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Independencia de México. Antecedentes y significación (página 2)



Partes: 1, 2

La superficie total se calculó en 4.000,000 de
kilómetros cuadrados en 1790, escasamente poblados, ya que
el grueso de los habitantes se aglomeró en el centro, en
la décima parte del territorio, dadas las limitaciones
físicas mencionadas.[1] En el norte,
montañoso, de clima extremoso y seco —nombrado
Áridoamérica por los arqueólogos—
habitaban sobre todo tribus recolectoras nómadas, que
tomó tiempo sojuzgar.

No había tal opulencia inagotable y "con la
conquista española, el equilibrio de recursos y
población cambió abruptamente. Los conquistadores
talaron grandes cantidades de árboles para utilizarlos
como material y combustible. Sus arados penetraban más
profundamente en la tierra que los palos para cavar de los
indígenas, y su ganado y sus ovejas dejaban desnudo el
terreno. Nuevos sistemas de riego y molinos harineros
concentraban o redistribuían las afluencias del agua.
Ninguno de los nuevos procedimientos era desastroso en sí
mismo pero el efecto combinado a través de los años
fue una disminución acelerada del terreno
agrícola," comenta Gibson. [2]

Con el tiempo "la ilusión producida por la
creencia en una gran riqueza inexplotada tuvo a la postre un
efecto desmoralizador en los sectores más importantes de
la nación, pues la imagen de un pueblo miserable que vive
en medio de tan grandes riquezas tenía que conducir
necesariamente al menosprecio del carácter y las aptitudes
de ese mismo pueblo," vaticinó González
Santos.[3]

El régimen de tenencia de la tierra
también ha sido álgido. En la civilización
azteca pertenecía al monarca, quien se adjudicaba una
parte, que compartía con su corte y la aristocracia; otra
la destinaba al servicio público: ejército,
religión e instituciones, y el resto era comunal, de las
familias del poblado, organizadas en forma de calpulli
(casa grande), antecedente del ejido.

La Corona Española se adjudicó la
propiedad territorial de las Indias
Occidentales,[4] con sustento en bula del Papa
Alejandro Sexto de 1493. La repartió en tres: para el
Virrey y su corte; para españoles, y para
indios,[5] a quienes asignó tierras
ubicadas a la salida —exitum, en
latín— de las aldeas, llamadas por eso
ejidos, semejantes al calpulli. "Todas las
propiedades de los pueblos indígenas […] eran comunales,
pertenecían al núcleo de población y no a
los poseedores de ellas individualmente considerados,"
señala Mendieta y
Núñez.[6]

A los españoles se otorgaron los mejores suelos,
es obvio, como mercedes reales, por "servicios prestados
a la Corona" o para atraer gente a zonas despobladas.
Concedían derechos patrimoniales, que se perdían si
no se cultivaban. Pasado algún tiempo se negociaron sus
títulos y se practicó su compraventa, lo que
permitió integrar latifundios, bajo la figura de
haciendas. Se auspició feudalismo corporativista
en favor de conquistadores, aristócratas, Iglesia
Católica, empresarios, asociaciones y gremios.

"A los indígenas se les dio únicamente la
tierra indispensable para la satisfacción de sus
necesidades que […] eran mínimas," escribe
Mendieta.[7]

El clero concentró extensas propiedades,
calificadas de manos muertas, por ser improductivas,
estar exentas de gravamen y sin posibilidad de enajenarse.
Alamán estima que "no bajaban" de la mitad del valor de
los bienes raíces existentes.[8] Se
adquirían con diezmo retenido, donativos, intereses por
préstamos hipotecarios (era la única
institución autorizada para concederlos),
aprovechamientos, y al adjudicarse propiedades de deudores
morosos.

En 1810 los españoles representaban 18% de la
población y poseían más de dos tercios del
suelo.[9] En consecuencia, "surgió el
problema de la tierra desde la época colonial, de tal modo
que cuando México realizó su independencia, llevaba
ya ese problema como una fatal herencia del régimen
pasado,"

apunta Mendieta.[10]

El cuadro era explosivo: abundaban campesinos en
condiciones de servidumbre y marginación que se
sabían dueños del territorio y con derecho a poseer
una parcela para trabajarla con sus manos. Fue motivo
poderoso que indujo a los campesinos a seguir a Hidalgo y
sucesores. Un siglo después lo emplearía Emiliano
Zapata como lema de su lucha y reforma agraria, y se conserva en
el escudo del Estado de Morelos.

Sociedad
estratificada

Mesoamérica estaba habitada por 25.000,000 de
indios al llegar los españoles, según
cálculo reciente.[11] La intención
no fue exterminarlos, sino explotar su fuerza de trabajo,
mezclarse con ellos e imponerles cultura y
religión.

A partir de 1512 la Corona expidió normas para
proteger, defender y salvaguardar a los nativos de abusos y
atrocidades de los conquistadores, de la burocracia gubernamental
y de la Iglesia y su brazo represor: la
Inquisición.[12] Se compendiaron como
Leyes de Indias, que ordenaban "a los Virreyes,
Presidentes, y Audiencias el cuidado de mirar por los Indios, y
dar las órdenes convenientes, para que sean amparados,
favorecidos, y sobrellevados, por lo que deseamos, que se
remedien los daños, que padecen, y vivan sin molestia, ni
vejación, quedando esto de una vez asentado, y teniendo
muy presentes las leyes de esta Recopilación, que les
favorecen, amparan, y defienden de cualesquier agravios, que les
guarden, y hagan guardar muy puntualmente, castigando con
particular, y rigurosa demostración á los
transgresores. Y rogamos y encargamos á los Prelados
Eclesiásticos, que por su parte lo procuren como
verdaderos padres espirituales de esta nueva Cristiandad, y todos
los conserven en sus privilegios, y prerrogativas, y tengan en su
protección."[13]

Como fuere, prevaleció el criterio
aristotélico de que "algunos hombres son libres por
naturaleza y otros esclavos, y que para estos últimos es
conveniente y justa la esclavitud,"[14] que
definió el sino de los aborígenes, quienes se
entregaban en encomienda a españoles, para que
les enseñaran la doctrina cristiana y les protegieran. A
cambio recibían tributo y servicios personales en calidad
de siervos. Serían la clase explotada y
humillada.

La encomienda se extinguió en 1718. A partir de
entonces las haciendas avasallarían la mano de obra
rural.

Las actividades agropecuarias fueron el motor de las
economías precapitalistas. Los factores productivos clave
eran tierra y trabajo humano. De allí la relevancia de
esclavitud y servidumbre. "Sin la fuerza motriz de los esclavos
es dudoso que se hubieran sostenido las brillantes
economías urbanas del pasado," opina
Heilbroner.[15] Terratenientes y clero detentaban
la riqueza, como propietarios del suelo. Fue idéntico lo
ocurrido aquí siglos después.

Las autoridades administraron mercedes reales y
encomienda de manera arbitraria y mañosa e instituyeron
burocratismo, compadrazgo y corrupción en México,
legados hispanos que sobreviven.

La Conquista tuvo dos facetas: militar y espiritual. La
primera resultó fácil, por superioridad militar y
armamento de los europeos, cuyas tropas se robustecían por
tribus enemigas de los aztecas que se les aliaban.

La espiritual fue tarea de misioneros enviados por el
Rey con la misión de cristianizar indios. Costó
mucho esfuerzo, porque ellos se rehusaban a venerar deidades
ajenas. Entre otras, rendían culto a Tonantzin
(nuestra madrecita), "concepción azteca del
espacio cósmico en todas sus dimensiones," dice Justino
Fernández,"[16] manifestación de la
tierra y madre de los dioses y de todas las cosas. Fue
conveniente que apareciera la virgen de
Guadalupe,[17] advocación de María,
y supliera a Tonantzin. En el lugar consagrada a ésta en
el cerro del Tepeyac se edificó la colegiata, luego
basílica, dedicada a Guadalupe, quien amalgamó
creencias autóctonas y cristianas y aceleró la
evangelización. "Millones de indios" acudieron a ser
bautizados por los franciscanos, relata Mendieta. Cada fraile
atendió a 15,000, en promedio. Toribio de Benavente
(Motolinia), a 400,000.[18]

Se agregaron otras vírgenes y santos, de modo que
el politeísmo católico reemplazó al pagano,
lo cual confirma que "la religión cristiana […] no
era estrictamente monoteísta, sino que incorporó
numerosos ritos simbólicos de los pueblos circundantes,
restableció la gran Diosa madre y halló plazas,
aunque subordinadas, para instalar a muchas deidades del
politeísmo, con disfraces harto transparentes."
según observó Freud.[19]

En Europa se utilizaron imágenes para difundir el
cristianismo entre la población analfabeta. En
México fue muy efectivo, porque las culturas maya y
náhuatl conocían pictogramas, ideogramas y signos
fonéticos.[20]

Conquistar el espíritu de los naturales fue
determinante para someterles y mantenerlos en cautiverio,
resignados y sumisos. El empeño de los frailes, la
presión del clero y la severidad de la Inquisición,
sumados al misticismo pagano, infundieron honda religiosidad,
manifiesta en creencias, devoción, supersticiones,
celebraciones y ritos proyectados a la vida cotidiana.

La población autóctona se vio mermada por
enfermedades de los europeos para las que carecía de
defensas: viruela, sarampión, tifo, peste y otras, unidas
a hambre, rudeza de las tareas y maltrato físico.
Sánchez-Albornoz menciona que el número de indios
bajó de 25.000.000 en 1519 a 700,000 en
1625.[21]

Mac Leod aporta dato consistente: 90% de la
población aborigen desapareció después de un
siglo de dominación española. En islas del Caribe
se extinguió.[22] Lo equipara a guerra
intergaláctica: el Nuevo Mundo contra el
Antiguo, similar a la narrada por H. G. Wells en su
novela La guerra de los mundos, donde la Tierra es
invadida por marcianos, quienes al final mueren infectados por
bacterias terrestres a los que no son inmunes. La diferencia es
que aquí los invadidos zozobran y los invasores
sobreviven.

La escasez de brazos se cubrió con esclavos
negros. Así se pudieron "resolver los problemas que
causaba en lo moral y en lo económico el trabajo de los
indios," menciona Lira.[23] Los africanos trajeron
otras enfermedades que causaron nuevas epidemias y más
mortandad. Con el tiempo se mezclaron con indios y se asimilaron
a ellos.

