Frustraciones en la relación amorosa y o
genital con el otro sexo.Reacción contra una deformadora
relación con el padre del sexo contrario.Identificación exagerada con el padre del
mismo sexo.Ausencia de personas del sexo opuesto.
Satiriasis
Es el deseo incontrolable o insaciable, en el hombre, de
tener relaciones
sexuales con cualquier mujer.
Detrás de esta conducta hay una
carencia de afecto femenino o un deseo de venganza por
engaños y traiciones.
Ninfamanía
Equivale a la satiriasis en la mujer. Su
característica es preocupación excesiva por todo lo
genital, excitación permanente que puede llevar al orgasmo
con sólo cruzar las piernas, tener pensamientos o ver
espectáculos eróticos, etc. Sus causas pueden ser
frustraciones afectivas, exceso de relaciones sexuales sin
amor,
hipertrofia del clítoris, etc.
Felación
Relación genital en la cual entran en contacto la
boca de un individuo y el
pene de otro. En el caso del clítoris o la vulva, se
denomina cunnilinguo; el acto de besar o lamer el ano, annilinguo
y las mamas manilinguo.
Fetichismo
El fetichismo consiste en dar un significado genital a
un objeto o a una parte del cuerpo, cuyo contacto es
indispensable para que el individuo pueda excitarse o llegar al
orgasmo.
Exhibicionismo
Es la satisfacción del instinto genital que se
consigue mediante el acto de poner al descubierto, frente a otras
personas, los órganos genitales. Se da sobre todo en el
hombre y puede
ser la búsqueda de compensación a sentimientos de
inferioridad.
Pedofilia
En el caso de la pedofilia son los niños
los objetos sexuales, a quienes se seduce o se les muestra los
genitales y se incitan a la masturbación.
Travestismo
Esta conducta consiste en la tendencia a vestir ropa
sobre todo íntima, del otro sexo.
Voyeurismo
Es la tendencia de observar a otros cuando realizan
actos eróticos, para lograr excitarse
genitalmente.
Incesto
Consiste en mantener relaciones sexuales con personas
del mismo núcleo familiar.
Necrofilia
Es el deseo irrespetuoso de obtener satisfacción
erótica con un cadáver,
Zoofilia
Es el mantenimiento
de relaciones genitales entre un ser humano y un
animal.
Hacia la recuperación de nuestro
cuerpo
El cuerpo es lo más valioso, hermoso y
útil que tenemos. Por esto debemos comprometernos a
recuperar su sentido y valor. Para
recuperar nuestro cuerpo es necesario:
Mantener una adecuada higiene física:
alimentación equilibrada, ejercicio físico,
práctica de deportes, descanso, sueño
suficiente, etc.Tener una conveniente higiene mental.
Buscar percepciones serenas, no estridentes ni
extremadamente excitantes.Evitar fatiga intelectual o visual.
Hacer las cosas con el tiempo suficiente, sin andar
apurados.Evitar el uso de estimulantes como el alcohol,
drogas, el cigarrillo, etc.Aprender a crear con nuestras manos y con nuestro
cuerpo. Las actividades artísticas y el desarrollo de
habilidades y destrezas nos ayudan a ello. Hay que intentar
antes de decir "yo no sirvo para eso, soy demasiado
torpe…" pues siempre descubrimos en nuestro cuerpo
más riqueza de la que creíamos tener, se trata
de tener paciencia para ver nuestras capacidades.Acrecentar el autodominio y el gozo de crear,
dirigir y gustar de nuestras propias sensaciones.Descubrir que todo nuestro cuerpo es llamado a
transformarse y comunicar a otros valores que hay en su
interior.Es indispensable conocer, manejar y "amar" nuestro
cuerpo para que se convierta en la plena expresión de
lo mejor de nosotros.
Educación
sexual integral. Fundamento ético y
filosófico
El propósito de la sexualidad
humana supone un análisis del método con
el que el pensamiento ha
procurado concentrar su significado. De esta manera, la
sexualidad se fundamenta en dos principios:
La naturaleza humana, vista desde diversos tipos de
conocimiento del hombre: el sentido de sexualidad va
evolucionando según procesos diferentes de
pérdida y aumento de algunos valores que el
conocimiento va captando, seleccionando y proponiendo. La
autocomprensión del hombre es un elemento esencial de
su naturaleza y también es necesaria la
comprensión de la sociedad a la que pertenece
(Chiavici).
Dentro de los procesos
dinámicos, es posible atribuir algún significado
permanente a la sexualidad humana; esto es lo que procura hacer
el entendimiento y pensamiento humano; el hombre está
inmerso en una cultura
sexual, al utilizar los resultados a los que han llegado diversas
ciencias, como
la biología,
psicología, sociología, antropología, etc., la sexualidad debe dar
libertad al
hombre y hacer de él una persona culta e
inteligente. Para comprender la sexología se debe
diferenciar la naturaleza
humana de la naturaleza
animal.
La naturaleza animal es instintiva. La diferencia entre
la naturaleza humana y su sexualidad con la del animal, es la
responsabilidad y moralidad que
nos hace concientes de nuestros actos sexuales. El hombre tiene
un concepto de
libertad que se manifiesta en el
conocimiento, en la sabiduría y en la buena voluntad,
que son cualidades específicamente humanas.
La sexualidad humana está guiada por
principios morales. ¿Qué criterio es necesario
tener en cuenta para valorar la autenticidad de un
comportamiento sexual determinado? La sexualidad humana, en
cuanto a fuerza de la persona, posee tres dinamismos o
vertientes fundamentales: un primer dinamismo se
orienta a lograr la madurez y la integración personal:
la sexualidad es una fuerza para edificar el YO, ésta
es una primera vertiente. El segundo dinamismo
tiende a realizar la apertura de la persona al mundo del
tú, la sexualidad es la que posibilita la
relación interpersonal que culmina en la
construcción de un proyecto de vida, en este sentido
la sexualidad sirve para llevar a feliz resultado una
situación o proyecto vital; matrimonio, celibato
viudez. El tercer dinamismo es la apertura al
nosotros, se trata del horizonte social de la
sexualidad que sirve para construir dentro de un clima de
relaciones interpersonales entrelazadas.
El comportamiento
sexual, en cuanto quehacer moral, debe
seguir esas tres orientaciones básicas. Lo positivo y lo
negativo de la moral
sexual concreta ha de verse dentro de este tipo de
esquemas:
i. Deber moral de integración del
yo.ii. Deber moral de apertura del
tú.iii. Deber moral de construcción de un
nosotros.
Estos son los tres quehaceres del hombre en cuanto a ser
sexuado. Las fallas y los aciertos dentro de este campo, han de
ser anotadas dentro de este esquema.
"… La sexualidad de cada individuo tiene sus
aspectos propios e irrebatibles. Constituye una peculiaridad
intransferible y genérico sobre el cual se constituyen
todas las sexualidades individuales" (Kalodony, 1991).
La sexualidad humana está presente en toda la
evolución personal. Existe
un quehacer moral a fin de que el hombre pueda alcanzar una meta
propuesta; hay gran interferencia entre la pedagogía sexual y la moral sexual. La
sexualidad es algo que debe integrarse en la dinámica general de la persona. De
aquí nace un principio básico general de la moral
sexual: será bueno cuanto la prepare y la favorezca, y
malo cuanto retrase, dificulte y mantenga a la sexualidad en un
estado de
falta de madurez.
Soy el resultado
de…
Qué fácil es mentirme. La increíble
fuerza del mal
viene precisamente de esa capacidad que poseo para
engañarme, para actuar mal y estar convencido de que
actúo bien. Lo arreglo todo con bellos argumentos. El
problema no es tanto que falle. Soy humano, frágil, tal
vez caeré muchas veces. El problema es que no reconozca
con seriedad que he fallado y, peor aún, que quiera
convencer a todos de que lo que he hecho es digno de
imitarse.
