Estrategia de intervención psicológica para el tratamiento del dolor crónico
- Descripción
de la estrategia de intervención - Descripción
detallada de las sesiones - Conclusiones
- Bibliografía
Introducción
Los últimos años del desarrollo
científico técnico en el campo de la salud humana se han
caracterizado por la comprensión del papel que los
factores psicológicos y sociales tienen en este proceso. El
siglo anterior y el actual han servido de escenario para
conformar una visión integral de la salud donde a pesar de
no estar claramente explicada la forma en que dichos factores
influyen en este proceso, si resulta indiscutible, su presencia
significativa en el mismo.
La psicología de la
salud, como rama aplicada de la psicología, ha devenido
una metodología para el análisis y la comprensión de
cómo los factores psicosociales, sin pretender restar
valor a los
factores biológicos, se encuentran presentes durante todo
el proceso de enfermar. Estos factores no solo influyen sobre la
etiología de las enfermedades sino que se
encuentran presentes durante todo el curso de las mismas, desde
las llamadas enfermedades infecto-contagiosas, hasta las
enfermedades crónicas no transmisibles.
Esto ha permitido que esta área de la
psicología constituye en la actualidad uno de los campos
más fructíferos para la investigación científica que tiene
como objetivo
esencial conocer y descubrir regularidades, desde el punto de
vista psicológico, que permitan la optimización de
la salud de los seres humanos.
El dolor, y en particular el dolor crónico, a
constituido una de las problemáticas blanco de las
intervenciones psicológicas. Este constituye una de las
causas más frecuentes para la búsqueda de
asistencia médica. Ha sido asociado universalmente al
concepto de
enfermedad y se ha convertido en una de las más
importantes fuentes del
sufrimiento humano.
Según el Dr. J. J. Bonica, primer presidente de
la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor
(IASP) este constituye uno de los problemas
más apremiantes de nuestro tiempo.
(Bonica, 1990). Las estadísticas acerca de este problema
resultan alarmantes, por solo citar un ejemplo, valga decir que
la American Arthritis Foundation, en 1976, estimo que solo en
Estados Unidos
entre 20 y 30 millones de personas padecen artritis con 600.000
nuevas víctimas cada año.
Este término ha sido blanco de numerosas
definiciones y formas de abordarlo. En un intento de hallar una
definición adecuada del termino, la Asociación
Internacional para el Estudio del Dolor (IASP) lo ha definido
como una "experiencia sensorial y emocional desagradable asociada
con una lesión tisular potencial o actual o descrita en
términos de dicha lesión".
Ha sido clasificado atendiendo a diferentes criterios.
Sin embargo la clasificación que distingue al dolor agudo
del dolor crónico es la que ha recibido mayor atención. El dolor agudo se refiere a aquel
dolor de corta duración que ocurre generalmente como
respuesta a una lesión de tipo mecánico o debido a
quemaduras. En el caso del crónico se refiere a aquel
dolor persistente que dura semanas, meses e incluso años,
y en muchos casos no existe evidencia de un estimulo especifico
que produzca daño
tisular.
En los últimos años se ha llegado a
considerar que estas dos modalidades de dolor, probablemente
estén causadas por mecanismos diferentes y por tanto los
tratamientos que pudieran resultar efectivos para el agudo
pudieran llegar a ser contraproducentes para el
crónico.
Los primeros modelos para
el estudio del dolor, concebían al dolor directamente
proporcional a la magnitud de la lesión física existente; no
obstante la ineficacia del tratamiento en algunos pacientes y el
hecho de que algunas personas con dolor crónico se
hacían resistentes sobremanera a los tratamientos
médicos estándar o que la incapacidad que
producía el dolor era en ocasiones muy superior a lo que
podría esperarse en función de
la patología medica identificada, permitió dar paso
a posiciones científicas más flexibles donde se
consideraba que este problema excedía el ámbito
médico y los aspectos biológicos y, por tanto,
obligó a investigadores clínicos a comenzar a
examinar otros factores que pudieran estar presentes en la
etiología, desarrollo, duración y posibilidades de
control de este
tipo de dolor. Comenzó entonces, el estudio y la
formulación de modelos multidimensionales que
incluían factores físicos, psíquicos y
sociales, así como el reconocimiento de que este problema
debe ser afrontado desde una perspectiva multidisciplinar donde
intervengan profesionales de todas las áreas
implicadas.
En la década de los años 50 comienza la
psicología sus primeros estudios sobre el dolor. Los
factores psicosociales tienen una especial importancia en el
origen y mantenimiento
del dolor crónico, incluso en aquellos casos en los que
podría hablarse de una patología dolorosa
claramente somática. Los factores psicológicos se
encuentran ineludiblemente presentes cuando se valora la
intensidad y la incapacidad asociadas al dolor, a su vez, los
problemas dolorosos tiene en si consecuencias psicológicas
que afectan la intensidad del dolor y la consecuente incapacidad.
Este problema, es uno de los principales responsables de
pérdidas económicas a nivel mundial representadas
en horas no laboradas, ausencias al trabajo,
llegadas tardes, gastos enormes en
adquisición de medicamentos y costos de
tratamiento.
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