Luego hubo repoblación, pues según
recuento de Humboldt en 1783 había 2.500,000 indios,
1.200,000 mestizos, 1.000,000 criollos, 70,000 europeos y 6,100
africanos. Total: 4.800,000. Censo de ese año atribuido al
virrey Revillagigedo registró
4.500,000.[24] Son cifras semejantes.

La sociedad prehispánica se abrió en
estamentos: arriba, reyes, sacerdotes, caciques y
nobles; enmedio propietarios y trabajadores independientes;
abajo, macehualli (vasallos, plebeyos), subordinados a
la clase alta, equivalentes a siervos y esclavos, la clase
oprimida: los indios de los indios.

La sociedad novohispana se organizó parecido: en
el estrato privilegiado el Virrey, nobleza, alto clero y
españoles-europeos; un escalón abajo, los
españoles-americanos[25](criollos
y mestizos legítimos, nacidos en matrimonio), y
en el fondo, indios y castas formadas por mezclas con
españoles y negros.

Castas de Nueva
España

1. Español con india, mestizo 2.
Mestizo con española, castizo 3. Castizo con
española, español 4. Español con negra,
mulato 5. Mulato con española, morisco 6. Morisco con
española, chino 7. Chino con india, salta atrás 8.
Salta atras con mulata, lobo 9. Lobo con china, gíbaro
(jíbaro)10. Gíbaro (jíbaro) con mulata,
albarazado11. Albarazado con negra, cambujo12. Cambujo con india,
sambiago 13. Sambiago con loba, calpamulato14. Calpamulato con
cambuja, tente en el aire15. Tente en el aire con mulata, no te
entiendo16. No te entiendo con india, torna
atrás

______________________________________________

Fuente: cuadro anónimo del siglo
18º exhibido en Museo

Nacional del Virreinato, Tepozotlán,
Mex, en Pintura de

castas (Nueva España).
http://www. wikipedia.org

Los indios se confinaban en reservaciones
repúblicas de indios— donde
vivían según sus usos y costumbres. Esto
ayudó a preservar rasgos de sus culturas, "reinterpretadas
dentro de los patrones democráticos occidentales, dando
así estabilidad y solidez a las Repúblicas de
indios," piensa Gibson. Se regían por "un gobierno
semiautónomo, modelado conforme a una institución
occidental: el ayuntamiento."[26] La Ley les
consideraba vasallos libres, con las mismas
garantías que los españoles. En la práctica
se les trataba como menores de edad y se les excluía. "Los
europeos proyectaron una imagen de tales pueblos como inferiores,
«incivilizados» y mediante la fuerza de la conquista
lograron imponer esta imagen a los conquistados," desprecio que
"inflige una herida dolorosa, que causa a sus víctimas un
mutilador odio a sí mismas," señala
Taylor.[27]

Los nativos que hablaban castilla (castellano)
y adoptaban costumbres europeas se denominaron ladinos
(de latino), aplicado después a individuos de apariencia
india, maliciosos, taimados, traicioneros. Los mestizos bastardos
eran parias: se integraban a comunidades de indios y se
asimilaban a ellos, aunque tuvieran apariencia
criolla.

En el habla corriente el genérico castas
fue específico de capas sociales inferiores,
denominación convencional, más que étnica.
Sus rasgos comunes fueron pobreza e ignorancia. No se les
instruía, pues sólo se necesitaba su fuerza de
trabajo. No tenía sentido desarrollar su inteligencia. Se
les asignaban tareas rechazadas por europeos y criollos. Los
peones rurales se ataban a las haciendas endeudados de por vida.
Los trabajadores de obrajes[28]y minas no
tenían derechos ni quien les protegiera. La masa urbana
lumpen[29]recorría las calles en
busca de algún quehacer remunerado, pedía limosna o
era asaltante, ladrón y asesino, actividades que asolaban
ciudades y caminos. Los "bandidos de Río Frío" son
ejemplo de triste memoria.

La proletarización y
lumpenización de la sociedad novohispana fue otra
herencia perniciosa de los conquistadores.

Indios y castas formaron el conjunto de
excluidos, cuya personalidad sufrió el impacto de tratos
antagónicos. Por un lado, la Corona y los misioneros
intentaban protegerles, defenderlos y educarles. Por el otro, el
gobierno local les marginaba y despreciaba. Los españoles,
criollos y mestizos ricos les explotaban, engañaban y
abusaban de ellos. Los sacerdotes se inmiscuían en sus
conciencias y les dictaban cómo deberían actuar,
auxiliados por la Inquisición, cuyas atribuciones iban
más allá de vigilar el respeto a las normas
religiosas y morales e intervenía en todos los aspectos de
la vida, en competencia con la autoridad civil. Se les
restringía el derecho de pensar y actuar.

La aristocracia se componía de corte virreinal,
alto clero, propietarios de minas, hacendados, grandes
comerciantes, empresarios y profesionistas prestigiosos. Se
designaban gente de razón. Constituían una
sociedad abierta, a la usanza europea, rodeados de opulencia y
comodidades. Ostentaban sus fortunas en palacios, plazas y
monumentos semejantes a los de urbes europeas, que despertaron la
admiración de Alexander von Humboldt, científico
alemán que llamó Ciudad de los Palacios a
la antes Tenochtitlan. Esta clase arrogante y dispendiosa
contrastaba con la burguesía que con tenacidad, trabajo e
inversión construyó las boyantes potencias
capitalistas, entre ellas EUA.

Los desposeídos estaban enclaustrados en una
sociedad cerrada, sin posibilidad de escape. Eran producto del
paternalismo estatal y religioso, que les inculcó
hijismo,[30] caracterizado por
servilismo, indolencia y holgazanería, que asociados a
desprecio, humillación y discriminación moldearon
la idiosincrasia del pueblo mexicano y engendraron sujetos
dependientes, irresponsables, subsidiarios, invadidos de
inconformidad, desánimo, desesperanza, frustración,
odio a sí mismos y resentimiento social.

Fueron patentes las contradicciones de clase,
según la connotación marxista. La masa ignorante,
hambrienta y recelosa, desilusionada de su hoy e indiferente ante
el futuro, acumulaba presión y era explosiva. Un
líder carismático y convincente la
inflamaría con facilidad. El mínimo pretexto
bastaría para que en cualquier momento estallara
rebelión social.

Coloniaje
feudal

Encontrar las raíces del patrimonio cultural
legado por los españoles exige remitirnos al siglo
16º, cuando el mercantilismo aconsejaba ocupar posiciones
militares estratégicas, apoderarse de territorios,
explotar sus recursos humanos y físicos, promover el
comercio y acumular oro y plata.

Los Estados europeos poderosos, imbuidos de tal
espíritu, adoptaron dos formas de colonización:
feudal y capitalista. Gazol Santafé los describe
así: "el coloniaje español es del siglo XVI,
mientras que el coloniaje sajón y nórdico en
general es preponderantemente de los siglos XVIII y XIX. […] La
España del siglo XVI se proyectaba en tierras de
América. Por lo contrario, Francia e Inglaterra de los
siglos XVIII y XIX proyectaban a las colonias su burguesía
triunfante."[31] Es revelador compararlas para
comprender lo ocurrido con base en la referencia
histórica.

Los británicos ocuparon territorios con dos
criterios.

En posesiones extratropicales, de recursos naturales
generosos, con población autóctona nómada y
baja densidad, inmigraban con familias; aportaron su cultura
burguesa, espíritu empresarial y su propia fuerza de
trabajo, infundidos de pragmatismo protestante, que ha "revelado
siempre una singular inclinación hacia el racionalismo
económico," como dice Max Weber.[32]
Levantaron estructuras capitalistas con actividades productivas
de alto valor agregado. Las colonias de este tipo devinieron
generadores de valor agregado, exportadores netos y acumularon
riqueza. Canadá y EUA en el norte y Australia y Nueva
Zelanda en el sur se alinearían en el mundo
próspero.

En zonas tropicales se concentraron en extraer recursos
del suelo y explotar la mano de obra aborigen; surtieron bienes
industriales y las convirtieron en importadores netos. India,
Pakistán y Kenya se colocan entre las economías
subdesarrolladas.[33]

Los colonizadores hispanos eran aventureros,
oportunistas, ansiosos de enriquecerse con facilidad. Se
posesionaron de zonas tropicales, donde había
asentamientos civilizados. Explotaron los recursos mineros y
agropecuarios, con mano de obra servil o esclavizada. Se
amancebaban con nativas y crearon razas mestizas. Les guiaba el
catolicismo oscurantista, paternal y limitativo medieval que los
misioneros impusieron a los nativos, auxiliados por la
Inquisición y el gobierno. Erigieron plataforma productiva
feudal basada en mercedes de tierras y
encomienda de indios para satisfacer intereses
mercantilistas del Imperio. Extraían metales y materias
primas que enviaban a la metrópoli y ésta les
surtía manufacturas. Condenaron sus colonias a ser
importadores netos y estancarse en el mundo
subdesarrollado.

Economía
platista

La minería fue la actividad dominante en Nueva
España, porque la prioridad del Imperio fue extraer sus
metales preciosos. En 1535 se fundó la Casa de Moneda de
México, para acuñar entre otras la pieza de plata
de ocho reales o real de ocho, que a mediados del siglo 17º
se ubicó como divisa hegemónica internacional. Fue
nombrada Spanish dollar o Mexican dollar,
principal producto de exportación de esta colonia, quien
abasteció dos tercios de la plata y cerca de un
décimo del oro extraído en las posesiones hispanas
en América.[34] Las monedas se embarcaban
de Veracruz a Cádiz o de Acapulco a Manila y se
esparcían por el mundo para activar el comercio y
favorecer el desarrollo. Paradójicamente, aquí
escaseaba dinero de curso legal, era raquítico el comercio
y no se promovía desarrollo.

Las actividades agropecuarias se mantuvieron rezagadas
por limitaciones de suelo y agua, dificultades de
comunicación y trasporte, gravámenes excesivos,
altos intereses d préstamos otorgados por el clero,
monopolios comerciales y restricciones y prohibiciones para
proteger la economía de la metrópoli de la
competencia de las colonias.

