Posteriormente examina la voluntad y la conducta humanas,
tendentes siempre a la acción
motivada por el deseo: el poder del
hombre reside
en su capacidad de actuar y la adquisición del poder se
convierte en una búsqueda permanente y dominada por la
pasión.
La persona
actúa según los impulsos que recibe del exterior,
por lo que intentará a toda costa evitar los impulsos que
le resulten desagradables y conseguir todos los agradables
posibles.
El problema surge cuando estas fuentes de
placer hay que compartirlas con otros humanos o interfieren con
sus deseos. Ello determina que cada ser humano esté en
continua guerra con los
demás. Esta situación en la que vive el hombre en
su estado natural
encontró su mejor definición en dos de sus
sentencias más universalmente conocidas:"Bellum omnium
contra omnes" ("Guerra de todos contra todos") y "Homo homini
lupus" ("El hombre es un lobo para el hombre").
En este proceso de
análisis del humano y sus sentidos, llega a
una serie de definiciones que serán cruciales para su
filosofía. Señala la importancia de
estas definiciones, insinuando que está intentando
axiomatizar la humanidad siguiendo el modelo de la
geometría. Esta influencia de las ciencias
exactas se percibe en la manera tan objetiva y carente de
sentimiento en la que describe las pasiones; por ejemplo, "Lo que
de algún modo es objeto de cualquier apetito o deseo
humano es lo que con respecto a él se llama
bueno. Y el objeto de su odio y aversión,
malo; y de su desprecio, vil e inconsiderable o
indigno. Pero estas palabras de bueno, malo y
despreciable siempre se usan en relación con la persona
que las utiliza. No son siempre y absolutamente tales, ni ninguna
regla de bien y de mal puede tomarse de la naturaleza de
los objetos mismos, sino del individuo
(donde no existe Estado) o (en un Estado) de la persona que lo
representa; o de un árbitro o juez a quien los hombres
permiten establecer e imponer como sentencia su regla del bien y
del mal". Le siguen una larga secuencia de definiciones similares
como la esperanza (apetito con opinión de
obtener), o lo honorable (cualquier acción,
cualidad o argumento que sea señal de poder) por
ejemplo.
El capítulo XIII es una exposición
de la condición natural del hombre, abarcando el marco de
su felicidad e infelicidad. Contiene la frase célebre
citada anteriormente, "Bellum omnium contra omnes". La vida del
hombre es solitaria, pobre, malévola, bruta y
corta.
Hobbes encuentra tres motivos básicos por los
cuales hay conflictos en
el Estado de
Naturaleza: El primero, es la competición, que hace que el
hombre invada para obtener algo; el segundo, el respeto, para la
seguridad de uno
mismo; y el tercero, la gloria, para la
reputación.
De estos tres conceptos partirán las leyes de
naturaleza hobbesianas. Hobbes define
19 leyes de
naturaleza, sin embargo, la primera y segunda ley son las
más importantes y de ellas se van a deducir todas las
demás. La primera ley se compone de dos partes: Cada
hombre debe procurar la paz hasta donde tenga esperanza de
lograrla; y cuando no puede conseguirla, entonces puede buscar y
usar todas las ventajas y ayudas de la guerra. La segunda
parte ser refiere al derecho
natural a la libertad de
cada hombre, que lo autoriza de usar su propio poder,
según le plazca, para la preservación de su propia
vida, y por lo tanto de hacer cualquier cosa que conciba como la
más adecuada para alcanzar ese fin. De esta ley se va a
derivar la segunda ley: Un hombre debe estar deseoso, cuando
otros lo están también, y a fin de conseguir la paz
y la defensa personal hasta
donde le parezca necesario, de no hacer uso de su derecho a todo,
y de contentarse con tanta libertad en su relación con los
otros hombres, como la que él permitiría a los
otros en su trato con él. De aquí en adelante,
las leyes de Hobbes van a definir el Contrato Social,
que es la base del siguiete capítulo. Mostrando asi su
gran aportacion…
Del hombre
Capítulo I
De las sensaciones
Si bien es cierto para poder definir que son las
sensaciones, entorno al mundo que gira alrededor de las
experiencias, realizadas por el hombre , se procederá a
empezar por definir de manera singular y luego en su generalidad,
con lo que respecta a su dependencia mutua como hace
mención el autor.
Sensación viene a ser la representación de
la cualidad ó la característica más
resaltante que contiene lo que comúnmente denominamos
objeto, que una vez captado y exteriorizado por el hombre a
través de los sentidos;
como la vista , oído ,
tacto gusto, etc., se convierte en lo que denominamos "apariencias".
Para determinar el origen mediante el cual se produce
las sensaciones, haremos mención, que la causa dela
sensación es el cuerpo externo, u objeto perceptible a
nuestros sentidos que actúa sobre el órganos que
emiten la sensación, ya sea de modo mediato ó
inmediato; por ello la apariencia contenida en el objeto
constituye para nosotros una especie de fantasía, aunque
en muchos casos esta estrecha relación entre el objeto
representado en la realidad y el objeto captado y adecuado para
nuestros sentidos puede distorsionarse y alejarse de la realidad
o no puede ser captada adecuadamente por el sujeto
cognoscente.
En conclusión, las sensaciones no son otra cosa,
que la fantasía original, causada por los movimientos de
las cosas externas sobre nuestros ojos, oídos y otros
órganos en general.
CAPÍTULO II
De la
imaginación
IMAGINACION es una sensación que se
debilita(obnubilación); la sensación se encuentra
en el hombre y en todos los seres vivos, ya sea durante el
sueño ó en estado de vigilia cuando una
sensación tiene de ha debilitarse se produce lo que,
normalmente ocurre, con la aprehensión del objeto por
nuestros sentidos , siendo lo mas resaltente todo lo
sensible.
La representación que se hace de manera
cognoscible, a tevés de la experiencia se denomina
"imaginación", pero cuando esta se atenúa,
envejece, la llamamos "memoria"; Por
tanto la imaginación y la memoria,
podría definirse de la misma manera.
Memoria, viene a ser la experiencia adquirida, con la
cual la imaginación capta todos los sucesos que han sido
percibidos por los sentidos ya sea en circunstancias o
determinados tiempo.
Memoria simple, cosiste en la imaginación del
objeto tal como ha sido representado; compuesta, es la
atribución de cualquier otro elemento, que puede
complementar la imaginación, combinación de la
imagen propia
con la de otro persona ya sea de ficción ó
real.
Ensueños, se denominan así a la
imaginación de los que duermen, pueden ser percibidas de
manera parcial o general por nuestros sentidos,
aletargándose producto del
sueño, que difícilmente pueden moverse
externamente, distorsionando la imaginación y
produciéndose un ensueño, como el autor lo menciona
pueden ser causado por la destemplanza demás algunas
partes internas del cuerpo.
Apariciones y visiones, son considerado como
ensueños fugaces, que el hombre puede tener en el logro de
algún objetivo,
todos los sucesos que pueden ser reales o de tanto pensarlos
puede llegar a imaginarlos y de alguna manera también
influye el estado de animo en el cual se encuentra, para el logro
de su objetivo, anhelo.
Entendimiento, la imaginación se produce en el
hombre, ya sea por medio de las palabras ú otros signos
voluntarios lo que generalmente llamamos entendimiento, que es
común en hombres y animales;
entendimiento, viene a ser tan característico del hombre,
que no solo es la compresión de voluntad, sino
afirmaciones, negaciones, y otras formas de
expresión.