Sentido del amor
Pero, en lo más profundo de mí, en mi
soledad, reside el amor. De
esto se deriva de que si no soy capaz de conocer mi soledad, mi
vacío, nunca sabré lo que es el amor. Tendré
relaciones sexuales, uno y otro noviazgo, pero nunca podré
amar.
El amor no se logra en un día ni en un
año; es una construcción de toda la vida, porque todos
los días aprendemos a amar.
En el camino del amor surge la exigencia del dar y darme
en un lugar que cuenta: mi familia. Porque
es tan cercana a mí, me conocen muy bien, mis familiares
saben acerca de mis dificultades, de mis fallas. Cuenta porque
vivimos tan cercanos unos de otros que a veces damos por supuesto
el amor y no consideramos necesario expresarlo. Porque
quizá, con o sin culpa, nos hemos hecho daño y
ahora hay soledad, resentimiento e indiferencia.
Muchas veces es más fácil amar a los de
afuera y aislarme en mi propio hogar, hundirme en el
silencio.
Pero, aunque cueste, mi familia es un lugar donde hay
amor, donde me han enseñado a amar a pesar de todo. Ella
está ahí; no la escogí yo. Sin embargo, ella
me ha dado las imágenes
de padre, madre, hermano. Además mi cariño, mi
afecto, mi manera de confiar en los demás, mis gustos e
ideales, mis dificultades y frustraciones son el reflejo de mi
familia.
Todo lo que ha sucedido y sucede en mi familia, me
afecta:
La relación de mis padres: su unión o
su separación, su cariño mutuo o su
distanciamiento, el respeto a las discusiones, el
diálogo o la incomprensión o hasta la
violencia.La relación entre hermanos: el cariño
o la envidia, la ayuda mutua o la rivalidad, la
preocupación por el otro o la indiferencia.El amor familiar: la sobre protección que no
da confianza, independencia ni libertad, o la
despreocupación, que demuestra falta de interés
por el otro; el cariño tierno o las relaciones
frías o calculadas.Los valores familiares: solidaridad, ayuda,
cariño, sencillez, diálogo, respeto, verdad,
lealtad entre otros.La historia familiar: los momentos agradables, los
encuentros, los buenos recuerdos, la unión que ha
existido; los momentos tristes, los enfrentamientos, aquello
que pasó y nunca he podido olvidar, eso que tanto
daño me hizo, la falta de alguien a quien
extraño mucho, las preocupaciones de cada día,
los buenos o malos momentos económicos, la
posición social, el carácter de cada uno, la fe
en Dios, la vivencia de la sexualidad.
Ante esta realidad puedo tomar actitudes
diferentes:
Reconocer las dificultades y valores de mi
familia y, sin embargo, preferir hacer mi vida fuera de ella;
quedarme como espectador y huir de los problemas,
asumir el hogar como un sitio donde duermo y como, pero donde no
comprometo mi vida.
Vivir angustiado por las máscaras que me ha
dejado mi vida familiar y así disculpar mi mediocridad,
aludiendo siempre a mis dificultades familiares.
Descubrir cómo es mi familia y por tanto
cómo soy yo; tener en cuanta que cuando la
desunión, la falta de fe, la agresividad, la
búsqueda de dinero o de
placer la golpean, también me golpean a
mí.
Amar a mi familia, pero tener coraje también para
descubrir lo que no está bien en mi casa y ayudar a
cambiarlo.
Saber que nada se logra en las discusiones o gritos, con
violencia y
enfrentamientos; que es mejor aguardar el momento para decir una
palabra verdadera y que cuestione.
Mantener el ánimo, pues no hay situación
familiar tan negativa que no tenga algo de positivo, aprender a
ser realista, existen problemas que no tienen solución;
pero no puedo angustiarme por ello.
Ver que siempre habrá en mi familia algo que
mejorar; se podrán profundizar las relaciones y actuar con
sencillez sabiendo que las pequeñas cosas, los detalles,
obtienen resultados sorprendentes.
Conducta humana
madura
La importancia de estudiar la conducta humana se hace
cada vez mayor, dada la inmensa complejidad de los problemas de
relación interpersonal de grupo. La
problemática de las relaciones del hombre con su
congénere es tan urgente y tan difícil que
podríamos afirmar que la mayoría de los hombres no
tienen una clara conciencia de
ello. El hombre se ha preocupado a través de la historia por extender y
cimentar los conocimientos que adquiere a cerca de la naturaleza
para dominarla y beneficiarse de ella. Indudablemente, ha tenido
un extraordinario éxito
en este objetivo, como
se deduce de los espectaculares avances de las ciencias exactas,
como química,
física,
astronomía, etc. Sin embargo, la ciencia del
comportamiento
humano, a pesar de los aportes de la psicología
tradicional, se encuentra en ciernes y los problemas de la
relación del hombre con sus congéneres son tan
agudos como lo fueron veinte y cinco años atrás. En
los albores de la filosofía, Richard Lázarus dijo,
para destacar la importancia de este estudio: "o el hombre a
prende a conocer los móviles de la conducta de sí
mismo y de los demás, sus motivaciones, sus aspiraciones,
sus incentivos y sus
frustraciones, o perece devorado por el hombre"
(Rodríguez, 2005).
Panorama actual
Basta leer las noticias
nacionales e internacionales, observar nuestro alrededor, para
darnos cuenta de fenómenos multitudinarios de ansiedad y
frustración que afectan a una apreciable parte de la
humanidad, a juzgar por los actos de delincuencia,
revolución, asesinato, violencia, guerras,
inadaptación personal a estudio o al trabajo,
fracaso en los negocios,
crisis de la
autoridad o de
la fe en las instituciones
políticas y religiosas, matrimonios
frustrados, inestabilidad en todas las manifestaciones de la vida
social.
La madurez
En otros términos, podemos situar el problema de
la conducta humana
dentro del marco de la madurez o inmadurez de los individuos de
las sociedades.
La persona que ha alcanzado un apreciable grado de
madurez emocional se encuentra centrada sobre sí misma,
tiene estabilidad en su ritmo interior, es decir, tiene un
ajuste a sus propios valores o a la sociedad en
cuyo ámbito interactúa. Su conducta no puede menos
de ser adaptable, productiva, estimulante y armónica. En
cambio, la
persona que no ha adquirido un cierto grado de madurez emocional
pierde el autocontrol y choca inevitablemente con su medio, ya
sea su familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo.
En su desgraciado proceso
involutivo, la
personalidad se distorsiona, anarquiza y anula
indefectiblemente. Los actos de la conducta frustrada, propios de
la persona inmadura, suelen llamarse, con cierta simplicidad
anticientífica, delito,
trasgresión, deslealtad, traición, etc. Estos actos
de inadaptación, inestabilidad, o violencia son
fenómenos propios de la inmadurez emocional y
psíquica de las personas que no han puesto de su parte
para conseguir un alto grado de ajuste o que, por factores
constantes, o variables,
congénitos o aprendidos, han sido condicionadas para tener
esta clase de
conductas indeseables.
Sólo creando condiciones apropiadas en el
ambiente
familiar, escolar y de trabajo podemos mejorar la personalidad
y, en consecuencia, prevenir las faltas a la
conducta, garantizando el éxito de las relaciones
humanas.
¿Qué es la madurez?
La madurez está condicionada por factores
biológicos, trasmitidos por medio de la herencia y
grabados profundamente en nuestro sistema
genético. Pero las leyes de la
herencia pueden ser alteradas, modificadas o superadas por
sistemas
educativos más racionales en los que tradicionalmente se
desenvuelve la vida del hombre en la mayor parte de las culturas
de la tierra.
Como la personalidad es el resultado de una simbiosis maravillosa
entre herencia y ambiente, resulta innecesario discutir
cuál de los dos factores es el predominante.
