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El problema del sentido de la vida (página 2)



Partes: 1, 2

El concepto
cristiano del sentido de la vida se mezcla con el problema de la
inmortalidad. Para muchos la inmortalidad es el sentido de la
vida más cercano. Hay muchas formas de realización
a través de la inmortalidad. Existe la creencia cristiana,
y religiosa en general, de que el alma es
inmortal, de que sólo el cuerpo perece. Supuestamente,
cuando el cuerpo muere, el alma pasa a otra vida, a una vida
eterna en la que según las obras en esta vida así
será la recompensa en aquella. Por eso, entre otras cosas,
el creyente se propone aquí una vida de "sacrificios" y
consagración para poder
después pasar a mejor vida, de modo que el sentido de su
vida gira en torno a la
inmortalidad de la otra vida.

Otra forma en que la inmortalidad se trueca en el
sentido de la vida de las personas es a través de la
descendencia biológica. Muchas personas viven para sus
hijos, para que estos no sufran y pasen las penurias de la vida
de los padres. De forma tal, que el sentido de la vida de los
padres es la prosperidad de sus hijos. Existe otra forma de
inmortalidad que concretiza el sentido de la vida de muchos. Es
la perdurabilidad en la obre, es la trascendencia por la obra y
las acciones
aquí en la tierra
después de la desaparición física. Esta forma de
inmortalidad abarca casi todas las esferas de la vida social. Hay
quienes quieren ser inmortales por su obre artística, o
científica, o filosófica, o política, o
deportiva, etc. Por último, hay quienes se proponen ser
inmortales prolongando la vida física aquí en la
tierra.
La ciencia
médica, consciente o inconscientemente, lucha por
prolongar la vida del hombre,
robándole minutos, segundos a la muerte. Sin
duda que llegará el día en que los hombres vivan
más que Matusalén. Esa es una forma de inmortalidad
también, lo que se da en la serie de sucesiones de
generaciones humanas.

Para Carlos Marx el
sentido de la vida está en la lucha, tanto la individual o
personal como
la social, en especial la lucha por la redención del
hombre de toda forma de esclavitud y
explotación, en la lucha `por la superación de la
enajenación del hombre y por alcanzar un
ideal social donde el hombre
tenga el control de las
fuerzas tanto naturales como sociales, en aras de construir una
sociedad
mejor.

Pero la vida no necesariamente tiene que tener siempre
sentido. El hombre puede perder temporalmente o definitivamente
el sentido de la vida. Según D. Bonhoeffer, teólogo
alemán de la primera mitad de nuestro siglo, el suicidio es la
última tentativa del hombre de dar un sentido humano de
una vida que ha resultado un sinsentido (3). Por eso hay que
preguntarse por el significado que tiene la pregunta
¿cuál es el sentido de la vida?

El término "sentido" en filosofía y en lógica
tradicional tiene la acepción de "significado" (4). Por
eso la pregunta "¿cuál es el sentido de la vida?"
puede ser cambiada por esta otra: ¿qué significado
tiene la vida?, es decir, qué valor encierra
la vida (una vez que el significado de algo coincide con su
valor). Estas preguntas tienen dos aspectos a saber. En primer
lugar, contestar si sí o si no tiene sentido la vida. Y en
segundo lugar, de contestarse afirmativamente, hay que contestar
a la pregunta "¿cual es entonces el sentido de la
vida?"

El problema es que la vida no siempre tiene sentido, y
ni el sentido de la vida para todos los individuos es el mismo.
El que se suicida lo hace regularmente porque la vida ha perdido
objetivo o
subjetivamente, temporalmente o definitivamente sentido para
él. Así, por ejemplo, entre los esquimales es
costumbre al llegar a la vejez y una
vez que el individuo se
ha transformado en una carga social, el suicidarse. ¿Por
qué?, porque la vida ha perdido objetivamente su sentido.
El individuo ha muerto socialmente y es necesario añadir a
la muerte social,
la muerte biológica. Lo mismo ocurre con la
práctica japonesa del harakiri por parte de los samurais
cuando han sido deshonrados. El samurai que se hace el harakiri
en este caso es porque ha perdido objetivamente el sentido de su
vida. No es así con el enfermo psiquiátrico. El
hombre enfermo mental que quiere suicidarse lo que ha perdido es
el sentido de la vida de forma subjetiva. Lo más
común es encontrarnos que entre los suicidas la vida tiene
para ellos aun objetivamente sentido. Sólo las condiciones
mentales lo impulsan a buscar la muerte. El problema es que
subjetivamente podemos perder el sentido de la vida, aun
conservando objetivamente para nosotros sentido la
vida.

