucionales consagradas en el artículo 20 de la Constitución Política de Colombia de 1991. La persona que piensa por sí misma sabe que en una democracia no sólo debemos obedecer sino desobedecer, revelarnos堦quot;La razón no se dio al hombre para obedecer sino para pensar, transformar y vivir mejor", señala Ángela Calvo de Saavedra en su Filosofía II. Kant sostenía que somos "socialmente sociables", es decir que si vivimos en una sociedad democrática, y que además de obedecer y respetar, debemos rebelarnos, mostrarnos en desacuerdo con lo que atente contra nuestra libertad y autonomía. Las personas tenemos la facultad de pensar y la facultad, la necesidad, de rebelarnos. Según Savater, como seres políticos tenemos razones para obedecer y sublevarnos. La educación, como "maestra de la convivencia y democracia", debe procurar la construcción de la llamada "mentalidad democrática" (ethos democrático) para que el estudiante pueda pensar, sentir y actuar democráticamente, tanto a nivel individual, grupal y social. Según Martha C. Rodríguez G., la formación de "mentes democráticas" requiere de algo más que "voluntad y deseo": es imprescindible que los docentes asuman actitudes y opciones para que los esfuerzos realizados estén enfocados en actuar democráticamente, formar autoconceptos positivos como base de la autonomía y de la autoafirmación, y enseñar a participar socialmente como modo de vida democrática.

Es imperativo pensar por sí mismo para evitar la cosificación o la instrumentalización, principalmente en épocas electorales. Cómo es posible que un "político", a través de sus sofismas y falacias expresadas con habilidad literaria en tarjetas, en temporada navideña, pretenda hacernos creer que nos "honra" con su "amistad y afecto perenne", cuando esa es una burda y utilitaria mentira, por cuanto ese tipo de tarjetas son enviadas a diversas personas cuyos nombres y direcciones son extraídas al azar de un directorio telefónico. Esta actitud únicamente sirve para cosificar y despojar de su realidad óntica a tan grandiosos valores como la amistad y el afecto. ¿Será que un "político" utilitarista y oportunista podrá sentir por un desconocido "amistad y afecto perenne"? ¡Es hora de despertar y no tragar entero! Solamente el espíritu crítico nos permite comprender y liberarnos de semejante instrumentalización.

El individuo contemporáneo, perdido como se halla en la llamada "postmodernidad", le atañe atender la invitación ilustrada de atreverse a pensar por sí mismo como condición y requisito para encontrarse a sí mismo. Es muy profundo su extravío y su encrucijada, como secuela de la alienación y la instrumentalización del desarrollo científico y tecnológico, producto de la "modernidad" y la "postmodernidad". Este desarrollo útil y "necesario", gracias a su evidente "poder", condiciona muchos ámbitos de nuestra vida. En la historia se ha visto como fuente de progreso. El bioquímico Norair M. Sissakian sostuvo por allá en 1973 que "en nuestra época, dadas las nuevas condiciones sociales, se convierte en fuerza inmediatamente productiva, ya que todas las actividades humanas, directa o indirectamente, están estrechamente unidas a la aplicación de los adelantos de la ciencia y de la técnica".255 No se puede desconocer que, tanto antaño como hogaño, la investigación científica y el desarrollo tecnológico influyen demasiado en nuestro diario quehacer y existir, hasta el extremo de condicionar el pensar, el sentir y el actuar. "La ciencia y sus productos determinan la economía, dominan la industria, afectan nuestra salud, nuestro bienestar: alteran nuestras relaciones con los demás países y determinan las condiciones que rigen la guerra y la paz. Todo bicho viviente se ve afectado por ellos; nadie puede permanecer ajeno"256. Walter Riso, sin desconocer los valiosos aportes del avance tecnológico, disiente de quienes hacen un culto a la civilización tecnológica por cuanto duda que hayamos mejorado nuestra calidad de vida. Consecuente con su pensamiento nos plantea un inquietante dilema: vivir cien años en la modernidad, aplastados por la prisa y otros conflictos propios de nuestro tiempo, o vivir cuarenta años y ser recolector de bayas, libre de los inconvenientes concomitante a la deshumanizada sociedad contemporánea. Locke señaló que la filosofía consiste en detenerse cuando la antorcha de la física no nos alumbra. Según Husserl, la esperanza del nombre de ver un día toda su cultura dirigida por ideas científicas ha caído en la inautenticidad y en la atrofia.

El biólogo sir James Gay, a través de un sucinto ensayo, indica que "al comenzar a constituir una amenaza para la existencia misma del hombre, parece que la ciencia se hubiera salido de su cauce, que hubiera ido demasiado lejos"257, con el concomitante desperdicio de esfuerzo humano y el peligro latente de que las naciones no se interesen por el bienestar general de la humanidad. Más que "científicos" necesitamos "hombres de ciencia", capaces de humanizar la ciencia. Si la vinculamos a las humanidades, "nuestra primera finalidad debe ser describir la posición del hombre en el mundo de la naturaleza como fuente, no de miedo o de duda, sino de inspiración y valor"258. Estoy de acuerdo con Gay que la ciencia y sus productos sólo pueden contribuir plenamente al bienestar del la humanidad si se emplean como medios de fomentar una actitud serena pero optimista frente a todos los aspectos de los problemas humanos. Es un imperativo hacer uso adecuado, ético y responsable del conocimiento y la investigación científica "para conseguir aplicaciones y realizaciones técnicas que puedan mejorar la situación del hombre y conferir así a la ciencia su papel social"259. Este llamado se hizo al comenzar la década de los 70"s, y todavía la ciencia y la tecnología no se han encaminado por esos humanos derroteros. ¿Cuáles han sido las consecuencias? El extravío y la alienación de las personas sin sentido crítico, de los "borregos" incapaces de pensar por sí mismos堼/font>