CAPÍTULO III
De la
consecuencia o serie de imaginaciones
El discurso
mental se da cuando un hombre piensa en un objeto cualquiera, su
pensamiento
inmediatamente posterior no se presentará de manera
casual. Dado que un pasamiento cualquiera no sucede a cualquier
otro pensamiento de modo indiferente, del mismo modo que no
tendremos imágenes
representadas en nuestra memoria, a no ser que antes hayamos
tenido sensaciones, en conjunto o en partes, así tampoco
tenemos transición de una imagen a otra sin antes, esta no
haya estado en nuestras sensaciones.
Todas las fantasías son movimientos efectuados
dentro de nosotros, a través de nuestras
sensaciones.
La serie de pensamientos regulados es de dos clases. Una
cuando tratamos de inquirir las causas o medios que
producen un efecto imaginado: este género es
común a los hombres y a los animales. Otra cuando,
imaginando una cosa cualquiera, tratamos de determinar los
efectos posibles que se pueden producir con ella; es decir,
imaginar lo que podemos hacer con una cosa cuando la tenemos. Por
esta razón no solo importa tomar en cuenta los aspectos
que engloba el objeto a estudiar , por dentro de ella
podrían producirse , necesidades fisiológicas, que
podrían complementarla, es allí donde podría
surgir sucesos en lo pasado ó presente.
Remembranza. Es lo que denominamos
remembranza o invocación a la mente,
"reminiscentia", por considerarla como un reconocimiento
de nuestras acciones
anteriores.
Prudencia. En ocasiones un hombre desea saber
el curso de determinada acción; entonces piensa
en alguna acción pretérita, semejante
y en las consecuencias ulteriores de ella, presumiendo que
acontecimientos iguales han de suceder ante acciones
iguales. Debido a ello la prudencia o providencia hace
que muchos hombres tengan una mayor experiencia de las
acontecimientos pasados que otros, y en la misma medida son
más prudentes, por ello sus previsiones raramente
fallan.
El presente sólo tiene la realidad en la
Naturaleza; las cosas pasadas tienen una realidad en
la memoria solamente; pero las cosas por
venir no tienen realidad alguna. El futuro no es
sino una ficción de la mente, que aplica las consecuencias
de las acciones pasadas a las acciones presentes; quien tiene
mayor experiencia hace esto con mayor certeza; pero no con
certeza suficiente. Y aunque se llama prudencia, cuando el
acontecimiento responde a lo que esperamos, no es, por
naturaleza, sino presunción, tal igual que un profeta,
siendo este más perspicaz, para lo cual involucra observar
la mayor cantidad de signos.
Signos. Un signo es el acontecimiento
antecedente del consiguiente; y, por el contrario, el
consiguiente del antecedente, cuando antes han sido observadas
las mismas consecuencias. Cuanto más frecuentemente han
sido observadas, tanto menos incierto es el signo y, por ejemplo,
quien tiene más experiencia en cualquiera clase de
negocios,
dispone de más signos para preveer el tiempo a futuro.
Como consecuencia es el más prudente, y mucho más
prudente que quien es nuevo en aquel género de negocios y
no tiene, como compensación, cualquiera ventaja de talento
natural con respecto a los negocios.
Conjetura del tiempo pasado. La prudencia es
una presunción del futuro basada en la
experiencia del pasado; pero
existe también una presunción de cosas pasadas,
deducida de otras cosas que no son futuras como las ya
acontecidas en el pasado.
Muchos hombres van adquiriéndolas mediante
instrucción y disciplina, y
todas derivan de la invención de las palabras y del
lenguaje.
Porque aparte de las sensaciones y de los pensamientos, la mente
del hombre no conoce otro movimiento, si
bien con ayuda del lenguaje y del método,
las mismas facultades pueden ser elevadas a tal altura que
distingan al hombre de todas las demás criaturas
vivas.
CAPÍTULO IV
Del
lenguaje
Origen del lenguaje.En este capítulo el
autor hace referencia sobre, la invención de la imprenta,
aunque ingeniosa, no tiene gran importancia si se la
compara con la invención de las letras.
Pero ignoramos quién fue el primero en hallar el uso de
las letras.
Dicen los hombres que quien en primer término las
trajo a Grecia fue
Cadmo, hijo de Agenor, rey de
Fenicia.
Fue, ésta, una invención provechosa para
perpetuar la memoria del tiempo pasado, y la conjunción
del género humano, disperso en tantas y tan
distintas regiones de la tierra; y
tuvo gran dificultad, como que procede de una
cuidadosa observación de los diversos movimientos de
la lengua, del
paladar, de los labios y de otros órganos de la palabra;
añádase, además, a ello la necesidad de
establecer distinciones de caracteres, para
recordarlas.
Pero la más noble y provechosa invención
de todas fue la del lenguaje, que se basa en nombres
o apelaciones, y en las conexiones de ellos. Por medio de
esos elementos los hombres registran sus pensamientos, los
recuerdan cuando han pasado, y los enuncian uno a otro para mutua
utilidad y
conversación. Puesto que sin el no hubieran existido la
sociedad , el
gobierno, estado
, entre otros componentes. El primer autor del lenguaje fue
Dios mismo, quien instruyó a Adán
cómo llamar a las criaturas que iba presentando ante su
vista, entre tanto la Escritura,
complemento más aún a distintas sociedades
donde se desarrollarán conjuntamente con el lenguaje
propio de cada nación,
para distinguir los nombres ya sean d objetos ò animales
con los cuales vivía
Uso del lenguaje. El uso general del lenguaje
consiste en trasponer nuestros discursos
mentales en verbales: o la serie de nuestros
pensamientos en una serie de palabras, y esto con dos
finalidades: una de ellas:
Es el registro de las
consecuencias de nuestros pensamientos, que siendo aptos para
sustraerse de nuestra memoria cuando emprendemos una nueva labor,
pueden ser recordados de nuevo por las palabras con que se
distinguen. Así, el primer uso de los nombres es servir
como marcas o notas del recuerdo.
Otro uso se advierte cuando varias personas utilizan las
mismas palabras para significar (por su conexión y orden),
una a otra, lo que conciben o piensan de cada materia; y
también lo que desean, temen o promueve en ellos otra
pasión. Y para este uso se denominan
signos.
Los signos son los usos especiales del
lenguaje: Primero, registrar lo que por
meditación hallamos ser la causa de todas las cosas,
presentes o pasadas, y lo que a juicio nuestro las cosas
presentes o pasadas puedan producir, o efecto, lo cual, en suma
es el origen de las artes. En segundo término,
mostrar a otros el
conocimiento que hemos adquirido, lo cual significa aconsejar
y enseñar uno a otro. En tercer término, dar a
conocer a otros nuestras voluntades y propósitos, para que
podamos prestarnos ayuda mutua. En cuarto lugar,
complacernos y deleitarnos nosotros y los demás, jugando
con nuestras palabras inocentemente, para deleite
nuestro.
Abusos del lenguaje. Se oponen cuatro vicios
correlativos: Primero, cuando los hombres registran
sus pensamientos equivocadamente, por la inconstancia de
significación de sus palabras; con ellas, registran
concepciones que nunca han concebido, y se engañan a
sí mismos. En segundo lugar, cuando usan las palabras
metafóricamente, es decir, en otro sentido distinto de
aquel para el que fueronestablecidas, con lo cual
engañan a otros. En tercer lugar, cuando por medio de
palabras declaran cuál es su voluntad, y no es cierto. En
cuarto término, cuando usan el lenguaje para
agraviarse.
La manera como el lenguaje se utiliza para recordar la
consecuencia de causas y efectos, consiste en la
aplicación de nombres y en la
conexión de ellos. Nombres propios y comunes
.
