c. Auto-motivación: es la habilidad de
estar en un estado de continua búsqueda y persistencia
en la consecución de los objetivos, haciendo frente a
los problemas y encontrando soluciones. Esta competencia se
manifiesta en las personas que muestran un gran entusiasmo
por su trabajo y por el logro de las metas por encima de la
simple recompensa económica, con un alto grado de
iniciativa y compromiso, y con gran capacidad optimista en la
consecución de sus objetivos.
2. La Inteligencia Interpersonal
Al igual que la anterior, esta inteligencia
también está compuesta por otras competencias que
determinan el modo en que nos relacionamos con los
demás:
a. Empatía: es la habilidad para
entender las necesidades, sentimientos y problemas de los
demás, poniéndose en su lugar, y responder
correctamente a sus reacciones emocionales. Las personas
empáticas son aquellas capaces de escuchar a los
demás y entender sus problemas y motivaciones, que
normalmente tienen mucha popularidad y reconocimiento social,
que se anticipan a las necesidades de los demás y que
aprovechan las oportunidades que les ofrecen otras
personas.b. Habilidades sociales: es el talento en el
manejo de las relaciones con los demás, en saber
persuadir e influenciar a los demás. Quienes poseen
habilidades sociales son excelentes negociadores, tienen una
gran capacidad para liderar grupos y para dirigir cambios, y
son capaces de trabajar colaborando en un equipo y creando
sinergias grupales.
Daniel Golemán, en su obra La inteligencia
emocional, sobre este particular nos muestra las siguientes
pautas:
Manejar las emociones del otro
Ser capaces de manejar las emociones de otro es el arte
de mantener relaciones. Esa actitud exige de habilidades
emocionales como serenidad de uno mismo, autogobierno y
empatía (capacidad de ponerse en el lugar de los
demás). Así somos eficaces en el trato con los
demás. Sin estas habilidades hasta las personas más
inteligentes fracasan en sus relaciones, apareciendo como
arrogantes, desagradables o insensibles. "Estas habilidades
sociales le permiten a uno dar forma a un encuentro, movilizar o
inspirar a otros, prosperar en las relaciones íntimas,
persuadir e influir, tranquilizar a los demás".
La expresividad y el contagio
emocional
Las emociones son contagiosas. En todo encuentro
personal transmitimos señales emocionales que agradan o
desagradan a los demás. Si somos hábiles
socialmente, controlamos las señales que emitimos. "La
inteligencia emocional incluye el manejo de este intercambio,
popular y encantadora son los términos
que utilizamos para referirnos a la persona con la que nos gusta
estar porque sus habilidades emocionales nos ayudan a sentirnos
bien.
La gente que es capaz de ayudar a otros a calmar sus
sentimientos posee un producto social especialmente valioso; son
las almas a quienes otros recurren cuando padecen alguna
importante necesidad emocional. Todos formamos parte de la caja
de herramientas del otro para el cambio emocional, para bien o
para mal". La coordinación de los estados de ánimo
es la esencia de la compenetración. La habilidad con que
desarrollamos nuestra sincronía emocional con otros, es un
determinante de la afectividad interpersonal. Quienes no logran
percibir o expresar emociones se exponen a tener problemas en sus
relaciones, debido a que los demás se sienten
incómodos con ellas, aunque no puedan expresar por
qué. "Fijar el tono emocional de una interacción
es, en cierto sentido, una señal de dominio en un nivel
íntimo y profundo: significa guiar el estado emocional de
la otra persona".
Las emociones de la pareja
En la pareja, los dos sienten y expresan sus emociones
de maneras distintas. "En una pareja existen dos realidades
emocionales: la de él y la de ella". Las raíces de
estas diferencias pueden ser biológicas, surgir en la
infancia y en los mundos emocionales separados en los que viven
niños y niñas mientras crecen. A los varones y a
las hembras se les brindan lecciones muy distintas sobre el
manejo de las emociones. Los padres hablan de las emociones
más con las niñas que con los niños. Las
madres muestran una gama de emociones más amplia con las
niñas que con los niños. Debido a las diferencias
emocionales, las niñas desarrollan la facilidad con
respecto al lenguaje más rápido que los
niños, y son más expertas en expresar sus
sentimientos y más hábiles que los niños
para usar palabras que exploran y sustituyen reacciones
emocionales, tales como peleas físicas.
"En resumen, estos contrastes en el aprendizaje de las
emociones favorecen habilidades muy distintas: las chicas se
vuelven expertas en interpretar las señales emocionales
verbales y no verbales y en expresar y comunicar sus
sentimientos, y los chicos en minimizar las emociones que tienen
que ver con la vulnerabilidad, la culpabilidad, el temor y el
daño".
Hombres y mujeres desean y esperan cosas muy distintas
de una conversación: los hombres se contentan con hablar
cosas, mientras que las mujeres buscan la conexión
emocional. Las mujeres muestran más empatía que los
hombres. Suele ser más fácil interpretar los
sentimientos observando el rostro de una mujer que el de un
hombre. Las mujeres expresan toda una gama de emociones con mayor
intensidad y más constancia que los hombres. Las mujeres
son más emocionales que los hombres. Todo esto significa
que, en general, las mujeres llegan al matrimonio preparadas para
desempeñar el papel de administradora emocional, mientras
los hombres llegan con mucho menos apreciación de la
importancia de esta tarea para ayudar a que la relación
sobreviva. Según Ted Huston, para las esposas, la
intimidad significa hablar de cosas profundamente, sobre todo
hablar de la relación misma. Los hombres no comprenden lo
que sus esposas quieren de ellas. "Ellos dicen: yo quiero
hacer cosas con ella, y lo único que quiere es
hablar". Las mujeres son más sensibles a una
expresión de tristeza del hombre que ellos para detectar
la tristeza de una mujer. Los hombres son más optimistas
con respecto a la estabilidad del matrimonio, mientras las
mujeres son más sensibles a los problemas. "De hecho,
temas tan específicos como con cuanta frecuencia hacer el
amor, cómo disciplinar a los hijos o cuantas deudas y
ahorros resultan aceptables, no son los que unen o rompen un
matrimonio. En todo caso, es la forma en que una pareja discute
esos temas críticos lo más importante para el
destino del matrimonio. El simple hecho de haber alcanzado un
acuerdo acerca de cómo discrepar es clave para la
supervivencia marital; hombres y mujeres tiene que superar las
diferencias innatas de género para abordar las emociones
más fuertes. Si no lo logran, las parejas son vulnerables
a la ruptura emocional que finalmente puede quebrar su
relación".
La crítica áspera y las
quejas
La crítica áspera, como las quejas
expresas en forma despectiva o con mordacidad, en muchos casos
conduce al divorcio. Se debe criticar el hecho o la acción
molesta, y no a la persona. Una queja o reclamo respetuoso sobre
algo que le disguste del cónyuge no lo afecta. Las
diferencias entre quejas y críticas personales son
sencillas. En una queja, la esposa afirma específicamente
qué la perturba, y critica la acción de su esposo,
y no a su esposo, diciendo lo que le hizo sentir… Es una
expresión de inteligencia emocional básica:
positiva, no beligerante ni pasiva. La crítica
áspera hace sentir a la pareja avergonzada, disgustada,
inculpada y defectuosa. Esta actitud puede conducir a que se
defienda y ataque, antes que resolver el problema. La
crítica cargada de desdén es destructiva. El
desdén surge fácilmente con la ira; suele
expresarse no sólo en las palabras utilizadas, sino
también en un tono de voz y en una expresión
airada. Su forma más evidente es la burla o
insulto… Pero igualmente dañino es el lenguaje
corporal que expresa desdén, sobre todo la sonrisa
burlona…
Los pensamientos tóxicos de los
cónyuges
Las conversaciones entre esposos con dificultades en su
relación, algunas veces involucran frases verbalizadas y
mudas, es decir, molestos por algo dicen una cosa y piensan otra,
para no ofender. Así uno se cree víctima y el otro
piensa que es tratado injustamente. Parejas así
están en problemas que alimentan con la ira y el
daño. Quien cree ser víctima vive analizando lo que
su pareja hace, con el fin de confirmar que es víctima.
Los dos se vuelven pesimistas y se exponen a asaltos emocionales
perturbadores. Los esposos violentos "ven intentos hostiles
incluso en los actos más neutros de sus esposas, y
utilizan una interpretación errónea para justificar
ellos mismos su propia violencia". Los hombres que piensan que
pueden ser abandonados, se vuelven violentos con su esposa. El
efecto neto de estas perturbadoras actitudes es crear una crisis
incesante, ya que disparan el asalto emocional más
frecuentemente y hacen que resulte más difícil
recuperarse del daño y furia resultantes.
Los esposos o las esposas desbordadas (alteradas
emocionalmente) están tan abrumados por la negatividad de
su pareja y por sus propias reacciones ante ésta que se
sienten hundidos por sentimientos espantosos y fuera de control.
Las personas que están desbordadas no pueden oír
sin distorsión ni responder con lucidez; les resulta
difícil organizar su pensamiento y caen en reacciones
primitivas. Simplemente quieren que las cosas se detengan, o
quieren salir corriendo o, a veces, devolver los golpes. El
desbordamiento es el asalto emocional que se perpetúa a
sí mismo… Por su puesto, la mayoría de los
esposos y esposas padecen estos intensos momentos cuando
pelean… cosa muy natural. El problema de un matrimonio
comienza cuando uno u otro cónyuge se siente desbordado
casi constantemente. Entonces se siente abrumado por su pareja,
está siempre en guardia por si surge algún asalto
emocional o una injusticia, adopta una actitud de extrema alerta
ante cualquier señal de ataque, insulto o queja,
seguramente reaccionará excesivamente ante la menor
señal.