La razón del hombre (esa grandiosa facultad intelectual que tenemos todos), que pretendía sacarlo de su "minoría de edad", de enseñarlo a pensar por sí mismo, paradójicamente, es la que lo ha llevado a instrumentalizar y a ser instrumentalizado. El filósofo Guillermo Hoyos, citado por su colega Daniel Herrera Restrepo, nos convoca a "analizar críticamente el sentido tradicional de la ciencia y la tecnología, que fácilmente conducen a instrumentalizar la razón al servicio de determinados fines".260 El filósofo y sociólogo Max Horkheimer señala que la condena natural de los hombres es hoy inseparable del progreso social, y que el aumento de la producción económica que engendra por un lado las condiciones para un mundo más justo, procura por otro lado al aparato técnico y a los grupos sociales que disponen de él una inmensa superioridad sobre el resto de la población. Este intelectual alemán sentenció que la tecnología suponía una amenaza para la cultura y la civilización, y que las ciencias físicas (sustento de la tecnología) ignoran los valores humanos. Corresponde a la filosofía la tarea de que la persona, al pensar por sí misma, alcance su plena humanidad y sea consciente de que la tecnología es sólo un medio, un instrumento y no un fin en sí mismo. Para muchos, la llamada "revolución científica y tecnológica", con sus seductores cantos de sirena, es la panacea, el remedio para todos nuestros males y el disfrute de una vida sin tantas "complicaciones" y esfuerzos, porque las máquinas nos "ayudan" y nos simplifican la realización de muchas actividades; porque los diversos sistemas de telecomunicaciones nos "acercan", y porque los "elixires" mágicos de la medicina "estética" nos permiten moldear nuestro cuerpo para adaptarlo al concepto de "belleza" que impone nuestro sistema de producción capitalista, con su desmesurado mercantilismo y consumismo. "Lo peligroso de la presente crisis del capitalismo consumista –precisa el precitado Augusto Ramírez- es que el hedonismo mercantilista ha sido impuesto como meta única y valor supremo de la vida堓e persuade a la gente que la mejor forma de ahorro es el gasto, que el gastar y sólo el gastar, es lo que te da crédito, prestigio y bienestar堃uando por perturbación personal o acondicionamiento social, la actividad consumidora, el comprar, se identifica o sustituye la satisfacción misma, estamos ante un serio trastorno de la personalidad堐ero esta asociación indisoluble entre el apoderamiento del objeto y la satisfacción que el mismo nos da, impregna toda la actividad compradora, del placer contenido en la satisfacción que lo comprado puede producir. Todas las acciones intermediarias que conducen al placer se hacen placenteras en si mismas. Esta estructura asociativa es insoslayable, por ello es tan frecuente que los medios se confundan con los fines y lleguen a sustituirlos". Los que no piensan con profundidad, los que no piensan por sí mismos, se sienten "cómodos", seguros y confiados con los "imprescindibles" productos de la ciencia y la tecnología. Pero, ¡cuidado! No naveguemos tanto en la superficie, descendamos a las profundidades. Hace unos cuarenta años, el científico Laurence M. Gould, ya nos advertía que "aunque la sociedad moderna parezca confiar en que la ciencia y la técnica llegarán a satisfacer las necesidades del hombre", no lo creía así por más que se apreciara o comprendiera "lo suficiente la magnitud y violencia de la revolución científico-tecnológica en que nos vemos envueltos"261.

Coincido, crítica y racionalmente, en ciertos aspectos con el planteamiento del aludido Augusto Ramírez, cuando en el precitado libro dice lo siguiente respecto de la influencia nefasta del consumismo y de los medios de información como la televisión y la prensa (que, aunque se refieren básicamente a la cultura Norteamericana, tienen estrecha relación con nuestra realidad colombiana):

"Hoy, igual que ayer, igual que siempre, seguimos habiendo gentes empecinadas en creer que el pensar, sigue siendo, la única forma de conocer. Sigue existiendo gente contumaz que insistimos en dudar de los que mandan y nos negamos a aceptar que la principal función humana sea producir para consumir, y endeudarse para ser felices堅s imprescindible que más y más personas piensen más y se entretengan menos. Que la gente se rebele contra la hipnosis propagandística y hagan de su hogar un espacio de libertad, una trinchera de meditación que los defienda de la teleadicción, y proteja a sus hijos del embrutecimiento consumista堼/font>

Pero entre todos los desarrollos tecnológicos el que ha facilitado el avance del raudeconsumista, a partir del relativo aumento de ingresos, ha sido el desarrollo de los medios de comunicación, principalmente, la televisión堌a televisión ha cambiado todo esto, siendo el principal medio propagador y reforzador del consumismo. Por las peculiaridades de los procesos de percepción humana, la visión es la vía sensorial de más profunda huella nemica y mayor movilización afectiva. Por ello la experiencia televisiva, es única en su clase, pues al excluir toda actividad física e imponer la contemplación, limita la racionalidad y prioriza el procesamiento simbólico de toda la información recibida堁sí al convertir el consumismo en la meta fundamental de las sociedades occidentales, han creado toda una sobre estructura de valores y motivaciones, toda una nueva psicología social, que tiene el comprar, como la única finalidad de la vida y la principal fuente de gratificación individual. Esta disparatada alquimia de convertir los medios en fines supremos, ha hecho del falso consumo un ritual complejo y contradictorio堐ero es a partir de los sesenta, en que la televisión toma posesión de todos los hogares de occidente, en especial en Estados Unidos y que la misma, se convierte en la herramienta fundamental de inducción consumista; de la manipulación de la mente en función del mercado堌a televisión entretiene desconectando al televidente de su interior, tanto afectiva como intelectualmente y ese es su principal atractivo y su efecto más nocivo. El análisis de los efectos psicológicos de la televisión sobre la personalidad y el comportamiento social, es complejo pero imprescindible, para comprender el daño que la teleadicción produce堼/font>

En todos los programas se vende, no solo la compulsión al consumo, sino también un estilo de vida primitivamente hedónico y competitivo… Para la inmensa mayoría de las personas, para los niños y los jóvenes, la computadora es solo entretenimiento, y ese tipo de entretenimiento es una de las herramientas principales de la manipulación consumista堌a falsificación de necesidades y metas, la suplantación de lo real por lo virtual, ha vaciando el vivir, extenuando los sentimientos, agobiando la esperanza. El vació existencial disuelve el sentido de la vida, desnaturalizando deseos y pasiones. La prosecución de espejismos consumistas puebla de irrealidades los quehaceres cotidianos. La gente se llena de miedos, angustias y aprehensiones. Miedo a dormir. Miedo a despertar. Miedos a la calle. Miedos al hogar. Miedos a la gente y pánico a la soledad. La violencia, las drogas y la teleadicción son las defensas comunes al angustiante vació que acorrala el vivir堼/font>

