Hola a todos! Les comparto este
artículo que fue publicado recientemente en la Revista
"Sintoniza Eneagrama", de la IEA Española, con el
título de:"Recuperando la Dimensión Espiritual de
la Virtud, según el Eneagrama de la
Personalidad". Espero les guste y
aproveche. Saludos!
Introducción
"Desapegarse de los deseos, tal como
lo aconsejan las Escrituras, va más allá de un
desapego del placer y del dolor: se aplica además a las
formulaciones mentales de vicio y virtud. El hombre que
es virtuoso en forma tradicional no está más libre
ó más abierto a su verdadero ser que el que cae
presa de los automatismos del deseo. Pues dice un proverbio
hindú: «Un ruiseñor en jaula de oro no es
más libre que otro en jaula de hierro»".
[Claudio
Naranjo, Psicología de la
Meditación].
Nuestro mundo está cansado de una
virtud aparente, inconsistente, que sólo sirve para
mostrar a la sociedad
cuánto el ego educado se ha esforzado para crear una
máscara suficientemente adaptada a las pautas sociales. Es
en el fuero interno del hombre,
empero, y no en su fachada social, donde se juegan valores
más importantes tales como el despertar de la consciencia,
la autorealización y la felicidad.
Originada en Aristóteles y reforzada en la
Escolástica, se ha hecho tradicional la noción y
práctica de la virtud como un hábito operativo de
hacer el bien. Esto es, el hábito de practicar
voluntariamente lo que se considera moralmente correcto en un
determinado contexto sociocultural.
Esta noción de virtud es la que ha
dominado durante siglos nuestra educación occidental
ligada, particularmente a partir de la Reforma Protestante, al
voluntarismo exagerado, la disciplina
rigorista y las penitencias impuestas y autoimpuestas con fines
supuestamente éticos y pedagógicos. Es claro, por
otra parte, que en nuestro tiempo esta
noción y práctica de la virtud han caído en
desuso y, en el contexto de un globalizado relativismo en el que
toda autoridad y
los valores
tradicionales están en crisis,
nuestro mundo prefiere hoy hablar de valores, una noción,
por lejos, mucho más abstracta y menos encarnada que la de
virtud en su sentido originario.
Etimológicamente, "virtud" deriva
del término griego areté, que significa
"perfección, excelencia" y también "pericia,
arte". Su
traducción latina es: "virtus", de donde
deriva directamente nuestro vocablo en español.
La raíz latina tiene originariamente el sentido de
"fuerza",
"energía que surge" y que se abre paso hasta manifestarse.
Para la espiritualidad y la mística en general, y para la
filosofía
oriental en particular, la persona virtuosa
es aquella que obra no a partir de un hábito adquirido a
fuer de voluntad —por importante que sean los buenos
hábitos– sino a partir de la "energía
ó fuerza interior" que brota de una consciencia pura, de
un alma cada vez
más autoconsciente ó iluminada. La virtud entendida
en este sentido es como una llama viva que transforma, mueve,
produce cambios, pero siempre desde el centro del alma hacia
afuera, y no al revés.
Las falsas
virtudes
En los distintos egotipos podemos hallar
falsas virtudes. Éstas no son sino cualidades
características —y en cierto punto
"connaturales"— de cada tipo de personalidad
que, aún siendo positivas y valiosas en sí mismas,
son frecuentemente utilizadas por el ego con fines más o
menos sutiles de manipulación (¡la
manipulación es el arte por excelencia del ego!). De
allí que sirven al individuo para
dar una imagen
socialmente aceptable, e incluso laudable, pero que no van
más allá de eso.
Así, no sin una paradojal
ironía, se ha llamado irónicamente al E1 "la virtud
enojada". Utilizando este egotipo la formación reactiva
como mecanismo de defensa principal, desde niño fue
construyendo una fachada de autocontrol, disciplina y rectitud
que lo caracterizan pero que están lejos de hacerlo feliz,
sino todo lo contrario: cuanto más se esfuerza por ser
virtuoso más siente crecer dentro de sí el
resentimiento y el enojo hacia los demás, porque "los
otros no hacen lo que deben"; y hacia sí mismo, por no
estar nunca al alcance de su superyóica exigencia interna,
y por tanto, de falsa perfección.
En el E2 podemos encontrar una seductora
generosidad. Pero pese a su fachada de filántropo capaz de
ofrecer su cariño y ayuda concreta a todo el que lo
necesita (y al que no lo necesita también), el ego del E2
sustenta una no reconocida necesidad de afecto y
valoración, que hace de la misma ayuda y sacrificio por el
otro una herramienta de seducción y manipulación
para obtener afecto, reconocimiento y
valoración.
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