Diferencias de género en la vida
emocional
Los esposos consideran desagradable y repugnante
sentirse trastornados durante un desacuerdo matrimonial; a las
esposas no les importa demasiado. Más hombres que mujeres
reaccionan con el desbordamiento ante las críticas de su
pareja. A los esposos les lleva más tiempo recuperarse
fisiológicamente del desbordamiento. Los hombres quieren
evitar las confrontaciones emocionales, pero las mujeres buscan
suscitarlas. En general, a las mujeres no les importa zambullirse
en la desagradable situación de una riña
matrimonial tanto como a los hombres.
¿Qué protege el
matrimonio?
En general hombres y mujeres necesitan diferente
sintonía emocional. En el caso de los hombres, el consejo
consiste en que no eviten o eludan el conflicto sino que se den
cuenta de que cuando la esposa plantea alguna queja o desacuerdo
tal vez lo está haciendo como un acto de amor, intentando
mantener la salud y el desarrollo de la relación. Cuando
las quejas fermentan, aumentan de intensidad hasta que se produce
una explosión; cuando son ventiladas se resulten,
disminuye la presión. Pero los esposos deben comprender
que la ira y el descontento no son sinónimos de ataque
personal: las emociones de las esposas a menudo son simples
llamadas de atención que enfatizan la fuerza de sus
sentimientos con respecto al problema.
Los hombres también deben estar en guardia para
no crear un cortocircuito en la discusión al ofrecer una
solución práctica prematura: es típicamente
más importante para una esposa sentir que el esposo
escucha su queja y empaliza con sus sentimientos sobre el tema.
Ella puede interpretar que el consejo que él le ofrece es
una forma de considerar intrascendentes sus sentimientos. Los
esposos que son capaces de soportar el calor de la ira en lugar
de desdeñar las quejas de ellas como algo insignificante
ayudan a sus esposas a sentirse escuchadas y respetadas.
Más aún, las esposas quieren que sus sentimientos
sean reconocidos y respetados como válidos, aunque sus
esposos discrepen. Con mucha frecuencia, cuando una esposa siente
que su punto de vista es escuchado y sus sentimientos
registrados, se serena.
En cuanto a las mujeres, el consejo es bastante similar.
Dado que el problema principal de los hombres es que sus esposas
son demasiado intensas al expresar sus quejas, ellas deben hacer
un esfuerzo y tener el cuidado de no atacar a sus esposos:
quejarse de lo que él hizo, pero criticarlo como persona
ni expresar desdén. Las quejas no son ataques al
carácter, sino más bien una clara afirmación
de que un acto determinado resulta perturbador. Un ataque
personal airado conseguirá casi con certeza que el esposo
adopte una actitud defensiva o se bloquee, lo cual
resultará aún más frustrante y sólo
logrará intensificar la disputa. También ayuda que
la queja de la esposa se coloque en un contexto más amplio
que tranquilice al esposo con respecto al amor que ella siente
por él.
Incorporar inteligencia emocional al
matrimonio
Dado que sentirse escuchado a menudo es exactamente lo
que busca el cónyuge agraviado, un acto de empatía
emocional es un reductor magistral de la tensión. Una
estrategia general para lograr que un matrimonio funcione
consiste en uno concentrarse en los temas específicos por
los que discuten las parejas sino, en todo caso, en cultivar una
inteligencia emocional compartida, mejorando así las
posibilidades de resolver los problemas. Las competencias
emocionales como la serenidad, la empatía, la asertividad
y el saber escuchar, pueden hacer más probable que una
pareja soluciones sus problemas, diferencias o conflictos de
manera satisfactoria y armónica. "Esto hace posible
desacuerdos saludables, las peleas buenas que permiten a
un matrimonio florecer y superar las negatividades que, si dejan
crecer, pueden destruir un matrimonio.
Hábitos emocionales en
pareja
1. Serenarse. Manejar los impulsos
tendientes a la acción es básico para la
inteligencia emocional. Como la capacidad de escuchar, pensar
y hablar con claridad y lucidez se disuelve durante un
conflicto o perturbación emocional, serenarse es un
paso sumamente constructivo para la solución de las
desavenencias en pareja.2. La desintoxicante charla con uno
mismo. "Debido a que el desbordamiento queda activado
por los pensamientos negativos con respecto a la pareja
resulta útil que el esposo o la esposa que se siente
perturbado por estos juicios ásperos los enfrente
directamente. Sentimientos como: No voy a aceptar esto
nunca más o No me merezco este tipo de
trato, son frases típicas de la víctima
inocente o la indignación absoluta. Como señala
el terapeuta cognitivo Aaron Beck, al captar estos
pensamientos y desafiarlos –en lugar de simplemente
sentirse furioso o herido por ellos- el esposo o la esposa
pueden empezar a sentirse libres de su dominio".3. Escuchar y hablar sin estar a la
defensiva. "Escuchar es una habilidad que mantiene a la
pareja unida. Incluso en el fragor de una discusión,
cuando ambos están dominados por el asalto emocional,
uno u otro –y a veces los dos- pueden hacer el esfuerzo
de escuchar más allá de la ira, y oír y
responder al gesto reparador del otro miembro de la
pareja… La forma más poderosa de
atención no defensiva es la empatía: escuchar
realmente los sentimientos que haya detrás de lo que
se dice… El hecho de que un cónyuge empatice
realmente con el otro exige que sus propias reacciones
emocionales se serenen hasta el punto en que él sea lo
suficientemente receptivo para que su propia
fisiología logre reflejar los sentimientos de su
pareja. Sin esta sintonía fisiológica, la
noción que un cónyuge tiene de lo que
está sintiendo el otro probablemente cederá de
todo fundamento. La empatía se deteriora cuando los
propios sentimientos son tan intensos que no permiten una
armonización fisiológica sino que simplemente
dominan todo lo demás… El arte de hablar de una
manera no defensiva en el caso de las parejas se centra en
mantener lo que se dice en el plano de una queja
específica en lugar de convertirlo en un ataque
personal… En resumen, en la comunicación
abierta no hay intimidación, amenazas ni insultos.
Tampoco da lugar a ninguna de las innumerables formas de
actitud defensiva: excusas, negación de la
responsabilidad, contraataque con críticas y cosas por
el estilo. También en este caso la empatía es
una herramienta poderosa".4. Práctica. "Debido a que
estas maniobras deben realizarse durante el fragor de la
confrontación, cuando la excitación emocional
seguramente es elevada, para que resulten accesibles cuando
más las necesitamos deben estar incorporadas a nuestra
formación. Esto se debe a que el cerebro emocional
adopta esas rutinas de respuesta que fueron aprendidas en las
primeras etapas de la vida, durante momentos repetidos de ira
y dolor, y por eso se vuelven dominantes. Dado que la memoria
y la respuesta son específicas de la emoción,
en tales situaciones las reacciones asociadas con momentos
más serenos son menos fáciles de recordar y de
llevar a la práctica. Si una respuesta emocional
más productiva resulta poco familiar o no está
muy practicada, es sumamente difícil intentarla en
medio de un malestar. Pero si una respuesta es practicada de
modo tal que se convierte en algo automático tiene
mejores posibilidades de encontrar expresión durante
una crisis emocional. Por estas razones, las estrategias
mencionadas anteriormente deben ser puestas en
práctica y ensayadas durante aquellos encuentros que
no estén dominados por la tensión, así
como en el fragor de la batalla, si queremos que tengan la
posibilidad de convertirse en una primera respuesta adquirida
en el repertorio del circuito emocional.
LA COMUNICACIÓN
EMPÁTICA
La comunicación es un intercambio
recíproco de mensajes y no un canje de agravios. Una de
las características que muestran al líder es su
empatía (capacidad de ponerse en el lugar del otro).
Según el filósofo Savater, "ponerse en el lugar
del otro es algo más que el comienzo de toda
comunicación simbólica con él: se trata de
tomar en cuenta sus derechos. Y cuando los derechos faltan hay
que comprender sus razones". Todo hombre tiene derecho a que
se pongan en su lugar y comprendan su hacer y su sentir.
"Ponerte en el lugar del otro es tomarle en serio,
considerarle tan plenamente real como a ti mismo". Ponerse
en lugar de otra persona, no es sólo atender sus razones,
sino "participar de algún modo de sus pasiones y
sentimientos, en sus dolores, anhelos y gozos". Ponerse en
el lugar del otro, implica ser justo, tratar a los demás
con justicia.
La empatía consiste en la actitud de ponernos en
el punto de vista del otro, es la comprensión
acompañada de aprecio y calor humano. Empatía es la
habilidad de comprender al otro, poniéndose en su propio
punto de vista: supone un esfuerzo para comprender las
motivaciones de los comportamientos desagradables, de los
sentimientos y emociones ajenos que son semejantes a los propios.
Es la capacidad de entender los pensamientos, las motivaciones y
sobretodo los sentimientos del otro. Es ver desde el punto de
vista de los demás. Según Kart Rogers, "la
persona empática no está con nosotros para
coincidir o discrepar, sino para comprender sin juicios".