Si tenemos todo esto en cuenta, podemos valorar el enorme poder manipulativo de los megapolios que controlan la información, el espectáculo y la publicidad. Este poder rebasa el campo de la mercadotecnia y entra a manipular ideas, valores y decisiones. Dictan las modas del vestir y del pensar. Imponen ideas y gustos, hábitos y fobias. Desacreditan tradiciones y prestigian nuevas opciones. De la imposición de marcas y hábitos de consumo pasan a diseñar estilos de vida, metas y valores. Decretan la muerte de las ideologías y el fin de la historia. Solo lo que la televisión muestra es real, lo demás no existe. El mundo sabe lo que la mass-media revela. Y la media solo revela lo que el megapolio le permite. Las adicciones no solo consisten en el compulsivo uso de sustancias. El juego, el sexo, el poder son adicciones insuperables y devastadoras. Exhibicionistas y vouyeuor, pederastas y cleptómanos son empujados una y otra vez, por su adicción, a padecer el castigo de la ley y el desprecio de la sociedad. Pero la mercantilización de la Media ha impuesto dos adicciones endémicas que dominan en todas las sociedades industriales: el comprar y ver televisión. Frente al estrés generalizado imperante en las sociedades industriales, la gente no encuentra otra defensa que la evasión. Las adicciones, en sus diferentes formas, son el medio evasivo mas frecuente. La televisión y las drogas, incluyendo entre ellas los psicofármacos, permiten desconectarse de la angustiante realidad. Pero hay niveles de tensión que, por su naturaleza, solo pueden descargarse actuando. La impotencia para aliviar la angustia, la rabia de la humillación, la pérdida de la autoestima, la cancelación de la esperanza, elevan la agresividad a tal nivel, que solo pueden descargarse mediante la violencia. Esa es la razón del aumento incesante de la violencia en las sociedades de consumo. Pero la violencia trae sanciones y marginación. Su empleo requiere cierto tipo de personalidad que no abunda. Por ello la mayoría de la gente no desahoga su agresividad atacando a otros. Prefieren la evasión a la envestida. Y entre todas las evasiones el acto de comprar es el mas generalizado堌a utilización de todos los medios masivos de información y entretenimiento en la manipulación comercial, al encerrar las expectativas humanas, en el estrecho horizonte del tendero, a reducido todas las opciones al servil disfrute de convertirse en mercancía para adquirir mercancía弯font>

Los anhelos y sueños que la propaganda crea, siempre están mas allá, de los medios del ciudadano promedio. Esta experiencia de fracasos repetidos, de frustración permanente, mina la seguridad personal, exacerba la angustia, empujando al ser humano hacia la fantasía y el sueño o hacia la agresividad y el delito. Los psicofármacos, las adicciones son los instrumentos del sueño. La violencia y la corrupción es el reencuentro con la realidad por los caminos de la barbarie堌os comportamientos comercialmente corruptos, las conductas delictivas están impuestas por los propios valores del sistema que imponen el éxito económico y el consumo como única forma de realización posible, sin que estos éxitos y estos consumos gratifiquen verdaderamente. La violencia y las adicciones generalizadas es el obligado resultado de la insatisfacción de la mayoría, que al no poder identificar las causas de su vació existencial, recurren a la evasión a través de las adicciones y la violencia堌os motivos de nuestras alegrías, el escenario de nuestros minitriunfos tiene que estar fuera de toda competencia, para tener la garantía de alcanzarlos. Y esto solo es posible con adecuado marco de relaciones humanas. Con una vida interior donde el amor, la amistad, la confianza en nuestros afectos, en aquellos que nos aman, nos permitan disfrutar de gratificaciones que no están en el mercado, ni suben de precio, ni cambian de envase. Donde los triunfos que se alcanzan no despojan a nadie, ni vencen a otros. Son conquistas de nuestro espíritu, triunfos de nuestro corazón. Éxitos de nuestros anhelos de amar mas cada día, de comprender más a quienes amamos; triunfos de la caridad sobre el egoísmo, de la admiración sobre la envidia, de la seguridad sobre el miedo, de la libertad sobre la ambición宠Pero la hipertrofia de la competitividad, el hedonismo materialista ha mercantilizado las relaciones humanas. La imposición del tener sobre el ser, ha cancelado la intimidad, convirtiendo a la gente en maniquíes de vitrina, en trofeo o decorado según la escena que la mercadotecnia imponga. Esta externalidad del vivir, este quehacer de pasarela, donde la gente nunca es apreciada por quien es, sino por lo que lleva puesto. Ha clausurado la interioridad humana condenando a la gente a la intemperie de la soledad堓olo en la solidaridad con nuestro pasado podemos encontrar la armonía con nuestro presente y la esperanza para el porvenir. Si esta continuidad se rompe, si las personas no pueden mirar hacia adentro para encontrarse, si las relaciones cotidianas con nuestros semejantes, no alimentan nuestra seguridad y nuestra autoestima, evocando la fraternidad de nuestras raíces, la personalidad se fragmenta y nuestra identidad se disuelve堌a gran quiebra de valores de las sociedades occidentales, con todas las secuelas de masacres, corruptelas y miserias que hoy padecemos, es consecuencia directa del modelo consumista impuesto por el establecimiento norteamericano".

Es tal su extravío que el hombre del "rebaño", por no pensar por sí mismo, confunde los conceptos de "modernidad" y "postmodernidad" y los relaciona sólo como modernización y desarrollo científico, tecnológico y económico, y no como movimiento y sensibilidad cultural, evidenciándose más su extravío: no distingue entre modernidad y modernización. El no tener perfectamente claros estos dos conceptos es la causa de su alienación y de su encrucijada. Si desde el mismo universo de la filosofía, de la reflexión profunda, hay discrepancia entre modernidad y postmodernidad, por cuanto "para algunos la postmodernidad representa una ruptura a la modernidad; para otros, la postmodernidad es la modernidad de la modernidad", ¿cómo será la confusión de quienes no "filosofan", no reflexionan, no piensan por sí mismos? Sólo la reflexión filosófica, el pensar por sí mismo, nos permite entender, aclarar y vivenciar estas categorías que a diario experimentamos. Quienes confunden modernidad y modernización y proclaman que la ciencia y la tecnología ya dieron los frutos que podían dar, piensan que "reflexionar filosóficamente sobre el hombre y la sociedad es pérdida de tiempo"261. Éstos carecen del entendimiento para comprender que "mientras más avanzamos en ciencia y tecnología, hay menos igualdad y libertad, más hambre, mayor concentración de riqueza"262. Cuando el proceso del conocimiento "funciona exclusivamente como medio para un modelo desarrollista, y cuando se privilegian unilateralmente las ciencias naturales y la técnica, despreciando la reflexión y la dimensión crítica de la cultura"263 puede ser el origen de la alienación y llevar "a la positivización de las ciencias sociales y a la sociedad unidimensional"264.

