- El
nacimiento - La
muerte - Por
que Lautréamont es tomado como referente del movimiento
surrealista - Bibliografía
EN BUSCA DEL "CONDE DE
LAUTRÉAMONT"
Crónica del
pasado
Disfracé mi rostroy sorbí el
amargorictus de tu locura.excomulgué con diosen los
sepulcrosvomité larvas incestuosassuccioné la
sangrede una virgendesgarré la pielde la
certezaaposté mi sombra¡doble al 13!solo…por
llegar a ti.
Mónica Marchesky
Siendo las 14:45 hs. De un martes 4
de Abril del año 2006, comienza mi búsqueda de los
"restos" "rostros" "rastros" de Isidoro Ducasse "Conde de
Lautréamont".
Me propongo encontrar al fantasma de
Lautréamont. Tarea un tanto difícil en un
Montevideo que mantiene su pasado "oculto" por carteles
comerciales. El Art Nouveau se extiende por casi toda la Avenida
18 de Julio pero no lo vemos.
El día está agradable y soleado.
Coincidentemente comienzo la búsqueda a exactos 160
años del nacimiento de Lautréamont.
¿Adónde vamos cuando necesitamos saber de la
historia de un
lugar?, a los archivos de la
Intendencia de la ciudad. Cuando llegué, en la puerta del
local del archivo
fotográfico un cartel rezaba: "Cerrado por paro
gremial."
Seguí caminando por 18 de Julio y las
personas parecían fantasmas que
se sucedían a mi lado.
Retomé mi caminata, no sabía que
podría encontrar. Recordé el "Hotel Pyrámides", que fuera lugar
obligado de la sociedad de
fines de 1800 y el lugar donde vivió el padre de Isidoro,
Francois Ducasse, hasta su muerte en
1889
Algunas referencias biográficas dicen que
murió en la indigencia, queremos suponer que no, porque el
alquiler del piso del Hotel
Pyramides debió ser elevado, ya que era un hotel cinco
estrellas para la época con una gran fachada que abarca
aún hoy toda la esquina frente a la catedral de
Montevideo.
Me encontré de pronto frente a un gran
edificio que estaban reciclando. Obreros caminaban entre andamios
y telas negras. La catedral me contestaba con campanadas que
marcaban la hora 16 el viejo reloj mantenía su
exactitud.
Los fantasmas sonreían detrás de la
protección negra que cubría el edificio como una
mortaja.
Me senté en un banco de la plaza
y traté de imaginarme un día de Abril entre 1865 y
1868 que fuera el año en que Lautréamont publicara
sus "Cantos de Maldoror", dos años antes de su muerte. Un
perfume pasó reiteradamente a mi lado…
Mi desánimo iba en aumento por los pocos
datos que
había podido encontrar, estaba decidida a abandonar mi
lucha…¡Maldoror! ¿Dónde estás?
Solo los rayos del sol que se colaban por las
copas de los árboles
se clavaron en mis manos. Deambulé sin sentido, mirando
rostros, volví a sentarme en un banco en la peatonal y
escribí, ya con las últimas fuerzas:
las imágenes
de mis rostros
suceden a intervalos de 1 segundo
sobre los impávidos espectros.
voces.
Sangran en mis manos
las cuerdas invisibles del deseo
maltrato de tendones incorpóreos
olores.
Expelo el último de los sueños
detenido en mi reloj
biológica incertidumbre
nada.
Crucé la puerta de la ciudadela en
dirección a la Plaza Independencia
y me parecía que el perfume iba conmigo. Tomé el
ómnibus 21 con destino a Portones y a la altura del
Archivo de la Ciudad (que se mantenía impertérrito
en su silencio) divisé sobre la acera una cantidad de
gente que rodeaba algo, ese algo era un hombre tirado
con la cara contra las baldosas grises, como abrazando la tierra
¿sin vida? Eso era lo que parecía. Un alma
más rescatada de las calles (pensé)… y la sirena
de una ambulancia, mientras un muchacho entonaba dentro del
ómnibus acompañado por su guitarra, ajeno
totalmente a la visión del hombre…"Lograr que lleves en
los labios el último de mis suspiros", y el reloj de la
catedral y los fantasmas…
"El hombre,
temblando, pegará su frente a la tierra en
medio de sus gemidos" (Maldoror, Canto I).
Maldoror me habló desde el tiempo… y
supe que debía continuar.
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