¿Qué cosa es el sentido de la vida? En
primer lugar, el sentido de la vida es la unidad de lo abstracto
y lo concreto. El
defecto fundamental como norma de todas las filosofías
precedentes en lo tocante al problema del sentido de la vida es
que han querido hacer pasar por el sentido general y concreto de
la vida el sentido particular y abstracto de la vida del
filósofo en cuestión. Es decir, cada
filósofo intensa hacer pasar por el sentido general de la
vida su sentido particular y abstracto. El sentido de la vida es
concreto en cada individuo. Comprende el conjunto de metas,
deseos y aspiraciones, etc., propio de cada ser, en una
jerarquía muy específica. Puede contener el deleite
del hedonista, la felicidad del eudemonismo, la
realización del sentirse en la lucha, la trascendencia de
la inmortalidad, etc., todo en una pirámide de valores. Esta
pirámide de metas, deseos, aspiraciones, etc., puede
cambiar de contenido y de prioridades con el transcurso del
tiempo. De
hecho es muy dinámica. Es concreta al tiempo, al lugar,
a la persona, a la
cultura, a la
sociedad, a la clase social a
la que se pertenece, etc. Y es concreto por las metas, deseos,
aspiraciones, es decir, cada meta, cada deseo, cada
aspiración son concretos. Además, es concreta la
pirámide y es concreta su jerarquía.

Pero el sentido de la vida tiene también una
dimensión abstracta. Se puede decir que el sentido de la
vida, en su dimensión abstracta, es único para
todas las épocas y para todos los lugares. Es una
abstracción de todo lo concreto que puede existir en el
sentido de la vida. Podemos decir que por muy disímiles
que sean los hombres, en ellos hay de común aspectos de un
mismo sentido de la vida. De hecho, este común, esta
abstracción, etc., es lo que intentan destacar las
distintas filosofías al proponer un sentido de la vida
genérico, como por ejemplo la formulación abstracta
de Epicuro.

El sentido de la vida también es la unidad de lo
absoluto y lo relativo. Es relativo al tiempo, al lugar, a la
persona, a la cultura, a la sociedad, a la época, etc., es
decir, que cambia con cada referente. En este punto tiene,
también, un carácter clasista. Cada clase tiene un
sentido de la vida determinado socialmente. El hecho de que
Carlos Marx destaque
como sentido de la vida la lucha juega con la situación de
que para las clases oprimidas (los explotados, los esclavizados,
etc) la lucha por su liberación, por su redención,
por su desenajenación es una meta constante e
imperecedera. Y como Marx se sitúa al lado de los
oprimidos, asume entonces su sentido de la vida.

Pero es absoluto porque en la suma de los sentidos
relativos de la vida se van dando elementos que no cambian, que
permanecen inmutables de época en época, de cultura
a cultura, de sociedad a sociedad, etc.

Por último, el sentido de la vida es la unidad de
lo objetivo y lo subjetivo. Es subjetivo porque es propio de cada
conciencia
individual. Se da en la subjetividad del hombre. Pero es objetivo
porque esta subjetividad se forma de la descosificación
del sentido de la vida que existe objetivamente plasmado en la
sociedad como sistema de
relaciones sociales, este sentido de la vida existe como concepto
hecho sociedad, como objetivación de la conciencia social.
El sentido de la vida, objetivamente hablando, es un concepto
objetivado, es decir, idealidad (5). Cada sociedad, cada
época, cada cultura ofrece un sentido de la vida
genérica al hombre ya hecho al éste venir al
mundo.