Los ideales de la modernidad, tal como los replantea Habermas, deben estar "en función de una nueva realidad social donde reine no la arbitrariedad sino la tolerancia, el antidogmatismo, el reconocimiento de la particularidad y singularidad de los individuos y de las pequeñas comunidades, el respeto por la pluralidad de formas de vida, de manifestaciones culturales, de juegos del lenguaje妱uot;265. Un pensador tan racional como Kant nos invita a tomar "conciencia de que la racionalidad instrumental ha dado al hombre cierto poder sobre la naturaleza, pero que esta racionalidad puramente técnica no le garantiza su supervivencia y puede fracasar frente a la violencia de las fuerzas naturales o por el mal uso de esa misma superioridad"266. José Ortega y Gasset pensaba que "nuestro tiempo tendría ideales claros y firmes, aunque fuese incapaz de realizarlos. Pero la verdad es estrictamente lo contrario: vivimos en un tiempo que se siente fabulosamente capaz para realizar, pero no sabe qué realizar. Domina todas las cosas, pero no es dueño de sí mismo. Se siente perdido en su propia abundancia. Con más medios, más saber, más técnicas que nunca, resulta que el mundo actual va como el más desdichado que haya habido: puramente a la deriva堎o podrá extrañar que hoy el mundo parezca vaciado de proyectos, anticipaciones e ideales堎o cabe duda de que la técnica –junto con la democracia liberal- ha engendrado al hombre masa en el sentido cuantitativo de esta expresión"267.

Como en este libro la ciencia ha sido "sentada" ante el tribunal de la historia, de la filosofía, de la razón y de la misma ciencia, con el propósito de criticarla, enjuiciarla, cuestionarla y ensalzarla, como filósofo, como intelectual, como pensador, es mi deber moral, en aras de la objetividad y de la "justicia", aclarar que la ciencia y la tecnología, en sí, en su esencia, en su naturaleza intrínseca, en su auténtico ser, no son ni buenas ni malas; es el científico o el técnico (el ser humano) el que hace de estos dos valiosos instrumentos, producto de la actividad del hombre y de la cultura, un uso adecuado o inadecuado, conveniente o inconveniente, correcto o incorrecto. Para ser más preciso: algunos científicos y algunos técnicos; no todos los científicos ni todos los técnicos utilizan esas dos herramientas para la destrucción o deshumanización del hombre.

Coincido con el científico Jorge Wukmir, quien ya en 1973, antes del avasallante e irrefutable dominio e influencia de la ciencia y la tecnología actuales, afirmaba que la ciencia no era "ni ídolo ni amenaza", como una forma justa de responder a las preguntas: Ciencia: ¿ídolo moderno y admirable, o peligro de extinción para el género humano? o ¿El mejor remedio para prolongar, asegurar las condiciones de la vida humana y disminuir el sufrimiento, o bien el método perfecto para acabar con todo lo vivo en este planeta? El ideal de la ciencia y del científico ético es contribuir al mejoramiento de la humanidad, no a su deshumanización. Para éste, si es profundamente ético y está comprometido con la humanización, "su pasión es lograr unas verdades un poco más limpias de dudas, prejuicios e incertidumbres妱uot;; pero ¿qué puede hacer si el poder político, militar y económico se apodera de los resultados de la ciencia y los aplica con fines destructivos en la tecnología? Eso es asunto de ellos, no responsabilidad de la ciencia y del científico, quien no experimenta, investiga, descubre o inventa para matar; la aplicación indebida de sus creaciones las "hacen otras fuerzas del comportamiento humano, arraigadas en la profunda biología de nuestro género y de todos los vivos". La persona "inhumana" no es producto, en sí, de la ciencia ni del científico. "El hombre furia, feroz, voraz y rapaz matón y destructor no sale de los laboratorios científicos, sino que vive de densas tinieblas de su naturaleza, tinieblas que hasta ahora, colectivamente, ninguna civilización ni religión ha podido cambiar por más que los que tuvieron compasión con tal género maldito, lo quisieron y lo intentaron". Podría parecer utópico, pero el pensamiento crítico, el pensamiento filosófico, ante esta realidad, dispone de "mecanismos" para "sensibilizar" al hombre que, por una u otra circunstancia, por uno u otro interés, manipula el poder de la ciencia y la tecnología en el logro de sus mezquinos propósitos岶8.

Pensar por sí mismo permite liberarnos de la tiranía y las cadenas de los convencionalismos, de las instituciones de "clausura", de la domesticación de los aparatos ideológicos de Estado, de la acriticidad y de los prejuicios. Así mismo, alcanzar la autonomía que no es otra cosa que la libertad para que una persona disponga de sí misma. Cada persona debe ser su propia ley y su propio gobierno. "La autonomía es la base para el comportamiento democrático; la democracia exige la participación de todos; las personas que no han desarrollado una gran autonomía, difícilmente logran participar activamente en los procesos sociales y asumir posiciones clara en los momentos de oscuridad y conflicto", plantea la aludida Martha C. Rodríguez G. en el texto referido. ¿Cuándo votamos en las elecciones lo hacemos para "fortalecer la democracia" o para perpetuar el sistema imperante? Al ser autónomos somos dueños de nuestra existencia, y como dueños de ésta somos responsables de nuestra vida. Por el hecho de ser libres tenemos que decidir, que elegir. Pero ante la compleja circunstancia de decidir encontramos que "no somos disparados sobre la existencia como la bala de un fusil, cuya trayectoria está absolutamente predeterminada. La fatalidad en que caemos al caer en este mundo –el mundo es siempre éste, éste de ahora- consiste en todo lo contrario. En vez de imponernos una trayectoria, nos impone varias, y, consecuentemente, nos fuerza a elegir. ¡Sorprendente condición la de nuestra vida! Vivir es sentirse fatalmente forzado a ejercitar la libertad, a decidir lo que vamos a ser en este mundo. Ni un solo instante se deja descansar a nuestra actividad de decisión. Inclusive cuando desesperados nos abandonamos a lo que quiera venir, hemos decidido no decidir"269.

