Para evitar estas confusiones y dar a los
términos de mandar, aconsejar y exhortar sus propias y
características significaciones.
ORDEN es cuando un hombre dice:
haz esto o no hagas esto, sin esperar otra razón que la
voluntad de quien formula el mandato; quien manda pretende con
ello su propio beneficio, ya que su mandato obedece solamente a
su propia voluntad.
Consejo es cuando un hombre dice: haz o no hagas esto, y
deduce sus razones del beneficio que obtendrá aquel a
quien se habla. De ello es evidente que quien da consejo pretende
solamente el bien de aquel a quien se da el consejo.
Entre consejo y orden existe esta gran diferencia: que
la orden se dirige al propio beneficio de uno mismo, y el consejo
al beneficio de otro hombre. Y de ello deriva otra
distinción: que un hombre puede ser obligado a hacer lo
que le ordenan, cuando se ha obligado a obedecer: en cambio, no
puede ser obligado a hacer lo que se le aconseja, porque el
daño
que resulta de no obedecer es suyo propio.
Una tercera diferencia consiste en que nadie puede
pretender tener un derecho a ser consejero de otro
hombre.
EXHORTACIÓN Y DISUASIÓN es un consejo que
en quien lo da, va acompañado de un vehemente y manifiesto
deseo de verlo atendido; o, para decirlo más brevemente,
consejo en el cual se insiste con vehemencia. Quien exhorta no
deduce las consecuencias de lo que él recomienda que se
haga, y se vincula a sí mismo al rigor de un razonamiento
veraz, sino que excita a la acción,
a aquel a quien aconseja quien disuade, induce a desistir de
ella.
Primero: que la exhortación y la disuasión
se dirigen al bien de quien da el consejo, no al de aquel que lo
solicita, lo cual es contrario al deber de un consejero, ya que
éste, por definición, debe considerar no su
beneficio propio, sino el de aquel a quien da su
opinión.
En segundo lugar, este uso de la exhortación y de
la disuasión tiene solamente lugar cuando un hombre habla
a una multitud, puesto que cuando la oración se dirige a
uno solo, su interlocutor puede interrumpirle y examinar sus
razones más rigurosamente que puede hacerlo una
multitud.
En tercer lugar, que quienes exhortan y disuaden, cuando
son requeridos para emitir un consejo, son consejeros
corrompidos, como si estuvieran movidos por su propio interés.
No obstante, cuando ya no son consejos sino
órdenes por las cuales se encomienda la ejecución
de un trabajo rudo,
la necesidad unas veces y la humanidad otras, requieren que la
notificación se haga con dulzura, para que sirvan de
estímulo, dándoles más bien el tono y la
frase de un consejo, que el áspero lenguaje de
una orden.
La diferencia entre consejo y orden en este caso, de la
naturaleza del
consejo, que consiste en inferir el beneficio o daño que
puede resultar para quien es aconsejado.
Siendo la experiencia recuerdo de las consecuencias de
acciones
semejantes, anteriormente observadas, y el consejo la
expresión en virtud de la cual esta experiencia se da a
conocer a otro, las virtudes y defectos del consejo coinciden con
las virtudes y defectos intelectuales.
Primera condición de un buen consejero: Que sus
fines e interés no sean incompatibles con los fines e
interés de aquel a quien aconsejan.
En segundo lugar, como la misión de
un consejero, cuando se procede a deliberar sobre alguna
acción, es hacer manifiestas las consecuencias de ella, de
tal modo que quien recibe el consejo pueda ser informado de modo
veraz y evidente.
En tercer lugar, como la capacidad de aconsejar procede
de la experiencia y del prolongado estudio, y nadie se presume
que tiene experiencia en todas aquellas cosas que deben ser
conocidas para la
administración de un gran estado.
Todo esto no se logra sino con una gran
experiencia.
En cuarto lugar, para ser capaz de dar consejo a un
estado, en un asunto que hace referencia a otro estado, es
necesario estar informado de los convenios y relatos que vienen
de allí, y de las noticias de
tratados y otras
transacciones de los estados entre sí.
En quinto lugar, suponiendo que el número de
consejeros sea igual, es preferible oírlos aparte que no
reunidos en asamblea, y esto por varias razones.
En conclusión, ¿quién se
atrevería a pedir, con riesgo propio, el
consejo de una gran asamblea, tratándose de casar a sus
hijos, disponer de sus tierras, gobernar su hogar o administrar
su patrimonio
privado, especialmente si entre los consejeros existe quien no
desea su prosperidad?
CAPITULO XXVI
De las Leyes
Civiles
Entendiendo por leyes civiles
aquellas que los hombres están obligados a observar porque
son miembros no de este o aquel estado en particular, sino de un
Estado. En efecto, el
conocimiento de las leyes particulares corresponde a aquellos
que profesan el estudio de las leyes de diversos países;
pero el conocimiento
de la ley de roma era llamada
ley civil, de las palabras civitas, que significa el estado. Y
los países que, habiendo estado sometidos al Imperio romano y
gobernantes por esta ley, conservan todavía una parte de
ella, porque la estiman oportuna, llaman a esta parte ley civil,
para distinguirla del resto de sus propias leyes
civiles.