Este ensayo
está encaminado a influir en el mejoramiento de las
condiciones ambientales a lo largo de los ciclos de vida humana,
para que ésta, en su turno, determine cambios evolutivos
en su medio. Sólo así se cumplirá el
delicado proceso de la evolución de nuestra
especie.
La madurez, según Richard Lazarus, famoso
teórico de la personalidad, se manifiesta por medio de los
siguientes aspectos: autosuficiencia, independencia,
socialización y control
emocional (Rodríguez, 2005).
Autosuficiencia
Es la capacidad que debe adquirir el hombre para
resolver los problemas pertinentes a su vida individual. Esta
actitud para
bastarse a sí mismo se debe cultivar desde la primera y
segunda infancia,
haciendo que el niño se levante por sí mismo cuando
se cae al suelo, que coma
con sus propias manos, y más adelante lustre sus zapatos,
arregle sus vestidos, ponga en orden su vivienda, haga sus tareas
escolares. De esta forma su personalidad irá evolucionando
con una gran confianza en su propia capacidad productiva,
tendrá cierta elasticidad en
los movimientos y demostrará una apreciable capacidad de
adaptación a medios y
circunstancias cada vez más difíciles y complejos.
Es desaconsejable, en consecuencia, las conductas de las madres
que restan a sus hijos oportunidades valiosas para cultivar la
autosuficiencia, y les prestan ayuda innecesaria, lo que fomenta
la conducta de niños débiles y consentidos. El
niño que desde pequeño ha aprendido la
autosuficiencia, más tarde no será un niño
ni joven problema, sino un ser dotado de una extraordinaria
capacidad de adaptación; será un hombre seguro de
sí mismo, eficiente y valeroso. Las puertas del
éxito en su vida estarán abiertas, en una sociedad
que exige cada vez más alto grado de autosuficiencia
(Rodríguez, 2005).
Independencia
Quien desde niño se acostumbró a bastarse
a sí mismo, fácilmente se prepara para ejercer la
independencia de carácter, virtud que lo salvará en
su vida de relación. El hombre debe de asumir actitudes de
independencia intelectual, o sea, tener un criterio propio para
definir lo que le conviene o perjudica, sin supeditarse al
conformismo de imposiciones no siempre acordes con la dignidad
humana. Pero la independencia debe cultivarse desde la infancia
para que el niño, determine, por sí solo, el
color o estilo de
sus ropas, el colegio que ha de frecuentar, cómo ha de
distribuir sus horarios de esparcimiento y de trabajo, la
selección de amistades, la clase de
pasatiempos que sean de su predilección, el horario de sus
comidas, etc. Imponer a un niño indefenso horarios
sistemáticos para la alimentación, el
sueño, el estudio y el sueño serían recortar
sus posibilidades de iniciativa, anulando desde muy temprano el
ímpetu creciente de su personalidad, sometiéndolo a
una dependencia de sus padres o instructores que a la larga
terminará en fracaso.
Las gentes adultas esclavizadas por los prejuicios
sociales, religiosos, étnicos o políticos, son
producto de
los falsos sistemas educativos de la infancia en los cuales se
les negó la libertad de acción
o de criterio. Con frecuenta encontramos en el mundo individuos
acomplejados, de todas las edades, incapaces de seleccionar un
vestido en el almacén,
un libro para su
lectura, el
candidato por el cual han de votar, escoger una carrera
profesional o su estado civil. Estos individuos siempre
están buscando asesoría y no hacen nada sin el
consejo de los demás. Temen fracasar en todas las empresas y no son
capaces de asumir riesgos;
carecen de iniciativa y de determinación; viven una vida
sin autenticidad, esclavizados a sus propios temores, anulando
así todas sus posibilidades de desenvolverse. En cambio,
las personas que han cultivado la independencia de
carácter asumen ante la vida actitudes cada vez más
afirmativas; son capaces de enfrentarse con éxito a
situaciones difíciles, afirmando su propia personalidad,
desinhibida y desenvuelta, enrumbada hacia un risueño
porvenir (Rodríguez, 2005).
Socialización
Este valor tiene una gran trascendencia en la vida del
hombre. Como es un ser social por naturaleza, la
adaptación a cualquier tipo de sociedad, de familia, de
sindicato, de
partido político o de institución religiosa se
cumple con base en el desprendimiento y renuncia constante a todo
individualismo (Rodríguez, 2005).
A diferencia del niño, de que su Yo es
egoísta, por instinto de conservación, a medida que
el hombre avanza por las distintas etapas de su vida, va
comprendiendo que sus intereses individuales no siempre han de
coincidir con los del grupo al que pertenece. Debe aceptar la
necesidad de una armonía y correlación entre la
convivencia individual y los derechos de la sociedad.
Entre más alto grado de socialización consiga el
hombre, más útil será a la sociedad y
adquirirá características de liderazgo. La
persona socializada ve las cosas con un criterio amplio y
generoso, consultará más bien los intereses de su
cónyuge, de sus hijos, de sus superiores y subordinados,
ampliará su perspectiva y sacrificará algunas veces
determinadas conveniencias individuales; además a ciertos
derechos legítimos, en bien de las personas respetadas o
queridas. Todo ser egoísta acusa un alto grado de
inmadurez; se convertirá luego en un obstáculo para
el desenvolvimiento de la sociedad y será, por ende,
rechazado por ella.
Durante la infancia la socialización debe
cultivarse, más que con palabra, con el ejemplo
vivificante y enaltecedor de los padres y maestros. Según
las actitudes de las personas mayores, socializadas o
egoístas serán las actitudes de los niños
ante la vida.
Los hombres que han llegado a las más grandes
alturas de la sociedad y han conquistado a través de la
realización de apreciables valores de su personalidad un
relativo grado de prestigio y de ventura, se han elevado
precisamente en la medida que cultivaron la
socialización.
Control emocional
Quizá el valor más difícil de
asimilar, pero el que acusa un más alto grado de madurez
es el control emocional. Consiste en mantener el equilibrio
interior en medio de la adversidad o el éxito,
sosteniéndose en una posición equidistante entre la
exaltación histérica y la depresión
morbosa. No hay que exaltarnos ni enorgullecernos por las
ventajas que nos da la vida, ni deprimirnos por las situaciones
dolorosas. El control emocional consiste también
en aceptar filosóficamente las contingencias diarias,
comprendiendo que vivimos en medio de una sociedad no muy
evolucionada, en la cual priman todavía inhibiciones,
prejuicios y frustraciones. La amplia comprensión de las
limitaciones de la gente nos hace ecuánimes, tolerantes y
pacíficos. Quien ejerza permanentemente control sobre sus
emociones
negativas será bien recibida en todas partes y
ejercerá influencias benéficas y positivas en su
ambiente. Muchas veces la autoridad de una persona depende de su
serenidad, ecuanimidad, prudencia, discreción y
autocontrol. Emerson lo ha dicho "Quien se controla a sí
mismo, controlará al mundo" (Rodríguez,
2005).
Peligros de la
inmadurez emocional
El fracaso de la vida no es un capricho del destino,
sino consecuencia de la inmadurez emocional. Con frecuencia, las
personas que no logran sus metas tratan de explicar sus aventuras
atribuyendo la culpabilidad a
terceros, muchas veces inocentes. No tienen la claridad
suficiente para comprender que la inmadurez emocional es la
única causa de sus errores y fracasos. El teórico
Richar Lázaus, explica así los efectos de
la inmadurez: Insuficiencia cognoscitiva, incomodidad
psicológica, trastornos psicosomáticos y
desviaciones de la conducta (Rodríguez,
2005).
Insuficiencia cognoscitiva
Los estados de gran tensión emocional anulan de
forma gradual la capacidad para analizar y comprender los actos
humanos. El individuo pierde el control de la realidad y se
inhibe para asumir una actitud positiva y acertada ante la
problemática que se le presenta en su existencia diaria.