Aprecia los sentimientos ajenos; los comprende, pero no se
involucra en el estado emocional del otro y, precisamente por
eso, puede ayudarle con objetividad. En el diálogo
auténtico es importante la capacidad de escuchar, de
empalizar, de comprender lo que está diciendo la otra
persona, de plantear nuevos puntos de vista y de ofrecer
soluciones o esperanza. Pero no se debe confundir empatía
con simpatía. Una persona puede ser simpática y no
tener una actitud de empatía. La empatía es la
escucha atenta, sensible, libre de prejuicios y
valoración, del mundo interior del otro. Un esfuerzo por
meterse en la piel del otro, por avanzar unos pasos en su mundo
interior, por oír sus leves llamadas, su casi
imperceptible grito pidiendo trato afectuoso, ternura y
reconocimiento de sus necesidades. La persona que comprende,
conoce el significado que tienen las vivencias y experiencias que
le ha comunicado el otro, lo que significan para su sensibilidad.
Es una percepción profunda del mundo interior del otro, de
aquello que siente, experimenta, percibe o piensa. Si realmente
tuviéramos empatía, los problemas se
solucionarían fácilmente, lograríamos la paz
en nuestro hogar, y florecerían la autoestima y la
autenticidad en grado máximo. Ser capaz de dejar de lado
el enfoque sobre uno mismo, y de controlar los impulsos, rinde
beneficios sociales: allana el camino hacia la empatía, a
escuchar con atención, a ponerse en el lugar del otro. La
empatía conduce a interesarse, al altruismo, y a la
compasión. Ver las cosas desde la perspectiva del otro
rompe los estereotipos preestablecidos, y promueve así la
tolerancia y la aceptación de las diferencias. Estas
aptitudes son cada vez más requeridas en nuestra sociedad
crecientemente pluralista, permitiendo a las personas vivir
unidas en respeto mutuo, y creando la posibilidad de un discurso
público creativo. Son las artes fundamentales de la
democracia.
EVITAR LAS DISCUSIONES
Cuando algunas personas no han desarrollado habilidades
para escuchar adecuadamente, tienen dificultades para aceptar la
diferencia y no dominan sus emociones de manera equilibrada, es
prudente evitar las discusiones, porque muchas no saben discutir
en el auténtico sentido del término. Discutir es
examinar y tratar una cuestión, presentando
consideraciones favorables y contrarias. Contener y alegar
razones contra el parecer de otro o de los demás.
Disputar, sostener opiniones opuestas. En la mayoría de
las discusiones cotidianas no se tienen en cuenta estos
aspectos.
Es conveniente evitarlas porque, además de
carecer de destrezas para discutir, disputar o debatir
pacífica, armónica y razonada o racionalmente,
muchos interlocutores quieren "ganar" la discusión,
desconociendo que en realidad nunca se gana una discusión.
Las discusiones genuinas no son para ganarlas o perderlas; son
para entendernos con los demás. El libro Cómo
obtener y mantener el éxito personal y profesional
sobre el particular aconseja lo siguiente:
"No se puede ganar en una discusión. Discuta
con su pareja sobre lo que sea y perderá. El resultado
será un verdadero lío… Antes de que se
dé cuenta, una discusión aparentemente sin
importancia, puede dar lugar a un sinnúmero de explosiones
verbales… Cuando las personas discuten, cada una de ellas
busca en lo más recóndito de su mente la forma de
demostrar algo. Y cuanto más tiempo dure la
discusión, más evidenciadas están las dos
partes de que tienen razón… Cuanto más larga
y profunda sea una discusión, más convencida
acabaría cada una de las partes de que tiene la
razón. La técnica de la discusión hace que
cada parte se ponga a la defensiva. Y cuanto más se fuerza
a una persona a defender su punto de vista, más pruebas
encuentra para demostrar que tiene razón".
Debido a que, en muchos casos y situaciones, las
discusiones no hacen cambiar la opinión de los
interlocutores que no tengan mente abierta, el arte de la
discusión respetuosa, armónica, empática y
asertiva podría ser más provechosa para los
expertos en discusiones, para quienes no buscan ganarlas, sino
lograr, con ánimo sereno, acuerdos, consensos o disensos,
en donde las partes en disputa ganen
simultáneamente… Las personas que siempre quieren
ganar una discusión, es procedente que la eviten, porque
la mejor forma de ganar una discusión es
evitándola.
LA COMUNICACIÓN DEL
CONSENSO
Como forma de comunicarnos e interactuar surge a
mediados del siglo XX la propuesta de una ética
comunicativa, también conocida como ética del
consenso, ética dialógica, ética ciudadana o
ética habermasiana, caracterizada por la validez de las
comunicaciones o emisiones que tratan de dar respuesta a una
lógica argumentación, la cual se encuentra regulada
por la pretensión de validez del argumento o del
discurso.
Es una ética formal, basada en el diálogo
y la comunicación. El diálogo es el único
medio que nos queda para saber si los intereses subjetivos pueden
convertirse en normas universales. Se fundamenta en la
autonomía de la persona, que confiere al hombre el
carácter de autolegislador, y en la igualdad de todas las
personas, que le da derecho a buscar una normativa universal
mediante el diálogo. Todos los miembros de la comunidad se
deben reconocer recíprocamente como interlocutores con los
mismos derechos y se deben obligar a seguir las normas
básicas de la argumentación.
La ética comunicativa se caracteriza por la
validez de las comunicaciones, o emisiones que tratan de dar
respuesta a una lógica argumentación, la cual se
encuentra regulada por la pretensión de validez del
argumento o del discurso, así: 1. La veracidad del
enunciado o proposición presentada por el interlocutor. 2.
El acto del habla sea verdadero en relación con el
contexto normativo vigente. 3. La intención manifiesta por
el hablante tenga correspondencia con lo que éste
piensa.
Este modelo ético implica el uso racional de la
inteligencia para dar explicaciones y recibirlas. Comprender,
aclarar y, sobre todo, atenerse a razones, sean propias o
extrañas. En la acción comunicativa, quien quiera
argumentar acepta implícitamente la verdad de las
proposiciones, la corrección del comportamiento, la
veracidad del sujeto y la inteligilibilidad. Estas pretensiones
de validez son condición necesaria para el acto
comunicativo. Para evitar la accidentalidad del consenso se
requiere:
1. Escuchar a los demás y comprender sus
argumentos.
2. Exponer los propios argumentos.
3. Aceptar la evidencia más fuerte.
4. Proseguir el diálogo hasta que se hay
conseguido un acuerdo.
5. Aceptar el acuerdo.
La ética comunicativa, por ser racional, nos
exige tener en cuenta toda la información, todos los
argumentos, todas las evidencias pertinentes, sea cual sea su
procedencia. La ética del consenso facilita la convivencia
social porque posibilita situaciones discursivas de
aceptación intersubjetiva sobre aquellos aspectos o normas
en que todos los intereses se pongan de acuerdo, sin
ningún tipo de coacción.
El filósofo Jurgen Habermas denomina
situación lingüística ideal al evento
en que los interlocutores en la praxis comunicativa hacen eco o
recepción de los planteamientos racionales. Entonces se
pone de manifiesto que un argumento puede convencer a un
interlocutor o auditorio, es decir se da una aceptación
para que se acepte el discurso. Al interlocutor se le cataloga
por su capacidad de lenguaje y de acción para sustentar
racionalmente la argumentación. "El valioso trabajo de
Habermas busca fundamentar la democracia en una
comunicación auténtica, donde los consensos y
disensos indispensables para lograr una participación
activa, autónoma y libre en las decisiones
ético-políticas de nuestras sociedades llamadas
democráticas, partan de diálogos argumentados,
donde no primen los intereses individuales, o la fuerza bruta,
sino la fuerza ética, es decir: la fuerza del mejor
argumento" (La ética dialógica ante el problema
de la violencia, de Adela Cortina). Según Manuel
Herrera Gómez (Lenguaje y acción en la
teoría de la acción comunicativa de Jurgen
Habermas), con el concepto de "acción comunicativa",
Habermas alude a la interacción de al menos dos sujetos
capaces de lenguaje y acción que (con medios verbales o
extraverbales) entablan una relación interpersonal. Los
actores buscan entenderse sobre una situación de
acción para poder así coordinar de común
acuerdo sus planes de acción y con ello sus
acciones… Por tanto, el modelo de acción
comunicativa no equipara la acción a la
comunicación; sin embargo, atribuye al lenguaje el rol de
médium de comunicación que sirve para la
comprensión y la consecución del
entendimiento… La acción comunicativa está
caracterizada por la consecución, mediada
lingüísticamente, de un entendimiento entre los
participantes respecto a las modalidades de integración de
los respectivos (o comunes) planos de acción…
Está claro que, en el modelo de acción
comunicativa, el lenguaje asume una posición relevante. A
través de él, los actores alcanzan el
entendimiento, estableciendo una común definición
de la situación y de la forma con la que coordinar las
respectivas acciones. Para Habermas esto es posible ya que el
lenguaje, por vía del telos (finalidad) del entendimiento
que le es propio, abre a quien lo utiliza la posibilidad de
confiarse en las particulares «energías de
integración » que contiene. En el momento en que
recurren al lenguaje, los actores siempre tienen la posibilidad
de escoger entre la confianza en el potencial de
integración y coordinación de lenguaje, o buscar su
«instrumentalización» respecto a los propios
objetivos
Según el filósofo y educador Gustavo
Bueno, las personas educadas éticamente en el proceso del
discurso racional-universal, actuarán en consecuencia como
sujetos racionales y tolerarán las inconsecuencias como
males menores y pasajeros con los que será preciso contar.