Nombres negativos y sus usos. Existen
también otros nombres llamados negativos, y son
notas para significar que una palabra no es nombre
de la cosa en cuestión; tal ocurre con las palabras
nada, nadie, infinito, indecible, tres
no son cuatro, etc., y otras semejantes. No obstante, tales
palabras son usuales en el cálculo o
en la corrección del cálculo, y aunque no son
nombres de ninguna cosa, nos recuerdan nuestras pasadas
cogitaciones, porque nos hacen rehusar la admisión de
nombres que no se usan correctamente.
Palabras sin significación. Todos los
demás nombres no son sino sonidos sin sentido y son de dos
clases.
Una cuando son nuevos y su significado no está
aún explicado por definición; gran abundancia de
ellos ha sido puesta en circulación por los
escolásticos y los filósofos enrevesados.
Otra, cuando se hace un nombre de dos nombres, cuyos
significados son contradictorios e inconsistentes, como, por
ejemplo, ocurre con la denominación de cuerpo
incorporal o (lo que equivale a ello) sustancia
incorpórea, y otros muchos. En efecto, en cualquier
caso en que una afirmación es falsa, si los dos nombres de
que está compuesta se reúnen formando uno, no
significan nada en absoluto.
Del mismo modo es falso decir que la virtud puede ser
insuflada o infusa: las palabras virtud
insuflada, virtud infusa son tan absurdas y desprovistas de
significación (palabra sin sentido y significación)
.
Comprensión. Se cuando un hombre,
después de oír una frase, tiene los pensamientos
que las palabras de dicha frase y su conexión pretenden
significar, entonces se dice que la entiende:
comprensión no es otra cosa sino concepción
derivada del discurso.
Nombres inconstantes. Los nombres de las cosas
que nos afectan, es decir lo que nos agrada y nos
desagrada (porque la misma cosa no afecta a todos los
hombres del mismo modo, ni a los mismos hombres en todo momento)
son de significación inconstante en los discursos
comunes de los hombres.
CAPÍTULO V
De la
razón y de la ciencia
Qué es la razón. Cuando un hombre
razona, no hace otra cosa sino concebir una suma total,
por adición de partes; o concebir un
residuo, por sustracción de una suma respecto a
otra: lo cual (cuando se hace por medio de palabras)
consiste en concebir a base de la conjunción de los
nombres de todas las cosas, el nombre del conjunto:
o de los nombres de conjunto, de una parte, el nombre de la otra
parte. Y aunque en algunos casos (como en los
números), además de sumar y restar, los
hombres practican las operaciones
de multiplicar y dividir, no son sino las
mismas, porque la multiplicación no es sino la suma de
cosas iguales, y la división la
sustracción de una cosa tantas veces como sea posible.
Estas operaciones no ocurren solamente con los
números sino con todas las cosas que pueden sumarse unas a
otras o sustraerse unas de otras. Del mismo modo que
los aritméticos enseñan a sumar y a restar en
números, los geómetras
enseñan lo mismo con respecto a las
líneas, figuras (sólidas y superficiales),
ángulos, proporciones, tiempos,
grados de celeridad, fuerza, poder,
y otros términos semejantes: por su parte, los
lógicos enseñan lo mismo en cuanto a
las consecuencias de las palabras: suman dos
nombres, uno con otro, para componer una
afirmación; dos afirmaciones, para hacer un
silogismo, y varios silogismos, para hacer una
demostración; y de la suma o
conclusión de un silogismo, sustraen una
proposición para encontrar la otra. Los
escritores de política suman
pactos, uno con otro, para establecer deberes humanos; y
los juristas leyes y hechos, para
determinar lo que es justo e injusto en las acciones de
los individuos. En cualquiera materia en que exista
lugar para la adición y la
sustracción existe también lugar para la
razón: y dondequiera que
aquélla no tenga lugar, la razón no
tiene nada que hacer.
La razón definida. A base de todo ello podemos
definir (es decir, determinar) lo que es y lo que significa
la palabra razón, cuando la incluimos entre
las facultades mentales. Porque RAZÓN. en este sentido, no
es sino cómputo (es decir, suma y
sustracción) de las consecuencias de los nombres generales
convenidos para la caracterización y
significación de nuestros pensamientos; empleo el
término caracterización cuando
el cómputo se refiere a nosotros mismos, y
significación cuando demostramos o aprobamos
nuestros cómputos con respecto a otros
hombres.
Dónde está la verdadera
razón. Del mismo modo que en Aritmética los
hombres que no son prácticos yerran
Porque la razón es, por sí misma, siempre
una razón exacta, como la Aritmética
es un arte cierto e
infalible. Sin embargo, ni la razón de un hombre ni la
razón de un número cualquiera de
hombres constituye la certeza; ni un cómputo puede decirse
que es correcto porque gran número de hombres
lo haya aprobado unánimemente. Por tanto, así como
desde el momento que hay una controversia respecto a un
cómputo, las partes, por común acuerdo, y para
establecer la verdadera razón, deben fijar como
módulo la razón de un árbitro o juez, en
cuya sentencia puedan ambas apoyarse (a falta de lo cual su
controversia o bien degeneraría en disputa o
permanecería indecisa por falta de una razón
innata), así ocurre también en todos los debates,
de cualquier género que sean.
Cuando los hombres que se juzgan a sí mismos
más sabios que todos los demás, reclaman e invocan
a la verdadera razón como juez, pretenden que
se determinen las cosas, no por la razón de otros hombres,
sino por la suya propia; pero ello es tan intolerable en la
sociedad de los hombres, ya que en las circunstancias dadas los
hombres tomamos la razón en controversia con cuyo
beneficio sea para nosotros mismos de esta manera se llega a su
verdadera carencia de razón.
Uso de la razón. El uso y fin de la
razón no es el hallazgo de la suma y verdad de una o de
pocas consecuencias, remotas de las primeras
definiciones y significaciones establecidas para los nombres,
sino en comenzar en éstas y en avanzar de una consecuencia
a otra. No puede existir certidumbre respecto a la última
conclusión sin una certidumbre acerca de todas aquellas
afirmaciones y negaciones sobre las cuales se fundó e
infirió la última.
Del error y del absurdo. Cuando un hombre
calcula sin hacer uso de las palabras, lo cual puede hacerse en
determinados casos (por ejemplo, cuando a la vista de una cosa
conjeturamos lo que debe precederla o lo que ha de seguirla), si
lo que pensamos que iba a suceder no sucede, o lo que imaginamos
que precedería no ha precedido, llamamos a esto
ERROR; a él están sujetos incluso la
mayoría de los hombres prudentes.
Pero cuando razonamos con palabras de
significación general, y llegamos a una decepción
al presumir que algo ha pasado o va a ocurrir, comúnmente,
se le denomina error, es, en realidad, un ABSURDO
o
expresión sin sentido. En efecto, el error no es
sino una decepción al presumir que algo ha pasado o va a
ocurrir; algo que aunque no hubiera pasado o no sobreviniera no
entraña una imposibilidad efectiva. Perocuando hacemos una
afirmación general, a menos que sea una afirmación
verdadera, la posibilidad de ellaes inconcebible. Las palabras de
las cuales no percibimos más que el sonido son las
que llamamos.
Causas de absurdo. 1. La primera causa de las
conclusiones absurdas la adscribo a la falta de
método, desde el momento en que no se
comienza el raciocinio con las definiciones, es decir,
estableciendo el significado de las
palabras.
2. La segunda causa de las aserciones absurdas,
la adscribo a la asignación de nombres de
cuerpos a accidentes;
o de accidentes a cuerpos. En ellas incurren
quienes dicen que la fe es inspirada o infusa,
cuando nada puede ser insuflado o introducido en una cosa
sino un cuerpo; o bien que la extensión es
un cuerpo; que los fantasmas son
espíritus, etc.