Racionaliza su conducta, se niega a aceptar su propia
responsabilidad, transfiere sus deficiencias a terceros, tiene
los ojos vendados para ver la luminosidad del día, se
debate entre
las sombras de la pasión, el prejuicio, los
celos y la desconfianza.
Sería deseable que tanto los educadores como los
padres de familia eviten que los niños, jóvenes y
adolescentes,
asuman una carga emocional innecesaria derivada de la expectativa
de los exámenes y los liberen de su apariencia amenazante.
Cuando se realizan las evaluaciones deben de estar desprovistas
de este ambiente nocivo que inhibe la personalidad de los
estudiantes y destruye su capacidad cognoscitiva. Con frecuencia
se da el caso de que los chicos que más estudiaron para el
examen, ante la mirada inquisitiva de los padres y profesores,
pierden con mayor facilidad su capacidad de concentración
y memoria en el
momento de la prueba. En cambio, si en vísperas del examen
se da a los educandos día de asueto, con salidas al campo,
a piscina, y prácticas deportivas, se descargará la
emotividad y la mente se despeja para contestar los
cuestionarios, aún los más
difíciles.
En el hogar debe rodearse a los niños de un
ambiente de comprensión, cariño, alegría
estimulante, música, maneras y
actitudes amables. Así ellos tendrán un gran
desenvolvimiento y capacidad para el estudio y trabajo
intelectual.
Incomodidad psicológica
La inestabilidad emocional se caracteriza por la
inmadurez. Hay personas que se sienten incomodas en todas partes,
tienen una incapacidad para la adaptación; son aquellas
que abandonan el empleo y dejan
el estudio sin causa justificada, son inestables en el amor; al
hombre inmaduro lo puede llevar al donjuanismo y a la mujer a
relacionarse con varios hombres a la vez. No logra asumir una
interacción en forma permanente. Es lo
contrario del hombre y la mujer maduros, que son esencialmente
monógamos y concentran su capacidad afectiva en una sola
persona. La gente busca en la diversidad la realización de
sus esperanzas, y viviendo siempre de necesidades insatisfechas.
Desde luego, la felicidad que tan ansiosamente buscan brilla para
ellos como una estrella cada vez más lejana.
La inestabilidad los hace fracasar en el ejercicio de
las profesiones, en la
organización y dirección de los negocios. Estos seres
inmaduros serán también inestables en la amistad y
desconocerán siempre la delicia de disfrutar un verdadero
lazo.
Todos los hombres y mujeres que realizan una meritoria
labor en su vida gozan de estabilidad, constancia en el esfuerzo
y perseverancia en la búsqueda incesante de sus
ideales.
Trastornos psicosomáticos
Constituye una interrogante para la ciencia la
interrelación entre los fenómenos del cuerpo y de
la mente: Henry Bergson lo dijo: "no sabemos donde termina el
mundo de la materia y
comienza el mundo del espíritu" (Rodríguez,
2005).
Lo cierto es que las emociones positivas o negativas
como la alegría, el amor compartido, el calor de la
verdadera amistad, la sensación del éxito o el
dolor moral, la desesperanza, la soledad, la sensación de
fracaso, los celos, la envidia y el odio, producen reacciones en
el organismo humano que ocasionan enfermedades. De aquí
que debamos preocuparnos por canalizar de forma adecuada nuestras
emociones negativas, estimulando las positivas para gozar de una
perfecta salud
física y mental. Hay trastornos orgánicos como la
úlcera péptica, las hemorroides, la taquicardia, la
indigestión, etc., que tienen un componente emocional
agudo, consecuencia de estados emocionales angustiosos. El
envejecimiento y muerte
prematuros son el precio que
debemos pagar por no orientar a tiempo
nuestras emociones negativas (Rodríguez, 2005).
En cambio, si se cuenta con seguridad, un
ambiente de alegría, mística, compañerismo,
si se conjugan satisfacciones espirituales, se produce un
resultado maravilloso para recuperar estas enfermedades,
conservar y prolongar la vida.
Desviaciones de conducta
Una persona inestable puede llegar a ser irascible y
violento, lo que trae efectos negativos a los demás. El
homicidio, el
suicidio, las
lesiones personales, las violaciones y trasgresiones de la
ley, son
consecuencias obvias de un crónico desajuste de la
personalidad. Se supone, entonces, que para mejorar la conducta
de las personas emocionalmente inestables, o la de aquellas a las
que se les dificulta adecuarse a las demandas de la comunidad,
primero es necesario establecer unas buenas condiciones en el
hogar, el estudio y el trabajo. Si
no se mejoran estos aspectos, mal podríamos esperar buenos
resultados en las relaciones del hombre con su medio
ambiente; de ahí que en el sistema carcelario o
penitenciario y en algunos centros educativos, fallen los
castigos y sanciones que se establecen para los actos
antisociales y no aceptados, ya que la causa que incita al delito
o comportamiento inadecuado no se trata directamente
(Rodríguez, 2005).
Un gran error, con múltiples consecuencias para
la vida de relación, es tomar las desviaciones de la
conducta (en áreas de la vida personal como el estudio, el
trabajo o cualquier ámbito social), como faltas,
transgresiones de la ley o pecados, sin estudiar el proceso que
conduce a tales desviaciones. En vez de eliminar el delito o la
conducta no deseada cuando asumimos este criterio, lo
único que conseguimos es la repetición sucesiva de
faltas contra la moral o la seguridad
ciudadana. Por ello, es razonable estudiar los actos de
violencia como fenómenos propios de la frustración
que padece la humanidad, en una civilización
tecnológica avanzada y deslumbrante que, a la vez, genera
mucha inseguridad en
sus individuos.
Frustración
La frustración es un fenómeno que hace sus
víctimas entre todos sus individuos, las familias, las
razas, las generaciones y las clases
sociales. ¿A qué obedece éste
fenómeno? Tratemos de explicarlo.
Sabemos que el ser humano está llamado a cumplir
un proceso evolutivo constante hasta lograr la realización
de sus anhelos: es lo que Maritain denominó la
"búsqueda del hombre integral". Pedro Laín
Entralgo ha llamado a este objetivo "la empresa de ser
hombre" (Rodríguez, 2005).
El ser humano necesita evolucionar en varios aspectos
que comprenden el mejoramiento constante de su situación
personal, relacional, económica y social; además
cultivar una salud física que le permita aprovechar al
máximo sus posibilidades energéticas; aprender las
disciplinas intelectuales
que den brillo a su personalidad, realizar de manera competente
una profesión útil a la sociedad, alcanzar la
dimensión psicológica que abarca sus facultades
emocionales y estéticas, y culminar este proceso con la
realización human más alta, en la cual se conjugan
los valores
superiores como el amor, la tolerancia, la
serenidad, la nobleza la generosidad, etc. Quién cumple
este proceso no podrá demostrar frustración y su
vida se realizará plenamente.
La frustración se manifiesta, según Norman
Meyer, a través de la agresión, y esta
puede ser física o psicológica; contra sí
mismo, contra las demás personas o la propiedad
privada. Las guerras nacionales e internacionales, las
revoluciones, los levantamientos populares, las guerrillas, son
efecto de la frustración de masas que no han obtenido
condiciones sociales apropiadas para su desenvolvimiento
integral. Las medidas coercitivas y de represión, lejos de
remediar los males sociales, agravan peligrosamente los problemas
y ahondan el abismo entre gobernantes y gobernados o entre las
partes en conflicto. Por
ello, solamente la eliminación de los factores que la
generan puede establecer un relativo orden y equilibrio
(Rodríguez, 2005).