Los frutos traídos de ultramar se aclimataron de
maravilla en Mesoamérica y daban excelentes rendimientos.
Pero se prohibió cultivar aquí productos de
exportación de España para no afectar a sus
agricultores. Se alentó obtener materias primas requeridas
por la industria hispana: azúcar, algodón,
café y algodón y criar ganado, lo que
determinó la especialización de las haciendas,
unidades de producción integral extensiva, localizadas
sobre todo en el Bajío, zona de clima benigno, tierras
fértiles, suelos planos, disponibilidad de agua y
abundante mano de obra, que lo hicieron centro económico y
cultural por excelencia.

"De las mercedes de tierras y de la ganadería
provino el latifundismo. El germen principal de éste fue
la estancia de ganado mayor o menor (respectivamente 1,750 y 775
hectáreas), cuyas dimensiones eran suficientemente grandes
para formar, cuando se juntaban varias estancias en la misma
mano, una enorme hacienda," señalan Jiménez Moreno
et. al.[35]

La explotación en pequeña escala y la
ejidal se centraban en cultivos básicos y materias primas,
con técnicas y aperos tradicionales, rudimentarios.
Surtían mercados de subsistencia local e
interregional.

Se alentaron las artesanías para que surtieran la
demanda interna. La creatividad india se enriqueció con
técnicas y equipo europeos; mejoraron sus productos, y
elaboraron nuevos al gusto de los hispanos, quienes a su vez se
habituaron a consumir bienes autóctonos.

La industria estaba sujeta a restricciones para no
afectar a empresas españolas. "Las colonias
hispanoamericanas eran consideradas como un simple mercado
complementario de la economía peninsular, reservado,
exclusivamente, a los comerciantes de la Metrópoli,"
apunta López Rosado.[36] Prohibían
ramos que compitieran con la economía ibérica. Por
ende, prosperaron unos cuantos: azúcar, textiles, tabaco,
pólvora y bienes de consumo.

El aparato productivo instalado no requirió altos
volúmenes de inversión, espíritu
empresarial, tecnología ni capacidad para generar y
acumular capital. Al igual que el ejido coartó
posibilidades de desarrollo y creó condiciones para que se
postrara la economía mexicana.

Los bienes raíces de la Iglesia eran
improductivos y no pagaban impuestos: eran de manos
muertas
. Congelaron activos que no se acumularon como
capital productivo para impulsar la economía.

Nueva España alcanzó su máximo
esplendor en el siglo 18º, cuando produjo 32.5 millones de
kilogramos de plata, frente a 2.8 en el siglo 16º y 3.5 en
el 17º, y 91,200 kilogramos de oro, contra 24,000 y 38,500,
respectivamente.[37]

El auge minero accionó efecto multiplicador en el
comercio, ramas proveedoras de la minería e incipiente
industria; impulsó obras públicas,
urbanización, actividad inmobiliaria, y patrocinó
movilidad social: amplió el estrato de criollos y mestizos
favorecidos y se formó pequeña clase media de
profesionistas, artesanos, empleados, burócratas,
pequeños comerciantes y sacerdotes que desde su puesto
concedían préstamos y se dedicaban al comercio,
contrabando y operaciones inmobiliarias.

México era la colonia más próspera
del Imperio en 1800. Su economía mostraba similitudes con
la de EUA y ambas exportaban sumas equiparables, revela
Coatsworth, quien cuestiona: "¿Por qué
empezó la economía mexicana el siglo XIX con menos
de la mitad de la producción que la de Estados
Unidos?"[38]

Porque los colonizadores impusieron a México
papel monoproductor, para surtirse de su plata, y secundariamente
para recolectar bienes agropecuarios con carácter
consuntivo. "Las raíces del atraso económico de
México se encuentran en las estructuras de la
producción manufacturera novohispana. Padecía de
una organización vertical, centralizada y fragmentada. Era
presa de limitaciones fiscales y trabas burocráticas y no
contaba con medios de distribución y comunicación
eficientes," concluye este autor.[39]

Chávez Orozco opina parecido: la
industrialización enfrentaba obstáculos
difíciles de eludir: "desfavorables instituciones
políticas, régimen comercial opresivo; clima y
geografía adversas; monopolio de la riqueza en manos del
clero y el carácter colonial, cerrado y feudal de la
economía."[40]

A pesar de tener amplios litorales en ambos
océanos, Nueva España se mantuvo encapsulada. Su
único contacto comercial era la metrópoli, quien
sustraía su plata, oro, materias primas y alimentos y
abastecía manufacturas. Le impuso condición de
recolector de bienes primarios baratos e importador de productos
elaborados caros, salvo plata.

España en
crisis

El Reino de España nació en 1492, una vez
que los musulmanes fueron expulsados de Granada, último
reino en su posesión, después de haber ocupado la
Península Ibérica durante 780 años. En aquel
año Cristóbal Colón descubrió
América y sentó la plataforma desde la que se
extendió a todos los continentes y se volvió
Imperio global, al grado de que Felipe Segundo alardeaba de que
en sus dominios no se ponía el sol. Abarcó 20
millones de kilómetros cuadrados y fue principal potencia
mundial en los siglos 16º y 17º.

Durante el 17º sostuvo enfrentamientos continuos
con Francia, Inglaterra, Países Bajos y otros; sus
galeones eran atacados por piratas y corsarios; su flota de
guerra fue aniquilada varias veces y reconstruida; soportó
sublevaciones en sus colonias, y perdió Portugal. Fracasos
sucesivos auspiciaron Guerra de Sucesión en 1702, que
selló la salida de la Casa de Austria (o de Habsburgo) y
entró la Casa Borbón (aún en el trono en el
siglo 21º).

En el 18º Europa se encontraba en plena
revolución industrial, impulsada por la
burguesía,[41] en el marco de la
evolución política y social emprendida por Gran
Bretaña. EUA se independizó y Francia vivió
su Revolución.

Acorde con los tiempos, el rey Carlos Tercero de
España emprendió reformas políticas y
económicas trascendentales que incrementaron su comercio,
fortalecieron la moneda, ampliaron la frontera de Nueva
España a Texas y California y se apoderó de
Louisiana.

Al inicio del 19º reinaba Carlos Cuarto, quien fue
incompetente y malogró avances de su antecesor. Su hijo
Fernando Séptimo lo forzó a abdicar en su favor,
mas gobernó poco tiempo, porque Napoleón
invadió España en 1808, le obligó a devolver
la corona a su padre, para luego quitársela y entregarla a
su hermano, quien ocupó el trono como José Primero.
Fernando fue apresado y exiliado a Bayona, Francia.

En el sur de España estalló su
Guerra de Independencia e instauró el Consejo de Regencia
que gobernó durante seis años de ocupación
napoleónica, primero desde Sevilla y luego en
Cádiz, por ineptitud de José Primero. La auxiliaron
juntas locales coordinadas por la Junta Central Suprema y
Gubernativa, encargada de los poderes ejecutivo y legislativo,
quien designaba virreyes de las colonias. En 1810 se convocaron
las Cortes —asamblea constituyente— compuestas por
diputados elegidos por voto popular en todos los dominios,
incluso de ultramar, Nueva España entre ellos. En 1812 se
promulgó la Constitución de Cádiz,
que rigió hasta 1814, una de las más liberales de
su época: liquidó instituciones y prácticas
del régimen absolutista, garantizó derechos y
libertades y asentó que la soberanía reside en el
pueblo, si bien proclamó que la persona del Rey era
inviolable.

Ante situación política
catastrófica, en 1813 Napoleón reinstaló
como rey a Fernando Séptimo, quien abolió la
Constitución y reimplantó el
absolutismo.

La economía hispana se hallaba paralizada, con un
pie en el feudalismo y otro en el mercantilismo, mientras Europa
había accedido al capitalismo industrial. El Imperio
Español fue proveedor de moneda del mundo, en vez de
haberse erigido centro financiero internacional.
Desperdició la oportunidad de construir un aparato
productivo moderno propio y en sus colonias. Sus finanzas estaban
desgastadas por dispendio y costos de guerra. Dependía de
los ingresos de sus posesiones, en especial de la plata mexicana.
Estaba en franca decadencia e incapacitada para conservar sus
territorios de ultramar, donde imperaban inconformidad,
efervescencia y ansia de libertad.

Clima propicio para
rebelión

Nueva España enfrentaba dificultades financieras
al inicio del siglo 19º, a pesar de la bonanza del anterior,
porque la metrópoli la exprimió para sanear la
hacienda imperial. Enorme superficie propiedad de la Iglesia se
mantenía ociosa. La estructura productiva era anticuada y
débil. No se vislumbraban posibilidades de
avanzar.

Por si fuere poco, el gobierno borbónico
implantó reformas que alteraron el funcionamiento de la
economía local. Una de ellas fue la enajenación de
bienes raíces de las corporaciones eclesiásticas.
Representó fuertes gravámenes a empresas con
hipotecas u otros pasivos a favor de la Iglesia, que debieron
cubrirse a corto plazo, lo cual descapitalizó la actividad
productiva y se estranguló la liquidez, porque la Iglesia
dejó de conceder crédito y no había
bancos.

Asimismo, se canceló el Consulado de
Comerciantes, en la ciudad de México. Esto destruyó
la cadena de distribución y desapareció el
mecanismo de financiamiento a las ventas que operaba
colateralmente.

Prevalecía ambiente de tensión y conflicto
contra el gobierno virreinal por parte de Iglesia, comerciantes,
empresarios, agricultores y población en general. Lo
tildaban de mal gobierno.

El Virrey era representante personal del Rey. Le
competían administración pública, asuntos
judiciales y legislativos, cuyos cargos principales eran
desempeñados por españoles europeos que detentaban
poder y privilegios, puestos eclesiásticos y concesiones
para los negocios más redituables. Se les denominaba
gachupines.[42] Los españoles
americanos o criollos eran discriminados, lo que les suscitaba
envidia e indignación, pues haber nacido aquí les
concedía ser beneficiarios legítimos .

Flotaban en el aire ideas expuestas por John Locke en
Inglaterra en el siglo 17º, quien sostenía que el
Estado está obligado a garantizar la libertad del
individuo. Otros filósofos aconsejaban desterrar la
trinidad Rey-sacerdote-aristocracia que sojuzgaba a los pueblos;
exigir a los gobiernos respetar la voluntad de los gobernados, y
asegurar libertad de trabajar y desarrollo individual. Reino
Unido estaba organizado como monarquía constitucional,
parlamentaria y democrática, donde el pueblo se gobernaba
a sí mismo y participaba.