3. La tercera la adscribo a la asignación de
nombres de accidentes de los cuerpos situados fuera
de nosotros a los accidentes de
nuestros propios cuerpos; en ella incurren los que dicen que
el calor está en el cuerpo;
el sonido en el oído, etc.
4. La cuarta, a la asignación de nombres de
cuerpos a expresiones; como cuando se afirma que
existen cosas universales, que una criatura
viva es un género, o una cosa general,
etc.
5. La quinta, a la asignación de nombres de
accidentes a nombres y expresiones; como cuando
se dice que la naturaleza de una cosa es su
definición; que el mandato de un hombre es su
voluntad, y así
sucesivamente.
6. La sexta al uso de metáforas, tropos y otras
figuras retóricas, en lugar de las palabras
correctas.
7. La séptima a nombres que no significan nada,
sino que se toman y aprenden rutinariamente en las
Escuelas, como hipostático,
transubstanciación, consubstanciación, eternoactual
y otras cantinelas semejantes de los
escolásticos.
Ciencia. Es la aplicación de un
método correcto y razonable, la Ciencia es el
conocimiento
de las consecuencias y dependencias de un hecho
respecto a otro: a base de esto, partiendo de lo que en la
actualidad podemos hacer, sabemos cómo realizar
alguna otra cosa si queremos hacerla ahora, u otra
semejante en otro tiempo. Porque cuando vemos cómo
una cosa adviene, por qué causas y de qué manera,
cuando las mismas causas caen bajo nuestro dominio,
procuramos que produzcan los mismos efectos.
Esta es la causa de que los niños
no estén dotados de razón, en absoluto, hasta que
han alcanzado el uso de la palabra; pero son llamadas criaturas
razonables por la aparente posibilidad de tener uso de
razón en tiempo venidero
En consecuencia , la Ciencia se refiere, o a la
existencia de ciertas reglas en sus acciones, están tan
lejos de ella que no saben lo que es; De modo cuando no hay un
correcto desenvolvimiento durante el razonamiento, es por la
falta ó carencia de la
ciencia.
Quienes carecen de ciencia se
encuentran, con su prudencia natural, en mejor y más noble
condición que los hombres que, por falsos
razonamientos o por confiar en quienes razonan
equivocadamente, formulan reglas generales que son
falsas y absurdas. Por ignorancia de las causas y de las normas los
hombres no se alejan tanto de su camino como por observar
normas falsas o por tomar como causas de aquello a
que aspiran cosas que no lo son, sino que, más bien, son
causas de lo contrario.
En conclusión: la luz de la mente
humana la constituyen las palabras claras o perspicuas, pero
libres y depuradas de la ambigüedad mediante
definiciones exactas; la razón es el
paso; el Incremento de la ciencia.
Prudencia y sapiencia, y sus diferencias. Del
mismo modo que mucha experiencia es prudencia,
así mucha ciencia es sapiencia. Porque aunque
usualmente tenemos el nombre de sabiduría para las dos
cosas, los distinguimos entre prudencia y sapiencia,
adscribiendo el primer término a la experiencia, el
segundo a la ciencia. Para que su diferencia nos aparezca
más claramente, supongamos un hombre dotado con una
excelente habilidad natural y destreza en el manejo de las
armas, y otro
que a esta destreza ha añadido una ciencia adquirida
respecto a cómo puede herir o ser herido por su
adversario, en cada postura posible o guardia. La habilidad del
primero sería con respecto a la habilidad del segundo como
la prudencia respecto a la sapiencia: ambas cosas son
útiles, pero la última es infalible.
Signos de la Ciencia. De los signos de la
ciencia unos son ciertos e infalibles; otros, inciertos.
Ciertos, cuando quien pretende la ciencia de una
cosa puede enseñarla, es decir, demostrar la verdad de la
misma, de modo evidente, a otro. Inciertos cuando
sólo algunos acontecimientos particulares responden a
su pretensión, y en ciertas ocasiones prueban
lo que habían de probar. Todos los signos de prudencia
son inciertas, porque observar experiencia y
recordar todas las circunstancias que pueden alterar el suceso,
es imposible.
CAPÍTULO VI
Del origen
interno de las mociones voluntarias, comúnmente
llamadas "pasiones", y términos por medio
de los cuales se expresan
Moción vital y animal. Existen en los
animales dos clases de mociones peculiares a ellos. Unas se
llaman vitales; comienzan en la
generación y continúan sin interrupción
alguna a través de la vida entera. Tales son la
circulación de la sangre, el
pulso, la respiración, la
digestión, la nutrición, la
excreción, etcétera.
Semejantes mociones o movimientos no necesitan la ayuda
de la imaginación.
Las otras son mociones animales, con otro
nombre, mociones voluntarias, como por ejemplo,
andar, hablar, mover uno de nuestros miembros del modo
como antes haya sido imaginado por nuestra mente. Este sentido
implica moción en los órganos y partes interiores
del cuerpo humano,
causada por la acción de las cosas que vemos,
oímos, etc. Y esta fantasía no es sino la reliquia
de la moción misma, que permanece después de las
sensaciones a que hemos aludido en los capítulos I y II. Y
como la marcha, la conversación y otras
mociones voluntarias dependen siempre de un
pensamiento precedente respecto al dónde, de
qué modo y qué, es evidente que la
imaginación es el primer comienzo interno de toda
moción voluntaria. Y aunque los hombres sin
instrucción no conciben moción alguna allí
donde la cosa movida sea invisible, no obstante, tales mociones
existen.
Esfuerzo. Estos tenues comienzos de la
moción, dentro del cuerpo del hombre, antes de que
aparezca en la marcha, en la conversación, en
la lucha y en otras acciones visibles se llaman
comúnmente, esfuerzos.
Hambre, Sed, Apetito, Deseo. Este esfuerzo,
cuando se dirige hacia algo que lo causa, se llama "apetito
deseo"; el último es e] nombre general; el primero se
restringe con frecuencia a significar el deseo de alimento,
especialmente el hambre y la sed.
Aversión. Cuando el esfuerzo se traduce
en apartamiento de algo, se denomina aversión. Estas
palabras apetito y aversión se derivan del
latín; ambas significan las mociones, una de
aproximación y otra de alejamiento.
En efecto, la naturaleza misma impone a los hombres
ciertas verdades contra las cuales chocan quienes buscan algo
fuera de lo natural, deben aproximarse de alguna manera par
lograr su propósito u objetivo.
Amor. Odio. Lo que los hombres desean se dice
también que lo AMAN, y que ODIAN aquellas
cosas por las cuales tienen aversión. Así que deseo
y amor son la
misma cosa, sólo que con el deseo siempre
significamos la ausencia del objeto, y con el amor, por
lo común, la presencia del mismo; así
también, con la aversión significa la ausencia, y
con el odio la presencia del objeto.
De los apetitos y aversiones algunos nacen con el
hombre, como el apetito de alimentarse, el apetito de
excreción y exoneración (que puede
también y más propiamente ser llamado
aversión de algo que sienten en sus cuerpos).
En cuanto a la aversión la sentimos no
sólo respecto a cosas que sabemos que nos han
dañado, sino también respecto de algunas que no
sabemos si nos dañarán o no.
Desprecio. Aquellas cosas que no deseamos ni
odiamos decimos que son despreciadas: el "desprecio" no
es otra cosa que una inmovilidad o contumacia del corazón,
que resiste a la acción de ciertas cosas; se debe a que el
corazón resulta estimulado de otro modo por objetos cuya
acción es más intensa, o por falta de experiencia
respecto a lo que despreciamos.
