La violencia hacia bisexuales, lesbianas y homosexuales en la Ciudad de México
La violencia
hacia bisexuales, lesbianas y homosexuales en la Ciudad de
México,
un estudio que nos brinda un acercamiento confiable a la
realidad
Los autores Luis Ortiz Hernández y José
Arturo Granados Cosme, profesionales relacionados con la salud e investigadores,
particularmente adentrados en la Medicina
Social, realizan este estudio en la Ciudad de México,
cuyo enfoque principal fue la violencia que sufren los
bisexuales, lesbianas y homosexuales (BLH), la cual consideran
puede ser producto del
sistema de
géneros.
Para justificar la hipótesis realizan una encuesta a 506
BLH radicados en la ciudad antes citada.
Parten del convencimiento que la opresión limita
la satisfacción de las necesidades básicas en tanto
que pueden deteriorar la salud física y restringir
la participación del sujeto en la vida social y una de
estas formas de opresión -señalan- deriva del
sistema de géneros; de ahí la relevancia de su
estudio, sobre todo si anteponemos que existen escasas organizaciones
que atiendan los problemas
específicos de BLH, así como la falta de
reconocimiento institucional y jurídico del gobierno a los
arreglos familiares entre individuos del mismo sexo.
El estudio en síntesis,
realizado en la Universidad
Autónoma Metropolitana-Xochimilco se centra en la
frecuencia de violencia que han sufrido los BLH estudiados y su
relación con el sistema de géneros.
Para entender la violencia hacia esta población en particular y corroborar su
origen en el sistema de géneros, así como concebir
la lógica
de este sistema, inician el estudio haciendo una
diferenciación entre sexo, como una característica
biológica innata (cromosómico, genético,
hormonal y genital) que distingue al macho de la hembra (o
hermafroditas, en los casos en que el organismo posea rasgos de
ambos sexos) y el género,
como el significado cultural que las sociedades
atribuyen a los rasgos biológicos vinculados con el sexo,
que es variable entre sociedades y modificable con el tiempo.
Distinguen en éstos, dos géneros
básicos: masculino y femenino o los andróginos,
cuya mezcla de características de ambos géneros
resulta difícil de ubicarlos en alguna de estas
categorías. Se entiende por tanto, que el género no
se refiere simplemente a las mujeres o los hombres, sino a la
forma en que sus cualidades, conductas e identidades se
encuentran determinadas por el proceso de
socialización.
El sistema de géneros, entendido según el
glosario de
términos relativos a la igualdad entre
mujeres y hombres propuestos por la Comisión Europea
(1998), son un conjunto de estructuras
socioeconómicas y políticas
que mantiene y perpetúa los roles tradicionales masculino
y femenino, así como lo clásicamente atribuido a
hombres y a mujeres. De este sistema, los autores derivan tres
ideologías dominantes que sustentan la opresión de
los BLH: Los estereotipos de género, al androcentrismo y
el heterosexismo. Ideologías que al ser retadas por estos
grupos, los
enfrentan a sanciones y exclusión
social.
Los estereotipos de géneros que de acuerdo a
Bourdieu (2000), citado por los autores, dictan maneras
determinadas del vestido, usos del cuerpo, ademanes, posturas y
porte; dejan claro que el macho debe ser masculino y la hembra
femenina. Estereotipos, escriben Ortiz y Granados, que demarcan
una relación asimétrica en la que lo masculino es
superior a lo femenino y reglamentan los usos del cuerpo y
delimitan la orientación sexual.
Esto hace que el sistema de géneros conciba -nos
dicen- a la heterosexualidad como la única
expresión erótica-afectiva valida (por la supuesta
complementariedad entre los sexos, cuyo objetivo
principal es la reproducción de la especie).
Cualquier expresión erótica opuesta, es
contra-natura, dictan los dogmas religiosos y el grueso de la
población lo acepta sin objetar, aunque no lo cumpla, en
tanto que para el gobierno inmerso en su incompetencia y corrupción esta situación pasa
desapercibida. Para los autores, por consiguiente, los
estereotipos son en gran parte el origen del
heterosexismo.
Esta condición heterosexista que establece como
anormal toda relación entre parejas del mismo sexo, al
igual que el androcentrismo que considera al hombre como el
centro del universo, como la
medida de todas las cosas, como el único observador
válido de cuanto sucede en el mundo y conlleva la
invisibilidad de las mujeres y la ocultación de las
aportaciones realizadas por éstas, serán
protagonistas centrales para el rechazo social de los BLH; visto
así, la violencia generada en torno a ellos,
será entendida como un modo de sanción social ya
que trasgreden los valores
dominantes del sistema de géneros. De ahí que Ortiz
y Granados consideran que la violencia se distribuya de manera
diferencial entre homosexuales y lesbianas, de igual manera entre
las personas que quebrantan los estereotipos de géneros y
las que no lo hacen.
Para Ortiz y Granados, los BLH transgreden los sistemas de
géneros desde su identidad
sexual u orientación sexual, desde su identidad sexual y
su rol de género es decir, la manera en que los individuos
actúan de acuerdo con los estereotipos y porque practican
relaciones que no implican un fin reproductivo. Estas formas de
transgresión serán penalizadas de manera distinta
entre los sexos. Más sancionadas por los varones y en los
varones homosexuales que por las mujeres y en las lesbianas;
sentencia que será confirmada en el estudio
realizado.
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