En cuanto a los actos agresivos que a diario afectan las
relaciones en la industria, el
hogar, los sitios de esparcimiento, etc., debemos considerar que
estos hechos violentos denuncian un estado de frustración
y, en consecuencia, no han de ser tomados como ofensa ni
humillación sino, por el contrario, deben apreciarse como
síntomas que deben tratarse, buscando la evolución
de la personalidad. La persona que se comporta en forma violenta,
en el fondo pide ayuda para sus problemas
sociales y emocionales. Responder a la violencia con
agresión, significaría que la persona o la
institución ofendida, lejos de comprender el
fenómeno estará a la misma altura del agresor, y
dejará ver igual grado de deterioro en su
personalidad.
Desajuste de la personalidad
La madurez se manifiesta a través de cierto grado
de ajuste emocional. Esta teoría,
esbozada magistralmente por Richar Lázarus, es la que
mejor explica el éxito o el fracaso del hombre en las
relaciones con su medio (Rodríguez, 2005).
Quien mayor ajuste emocional adquiere en su vida, se
adaptará más fácilmente al estudio, al
trabajo, al matrimonio y
logrará también una posición destacada en la
sociedad. A la inversa, el fracaso del hombre se mide por
desajustes que determinan su conducta. La teoría del
ajuste emocional, por estar más acorde con los principios
de la psicología de la personalidad, es una poderosa ayuda
para los psicólogos, juristas, hombres de estado,
educadores, teólogos y todos aquellos que tengan que ver
con al difícil ciencia del comportamiento
humano.
Fallas de personalidad
Vamos a estudiar y conocer las fallas en la organización de la personalidad, origen de
nuestra desavenencia con los demás personas y choque con
nuestro medio laboral, familiar
o social. Los desajustes más importantes son los
siguientes:
Negación de la realidad
En este desajuste la persona se niega a aceptar las
situaciones dolorosas o los compromisos que debe asumir, cuando
dichas condiciones son inmodificables e irreversibles. Ejemplos:
algunas señoras se niegan a aceptar su edad; hay
individuos que se afectan por su estatura muy baja o muy alta,
por estar obesos o delgados, otros tienen miedo a sus acreedores
y se niegan a explicar valerosamente su estado financiero;
quienes padecen enfermedades graves no quieren visitar al
médico por temor al diagnóstico; la muerte de
los seres queridos, que es un hecho irreversible, ha de aceptarse
con serenidad, sin embargo, las personas inestables sufren
ataques de angustia o prolongan un luto por mucho tiempo. Estas
personas pasan por alto los hechos objetivos y se
comportan según sus estados personales de angustia o
ansiedad, por lo que pierden contacto con la realidad y toda
posibilidad de éxito (Rodríguez, 2005).
La leyenda de Ateneo, Hijo de la tierra,
podría enseñarnos que, así como el personaje
mítico en lucha con el titánico Hércules
tomaba fuerza y energía al ponerse en contacto con la
tierra para continuar la batalla, lo mismo el hombre que
actúa en estas realidades con un criterio objetivo puede
superar sus dificultades y alcanzar la victoria.
Fantasía
Este desajuste se presenta como consecuencia del
anterior; es propio de los individuos que al fracasar en su vida,
se refugian en el mundo de la quimera y "viven" imaginando en su
mundo personal experiencias fantásticas. Podemos ver a
cinéfilos que lloran cuando ven en la pantalla escenas
trágicas o padecen con las vivencias
cinematográficas como si fueran una realidad cercana.
Individuos que para resolver sus problemas económicos
compran lotería e infantilmente apuestan imaginando salir
de la pobreza. Es
sabido que quien no trata de equilibrar su personalidad, mejorar
sus condiciones de trabajo, organizar sus gastos, aumentar
sus entradas y tener la audacia suficiente para tomar decisiones
en momentos críticos, no podrá, por simple capricho
del azar, mejorar sus condiciones vitales.
Introyección
Según Gustabo L. Bon, en su famosa obra la
psicología de las multitudes, en ocasiones los
individuos asumen las características del grupo ante la
presión
emocional de las masas o ante el prestigio dominante de un
líder.
En estos casos ocurre que la personalidad individual no se
expresa como debe ser, y asume actitudes impuestas por la
conciencia colectiva. La introyección, pues, consiste en
una anulación o en una renuncia de los principios,
normas y
valores respetados por el individuo cuando se encuentra solo,
pero que el mismo viola ante la presión absorbente de la
masa. En los sitios donde actúan hombres con distintas
tendencias políticas, religiosas, estéticas, etc.,
existirá siempre el peligro de que los débiles no
se expresen y se impongan los fuertes, algunas veces de manera
arbitraria. La historia de los regímenes totalitarios se
caracteriza por este fenómeno monstruoso de la
introyección de los pueblos. Hitler,
Mussolini, Stalin y otros, impusieron su férrea autoridad,
y violaron los derechos humanos
sin que los pueblos protestaran, al ser condicionados y
envilecidos por el temor (Rodríguez, 2005).
Este fenómeno se produce cuando algunas personas
por temor, ofrecen otorgar un servicio
cualquiera, a sabiendas de que no se puede cumplir la promesa. La
señora Eleonor Roosevelt, lo dijo alguna vez:
"mis padres me educaron con la palabra no, que hace fuerte a los
hombres, cuando se dice con oportunidad y firmeza". Golda
Mier decía no encontrar razón para discutir,
en consejo de gobierno, las
opiniones de todos los miembros menos las del general Moshe
Dayan, según la señora Mier las opiniones del
héroe también eran discutibles (Rodríguez,
2005).
Racionalización
Se incurre en este desajuste cuando una persona que ha
cometido este error se niega a captar su responsabilidad y se
declara inocente. El niño, por temor, racionaliza su
conducta aún cuando haya pruebas
indiscutibles contra él. Es raro encontrar un hombre
suficientemente evolucionado que tenga el valor de reconocer sus
propios errores, deficiencias o limitaciones. Según la
narración de Moíses, Adán racionalizó
su conducta diciendo: la mujer que me diste por compañera
me tentó y yo comí".
Racionalizar la conducta ocasiona con frecuencia ofensas
a la dignidad humana y destruye las buenas relaciones entre las
gentes. Durante la Segunda Guerra
Mundial, el general Eisenhower demostró un alto grado
de ajuste ante la eminencia de la aviación aliada a
Normandía. Frente al peligro de ser rechazados por los
nazis en las costas de Francia,
escribió una carta en la cual
decía, más o menos, lo siguiente: "si esta empresa
triunfa y logramos desalojar al enemigo de sus trincheras, la
gloria corresponde a los generales del Estado Mayor Aliado. Que
la historia premie en ese caso al general Montgomery, y a los
generales Patton, Braddley, Simpson y Clark. Si fracasamos, que
la historia me castigue a mí como único
responsable" (Rodríguez, 2005).
Proyección
Es consecuencia del anterior; el desajuste es la
proyección que nos puede llevar a grandes injusticias o a
violar los derechos humanos. Cuando nos negamos a aceptar
nuestras fallas o deficiencias personales, debemos explicarnos.
El desajuste consiste en descargar el peso de nuestra propia
responsabilidad sobre terceras personas muchas veces inocentes.
Estas, al sentirse señaladas injustamente, reaccionaran
contra nosotros quizás con violencia, pero siempre
retirándonos su amistad y aprecio. Mucha personalidad y
nobleza denota el hombre o mujer cuando, para aclarar su
situación problemática, asume la plena
responsabilidad y libera a los demás de culpas no
cometidas.
Represión
Siguiendo los principios freudianos, podemos decir que,
los sentimientos de naturaleza erótica son reprimidos con
algunas personas, por considerarlos no éticos. Estos
sentimientos represados pueden producir ansiedad y en ocasiones
angustia. Pero no sólo los instintos eróticos son
objeto de represión, sino también un
sinnúmero de experiencias desagradables o
vergonzosas.
