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Los cátaros del Languedoc



Partes: 1, 2, 3, 4, 5

     

    1. Estado de
      la cuestión: La Plena Edad Media. Reforma religiosa y
      movimientos heréticos
    2. La plena
      Edad Media. Aspectos socioeconómicos
    3. El
      renacimiento urbano
    4. La
      sociedad feudal: instituciones
      feudovasalláticas
    5. La
      herejía catara: Origen, doctrinas y ritos
    6. El
      Languedoc, Cataluña y los Cataros
    7. Bibliografía

    (Una herejía plenomedieval)

    Estado de la
    cuestión: La Plena
    Edad Media.
    Reforma religiosa y movimientos heréticos

    Hacia el año 1000, y como nos recuerda Jacques Le
    Goff[1]Europa estaba ya
    prácticamente realizada desde el punto de vista
    territorial ; aparte de la Reconquista española, que
    habría de continuar hasta el siglo XV, sólo
    quedaban Prusia y Lituania por entrar a formar parte de lo que se
    ha dado en llamar Christiana Republica latina.
    Detrás de esta fachada, sin embargo, el cristianismo
    de ese período ofrecía un doble aspecto: estaba
    lleno de temor, pero también lleno de esperanza. En cuanto
    a lo primero, la vida cotidiana del momento estaba atormentada
    por epidemias de todo tipo, y los cristianos relacionaban las
    calamidades con sus pecados, por lo que multiplicaban el ayuno,
    la ora-ción y el culto a las reliquias; como lo expresa Le
    Goff, se trataba de "… una comuni-dad penitencial"[2].
    Por otro lado, el nuevo milenio se presentaba también
    desde una perspectiva optimista, como lo demuestra el siguiente
    texto
    contemporáneo debido a Raúl Glaber, monje
    borgoñés de principios del
    siglo XI[3]

    "En el milésimo año después
    de la Pasión del Señor, y luego de las desastro-sas
    hambres ya mencionadas, se apaciguaron las lluvias de las nubes,
    obedecien-do a la bondad y misericordia divinas. El cielo
    comenzó a reír, a iluminarse … Toda la superficie
    de la tierra se
    cubrió con amable verdor y con abundancia de frutos …
    innumerables enfermos recobraron la salud ante tantos santos
    reunidos … Era tan ardiente el entusiasmo que los asistentes
    tendían las manos hacia Dios gritando al unísono:
    ¡Paz! ¡Paz! ¡Paz!"

    Efectivamente, un fenómeno nuevo y prometedor se estaba
    extendiendo por la cristiandad: las instituciones
    de paz. "Ante la incapacidad del poder real, la
    Iglesia decide
    asumir la protección de los débiles frente a la
    violencia de
    los laicos. Donde ha-bía un poder público fuerte,
    la paz de Dios se unió a la paz del príncipe, como,
    por ejemplo, la paz del duque de Normandía a partir del
    siglo XI y la paz del rey de Fran-cia a partir de mediados del
    siglo XII
    "[4]. La "paz de Dios" consistía en la
    prohibición eclesiástica de todo acto hostil contra
    personas o bienes
    determinados –por ejemplo, los templos y lugares sagrados
    en un radio de unos 30
    pasos (sacraria o sagrera)-. Fue ins-tituida,
    como decimos, por la iglesia Romana a principios del siglo XI
    tras la celebra-ción de varios Concilios[5]con el objeto
    de limitar las guerras
    privadas entre los nobles, corrientes y universalmente aceptadas
    en Europa hasta ese momento desde la época de las
    invasiones bárbaras[6]Protegiendo de este modo a
    clérigos, agricultores, viajeros, mercaderes y mujeres y a
    sus bienes, especialmente animales de labor
    y molinos. Su incumplimiento se castigaba con la
    excomunión. No siempre respetada, la institución de
    la "paz de Dios", que estaba generalmente complementada por la
    tregua de Dios[7]desa-pareció durante los siglos
    XIII-XIV. En cuanto a la "paz del rey", fue decretada por los
    poderes públicos a partir del siglo XII, cuando los
    objetivos de
    la "paz de Dios" fueron considerados como fin del Estado[8]

    Reforma gregoriana y conflicto de
    las "investiduras"

    Al contrario que en la época anterior, la carolingia,
    la confusión entre lo civil y lo religioso estuvo a la
    orden del día en aquellos momentos; los intentos de la
    Iglesia por limitar la violencia y cristianizar las costumbres se
    reflejaron asimismo, como lo constata Le Goff, en el terreno de
    las nuevas costumbres feudales, de forma que los lai-cos
    importantes, aprovechando la debilidad del Papado, fueron
    dominando poco a poco los círculos
    eclesiásticos[9]Se produjeron distintos movimiento en
    ese sentido, que bási-camente se pueden reducir a dos:

    • a) Simonía[10]Tráfico de dignidades
      eclesiásticas. Los Emperadores acaparaban el derecho a
      investir con el báculo y el anillo. Tras la conquista
      de Inglaterra
      (1066), los reyes normandos distribuyeron asimismo entre sus
      adeptos las se-des episcopales inglesas.

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