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La Diabetes Mellitus tipo II y el ejercicio físico (página 2)




Enviado por Luis Pujol Aragón



Partes: 1, 2

El ejercicio físico es la actividad física recreativa,
que se realiza en momentos de ocio o de tiempo libre,
es decir, fuera del trabajo o
actividad laboral. La
realización de cualquier actividad física conlleva
un gasto energético que se realiza inicialmente sobre la
base del consumo de
ácidos
grasos y glucosa, lo
cual en una persona con
diabetes mellitus
es beneficioso, ya que disminuye la cantidad de ésta en la
sangre. Sin
embargo, una idea generalizada bastante incorrecta que se tiene
de la práctica del ejercicio físico es la de que
dichos efectos positivos se producen meramente por su
práctica, sin explicar con precisión cuáles
deben ser los contenidos, volumen e
intensidad de dicha práctica, de acuerdo a las
características y circunstancias del individuo.[3]
,[4]

Los efectos beneficiosos del ejercicio físico no se
limitan al consumo de glucosa, pues se trata de una actividad
también recomendada en numerosas alteraciones de la
salud del ser
humano, como la hipertensión arterial, cardiopatía
isquémica, dislipemias, osteoporosis,
obesidad,
enfermedades
pulmonares crónicas, y un largo etcétera, siendo
especialmente efectiva su práctica en la prevención
primaria y la obtención de un estilo de vida
saludable.

Este artículo muestra las
consideraciones básicas que habrá que tener en
cuenta para la realización del ejercicio por parte de
diabéticos tipo II

Nociones
básicas sobre la Diabetes mellitus tipo II

Los niveles altos de glucemia en la sangre (hiperglucemia)
tienen como consecuencia una serie de alteraciones en el normal
funcionamiento del organismo:

  • Alteraciones metabólicas, que podrán ser
    agudas (hiperglucemias o hipoglucemias que pueden llevar
    hasta el coma) o crónicas, con acúmulo de
    sustancias por parte del organismo.

  • Daño de los pequeños vasos sanguíneos
    (microangiopatía).

  • Daño de los vasos sanguíneos grandes
    (macroangiopatía)

  • Daño de los nervios periféricos
    (polineuropatía].

Cuando la enfermedad lleva un tiempo establecida y, sobre
todo, si no se controla adecuadamente, estas alteraciones van a
dar lugar a otras patologías derivadas de la
diabetes II, como son:

  • Dislipemias y como consecuencia arteriosclerosis,
    esteatosis hepática u obesidad.

  • Estrechamiento y daño de los vasos
    sanguíneos y como consecuencia hipertensión
    arterial, daño renal (nefropatía
    diabética), daño en la retina
    (retinopatía diabética) y daños en el
    corazón y cerebro (cardiopatía
    isquémica, isquemia cerebral).

  • Alteraciones en los nervios sensitivos y del sistema
    nervioso autónomo, que conllevan impotencia,
    pérdida de la sensibilidad, ulceraciones (pie
    diabético), trastornos intestinales, alteraciones del
    ritmo cardíaco, etcétera.

Simplificando, podríamos decir que los riesgos en un
diabético vienen representados por las alteraciones
metabólicas, la isquemia de tejidos y
secundariamente de los órganos y las alteraciones de la
sensibilidad, factores que pueden mejorar gracias al ejercicio
físico.

El Ejercicio Físico

La actividad física desempeña un importante
papel en el desarrollo y
maduración del individuo, así como es factor de
socialización. En el diabético,
estos aspectos cobran mayor valor ya que
también la actividad física nos sirve como medio
para lograr el buen control
metabólico. Sin embargo, es necesario que familiares y
diabéticos conozcan que el ejercicio es un pilar
importante en el tratamiento del diabético aunque no es el
único y sólo puede ser utilizado con resultados
favorables asociados a los otros componentes del tratamiento.

El ejercicio físico se debe practicar con mesura y de
forma equilibrada, prestando atención a los cambios físicos
internos para aprender a comprender la relación
causa-efecto entre el movimiento
físico concreto y su
efecto directo con los cambios internos percibidos.

La práctica de actividad física no sólo
debe ser efectuada regularmente, sino también a un horario
fijo. Opinamos que, preferiblemente debe ser realizada en el
período post-absortivo y no durante la etapa de ayuno, con
lo que se evita la posibilidad de hipoglicemia

El ejercicio físico excesivo no es recomendable porque
puede llevar a un desgaste físico de ciertas partes del
cuerpo. Por eso, cabe insistir en el equilibrio de
fuerzas, tanto internas como externas, y a ello ayuda el
autoconocimiento mediante un crítico autoanálisis
(autoexámenes de conciencia
mientras se desarrolla la actividad física).