Tratamos de olvidar estas experiencias en estado de
vigilia, pero durante el sueño el subconsciente trabaja
para liberarse mediante un fenómeno denominado por
platón
y Freud:
catarsis o
liberación, la cual, además del sueño, puede
producirse mediante escapes como el llanto, el grito, la
confesión, el canto, la risa, etc. Es aconsejable, con el
fin de afianzar nuestras buenas relaciones con los demás,
saber escuchar las preocupaciones, deseos y esperanzas de otras
personas para producir en estas el fenómeno de la
catarsis. No sólo debemos escuchar, sino
también estimular a las personas que sufren de problemas
emocionales a que, de manera libre, expresen las causas de sus
problemas, desesperanza o ansiedad. Con esto conseguirá el
equilibrio emocional y, de paso, mejoraremos la amistad. Ejemplo:
cuentan que Luis XV de Francia prefirió a Madame de
Maitenon, belleza otoñal, a la joven y deslumbrante Madame
de Montespent, porque la primera practicaba el difícil
arte de saber
escuchar y responder con acierto en los momentos oportunos
(Rodríguez, 2005).
Hipercompensación
Cuando una persona posee características que no
acepta, u otras limitaciones que afectan su amor propio, adopta
un comportamiento social que no deja alcanzar un estado
armónico, adaptable o constructivo. El individuo se siente
perseguido o despreciado. Alfred Adler llamó a
esta deformación de la personalidad complejo de
inferioridad. Para que el individuo asuma una actitud
constructiva, sociable y armónica con su medio, se
necesita hacer que se destaque en actividades benéficas o
en dónde se sienta triunfador. De esa menara, distrae la
atención del objetivo de sus complejo y se
orienta a realizaciones meritorias. Es importante impulsar a la
persona para que pueda sobresalir en otras habilidades
según sus aptitudes (pintura,
música, deporte, etc.) que le concedan
cierta estabilidad y equilibrio; de otra manera su comportamiento
puede tornarse neurótico. Esto se llama
compensación.
A diferencia de la compensación lógica
que acabamos de explicar, la hipercompensación, es el
desproporcionado exceso de compensación.
Aislamiento
Este desajuste produce una distorsión de la
personalidad. Quienes la padecen por la influencia de los
fracasos y sufrimientos de la infancia, suponen que en todas
partes serán despreciados. Antes de serlo, prefieren
aislarse en busca de refugio emocional para ampararse de la
presunta hostilidad del ambiente. Una queja muy común
entre los que la sufren es la siguiente: "A mí nadie me
comprende". Con esta actitud negativa y pesimista, quien se
aísla pierde todas las oportunidades de éxito
profesional y amoroso, hasta llegar a la anulación de su
propia personalidad (Rodríguez, 2005).
El aislado emocional, si es vendedor, evita entrevistar
a sus prospectos por temor al desprecio; si es enamorado, teme
que no se atiendan sus exigencias, y se aleja de lo anhelado;
renuncia a su búsqueda pues da por descontado su
fracaso.
Transferencia
Es muy fácil que ciertas personas débiles
o carentes de principios éticos claros, tiendan a
traspasar sus emociones de amor o de odio a terceros en forma
injustificada e inadecuada. Ejemplo: Un magistrado puede tener
bajo su jurisdicción un asunto sobre un sindicato que se
presume es inocente, pero que en otra ocasión le
ofendió en forma personal. Aprovechando su autoridad
sanciona al sindicato por una culpa ajena a la causa. Y a la
inversa, a un juez le corresponde sentenciar a un acusado, a
todas luces culpable; este, es pariente del juez y muy apreciado
de él por sus lazos de amistad o de parentela, es
absuelto, con lo que transgreden los principios de justicia.
Podemos transferir nuestra hostilidad, que nos inspira
uno de sus miembros, a toda su comunidad; despreciar a un
político porque milita en un partido político
contrario al nuestro o elogiar a un mal orador que defiende
nuestros propios principios doctrinarios.
Identificación
Hay personas que buscan realizarse asumiendo las
características de otras personas; de manera irreal o
fantástica asumen la personalidad de hombres ilustres,
líderes políticos, personajes de la historia,
héroes de las novelas,
estrellas deportivas o de cine. Esta
fantástica realización, ajena a toda realidad, es
una forma de identificación. Los hospitales de salud mental
están llenos de esta clase de enfermos, que suelen
exclamar: yo soy napoleón, yo soy Simón Bolívar,
etc.
Esto no significa que no podamos tomar como modelo de
nuestras vidas a los grandes hombres denominados héroes y
que tratemos de imitarlos en sus valores representativos.
Ejemplo: imitar el sentido heroico de Bolívar. Al hacer la
imitación no perdemos nuestra individualidad.
Intelectualización
La intelectualización no se puede calificar de
desajuste. Antes bien, constituye un mecanismo de defensa.
Ejemplo: un médico que en el ejercicio profesional recibe
visitas de pacientes mujeres podría sentirse
atraído sexualmente por ellas si no ejerce ningún
control sobre sus propias emociones. Si lo hiciera así no
sólo violaría las leyes de la ética
profesional, sino que también se expondría a
una serie de frustraciones que afectarían su estabilidad
psíquica. Si el médico en cuestión es lo
suficientemente objetivo, intelectualiza a sus pacientes mujeres
y las ve sólo como eso: pacientes.
Sublimación
La energía sexual es una copia de la maravillosa
energía del universo.
Según la concepción freudiana, esta energía,
denominada lívido, tiene tres alternativas: expresarse
mediante una vida sexual ordenada y normal; la represión,
a través de controles concientes pero de efectividad
relativa, o la sublimación. Este mecanismo consiste en
canalizar la energía sexual hacia otras formas de
expresión como el arte, la investigación científica, la
actividad deportiva o la vida religiosa consagrada a finalidades
superiores. Es ejemplo de sublimación Santa Teresa de
Jesús.
Causalidad de la conducta
Conocer la causalidad determinante del comportamiento
humano es cuestión que trasciende nuestras posibilidades
intelectuales y métodos
tradicionales de investigación. Las causas que determinan la
conducta humana son parcialmente conocidas, dado que sus
raíces pueden estar en las profundidades del
subconsciente. Conocemos la expresión de la conducta y
tendemos a calificar o descalificar el comportamiento de una
persona, tomando como base para la formación de nuestros
juicios los hechos en sí, los cuales confundimos con la
conducta misma. Ejemplo: a una señora le podríamos
preguntar ¿por qué se casó usted con Thomas?
Sus respuestas serían las siguientes: "Me case porque lo
amo". Respuesta lógica por cierto. Si le objetamos que se
casó con Thomas por sus fracasos matrimoniales con Pedro.
¿Aceptaría esta razón? Tal como se haya
casado por una imposición familiar perfectamente
compatible con la primera o segunda respuesta. Quizás
porque deseaba realizarse como mujer a través del
matrimonio en busca de seguridad
social y económica. Le daríamos muchas razones
aceptables para explicar su matrimonio, una vez analizadas con
objetividad.
Conducta
reflexiva
¿Qué es la
reflexión?
Reflexión es: "Aquella actividad de la mente
mediante la cual el hombre vuelve sobre sus propios actos,
haciéndolos objeto de conocimiento.
Por la reflexión así entendida el hombre puede
llegar a conocerse a sí mismo, conocimiento que es punto
de partida de la autoeducación" (Diccionario de
pedagogía, Editorial labor) (Rodríguez,
2005).
Hay momentos en la vida en los que tomamos conciencia de
nuestros propios actos. Por lo general, después de
nuestros errores y fracasos, cuando llegan las lamentaciones y
los arrepentimientos, reflexionamos sobre nuestras acciones y sus
consecuencias. Sin negar el mérito que pueda tener esta
toma de conciencia, el problema radica en que sólo es de
manera esporádica. Se trata de lograr el hábito
reflexivo y hacer de ella no un acto sino un proceso.
