Sobre la
familia
La familia se ha considerado durante años como
"la célula fundamental de la sociedad", sin embargo, esta
premisa es perfectamente cuestionable en un mundo globalizado
cuyos valores han orientado nuevas formas de vida y convivencia.
Hoy día, las relaciones familiares han traspaso los
límites de lo que un marco legal determinaba como
"familia". Hasta hace una década aproximadamente, la base
legal daba la pauta de la organización social y familiar
al determinar que familia era toda unión
consanguínea liderizada por la figura de padre y madre. No
obstante, los cambios que trajeron consigo la
globalización y transnacionalización no tan
sólo del mercado, sino de las culturas, formas de vida y
de organizaciones sociales, convierten a la familia
consanguínea tan sólo como un tipo de familia,
puesto que la familia puede considerarse como el grupo unido por
intereses, afinidad o convivencia. El marco jurídico
incluso ha tratado de ajustarse a las nuevas formas de entender
la familia. Al respecto, Fumero (2009) señala que "es muy
probable que siempre aparezcan nuevas formas de familia y que la
misma, siempre esté buscando diversas tipologías
conforme evolucione la sociedad, la
cultura, los modelos
matrimoniales y otros factores que influyen en sus modos
concretos y que el docente debe conocer, al momento de abordarla
o interrelacionarla al proceso del aprendizaje del participante.
Sin embargo, existen diversas clasificaciones de estructuras
familiares que se acoplan a la realidad social y que permiten su
tipo de clasificación. Por ejemplo, la familia
monoparental, grupos familiares de crianza, la extensa o
empleada; reconstruida o ensamblada; familiarización de
amigos; nuclear o básica, entre otras" (Documento en
línea).
Hablar de familia en la actualidad nos lleva a hablar de
diversidad. Más allá del casi obligado plural con
que debemos referirnos a la institución familiar, es
cierto que las definiciones de familia por más variadas
que sean descansan hoy en la relación interindividual,
dando la idea de que la familia es ante todo un proyecto
relacional que no hace referencia necesariamente a lazos de
sangre. Precisamente Schaffer (1990) señala que la
naturaleza de las relaciones interpersonales son el factor clave
del desarrollo del niño en la familia, más incluso
que la propia estructura familiar. Esto es precisamente lo que se
quiere rescatar en este ensayo, la naturaleza de la
relación interpersonal como factor clave del desarrollo
del niño en la familia. La familia sigue siendo, a pesar
de los ataques y dudas que se ciernen sobre ella, el nudo
esencial de la constitución de la personalidad de los
niños. Prácticamente todas las definiciones,
más allá desde donde se posicionen para estudiar a
la familia, hacen referencia a los factores comunes:
habitación común, descendencia común, mismo
techo, mismo apellido, mismos padres, mismo grupo, misma
historia.
Podríamos decir que dos aspectos fundamentales
marcan a la familia de hoy: es el niño que la define, ya
sea por su ausencia o por su presencia. González (2000)
apoya esta idea al señalar que la historia de las personas
dentro de las familias no es tan lineal como antaño: el
ciclo de vida familiar no es tan previsible, y una misma persona
puede pasar por muy diferentes etapas de su vida en cuanto a la
familia: celibato, pareja, familia monoparental, familia
compuesta, etc.. Pareciera pues, que la familia se ve amenazada
en lo que tiene de más fundamental: dar a sus miembros la
identidad de base suficientemente reaseguradora para afrontar los
acontecimientos de la vida. La autora señalada, afirma que
la familia antes tomaba a cargo dimensiones muy particulares de
la experiencia humana: tiempo de vida, de aprendizaje, de
educación, de reproducción y ahora está
cediendo algunas de estas funciones a otras
instituciones.
Relación
entre el hecho educativo y la familia
Según lo expuesto hasta aquí y pese a la
polémica que pueda generar el tema, la autora reafirma que
la familia es claramente el primer contexto de aprendizaje para
las personas, en este sentido, es importante aclarar que en su
seno aprenden no sólo los niños sino también
los adultos. En la familia se ofrece cuidado y protección
a los niños, asegurando su subsistencia en condiciones
dignas. También ella contribuye a la socialización
de los hijos en relación a los valores socialmente
aceptados. Las familias acompañan la evolución de
los niños, en el proceso de escolarización, que es
la vía excelente para ir penetrando en otros
ámbitos sociales diferentes a la familia. Esta, a
través de estas funciones apunta a educar a los
niños para que puedan ser autónomos, emocionalmente
equilibrados, capaces de establecer vínculos afectivos
satisfactorios.