La relación entre el sentido de la vida objetivo
y el sentido de la vida subjetivo es el problema fundamental
filosófico en este terreno. La primera cuestión que
hay que dilucidar es este problema es de si fuera del sentido
individual y subjetivo de la vida existe un sentido de la vida
objetivo. No todos los filósofos responden positivamente a esta
cuestión

Para Carlos Jaspers el sentido de la vida es
válido sólo en una dimensión subjetiva.
Según él, el hombre individual es verdaderamente el
único tema de la filosofía, que se convierte en la
aclaración racional de la existencia singular. Para
Jaspers sólo lo que entra en la conciencia individual
puede convertirse en objeto de experiencia y de pensamiento y
ser para nosotros. Lo que no entre en la conciencia individual no
puede ser de ningún modo alcanzado por nuestro saber, y es
para nosotros como si no existiera.

La conciencia, para Jaspers, tiene dos sentidos. En
primer lugar, ella es la realidad viviente o conciencia singular.
En segundo lugar, es conciencia en general. No obstante, esta
conciencia en general no existe más que en las conciencias
singulares, en sí es una pura abstracción. El
tercer modo del horizonte que nosotros mismos somos, según
Jaspers, es el espíritu como totalidad del pensar. Pero
según él, el espíritu ha de ser comprendido
desde el interior de la existencia o conciencia individual.
Según Jaspers, a diferencia de la realidad de la
conciencia y el espíritu, la existencia no puede
convertirse en objeto para nosotros. La existencia, y con ella el
sentido de la vida, es singularidad, ininteligibilidad,
historicidad esencial. Lo mismo que para Heidegger,
también para Jaspers, el rasgo sobresaliente y
característico de la existencia, y con ella la del sentido
de la vida, es el ser siempre una existencia en el mundo, es
decir, ligada a una situación fáctica que la
delimita y caracteriza de una manera específica. La
existencia es búsqueda del ser. Y el primer modo de esta
búsqueda es el de considerarse a sí mismo como una
realidad objetiva (Desein), como un elemento o cosa del mundo
junto con los demás innumerables elementos o
cosas.

Desde este punto de vista, la
investigación del ser es orientación en el
mundo. Es una investigación que no tiene fin, que pasa de
una cosa a otra, de un término a otro hasta el infinito,
pero que no encuentra ni puede encontrar más que cosas en
el mundo. Una investigación objetiva de esta clase es la
propia de las ciencias
naturales, las cuales descubriendo leyes universales
válidas superan la esfera del individuo específico
se dirigen a un entendimiento anónimo, esto es
común a todas.

La orientación en el mundo es una posición
legítima, pero según él no puede ser
considerada como absoluta, o sea, juzgada como conocimiento
definitivo. No es –según él- ni puede valer
como conocimiento del mundo. Lo único que alcanza
según él es un ser determinado, esto a aquel objeto
del mundo. El mundo mismo permanece como el horizonte
trascendente o inalcanzable de esta clase de búsqueda.
Ciertamente, yo puedo construirme la imagen total del
mundo y tenerla como el mundo mismo. Pero, en verdad, esta imagen
no será el mundo mismo. Será más bien un
cosmos, un singular y particular punto de vista entre los muchos
que hay en el mundo. Y el mundo mismo quedará en el
horizonte trascendente de este cosmos mismo y del punto de vista
que lo ha sugerido. Se perfila así –según
Jaspers- el fracaso decisivo de la orientación en el
mundo. Lo que yo busco es el mundo como totalidad absoluta y
omnicomprensiva no es; lo que alcanzo es un cosmos vinculado a un
punto de vista particular, al lado de los otros en la totalidad
del mundo. Pero este fracaso, según él,
señala al mismo tiempo la ruptura del mundo como unidad y
totalidad. El mundo, según él, se rompe en la
multiplicidad de las perspectivas, cada una de las cuales tiene
la pretensión de valer absolutamente, pero es meramente
relativa a su punto de vista. Y junto con el mundo, se disgrega
así el sentido de la vida y la existencia. De modo que
para Jaspers, el sentido de la vida existe, si es que existe,
fundamentalmente en una dimensión subjetiva.