Cuando se habla de proceso se hace referencia a
una serie de elementos que deban darse para lograr un objetivo
determinado, en caso de faltar alguno de esos elementos el
objetivo no se consigue.
Cuando hablamos de conducta reflexiva, nos
referimos a un hábito, es decir, a largo, permanente,
estable; y cuando hablamos de proceso aludimos a una
serie de elementos que deben surgir de manera consiente y
permanente.
Los elementos del proceso
Conocerme.
Conocer la realidad y a las personas.
Planear.
Actuar.
Evaluar.
Conocerme
Este proceso consiste en el conocimiento de la realidad
personal. Es volver sobre nosotros mismos para
descubrir:
Nuestros valores, pues en cada uno de nosotros
se encuentra una riqueza insospechada. Todo cuanto hay de
positivo en la realización de la persona podemos
alcanzarlo, ya que Dios nos dio esas "semillas" de bien y bondad,
de sabiduría y virtud.
No somos mejores porque desconocemos el potencial que
poseemos y no hemos afianzado más nuestros valores ni
descubierto su riqueza.
Nuestras limitaciones, pues aunque es grande la riqueza
del hombre, su imperfección es también
inmensa.
No hay alguien tan limitado como para no hallar dentro
de sus ser alguna perfección; tampoco hay alguien tan
perfecto que no se descubran sus errores, deficiencias, vicios,
limitaciones.
El problema radica en que, de forma muy vaga y general,
solemos decir en alardes de falsa humildad "reconozco que tengo
muchos defectos" pero no hemos tomado el trabajo de analizar
cuales son sus verdaderas dimensiones y alcances
negativos.
El primer paso de la reflexión nos lleva a
descubrir nuestros valores para consolidarnos así como
nuestros defectos y limitaciones para tratar de
superarlos.
Conocer la realidad y a las personas
El segundo paso del proceso es el doble conocimiento de
la realidad y las personas.
Debo conocer la realidad para ser objetivo en mis planes
y proyectos y dar
una verdadera dimensión a mis posibilidades. Si bien es
cierto que la ilusión hace menos dura a la vida, nos es
menos evidente que "soñar despiertos" no hace sino falsear
la realidad.
Debo conocer a las personas para que mi relación
interpersonal sea cada vez más productiva y enriquecedora
en beneficio de mi realización personal y comunitaria. Hay
que anotar que, si no nos conocemos bien a nosotros mismos, menos
podemos descubrir a fondo lo que son los otros. No se trata de
eso; es una tarea menos que imposible. Se trata de "conocer"
relativamente los otros para no ser tan "confiados" que no
vivamos de decepción en decepción en nuestro trato
con los demás, ni caigamos tampoco en el error de
desconfiar del prójimo, pues esto nos impedirá
vivir en comunidad y desarrollar coherentemente nuestros procesos
de socialización.
Planear
El tercer paso para la reflexión es la planeación. El conocimiento es base de la
organización concebida no como una empresa de
producción que traza sus planes. La tarea
de construirnos como personas nos exigirá que planeemos
nuestra vida. No se trata de encasillarnos en "camisa de fuerza".
Porqué la vida humana no puede automatizarse; se trata de
darnos unos parámetros, de ser
autodisciplinados.
Si sé con claridad y coherencia qué es lo
que quiero y lo que busco, es más fácil poder
lograrlo.
Actuar
Actuar es pasar de la reflexión a la
acción. No sacamos nada en quedarnos con simples
meditaciones, pues la experiencia siempre nos recuerda que
más de una vez a lo largo de la vida hemos tenido muy
buenos propósitos que no hemos realizado.
Debo actuar; pero para hacerlo con eficacia los
planes deben ser objetivos, a corto plazo, mensurables, posibles
de realizar con éxito. Pretender alcanzar nuestros
objetivos o remediarlo todo de una sola vez, no lleva sino, a la
frustración.
Evaluar
El último paso es la evaluación. La
autoevaluación. "No se trata de medir aptitudes o
destrezas, aspectos fragmentarios del hombre por complejos que
sean, sino que se trata de aprender el fondo humano que impregna
cada una de sus actividades de aquél, y las integra en el
todo" (Diccionario de Pedagogía, editorial Labor; en
Rodríguez, 2005).
Se trata de evaluar cada uno de los pasos anteriores del
proceso para perfeccionar los logros, corregir las deficiencias,
renovar planes y objetivos. La evolución no es el punto de
llegada, sino reinicio para conocer la realidad y a las personas,
plantear los planes y acciones. Este proceso cíclico es
permanente. La reflexión no es un acto aislado, sino un
eterno recomenzar, pues siempre tenemos la posibilidad de mejorar
y adoptar una conducta reflexiva.
En el hogar, adultos y jóvenes estamos en
capacidad de ayudar mutuamente a conquistar la
reflexión.
Si asumimos esta tarea como algo cotidiano, estaremos
avanzando en la conquista de
la autenticidad, la coherencia en nuestras vidas; este esfuerzo
es la mayor garantía de nuestra superación personal
y comunitaria en el ámbito de la familia y la sociedad
(Rodríguez, 2005).
Las dos curvas
existenciales
Construir la vida, mi vida; éste es el compromiso
fundamental, la decisión primordial. Hay tantas mujeres,
tantos hombres que, de manera simple y llana han optado por
destruir su vida.
En el sinsentido de una relación superficial, de
un viaje de drogas, de
vender el cuerpo en alguna fiesta, de destruir amistades por
sospechas o chismes, muchos han preferido arruinar sus
vidas.
Con todo, la vida es lo mejor que tenemos y vale la pena
vivirla a plenitud. Podemos hacerlo de forma mediocre, como un
"individuo". Si queremos, podemos vivirla de manera radical y
auténtica, como una persona.
Al representar en una gráfica la forma como las
personas construyen sus vidas se obtienen dos curvas diferentes
que nos muestran el sentido diverso en que podemos encauzar
nuestra vida (Rodríguez, 2005).
Curva biológica
El hombre nace, crece, se hace adulto, envejece y muere.
Comienza su vida con enorme potencial dinámico que se
desgasta a medida que va envejeciendo.
Esta es la curva biológica. Nace con una inmensa
fuerza, pero poco a poco se va decreciendo hasta que termina en
la muerte y después sólo queda un gran
silencio.
Esta es la ley biológica y muchos se dejan
arrastrar por ella.
Curva trascendental: el amor
¿Qué significa amar?
Es necesario adentrarnos en la existencia de la persona
que ama. ¿Qué explica existencialmente el amor? La
apertura al otro no es una necesidad, un instinto que yo
satisfago; no es por motivos éticos o religiosos que
amo.
No necesito a nadie, pero me mandan amar. Al pensar de
esta manera el amor viene a ser algo externo a la persona, algo
que se le añade; lo cual es una tontería falsa,
puesto que una persona es un "yo abierto a un
tú".
Un ejemplo: a la herradura no se puede decir que es un
óvalo al que le falta un trozo, que el constituyente
esencial de la herradura es estar abierta. Así es la
persona. Si no me abro nunca a los otros no seré nunca
persona. Cerrarse a alguien, sea quien sea, destruye la persona
como tal.
La realidad es que yo, como mujer o como hombre, soy
completo, sólo que la plenitud no se realiza sin la
realización de los otros…, sin el amor. Quien
renuncie a amar se destruye. El amor es un darse, un abrirse, es
compartir; hace posible vivir de dos maneras:
Cuando comparto con otra persona una serie de cosas,
pero sin que haya intimidad, no puedo decir que ella es
mía, ni que yo soy de ella. Es el amor de
amistad.Cuando comparto mi tiempo, mis afanes, mis proyectos
y mi intimidad, la persona es mía y yo soy de ella. Es
el amor conyugal.
Son dos dimensiones del amor. No es uno más
profundo que el otro, sólo que compromete en dos
direcciones. El amor y la amistad no siempre se oponen. Son dos
maneras de vivir el mismo AMOR.