Ley civil es, para cada súbdito, aquellas reglas
que el estado le ha ordenado de palabra o por escrito o con otros
signos
suficientes de la voluntad, para que las utilice en distinguir lo
justo de lo injusto, es decir, para establecer lo que es
contrario y lo que no es contrario a la ley. Podemos inferir que
la orden dictada por un estado es ley solamente para quienes
tienen medios de
conocer la existencia de ella. Sobre los imbéciles
innatos, los niños o
los locos no hay ley, como no la hay sobre las bestias, ni son
capaces del título justo e injusto, porque nunca tuvieron
poder para
realizar un pacto, o comprender las consecuencias del mismo, y,
por consiguiente, nunca asumieron la misión de autorizar
las acciones de cualquier soberano, como deben hacer quienes se
convierten, a sí mismos, en un Estado.
Todas las leyes escritas o no escritas tienen necesidad
de interpretación. La ley no escrita de
naturaleza, aunque sea fácil de reconocer para aquellos
que, sin parcialidad ni pasión hacen uso de su
razón natural, y, por tanto priva de toda excusa a quienes
la violan, si se tiene en cuenta que son pocos, acaso ninguno,
quienes en tales ocasiones no están cegados por su
egoísmo o por otra pasión, la ley de la naturaleza
se convierte en la más oscura de todas las leyes, y es,
por consiguiente, la más necesitada de interpretes
capaces. Las leyes escritas, cuando son breves, fácilmente
son mal interpretadas, por los diversos significados de una o dos
palabras, sin son largas resultan más oscuras por las
significaciones diversas de varias palabras, en este sentido,
ninguna ley escrita promulgada en pocas o muchas palabras puede
ser bien comprendida sin una perfecta inteligencia
de las causas finales para las cuales se hizo la ley; y el
conocimiento de estas causas finales reside en el
legislador.
Lo que hace a un juez un buen intérprete de las
leyes es, en primer término, una correcta
comprensión de la principal ley de naturaleza, llamada
equidad, que
no dependiendo de la lectura de
los escritos de otros hombres, si no de la bondad del propio
raciocinio natural del hombre.
Las palabras lex civilis y jus civile, es decir, ley y
derecho civil,
están usadas de modo promiscuo para una misma cosa,
incluso entre los autores más cultos, pero no
debería ocurrir así, En efecto, derecho es libertad
concretamente, aquella libertad que la ley civil nos deja. Pero
la ley civil es una obligación, y nos arrebata la libertas
que nos dio la ley de la naturaleza. La naturaleza otorgo a cada
hombre en derecho a protegerse a sí mismo por su propia
fuerza, y a
invadir a un vecino sospechoso, por vía de
prevención, pero la ley civil suprime esta libertad en
todos los casos en que la protección legal puede imponerse
de modo seguro. En este
sentido lex y jus son diferentes de obligación y
libertad.
CAPITULO XXVII
De los delitos,
exímenos y atenuantes
Un pecado no es
solamente una trasgresión de la ley, si no,
también, un desprecio al legislador, porque al desprecio
constituye, de una vez, un quebramiento de todas sus leyes por
consiguiente, puede consistir no solo en la comisión de un
hecho, o en la omisión de lo que la ley ordena, sino
también en la intención o propósito de
trasgredir. En efecto, el propósito de quebrantar la ley
implica cierto grado de desprecio a aquel a quien corresponde
verla ejecutada. Experimentar, aunque sea en la
imaginación solamente, el deleite de poseer los bienes, los
sirvientes o la mujer de otro,
sin intención de tomarlo por la fuerza o por el fraude, no
constituyen un quebrantamiento de la ley.
Por consiguiente, la ofensa que los hombres hacen por
contumelia, mediante palabras o gestos, cuando no producen otro
daño que el agravio presente de quien lo recibe fue poco
atendida en la leyes de los griegos, romanos, y otros estados
antiguos y modernos, suponiéndose que la verdadera causa
de tal agravio no consiste en la contumelia, la cual no prende en
hombres consientes de su propia virtud, si no en la pusilanimidad
de quien es ofendido por ello. Un delito contra un
particular pude resultar agravado por la persona, tiempo y
lugar. Matar al propio padre es un delito mayor que matar a otra
persona.
Un delito cometido en tiempo o lugar destinado a la
devoción es mayor que si se comete en otro lugar y tiempo,
porque revela un mayor desprecio de la ley.
Por último, como en la mayoría de los
delitos se
hace una injuria no solamente a un hombre privado, sino
también al estado, el mismo delito, cuando la
acusación se hace en nombre del estado, se denomina delito
público, y cuando se hace en nombre del particular, delito
privado. En cuanto a la acusación de asesinato, si el
acusador es particular, el pleito es privado, si el acusador es
el soberano, el pleito es público.
CAPITULO XXVIII
De las, penas y
de las recompensas
Una pena es un daño infligido por la autoridad
pública sobre alguien que ha hecho u omitido lo que juzga
por la misma autoridad como una transgresión de la ley con
el fin de que la voluntad de los hombres pueda quedar, de este
modo, mejor dispuesta para la obediencia.