El problema de la libertad no puede estar ausente de las preocupaciones y reflexiones de la persona que piensa por sí misma. Existen dos concepciones (antagónicas) del mundo, y por lo tanto de la libertad: el idealismo y el materialismo. El idealismo es el sistema cuyo fundamento y objeto son las ideas que se consideran realizables. Tiene como base la explicación de la materia por el espíritu. Afirmando la supremacía del pensamiento sostiene que es el espíritu el que produce la materia. El materialismo es el sistema encargado de dar una explicación científica del universo. Considera la materia como la única realidad y que hace del pensamiento un fenómeno material, como cualquier otro fenómeno. Se basa en la idea de que la materia constituye todo el ser de la realidad. Niega el dualismo entre una creación y un creador, entre cuerpo y alma, y reduce el pensamiento a un fenómeno material. Cada una tiene su concepción de la libertad, uno de los problemas centrales de nuestra vida. El idealismo plantea que la libertad de cada individuo no debe tener otros límites que la de todos los demás individuos. En el materialismo, según Mijail Bakunin (Dios y el estado), por el contrario, "el hombre no se convierte en hombre y no llega, tanto a la conciencia como a la realización de su humanidad, más que en la sociedad y solamente por la acción colectiva de la sociedad entera; no se emancipa del yugo de la naturaleza exterior más que por el trabajo colectivo o social, lo único que es capaz de transformar la superficie terrestre en una morada favorable a los desenvolvimientos de la humanidad; y sin esa emancipación material no puede haber emancipación intelectual y moral para nadie. No puede emanciparse del yugo de su propia naturaleza, es decir, no puede subordinar los instintos y los movimientos de su propio cuerpo a la dirección de su espíritu cada vez mas desarrollado, más que por la educación y por la instrucción; pero una y otra son cosas eminentes, exclusivamente sociales; porque fuera de la sociedad el hombre habría permanecido un animal salvaje o un santo, lo que significa poco más o menos lo mismo. En fin, el hombre aislado no puede tener conciencia de su libertad. Ser libre para el hombre como tal por otro hombre, por todos los hombres que lo rodean. La libertad no es, pues, un hecho de aislamiento, sino de reflexión mutua, no de exclusión, sino al contrario, de alianza, pues la libertad de todo individuo no es otra cosa que el reflejo de su humanidad o de su derecho humano en la conciencia de todos los hombres libres, sus hermanos, sus iguales堎o puedo decirme y sentirme libre más que en presencia y ante otros hombres堎o soy humano y libre yo mismo más que en tanto que reconozco la libertad y la humanidad de todos los hombres que me rodean堎o soy verdaderamente libre más que cuando todos lo seres humanos que me rodean, hombres y mujeres, son igualmente libres. La libertad de otro, lejos de ser un límite o la negación de mi libertad, es al contrario su condición necesaria y su confirmación. No me hago libre verdaderamente más que por la libertad de los otros, de suerte que cuanto más numerosos son los hombres libres que me rodean y más vasta es su libertad, más extensa, más profunda y más amplia se vuelve mi libertad堍i libertad personal, confirmada así por la libertad de todo el mundo, se extiende hasta el infinito堌a libertad, la moralidad y la dignidad del hombre consisten precisamente en esto: que hacen el bien, no porque les es ordenado, sino porque lo concibe, lo quieren y lo aman堌a libertad del hombre consiste únicamente en esto, que obedece a las leyes naturales, porque las ha reconocido él mismo como tales y no porque le hayan sido impuestas exteriormente por una voluntad extraña, divina o humana cualquiera, colectiva o individual". En el idealismo, la libertad se plantea en sentido individual, y en el materialismo, en sentido colectivo. Pensar por sí mismo implica luchar por la libertad, nuestra libertad, sin importar si estamos de acuerdo o no con su concepción idealista o materialista.

Ser libres es nuestro deber como filósofos, porque, así la riqueza pertenezca a una minoría y la pobreza a una mayoría, la libertad nos pertenece a todos. Ser hombre significa ser libre, y para ser libre hay que empezar a liberarnos de los convencionalismos, las instituciones y los prejuicios sociales que nos tienen por doquier encadenados. Si vivimos en una democracia, nuestro deber es luchar por la libertad, que es, según Aristóteles, el carácter especial de la democracia. Tanto la libertad como la igualdad son "dos bases fundamentales de la democracia"270. La libertad es el fin constante de toda democracia y la condición indispensable del Estado. "El principio del gobierno democrático es la libertad"271. El espíritu de la modernidad es "el querer vivir en libertad", la capacidad de autocrítica y la necesidad de repensar sus problemas, sus principios y sus resultados. Herbert Marcuse en El hombre unidimensional señala que en atención a nuestra naturaleza primordial, la libertad es el sentido que nos comprende y determina.

El ideal de libertad "denota un distanciamiento frente a la situación de alienación en que viven millones de individuos en nuestro continente堎o es simplemente la capacidad de autodeterminación堳ino el hombre en cuanto realización de su esencia妱uot;272. El hombre libre ni es esclavo ni es amo, porque "vale más vivir como un hombre libre que como un señor de esclavos"273. El ejercicio de la libertad es lo que permite al hombre ser hombre. La libertad, según Sartre, es el fundamento del ser. Perder la libertad, nos dice Juan Pablo Feimann, es perder el presente. El individuo, como ser libre y autónomo, experimenta cotidianamente un conocimiento de su libertad mediante sus decisiones. "Muchos hechos de la vida cotidiana no se pueden explicar sin la existencia de la libertad"274. Es tal la profundidad ontológica de la libertad que Martín Heidegger nos dice en Ser y tiempo que libertad es el nombre fundamental del ser del hombre, y agrega que ésta es el fundamento de la relación del hombre con el ser. Cada hombre –según Santo Tomás de Aquino– es señor de sí mismo y de sus actos, dueño de su ser y de su actividad. La autonomía nos permite una existencia entendida como proyecto, como vocación y como meta "que puede y debe ser determinada y conquistada autónomamente por el mismo hombre"275. Como la libertad de la persona comporta cierta autonomía, el hombre es suficiente y se pertenece a sí mismo, siendo causante y responsable de sus decisiones. La libertad exige que nuestro pensar por sí mismo ejerza "permanentemente una vigilancia crítica sobre nuestros decires y decisiones"276. Quien piensa por sí mismo, quien se atreve a filosofar, a pensar, encontrará la felicidad por sí mismo. "Mas el que quiera encontrar la felicidad en sí mismo, no tiene que buscar el remedio en otra parte que en la filosofía妱uot;277.