El amor es lo que me hace llegar a al otro en sus
singularidad, en su carácter único. A las personas
a las que amo, las amo como a algo irremplazable, las siento en
sus aspiraciones profundas. Por lo tanto, aquel que "monta" una
relación superficial es incapaz de amar.
Cuando se depende de otra persona para estar alegre o
triste se va CONTRA LA CORRIENTE de la realidad, pues la
felicidad y la alegría están dentro de
mí.
Sólo lo que yo consigo expresar dentro de esa
realidad mía me puede hacer feliz; lo que viene desde
fuera podrá estimularme más o menos, pero es
incapaz de darme la felicidad.
El sentido del amor
El amor es la conciencia del otro en mi vida. No hay
razones que expliquen el amor… hay razones que lo
justifican.
Para que se de el compromiso total de una persona con la
otra, es necesario que las dos hayan llegado a una madurez
afectiva, lo cual no significa que no tengan traumas ni
reacciones fuertes y falsas (Rodríguez, 2005).
La madurez afectiva consiste en que yo maneje mis
frustraciones y las trabaje para que no destruyan mi
relación singular con el otro.
El varón despierta primero a la sexualidad y
luego a la singularidad del otro; en la mujer las dos cosas
aparecen al mismo tiempo.
El amor es progresivo: es un don y una tarea, es decir,
algo que se da a la persona, pero también es algo que hay
que aprender.
Tengo que educarme para el amor. De ordinario creemos
que el amor "surge"; yo quiero o no quiero a esa persona. El
origen del amor es espontáneo, pero de ahí en
adelante todo queda por hacer. Es nueva y, en consecuencia, la
vida amorosa hay que conocerla a través de un
descubrimiento progresivo.
El amor auténtico es gratuito; llega a la persona
sin importar lo que ella tiene o hace; en este sentido el amor es
desinteresado, es siempre un regalo.
Falto al amor si "quiero" a las personas sólo
cuando se comportan como pienso que deberían hacerlo. En
esto existe una falta de respeto al otro
porque, en vez de gratitud, estoy imponiendo condiciones para
querer; por lo tanto, mi amor no es auténtico.
El amor gratuito tiene dos consecuencias:
Lleva su propia recompensa sin necesidad de
buscarla.Permite descubrir lo que hay de especial y
único en las personas; hace que estas no sean
intercambiables.
Dimensiones del amor
El amor único se vive en dos
dimensiones:
Dimensión de exclusividad: toda persona
necesita de un centro para enfocar su fuerza afectiva y que a la
vez sea fuente de toda relación; sin esta fuente, la
relación se dispersa. Es una condición
básica para llegar a la madurez afectiva; la persona
madura en su afecto, es aquella capaz de jugarle toda su vida a
algo o a alguien.
La exclusividad consiste en centrarse en alguien que le
unifique la afectividad. Cuando no se da, la relación no
tiene cauce y es como agua que se
derrama, se desperdicia o hace daño.
Dimensión de la universalidad: el amor
universal es el que llega a toda persona sin exclusividad. Sin
embargo, en la práctica, sólo es posible a
través de ella.
Yo no puedo decir que amo a uno pero a otros no. Este
tipo de amor recorta a la persona. Entre el amor universal y el
exclusivo no hay oposición. Un ejemplo: cuando un muchacho
no tiene novia, puede acercarse a conversar con todas las chicas
por igual. Cuando conversa más con alguna en particular,
la gente comienza a decir: "seguramente ella es la novia". Si
él la define como su novia de manera explicita, recobra de
nuevo la libertad para relacionarse con todas las demás
chicas, pero desde un plano diferente.
Proceso del amor entre la mujer y el
hombre
El ambiente llama noviazgo y relación a cualquier
relación superficial, sentimental, donde hay celos,
dependencia enfermiza, utilización sexual del otro, es
decir la relación artificial que se mantiene gracias al
cumplimiento de unos gestos preestablecidos por el medio social
(la llamada, la visita diaria, el beso, el "te quiero", el "yo
quiero que seas mía", el "me muero por estar con tigo",
etc.)
De hecho, a muchas relaciones las llamamos noviazgo y
amor, pero no han pasado de ser un simple enamoramiento, o tal
vez una relación egoísta en la que me he
aprovechado de otra persona, o alguien se ha aprovechado de
mí.
El amor entre una mujer y un hombre tiene un proceso y
unas actitudes básicas:
La atracción
La atracción: casi siempre es un primer
encuentro marcado por el atractivo físico o sentimental:
"me gustas".
La persona se fija en una o algunas de las cualidades
del otro (cuerpo bello, sensibilidad ante ciertas realidades,
etc.). La atracción se repite con facilidad, cada vez que
se hallan en alguien las cualidades que la despiertan, y puede
significar compañía, encuentro de "ese alguien" que
por momentos me saca de mi realidad (problemas familiares,
dificultades escolares, estados depresivos, etc.), y me invita a
conocer cosas nuevas.
El enamoramiento
El enamoramiento es el descubrimiento del otro como
persona única; es sentir que yo la "necesito" y él
me "necesita"; se acaba entonces la autosuficiencia y el
enamoramiento vuelve "torpe" a la persona.
Tipos de enamoramiento:
Sensible: es el que responde a las aspiraciones
sensibles o biológicas de la persona. En él se
descubre una necesidad sensible del otro, se excita, se apasiona
la persona muy fácilmente. Este tipo de enamoramiento es
frecuente en paseos o encuentros de grupos que duran
varios días.
Existencial: es el que responde a las
aspiraciones más profundas y no a las
sensibles.
Personal: responde las aspiraciones sensibles y
profundas de la persona. Lleva al compromiso, ya que el otro
responde a mis aspiraciones; esto crea un estado en donde no hay
cabida para otra persona o cosa. Cuando se acaba el enamoramiento
surge el amor, el odio o la indiferencia.
Cuando estas enamorado no te atreves a decir la verdad,
por miedo a que el otro se desilusione, porque en el fondo sabes
que es una etapa de ilusiones e imágenes idealizadas, y en
ella descubres si con esta persona puedes vivir… para
siempre.
Exigencias
Respeto: saber que el otro es una persona y no
alguien para usar a mi antojo, por lo tanto, no puedo jugar con
sus sentimientos e ilusiones; por el contrario, debo respetar su
libertad, pues por más que nos estimemos, el otro no es
propiedad mía.
Confianza y fidelidad: es creer en el otro
más que en el "qué dirán" y en los celos. Es
necesario mostrarle con claridad lo que siento, lo que me pasa,
lo que soy, sin engaños.
Gestos: se necesitan gestos que expresen con
honestidad lo que
siento hacia la otra persona; gestos limpios que no utilicen al
otro.
El enamoramiento no es el paso final; más
allá, después de mucha sinceridad, de muchos
perdones mutuos, de una larga lucha por aprender a aceptar a la
pareja, vendrá el verdadero amor.
El amor
Cuando hay amor exclusivo hacia alguien, esto lleva a
comprometer toda mi vida con esa persona. La sexualidad es un
medio para expresar todo lo que siento por ella y aquí es
donde cabe el acto sexual.
La sexualidad cubre el ámbito de todas mis
expresiones y todos mis sentimientos; es una energía que
cubre todo mi ser. La genitalidad, en cambio, está
limitada a la parte específica de mi cuerpo (mis
órganos genitales), tiende a la cópula, a la unidad
genital y su objetivo inmediato es la búsqueda de
placer.
Para el animal sólo existe la genitalidad;
realiza la cópula con el fin de conservar la especie. Pero
el ser humano es un ser sexual y esta capacidad de hacer de la
relación genital un acto sexual, una expresión
profunda de amor incondicional hacia alguien con quien se ha
querido compartir la vida entera.
Página anterior | Volver al principio del trabajo | Página siguiente |