Los beneficios que un soberano otorga a un
súbdito, por temor a cierto poder o aptitud que el
súbdito tenga para dañar al estado, no son
propiamente recompensas, puesto que no son salarios, ya que
en este caso no cabe suponer que existe un contrato, estando
obligado cada hombre a no dejar de servir al estado. De este modo
he determinado la naturaleza del hombre (cuyo orgullo y otras
pasiones le compelen a someterse a sí mismo el gobierno) y, a la
vez, el gran poder de su gobernante, a quien he comparado con el
leviatán, tomando esta comparación de los dos
últimos versículos de Cap. 41 de Job, cuando Dios,
habiendo establecido el gran poder del leviatán, le
denomina rey de la arrogancia.
CAPITULO XXIX
De las Causas que
la debilitan o tienden a la desintegracion de un
Estado
Aunque nada de lo que lo que los hombres hacen puede ser
inmortal, si tienen el uso de la razón que presumen, sus
Estados pueden ser asegurados, en definitiva, contra el peligro
de parecer enfermedades internas. En
efecto, por la naturaleza de su institución están
destinados a vivir tanto como el género
humano, o como las leyes de la naturaleza, o como la misma
justicia que
les da vida. Por consiguiente, cuando llegan a desintegrarse no
por la violencia
externa, sino por el desorden intestino, la falta no está
en los hombres, sino en la materia; pero
ellos son quienes la modelan y ordenan.
Entre las enfermedades de un estado quiero considerar,
en primer término, las que derivan de una
institución imperfecta, y semejan a las enfermedades de un
cuerpo natural, que proceden de una procreación
defectuosa.
Otra enfermedad es la grandeza inmoderada de una ciudad,
cuando es apta para suministrar de su propio ámbito el
número y las expensas de un gran ejercito; como
también el gran numero de corporaciones, que son como
estados menores en el seno de lo más grande, como gusanos
en las entrañas de un hombre natural.
CAPITULO XXX
De la
misión del Representante Soberano
La misión del soberano consiste en el fin para el
cual fue investido con el soberado del poder, que no es otro sino
el de procurar la seguridad del
pueblo, a ello está obligado por la ley de naturaleza,
así como rendir cuenta a Dios, autor de esta ley, y a
nadie sino a Él. Pero por seguridad no se entiende
aquí una simple conservación de la vida sino
también todas las excelencias que el hombre
pueda adquirir para sí mismo por medio de una actividad
legal, sin peligro de daño para el estado.
La seguridad el pueblo requiere, además, de aquel
o aquellos que tienen el poder soberano, que la justicia sea
administrada por igual a todos los sectores de la población; es decir, que lo mismo al rico y
al poderoso que a las personas pobres.
Respecto a los oficios de un soberano con respecto a
otro, comprendidos en la ley que comúnmente de denomina
ley de las naciones, no necesito decir nada en este lugar, porque
la ley de las naciones y la ley de la naturaleza son la misma
cosa, y cada soberano tiene el mismo derecho, al velar por la
seguridad de su pueblo, que puede tener cualquier hombre en
particular al garantizar la seguridad de su propio
cuerpo.
CAPITULO XXXI
Del Reino de Dios
por la naturaleza
Que la condición de mera naturaleza, es decir de
absoluta libertad, como la de aquellos que ni son soberanos ni
súbditos, es anarquía y condición de
guerra; que
los preceptos por los cuales se guían los hombres para
evitar esta condición son las leyes de naturaleza; que un
Estado sin poder soberano no es más que una palabra sin
sustancia, y no puede subsistir; que los súbditos deben a
los soberanos simple obediencia en todas las cosas en que su
obediencia no está en contradicción con las leyes
divinas,
Solo necesitamos, para un perfecto conocimiento de los
deberes civiles, saber cuáles son esas leyes de Dios,
porque sin esto, cuando a un individuo se
le ordena una cosa por el poder civil no sabe si ello es o no
contrario a la ley de Dios.
Para gobernar por medio de palabras, es preciso que
estas palabras se den a conocer de modo manifiesto, pues de lo
contrario no son leyes. Es, en efecto, consustancial a la
naturaleza de las leyes. Pero Dios declara sus leyes por tres
conductos. Por los dictados de la razón natural, por
revelación y por la voz de algún hombre que por
hacer milagros, adquiere crédito
entre los demás.
No existe acción humana en esta vida que no sea
del comienzo de una cadena de consecuencias, tan larga, que
ninguna providencia humana es lo bastante elevada para dar al
hombre una perspectiva del fin.
Resumen 3 parte
En esta tercera parte, y por lo que respecta a las
relaciones entre el poder espiritual y el poder temporal,
Hobbes abogaba
por la total sumisión de la Iglesia al
soberano.
No podemos conocer infaliblemente la revelación
divina dada por otra persona; ya que cuando Dios habla al hombre,
es por medio del propio hombre o de otro igual al que le ha
hablado anteriormente. La persona con la que Dios habló le
entendió perfectamente, pero eso no quiere decir que
cuando el revelado se lo cuente a otro, ésta otra persona
le comprenda; por lo que es difícil, por no decir
imposible, saber con certeza lo que Dios quiere. Además,
que alguien demuestre que Dios le ha hablado es
prácticamente imposible, por lo que no puede esperar que
los demás le crean.
Como esto podría ser considerado como una
herejía (al aplicarse a la Biblia), se necesita una
prueba, y la verdadera prueba es contrastar los dichos de los que
oyen a Dios con las sagradas escrituras -ya que las escrituras
son las enseñanzas que Dios ha dado-, y la muestra de un
milagro. Si ambos requisitos se cumplen, es un verdadero profeta.