Bueno. Malo. Lo que de algún modo es
objeto de cualquier apetito o deseo humano es lo que con respecto
a él se llama bueno, Y el objeto de su odio y
aversión, malo; y de su desprecio, vil e
inconsiderable o indigno.
Pero estas palabras de bueno, malo y despreciable
siempre se usan en relación con la persona que las
utiliza. No son siempre y absolutamente tales, ni ninguna
regla de bien y de mal puede tomarse de la
naturaleza de los objetos mismos, sino del individuo (donde
no existe Estado) o (en un Estado) de la persona que
lo representa; o de un árbitro o juez a quien los hombres
permiten establecer e imponer como sentencia su regla del bien y
del mal.
Pulchrum Turpe. La lengua latina tiene dos
palabras cuya significación se aproxima a las de bueno y
malo; pero no son precisamente lo mismo: nos referimos a los
términos pulchrum y turpe. Significa el primero
aquello que por ciertos signos aparentes promete lo bueno, y la
segunda lo que promete lo malo.
Para pulchrum decimos respecto a algunas cosas
fino; de otras, bello, lindo, galante, honorable,
adecuado, amigable; y para turpe, necio, deforme,
malvado, bajo, nauseabundo, y otros términos
parecidos, según requiera el asunto.
Agradable. Provechoso. Desagradable. Inaprovechable.
Así que de lo bueno existen tres clases; bueno en la
promesa, es decir, pulchrum; bueno en el efecto como fin
deseado, a lo cual se denomina jocundo,
deleitoso; y bueno como medio, a lo que se llama
útil, provechoso. Y otras tantas respecto de lo
malo, porque lo malo en promesa es lo que se llama
turpe; lo malo en el efecto y en el fin es
molesto, desagradable, perturbador;
y lo malo en los medios, inútil, inaprovechable,
penoso.
Deleite. Pesar. Esta moción que se
denomina apetito y en su manifestación deleite y
placer es, a juicio mío, una corroboración de
la moción vital y una ayuda que se le presta: en
consecuencia, aquellas cosas que causan deleite se denominan, con
toda propiedad,
jocundas (á juvando), porque ayudan o fortalecen;
y las contrarias, molestas, ofensivas, porque
obstaculizan y perturban la moción vital.
Ofensa. Por tanto, placer (o deleite) es
la apariencia o sensación de lo bueno; y molestia o
desagrado, la apariencia o sensación de lo
malo. De aquí que todo deseo, apetito y amor está
acompañado de cierto deleite más o
menos intenso; y todo lo odiado y la aversión, se
acompañan con desagrado y ofensa, mayor o
menor.
Placeres de los sentidos. De los placeres o
deleites, algunos surgen de la sensación de un objeto
presente, y a éstos se les llama placeres de los
sentidos.
Placeres de la mente. Alegría, dolor,
pesar. Otras se engendran en la expectación que
procede de la previsión del fin o de la
consecuencia de las cosas, según que estas cosas agraden o
desagraden a los sentidos.
Esperanza. El apetito, unido a la idea de
alcanzar, se denomina esperanza.
Desesperación. La misma cosa sin tal
idea, desesperación. Temor. Aversión, con
la idea de sufrir un daño, temor.
Valor. La misma cosa, con la esperanza de
evitar este daño
por medio de una resistencia,
valor.
Cólera. El valor repentino,
cólera.
Confianza. La esperanza constante,
confianza en nosotros mismos.
Desconfianza. La desesperación
constante, desconfianza en nosotros.
Indignación. La ira por un gran
daño hecho a otro, cuando concebimos que ha sido hecho
injustamente, indignación.
Benevolencia. Bondad. El deseo del
bien de otro, benevolencia, buena voluntad, caridad.
Codicia. El deseo de riquezas,
codicia; nombre usado siempre en tono de censura, porque los
hombres que luchan por lograrlas ven con desagrado
que otros las obtengan. El deseo en sí mismo debe
ser censurado o permitido según los medios
que se pongan en juego para
realizarlo.
ambición. el deseo de
prominencia, ambición: nombre usado también en el
peor sentido por la razón antes
mencionada.
Pusilanimidad. El deseo de cosas que
conducen difícilmente a nuestros fines, y el temor de
cosas que sólo se oponen escasos obstáculos a su
logro, pusilanimidad.
Magnanimidad. El desprecio respecto de esas
ayudas u obstáculos insignificantes,
magnanimidad.
Valor. Magnanimidad, en el peligro de muerte o
heridas, valor, entereza. liberalidad. magnanimidad en
el uso de las riquezas, liberalidad.
miseria. pusilanimidad respecto a lo mismo,
tacañería y miseria, o parsimonia, según sea
aceptable o inaceptable.
Amabilidad. Deseo. Amor hacía las
personas en el aspecto de convivencia, amabilidad. Amor hacia
las personas por mera complacencia de los sentidos,
deseo natural.
Lujuria. Amor del mismo género adquirido
por reminiscencia insistente, es decir, por imaginación
del placer pasado, lujuria.
Pasión amorosa. Amor singular de
alguien, con el deseo de ser singularmente amado, pasión
amorosa.
La misma cosa, con el temor de que esa estimación
no sea mutua, celos.
afán de venganza. deseo de hacer
daño a otro, para obligarle a lamentar algún hecho
cometido, afán de venganza
Curiosidad. Deseo de saber por qué y
cómo, curiosidad; este sentimiento no se da en ninguna
otra criatura viva sino en el
hombre
Religión. Superstición. Religión verdadera.
Temor del poder invisible imaginado por la mente o basado
en
CAPÍTULO VII
De los Fines o
Resoluciones del Discurso
Todo discurso debe contener en si un fin y objetivo de
ser dado su carácter informativo; pero ello no
significa que un discurso pueda determinar un conocimiento
absoluto de un hecho, pasado o venidero.
Para considerar un discurso como tal este debe iniciarse
con la opinión que se vera apoyada en afirmaciones de
otros; pero ello nos lleva a considerar la veracidad de las
palabras utilizadas por ese otra ya que debe considerarse su
capacidad para conocer la verdad y cuya honestidad no sea
dudable en ningún aspecto.
Al considerar esto debemos entender que al tomar en
cuenta las palabras de otros estamos demostrando tener "fe" en lo
que dicha persona pueda estar expresando respecto de algo en
particular: "Así es evidente que cualquier cosa que
creamos, no por otra razón sino solamente por la que se
deriva de la autoridad de
los hombres y de sus escritos, ya sea comunicada o no por Dios,
es fe en los hombres
solamente."[1]
En este capítulo Hobbes establece un paralelismo
entre juicio y voluntad y entre duda y deliberación. El
juicio y la duda se aplican al discurso mental: mientras pienso
que hacer y analizo todas las opciones estoy en duda y cuando
tomo una resolución estoy impartiendo un juicio, o sea,
decir que esto es o no es o que será o no
será.
El discurso mental aplicado al lenguaje es lo que nos
permite, partiendo de definiciones y llegando a conclusiones,
hacer ciencia. Ciencia como un conocimiento condicional y no
absoluto. Condicional porque sólo conozco una secuencia de
palabras, o sea definiciones, que permiten entender una
porción de la totalidad del absoluto.
Cuando conozco algo dicho por otro hombre, lo que hago
es adjudicarle una especie de fe a su palabra, y si pongo en duda
lo que este hombre dice, no dudo lo que el explica, sino de
él.