El ejercicio físico es necesario para una salud
equilibrada; además, debe complementarse con una dieta
balanceada y una adecuada calidad de
vida. Sus beneficios pueden resumirse en los siguientes
puntos:

  • Aumenta la vitalidad, por lo que proporciona más
    energía y capacidad de trabajo.

  • Auxilia en el combate a estrés, ansiedad y
    depresión.

  • Incrementa autoestima y autoimagen.

  • Mejora tono muscular y resistencia a la fatiga.

  • Facilita la relajación y disminuye
    tensión.

  • Quema calorías, ayudando a perder peso excesivo o a
    mantenerse en el peso ideal.

  • Ayuda a conciliar el sueño.

  • Fomenta la convivencia entre amigos y familiares,
    además de que da oportunidad de conocer personas
    Reduce la violencia en personas muy temperamentales.

  • Favorece estilos de vida sin tabaco, alcohol y drogas.

  • Mejora la respuesta sexual.

  • Atenúa la sensación de aislamiento y soledad
    entre ancianos.

  • Fortalece los pulmones y con ello mejora la
    circulación de oxígeno en la sangre.

  • Disminuye colesterol y riesgo de infarto, y regulariza la
    tensión arterial.

  • Es eficaz en el tratamiento de depresión.

  • Estimula la liberación de endorfinas, las llamadas
    "hormonas de la felicidad".

  • Permite una distracción momentánea de las
    preocupaciones, con lo que se obtiene tranquilidad y mayor
    claridad para enfrentarlas más adelante

La cantidad mínima para prevenir enfermedades es 30
minutos diarios de actividad física moderada. Otros
hábitos que deben combinarse con la realización de
ejercicio son: la buena alimentación, el
descanso adecuado, la higiene y evitar
el consumo de sustancias perjudiciales para el organismo, como el
tabaco, el
alcohol y
otros estimulantes.

Conceptos
básicos sobre el ejercicio

Intensidad

El ejercicio se basa en la actividad muscular, la cual viene
determinada por el consumo de oxígeno
y el gasto energético. Cuanto más gasto
energético y consumo de oxígeno requiera una
actividad física, tanto más intensa podrá
considerarse ésta. Evidentemente, no es lo mismo dar un
cómodo paseo por el parque que correr una
maratón.

Para medir la intensidad de un ejercicio tomaremos como
referencia la capacidad aeróbica máxima o
volumen de oxigenación máximo (VO2),
que sería la cantidad máxima de oxígeno que
es capaz de utilizar nuestro organismo al realizar un ejercicio
físico intenso. Dos son los factores fundamentales que
determinan la cantidad de oxígeno utilizada por nuestros
tejidos: la cantidad de aire que pueden
recibir nuestros pulmones y la velocidad a la
que éste llega a los tejidos, es decir, el ritmo con el
que late el corazón.
Así, al tener los pulmones una cantidad máxima de
aire que pueden tomar de la atmósfera, la cantidad de
oxígeno vendrá realmente determinada por la
variación de la frecuencia cardíaca. A más
frecuencia cardíaca más oxígeno llega a los
tejidos, y, por tanto, mas grande será el volumen de
oxigenación. La frecuencia cardíaca es un
parámetro fácil de determinar, pues basta con
tomarse el pulso. Así, podemos sustituir la VO2 por
la frecuencia cardíaca máxima (FCM),
que sería el límite máximo al cual debe de
latir nuestro corazón ante la realización de un
esfuerzo físico para mantenernos dentro de límites de
seguridad. Esta
FCM es muy fácil de calcular. Basta con restarle a
220 la edad en años. Ejemplo: una persona de cincuenta
años tendrá una FCM de 220-50 = 170.

La intensidad de un ejercicio podría clasificarse de la
siguiente manera:

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En las personas diabéticas el tipo de ejercicio
recomendado sería de moderado a intenso, es decir, entre
el 60% y el 80% de la FCM, empezando por valores
más bajos y subiendo paulatinamente conforme el sujeto va
teniendo práctica en la realización del ejercicio.
Para calcularlo veamos un ejemplo:

Diabético de 50 años con 70 pulsaciones en
reposo:

220-50 = 170 ; A este resultado se le restan las
pulsaciones en reposo: 170 -70 = 100.