Como en la actualidad ver un milagro es algo poco probable, se
considera a la Biblia como única fuente verdadera de
fe.
Es un manifiesto que nadie puede saber que son palabra
de Dios (aunque los cristianos se lo crean) al menos que Dios se
lo haya dicho personalmente. Por tanto la verdadera pregunta es:
¿Qué autoridad tiene la ley?, no hay una forma
certera de saberlo si no es por medio del poder civil: a aquel a
quién Dios no le haya revelado personalmente que son
suyos, ni que aquel que los hizo fue enviado por Dios mismo,
tiene obligación de obedecer a nadie cuya voluntad no sea
ley. Por tanto sólo hay obligación de obedecer al
soberano del commonwealth, el cual sólo tiene poder
legislativo.
Los Diez Mandamientos, ¿quién los dio para
que tengan fuerza de ley? No hay duda de que la ley la dio Dios
mismo, pero estos ni obligan ni son ley para aquellos que no lo
reconozcan como acto del poder soberano. ¿Cómo
sabía el pueblo de Israel que fue
Dios quien se los dio, y no Moisés, si no pudieron
acerarse al monte? La promulgación de la ley de las
Escrituras es tarea del soberano civil.
Finalmente, se plantea qué poder tiene la Iglesia
sobre aquellos que, siendo soberanos, han elegido la fe
cristiana. Concluye que los reyes cristianos son los pastores
supremos de su pueblo y tienen el poder de ordenar a sus pastores
lo que deseen, pueden enseñar a la iglesia, es decir,
instruir a sus súbditos.
Ésta tercera parte está repleta de
enseñanzas bíblicas. Sin embargo, una vez aceptado
el argumento principal (que nadie puede estar seguro de la
revelación divina del prójimo) a su
conclusión (que el poder religioso ha de estar subordinado
al poder civil) se llega por deducción.
Comentario: Debido al momento histórico en el que
ésta obra fue redactada, las largas explicaciones que se
exponen en esta tercera parte fueron necesarias. La necesidad que
Hobbes veía de la supremacía del poder soberano
surgió por una parte por las consecuencias de la guerra
civil, y por otra, para destruir la amenaza de los papas de Roma,
dedicándole bastante esfuerzo a esta última
idea.
Síntesis capítulos
De los principios de la
Política
cristiana
He derivado los derechos del poder soberano;
Derechos de la naturaleza del hombre, que hemos conocido por
experiencia y por definiciones universalmente convenidas. No
obstante sin renunciar a nuestros sentidos y a nuestra
experiencia ni a nuestra razón natural. Para tratar la
naturaleza y derechos de un ESTADO CRISTIANO que nacen de la
Voluntad de Dios (su palabra natural y
profética).
En la palabra de Dios existen cosas que están por
encima de la razón(es decir que no pueden ser demostradas
ni refutadas por ella) pero no existe nada contrario a ella. Por
ello cuando exista algo que lo parece. El defecto radica en
nuestra torpeza de interpretación. Es necesario subyugar
la lógica
a las palabras y al mensaje que estas encierran pues como las
píldoras hacen bien cuando se tragan enteras pero cuando
las paladeamos en la mayoría de los casos tenemos q
arrojarlas sin que estas surtan efecto alguno.
No queremos significar una sumisión de la
facultad intelectual a la opinión de ningún hombre
siempre y cuando sea uno que no tenga sobre mí esa
autoridad, no podrá exigir ni mi fe ni mi
obediencia.
La palabra de dios por mediación de los profetas
no tiene la fuerza necesaria para ganar la fe de ningún
hombre salvo 2 indicios: La realización de milagros y que
no profese otro Evangelio contrario a la naturaleza de dios.
Ambas insuficientes por separado. Por lo tanto los milagros que
nos obligan a creer en un profeta deben ser confirmados por un
acontecimiento inmediato diferido por un tiempo no muy
largo.
Ya que ahora no se producen milagros no existirá
obligación de prestar oídos a una doctrina impuesta
por otro presunto profeta mas allá de lo que está
de acuerdo con la sagrada escritura que
desde los tiempos de nuestro salvador reemplaza y recompensa
suficientemente la necesidad de cualquier otra profecía;
de la cual por interpretación juiciosa y docta y por
minucioso raciocinio, pueden deducirse fácilmente todas
las reglas y preceptos necesarios para el conocimiento de
nuestros deberes frente a dios y a los hombres, sin fanatismo ni
inspiración sobrenatural
Del número, antigüedad, alcance,
autoridad e intérpretes de los libros de la
sagrada escritura
Los libros de la sagrada escritura son el canon, es
decir las reglas de la sagrada escritura
No veo razón alguna para dudar de que el antiguo
y nuevo testamento, tal como ahora los tenemos, sean los
verdaderos relatos de los hecho y dichos de los profetas y los
apostoles
En cuanto que no difieren de las leyes de naturaleza, no
existe duda alguna, de que son la ley de Dios y llevan su
autoridad en ellas, resultando legibles para todos los hombres
que tienen uso de la razón natural. Pero esto no es otra
autoridad sino l de cualquier otra doctrina moral, de
acuerdo con la razón
; Cuyos dictados constituyen leyes que no han sido
hechas, sino que son eternas. Si han sido instituidas como ley
por dios mismo son de la naturaleza d las leyes escritas las
cuales son leyes para aquellos a quienes dios las ha comunicado
suficientemente, ya que nadie puede excusarse a si mismo diciendo
que no sabía que sean suyas
Por consiguiente aquel a quien Dios no ha revelado
sobrenaturalmente que son suyas, ni que quienes las promulgaron
fueron enviados por él, no está obligado a
obedecerlas por ninguna autoridad sino en virtud de aquella cuyos
mandatos tienen ya fuerza de ley; es decir, por alguna otra
autoridad que la del estado, que radica en el soberano que tiene
de modo exclusivo e poder legislativo.