En el siglo 18º la Ilustración Francesa
proclamó desterrar el despotismo y clericalismo. Rousseau
enunció que el pueblo debe ser soberano. En EUA Jefferson
asentó que todos los hombres son iguales, libres e
independientes, con derecho a la vida, la libertad, a poseer
propiedades y a disfrutar felicidad. El pensamiento liberal
alumbró la Guerra de Independencia de las trece colonias
británicas de América y la Revolución
Francesa.

Tal ideología se difundió entre criollos y
mestizos de Nueva España y les inculcó anhelo de
emanciparse de la tiranía imperial, desprenderse del yugo
del clero, cancelar la Inquisición y desplazar o desterrar
gachupines.

Durante la ocupación napoleónica de
España la sociedad novohispana se segregó en
corrientes en pugna. Los leales consideraban que Fernando
Séptimo era la autoridad indiscutible; se mantenían
fieles a él, y reconocían la autoridad del Virrey.
Los moderados proponían crear juntas de gobierno como las
que operaban en la Península, que administraran las
colonias en tanto se reinstalara el Rey. Los radicales ansiaban
aprovechar para emanciparse.

El primer acto rebelde notorio ocurrió en 1808,
cuando el síndico Francisco Primo de Verdad
recomendó al virrey José de Iturrigaray convocar
los ayuntamientos para formar un gobierno provisional con
carácter de Junta Soberana —semejante a la
española— que gobernara mientras Fernando
Séptimo estuviere cautivo. La elite criolla
sospechó que Iturrigaray —con fama de ambicioso y
corrupto— pretendía independizar al país y
erigirse gobernante, lo que causó golpe de Estado que le
derrocó.

Mientras duró la Guerra de Independencia
española —que se empalmó a la mexicana—
se sucedieron cuatro virreyes incapaces de mantener el orden, por
ineptitud y/o por la situación imperante en la
metrópoli y en las colonias.

Abajo, la gran masa de mestizos parias, indios y
castas se debatían en la ignorancia y pobreza,
aprisionados en el régimen feudal opresivo. Para ellos no
tenía importancia lo ocurrido más allá de su
hábitat. Carecían de identidad nacional y
no comprendían ni les interesaba el significado de
patria.

Hidalgo convoca a
luchar

El ambiente patrocinó que se organizaran grupos
de conspiradores por todas partes. Continuos intentos de
sublevación fueron sofocados, en particular en el
Bajío, región de alta densidad demográfica,
bien comunicada, físicamente privilegiada y zona
agropecuaria estratégica. Concentraba ciudades
importantes, grandes haciendas y gente instruida. Era sitio ideal
para que prendiera la insurgencia.

En tal escenario apareció Miguel Hidalgo y
Costilla, sacerdote, hijo de español y criolla.
Leyó a autores del liberalismo y la Ilustración.
Aprendió náhuatl, otomí y purépecha.
Tuvo carrera exitosa, hasta llegar a rector del Colegio de San
Nicolás, en Valladolid (hoy Morelia), donde se
formó. El obispo de su diócesis, receloso de sus
méritos e ideales progresistas, lo frenó y
relegó a párroco de Colima, San Felipe y Dolores,
sucesivamente.

Hidalgo se unió al grupo de conspiradores
encubierto como grupo de lectura presidido por el
corregidor de Querétaro Miguel Domínguez, asistido
por su esposa Josefa Ortiz. Concurrían abogados,
comerciantes, profesionistas y oficiales del Ejército,
entre ellos Ignacio Allende, Mariano Abasolo, José Mariano
Jiménez y Juan Aldama. Pretendían organizar
levantamiento popular contra españoles ricos, hacendados y
aristócratas en diciembre de 1810, que fue descubierto y
sofocado. El mismo Domínguez, por su cargo,
denunció conspiradores que fueron apresados. Le
valió ser gratificado por el Virrey con una
pensión. Sería presidente de la república
por periodos cortos en cuatro ocasiones. Josefa Ortiz
avisó a tiempo a algunos concurrentes, que se evadieron.
Como castigo se le confinó en un convento.

El militar más calificado para dirigir la
rebelión era Allende. Pero las dotes de Hidalgo, su
carisma, relaciones, prestigio y conocimiento de dialectos
locales lo hicieron el indicado para encabezarla. Allende
sería su segundo.

Advertido Hidalgo de que la conspiración fue
descubierta, en la madrugada del 16 de septiembre de 1810
congregó feligreses a las puertas del templo de Dolores;
enarboló una efigie de la virgen de Guadalupe, y dio el
Grito[43]que marcó el arranque de
la guerra de indios, mestizos y castas, armados con
machetes y aperos de labranza, contra tropas bien armadas
integradas por sus iguales en contienda, que se alargó
once años. Los guerrilleros, inducidos por la esperanza de
reivindicación. Los soldados, por la paga.

"¡Viva la religión
católica!

¡Viva Fernando Séptimo!

¡Viva la virgen de Guadalupe!

¡Muera el mal gobierno!"

Tal fue su arenga. El propósito era conseguir la
"libertad política de la nación
constituida por hijos de América y enviar a los
gachupines a su madre patria." Hidalgo no buscaba
independizar a México, sino conseguir que los
criollos asumieran el gobierno, bajo la tutela del Rey. Su origen
hispano lo inclinaba a ser realista (partidario de la
monarquía), aunque por su ideología liberal era
autonomista (partidario del gobierno
autónomo).

Dos días antes del levantamiento se
instaló el 58º virrey, Francisco Javier Venegas,
exmilitar destacado que combatiría con denuedo a los
insurgentes.

Hidalgo disfrutó triunfos que le envanecieron.
Sustituyó el título Generalísimo de
América
que le asignaron por el de Alteza
Serenísima. Ejerció funciones de gobierno y sobre
la marcha abolió la esclavitud, suprimió tributos y
estancos, repartió tierras y estableció
garantías individuales. Sus decretos atraían cada
vez más adeptos a su causa.

En poco tiempo reunió 50,000 hombres que presas
de resentimiento, afán de venganza y codicia masacraban a
españoles, saqueaban propiedades, mancillaban mujeres y
asaltaban comercios. Experimentaron el efecto Lucifer,
como llama Zimbardo a la trasformación de personas buenas
y pacíficas en crueles y agresivas, impulsadas por fuerzas
sociales que les incitan a hacer de lado sentimientos de amor,
comprensión y justicia y se vuelven vengativos,
im

placables y sanguinarios.[44]

No asimilaban el propósito de su lucha.
Repetían vivas a Fernando Séptimo, pero peleaban
contra sus tropas. Les motivaba expeler su ira y conseguir algo
en la rapiña, que le daba carácter delictivo. Se
ilusionaban con recibir un pedazo de tierra, los cual le
imprimía contenido agrarista. Enfrentaban a su
madrecita Tonantzin-Guadalupe contra la virgen de los
Remedios, patrona de los españoles, con tintes de guerra
santa.

Las batallas eran muy crueles. El general español
Félix María Calleja —quien luego sería
virrey— presumía de matar a cuatro indios por cada
europeo fallecido en combate y de tardar quince minutos en
fusilar a un guerrillero.

En octubre los insurgentes derrotaron a los realistas en
el Cerro de las Cruces, próximo a la ciudad de
México. Faltó que Hidalgo diera la orden para
tomarla, por hallarse sin resguardo. Sorpresivamente,
ordenó a su tropa retirarse a Guanajuato, tal vez temeroso
de que causaran gran masacre y arrasaran la capital sin
piedad.

Allende se horrorizaba del vandalismo y reclamaba a
Hidalgo su impotencia para reprimir la furia y desorden de sus
huestes.

En enero de 1811 una división de 6,000 soldados
al mando de Calleja derrotó a 100,000 rebeldes en Puente
de Calderón, en Zapotlanejo, Jalisco. Tal era la
desventaja de los guerrilleros y así era el curso de la
contienda.

Hidalgo tomaba decisiones inesperadas. En cierta
ocasión abandonó Guanajuato. Allende le
reclamó por escrito que "les ha dejado indefensos. Todo
esto va induciendo en los pueblos un desaliento universal, que
dentro de breve puede convertirse en odio de nosotros y de
nuestro gobierno."[45] Asimismo, le
reprochó haber intentado huir y abandonar el movimiento.
"No hallo como un corazón humano en quien quepa tanto
egoísmo, mas lo veo en V. y veo que pasa á otro
extremo: ya leo su corazón y hallo la resolucion de
hacerse en Guadalajara de caudal, y á pretexto de tomar el
puerto de S. Blas, hacerse de

un barco y dejarnos sumergidos en el desórden
causado por V," escribió.[46]

En marzo aprehendieron a Allende, Aldama y
Jiménez en Acatita de Baján, Coahuila. Los enviaron
a Chihuahua, para ser fusilados y degollados en junio. Hidalgo
corrió igual suerte. Se le degradó como sacerdote y
se le excomulgó. Un mes después le mataron y
degollaron. Las cabezas de los cuatro se exhibieron en las
esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato,
sitio de su primera conquista bélica, como ejemplo de lo
que esperaba a los insurrectos.

¡Su hazaña duró seis
meses!

Cunde el
movimiento

Ignacio López y Rayón, abogado criollo,
mantuvo vivo el movimiento. En agosto de 1811 creó la
Suprema Junta Nacional Gubernativa, en Zitácuaro. Pensaba
que la soberanía dimanaba del pueblo; mas residía
en Fernando Séptimo. Curiosa paradoja: los insurgentes
luchaban a favor del Emperador, símbolo del despotismo,
mientras las tropas del Virrey representaban al gobierno liberal
de Cádiz. Rayón padeció sucesivas derrotas;
perdió fuerza y prestigio, y la Junta se disolvió
en 1813.