"Se corresponde bastante bien esta situación ideal con la
idea de libertad democrática en el sentido formal,
objetivo, «postmoderno». Los ciudadanos habrán
alcanzado su madurez política y su libertad
democrática cuando puedan expresar públicamente sus
opiniones, tolerando y respetando las opiniones ajenas, cuando
puedan organizarse en partidos o en grupos para defender sus
proyectos sometiéndolos al juego democrático y
buscando la persuasión pacífica de los demás
ciudadanos" (¿Qué es la
filosofía?). El filósofo Rigoberto Pupo
señala que "la verdad se revela y descubre en las
relaciones intersubjetivas, en espacios comunicativos, donde por
supuesto, el consenso desempeña un lugar especial. Una
verdad, fuera de la práctica del consenso, no encuentra
legitimación y por tanto resulta estéril. Lo mismo
que sin riqueza espiritual no hay acceso posible a ella. La
creación subjetiva, humana, plena de sensibilidad, abre
camino a la verdad… Al mismo tiempo, ayuda a comprender
que la verdad no se descubre espontáneamente, a
través de una relación abstracta sujeto- objeto,
sino que se revela en procesos intersubjetivos, en espacios
comunicativos, que integran en su síntesis: conocimiento,
valor y praxis. Todo en los marcos de la subjetividad humana,
donde el hombre piensa, siente, desea, actúa e intercambia
los productos de su actividad en una relación
dialéctica sujeto- objeto, mediada por infinitos atributos
cualificadores de su ser esencial, de la cultura, la historia y
por el consenso legitimador… La concepción de la
verdad como saber integral no puede soslayar tampoco la
importancia cognitiva del lenguaje metafórico, capaz de
lograr la unidad de la diferencia… " (La verdad como
eterno problema filosófico.
www.monografías.com).
La asertividad,
ingrediente indispensable para la comunicación
óptima
La asertividad, por ser
un concepto multidimensional, tiene diversas definiciones. Entre
éstas tenemos que especialistas como Alberty y Emmons se
refieren a ella como la conducta que permite a una persona actuar
con base a sus intereses más importantes, defenderse sin
ansiedad, expresar cómodamente sentimientos honestos o
ejercer los derechos personales, sin negar los derechos de los
otros. El reconocido psicólogo e intelectual Walter Riso
sostiene que la asertividad permite a la persona expresar
adecuadamente (sin medir distorsiones cognitivas o ansiedad y
combinando los componentes verbales y no verbales de la manera
más efectiva posible) oposición (decir no, expresar
desacuerdos, hacer y recibir críticas, defender derechos y
expresar en general sentimientos negativos) y afecto (dar y
recibir elogios, expresar sentimientos positivos en general) de
acuerdo a sus intereses y objetivos, respetando el derecho de los
otros e intentando alcanzar la meta propuesta. "La asertividad es
un estilo de comportamiento en las relaciones humanas, en las
relaciones interpersonales, de allí que la
comunicación asertiva es una comunicación basada en
la propia personalidad del individuo, en su confianza en
sí mismo, en su autoestima. Ejemplo: Una persona asertiva
es cuando se comunica abiertamente en una forma adecuada y
franca, capaz de interactuar con personas de todos los niveles,
acepta o rechaza en su mundo emocional a las personas y establece
quienes van a ser sus amigos y quienes no" (Margaret Pacheco. La
comunicación, niveles y relaciones humanas.
www.monografías.com)
De acuerdo con un documento publicado en la
página www.liderazgoymercadeo.com, la asertividad es una
habilidad personal la cual permite, en el momento oportuno, y de
la forma mas adecuada, expresar sentimientos, opiniones y
pensamientos. Sin negar ni desconsiderar los derechos de los
demás. Esta habilidad permite incrementar la autoestima;
proporciona la satisfacción de hacer las cosas con la
capacidad suficiente, llegando a aumentar la confianza y la
seguridad en si mismo; mejora la posición social, la
aceptación y el respeto de los demás. Permite que
no seamos ni muy agresivos ni muy pasivos. La asertividad, como
habilidad social, suele usarse también para resolver
problemas psicológicos y disminuir la ansiedad
social.
En la página www.miespacio.org, con respecto a la
asertividad, encontramos que la palabra asertivo, de aserto,
proviene del latín assertus y quiere decir:
Afirmación de la certeza de una cosa. "De
ahí podemos ver que la asertividad está relacionada
con la firmeza y la certeza o veracidad, y podemos deducir que
una persona asertiva es aquella que afirma con certeza. Al decir
asertividad nos referimos a una forma para interactuar
efectivamente en cualquier situación, incluyendo aquellos
momentos en las relaciones entre los seres humanos que
representan un reto para quien envía un mensaje, debido a
que a través de éste se puede confrontar o
incomodar a quien lo recibe. Cuando hablamos de aprender a ser
asertivos me refiero a promover el desarrollo de las habilidades
que nos permitirán ser personas directas, honestas y
expresivas en nuestras comunicaciones; además de ser
seguras, auto-respetarnos y tener la habilidad para hacer sentir
valiosos a los demás".
Wikipedia precisa que la asertividad "suele definirse
como un comportamiento comunicacional maduro en el cual la
persona no agrede ni se somete a la voluntad de otras personas,
sino que expresa sus convicciones y defiende sus derechos", y
agrega que "es una forma de expresión consciente,
congruente, clara, directa y equilibrada, cuya finalidad es
comunicar nuestras ideas y sentimientos o defender nuestros
legítimos derechos sin la intención de herir o
perjudicar, actuando desde un estado interior de autoconfianza,
en lugar de la emocionalidad limitante típica de la
ansiedad, la culpa o la rabia" (www.wikipedia.com). El estilo
comunicativo asertivo permite la apertura a las opiniones de los
demás, las cuales son valoradas como si fueron propias. El
estilo asertivo "parte del respeto hacia los demás y hacia
uno mismo, planteando con seguridad y confianza lo que se quiere,
aceptando que la postura de los demás no tiene por
qué coincidir con la propia y evitando los conflictos de
forma directa, abierta y honesta" (www.wikipedia.com).
Desde otro punto de vista, la asertividad es la
habilidad que debe tener cualquier persona para expresarse y
exigir sus derechos sin afectar los derechos de los demás.
Se es asertivo cuando se es adecuadamente directo, transparente y
honesto al comunicarse con nuestros semejantes. La gran ventaja
de actuar asertivamente es que cada actitud genera autoconfianza
y además, cosa muy importante, ganamos el respeto de las
otras personas.Existen otras ventajas al comportarse
asertivamente: aumenta las posibilidades de que las relaciones
que inicia o mantiene sean más honestas, lo hace sentir
más auténtico y que tiene algún grado de
control sobre las situaciones que enfrenta en la vida diaria.
Todo esto aumenta su habilidad para la toma de decisiones y, por
lo tanto, incrementa las posibilidades de conseguir lo que
realmente quiere alcanzar en la vida.Asimismo, la asertividad es
la habilidad para expresar los pensamientos y sentimientos de una
manera tal que queden claras las necesidades y
simultáneamente no dañe la comunicación con
el otro. "La asertividad permite decir lo que uno piensa y actuar
en consecuencia, haciendo lo que se considera más
apropiado para uno mismo, defendiendo los propios derechos,
intereses o necesidades sin agredir u ofender a nadie, ni
permitir ser agredido u ofendido y evitando situaciones que
causen ansiedad. La asertividad es una actitud intermedia entre
una actitud pasiva o inhibida y otra actitud agresiva frente a
otras personas, que además de reflejarse en el lenguaje
hablado se manifiesta en el lenguaje no verbal, como en la
postura corporal, en los ademanes o gestos del cuerpo, en la
expresión facial, y en la voz. Una persona asertiva suele
ser tolerante, acepta los errores, propone soluciones factibles
sin ira, se encuentra segura de sí misma y frena
pacíficamente a las personas que les atacan verbalmente.
La asertividad impide que seamos manipulados por los demás
en cualquier aspecto y es un factor decisivo en la
conservación y el aumento de nuestra autoestima,
además de valorar y respetar a los demás
recíprocamente porque la asertividad es una parte
importante en la vida" (www.wikipedia.com). En la asertividad es
importante lo que se expresa verbalmente y lo que se comunica de
manera no verbal, con el tono de la voz, los gestos, mirando a
los ojos, la expresión de la cara, la postura del
cuerpo.
Una de las condiciones fundamentales para que se llegue
a ser asertivo es que se sienta que uno ciertos
derechos:
1. Derecho a cambiar de manera de pensar, a
equivocarse y algunas veces hasta a actuar ilógicamente
(¡Eso sí, siendo consciente de ello y aceptando las
consecuencias!).
2. Derecho a creer, a valorar y a opinar por
sí mismo y el derecho a ser respetado en estos
aspectos.
3. Derecho a decidir qué hace con su vida:
buscar sus metas y escoger lo que es importante para
uno.
4. Derecho a decirle a los demás cómo
espera que lo traten.
5. Derecho a buscar información o
ayuda.
6. Derecho a cambiar o terminar con relaciones en
las que no se satisfacen sus necesidades.
7. Derecho a no tener que estar justificando y
explicando a los demás todo lo que siente o
hace.
8. Derecho a decir "no", "no quiero", "entiendo" o
"no me importa".
Según el aporte de
www.liderazgoymercadeo.com, la persona asertiva es
expresiva, espontánea y segura; tiene una personalidad
activa y defiende sus propios derechos; no presenta temores en su
comportamiento; posee una comunicación directa, adecuada,
abierta y franca. Su comportamiento es respetable y acepta sus
limitaciones. Se distingue por se comunica fácilmente con
toda clase de personas. La persona asertiva tiene la habilidad de
saber expresarse sin ansiedades, es decir, demostrar
cuáles son sus puntos de vista y sus intereses, sin negar
los de los demás.