Un filósofo, es decir, la persona que piensa por sí misma, es un hombre libre, un librepensador. ¿Quién es un hombre libre, porque se dice que el hombre es un esclavo porque la libertad es difícil y la esclavitud fácil? El hombre libre es aquel que no permite la alienación, la expulsión hacia lo extremo de su conciencia y su discernimiento. El hombre libre es quien se siente a sí mismo, y al propio tiempo cabalmente a sí mismo y de acuerdo con otros hombres. Es una persona sin ídolos, dogmas, prejuicios e ideas a priori. Es tolerante, inspirado por un profundo sentido de la justicia y la equidad, y consciente de sí mismo en cuanto es a un mismo tiempo un individuo y un hombre universal. Es un ser que se gobierna a sí mismo, no un ser gobernado. El hombre libre no es amo ni esclavo; es él mismo. Si el hombre no es libre, además de ser un esclavo, es un alienado, un enajenado. Una persona alienada no piensa ni actúa por sí misma. Se remite a algo o alguien fuera de sí mismo, a la tradición, a un credo, a una ideología, a un ser trascendental, a un "superior". El hombre enajenado se halla tenso, en trance de batalla, violento; es estrecho, intolerante, autoritario, pusilánime ante la autoridad, receloso de pensar o actuar como los demás, desconfiado y conformista.

El pensar por sí mismo permite entender las grandes dimensiones de la libertad del hombre para liberarlo de las ataduras que lo esclavizan, porque el hombre actual no vive su vida en su nivel personal, se ha dejado alienar; se ha comprometido con la impostura, se encuentra desarraigado, perdido en el anonimato. El hombre de hoy se siente más comprometido con la impostura que con la misma verdad. El hombre está cada día sumergiéndose en la angustia y el descontento; rodeado de tensiones externas, es más que nunca convulsionado por las tensiones de adentro; es la lucha permanente entre el "querer ser" y el "tener que ser". El "querer ser" se ha cambiado por el "tener que ser" y este imperativo le ha robado al hombre su verdad; así los ideales en lugar de producir superhombres, han producido caricaturas.

La conquista de nuestra libertad implica, tal como nos aconseja el filósofo Javier Aranguren, prepararnos para afrontar un mundo de egoísmo, de acciones siempre interesadas, de desconfianza, de miedo, de guerra de todos contra todos. Desde los tiempos del Renacimiento Maquiavelo ya percibía el cansancio de la mente hacia las grandes aventuras éticas y metafísicas, y proponía la aceptación del ser sobre el deber ser, sin fijarnos en cómo se debe vivir sino en cómo se vive. A partir de entonces para qué ideales, para qué ensoñaciones como las de la ética platónica y aristotélica si el fin justifica los medios. ¡Cuidado con ese alienador canto de sirena! Conquistar la libertad requiere luchar contra el utilitarismo, el pragmatismo, la instrumentalización, la cosificación y masificación de la cultura moderna y postmoderna, carente de ideales, donde impera el ideal social propuesto por Calicles en el que afirma que las reglas morales no son sino el refugio de los débiles ante los hombres decididos y valientes, y éstos "son los que no se dejan impresionar por el dictado de la mayoría y los que, cuando toman conciencia de su propio poder, son capaces de acciones grandes"278. El hombre que practica esta moral, con la que se siente más allá del bien y del mal, más allá de la moral y de la sociedad, cree que los demás se limitan a refugiarse en el universo de los pusilánimes. En ese tipo de sociedad nuestra libertad sólo se conquista pensando por sí mismo. Para ser auténticamente libre hay que tener un espíritu libertario, hay que estar inmunizado intelectualmente contra todo aquello que pretenda arrebatarnos o falsearnos nuestra genuina libertad.

El estudiante que termine su bachillerato pensando por sí mismo podrá ser libre y autónomo en la toma de sus decisiones con respecto a su proyecto educativo que pretende implementar y desarrollar, optando por el que posibilite y contribuya a su autorrealización, teniendo presente que los sofismas de los medios de información y el de los discursos politiqueros y el auge de las universidades de "garaje" le pueden ofrecer "paraísos" que, en lugar de orientarlo, lo podrían desorientar en su vasto e infinito horizonte de posibilidades. "Por todas partes se imparten saberes rápidos, fáciles y eficientes; pero generalmente no se profundiza en nada. La gente hace un postgrado, y antes de finalizarlo empieza otro. Se anda a la caza de títulos pero no de un saber sólido, fundamentado. Todos estudiamos mucho pero nadie sabe nada en profundidad. No hay tiempo para la profundización, para la reflexión, para el análisis. Y si lo miramos por el lado de la política: cuánta proliferación de discursos, de candidatos, de programas, de ofertas, de promesas. Vivimos hoy inundados de discursos vacíos; la palabra ha perdido su realidad óntica. Detengámonos solamente en el tema de la paz: por todas partes oímos hablar de paz, pero los hechos todos llevan a la guerra; por todas partes se habla de tolerancia y a cada momento cometemos actos de intolerancia; todos los discursos se refieren a la justicia social, y lo que vemos es una sociedad cada día más injusta"279. Para que la palabra recobre su realidad óntica es necesario que se diga lo justo y lo que vale la pena. "Concentrarse en lo esencial y poner la palabra al servicio de la racionalidad y de la sensatez堰ensar, sentir y actuar para un mismo lado, bajo una misma dirección堈ay gente que funciona como una escopeta de perdigones: piensan una cosa, sienten otra y sus actos se disparan sin dirección"280. El filósofo como "amante de la verdad", como buscador de la verdad, que es la categoría axiológica suprema, en este sentido, la concibe y vivencia como correspondencia y relación del pensamiento con las cosas, en donde "verdadero –tal como lo planteó Platón– es el discurso que dice las cosas como son", y, como sentenció Aristóteles, verdadero es "afirmar lo que es y negar lo que no es". "La verdad, sea de cualquier naturaleza, es proceso y resultado aprehensivo de humano, como saber profundo, construido por la actividad del hombre en relación con el mundo o la parte de él hacia la cual dirige su acción", la cual "se revela en procesos intersubjetivos, en espacios comunicativos, que integran en su síntesis: conocimiento, valor y praxis. Todo en los marcos de la subjetividad humana, donde el hombre piensa, siente, desea, actúa e intercambia los productos de su actividad en una relación dialéctica sujeto-objeto, mediada por infinitos atributos cualificadores de su ser esencial, de la cultura, la historia y por el consenso legitimador堌a concepción de la verdad como saber integral no puede soslayar tampoco la importancia cognitiva del lenguaje metafórico, capaz de lograr la unidad de la diferencia妱uot;281. El acceso a la verdad, la conquista de la verdad, requiere de una concepción compleja y flexible que priorice un enfoque de integralidad incluyente en la aprehensión de la realidad asumida.