Lo sustituyó José María Morelos y
Pavón, sacerdote mestizo, formado en San Nicolás
durante la rectoría de Hidalgo, a quien se unió al
principio de la gesta como jefe de la división del sur.
Sobresalió como organizador, estratega y estadista.
Instaló en Chilpancingo el Congreso del Anáhuac,
que formuló la Declaración de independencia de
la América Septentrional
—así se
denominó a México— donde quedó
explícito el anhelo de independizarse: de "recobrar el
ejercicio de su soberanía usurpado; que en tal concepto
queda rota para siempre y disuelta la dependencia del trono
español."[47] También entregó
el documento Sentimientos de la nación, donde
sintetizó en 23 puntos su ideario libe

ral, democrático y
nacionalista.[48] El Congreso le eligió
titular del Poder Ejecuti

vo, con la dignidad de Alteza
Serenísima
, que rechazó, y se hizo llamar
Siervo de la Nación.

En 1814 promulgó Decreto constitucional para
la libertad de la América Mexicana
—"primer
planteamiento radical del liberalismo mexicano," anota Reyes
Heroles[49]en Apatzingán, donde
precisó que el objetivo de la gesta derivaba del concepto
de soberanía nacional y enunció su contenido
jurídico político democrático y liberal,
sustentado en principios de la Constitución de
Cádiz
. No tuvo vigencia formal.

Napoleón fue derrocado en ese año. El
Imperio quedó libre. Tropas que combatieron contra los
franceses se enviaron a Nueva España a fortalecer el
ejército virreinal, que recuperó plazas importantes
en 1815, entre ellas Acapulco y Oaxaca. Morelos fue aprisionado.
La Inquisición le procesó, le degradó como
sacerdote, le declaró hereje y le condenó a cadena
perpetua en un convento. Empero, el 59º virrey, Félix
María Calleja, quien le había derrotado en
Córdoba, lo sentenció a muerte y fue fusilado en
diciembre. Dirigió la lucha cuatro años.
Falleció quien inspiró a Napoleón exclamar:
"Con cinco generales como Morelos conquistaría el
mundo."[50]

En 1816 llegó el 60º virrey, Juan Ruiz de
Apodaca, a pactar la paz, convencido de que era imposible ganar
la guerra, que prosiguió aunque fragmentada. Los realistas
dominaban el norte, mientras el sur permaneció en manos
insurgentes, encabezados por el mulato Vicente Guerrero, antiguo
colaborador de Morelos, quien mantuvo a raya a los hispanos por
un lustro más.

En 1820 el Virrey nombró comandante del sur a
Agustín de Iturbide, ambicioso, corrupto, cruel y
sanguinario general criollo, celebre por derrotar a Morelos en
Michoacán en 1813. Estaba convencido de que la
única solución era una alianza.

En enero de 1821 Iturbide y Guerrero se reunieron en
Teloloapan, Guerrero. Un día después sellaron la
paz en un legendario abrazo ante las tropas reunidas en
Acatempan. El 24 de febrero Iturbide presentó su Plan
de la Independencia de México,
conocido como Plan
de Iguala
, por haberse emitido en esa ciudad. En él
ofreció al pueblo tres garantías:
independencia nacional, religión católica y
unión fraternal de americanos y europeos, sin diferencias
de origen o raza. Retomó el criterio de Hidalgo y
Rayón de reconocer a Fernando Séptimo como monarca,
que no aceptó Guerrero.

Se formó el Ejército Trigarante, encargado
de hacer respetar dichas garantías, simbolizadas en los
colores de la bandera concebida por Iturbide: verde,
independencia; blanco, religión, y rojo,
unión.[51] Al centro mostraba el
águila sobre el nopal, con las alas extendidas y corona
real en la cabeza, devorando la serpiente.

El último virrey, Juan O'Donojú, se
entrevistó en agosto de 1821 con Iturbide y firmaron el
Tratado de Córdoba, que formalizó la independencia
de la nación mexicana.

El 27 de septiembre de 1821 el Ejército
Trigarante entró a la ciudad de México.
Nació el efímero Imperio Mexicano, con
Agustín Primero al frente, después de once
años de guerra y trescientos de subordinación
colonial. Un día después se convocó la Junta
Provisional Gubernativa, presidida por Iturbide, y se
levantó la tercera Acta de independencia, que dio
autonomía política definitiva a
México.

En el informe que el virrey O'Donojú
presentó al Rey explicó: "La independencia ya era
indefectible, sin que hubiera fuerza capaz de
contrarrestarla."[52]

Apreciación
comparativa

La epopeya iniciada en 1810 ha de apreciarse a la luz de
las circunstancias y desde el punto de vista de los actores
involucrados.

Con el primer enfoque el movimiento era inevitable y
estallaría en cualquier momento, dadas las condiciones
políticas y económicas de España, la
ineficiencia con que gobernaba sus colonias y el pésimo
estado en que éstas se encontraban. El gobierno imperial
demostró incompetencia como metrópoli. Lo confirman
los levantamientos en otros catorce países de
América hispana.[53]

México sufría carencias, dificultades,
vicios y defectos. Por lo demás, no tenía aptitudes
ni experiencia para organizarse, integrarse y gobernarse por
sí mismo, igual que las naciones hermanas del continente.
Pero no había otro camino: buscarían
independizarse.

Visto desde el ángulo de los personajes fue acto
audaz, encomiable y oportuno; mas impulsivo e improvisado, dadas
las circunstancias anotadas y porque el tiempo estaba encima. Se
desenvolvió sin orden, dirección, perspectiva ni
estrategia.

Los conspiradores se inspiraron en la ideología
liberal inglesa y francesa, que fundamentaron la
emancipación de las colonias británicas de
América, con la ilusión de que obtendrían
resultado similar. No podría ser así, ya que el
escenario era bien diferente.

Examinemos lo qué ocurrió en el vecino del
norte y por qué, para comprender lo acontecido, no por
ensalzar lo logrado allá y denigrar lo observado
aquí. La burguesía local se rebeló contra el
régimen colonial inglés con ánimo de
implantar un orden político apropiado a sus
características y necesidades, que fomentara e impulsara
el desarrollo económico y social de acuerdo a su riqueza
territorial, cultura, espíritu empresarial y laboriosidad
de los colonos. Su trasfondo fue económico, no racial,
cultural, religioso, de clases ni social. Tampoco existía
problema de tenencia de la tierra, que abundaba, ni de
sobrepoblación. No se propusieron matar ingleses, saquear,
destruir o apoderarse de sus propiedades ni violar a sus mujeres.
Su meta fue ser independientes para beneficiarse de los frutos de
su economía, que se apropiaban los ingleses.

El movimiento fue concebido, planeado, organizado y
dirigido por personalidades como Benjamín Franklin, Thomas
Jefferson, Alexander Hamilton y John Adams, seres ilustrados
cuyos escritos forman parte de la bibliografía de
filosofía política. Los cuatro ocuparían la
presidencia de la república que fundaron.

Un suceso externo contribuyó a la
sublevación: la Guerra de siete años
(1756-1763) —serie de conflictos entre países
europeos— donde Reino Unido derrotó a Francia y
ésta perdió sus posesiones en ultramar. Elevados
costos de guerra y de gobierno hicieron excesiva la deuda
británica. Para resarcirse, en 1765 estableció en
sus posesiones de América el impuesto del timbre, que
revocó ante el revuelo que causó. Para compensarlo
elevó impuestos sobre varios bienes, entre ellos el
té, que provocó descontento de los colonos, quienes
en 1773 impidieron que los envíos de ese producto se
desembarcaran en el puerto de Boston. Aún así, los
buques con su carga se mantuvieron anclados, en espera de que se
cubriera el gravamen. Irritados, un grupo de ciudadanos
disfrazados de indios abordó una de las naves y
arrojó su carga al mar. El conflicto no se originó
en los aranceles, sino en decretarlos sin consultar a la
población. El suceso se conoce como motín del
te
(Boston tea party). En represalia el gobierno
británico cerró el puerto, acción calificada
de invasión hostil, y emitió leyes
catalogadas como intolerantes, que arreciaron el
malestar.

Como secuela, representantes de las provincias
instalaron el Congreso Continental en Filadelfia, en 1774, que
asumió funciones de gobierno, y se organizó el
Ejército Continental, comandado por George Washington, que
emprendió la guerra contra el Reino Unido, dispuesto a
independizarlas y convertirlas en Estados libres y
autónomos, sin dependencia ni conexión con el Rey.
Las batallas empezaron en abril de 1775. Francia y España,
enemigos tradicionales de Inglaterra, ayudaron a los
rebeldes.

El 4 de julio de 1776 dicho Congreso firmó la
Declaración unánime de Independencia de los
Estados Unidos de América
.

La guerra terminó en septiembre de 1783, por el
Tratado de Versalles (o de París). No dejó
daños humanos ni materiales graves, pues los contendientes
no cometieron atrocidades y las batallas se dieron en los
campos.

"La Declaración de la Independencia no
fundó, ni siquiera en teoría, una nación
nueva e independiente, fundó trece naciones separadas
nuevas e independientes, naciones con fronteras inciertas y con
mucha hostilidad entre ellas," afirma Asimov.[54]
Se requería un gobierno central poderoso que las fundiera
en un Estado unificado. En 1787 se creó la
Convención Constitucional, que durante cuatro meses se
encargó de sentar los lineamientos de la
Constitución, puesta en vigor en junio de 1788,
que estableció el régimen republicano y
democrático que subsiste.

Washington comandó el ejército durante
ocho años de guerra; tomó posesión como
primer presidente en abril del siguiente año, para
gobernar en dos periodos de cuatro años.

En México no existía burguesía,
dada la organización feudal corporativista, con residuos
de mercantilismo. Había clases aristócrata y
oligárquica, más una clase media insignificante. El
grueso de la población era pobre e ignorante y practicaba
economía comunal. Le tenía sin cuidado obtener
libertad de mercado y de empresa. Le convenció matar
gachupines para saciar su rencor social,
adueñarse o destruir sus cosas y conseguir un pedazo de
tierra. No tenía qué perder y algo podría
ganar.

Hidalgo movilizó indios y castas que
compartían usos, costumbres y formas de vida
tradicionales, interesados sólo en lo concerniente a su
ámbito. Les era indiferente ser súbditos del rey de
España; estar regidos por un gobernante europeo o criollo,
o que no hubiera gobierno. Presentían que de cualquier
modo seguirían siendo pobres, ignorantes y explotados. Su
interés inmediato era tener qué comer, beber,
dónde dormir y qué vestir. Su único refugio
era la devoción a su madrecita
Tonantzin-Guadalupe, alguien de los suyos, quien les
comprendía y cuidaba.