El 60% sería 100 x 0.60 = 60 Este resultado es el
margen que tenemos de aumento de frecuencia cardíaca. Como
la frecuencia en reposo era de 70, entonces 70 + 60 = 130, que
sería el límite de pulsaciones.

El límite de este sujeto al realizar ejercicio
físico serían 130 latidos por minuto, no debiendo
sobrepasar esta frecuencia cardíaca bajo riesgo de tener
complicaciones derivadas del ejercicio. Cuando el sujeto ya tiene
costumbre de practicar ejercicio, podrá subir hasta el
80%, lo que daría un límite de 80+70 = 150
pulsaciones por minuto. Los diabéticos pueden tener
alteración de los nervios que dependen del sistema nervioso
autónomo, responsable entre otras cosas de marcar el ritmo
al que late el corazón. Para evitar complicaciones
derivadas de este hecho, es aconsejable iniciar el ejercicio
físico con niveles aún menores de la FCM ,
en torno al 40%, e
ir subiendo progresivamente hasta alcanzar el mínimo del
60%, límite en el cual la actividad física empieza
a ser realmente eficaz. En el caso del ejemplo anterior,
serían 110 pulsaciones por minuto.

Duración

El gasto calórico es un fundamento básico ligado
al ejercicio. Sin embargo, las sustancias que proporcionan esa
energía al organismo podrán variar en virtud de
factores tales como la intensidad y la duración del
ejercicio. Así, si el ejercicio es de intensidad leve a
moderada la energía es aportada fundamentalmente por los
ácidos grasos, y la duración puede ser superior a
dos horas. Conforme la intensidad va subiendo, se va consumiendo
de forma mixta glucosa y ácidos grasos, no debiendo
superar su duración las dos horas. Finalmente, cuando la
intensidad es muy alta, el consumo es preferentemente de glucosa
y la duración no debe exceder la hora.

Esto nos da una explicación de por qué en los
diabéticos se desaconsejan intensidades altas del
ejercicio, ya que el riesgo de desequilibrios en los niveles de
glucemia es muy elevado.

Las recomendaciones al diabético serán, pues,
realizar actividades de baja intensidad durante 5 a 10 minutos al
inicio del ejercicio, que se irán
subiendo paulatinamente hasta realizar una actividad de
intensidad moderada durante un máximo de 30 a 45 minutos
en personas con capacidad cardiopulmonar ya adaptada.

Consideramos que en toda práctica sistemática
del ejercicio, se deben desarrollar las capacidades motrices
fundamentales (resistencia,
fuerza y
rapidez) y coordinativas (agilidad y movilidad)

Tipo de actividad

Un ejercicio en donde la fuente energética proviene de
los ácidos grasos, solos o junto a la glucosa, y que se
realiza en presencia de abundancia de oxígeno, es
considerado como un ejercicio aeróbico. Por el contrario,
un ejercicio de máxima intensidad, con consumo preferente
de glucosa, habitualmente de corta duración y realizado
con escasez de
oxígeno, se conoce como ejercicio anaeróbico. Cada
uno tiene sus beneficios diferenciados, siendo el caso que, para
el paciente diabético, es de elección el ejercicio
aeróbico, dados sus mayores ventajas cardiopulmonares y
metabólicas.

Efectos
benéficos del ejercicio

Diversos estudios demuestran que sujetos portadores de
diabetes tipo II poseen niveles de consumo de oxígeno
inferiores a los no diabéticos.[6] A este respecto,
numerosos autores han corroborado que el ejercicio físico
realizado de forma constante mejora el consumo de oxígeno
por parte de las células.

Por otra parte, los niveles de glucosa después de un
ejercicio se observan disminuidos en los diabéticos. La
magnitud de este cambio va a
estar en directa relación con la duración y la
intensidad del ejercicio y también por los niveles de
glucosa encontrados antes del ejercicio.[7] Esta reducción
es atribuible en parte a una disminución de la producción de glucosa hepática,
mientras que el consumo por parte del músculo se
incrementa normalmente. La disminución de los niveles
sanguíneos de glucosa se mantiene por un tiempo
después de efectuado el ejercicio. Esto se observa cuando
el ejercicio posee una intensidad moderada, es decir, que supera
el 50% de la capacidad máxima de consumo de oxígeno
del paciente.