Lo que Jaspers no entiende es que en el quehacer de los
hombres chocan las distintas aspiraciones o voluntades humanas y
se forma u paralelogramo de fuerzas del cual se obtiene una
resultante, que es en el fondo lo que nadie en particular
quería. Esta resultante es un concepto más, no
derivable de una conciencia individual en específico, sino
fruto del choque de muchas conciencias, y, por tanto, objetivo.
Es algo que nadie en particular quería. Es un fruto
inconciente, pero esta ahí como algo objetivo, al lado de
los hombres particulares. Surge así un sentido de la vida
objetivo, enmarcado como sistema de relaciones
sociales.

El sentido de la vida objetivo es una idea más,
pero objetivada. Como idea objetivada toma cuerpo en el sistema
de relaciones sociales, es decir, es un comportarse de los
hombres los unos con relación a los otros, que se
perpetúa en una sociedad en la sucesión de
generaciones humanas dentro de los marcos de una sociedad, de una
época, etc.

Este concepto objetivo es tal que hace el subjetivo en
la misma medida en que el subjetivo hace el objetivo. Al venir al
mundo el hombre individual se apropia el concepto del sentido de
la vida objetivo y lo hace suyo, es decir, lo subjetiva, para
después en un acto de proyección objetivarlo de
nuevo y así sucesivamente.

Surge la cuestión a saber (lo segundo que hay que
destacar en aquel problema fundamental de que hablábamos):
¿cuál es el primario; el concepto subjetivo de la
vida o el concepto objetivo (también de la vida)? Para la
mayoría de los pensadores el concepto objetivo de la vida,
si es que se le reconoce existencia, es la derivada del concepto
subjetivo. No obstante, se equivocan. La sociedad no es un
producto
humano, sino que el hombre es un producto social. El concepto
objetivo de la vida surge primero y antes que surja el concepto
subjetivo. Primero chocan las distintas voluntades sin que se
encuentre aun instalado un concepto subjetivo de la vida; de este
choque surge el concepto objetivo de la vida, y después
viene la apropiación subjetiva de este concepto objetivado
previamente.

No podemos pensar que el concepto del sentido de la vida
existió desde siempre, ni tan siquiera que surgió
con el surgimiento de la sociedad. El concepto del sentido de la
vida es el fruto de un largo proceso de
desarrollo de
la vida social, surge un una fase del desarrollo de la sociedad.
Por ello, no puede aparecer como por arte de magia en
la conciencia individual, es decir, primeramente de forma
subjetiva. El hombre primitivo sólo puede hacer
subjetividad lo que ya existe como concepto hecho objetividad.
Tiene entonces que formarse objetivamente primero, para
después pasar a formar parte de la conciencia individual,
es decir, tomar cuerpo en una expresión subjetiva. Primero
surge objetivamente y después en un proceso de
descodificación pasa a formar parte del mundo subjetivo
del hombre. Solo ahora viene el proceso de retroalimentación donde lo subjetivo hace a
lo objetivo en la misma medida en que lo objetivo hace lo
subjetiva. Es el proceso de destilación social del sentido de la vida
que llega hasta nuestros días.

Es de pensar que el hombre primitivo en un inicio no
tenía un sentido de la vida. Pero al chocar las distintas
voluntades surge una resultante histórica que tiene en
germen un sentido de la vida válido para todos los
hombres. Sólo después el sentido de la vida se
diversifica, haciéndose relativo a los distintos grupos
sociales que van surgiendo con el desarrollo
social.

La tercera cuestión que hay que aclarar (en aquel
problema fundamental del que hablábamos) es de si hay
identidad
entre el concepto objetivo y el concepto subjetivo de la
vida.