Trascendencia del
suceso

Los precursores del levantamiento insurgente actuaron en
el momento preciso, con patriotismo y buena fe. Los motivó
la convicción de que eran herederos legítimos del
utópico cuerno de la abundancia donde nacieron y
la ilusión de que cuando se encargaran del gobierno
crearían una nación próspera y feliz. No
dictaminaron las complejidades del territorio ni las dificultades
de comunicarse y trasportarse por su dilatada superficie. No
estimaron la baja potencialidad productiva de una economía
feudal con rasgos de mercantilismo ni cuantificaron la carga que
representa una masa informe de millones de personas iletradas,
hambrientas, enfermas, aisladas, con tradiciones arcaicas y
métodos primitivos de producción.

La guerra terminó en 1821. Agustín Primero
fue coronado Emperador en julio de 1822, "golpe teatral que no
dio mayor respeto al nuevo orden de cosas, sino más bien
contribuyó a quitárselo," opina
Alamán.[55]

Las Cortes Españolas desconocieron el Tratado de
Córdova y declararon nula e ilegal la independencia.
Tropas hispanas permanecieron en San Juan de Ulúa hasta
1827.

EUA reconoció a México como Estado
independiente en 1823 y su presidente James Monroe
advirtió a gobiernos europeos que no intervinieran en los
procesos de independencia continentales, porque "América
es para los americanos."

España no reconoció la independencia de su
excolonia hasta 1836, después de fallecer Fernando
Séptimo.

Desde 1821 México trata de encontrar su
identidad, organizarse, definir su destino y aprender a
gobernarse. El inicio fue arduo, pues carecía de personas
capaces, con experiencia para organizar, planificar, administrar,
aplicar y hacer cumplir la ley, lo que le confirió
fragilidad política. Haber vivido once años en
guerra generó inercia bélica que auspició
levantamientos continuos. El primero lo encabezó Antonio
López de Santa Anna en Veracruz en diciembre de 1822.
Obligó a Iturbide a abdicar en marzo siguiente. Lo
sustituyó un triunvirato provisional, nombrado Supremo
Poder Ejecutivo. La vida independiente arrancó con el
incumplimiento de una de las tres garantías: no se
logró unir a los habitantes de estas tierras.

En 1824 se emitió la Constitución
que instaló la república denominada Estados Unidos
Mexicanos —calcada de Estados Unidos de América
(EUA)— conocida doquiera como México, porque ni los
nacionales utilizan el nombre oficial. Aportó concepciones
democráticas de soberanía popular,
representación política, derecho de voto,
principios igualitarios, división de poderes y
sujeción a la ley, tomadas de las constituciones de
Cádiz y EUA. El primer presidente fue el criollo Guadalupe
Victoria,[56] compañero de lucha de
Morelos.

El desorden político fue crónico. Entre
1824 y 1855 hubo 41 presidentes de la república. Santa
Anna repitió siete veces. Lo destituyó el
levantamiento de Ayutla en 1854 —"primera revolución
ideológica de México," la llama Guillermo
Prieto[57]que reafirmó la soberanía
nacional, la democracia y el pacto republicano. En ese marco se
emitieron Leyes de Reforma y
Constitución de 1857, que originaron la
Guerra de Reforma entre liberales y conservadores y la
gestión de dos gobiernos paralelos: liberal de Benito
Juárez, en Guanajuato, y conservador de Félix
Zuloaga, en la capital. En enero de 1961 triunfaron los liberales
y Juárez volvió a la ciudad de
México.

La anticuada, incipiente y débil economía
estaba destrozada y en quiebra, por haber colaborado a sostener
la guerra de independencia española y porque empresarios
hispanos regresaron a su patria con sus capitales para huir de la
guerra o temerosos de ser expulsados.[58] Once
años de batallas destruyeron infraestructura, edificios,
instalaciones y equipo. Las minas lucían abandonadas,
derrumbadas o inundadas; la extracción de plata se
cortó a la mitad, y la de oro disminuyó
25%.

El gobierno mexicano consiguió empréstitos
para fortalecer sus finanzas, celebrar convenios y reforzar su
ejército, ante la posibilidad de que España
tratará de invadir. Tomó medio siglo reparar la
infraestructura y reconstruir el aparato productivo.

El presidente Juárez decretó moratoria de
pagos de la deuda externa en 1861. España, Reino Unido y
Francia enviaron tropas a México en 1862 a exigir su pago.
Se suscribieron acuerdos con los dos primeros, quienes se
retiraron. Francia invadió, tomó la capital y en
1864 erigió emperador de México a Maximiliano
Primero (de la casa de Habsurgo), a petición de los
conservadores. Juárez instaló su gobierno en Paso
del Norte (hoy Ciudad Juárez).

Triunfó la autonomía en 1867 y se
restauraron principios republicanos; pero Juárez se
aferró al poder durante 14 años, hasta su muerte.
En 1876 se encumbró Porfirio Díaz, quien
implantó paz, modernizó la economía y
fomentó progreso social; mas traicionó la
vocación democrática al obsesionarse por mantener
el poder e incubó la Revolución de 1910,
que le derrocó en 1911. Gobernó 35
años.

En 1917 se emitió otra
Constitución: la que está en vigor, objeto
de más de quinientos reformas.

En 1929 terminaron los levantamientos armados al crearse
el Partido Nacional Revolucionario (PNR), que aglutinó
jefes militares, facciones, caciques y partidos. Plutarco
Elías Calles, presidente de 1924 a
1928,[59] se proclamó Jefe Máximo de
la Revolución y utilizó el PNR para seleccionar,
coordinar y controlar al Presidente, gobiernos locales,
legislaturas y poderes judiciales, hasta 1935, durante el
período conocido como maximato.

Lázaro Cárdenas se sacudió la
tutela en 1935 y trasformó PNR en Partido de la
Revolución Mexicana (PRM) en 1938. Le imprimió
carácter centralista y corporativo para vigorizar la
autoridad presidencial, con carácter nacionalista y
socializante.[60] En 1946 se convirtió en
Partido Revolucionario Institucional (PRI), para connotar que
revolución era proceso
institucionalizado, bajo contexto civilista, con
participación de la creciente clase media. Miguel
Alemán ocupó la presidencia bajo ese
membrete.

Se instituyó un régimen democrático
sui generis, en cuyo centro estuvo PRI, creado,
controlado y operado por el gobierno. Se encargaba de organizar
el cambio regular de gobernantes, con intervención de la
mayor parte posible de la población, requisitos
especificados por Lipset para considerarlo
democrático.[61] Tuvo legitimidad por haber
sido "arreglo institucional para llegar a decisiones
políticas por las cuales ciertos individuos adquieren el
poder de decidir mediante una lucha competitiva por el voto del
pueblo," según define Schumpeter.[62] Se
calificó de presidencialismo, porque el poder del
titular era incuestionable durante el período legal de
seis años, respetado bajo el principio de no
reelección
.

En 2000 la presidencia fue ocupada por el candidato del
Partido Acción Nacional (PAN), asociado con otro
pequeño, y cortó la hegemonía del PRI. En
2006 volvió a triunfar PAN. Hubo transición de
partidos; pero sigue pendiente reformar el Estado; sacudirle
atavismos y defectos que lo atrofian y modernizarlo de acuerdo a
las características actuales de la sociedad
mexicana.

Conclusión

La Guerra de Independencia fue trascendental en el
destino de México. Al celebrarse doscientos años
del Grito que marcó su arranque conviene repasar
su significación, a partir del examen de las
circunstancias en que se gestó, de las influencias
recibidas del exterior y de su contexto cultural,
político, económico, psicológico y social.
Es decir, hay que observarla de manera integral, ya que los
fenómenos humanos se manifiestan en fenómenos
sistémicos.

El carácter mercantilista de España
medieval y la contrastante geografía mesoamericana
determinaron que los conquistadores se centraran en aprovechar
los recursos abundantes: yacimientos minerales y grupos humanos
sedentarios organizados. Se selló el destino de
México como economía de base minera y agropecuaria
de tipo feudal corporativo, mediante concesión de
mercedes de tierras y encomienda de indios, que
instituyeron burocratismo, compadrazgo y corrupción. La
complementó incipiente industria creada para satisfacer el
consumo local, sujeta a restricciones que protegieran los
intereses de la economía hispana. Se extraían
metales y materias primas y la metrópoli surtía la
mayoría de manufacturas. Lo condenaron a ser monoproductor
e importador neto.

La conquista militar fue sencilla, dada la superioridad
del ejército invasor. La conquista espiritual se
fincó en impoer la religión católica y la
cultura españolas a los indios, quienes por un lado fueron
protegidos por gobierno y misioneros, en tanto los conquistadores
les explotaban, engañaban y abusaban de ellos. Los
sacerdotes se inmiscuían en sus conciencias y les dictaban
cómo deberían actuar, auxiliados por la
Inquisición, que intervenía en todos los aspectos
de la vida y restringía su derecho de pensar y actuar. No
se les instruía, se utilizaba su energía corporal.
La sociedad mexicana se proletarizó y
lumpenizó.

La situación política de España era
catastrófica a fines del siglo 18º. Su
economía era anticuada y se hallaba anquilosada. Con un
pie en el feudalismo y otro en el mercantilismo dependía
de sus colonias, en particular de la plata mexicana. Su dispendio
y gastos bélicos la tenían en ruina. Estaba en
decadencia y sin aptitudes ni capacidad para conservar sus
territorios de ultramar, donde imperaban inconformidad,
efervescencia y anhelo de libertad.

En consecuencia, el estado de sus colonias era
desastroso. En Nueva España el ambiente político
era confuso y existía tensión de la Iglesia,
comerciantes, empresarios, agricultores y población en
general contra el gobierno virreinal, calificado de mal
gobierno
, al que Hidalgo fustigó en su
Grito, al expresar "¡Muera el mal
gobierno!"

La sociedad estaba dividida y en pugna. Gobernaba la
oligarquía compuesta por peninsulares que acaparaban poder
y privilegios, puestos públicos y eclesiásticos y
concesiones para negocios redituables Se enriquecían con
prontitud y regresaban a su patria. Los criollos, relegados a
segundo plano, sentían envidia e indignación, pues
haber nacido aquí les convertía en beneficiarios
legítimos. Los europeos se esforzaban por conservar su
supremacía. Los nacidos aquí los consideraban
intrusos y deseaban desplazarlos.