Para satisfacer nuestras necesidades humanas y superar
los peligros y obstáculos, tenemos que ser asertivos.
Aunque las emociones y los impulsos agresivos nos ayudan en esta
labor, con frecuencia nos causan grandes dificultades. Podemos
injuriar, herir, humillar, incluso destruir al otro y llenarnos
nosotros mismos de inseguridad, de temores, de remordimientos y
de otros sentimientos que produce la ira mal manejada.Una
conducta asertiva es una expresión sana que se encuentra
entre dos extremos igualmente nocivos e inmaduros: por un lado la
sumisión excesiva, rayana en el servilismo, que inhibe al
individuo para manifestar lo que necesita y exigir que se
respeten sus derechos; el individuo excesivamente sumiso se deja
pisotear impunemente y sin protestar. Por el otro lado
estaría la agresividad descontrolada, que no tiene en
cuenta las necesidades y derechos ajenos y que es un defecto tan
indeseable como la sumisión. Ser una persona asertiva no
consiste en volverse un egoísta, un peleador, ni un tonto
insensible empeñado en sacar la suya adelante. Las
personas asertivas logran una equitativa participación en
lo que la vida tiene que ofrecer, comunicando sus necesidades,
relacionándolas con las necesidades de los demás y
teniendo el coraje para escoger un estilo de vida en
armonía con los valores ajenos.
En la dimensión asertiva-comunicativa es
importante tener en cuenta lo que nos dice el psicólogo
Walter Risso, en su libro Deshojando
Margaritas:
Las creencias irracionales, miedos, problemas de
territorialidad, prejuicios, desconfianza, sumisión, son
obstáculos que impiden la comunicación fluida y
tranquila y afectan la capacidad de expresión. La
asertividad es vital en la comunicación; denota la
capacidad de expresar libre y sinceramente pensamientos negativos
y positivos, respetando a los demás. Una persona asertiva
comunica honestamente.
La franqueza es el aspecto más importante en
la comunicación interpersonal afectiva. "Si no tenemos
nada qué ocultar, la mente se aquieta y los subterfugios,
los circunloquios y las indirectas no interfieren la fluidez de
la buena comunicación". Mentir nos desgasta. La
comunicación entre pareja debe ser espontánea, sin
convencionalismos ni patrones de comportamiento preestablecidos.
La pareja crece si hay comunicación clara, transparente y
respetuosa. "Si no hay una buena comunicación, la
relación desaparece, porque no habría dos personas
unidas, sino dos monólogos aislados. La condición
más importante de cualquier intercambio afectivo es la
honestidad de los mensajes. A este tipo de sinceridad se denomina
asertividad".
Comunicarse asertivamente es darnos a conocer tal
como somos. Expresarnos honestamente nos engrandece, relaja y
agradamos. El amor necesita fluir para mantenerse vivo. "Si la
comunicación es deficiente, el amor, silenciosamente,
decae hasta enmudecer".
Contando con el valioso aporte de la licenciada en
comunicación América Anguiano, la palabra asertivo,
de aserto, proviene del latín assertus y quiere
decir: "Afirmación de la certeza de una cosa". De
ahí podemos ver que está relacionada con la firmeza
y la certeza o veracidad, y podemos deducir que una persona
asertiva es aquella que afirma con certeza. La asertividad
implica relación con los demás y con nosotros
mismos. Esta experta nos aclara que al decir asertividad nos
referimos a una forma para interactuar efectivamente en cualquier
situación, incluyendo aquellos momentos en las relaciones
entre los seres humanos que representan un reto para quien
envía un mensaje, debido a que a través de
éste se puede confrontar o incomodar a quien lo recibe.
Ser asertivos es aprender a promover el desarrollo de las
habilidades que nos permitirán ser personas directas,
honestas y expresivas en nuestras comunicaciones; además
de ser seguras, auto-respetarnos y tener la habilidad para hacer
sentir valiosos a los demás.
En concepción de la anterior, ser asertivo
implica tener una comunicación intrapersonal muy efectiva
consigo mismo: Ser conscientes de nuestros pensamientos,
sentimientos, motivaciones, necesidades y deseos sin juzgarlos,
administrar nuestras emociones y asumir la situación de
manera responsable. Así mismo, encontrar el valor que se
tiene por quien se es, la consciencia de ser tan importantes como
cualquier otra persona en este planeta. No más
importantes, pero tampoco menos, ni el mejor ni el peor, todos
igual de importantes. También es la disposición a
sintonizarnos con la experiencia de otros sin saltar a
conclusiones ni juicios acerca de ellos o nosotros, desarrollar
la habilidad de aplicar el raciocinio derivado de la experiencia
para tomar decisiones responsables y beneficiosas. El primer paso
hacia la asertividad se genera en la relación del ser
humano consigo mismo.
La importancia
del habla popular
El docente e investigador Nicolás Buenaventura
plantea que el discurso popular debe primar sobre el discurso
ritual, oficial, ajeno, lineal, inauténtico, para que la
comunicación sea la palabra por la palabra, que la palabra
se case con ésta y no que la palabra se case con el asunto
o con la idea, que sea "hablar por hablar".
La persona se transforma cuando está disertando
en una asamblea, en un evento oficial. En ese escenario
inauténtico su lenguaje cotidiano (rico en léxico
popular) desaparece, se oculta, para dar paso a la oratoria, al
discurso coherente (pero vacío), lineal, unívoco,
en el cual se opaca la amena y agradable conversación
cotidiana pletórica del habla popular.
El discurso oficial es prestado, artificioso,
pragmático, no comunica lo que en realidad el emisor desea
comunicar, porque ese discurso no le pertenece; ése no es
su lenguaje, su habla popular, llena de palabras que sirven para
hablar en serio, para dialogar y para hacer de la
comunicación un escenario de amor.
Es, precisamente, mediante el discurso popular, que es
común, noble, generoso, horizontal, constructivo, ancho y
biunívoco, como se establece una genuina
comunicación humana.
LA COMUNICACIÓN Y LOS
CONFLICTOS
Los conflictos
En el complejo universo de las relaciones sociales se
nos presentan conflictos; nuestra sociedad pragmática y
competitiva es fuente de frecuentes conflictos. Los conflictos
son inherentes al ser humano: donde haya vida habrá
conflictos. Son el resultado de la intolerancia, del irrespeto,
de la perversidad y de la diferencia. Vivimos en un mundo y una
sociedad conflictiva. Los conflictos surgen de la escasez de
recursos, y motivan permanentemente la ausencia de alternativas.
Construir cada conflicto ofrece una oportunidad de aprender. El
psicólogo social David G. Myers, en su tratado de
Psicología social, define el conflicto como la
incompatibilidad percibida de acciones u objetivos, y nos orienta
en la solución de conflictos (pacificación). Por
nuestra condición de seres gregarios, es decir, por la
necesidad de vivir con los demás, en comunidad, y de tener
que comunicarnos, entendernos y hacernos entender, estamos
permanentemente expuestos a los conflictos. En cualquier momento
en que las personas o los grupos estemos vinculados con acciones
que nos afecten entre sí, el conflicto es natural e
inevitable. En ocasiones puede ser suprimido, pero a menos que
las partes (interlocutores en el caso de la comunicación)
tengan necesidades y deseos idénticos, se presentan
"choques", roces, confrontaciones.
Conflicto significa involucramiento, compromiso y
preocupación. Si es comprendido, si es reconocido, el
conflicto puede estimular el mejoramiento y la renovación
de las relaciones humanas. Sin conflictos, las personas rara vez
enfrentan y resuelven sus problemas. La paz, precisamente, es la
supresión del conflicto abierto, más que una calma
superficial, tensa y frágil. La paz es el resultado de un
conflicto manejado con creatividad, uno en el que las partes
reconcilian sus diferencias percibidas y alcanzan un acuerdo
genuino.
El conflicto se alimenta de ingredientes comunes como
los dilemas sociales, la competencia, la injusticia percibida y
la percepción errónea. Muchos problemas sociales
surgen cuando las personas persiguen sus intereses propios, en
detrimento de su colectividad (dilemas sociales). Cuando
las personas compiten por recursos escasos, las relaciones a
menudo caen en el prejuicio y la hostilidad; entonces nos
encontramos con el ingrediente o componente denominado
competencia. La injusticia percibida se nos presenta
cuando surgen los conflictos en que las personas se sienten
tratadas de forma injusta. Este ingrediente se relaciona
estrechamente con la forma en que entendemos y defendemos la
justicia, ya sea como equidad o igualdad. Algunos la definen como
la distribución de recompensas en proporción a las
contribuciones de las personas, es decir, en términos de
equidad. Otros la defienden como igualdad e incluso en
términos de las necesidades de las personas. Este dilema
tan complejo requiere de grandes habilidades comunicativas y de
entendimiento, por cuanto el concepto de justicia es tan
difícil de definir, ya que se trata de uno de los
más grandes valores e ideales, en cuya definición
no se han puesto de acuerdo tanto juristas como filósofos.
Las personas con espíritu crítico siempre nos
preguntaremos: ¿Qué es la justicia? Cuando los
conflictos contienen un pequeño núcleo de metas
verdaderamente incompatibles, rodeado de una gruesa capa de
percepciones erróneas de los motivos y metas del
adversario, nos hallamos con el componente de la
percepción errónea.
También nacen de la formulación de juicios
sobre una persona sin conocimiento de causa, muchas veces
incurriendo en injuria y calumnia, que son dos conductas punibles
contempladas en nuestra legislación penal. Hablar o actuar
sin conocimiento de causa es una necedad. Para resolverlos
favorablemente tenemos que ponernos en el lugar del otro. Debemos
tomar actitudes moderadas en las confrontaciones o discrepancias.