Por otra parte si no hay una autoridad legislativa del
Estado que les de fuerza del ley, debe existir otra autoridad,
derivada a Dios, Privada o Pública; si es privada, obliga
solamente a aquel a quien en particular Dios se complació
en revelarla.
Del significado del Espíritu, Ángel e
Inspiración en los libros e la sagrada
escritura
Si consideramos que el fundamento de todo raciocinio es
el significado constante de las palabras, que en la doctrina
siguiente no depende (como en la ciencia
natural) de la voluntad del escritor ni (como en la
conversación corriente) del uso vulgar, sino del sentido
que tienen en la Escritura, Así que el verdadero
significado de espíritus en el lenguaje
común o bien es un cuerpo sutil fluido invisible o una
aparición Existen en cambio numerosas significaciones
metafóricas, porque a veces se toma como una
disposición o inclinación de la mente otras veces
se considera como una actitud
eminente o una pasión extraordinaria o una enfermedad
mental.
Bajo la denominación de ángel se comprende
generalmente un mensajero y con más frecuencia un
mensajero de dios y bajo la denominación de mensajero de
dios se significa una cosa que revela su extraordinaria
presencia, o sea la manifestación extraordinaria de su
poder, especialmente por un sueño o una
visión.
Del significado de la palabra espíritu depende la
palabra INSPIRACIÓN, que bien ha de tomarse con propiedad, y
entonces no es otra cosa sino la penetración, en hombre,
de un aura muy fina y sutil, o viento, a la manera como se
insufla aire en una
vejiga, o si los espíritus no son corpóreos, sino
que su existencia se debe solamente a la
fantasía,
De la misma manera tener inspiración en el
sentido propio, o decir que los espíritus de Dios entraron
en los hombres para hacerles profetizar, o los espíritus
malos en los que se vuelven frenéticos es tomar la palabra
en el sentido de la escritura en ella se toma como el poder de
dios que actúa por causas desconocidas para
nosotros.
De la significación del Reino de Dios, de
Santo Sagrado y Sacramento) en la Escritura
El reino de Dios en los escritos de los religiosos, y
especialmente en los sermones y tratados de devoción, se
considera muy comúnmente como la felicidad eterna,
después de esta vida, en el altísimo cielo, el cual
se llama también reino la gloria; a veces como
significación(lo más serio de esta felicidad),que
los religiosos denominan reino de la gracia, pero nunca se
considera como una monarquía, es decir, con poder soberano de
Dios sobre los súbditos, adquirido por su propio
consentimiento, que la autentica significación de
reino.
Por el contrario, encuentro que la frase REINO DE DIOS
se emplea en varios pasajes de la escritura para significar un
reino propiamente así llamado, constituido de manera
peculiar por los votos del pueblo de Israel, donde fue elegido
Dios como rey e Ese pueblo por el pacto hecho con el, al
prometerle Dios la posesión de la tierra de
Canaán raras veces se usa en forma metafórica, y
entonces se toma como dominio sobre el
pecado (y solamente en el nuevo testamento) porque un dominio
como ese, cada súbdito debe tenerlo en el reino de Dios y
sin perjuicio para el soberano.
Un sacramento es una separación d alguna cosa
visible para uso común, y no una consagración de
ello al servicio de
Dios, bien sea como el signo de nuestra admisión al reino
de Dios, para figurar en el numero de su pueblo en peculiar para
conmemoración del mismo Otras consagraciones que pueden
ser llamadas sacramentos puesto que la palabra no significa otra
cosa sino consagración al servicio de Dios.
De la Palabra de Dios y de los
Profetas
Cuando aquí se hace referencia a la palabra de
Dios o del hombre, no significa una parte de la oración,
como aquellas que los gramáticos denominan un nombre o un
verbo, o simple vocablo de relación con otras palabras que
lo hagan significativo, sino una oración o discurso
perfecto, mediante el cual, el que habla afirma, niega, ordena,
promete, amenaza, desea, o interroga, En este sentido no es
Vocabulum, que significa una palabra sino sermo es decir cierta
oración discurso o enunciación.
Si por profecía se entiende predicción o
previsión de acontecimientos futuros, no solamente
serían profetas quienes eran voceros de Dios, y
predecían a otros aquellas coas que dios les había
predicho a ellos, sino también todos aquellos impostores
que con la ayuda de espíritus familiares o por
adivinación supersticiosa de acontecimientos pasados a
base de causas falsas.
La profecía no es un arte, ni (cuando
se toma por predicción) una vocación constante,
sino una distinción extraordinaria y temporal hecha por
Dios, en la mayoría de los caso, en hombres, buenos, pero
a veces también en los malvados. Y aunque de la escritura
existen tantas significaciones de la palabra profeta, la
más frecuente de ellas es aquella en que se considera como
una persona a quien Dios expresa inmediatamente lo que el profeta
debe decir como emanado de dios a otro hombre o al
pueblo.