La masa de indios y castas se hallaban sumidos
en la ignorancia y pobreza, imbuidos de religiosidad y
supersticiones inculcadas para mantenerlos cautivos y sumisos.
Carecían de identidad nacional y no comprendían ni
les interesaba el significado de patria. Les era indiferente
quien gobernara. De cualquier manera, intuían que eran
propietarios legítimos de la tierra y deberían
luchar para quitarla a los hispanos y labrarla ellos con sus
manos.

Cundió la mentalidad de que debían luchar
por lograr independencia y soberanía. Los líderes
insurgentes actuaron en el momento preciso, con audacia y valor
encomiables. Pero sin orden, dirección, perspectiva ni
estrategia. Su movimiento no derivó de una
convención, acuerdo ni plan preconcebido, No precisaron
qué tipo de Estado podían establecer ni cómo
organizarlo. No estimaron cuánta gente se adheriría
ni con qué intenciones y aspiraciones. No previeron las
reacciones que tendrían los contendientes ni cómo
controlarlos si se desbordaban los ánimos. No anticiparon
el curso que podría seguir el movimiento ni el resultado
final. Actuaron con típica conducta a la
mexicana
, sustentada en el a'i se va
Había que improvisar. No había
alternativa.

La filosofía liberal inglesa y francesa era
adecuada a las características culturales y sociales de
Europa y colonias británicas de América; pero
Inaplicable en posesiones hispanas, donde se mezclaban cultura
europea anticuada y tradiciones locales arcaicas, e imperaba
estratificación social discriminatoria. No existía
burguesía y era ínfima la clase media.

Un pueblo pobre, ignorante y supersticioso es explosivo.
Hidalgo lo inflamó y exhortó a combatir con la
virgen como estandarte, para exaltar su misticismo; a matar
gachupines, para excitar su coraje, y repartía
tierras, liberaba esclavos y ofrecía garantías,
para suscitar su interés. No previó que de paso
destruirían o se adueñarían de propiedades y
mancillarían mujeres. Inculcó una motivación
fincada en la diferencia racial e infundió odio
antihispano, que perduró muchos años y tuvo rasgos
de guerra santa, al enfrentar a Tonantzin-Guadalupe a la virgen
de los Remedios.

Existen versiones de que Hidalgo se arrepintió de
haber desatado la guerra sin plan, organización,
estrategia ni metas concisas. Imaginó que sería una
contienda limpia y pura. No previó que la multitud
ignorante, hambrienta, humillada sería indomable al romper
las cadenas que la avasallaban.

En opinión de Vasconcelos "Hidalgo no sólo
hizo desastres, pero ¿qué otra cosa se puede
esperar de un pueblo tiranizado en que no es libre la
discusión ni acata nadie los dictados de la opinión
pública? […] No queda sino el recurso desesperado de
motines y rebeliones que no conducen sino a la destrucción
lenta y definitiva de lo que debiera ser poderosa
nacionalidad."[63]

Las acciones fueron inconsistentes: Hidalgo dio su
Grito de Independencia en 1810: Morelos presentó
su Declaración de Independencia en 1813, e
Iturbide signó su Acta de Independencia en 1821.
¡La independencia se declaró tres veces! En
EUA sólo la celebrada el 4 de julio.

Se elaboraron cuatro constituciones: 1812, 1824, 1857 y
la vigente de 1917, objeto de más de quinientos reformas.
Reino Unido tiene su Charta Magna desde 1215 y EUA
emitió su Constitución en 1787-88, objeto
de veintisiete enmiendas.

México lleva dos siglos en busca de identidad,
organizarse, definir su destino y aprender a gobernarse. Ha
actuado con autonomía y ha ensayado varios estilos. Mas la
mitad del pueblo se halla cautivo de la miseria, ignorancia y
supersticiones, que lo aprisionan en círculo perverso que
coarta su movilidad de actuar y le mantiene en estado de
sujeción amo/siervo. Es evidente que México no ha
alcanzado su independencia cabal.

En 2010 los gobiernos federal y estatales proyectan
celebrar el 200º aniversario del Grito de
Independencia con más de 1,700 actividades, 276 obras de
infraestructura y 20 monumentos emblemáticos,
cuyo presupuesto preliminar es 1,575 millones de pesos, informa
El universal,[64] aun cuando la
economía convalece de la tremenda recesión de
2008-09 y a pesar de que el secretario de Hacienda
advirtió que la crisis abrió un boquete de
300,000 millones de pesos.[65]

"Porfirio Díaz hizo lo mismo hace 100
años," reseña El
universal
.[66] Construyó El
ángel
que adorna la portada de este ensayo,
empezó a levantar el Palacio de Bellas Artes y el Palacio
Legislativo —que terminó en Monumento de la
Revolución— y muchas obras.

Habrá quien justifique tal gasto con el
argumento: ¿si don Porfirio lo hizo, por qué
nosotros no?

EUA celebró su bicentenario en 1976, con
emisión especial de monedas de 0.25, 0.50 y 1.00
dólar; se confeccionó una bandera conmemorativa, y
hubo ceremonias por todo el país a partir de abril de
1975. La Reina Elizabeth Segunda de Reino Unido y su consorte
hicieron visita especial de Estado. Hubo celebración
digna, propia de una sociedad madura, sin suntuosidad ni
ostentación.

Es innegable que las naciones necesitan símbolos
que refuercen su identidad y reafirmen el concepto de patria. EUA
festeja el 4 de julio (1776) y Francia el 14 del mismo mes
(1789). Debemos celebrar el 16 de septiembre de 2010 por ser
fecha emblemática,[67] como invocó
Morelos en sus Sentimientos de la
nación
.[68] Mas no hay que exagerar,
sobre todo porque no se ha logrado el propósito por el que
pelearon Hidalgo, Morelos, Guerrero y tantos insurgentes: que los
mexicanos tengamos una patria digna, libre de pobreza,
ignorancia, corrupción, impunidad, crimen,
explotación; donde no exista una clase selecta encima de
multitudes excluidas; donde todos respeten los derechos de los
demás y participen y colaboren a engrandecer la patria con
espíritu de solidaridad. Cuando se logre, la gesta de
independencia alcanzará significación.O

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Autor:

Miguel Ángel Peralta
Wheatley

Cuernavaca, Morelos, 2010

Perfil del autor

Monografias.com

Miguel Ángel Peralta Wheatley es doctor en
antropología, por el Centro de Investigación y
Docencia en Humanidades del Estado de Morelos (CIDHEM); maestro
en administración de empresas, por Newport University, y
licenciado en economía, por UNAM. También es
diplomado AD2 del Instituto de Alta Dirección de Empresas
(IPADE) y tomó cursos de especialización en
sistemas dinámicos en Massachussets Institute of
Technology (MIT) y de planeación regional, en Cassa
del Mezzogiorno, en Roma, Italia.

Se ha desempeñado como economista,
investigador social y experto en planeación
estratégica en instituciones de crédito, gobierno
federal y gobierno de Morelos, que le han mantenido en contacto
permanente con la realidad económica, social y
política de México.

Ha sido profesor de economía en UNAM,
universidades de Guadalajara, Iberoamericana y LaSalle,
ITESM-Campus Cuernavaca y Universidad TecMilenio-Campus
Cuernavaca.

Es autor de innumerables
artículos sobre economía, finanzas y
planeación y de libros, entre ellos
Economía
para todos (1977), cuya nueva edición se encuentra en
proceso.  

[1] Censo levantado en 1793 consigna que la
zona central albergaba 75.2% de la población. Cfr.
López Rosado, Diego, Historia y pensamiento
económico de México, Tomo I. Agricultura y
ganadería. Propiedad de la tierra, UNAM, México,
1968, p. 174.

[2] Gibson, Charles, Los aztecas bajo el
dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México,
1980, p. 9.

[3] González Santos, Armando, La
agricultura. Estructura y utilización de los recursos,
FCE, México, 1957, p.1.

[4] Las tierras descubiertas por Colón
en 1492 se llamaron Indias Occidentales, porque creyó
llegar a la India. Al conocerse que era otro continente,
situado al oeste, se le mantuvo el nombre adjetivado con su
ubicación cardinal.

[5] El gentilicio aplicado a pobladores de
las Indias Occidentales es indios, sancionado por cinco siglos
de uso. En México independiente el vocablo
adquirió connotación peyorativa, porque al asumir
el poder los mestizos consideraron inferiores a los indios. Sus
defensores (indigenistas) emplean el eufemismo indígena,
cuya raíz es la de indigencia —del latín
indigere, carecer— que es humillante. Indios es
término correcto, aceptado y empleado con dignidad y
orgullo por ellos. Con este criterio lo utilizo. En citas
respeto el eufemismo indígena.

[6] Mendieta y Núñez, Lucio,
Efectos sociales de la Reforma Agraria en tres comunidades
ejidales de la República Mexicana, UNAM, Instituto de
Investigaciones Sociales, México, 1960, p. 14.

[7] Mendieta y Núñez, Lucio,
op.cit.

[8] Alamán, Lucas, Historia de
México, Tomo I, citado por López Rosado, Diego,
Historia y pensamiento económico de México, Tomo
I. Agricultura y ganadería. Propiedad de la tierra,
UNAM, México, 1968, p. 174.

[9] López Rosado, Diego,
ídem.

[10] Mendieta y Núñez, Lucio,
op. cit., pp. 14-15.

[11] Sánchez-Albornoz, Nicolás,
"El debate inagotable," en Revista de Indias, Vol. LXIII,
Núm. 227, pp. 9-18, Madrid, 2003, p. 11.

[12] El Tribunal del Santo Oficio de la
Inquisición fue creado por el Papa Lucio III en el siglo
12º, para combatir la herejía en el sur de Francia.
En la Edad Media se extendió por países europeos.
En España lo instituyeron los Reyes Católicos en
1478 para garantizar el respeto de la ortodoxia católica
en sus posesiones. Se estableció en México y
Perú en 1569.

[13] Recopilación de Leyes de los
Reynos de las Indias (1680) http://www.gabrielbernat.
es/espana/leyes/index

[14] Aristóteles, La política,
Editores Mexicanos Unidos, México, 1998, p.13.

[15] Heilbroner, Robert L, La
formación de la sociedad económica, FCE,
México, 1974, p. 64.