CAPÍTULO VIII
De las VIRTUDES
Comúnmente Llamadas INTELECTUALES, y de sus DEFECTOS
Opuestos
Las virtudes intelectuales
son los que llamaríamos comúnmente inteligencia,
esa capacidad innata que tienen los hombres de entender y retener
las cosas, de manera más eficaz que otros. Estas virtudes
son de dos clases: naturales o adquiridas. La primera se refiere
a la adquisición del talento mediante la
ejercitación sin ningún tipo de guía, es
decir, aquel que aprende por sus propios medios y no porque se lo
enseñan. La segunda clase de virtudes se refiere a la
adquisición del talento de manera metódica mediante
la instrucción, y se caracteriza por el correcto uso del
lenguaje, o sea, de las definiciones, por lo tanto, es productora
de ciencia.
La diferencia entre estas virtudes está dada por
las pasiones. Y la pasión que más afecta a esta
diferencia es el poder. El que más añore al poder,
en cualquiera de sus formas, más se preocupará en
explotar esa capacidad innata de comprensión,
estará más interesado en adquirir una virtud
intelectual. El deseo está dado por los pensamientos y el
deseo es el motor de la mente
humana.
Tener pasiones demasiado intensas lleva a la locura.
Locura es cualquier pasión que produzca comportamientos
extraños o fuera de lo común. La locura se puede
dar de infinitas formas, por medio de excesos de pasiones buenas
o malas.
El abuso de palabras absurdas o carentes de un
significado definido, conduce al lenguaje sin significado. Este
tipo de lenguaje es aquel que no dice nada y los otros creen que
sí, repitiéndolo de memoria sin analizarlo puede
ser la causa de un razonamiento incorrecto, porque, como ya se
dijo, el razonamiento debe partir de palabras claras, es decir,
de definiciones correctas.
Es claro entonces que en este capitulo se nos ofrece una
idea básica de lo que el autor considera locura: "En
suma, todas las pasiones que producen una conducta extraña
y desusada reciben, por lo general, el nombre de
locura."[2]
Capítulo IX
De las Distintas
MATERIAS del CONOCIMIENTO
Hobbes establece la existencia de dos clases de
conocimientos. El conocimiento factual y el conocimiento de la
consecuencia. El primero es, como su nombre indica, un
conocimiento de facto, es decir, algo sobre lo que hay un testigo
que acredite realidad al hecho. Para este tipo de conocimiento se
requiere a un filósofo, como aquel que pretende
razonar.
Al registro del conocimiento factual se lo denomina
historia natural
(de las cosas) y cívica (de los hombres y sus
repúblicas). A la ciencia se la registra en libros que son
depósito de las demostraciones de las sucesiones de
consecuencias. Estos libros son libros de filosofía.
Existen varios tipos de filosofía, pero hay dos grandes
divisiones: la llamada ciencia política o filosofía
civil y la filosofía natural, que se subdivide para
ocuparse de todo lo que no tenga que ver con la
política.
Capítulo X
Del PODER, de la
ESTIMACIÓN, de la DIGNIDAD, del HONOR y del TITULO A LAS
COSAS
La mejor forma de explicar lo que el autor entiende por
estos términos, será mediante la relación
que existe entre ellos.
Para Hobbes, aquel que tiene poder, lo tiene porque
tiene recursos y los
sabe usar. Tiene a hombres valiosos que él utiliza para
sus propios fines, hombres que son valiosos porque la
república los considera con capacidad. Por ser
idóneo se lo considera apto, y todo esto le concede
honor.
En consecuencia, podemos decir que aquel que sea digno
de sus aptitudes y que sepa encontrar y utilizar la valía
de otros, es honorable, y por lo tanto poderoso.
Si consideramos que el poderoso es aquel que tiene los
medios para conseguir un fin determinado, podemos decir que el
poder radica en los medios que utiliza, o se en la cantidad de
recursos con los que cuenta. Entonces la valía, la
dignidad, el
honor y la aptitud, son cualidades que debe tener aquel que tiene
poder. Las debe poseer porque son recursos y, por lo tanto, son
los medios para un fin, que es el poder. Pero estos recursos
también deben ser poseídos por aquellos que son
dominados, pero no por todos, sólo por un grupo de
personas que serán las que harán efectivo el
ejercicio de poder por parte del poderoso. Este pequeño
grupo de personas son parte de los recursos con los que cuenta el
poderoso, y estos recursos son importantes porque cada una de
estas personas posee cualidades que les otorga valor.
Valía será un recurso que deben tener el grupo de
personas que hace que el poder sea efectivo, porque es un
elemento fundamental ya que suma y unifica todas las
características que los convierte en un recurso
importante, pero aquel que tiene el poder debe tener valía
(algún valor) a su vez, para que quienes le obedecen
consideren que hay algún beneficio en hacerlo.
El honor y el deshonor se ven supeditados como nos dice
el autor a quien tenga mayor poder o como nos indica directamente
en un fragmento de su obra: "El poder de un hombre
(universalmente considerado) consiste en sus medios presentes
para obtener algún bien manifiesto futuro. Puede ser
original o instrumental"[3].
"Honorable es cualquier genero de
posición, acción o calidad que
constituye argumento y signo de poder.
Por consiguiente, ser honrado, querido de muchos, es
honorable, porque ello constituye expresión de poder. Ser
honrado por pocos o ninguno, es
deshonroso."[4]
Capítulo XI
De la Diferencia
de MANERAS
Por manera, el autor se refiere a las cualidades
colectivas que aseguran la paz y la armonía en la
convivencia. Pero esta situación de orden o felicidad, no
existe de manera estática,
sino que una vez que se consigue se mantiene el movimiento de
manera de asegurarla.
El poder sólo se mantiene mediante la
adquisición de más poder. Es decir que no hay
pausa, el concepto de
movimiento constante está siempre presente en todos los
conceptos que da Hobbes. En la búsqueda de poder se da una
serie de usos y abusos de las condiciones humanas. Se enaltece a
los muertos para que a estos se los reverencie más que a
los vivos y así tener menos competencia. Se
trata de dar a la gente sensaciones de comodidad para que
ésta no pretenda cambios, o se apela al miedo a la muerte de
las personas para mantenerlas bajo control.
"En el afán de saber, y las artes de la paz
inclinan a los hombres a obedecer un poder común, porque
tal deseo lleva consigo un deseo de ocio, y, por consiguiente, de
tener la protección de algún otro poder distinto
del propio."[5]
Como nos menciona en este fragmento el hombre obedece no
solo a sus propios deseos sino también aquellos deseos de
quien piensa le puede brindar protección.
Aquel que pretende tiempo para dedicar a las artes,
obedece de manera natural, porque el poder le asegura tiempo y
tranquilidad para sus estudios.
Existen quienes buscan poder para considerarse ellos
mismo dignos de éste. Y están aquellos que no
pueden tomar decisiones en el poder por no tener suficiente
determinación al valorar demasiado las pequeñas
cosas.
Hay personas que obedecen porque desarrollan una especie
de dependencia que radica en sus propias
incapacidades.
La ignorancia lleva al saber y este lleva a la ciencia y
esta permite a las personas capacitarse para saber distinguir a
quienes se debe obedecer así no ser
engañadas.
Capítulo XII
De la
RELIGION
La religión está latente en todos los
seres humanos, sin importar que tipo de religión. Y es en
el ser humano en el único ser que se presenta. Todos
buscamos las causas de las cosas que nos pasan, ya sean buenas o
malas, es decir, que buscamos una explicación. Porque es
el hombre el único ser vivo que tiene la capacidad de
observar las sucesiones de consecuencias y retenerlas en la
memoria.
Cuando no podemos explicar las causas de nuestra
diferente suerte, apelamos a formas o razones sobrenaturales.
Pero esta búsqueda es más fuerte cuando se trata de
cosas relacionadas con las causas primeras de cuerpos naturales.