Una forma de evitar los conflictos sería que siempre
tuviéramos en cuenta que todas las cosas han de mirarse no
sólo desde el punto de vista propio, sino también
desde el de los demás. Sería procedente reflexionar
sobre este aporte que nos brinda uno de los tantos libros de
"ediciones paulinas": Casi siempre nos falta un elemento de
juicio a la hora de sentenciar contra nuestro hermano. Lo vemos
tan claro con nuestras propias razones que negamos réplica
posible. Luego, la realidad nos desengaña con un nuevo
argumento jamás imaginado. Por eso es necesaria la
prudencia, la cautela, la información total, los datos
exhaustivos antes de pronunciarnos contra alguien. Nunca
estés muy seguro de juzgar la conducta ajena. Seguro que
le falta un dato sustancial.
Los conflictos también surgen como secuela del
denominado "chisme". ¿Pero qué es el "chisme"?
Según el Diccionario de la Real Academia, es la
noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se
pretende indisponer a unas personas con otras o se murmura de
alguna.
Nada tan denigrante, infame, rastrero y degradante como
el despreciable chisme. Esta es una oprobiosa práctica,
propia de individuos sin talentos, que atenta, muchas veces,
contra el buen nombre, el honor, la dignidad y la integridad
moral de los demás. La persona chismosa se dedica a
propalar infundios, falacias, para indisponer a alguien ante otro
u otros, sin ningún tipo de miramientos ni el más
mínimo respeto por sus semejantes. El chismoso, con sus
habladillas, murmuraciones, rumores, consejas o
habladurías sin ningún fundamento ni objetividad,
se muestra como un individuo protervo, abyecto, infeliz, ruin y
despreciable. De un sujeto de esa laya todos quieren huir. La
persona afecta a este tipo de actuaciones es un ser con una pobre
personalidad, una baja autoestima e inmaduro, que no se conoce ni
respeta a sí mismo.El chismoso no somete sus percepciones
a ningún criterio de verdad, aceptando todo como cierto,
como verdadero, aunque nunca se le presente como evidente, como
un hecho. El chisme genera distanciamiento, confusión,
desinformación y desarmonía en un conglomerado de
personas, ya sea en el ámbito institucional, social o
familiar. El chismoso, que no es más que un vil zascandil
(sujeto despreciable, entremetido y enredador), siempre
está buscando sembrar la discordia entre las personas,
mostrándose como un ser envidioso, egoísta y
mediocre; reflejando a la vez múltiples frustraciones que
no le han permitido evolucionar, madurar y triunfar, y que
inconscientemente no quiere que los demás triunfen. El
chismoso, como no vive pendiente de su mísera existencia,
siempre está a la expectativa de lo que hacen los
demás, para divulgarlo subrepticia y furtivamente, en
procura de causar daño e incomodar a los
demás.
Como es un tanto difícil liberarnos de esta clase
de personas, debemos hacer lo posible por no escucharlos, por
ignorar sus rumores, sus falacias y sus murmuraciones infundadas,
para no contagiarnos de este repudiable defecto y vernos
expuestos a vergonzosos inconvenientes.Es importante que se huya
del chismoso porque éste, con su inaceptable y censurable
actitud, pretende sembrar la cizaña, buscando la
división, la fisura y el deterioro de las relaciones
interpersonales. A la persona que adolece de este reprochable e
ignominioso defecto se le recomienda cambiar de actitud y de
mentalidad, para que se quiera y se respete a sí misma; se
dedique a conocerse más, viva y deje vivir, y entienda que
con su erróneo proceder sólo contribuye a
degradarse y a disminuirse como ser humano, lo que le impide
trascender la ignorancia y obtener una nueva visión de la
realidad que le permitirá vivir una existencia plena, sin
preocuparse por lo que hacen o dejan de hacer los demás.
Es importante que entienda que la sociabilidad implica dos
factores: lo que somos y valemos nosotros y lo que son y valen
los demás. Sería conveniente atender otra
reflexión de "ediciones paulinas": !Cuánta
innecesaria curiosidad por las vidas ajenas! !Cuánto
tiempo perdido al explorar otros nidos! !Cuánto juicio
falaz! Vive y deja vivir: no sabemos del porqué y de los
modos de vivir del otro. Y aunque te escandalice lo que tú
nunca harías, esfuérzate en ser
respetuoso.
En consecuencia, es conveniente abstenernos de las
murmuraciones para vivir en armonía y cordialidad, y
evitar involucrarnos en múltiples dificultades que nos
puedan intranquilizar, ya que el hombre es dueño de lo que
calla y esclavo de lo que habla. José Saramago nos dice
que la boca es un órgano que será de más
confianza cuanto más silencioso se mantenga. El escritor
Eduardo Galeano señala que entre palabra y palabra puede
haber necesidad de silencio. El silencio es una parte importante
del lenguaje. Formas o mecanismos de resolución de
conflictos
No podemos desconocer que las relaciones cercanas
generan conflictos, pero si se manejan de manera constructiva
proporcionan oportunidades para la reconciliación y una
más genuina armonía. Para evitar las contiendas
destructivas y tener contiendas constructivas, debemos discutir
con el otro o con el interlocutor en privado (cuando las
circunstancias así lo ameriten), definir con claridad la
cuestión y repetir los argumentos del otro en sus propias
palabras, divulgar sus sentimientos positivos y negativos, dar la
bienvenida a la retroalimentación sobre su conducta,
esclarecer dónde está de acuerdo desacuerdo y
dónde en desacuerdo y qué le importa más,
hacer preguntas que ayuden al otro a encontrar palabras para
expresar su preocupación, esperar a que se calme sin tomar
represalias, y ofrecer sugerencias positivas para el mejoramiento
mutuo.
Entre los mecanismos de solución de conflictos o
de "pacificación" que nos presenta Myers, como el contacto
(existen buenas razones para pensar que las personas puestas en
contacto cercano pueden reducir sus conflictos u hostilidades),
la cooperación (implantar de manera constructiva la
integración y fortalecer la confianza en que las
actividades cooperativas puedan beneficiar a las relaciones
humanas en todos los niveles), la comunicación y la
conciliación, son de crucial importancia estos dos
últimos (la comunicación y la
conciliación).
La comunicación
En cuanto a la comunicación nos dice que
las partes en conflicto pueden buscar resolver sus diferencias
negociando, ya sea de manera directa entre sí o a
través de un tercero que actúa como mediador. Los
terceros mediadores pueden ayudar estimulando a los antagonistas
a reemplazar su punto de vista competitivo de ganar o perder
respecto al conflicto con una orientación de ganar o ganar
más que cooperativa. Los mediadores también pueden
estructurar las comunicaciones que eliminarán las
percepciones erróneas y aumentarán la
comprensión y confianza mutuas. Cuando un acuerdo
negociado no se alcanza, las partes en conflicto pueden someter
el resultado a un árbitro, quien dicta un acuerdo o
selecciona una de las dos ofertas finales. Las partes en
conflicto pueden resolver sus antagonismos o sus diferencias a
través de la negociación, la mediación y el
arbitraje.
Se acude a la negociación cuando los
conflictos no son intensos ni están en un "callejón
sin salida". La negociación "dura" de una parte o de un
interlocutor puede disminuir las expectativas de la contraparte y
hacer que ésta esté dispuesta a llegar a un acuerdo
por lo menos; pero la dureza a veces puede ser contraproducente,
porque muchos conflictos no se encuentran sobre un terreno firme
sino sobre uno que se encoge si el conflicto continúa. Ser
inflexible también puede disminuir las oportunidades de
alcanzar en verdad un acuerdo. Si la otra parte responde con una
postura igualmente extrema, ambos pueden bloquearse y adoptar
posiciones de las que ninguno se podrá echar atrás
sin quedar mal.
La mediación, considerada como un
intento de un tercero neutral que facilite la comunicación
y ofrezca sugerencias para resolver un conflicto, nos ofrece la
posibilidad de que un mediador ofrezca sugerencias que permitan a
las partes enfrentadas hacer concesiones y dejar a salvo su
prestigio. Si mi concesión se puede atribuir a un
mediador, quien además obtiene una concesión igual
de mi antagonista, entonces ninguno de nosotros parecerá
haber cedido antes las demandas del otro.
Los mediadores también ayudan a resolver
conflictos facilitando la comunicación constructiva. Su
primera tarea es ayudar a las partes a pensar en replantear el
conflicto y a obtener información acerca de los intereses
de la otra parte. Estimulándolos a dejar a un lado sus
demandas conflictivas y las ofertas iniciales y a pensar en su
lugar en las necesidades, intereses y objetivos subyacentes, el
mediador trata de reemplazar una orientación competitiva
de "ganar o perder" con una orientación competitiva de
ganar o ganar que los conduzca a una resolución que sea
mutuamente benéfica. En la mediación se dan los
acuerdos integrativos que son los acuerdos de "ganar o
ganar" que reconcilian los intereses de ambas partes para
beneficio mutuo. La comunicación a menudo contribuye a
reducir las percepciones erróneas que se cumplen
así mismas. El resultado de los conflictos a menudo
depende de cómo se comunican las personas sus sentimientos
entre sí.
En la mediación un factor clave es la
confianza. Si pensamos que la otra persona es bien
intencionada, y que no nos va a explotar, entonces habrá
una posibilidad mayor de que divulgue sus necesidades y
preocupaciones. Si la confianza no existe, probablemente
será cautelosa por el temor de que al abrirse le
proporcionará al otro o al interlocutor información
que podría usar en su contra. Cuando las partes
desconfían una de la otra y se comunican de manera
improductiva, un tercero mediador a menudo es de ayuda.