Es evidente que en un inicio la identidad es absoluta.
Allá en un inicio donde el sentido de la vida surge del
choque de las distintas voluntades ante un hombre que
carecía de un sentido de la vida subjetivo, la
subjetivación (apropiación, descosificación,
etc.) es dierecta. El hombre se apropia plenamente de lo que ya
existe objetivamente. Sólo entonces viene la
proyección hacia el ámbito social del concepto
subjetivo, y así sucesivamente.

El problema de la identidad se plantea entonces cuando
hay diversidad de grupos sociales,
cada uno los cuales tiene un sentido de la vida delimitado.
Aquí la relatividad es evidente. Pero en la síntesis
de los muchos sentidos de la vida se da la unidad del sentido de
la vida de la sociedad, en una dialéctica de lo absoluto y
lo relativo.

Por otra parte, no hay fronteras para la
subjetivación del sentido de la vida de uno u otro
grupo social
por parte de este o aquel hombre. De modo que la identidad se de
en potencia en cada
hombre individual y en el real a escala
social.

Es importante saber que si la sociedad no ofrece
objetivamente al hombre un sentido de la vida claro y definido,
el hombre se pierde a sí mismo y la sociedad se
descarrila. Cada formación económico-social debe
ofrecer al hombre un sentido de la vida claro, preciso y
objetivo, lo que le da coherencia al sistema social y lo hace
perdurar en el tiempo. El socialismo real
del siglo XX de la Europa del Este y
de la extinta Unión Soviética no supo dar un
sentido de la vida objetivo efectivo al hombre de estas sociedades,
por lo que aquellos (los hombres) se fueron detrás de los
cantos de sirena y las realidades de Occidente.

El problema estriba en que el sentido de la vida es el
móvil supremo de la conducta humana,
es la ley que rige la
toma de
decisiones que hace el individuo en su accionar social e
individual, en su comportarse ante la vida. Y si el factor
económico es determinante en la historia es porque la
economía es la condición primera
para poder realizar el sentido de la vida. Lo que persigue el
hombre en última instancia en la vida es realizar su
sentido de la vida. Pero para poder realizarlo es una premisa
primera la economía, entendida ésta en el
más amplio sentido de la palabra, es decir, como el
conjunto de las condiciones materiales de
vida de los hombres.

La economía por sí sola, en su desnudez,
no mueve la sociedad. La sociedad la mueven los hombres en su
accionar. El accionar de los hombres esta regido por el sentido
de la vida de cada uno. Pero para realizar este sentido de la
vida, el hombre debe disponer de recursos,
fuerzas, posibilidades. De aquí que se forme un sistema de
intereses que mueven, a su vez, a estos hombres, donde los
económicos son los primordiales. Una vez que la
economía es la que nos da los recursos fundamentales, las
fuerzas y potencialidades efectivas para poder accionar en los
límites
del sentido de la vida.

Bibliografía

1.- Gustavo Bueno. El sentido de la vida,
seis lecturas de filosofía moral.
Pentalfa Ediciones, Oviedo 1996. http://www.fgbueno.es/gbm/gb96sv.htm

2.-

3.- D. Bonhoffer. Ética.
Barcelona. Editorial Estela. 1968. Página
115-120.

4.- Diccionario
filosófico enciclopédico. Bajo la redacción de L. F. Ilichev y otros.
Enciclopedia Soviética. Moscú. 1983. Página
618.

5.- Evelio A. Pérez Fardalez.
http://www.monografias.com/trabajos59/filosofia-historia/filosofia-historia.shtml

 

 

 

 

 

 

Autor:

Evelio Pérez
Fardalez

BREVE BIOGRAFÍA DEL AUTOR:
Mi nombre es Evelio A. Pérez Fardalez. Nací en
Sancti spíritus, Cuba. Mis
estudios iniciales fueron de economía industrial, los que
desarrollé en la Universidad
Central de Las Villas. Más tarde me ocupé de la
filosofía, de la que me gradué en 1984 en la
Universidad Estatal de Moscú. Soy, actualmente, profesor de
filosofía del Instituto de Medicina de
Sancti spíritus, Cuba.

Cuba, Sancti spíritus. 1 de octubre
del 2009

Partes: 1, 2
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