De los milagros y su uso
Considéranse como milagros las obras admirable de
Dios, y por consiguiente, se llaman también maravillas. Y
aunque en la mayoría de los caos se realiza para poner en
manifiesto sus mandatos, cuando, a falta de ellos, los hombres
propenden a dudar (Siguiendo su razonamiento natural privado) lo
que Él ha mandado y lo que no, se llaman comúnmente
en la sagrada escritura signos, en el mismo sentido como los
latinos los denominan ostenta y potenta, de montar y pre
significar aquello que el Omnipotente se propone que
ocurra.
Así acerca de la naturaleza y uso del milagro,
podemos definir este así. Un milagro es una obra de Dios
(Aparte de su operación por vía natural ordenada en
la creación) realizada para hacer manifiesto a su elegida
misión de un enviado extraordinario para su
salvación.
En esta cuestión no hemos de inquirir nuestra
propia razón o conciencia
privada, sino la razón pública, esto es la
razón del supremo representante de dios, que actúa
como juez suyo; en efecto, lo haremos juzgar siempre, puesto que
le hemos dado un poder soberano, a fin de que haga todo lo
necesario para nuestra paz y defensa.
Un hombre particular (puesto que el pensamiento es
libre) tiene siempre la libertad de creer o no creer
íntimamente ciertos casos que han sido presentados como
milagros, considerando, según su propio testimonio, que
beneficio puede derivar, de la creencia de los hombres, para
aquellos que lo reconocen o lo combaten y conjeturar a base de
ello si son milagros o mentiras. Pero cuando se llega a la
confesión de esta fe, la razón privada debe
someterse a la pública, es decir al representante de Dios.
Quien sea este representante de Dios, y el jefe de la Iglesia, es
algo que consideramos más adelante.
Capítulo XXXVIII
De la
significación de la Vida Eterna, Infierno,
Salvación mundo venidero y redención en la
Escritura
Este captítulo nos dá a conocer el mandato
divino de Dios y a causa por la Cual Adán y Eva fueron
desterrados del paraiso, los cual nos lleva a
analizar lo siguiente:
1) Que Adán al vivir segun las leyes de Dios,
tenía permitido vivir en el paraiso, y comer de todos los
árboles
que le plazca y a cambio de obeceder la orden que le
habia dado Dios tenía la vida eterna.
2) Poniendonos en el caso de que Adán no hubiera
comido del árbol prohibido, la raza humana seguiria
viviendo en el parque del Edén, pero siendo
ese el caso… la descendencia de Adán y Ava se hubiera
expandido muchisimo, tanto como ahora.
3) Al ser tal la cantidad de humanos descendientes de
Adan, ¿hubiera podido la tierra
albergar semejante cantidad de gente? teniendo en
cuenta que todos eran seres inmortales, que tenian vida eterna y
no podian morir.
Tambien Podemos ver que los puntos de doctrina en el
reino de Dios, tienen mucha influencia en el reino de hombre, que
no deben ser determinados sino que por aquellos que bajo Dios
tiene el poder soberano, como el reino de Dios y la vida eterna,
como los enemigos de dios y sus tormentosdespues del juicio
aparecen, segun las escrituras un lugar donde esperaran hasta la
resurrección de todos los hombres, esto nos habla
practicamente del infierno, de una sancion, donde se sufre para
cumplir condena, y una vez pagados los pecados hechos viene la
resurreccion, el infierno tambien llamado infernus o
inferi o bajo fondo, pero el lugar que ocuparan
los condenaos despues de la resurreccion no se determina en el
antiguo ni el nuevo testamento, segun las escrituras cuando
ocurrio del diluvio universal, murieron muchisimas personas, y
dice que el lugar de los condenados es bajo las aguas.
Tambien existia un lugar llamado "El valle de los hijos
de Hinnon, en una parte del cual llamada Tophet, los judios
habian cometido muchas graves idolatrias, scrificando sus hijos
al idolo Moloch, y el en tambien habia inflingido Dios severos
castigos a sus enemigos; y alli Josias habia quemados a los
sacerdotes de Moloch en sus propios altares, como aparece
descrito en el libro 2 de
reyes, cap 23.
El lugar sirvio posteriormente para acumular el
estiercol y los residuos que eran llevados fuera de la ciudad: ay
alli solia hacerse fuego, de tiempo en tiempo, para purificar el
aire y alejar el hedor de la carroña, De este abominable
lugar, los judios salieron llamar porteriormente al lugar de los
condenadoscon el nombre de Gehenna, o valle de Hinnon, Y esta
Gehenna es la palabra que ahora, usualmente, se traduce como
INFIERNO; y del fuego que arde alli, de tiempo en tiempo, tenemos
la nocion de un fuego eterno e inextinguible.
Por lo que respecta a los atormentadores, su naturaleza
y propiedades estan exacta y propiamente extresadas por los
nombres de el enemigo o Satán, el acusador o Diabolus, el
destructor o Abaddon.
Jesucristo denominado el SALVADOR,
el que nos librara de todos los males, el que vendrá a
luchar contra el pecado, como el unico que puede perdonar
nuestros pecados para llevarnos al paraiso, como muchas veces se
ha visto en la biblia, cuando Jesus perdona los pecados de las
personas, curarlos de sus enfermedades, es un acto que demuestra
que los libra de sus tormentos para traerles
tranquilidad.