Después de coaccionar a las partes para que replanteen su
conflicto percibido de "ganar o perder", el mediador, a menudo,
hace que cada parte identifique y jerarquice sus metas. Cuando en
realidad hay poca incompatibilidad de metas, el procedimiento de
jerarquización hace más fácil para cada uno
ceder en metas menos importantes de modo que cada uno alcance sus
metas principales.
Cuando las partes convienen en comunicarse de manera
directa, por lo general no pierden la esperanza de que, sin
conceder, el conflicto se resolverá por sí solo. En
medio de un conflicto amenazador y tensionante, las emociones a
menudo trastornan la capacidad para comprender el punto de vista
de la otra parte.
Las terceras partes neutrales también pueden
sugerir propuestas mutuamente agradables que serían
desechadas si fueran ofrecidas por la otra parte. Del mismo modo,
las personas a menudo evalúan de manera reactiva una
concesión ofrecida por un adversario; la misma
concesión puede dejar de parecer sólo un gesto
simbólico cuando es sugerida por un tercero. Cuando la
comunicación directa es imposible, un tercero puede
reunirse con una de las partes, luego con otra, es decir, "la
diplomacia de aquí para allá".
El arbitraje, que es la resolución de un
conflicto por un tercero neutral que estudia ambos lados e impone
un acuerdo, contribuye a la solución de conflictos
difíciles de tratar porque los intereses subyacentes son
muy divergentes. Cuando los conflictos no logran resolverse
satisfactoriamente, hay necesidad de acudir al arbitraje buscando
que el "árbitro", mediador o un tercero "imponga" un
acuerdo. Las partes en disputa por lo general prefieren resolver
sus deferencias sin arbitraje, a fin de conservar el control
sobre el resultado.
En casos en que las diferencias parecen grandes e
irreconciliables, la perspectiva del arbitraje puede tener efecto
opuesto. Las partes en conflicto pueden congelar sus posiciones,
con la esperanza de obtener ventaja cuando el árbitro
decida un compromiso. La mediación exitosa se entorpece
cuando, como sucede a menudo, ambas partes creen que tienen dos
tercios de probabilidad de ganar un arbitraje de oferta final (en
el que un tercero elige una de las dos ofertas finales). El
arbitraje de oferta final motiva a cada una de las partes a hacer
una propuesta razonable.
La psicóloga Mercedes Beltrán, en su libro
Convierta sus conflictos en oportunidades nos dice que
ante los conflictos solemos adoptar las siguientes actitudes:
Evitar: yo pierdo, usted gana. Competir: yo gano, usted pierde.
Acomodar: aceptar las cosas así como así. Negociar:
saber negociar y saber qué se negocia. Colaborar:
cooperar, es decir, ganamos todos. Es procedente precisar que
durante la negociación de conflictos es prioritario e
imperativo tener en cuenta las posiciones e intereses. Si se
quiere llevar una negociación a feliz término es
fundamental entender que cada uno tiene posiciones e intereses
diferentes, que deben ser escuchados, analizados, debatidos y
concertados para llegar a una conciliación satisfactoria
para las partes en conflicto.Frecuentemente se nos presentan
algunas alternativas para la solución de conflictos, que
es bueno tener presente:Ganar-perder. Ante cualquier conflicto
erróneamente tendemos a creer que nosotros sólo
tenemos la razón y que los demás no la tienen, que
están equivocados, que mi verdad es la única
valedera. No acepto que puedo estar equivocado, que no tengo la
razón y que no estoy en posesión de la verdad. En
consecuencia, yo gano y el otro pierde. Perder-ganar. Este tipo
de alternativa es contraria a la anterior. Aquí el otro
tiene la razón; yo no la tengo; acepto estar equivocado
con tal de no buscar solución equitativa al conflicto, y
me declaro perdedor, con la intención de "llevarle la
cuerda al otro" o para hacerle ver que él es infalible.
Estas dos alternativas no sirven en absoluto para la
solución de conflictos. No aportan elementos útiles
para el entendimiento, la tolerancia, la armonía, la
cordialidad, el reconocimiento y la aceptación de los
demás. La primera nos muestra como autoritarios,
dominantes, opresivos, manipuladores, etcétera La segunda
permite que el otro nos considere como pusilánimes,
débiles, sin liderazgo, temerosos, indecisos, mediocres,
etcétera La alternativa que nos ofrece una verdadera
solución a los conflictos es la de Ganar-Ganar. O sea:
gano yo y gana el otro. Ganamos todos. Con ella se llega a una
justa resolución de la eventualidad. Los dos quedamos
satisfechos, porque cada uno fue escuchado, entendido,
comprendido, aceptado y reconocido. En este caso no hay
perdedores ni ganadores: hay personas satisfechas porque lograron
concertar y obtener beneficio mutuo.Muchas veces los problemas y
conflictos nacen de nuestra forma equivocada de sentir y de
vivir, por el quebrantamiento de las leyes de la naturaleza, por
la ignorancia ante la vida. Pero lo importante es que todos los
problemas tienen solución. Si somos conscientes la verdad
es que, aunque haya problemas en la vida, no debemos dejarnos
agobiar por ellos, pues en sí los problemas no son los que
nos afectan sino la forma como los enfrentamos. Las situaciones
nos producen estrés de acuerdo a como las enfrentamos. La
manera en que uno interpreta un suceso determina si provoca o no
provoca estrés. Un hecho puede ser percibido como una
amenaza, un desafío o un alivio, según las
circunstancias. Lo que importa no es el suceso en si sino su
significado. Cuando el hecho se ve como amenaza, se desencadena
el estrés. El estrés es producto de la
evaluación de un hecho. Un suceso conduce al estrés
sólo si es evaluado como una amenaza. Epitcteto nos
decía que lo que perturba y alarma al hombre, no son las
cosas sino sus opiniones y figuraciones sobre ellas. "Con
frecuencia nos atormenta más lo que pensamos que la misma
realidad", afirmaba sabiamente Séneca.Los
psicólogos Lois y Joel Davitz, en su libro Su hijo
adolescente, con respecto a la resolución de
conflictos nos dicen que en los casos en que surgen éstos,
los discrepantes o interlocutores muchas veces pierden gran
cantidad de tiempo, energía e ingenio en acumular
recriminaciones mutuas. Con sus argumentos dan vueltas y vueltas,
dedicándose cada uno a demostrar la presunta
responsabilidad del otro, y cada cual está tan enredado en
su propio razonamiento que lo que diga el otro no lo escucha, y
mucho menos lo entiende. La dificultad fundamental de estas
disputas es que lo que se proponen los seres en conflicto es
inadecuado para solucionar el problema o el conflicto; y si se
persiste en ello, no habrá solución posible. Para
romper el círculo vicioso de las recriminaciones
recíprocas, es preciso que uno de los interlocutores se
dé cuenta de que cuando hay una desavenencia o choque de
intereses entre dos o más personas, ambas,
inevitablemente, contribuyen a dificultar sus relaciones; ambos
contribuyen al problema que surge entre ellos, y cuanto
más pronto dejen el juego de culparse mutuamente y
encaminarse a la mutua comprensión y posterior
resolución de sus dificultades.
Así las disputas sean "explosivas", "acaloradas"
e "irritantes" no constituyen un problema tan serio como la
suspensión de la comunicación. Mientras los
contradictores, los contrincantes, los actores de la
discusión, las partes en conflicto, los dialogantes o los
interlocutores mantengan abiertos los canales de
comunicación, mientras no se suspenda abruptamente la
discusión, el diálogo o la disputa, así sea
para reñir, existe la posibilidad de llegar a una
solución o a un acuerdo razonable. La disputa puede ser
penosa, pero así se "peleen" están, permanecen o
siguen en contacto. El problema se complica más cuando se
distancian o interrumpen la comunicación. Por
consiguiente, es imperativo continuar hablando, pase lo que pase.
Encerrarse en el silencio hosco sólo sirve para empeorar
la situación. Si queremos una solución al
conflicto, debemos empezar por romper el silencio y hacer los
esfuerzos posibles por mantener abiertos los canales de
comunicación con nuestro interlocutor.
Es importante aclarar que no basta conversar para que
automáticamente se resuelvan los conflictos que se nos
presentan en nuestro mundo cotidiano. Es obvio que la
conversación es apenas una forma de intercambio de ideas,
opiniones e información, y de participación de
sentimientos, valores y experiencias; y mediante este intercambio
y esta participación se puedan lograr soluciones. Pero
hablar es una condición necesaria para este intercambio y
esta participación, una condición de
comunicación entre los interlocutores que les posibiliten
la solución de sus dificultades.
