- Creced
y multiplicaos - La
maldición lamarckista - La
ideología micromerista - Regreso
al planeta de los simios - El
espejo del alma - La
teoría sintética de Rockefeller - El
azar considerado como una de las bellas artes - Cuatro
tendencias en la biología soviética - Un
campesino humilde en la Academia - La
técnica de vernalización - Cuando
los faraones practicaban el incesto - La
revolución verde contra la revolución
roja - Los
genes se sirven a la carta - Timofeiev-Ressovski,
un genetista en el gulag - El
linchamiento de un científico descalzo - Los
peones de Rockefeller en París - La
genética después de Lysenko - Notas
- Otra
bibliografía es posible
Con motivo de la celebración el pasado
año del aniversario de la publicación de "El
origen de la especies" de Darwin, la
revista
Nómadas de la Universidad
Complutense de Madrid
publicó un interesante artículo
tituladoLysenko: La teoría
materialista de la evolución en la URSSque puede
consultar en el siguiente enlace:http://www.ucm.es/info/nomadas/trip/lysenko.html
NÓMADAS · REVISTA CRÍTICA
DE CIENCIAS
SOCIALES Y JURÍDICAS THEORIA UCM ·
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE · ISSN 1578-6730
LysenkoLa teoría materialista de la
evolución en la URSS Por: Juan Manuel Olarieta Alberdi
15 de febrero de 2010
Caza de brujas en la
biología
En el verano de 1948 el presidente de la Academia Lenin de
Ciencias
Agrícolas de la URSS, T. D. Lysenko (1898-1976),
leía un informe ante
más de 700 científicos soviéticos de todas
las especialidades que desencadenó una de las más
formidables campañas de linchamiento
propagandístico de la guerra
fría, lo cual no dejaba de resultar extraño,
tratándose de un acto científico y de que nadie
conocía a Lysenko fuera de su país.
Sucedió que Lysenko fue extraído de un contexto
científico en el que había surgido de manera
polémica para sentarlo junto al Plan Marshall,
Bretton Woods, la OTAN y la bomba atómica. Después
de la obra de Frances S. Saunders (1) hoy tenemos la certeza de
lo que siempre habíamos sospechado: hasta qué punto
la cultura fue
manipulada en la posguerra por los servicios
militares de inteligencia
de Estados
Unidos. Pero no sólo la cultura. Si se podía
reconducir la evolución de un arte milenario,
como la pintura, una
ciencia
reciente como la genética
se prestaba más fácilmente para acoger los mensajes
subliminales de la Casa Blanca. Lysenko no era conocido fuera
de la URSS hasta que la guerra
sicológica desató una leyenda fantástica que
aún no ha terminado y que se alimenta a sí misma,
reproduciendo sus mismos términos de un autor a otro,
porque no hay nada nuevo que decir: "historia terminada" concluye
Althusser (2). Es el ansiado fin de la historia y, por supuesto,
es una vía muerta para la ciencia
porque la ciencia y Lysenko se dan la espalda. No hay nada
más que aportar a este asunto.
O quizá sí; quizá haya que recordar
periódicamente las malas influencias que ejerce "la
política"
sobre la ciencia, y el mejor ejemplo de eso es Lysenko: "La
palabra lysenkismo ha acabado simbolizando las consecuencias
desastrosas de poner la ciencia al servicio de la
ideología política", aseguran los
diccionarios
especializados (3). Pretenden aparentar que lo suyo es ciencia
"pura" y que todo lo demás, todo lo que no sea ciencia
"pura", conduce al desastre. En consecuencia, hay que dejar la
ciencia en manos de los científicos. En este juego
oportunista a unos efectos "la política" nada tiene que
ver con la ciencia y a otros interesa confundir de plano; depende
del asunto y, en consecuencia, la dicotomía se presta a la
manipulación. Así sigue la cuestión, como si
se tratara de un asunto "político", y sólo puede
ser polémico si es político porque sobre ciencia no
se discute. Un participante en el debate de
entonces, el biólogo francés Jean Rostand,
escribió al respecto: "Expresiones apasionadas no se
habían dado nunca hasta entonces en las discusiones
intelectuales"
(4). Uno no puede dejar de mostrar su estupor ante tamañas
afirmaciones, sobre todo en un científico que ignora los
datos
más elementales de la historia de la ciencia desde
Tales de
Mileto hasta el día de hoy. Ese recorrido en el
tiempo
mostraría que el pasado -y el presente- de la ciencia
están preñados de acerbas polémicas, muchas
de las cuales acabaron en la hoguera. No es ninguna paradoja: los
estrategas de guerra sicológica que en 1948 trasladaron el
decorado del escenario desde la ciencia a la política
fueron los mismos que protestan contra la politización de
la ciencia, entre los que destaca Rostand.
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