Esta causa primera es la que denominamos Dios. Pero el concepto
de Dios omnipresente y omnipotente es impensable, y es por esto
que a Dios le damos diferentes formas. Cada religión le
adjudica una forma material imaginaria, incluso el catolicismo,
que utiliza la imagen de Jesús para materializar a
Dios.
La religión se ha utilizado como base para la
formación de las repúblicas, al usa a la misma como
un punto de unió y a la vez como bien y fin
común.
La religión es una razón natural, es la
búsqueda de la última causa y está
implícita real o tácitamente en todos los seres
humanos.
"En primer término es peculiar a la
naturaleza del hombre conocer las causas de los acontecimientos
por él contemplados: unos buscan más, otros menos,
pero todos sienten la curiosidad de conocer las causas de su
propia fortuna, buena o mala."[6]
El ser humano por naturaleza desarrolla un aspecto de
constante descubrimiento ya que, como se nos dice en este
párrafo, el hombre presenta una curiosidad
única dado su interés
por entender todo lo que le rodea asignándole un valor
místico o un valor real.
CAPÍTULO XIII
De la
"condición natural" del género humano, en lo que
concierne a su felicidad y a su miseria
Hombres iguales por naturaleza. La Naturaleza ha hecho a
los hombres tan iguales en las facultades del cuerpo y del
espíritu que, si bien un hombre es más fuerte de
cuerpo o más sagaz de entendimiento que otro, cuando se
considera en conjunto, la diferencia entre hombre y hombre no
están importante que uno pueda reclamar para sí
mismo, un beneficio cualquiera al que otro no pueda aspirar como
él. Por lo que respecta a la fuerza corporal, el
más débil tiene bastante fuerza para matar al
más fuerte, ya sea mediante secretas maquinaciones o
confederándose con otro que se halle en el mismo peligro
que él se encuentra.
En cuanto a las facultades mentales yo encuentro
aún una igualdad
más grande que en lo referente a la fuerza. Porque la
prudencia no es sino experiencia; cosa que todos los hombres
alcanzan por igual, en tiempos iguales, y en aquellas cosas a las
cuales se consagran por igual. Lo que acaso puede hacer
increíble tal igualdad, no es sino un vano concepto de la
propia sabiduría, que la mayor parte de los hombres
piensan poseer en más alto grado que el común de
las gentes, a quienes reconocen su valía, ya sea por la
fama de que gozan o por la coincidencia con ellos mismos. Tal es
la naturaleza de los hombres que si bien reconocen que otros son
más sagaces, más elocuentes o más cultos,
difícilmente llegan a creer que haya muchos tan sabios
como ellos mismos, ya que cada uno ve su propio talento a la
mano, y el de los demás hombres a distancia. Pero esto es
lo que mejor prueba que los hombres son en este punto más
bien iguales que desiguales. No hay un signo más claro de
distribución igual de una cosa, que el
hecho de que cada hombre esté satisfecho con la
porción que le corresponde.
De la igualdad procede la desconfianza. De esta igualdad
en cuanto a la capacidad se deriva la igualdad de esperanza
respecto a la consecución de nuestros fines. Esta es la
causa de que si dos hombres desean la misma cosa, y en modo
alguno pueden disfrutarla ambos, se vuelven enemigos, y en el
camino que conduce al fin tratan de aniquilarse o sojuzgarse uno
a otro. De la desconfianza, la guerra. Dada esta situación
de desconfianza mutua, ningún procedimiento tan
razonable existe para que un hombre se proteja a sí mismo,
como la anticipación, es decir, el dominar por medio de la
fuerza o por la astucia a todos los hombres que pueda, durante el
tiempo preciso, hasta que ningún otro poder sea capaz de
amenazarle.
Esto no es otra cosa sino lo que requiere su propia
conservación, y es generalmente permitido. Por
consiguiente siendo necesario, para la conservación de un
hombre aumentar su dominio sobre los semejantes, se le debe
permitir también.
Además, los hombres no experimentan placer
ninguno reuniéndose, cuando no existe un poder capaz de
imponerse a todos ellos. Cada hombre considera que su
compañero debe valorarlo del mismo modo que él se
valora a sí mismo. Y en presencia de todos los signos de
desprecio o subestimación en la medida en que puede
atreverse a ello arrancar una mayor estimación de sus
contendientes, infligiéndoles algún daño, y
de los demás por el ejemplo.
La naturaleza del hombre tres causas principales de
discordia.
La competencia: impulsa a los hombres a atacarse para
lograr un beneficio. Hace uso de la violencia para
convertirse en dueña de las personas.
La desconfianza: para lograr seguridad. Para
defenderlos.
La gloria: para ganar reputación. Recurre a la
fuerza por motivos insignificantes ya sea directamente en sus
personas o de modo indirecto en su descendencia.
Fuera del estado civil hay siempre guerra de cada uno
contra todos. Con todo ello es manifiesto que durante el tiempo
en que los hombres viven sin un poder común que los
atemorice a todos, se hallan en la condición o estado que
se denomina guerra. Porque la GUERRA no consiste solamente en
batallar, en el acto de luchar, sino que se da durante el lapso
de tiempo en que la voluntad de luchar se manifiesta de modo
suficiente. Por ello la noción del tiempo debe ser tenida
en cuenta respecto a la naturaleza de la guerra, como respecto a
la naturaleza del clima. Así
como la naturaleza del mal tiempo no radica en uno o dos
chubascos, sino en la propensión a llover durante varios
días, así la naturaleza de la guerra consiste no ya
en la lucha actual, sino en la disposición manifiesta a
ella durante todo el tiempo en que no hay seguridad de lo
contrario. Todo el tiempo restante es de paz. Todo aquello que es
consustancial a un tiempo de guerra, durante el cual cada hombre
es enemigo de los demás, es natural también en el
tiempo en que los hombres viven sin otra seguridad que la que su
propia fuerza y su propia invención pueden
proporcionarles. en una situación semejante no existe
oportunidad para la industria, ya
que su fruto es incierto y lo que es peor de todo, existe
continuo temor y peligro de muerte violenta; y la vida del hombre
es solitaria, pobre, tosca, embrutecida y breve. A quien no
pondere estas cosas puede parecerle extraño que la
Naturaleza venga a disociar y haga a los hombres aptos para
invadir y destruirse mutuamente.
Los deseos y otras pasiones del hombre no son pecados,
en sí mismos; tampoco lo son los actos que de las pasiones
proceden hasta que consta que una ley los prohíbe: que los
hombres no pueden conocer las leyes antes de que sean hechas, ni
puede hacerse una ley hasta que los hombres se pongan de acuerdo
con respecto a la persona que debe promulgarla.
De cualquier modo que sea, puede percibirse cuál
será el género de vida cuando no exista un poder
común que temer, pues el régimen de vida de los
hombres que antes vivían bajo un gobierno pacífico,
suele degenerar en una guerra civil.
Ahora bien, aunque nunca existió un tiempo en que
los hombres particulares se hallaran en una situación de
guerra de uno contra otro, en todas las épocas, los reyes
y personas revestidas con autoridad soberana, se hallan en estado
de continua enemistad, en la situación y postura de los
gladiadores, con las armas asestadas y los ojos fijos uno en
otro. Es decir, con sus fuertes guarniciones y cañones en
guardia en las fronteras de sus reinos y todo lo
cual implica una actitud de
guerra. Pero como a la vez defienden también la industria
de sus súbditos, no resulta de esto aquella miseria que
acompaña a la libertad de los hombres
particulares.
En la guerra nada es injusto. Donde no hay poder
común, la ley no existe. En la guerra, la fuerza y el
fraude son las
dos virtudes cardinales. Justicia e
injusticia no son facultades ni del cuerpo ni del
espíritu. Si lo fueran, podrían darse en un hombre
que estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan sus
sensaciones y pasiones. Son cualidades que se refieren al hombre
en sociedad, no en estado solitario. Es natural también
que en dicha condición no existan propiedad ni dominio,
sólo pertenece a cada uno lo que pueda tomar, y
sólo en tanto que puede conservarlo.