Para la resolución armónica de un
conflicto es necesario suspender el juego de las mutuas
recriminaciones; ser el primero en romper el circulo vicioso de
ataque y defensa suspendiendo acusaciones, haciendo en esta forma
innecesaria la defensa, y esforzarse por buscar una mutua y
amistosa comprensión; valerse de mensajes de primera
persona, expresar las opiniones y sentimientos en la forma
más clara posible, poniendo atención sin
interrumpir, comprendiendo y sin emitir juicios; mantenerse
centrado en el conflicto presente, sin generalizar y sin traer a
colación otras cuestiones ajenas al problema que se
discute; reconocer que las personas pueden estar en desacuerdo y,
sin embargo, vivir juntas con verdadero afecto y respeto,
llegando a transacciones realistas, prácticas, con las
cuales sea posible la convivencia pacífica y
armónica; y, sobre todo, mantener abiertos los canales de
comunicación. Veamos lo que nos dice una más de las
reflexiones de "ediciones paulinas": ¡Cuántos
conflictos personales y familiares se podrían evitar, si
algunas veces reconociéramos estar equivocados o no tener
la razón! ¡Cuántos matrimonios y
cuántas amistades se podrían "salvar", si
sólo se dijera, al menos, "lo siento"! Muchas veces, pedir
perdón con sinceridad, es algo más que reconocer
que hemos cometido un error; es reconocer que algo que hemos
dicho o hecho, ha dañado la relación, y que tenemos
suficiente interés en dicha relación como para
querer enmendar y
restaurarla.Conciliación.
La Gran enciclopedia ilustrada círculo
define la conciliación como el "acuerdo al que llegan las
partes contrarias en un acto previo al juicio. El acto de
conciliación es una formalidad procesal a veces ineludible
que intenta lograr la avenencia entre las partes antes de un
juicio civil, declarativo o laboral".
En el ámbito judicial, la conciliación es
un mecanismo jurídico que permite el "entendimiento de las
partes en un acto judicial, previo a la iniciación de un
pleito, o durante el curso de mismo", señala el jurista
Germán Navas Talero, en su libro Guía
práctica del derecho, y aclara que "este acto procura
la transigencia de las partes, con el objeto de prevenir un
litigio que una de ellas que quiere entablar, o terminar uno ya
iniciado". La conciliación –puntualiza Navas Talero-
es poner de acuerdo a las partes, amistar dos enemigos,
advirtiendo que "es un acto voluntario en el cual además
de las partes en conflicto, interviene una tercera persona o a
quien se denomina conciliador". En este campo podemos acudir a la
conciliación judicial y extrajudicial. La primera se
realiza con la intervención del juez dentro del curso de
un proceso que éste da por terminado cuando la
conciliación es positiva. En cuanto a la segunda, la
conciliación extrajudicial, se realiza fuera del proceso
con la participación de un conciliador ajeno al conflicto,
puede ser un particular; esto permite que no haya necesidad de
incoar un litigio o pleito legal. En ciertos casos la ley
posibilita que así se haya iniciado un proceso se puede
conciliar por fuera del expediente, comunicando luego al
funcionario competente que adelanta el litigio. La
conciliación pone término a la controversia
litigiosa.
En nuestra legislación colombiana, la
conciliación forma parte de los mecanismos alternativos de
solución de conflictos. En consecuencia, los
artículos 64 de la Ley 446, de julio 7 de 1998, y el
Decreto 1818 de septiembre 7de 1998, definen la
conciliación como el "mecanismo de resolución de
conflictos a través del cual, dos o más personas
gestionan por sí mismas la solución de sus
diferencias, con la ayuda de un tercero neutral, denominado
conciliador". El artículo 116 de la Constitución
Política de Colombia al respecto precisa que "los
particulares pueden ser investidos transitoriamente de la
función de administrar justicia en la condición de
conciliadores o en la de árbitros habilitados por las
partes para proferir fallos en derecho o en equidad, en los
términos que determine la ley".
El Diccionario del Ciencias Jurídicas,
políticas y sociales la define como la "acción y
efecto de conciliar, de componer y ajustar los ánimos de
los que estaban opuestos entre sí", y prosigue afirmando
que "dentro del ámbito del Derecho Procesal, la audiencia
previa a todo juicio civil, laboral o de injurias, en que la
autoridad judicial trata de avenir a las partes para evitar el
proceso", aclarando que, "no siempre se requiere que el intento
conciliatorio sea previo, pues algunas legislaciones admiten,
especialmente en materia laboral, que el juez pueda intentar en
cualquier momento la conciliación de los litigantes". En
materia penal, algunas legislaciones exigen la celebración
de un acto conciliatorio previo para dar curso a las querellas
por calumnia o injuria.
En cuanto a la conciliación, Myers nos dice que
algunas veces la tensión y la suspicacia se elevan tanto
que la comunicación, y mucho menos la resolución,
se vuelven menos que imposibles de alcanzar, y por ello debemos
acudir a este mecanismo. Para evitar que las partes enfrentadas
coaccionen o tomen represalias, es necesaria la
conciliación. En momentos de tensión, los
pequeños gestos conciliadores de una de las partes pueden
producir actos conciliatorios recíprocos de la otra. Por
tanto, la tensión se puede reducir a un nivel donde puede
ocurrir la comunicación. La comprensión puede
ayudarnos a establecer y disfrutar relaciones pacíficas
recompensantes.
La
comunicación y la libertad de
expresión
Para expresar nuestras ideas y pensamientos contamos con
mecanismos amparados por el orden constitucional y pactos y
convenios internacionales. Por eso importante el ejercicio de la
auténtica democracia, la cual nos brinda la posibilidad de
decir o escribir lo que pensamos, opinar, disentir, refutar,
controvertir y pensar diferente; y para esto contamos con las
siguientes garantías:
Constitución Política de
Colombia:
Artículo 20. Libertad de expresar y difundir
el pensamiento y opiniones.
Declaración universal de los derechos
humanos:
Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la
libertad de pensamiento.
Artículo 19. Derecho a la libertad de
opinión y de expresión.
Declaración de los Derechos del Hombre y del
Ciudadano:
Artículo 10. Ninguno debe ser molestado por
sus opiniones…
Artículo 11. La libre comunicación de
los pensamientos y de las opiniones…
Declaración Americana de los Derechos y Deberes
del Hombre:
Artículo 4. Toda persona tiene derecho a la
libertad de investigación, de opinión y de
expresión y difusión del pensamiento por cualquier
medio.
Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos (Aprobado en la Asamblea General de la ONU el 16
de diciembre de 1966):
Artículo 18. Toda persona tiene derecho a la
libertad de pensamiento…
Artículo 19. 1. Nadie podrá ser
molestado a causa de sus opiniones… 2. Toda persona tiene
derecho a la libertad de expresión…
Convención Americana sobre los Derechos Humanos.
Pacto de San José de Costa Rica (22 de noviembre de
1969):
Artículo 12. Toda persona tiene derecho a la
libertad de conciencia…
Artículo 13. Toda persona tiene derecho a la
libertad de pensamiento y de
expresión…
Declaración Universal de los Derechos
Humanos:
Artículo 19. Todo individuo tiene derecho a
la libertad de opinión y de expresión; este derecho
incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de
difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier
medio de expresión.
La Nueva Declaración de los Derechos y Deberes
(Nueva Declaración Universal para 1998, con motivo de los
50 años de la Declaración Universal de los Derechos
Humanos en 1948):
Artículo 6. Todo ser humano tiene derecho a
obrar de acuerdo con su conciencia…
Artículo 7. Todo ser humano tiene derecho a
expresar sus ideas de palabra, por escrito, o en cualquier otra
forma, y realizar sus actividades con plena autonomía y
libertad…
La vida en comunidad nos impone el deber de respetar a
los demás: cada uno tiene la obligación de permitir
que los otros vivan de manera digna. Y vivir dignamente supone
que la persona puede exigir paras sí bienes espirituales,
materiales y otros que tienen una expresión física
en el espacio y el tiempo. Pero estas libertades tienen
restricciones, puesto que nuestras expresiones y opiniones no
podrán nunca molestar a los demás en su
ámbito íntimo o personal, porque se estaría
atentando contra los derechos que tienen otras personas,
especialmente los derechos humanos, postulados universales y
democráticos considerados como aquellas facultades o
atributos que nos permiten reclamar lo que necesita para vivir de
manera digna y para cumplir con los fines propios de la vida en
comunidad, y que se caracterizan por ser necesarios (sin ellos no
se puede vivir dignamente), universales (todas las personas, sin
ninguna excepción, tenemos derechos humanos), anteriores
al derecho y a la ley (aparecen con la persona y no son creados
por pactos de autoridad), limitados (en nuestro ejercicio de
éstos sólo podemos llegar hasta donde comienzan los
derechos de los demás o los justos intereses de la
comunidad) e inviolables (quien los vulnere comete un acto
injusto).
Si desbordamos nuestro derecho a la expresión y
opinión podríamos estar incurriendo en conductas
punibles como la injuria y la calumnia, que el Código
Penal Colombiano considera como delitos. En cuanto a la injuria
regula que el que haga otra persona imputaciones deshonrosas,
incurrirá en prisión y multa. Con respecto a la
calumnia precia que el que impute falsamente a otro una conducta
punible, incurrirá en prisión y multa.
El Diccionario de ciencias jurídicas,
políticas y sociales define la injuria y la calumnia,
así:
Injuria. "Agravio, ultraje de obra o de
palabra. Hecho o dicho contra razón y justicia.
Daño o incomodidad que causa una cosa. La primera
acepción afecta al Derecho Penal, con repercusiones
indemnizatorias de orden civil. La tercera acepción se
relaciona con el Derecho Laboral".
Calumnia. "Etimológicamente, la
acusación falsa hecha maliciosamente para causar
daño. Jurídicamente, delito contra el honor de las
personas, consistente en la imputación falsa de la
comisión de un delito de los que dan lugar a procedimiento
de oficio; o sea, al ejercicio de la acción
pública… Como este delito requiere la falsedad en
la acusación, es evidente que el acusado quedará
exento de pena si prueba la veracidad de la imputación,
inversamente a lo que sucede con el delito de injuria, que
sólo admite prueba en algunas legislaciones… en los
casos excepcionales que el propio código
determina".
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