[16] Citado por León-Portilla, Miguel,
“La religión de los mexicas,” en Historia de
México, Tomo 4, pp. 805-838, Salvat, México,
1978., p. 820.

[17] La aparición dijo llamarse
Coatlaxopeuh (la que aplasta la serpiente), pronunciado
Coatlasope, que los conquistadores captaron como Guadalupe,
nombre de dos deidades veneradas en España. Cfr.
¿Por qué el nombre "de Guadalupe"?, en http://
es.catholic.net/turismoreligioso

[18] Mendieta, F. G., Historia
eclesiástica indiana, 1960, citado por Caballero Zamora,
Carlos, El lado oculto de la guadalupana. Su autenticidad
india. Síntesis 2001, Segundo Encuentro
Interdisciplinario de Antropología e Historia del
Guadalupanismo, Auditorio Javier Romero Molina, Escuela
Nacional de Antropología e Historia, México,
D.F., 17 de septiembre de 2001.

[19] Freud, Sigmund, “Moisés y
la religión monoteísta,“ en Obras
completas, Tomo III, pp. 3,241-3,324, Biblioteca Nueva, Madrid,
1973, p. 3,294.

[20] Dibble, C. E., “Writings in
Central Mexico,” en Handbook of Middle American Indians,
Vol. 10, University of Texas Press, Austin, 1971, pp.
322-332.

[21] Sánchez-Albornoz, Nicolás,
op. cit., p. 11.

[22] Mac Leod, Murdo J., Historia
socioeconómica de la América Central
española, 1520-1720, Biblioteca Centroamericana de
Ciencias Sociales, Guatemala, 1980, p. 17.

[23] Velázquez, María del
Carmen, "Nueva España en la segunda mitad del siglo
XVIII, en Historia de México, Tomo 7, pp. 1,501-1,526,
op cit, pp. 1,524 y 1,525.

[24] Gutiérrez Escudero, Antonio, "El
inicio de la independencia en México: El cura Hidalgo,"
en Araucaria, primer semestre. Año/Vol. 10, Núm.
019, pp. 227-257, Universidad de Sevilla, Sevilla, 2008, p.
227.

[25] Los españoles nacidos en
México se adjetivaban americanos. Para distinguirse de
los ciudadanos de Estados Unidos de América —en
rigor americanos, dado el nombre oficial de su
país— a éstos les nombraba norteamericanos,
trato que se arraigó.

[26] Gibson, Charles, Los aztecas bajo el
dominio español. 1519-1810, Siglo XXI, México,
1980, p. 155. Cfr. Carrasco, op. cit., pp. 30-31.

[27] Taylor, Charles, El multiculturalismo y
la política de reconocimiento, FCE, México, 1993,
pp. 44-45.

[28] Obrajes eran unidades para manufactura
de textiles e hilos de lana y algodón, industria de
mayor desarrollo en la Colonia.

[29] Marx denomina proletariado lumpen al
"producto pasivo de la putrefacción de las capas
más bajas" de la sociedad. Marx, Carlos, "Las luchas de
clases en Francia de 1848 a 1850." pp. 103-313, en Carlos Marx
– Federico Engels, Obras escogidas en dos tomos, Tomo I,
Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1952, p.
138.

[30] Hijismo es contraparte del paternalismo
practicado por caciques y tlatoanis en sociedades
prehispánicas, refrendado por autoridades virreinales y
eclesiásticas.

[31] Gazol Santafé, Antonio, Los
países pobres, FCE, México, 1974, pp. 15-16.

[32] Weber, Max, La ética protestante
y el espíritu del capitalismo, Premia Editora,
México, 1979., p. 24.

[33] Llamo subdesarrolladas a
economías que se hallan atrasadas respecto a las
desarrolladas. Descarto en desarrollo y en vías de
desarrollo, eufemismos empleados por organismos
internacionales, vagos e inexactos, pues las economías
ricas no están estancadas, se mantienen en desarrollo y
muchas de las rezagadas no están en desarrollo.

[34] López Rosado, Historia y
pensamiento económico de México, Tomo II.
Minería. Industria, UNAM, México, 1968, p.
24.

[35] Jiménez Moreno, Wigberto,
Miranda, José y Fernández, María Teresa,
Historia de México, ECLALSA, México, 1970, p.
244.

[36] Ídem, p. 151.

[37] Ibídem, p. 24.

[38] Citado por Rudomin, Pablo y
Talancón, José Luis, "Industrialización y
desarrollo tecnológico: una perspectiva
histórica," en El mercado de valores, 2/99, pp. 10-17,
Nacional Financiera, México, febrero de 1999, p. 13.

[39] Ídem

[40] Ibídem.

[41] Burgueses eran los habitantes de los
burgos (ciudades). Emprendieron la trasformación de la
economía feudal en capitalista y combatieron el
absolutismo real, a favor de la reivindicación de sus
derechos políticos y coadyuvaron a implantar libertad,
igualdad, fraternidad y un sistema democrático de
gobierno. Marx cambió su significado al nombrar
burgueses a los propietarios de los factores de
producción y acusarlos de explotar a los trabajadores (o
proletariado) y originar lucha de clases entre ellos.

[42] Gachupín es deformación de
cachupín, formado por los vocablos náhuatl
cactli, calzado o zapato, y tzopini, espina, aplicada a las
espuelas de los soldados españoles. Forman catzopini,
"hombre con espuelas," según acepción atribuida a
Fray Servando Teresa de Mier. Cfr. Gachupín,
hhtp://wikipedia.org. Era epónimo de español
avecindado en América. Se volvió despectivo
aplicado a quienes vienen a enriquecerse y una vez logrado
regresan a su patria. El odio racial creado por la guerra lo
generalizó a todo hispano. La Real Academia consigna
como origen la palabra portuguesa cachopo, niño, que es
inaplicable.

[43] La Real Academia define grito como
"manifestación vehemente de un sentimiento general."

[44] Zimbardo, Philip, The Lucifer Effect,
http://www.lucifereffect.org/lucifer.htm. Es autor del libro El
efecto Lucifer: el porqué de la maldad, Paidós,
Barcelona, 2008.

[45] Carta de Ignacio Allende a Miguel
Hidalgo al plan de Hidalgo de abandonar Guanajuato para pasar a
Guadalajara. Cuartel general de Guanajuato. Noviembre 19 de
1810. http.// www.wikipedia.com

[46] Carta de Ignacio Allende a Miguel
Hidalgo al sospechar que Hidalgo intentaba embarcarse en San
Blas rumbo a Guadalajara, y abandonar Guanajuato. Guanajuato,
20 de Noviembre de 1810. http.//www.wikipedia.com. Respeto
redacción original.

[47] Acta de declaración de
independencia, Congreso de Chilpancingo, 6 de noviembre de
1813. Trascrita por Lemoine, Ernesto, "La revolución
radical: José María Morelos," en Historia de
México, Tomo 8, pp.1,691-1,706, op. cit., p.1,703..

[48] Morelos y Pavón, José
María, Sentimientos de la Nación, Chilpancingo,
14 de septiembre de 1813. http://www.wilkipedia.org

[49] Reyes Heroles, Jesús, El
liberalismo mexicano. Los orígenes, FCE, México,
1982, p. 25.

[50] Herrejón Peredo, Carlos,
"Recogiendo sus pasos", Morelos, Clío, México,
1996. Citado en José María Morelos,
http://www.wilkipedia.org

[51] El decreto que estableció la
bandera nacional fue de 7 enero de 1822. El 24 de febrero,
fecha de presentación del Plan de Iguala, se
designó día de la bandera. Benito Juárez
modificó el significado de los colores para quitarles el
sentido religioso: verde, esperanza en el destino de la patria;
blanco, pureza de los ideales populares, y rojo, sangre de los
héroes fallecidos.

[52] Lemoine, Ernesto, "1821:
transacción y consumación de la independencia,"
en Historia de México, Tomo 8, pp.1,733-1,748, op. cit.,
p. 1,747

[53] Argentina, Bolivia, Chile, Colombia,
Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras,
México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Uruguay y
Venezuela.

[54] Asimov, Isaac, El nacimiento de los
Estado Unidos. 1763-1816, Historia Universal Asimov, Alianza
Editorial, Madrid, 1983, p. 84.

[55] Alamán, Lucas, Historia de
México, Vol. V. Trascrito por Crook Castan, Clark, "El
Imperio Mexicano," en Historia de México, Tomo 8, pp.
1,749-1,764, op. cit. p. 1,762.

[56] Su nombre original era José
Miguel Ramón Adaucto Fernández y Félix. Lo
cambió en honor de la virgen de Guadalupe y de la
victoria insurgente.

[57] De la Torre Villar, Ernesto, "La
revolución de Ayutla," en Historia de México, op.
cit., Tomo 9, pp. 2,003-2,012, p. 2,006.

[58] El sentimiento antihispano se
confirmó el 20 de diciembre de 1827 cuando el gobierno
de Victoria decretó la expulsión de residentes en
México nacidos en España.

[59] Su nombre de bautizo fue Francisco
Plutarco Elías Campuzano. Adoptó el apellido
Calles del esposo de su tía materna, quien se hizo cargo
de él al morir su madre.

[60] El corporativismo es régimen
político fincado en el patrocinio estatal de grupos
(corporaciones) a los que se conceden prerrogativas y
privilegios, a cambio de que apoyen y sostengan al gobierno.
Casos ejemplares son los regímenes de Mussolini y
Hitler.

[61] Lipset, S. M., Political Man: the Social
Basis of Politics, Doubleday, New York, 1959, pp. 45-46.

[62] Schumpeter. Joseph A., Capitalism,
Socialism, and Democracy, Harper and Brothers, New York, 1959,
p. 269.

[63] Vasconcelos, José, Breve historia
de México, Ediciones Botas, México, 1937, p.
327.

[64] "Los excesos del bicentenario," El
universal, México, 6 de octubre de 2009, pp. A8-A9.

[65] "Admite Carstens boquete de 300 mil mdp
por la crisis," Milenio, México, 20 de mayo de 2009,
primera plana.

[66] El universal, México, 6 de
octubre de 2009, p. A9.

[67] El Grito se pronuncia en la noche del 15
de septiembre, porque así lo dispuso Porfirio
Díaz para que coincidiera con la fecha de su
nacimiento.

[68] Ver epígrafe en página 1
supra.

Partes: 1, 2
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