El hombre tiene una cierta posibilidad de superar ese
estado, en parte por sus pasiones, en parte por su razón.
Pasiones que inclinan a los hombres a la paz son el temor a la
muerte, el deseo de las cosas que son necesarias para una vida
confortable, y la esperanza de obtenerlas por medio del trabajo. La
razón sugiere adecuadas normas de paz las cuales se dan
por mutuo consenso. Estas normas son las que se llaman leyes de
naturaleza.
CAPÍTULO XIV
De la primera y
de la segunda "leyes naturales" y de los
"contratos"
Qué es derecho natural. jus naturale, es
la libertad que cada hombre tiene de usar su propio poder como
quiera, para la conservación de su propia vida; y por
consiguiente, para hacer todo aquello que su propio juicio y
razón considere como los medios más aptos para
lograr ese fin.
Qué es la libertad. La ausencia de impedimentos
externos, impedimentos que con frecuencia reducen parte del poder
que un hombre tiene de hacer lo que quiere; pero no pueden
impedirle que use el poder que le resta, de acuerdo con lo que su
juicio y razón le dicten.
Ley de naturaleza (lex naturalis) es un
precepto o norma general, establecida por la razón, en
virtud de la cual se prohíbe a un hombre hacer lo que
puede destruir su vida o privarle de los medios de
conservarla.
Aunque quienes se ocupan de estas cuestiones acostumbran
confundir ius y lex, derecho y ley, precisa
distinguir esos términos, porque el DERECHO consiste en la
libertad de hacer o de omitir, mientras que la LEY determina y
obliga a una de esas dos cosas. La ley y el derecho difieren
tanto como la obligación y la libertad, que son
incompatibles cuando se refieren a una misma materia.
La ley fundamental de naturaleza. La condición
del hombre es una condición de guerra de todos contra
todos, en la cual cada uno está gobernado por su propia
razón. De aquí se sigue que, cada hombre tiene
derecho a hacer cualquiera cosa, Incluso en el cuerpo de los
demás. Mientras persiste ese derecho natural de cada uno
con respecto a todas las cosas, no puede haber seguridad para
nadie de existir durante todo el tiempo que ordinariamente la
Naturaleza permite vivir a los hombres. Lo cual da como resultado
una regla general de la razón, en virtud de que cada
hombre debe esforzarse por la paz, mientras tiene la esperanza de
lograrla; y cuando no puede obtenerla, debe buscar y utilizar
todas las ayudas y ventajas de la guerra.
La primera fase de esta regla contiene la ley primera y
fundamental de naturaleza: buscar la paz y seguirla. La segunda,
la suma del derecho de naturaleza: defendernos a nosotros mismos,
por todos los medios posibles.
Segunda ley de naturaleza. De esta ley fundamental de
naturaleza, mediante la cual se ordena a los hombres que tiendan
hacia la paz: que uno acceda, si los demás consienten
también, y mientras se considere necesario para la paz y
defensa de sí mismo, a renunciar este derecho a todas las
cosas y a satisfacerse con la misma libertad, frente a los
demás hombres, que les sea concedida a los demás
con respecto a él mismo.
la ley del Evangelio: Lo que pretendáis que los
demás os hagan a vosotros, hacedlo vosotros a
ellos.
Y esta otra ley de la humanidad entera: Quod tibi
fieri non vis, alteri ne feceris
Renunciar un derecho. es despojarse a sí mismo de
la libertad de impedir a otro el. Beneficio del propio derecho a
la cosa en cuestión. No hay nada a que un hombre no tenga
derecho por naturaleza: solamente se aparta del camino de otro
para qué éste pueda gozar de su propio derecho
original sin obstáculo suyo y sin impedimento
ajeno.
La renuncia a un derecho. Se abandona un derecho bien
sea por simple renunciación o por transferencia a otra
persona. Por simple renunciación cuando el cedente no se
preocupa de la persona beneficiada por su renuncia.
Transferencia de un derecho. Obligación. Cuando
desea que el beneficio recaiga en una o varias personas
determinadas. Cuando una persona ha abandonado o transferido su
derecho por cualquiera de estos dos modos, dice que está
OBLIGADO o LIGADO a no impedir el beneficio resultante a aquel a
quien se concede o abandona el derecho.
Debe. No hacer nulo por su voluntad este acto. Esto
produce la injuria o injusticia, en las controversias terrenales,
es algo semejante a lo que en las disputas de los
escolásticos se llamaba absurdo. En el mundo se denomina
injusticia e injuria al hecho de omitir voluntariamente aquello
que en un principio voluntariamente se hubiera hecho. El
procedimiento mediante el cual alguien renuncia o transfiere su
derecho es una declaración o expresión, mediante
signo voluntario y suficiente. Estos signos son o bien meras
palabras o simples acciones. Unas y otras cosas son los amos por
medio de los cuales los hombres se sujetan y obligan: lazos cuya
fuerza no estriba en su propia naturaleza, sino en el temor de
alguna mala consecuencia resultante de la ruptura.
Existen, ciertos derechos, que a nadie puede
atribuirse haberlos abandonado o transferido por medio de
palabras u otros signos. En primer término, por ejemplo,
un hombre no puede renunciar al derecho de resistir a quien le
asalta por la fuerza para arrancarle la vida, ya que es
incomprensible que de ello pueda derivarse bien alguno para el
interesado. Lo mismo puede decirse de las lesiones, la esclavitud y el
encarcelamiento, pues no hay beneficio subsiguiente a esa
tolerancia, ya
que nadie sufrirá con paciencia ser herido o aprisionado
por otro cuando ve que otros proceden contra él por medios
violentos, si se proponen o no darle muerte. el motivo y fin por
el cual se establece esta renuncia y transferencia de derecho no
es otro sino la seguridad de una persona humana y en los modos de
conservar ésta en forma que no sea pesada.
Qué es contrato. La
mutua transferencia de derechos.
Existe una diferencia entre transferencia del derecho a
la cosa, y transferencia o tradición, entrega de la cosa
misma. La cosa puede entregarse a la vez que se transfiere el
derecho, como cuando se compra y vende con dinero o se
cambian bienes o
tierras. También puede ser entregada la cosa algún
tiempo después.
Qué es pacto. Uno de los contratantes puede
entregar la cosa convenida y dejar que el otro realice su
prestación después de transcurrido un tiempo
determinado, durante el cual confía en
él.
Respecto del primero, el contrato se llama PACTO o
CONVENIO. O bien ambas partes pueden contratar ahora para cumplir
después: como a quien ha de cumplir una obligación
en tiempo venidero se le otorga un crédito, su cumplimiento se llama
observancia de promesa o fe; y la falta de cumplimiento
violación de fe.
Liberalidad. Cuando la transferencia de derecho no es
mutua con la esperanza de ganar con ello la amistad o el
servicio de
otra; o de ganar reputación de persona caritativa o
magnánima o para liberar su ánimo de la pena o con
la esperanza de una recompensa en el cielo, entonces no se trata
de un contrato, sino de DONACIÓN, LIBERALIDAD O GRACIA.
Signos expresos de contrato. Son o bien expresos o por
inferencia. Las palabras enunciadas con la inteligencia de lo que
significan. Tales palabras son o bien de tiempo presente o pasado
y de carácter futuro estas entrañan una PROMESA.
Signos de contrato por inferencia. es todo aquello que de modo
suficiente arguye la voluntad del contratante.
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