Otro efecto benéfico del ejercicio es el incremento de
la sensibilidad de las células a la insulina, que
permanece entre 12 a 14 horas tras el esfuerzo.[8]

Entre los pacientes de diabetes tipo 2 son comunes los niveles
altos de grasa en el hígado, lo que contribuye al riesgo
de enfermedades cardíacas. Muy recientemente (septiembre
2008), Kerry Stewart y sus colaboradores de la Johns Hopkins
University School of Medicine (Estados Unidos),
realizaron un estudio sobre la repercusión del ejercicio
sobre la grasa hepática. Los resultados mostraron una
disminución de la misma (5,6%, frente al 8,5% del grupo que no
hizo ejercicio), así como otras mejoras en la capacidad
física de los participantes: disminución del
perímetro abdominal (74 cm. frente a 104 cm),
disminución del peso corporal (un 6% menos) y aumento de
la ingesta máxima de oxígeno (un 13%
más).[9] Estos resultados mejorarían el
pronóstico en cuanto a desarrollar enfermedad
cardiovascular o insuficiencia hepática en los
diabéticos tipo II.

Estado previo del diabético

Contraindicaciones para la realización de
ejercicio físico

De igual forma que algunos deportistas han de mantenerse un
tiempo separados de la actividad física, debido a lesiones
incipientes que podrían empeorar con el ejercicio, existen
una serie de consideraciones en los diabéticos que
aconsejan suspender el ejercicio mientras estas estén
presentes. Siguiendo las directrices de la American College of
Sport Medicine, las principales contraindicaciones temporales
serían:[10]

  • Presencia de glucemias superiores a 250 mg/dL antes de
    iniciar el ejercicio

  • Presencia de infecciones activas

Por otra parte, hay una serie de lesiones que obligan a un
riguroso control. Estas lesiones serían:

  • Retinopatía proliferativa o con
    fotocoagulación reciente, debido al riesgo elevado de
    desprendimiento de retina

  • Nefropatía diabética, dado que el ejercicio
    por sí mismo origina proteiunuria

  • Polineuropatía que afecte especialmente a los pies,
    debido al aumento de riesgo de ulceraciones e infecciones en
    los mismos

  • Neuropatía con afectación del sistema
    nervioso autónomo, debido al riesgo de taquicardias
    durante la realización del ejercicio

De estas consideraciones se deduce la necesidad de hacer una
completa exploración al diabético candidato a
realizar el ejercicio físico, destinada por una parte a
descartar las patologías relacionadas con anterioridad, y
por otra a detectar otras posibles alteraciones que pudieran
influir también negativamente en los resultados del
ejercicio. Según la American Diabetes Association
está recomendada la realización de un test de
esfuerzo
en pacientes que vayan a realizar un esfuerzo de
intensidad moderada a alta siempre que sean mayores de 35
años o que lleven más de diez siendo
diabéticos.

Fases del ejercicio

Cualquier ejercicio bien diseñado requiere de unos
gradientes pensados con el objeto de obtener la máxima
eficacia y el
menor número de inconvenientes en la realización de
la actividad.

Se iniciará con un calentamiento, consistente en
una actividad aeróbica de baja intensidad durante 5 a 10
minutos, con el objeto de ir preparando el corazón, los
pulmones y los músculos para una actividad más
intensa y de mayor duración. Tras el calentamiento puede
ser aconsejable un período de estiramiento
realizado fundamentalmente sobre los grupos musculares
que actuarán en el ejercicio físico previsto, y de
una duración de entre 5 y 10 minutos.

Ya estamos en condiciones de realizar la actividad
física propuesta, adaptada a los condicionantes de
intensidad y duración vistos anteriormente.

Finalmente iremos descendiendo la intensidad del ejercicio
durante otros 5 a 10 minutos, hasta alcanzar una frecuencia
cardíaca similar a la que se tenía antes de empezar
el ejercicio físico. Este sería el período
de enfriamiento.

Tipos de ejercicios
recomendados

Según la intensidad de los mismos se puede
recomendar:

  • Ejercicios ligeros: no requieren suplemento
    dietético para su realización

  • Caminar

  • Pescar

  • Ejercicios moderados: requieren un suplemento
    dietético para evitar hipoglucemias (una pieza de
    fruta por cada hora de actividad)

  • Montar en bicicleta

  • Natación suave

  • Montar a caballo

  • Golf

  • Tenis de mesa

  • Baile suave

  • Actividades de grupo suaves: baloncesto o voleibol

  • Ejercicios intensos: el suplemento dietético ha de
    incorporar además proteínas (una ración)
    por cada hora de actividad

  • Ciclismo rápido

  • Carrera

  • Baile intenso

  • Natación intensa

  • Tenis o bádminton

  • Montañismo

  • Actividades de grupo con intensidad normal: baloncesto,
    etcétera

Otras consideraciones

Para algunos autores, la referencia de la frecuencia
cardíaca como elemento de control no es aconsejable y
menos aún cuando estos pacientes toman algún
fármaco hipoglicemiante o beta bloqueante, al igual que
cuando presentan neuropatías autonómicas que
alteran la frecuencia cardíaca de reposo y también
de esfuerzo.[11] Dichos autores proponen instruir al paciente en
la percepción del grado de esfuerzo o
cansancio para medir la intensidad del esfuerzo. No obstante,
esto también presenta una importante dificultad, por lo
que habrá que valorar también otras
alternativas.