Quien es capaz de pensar por sí mismo, respeta su dignidad humana y la dignidad humana de los demás. Lo que realmente nos hace personas es nuestra dignidad humana. Lo más grandioso de la persona, a parte de su vida, es su dignidad humana. Henry Thoreau decía que "todo hombre tiene como tarea hacer su vida digna, hasta en sus menores detalles, de la contemplación de su hora más elevada y crítica". El ser humano es lo más digno de la naturaleza. Ya Sófocles, desde la antigua Grecia, nos decía que "de todas las cosas dignas de admiración que hay en el mundo, ninguna es tan admirable como el hombre". Así mismo, Bertolt Brech sostenía que "no hay nada en la creación más importante que el hombre, que todo hombre, que cualquier hombre". La Constitución Política precisa en su artículo 1º que "Colombia es un Estado Social de Derecho organizado en forma de República堦undada en el respeto de la dignidad humana". La dignidad humana de las personas significa respeto por sus ideas, sus derechos, sus libertades, su vida y su seguridad. En fin, dignidad humana es ser libre, tener derechos, valores, creencias y pensar por sí mismo; dignidad es respeto por el otro y por sí mismo. Dignidad humana, según Wikipedia, hace referencia al valor intrínseco de todo ser humano, independientemente de su raza, condición social o económica, edad, sexo, ideas políticas o religiosas. Es el principio que justifica y da su fundamento a todos los derechos humanos. La dignidad no solo es un derecho, es la base de todos los derechos. Precisamente, la citada Ley General de Educación en su artículo 1º, dice que "la educación es un proceso de formación permanente, personal,報ue se fundamenta en una concepción integral de la persona humana, de su dignidad, de sus derechos y de sus deberes". Savater sostiene que todo ser humano tiene dignidad y no precio. En su Ética para Amador precisa que "es la dignidad humana lo que nos hace a todos semejantes justamente porque certifica que cada cual es único, no intercambiable y con los mismos derechos al reconocimiento social que cualquier otro". Rafael Méndez Bernal analizando El hombre unidimensional de Marcuse señala que "si dentro de la claridad, eficacia y productividad de la sociedad industrializada los hombres olvidan su dignidad en medio de las ilusiones de una servidumbre cómoda, suave, razonable y democrática, por fuera de ella expanden y universalizan un proceso de destrucción en el ámbito planetario". El filósofo Walter Benjamín advierte que el progreso técnico e industrial puede ser portador de catástrofes sin precedentes. En opinión de Augusto Ramírez, ni la economía norteamericana ni los recursos planetarios pueden soportar esa voracidad, esa frenética destrucción de materias primas y de contaminación ambiental堅s el frenético asalto a las reservas de la humanidad para sostener, por unas décadas mas, la voracidad consumista norteamericana y cancelar el futuro del mundo. Si no se detiene esta idiota carrera hacia el abismo, en cincuenta años, la Tierra será un gigantesco estercolero donde una humanidad envilecida disputara a las ratas su comida. El consumismo no es viable ni a nivel nacional ni planetario, simplemente, porque la Tierra no tiene suficientes recursos para sostener ese monstruoso desperdicio, ni la humanidad puede soportar, sin perecer, los niveles de degradación y contaminación ambiental que el consumismo produce堌as insaciables ambiciones corporativas están deforestando nuestros bosques, convirtiendo en desiertos nuestras praderas, agotando nuestras fuentes de agua. El desenfreno consumista convierte en basura nuestras riquezas y con la basura esta asfixiando el mundo堅l sostener el consumismo es extinguir la humanidad".

La dignidad humana como valor, según palabras del sociólogo Pedro Elías Zorro, se ha perdido porque la hemos reemplazado por otros "valores" como el dinero, el poder, el arribismo, la corrupción, la gloria y otros sucedáneos. Si las personas se cosifican, se instrumentalizan, se utilizan como piezas del engranaje productivo, como ocurre en la aparente "lógica" de las sociedades de consumo, se les adultera su dignidad humana. Una persona sin dignidad humana es tratada como recurso y como medio para lograr un fin. Es así como la economía denomina a las personas como "recursos humanos", "materia prima", "capital humano", y con esta terminología eufemística las deshumaniza, degradando la dignidad humana. Escondidos detrás de la máscara de la eficiencia, utilizamos técnicas modernas para deshumanizarnos. Si queremos relaciones profundas y significativas, tenemos que humanizarnos. La dinámica consumista le exige que la persona, a cambio de su dignidad, sepa "venderse" para conseguir un empleo, que pase de persona a cosa, de sujeto a objeto, de actor a espectador y de fin a medio. Dentro de esta "lógica" se ignora el ideal kantiano que plantea que ningún hombre debe ser un medio para que otro hombre realice sus fines, y que la persona siempre hay que verla como un fin y nunca como medio. En este sentido no importa sólo lo que se haga, sino la motivación de fondo de quien actúa. Aristóteles recomendaba que en todas las cosas es preciso preferir siempre lo que conduce a la realización del fin más elevado. La desvalorización de las personas ha llegado hasta el extremo que como recursos no se censan, a cambio se les contabiliza como mano de obra, talentos; incapaces de reflexionar viven en la apariencia, se conforman con andar la mitad del camino, viven en el anonimato y se dejan abrigar por el manto de la deshumanización. Al respecto, el intelectual Alberto Mendoza Morales precisa que "por todas partes, en efecto, se oyen y leen expresiones que califican a las personas de "recursos humanos", "materia prima" o "capital humano". También las llaman "mano de obra" o "cerebros". Todos estos calificativos, abstractos e inadecuados, de procedencia industrial-mercantilista, delatan sumariamente el problema central de nuestra sociedad: la desvalorización de la gente. Tratamos al hombre como si fuera factor de producción, uno entre varios. No distinguimos entre fines y medios. Esto es lo que los axiólogos llaman "aberración estimativa"堠Si queremos un país de hombres libres, de gente culta, de "hombres hasta los tuétanos", debemos comenzar por cambiar la menguada concepción que tenemos de nosotros mismos y de los demás. No somos "recursos". Somos el fin de la acción, propia y social. Si reflexionamos un poco nos daremos cuenta de que el ser humano es el mayor bien con que cuenta una comunidad y de que, tratar a las personas como "recursos humanos" es irrespeto increíble, solamente excusable si aceptamos que quien así las califica no sabe realmente lo que está diciendo. El animal es amaestrable y usable para diversas faenas en beneficio del hombre; nuestro prójimo es educable, posee atributos únicos, resortes íntimos que pueden conducirlo a insospechables niveles de ascenso y perfección. No debemos confundir hombre y animales. Educación es opuesta a amaestramiento. En aquella aflora el hombre, en este se expone el animal. Por eso se dice de la educación que es el proceso más auténticamente humano presente en el hombre"282.