La salvacion de un pecador supone REDENCION precedente,
porque quien una vez es culpable de pecado, queda expuesto a la
expiacion del mismo, y ha de pagar, o algun otro en lugar suyo,
aquel rescate exigido por quien padecio la ofensa y tiene al
ofensor en su poder. Si consideramos que la persona ofendida es
Dios Omnipotente, suyo poder esta en todas las cosas, ese rescate
debe pagarse antes de que se obtenga la salvacion, y tal como a
Dios le plazca exigirlo.
Capítulo XXXIX
De la
significación de la palabra Iglesia en la
escritura
La palabra iglesia ( Ecclesia) tiene diversos
significados en las escrituras, pero mayormente, no en todos los
casos, se denomina "Iglesia" a la casa de Dios, es decir que es
un lugar donde los cristianos se reunen para cumplir sus deberes
religiosos.
Pero al hablar de iglseia sin referirnos a "casa" segun
los estados griegos segnifica Reunion, Asamblea, una congregacion
de ciudadanos.
Jesus llamaba "iglesia" a todos sus seguidores, asi que
tenemos muy claro que iglesia no es solamente un edicifio donde
se reunen los fieles a rezar, sino que iglesia es una
congregacion de personas fieles a un a religion, y la cabeza de
esta iglesia es Cristo, quien manda, funciona exactamente gual
que un estado civil, por que una iglesia es capaz de mandar,
juzgar, absolver, condenar, o llevar a cabo otro acto identico a
un estado civil, que conste de cristianos, y se denomina
Estado Civil que sus subditos son hombres, y de la
iglesia son cristianos.
Capitulo XL
De los Derechos
del Reino de Dios en Abraham, Moisés, los Sumos Sacerdotes
y los reyes de Judá
Abraham fue el padre de los fieles, el primero en el
reino de Dios instituido por el pacto.
Esa virtud del cual se obligo a sí mismo a
reconocer, obedecer los mandamientos de Dios, además de su
familia y
descendientes, se vieron tambien obligados a obedecer esto que
abraham habia recibido de Dios, los mandamientos y leyes del
mismo.
Además estaban obligados a obedecer todo ello que
Dios le habia transmitido a Abraham por medio de sueños y
visiones, ademas de encontrarse obligados naturalmente a obedecer
la omnipotencia de Dios.
En un gran resumen de todo este capitulo, los derechos,
mandamientos y leyes de Dios fueron transmitidos de generacion en
generacion por los profetas, asi como Moises, los sumos
sacerdotes de la epoca, hasta llegar a nosotros, de este modo se
ha instuido una doctrina en todos nosotros, acerca de los bueno y
lo malo, lo que debemos hacer y lo que esta prohibido, y que con
los años la humanidad se ha visto practicamente obligada a
aceptarlas y a hacerlas cosa de todos los dias.
En todos los casos se producen pactos con Isaac, con
Jacob, y no hubo mas renovacion en tiempos ulteriores hasta que
los israelitas fueron liberados por los egipcios y llegaron al
pie del monte sinai, entonces fue renovado por Moises de tal modo
que a partir de ese tiempo, los judios se conviertieron en el
reino peculiar de dios
Moises fué su representante, en su propio tiempo
la sucesion, este cargo reacyó sobre Aarón, y
despues de el en sus herederos, para seguir siendo, respecto a
Dios un reino sacerdotal por siempre.
Una vez muerto Aaron, y despues de el tambien moises, el
reino, como reino sacerdotal que era, recayó, en virtud
del pacto, en el hijo de aaron, Eleazar, el sumo sacerdote, Y
Dios le declaro soberano ( inmediatamente bajo su mandato) a la
vez que designaba a josue como general de sus
ejercitos.
La Historia así se
repite de generacion en generacion, manteniendo ese pacto,
recayendo en los respectivos herederos, descendientes de los
soberanos de Dios, haciendo asi su reino sacerdotal
eterno.
Capítulo XLI
De la
Misión de nuestro Bendito Salvador
En este capítulo se encuentran 3 elementos
integrantes de la mision del mesias:
-Redentor o Salvador
-Pastor, Consejero o Maestro (profeta enviado por
Dios)
-Rey, Rey Eterno
El mesias que viene como el salvador de
las almas que caen en el pecado, principalmente viene a salvar a
las personas de la tentacion de hacer malas acciones contrarias a
la voluntad de Dios, a rescatar a las personas que han ofendido a
Dios
Para asi dar a conocer la palabra de Dios a la gente e
impartir conocimientos de amor y paz,
asi como Jesus enseñó algunos de sus conocimientos
a sus discipulos, los discipulos salieron a predicar su palabra,
y ellos tambien tuvieron discipulos, y asi la palabra de Dios se
divulgó por todo el mundo.
Y rey eterno por que Dios es un ser omnipotente, creador
de todas las cosas por lo cual las personas lo aceptan como su
unico señor, obviamente cada religion a su propio modo,
pero todas las religiones van
destinadas a un solo Dios.