Otra consideración importante es que los
diabéticos presentan una predominancia de fibras
musculares del tipo II, lo que implica una menor
capilarización de la fibra muscular y una menor
predisposición para el metabolismo
oxidativo, por lo que los ejercicios de larga duración no
son confortables para ellos en los inicios del programa.[12]
,[11]

Conclusiones

En el tratamiento integral del diabético a cualquier
edad, el ejercicio físico es un pilar fundamental que debe
ser cumplido.

La práctica sistemática del ejercicio, se debe
basar en las leyes, principios y
metodología de la educación
física, así como, utilizar los medios y
métodos
adecuados, con el objetivo de
favorecer y mantener el buen control metabólico en el
diabético, así como mejorar sus capacidades motoras
y funcionales.

En Cuba desde el
año 1990 hasta la fecha se ha duplicado el número
de diabéticos conocidos, y permanece como octava causa de
muerte. Es de
suma importancia continuar con la detección temprana y
la
educación de enfermos y familiares, y sobre todo
prevenirla mediante la práctica adecuada de ejercicio
físico tendrá un impacto enorme en la
disminución de casos de diabetes en nuestro país.
Así se ganará esta batalla.

Referencia
bibliográfica

2- L M Tierney, S J McPhee, M A Papadakis;
(2002). Current medical Diagnosis & Treatment.
International edition
. New York: Lange Medical
Books/McGraw-Hill, pp. 1203-1215. ISBN 0-07-137688-7.

3-World Health Organisation Department of
Noncommunicable Disease Surveillance (2006).
«Diabetes».

4- Sánchez Bañuelos, Fernando: La
actividad física orientada hacia la salud. España.
Biblioteca Nueva,
1996. ISBN 84-7030-423-2

5-Shneider SH, Ruderman NB; Exercise and
NDDIM (Technical review).
Diabetes Care. 1990; 13: 785-9

6- Estévez EA, Ejercicio y
diabetes.
MEDUNAB Vol I, 2, agosto 1998. 93 pp. Disponible en
[1]

7- EastmanR. Silverman M. y col. Lessening
the burden of diabetes: intervention estrategies.
Diabetes
Care 16:1095-1102. 1993

8-Trovati, M. Influence of physical training
on blood glucose control, glucose toleranc, insuline secretion
and insuline action in non insulin dependent diabetic
patients.
Diabetes Care 7:416-420. 1984

9- Burstein, R., Shapiro, I. y col. Effect of
an acute bout of exercise on glucose disposal in human
obesity.
J. Appl. Physiol. 69:299-304. 1990

10- Kerry Stewart, et al. People with type 2
diabetes can put fatty livers on a diet with moderate
exercise
18ª reunión anual de la American
Association of Cardiovascular and Pulmonary Rehabilitation.
Indianapolis, septiembre 2008

11- American College of Sport Medicine. The
recommended quantity and quality of exercise for developing and
maintaining cardio respiratory and muscular fitness in healthy
adults (Position Statements
). Med. sci sport exercise.
1.990; 22: 265 – 274

12- a b Saavedra, C., Aspectos relevantes de
la condición física, el ejercicio y la salud

(recopilación de conferencias presentadas en 2002-2004)
(archivo PDF).
Enlace consultado el 20 de octubre de 2008.

13- Marin, P., Bjontorp, P., Muscle fiber
composition and capillary density in women and men with
NIDDM.
Diabetes Care 17:382-386 1994

 

 

 

 

Autor:

Lic. Pedro Isac Rondón
Álvarez.

Dra. Marena Lería Mansanet.

Lic. Abel Pérez
Cárdenas.

Lic. Luís Pujol Aragón.

Técnico en terapia física: Jorge
Luís Ruíz Castillo.

Sede Universitaria de Ciencias
Médicas Elena Esperanza Fernández de Castro, de
Trinidad.

Partes: 1, 2
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