Sin libertad no hay dignidad. Según Nietzsche, el hombre sólo ha podido vivir bajo sombras de libertad, nunca se ha podido sentir verdaderamente libre. Entonces es imperativo luchar por ésta. La libertad se presenta a nuestras circunstancias actuales como la afirmación de la dignidad humana, en cuanto fin, en contra de toda esclavitud o instrumentalización. Sólo a través de la libertad el hombre llega a ser lo que debe ser. La libertad actual debemos entenderla como una aspiración que necesita mediaciones y tiene límites. No puede considerarse en términos absolutos. Únicamente soy libre con los demás; es allí donde yo vivo y palpo mi verdadera dimensión. El hombre que piensa por sí mismo, es un constante luchador por su libertad, para que ésta, entre otras cosas, ayude a posibilitar y engrandecerle su dignidad humana. Quien renuncia a la dignidad humana prefiere vivir de rodillas antes que admitir la posibilidad de morir de pie. "Más vale ser un perro, que ser un hombre, y verse pisoteado" (Heinrich Kleist). Según Abraham Maslow, lo que un hombre puede ser, debe serlo. La autorrealización es, precisamente, "llegar a ser todo lo que uno es capaz de ser", nos recuerda Walter Riso. ¡Ah, pero eso sí! En nombre de la libertad uno debe estar dispuesto a sacrificar su vida. Así las cosas, debemos ignorar el consejo del "Quijote" cuando le dijo a su "fiel" Sancho que "por la libertad, Sancho, como por la honra, se debe dar la vida". ¡Cuidado con los extremos y los fanatismos!

Como el "saber vivir" tiene estrecha relación con el "pensar por sí mismo", para la construcción de un proyecto de vida que nos autorrealice y nos oriente en la difícil búsqueda de la felicidad que, como ya se dijo, es el fin supremo de la existencia, si aspiramos a éste es indispensable "saber vivir", y saber vivir implica, entre muchas otras cosas, no dejarse "envilecer", "embriagar" ni alienar por sucedáneos como el poder, el éxito, el placer por el placer, la fama堹, sobre todo, por la riqueza material, por cuanto, desde la antigüedad, ese gran "escrutador de almas" (Aristóteles) planteaba que "hay, sobre todo, mayor necesidad de justicia y de prudencia cuando se está a la cima de la prosperidad y se goza de todo lo que excita la envidia de los demás hombres堣uanto más completa es su beatitud en medio de todos los bienes de que se ven colmados, tanto más deben llamar en su auxilio a la filosofía, la moderación y la justicia"283. Para ser feliz se necesita filosofar. "Porque ¿cómo se puede ser feliz sin saber de dónde vengo, a dónde voy, dónde me encuentro, qué sentido tiene mi vida, que va a ser de mí, qué caminos me pueden conducir a alguna parte?"284. Quien piensa por sí mismo, conoce el gran arte de vivir, y todo lo que le es molesto para su vida lo aparta de sí, de una manera suave y nada llamativa, y, bajo cualquier hábito y sometido a no importa qué coacción, sabe guardar su libertad interna. Hablando en lenguaje figurado, quien piensa por sí mismo, sin apuntar, da siempre por completo en el blanco.

No pensar por sí mismo implica vivir de manera inauténtica y deshumanizada. Viviendo en un estilo de vida así, impuesto e impersonal, no vivimos en libertad, que es un acto libre, una manifestación de la autodeterminación del yo profundo, una afirmación de nuestra personalidad. Así, alienados como estamos, "la mayor parte del tiempo nos sustraemos a nosotros mismos, vivimos exteriormente a nosotros mismos, somos accionados"285, lo cual debe instarnos a adentrarnos en nosotros mismos para reflexionar profundamente sobre nuestros estados internos, y de esta manera vivir una vida por fuera de los condicionamientos deterministas y mecanicistas, que reducen la grandiosidad de la existencia a lo meramente medible, tangible, palpable, cuantitativo y utilitarista. El ser humano tiene que pensar por sí mismo para que pueda "adueñarse" de su vida. En este sentido el profesor Francisco Burruezo nos dice que el hombre es dueño de su propia vida: (si es capaz…) "Si tiene una voluntad con la que pueda dominar las propias acciones: (no hago el bien que quiero sino más bien el mal que no quiero). Si sabe dirigir la vida, si es capaz de vivirse, y no es "vivido" por las circunstancias y por los demás (podemos hacer las cosas a tontas y a locas, pero también podemos hacerlas pensando antes…). Si es capaz de tener un proyecto vital propio, pensado y propio del hombre… y está comprometido en sacarlo adelante"286.

Pensar por sí mismo es demasiado importante para nuestra autonomía y criterio propio, por cuanto la opinión de los demás tiene un peso decisivo en la orientación de nuestra conducta. Al no pensar por nosotros mismos, somos vulnerables y frágiles a la presión consensual del sistema que impone falsos valores, los cuales pueden corromper nuestras metas y extraviar nuestra vida. "Cuando las presiones del sistema –señala Augusto Ramírez-, logra integrar a toda la sociedad en la prosecución de metas comunes, y esta metalogía universal impone todas las perspectivas posibles, la libertad se convierte en un slogan manipulativo y la individualidad se disuelve en la multitud totalizadora".

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