Angarita (2007) expresa que la familia entre muchas de
sus funciones, la más resaltante es su función
socializadora, que conecta al niño con los valores
socialmente aceptados. La enculturación como así ha
dado en llamarse consiste en la transmisión de
representaciones y valores colectivos, indispensables para el
desarrollo y la adaptación de los niños. Partimos
de que los valores, las reglas, los ritos familiares están
al servicio de la estabilidad familiar, funcionan como sello de
identidad para las distintas familias, están al servicio
del sentido de pertenencia. Por otro lado, existen fuerzas
internas y externas, como el proceso evolutivo de los miembros de
una familia, los conflictos, las crisis que funcionan como
agentes de cambio. Del equilibrio entre ambas fuerzas
resultará el sano crecimiento de la familia.
Con lo expuesto, se puede afirmar que desde una
perspectiva evolutivo-educativa, la familia supone un proyecto
vital de existencia en común con un proyecto educativo
compartido, donde hay un fuerte compromiso emocional. Igualmente,
se considera que es un escenario de encuentro intergeneracional y
una red de apoyo para las transiciones y las crisis. Desde esta
perspectiva, la familia aparece como el mejor contexto para
acompañar a la persona para transitar los cambios que
implica necesariamente la vida.
En cuanto al proyecto educativo familiar es en general
de orden implícito, se trata de un contrato familiar donde
se "inscribe" la forma en que se organizan las familias, como se
dividen las tareas, qué expectativas se tienen de los
miembros de la familia. Los valores, actitudes y expectativas que
de esta forma se transmiten constituyen lo que algunos autores
como Cremin y Bloom (Ob.Cit. por González, 2000) han
llamado "currículum del hogar". Este currículum del
hogar no está escrito -a diferencia del escolar- pero
cuenta con objetivos, contenidos, "metodologías" que
determinan la seña de identidad de cada familia, y
contribuyen a generar aprendizajes en sus miembros. Las familias
se diferencian entonces no sólo por los contenidos sino
también en los estilos con que transmiten estos contenidos
(Martínez, 1996).
La educación es demasiado importante para dejarla
sólo en manos de los maestros. Por lo que los padres deben
ser agentes más activos ante el proceso educativo de sus
hijos. Comprender que la dinámica educativa nos incluye a
todos, es una actividad permanente que integra a los hijos, a los
maestros, a los padres y a la comunidad en su conjunto. Hablar de
la familia y la escuela es hablar, en primer lugar, de la
responsabilidad de los padres en la educación de sus
hijos, y, en segundo lugar, de la necesidad de una
colaboración estrecha entre los padres y los educadores.
La participación de los padres en la educación de
los hijos debe ser considerada esencial y fundamental, pues son
ellos los que ponen la primera piedra de ese importante edificio
que marcará el futuro de cada ser humano.
Martinez (1996) explica en su ensayo que la familia es
una de las instituciones básicas que existen en la
sociedad y además se puede considerar la más
importante en los primeros años de nuestra vida; es en la
cual nos refugiamos, donde estamos más a gusto y desde
donde empieza nuestra socialización y el aprendizaje de
nuestro papel dentro de un grupo, que primero será la
familia (y, por tanto, consideramos que es tan importante) y
luego se extenderá llegando al colegio, con los amigos y,
así hasta poder relacionarte con el resto de la sociedad.
Es, por tanto, muy importante esta institución ya que
forma a los individuos desde pequeños adquiriendo valores
y aprendiendo a adaptarnos en nuestra cultura y sociedad.
Así mismo, se puede decir que la familia es la
institución más cercana y donde encontramos mayor
afecto. Convivir, aprender normas de conducta, comportamientos y
otra serie de actos sociales son más fáciles de
aprender dentro de la familia, aunque no debemos olvidar el papel
de otras instituciones como la escuela que ayudan a reforzar
todos estos valores y muchas veces introducen otros nuevos. La
escuela y la familia son agentes de socialización;
potenciar las influencias educativas de ambos y lograr su
convergencia, aún no es una realidad, sino una
utopía. Todavía debemos transitar un largo camino
que debemos trazar y señalar en él hacia
dónde queremos llegar.