Capítulo XLII
Del poder
eclesiástico
Primero debemos saber que es, y en quien reside el PODER
ECLESIÁSTICO, antes de la conversion de los reyes, y de
los hombres provistos con poder civil sobernao; la otra, despues
de su conversion, fué, en efecto, mucho tiempo despues de
la ascension, cuando algun rey o soberano civil abrazó y
permitio publicamente la libre enseñanza de la religion
cristiana.
El poder eclesiástico residia en los
apóstoles. y despues de ellos a quienes lo apostoles
designaron para predicar la palabra del Señor y convertir
cristianos a los hombres, llevando a los convertidos al camino de
la salvacion eterna, despues de estos fué entregado a
otros y a otros , y así sucesivamente, todo esto se llama
la transmision del espiritu santo, o espiritu de Dios, a aquellos
a quienes ordenaron ministros de Dios, para extender su
reinado.
El sello de la doctrina era la encomienda que se les
hacia de predicar a Cristo, y la imposicion de manos fué
lo mismo que hizo Moises con su ministro Josué, de este
modo Moisés y los Sumos sacerdotes que recibieron esa
doctrina, fueron los representantes de Dios en el Antiguo
Testamento, enviados para enseñar la doctrina a otros
ministros, y el mismo Mesias en su permanencia en la tierra hizo
lo mismo, comenzo a predicar la palabra de Dios, y el mismo busco
a sus ministros los cuales seguirian la misma doctrina de
predicar la palabra de Dios.
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Parte IV: El reino de la
Oscuridad
En esta cuarta parte, ejerce una severa crítica
a la Iglesia, a la cual acusaba (tras denunciar las tradiciones
fabulosas que sostienen al conjunto de la mitología cristiana) de estar impregnadas,
incluso, de cierto ateísmo. No obstante, y con el fin de
evitar eventuales represalias y censuras eclesiásticas, en
el apéndice con que concluye Leviatán
intentó atemperar sus posiciones recurriendo para ello al
examen de la jurisprudencia
sobre la herejía.
Cuando Hobbes nombra esta sección el reino de la
oscuridad, no se refiere al Infierno (al no creer ni en el
Infierno ni en el purgatorio), sino a la oscuridad de la
ignorancia como opuesto a la luz del verdadero
saber. Esta interpretación por parte de Hobbes es bastante
in ortodoxa y ve oscuridad en la mal interpretación de las
escrituras. El reino de la oscuridad está formado por una
confederación de farsantes que para dominar a la humanidad
y por medio de doctrinas falsas, se dedican a eliminar la luz de
la vida de los hombres.
Para este autor existen cuatro causas para esta
oscuridad:
La mala interpretación de las escrituras. El
abuso más destacado es el enseñar que el reino
de Dios está en la Iglesia, por consiguiente
disminuyendo el poder civil. Otro abuso es convertir la
consagración en una conjura o un ritual
tonto.La demonológia de los poetas tratando de
demonios que no son más que construcciones de la
imaginación. Critica muchas prácticas del
catolicismo, como la veneración de los santos, las
imágenes, reliquias y otras cosas practicadas por la
Iglesia de Roma, afirmando que no están permitidas por
la palabra de Dios.Mezclando las reliquias, las escrituras y la
filosofía griega (especialmente Aristóteles)
han causado grandes estragos. Hobbes no es muy amante de los
filósofos en general. Desprecia el hecho de que muchos
hayan tomado la filosofía aristotélica y hayan
aprendido a llamar a las distintas Commonwealths
tiranías (como lo fue Atenas en su momento). Al final
de este apartado aparece una idea interesante (además
de que la oscuridad no sólo introduce mentiras, sino
que destruye verdades), que parece aparecer a raíz de
los descubrimientos de Galileo. Afirma que incluso habiendo
verdades demostrables, aquellos que están en la
oscuridad condenarán a los iluminados que intenten
enseñárselas, gracias a las doctrinas de la
Iglesia. La razón que estos necios dan es que va en
contra de la verdadera religión, sin embargo, si son
verdades demostrables, ¿cómo pueden ir en
contra de lo que Dios dice? Sin embargo, Hobbes no tiene
problemas con la supresión de algunas verdades si es
necesario, o sea, si tienden a desordenar el gobierno al dar
pie a una rebelión. Si este fuese el caso opina que
más vale que sean acalladas y que se castigue a sus
predicadores, aunque estas medidas sólo podrán
ser tomadas por el soberano.Interviniendo y modificando las tradiciones y la
historia se daña también a la luz.
Hobbes se plantea quién se beneficia de estos
engaños. Expone el caso de cicerón, el cual afirma
que uno de los jueces más crueles de Roma era un gran
hombre; al tener la costumbre de, en los casos penales, cuando el
testimonio del testigo no era suficiente, le preguntaba a los
acusadores, cui bono, o sea, que beneficios obtenían con
el caso. Pues entre las presumisiones más obvias que uno
puede ver son los beneficios. Hobbes concluye que de todo esto,
los beneficiarios son la Iglesia y su
jerarquía.
Carlos Enrique Flores
Gamarra
[1] HOBBES Thomas: "Leviatan" TOMO I; pag.
72
[2] HOBBES Thomas: "Leviatan" TOMO I; pag.
80
[3] HOBBES Thomas: "Leviatan" TOMO I; pag.
90
[4] Id. Pág. 95
[5] Id… Pág.. 104
[6] HOBBES Thomas: "Leviatan" TOMO I; pag.
111
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