A manera de
conclusión
Hemos hecho referencia a la importancia de la familia en
el hecho educativo, pues cada niño carga con una historia
familiar, llena de creencias, ritos cotidianos, valores,
posiciones personales, imaginarios, deseos, afecto o desafecto,
etc., a la que el niño está indisolublemente
conectado. Cada familia posee una cultura digna de ser valorada
en los escenarios de aprendizaje, en los cuales se puede
legitimar como válida para los efectos de la diversidad y
diferencias culturales. Al respecto, Martínes (1996)
señala que es a través del continuo
hogar-familia-madre-niño que la línea sentimental
puede devenir en opciones epistemológicas para abordar el
hecho educativo.
Creemos que la atención del Estado y de la
escuela a la familia se convertiría en un triángulo
para asistir a un ciudadano solidario y afectivo que contribuya
al desarrollo de su país. Es por ello, que vale la pena
resaltar el esfuerzo del Estado venezolano en ajustar su
legislación a un paradigma que reconozca la
participación protagónica de la familia en el hecho
educativo. Si bien es cierto, son muchas las debilidades y
polémicas que surgen al referir esta reforma, en tanto que
no están das las condiciones logísticas y
operativas, también es cierto que debe reconocerse el
fondo filosófico e ideológico que resalta los
valores de integración e inclusión de la escuela
con la familia y la comunidad, como elementos formativos
esenciales para el desarrollo de los ciudadanos. Los
legisladores, al parecer reconocieron que el hecho educativo
tiene que ver tanto con el aspecto formal que da la escuela como
con la parte no formal en la cual se involucran la familia, la
comunidad y los medios de comunicación, entre otros
factores. En la Ley Orgánica de Educación derogada,
contemplaba una limitada participación de asociaciones
civiles, por ello con la nueva norma se promueve la
creación de una figura de mayor proyección: los
gobiernos escolares. En esta nueva estructura participarán
directores, docentes, padres, representantes, estudiantes y
consejos comunales, todos con voz, voto y poder de
decisión dentro del grupo.
La importancia dada por el Estado venezolano a esta
atención integral de la infancia se conecta con las
referencias a la imagen de la madre como los simbolismos
efectivos que contribuyen en el desarrollo integral de los
niños. En este sentido, se apuesta por un sujeto afectivo
frente a formas de maltrato, discriminación, que considere
las capacidades de sentir y pensar; por eso la autora considera
que además de los cuatro aprendizajes fundamentales:
"aprender a ser", "aprender a conocer", "aprender a hacer",
"aprender a convivir", del Curriculum Básico Nacional en
concordancia con el modelo curricular, es conveniente proponer
otro aprendizaje: aprender a sentir y en una especie de vuelta
hacia lo sensitivo y lo sensible, que rescate el rol de la
familia como eje socializador y formador de los valores
sociales.
En la visión de país que se quiere
construir, se debe responder a exigencias de una sociedad cada
día más expuesta a los procesos científicos
y tecnológicos, a la que el maestro debe responder
paradójicamente. La escuela concebida desde un punto de
vista racional poco ha insistido en las intersubjetividades que
se manejan en su interior, de cómo comparten los alumnos y
establecen gestos solidarios en determinadas situaciones. De
acuerdo a estos planteamientos, debemos interrogarnos sobre el
tipo de docente y el tipo de alumno que se quiere formar en la
expresión y experimentación del sentimiento. La
problematización de la formación del docente que
debe asumir el reto de la transformación curricular debe
estar en consonancia no sólo con las teorías
educativas, sino con los retos que impone la dinámica
contemporánea de los diversos contextos y por ende, no
pueden estar ajenos a la realidad de las familias que forman y
deforman la institucionalidad de la escuela.
Fuentes
consultadas
Angarita, M. (2007). |
Escuela Metodológica Nacional. |
Fumero, Albin [Publicado:
|
González, María (2000). |
Martínez González, |
Autor:
Isabel González
Nueva Cúa, Marzo de 2010
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