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El influjo que ejerce la pobreza dentro del campo de la educación en Argentina (página 2)




Enviado por Piru Delgado



Partes: 1, 2

No hay forma de evadirse de esta situación, el
único sueño que pueden tener se los otorga el
gas de los
encendedores bajo sus narices, la marihuana y la
cocaína,
entre otras drogas.
Resulta paradójica esta afirmación puesto que a
quienes poco tiempo llevan
en este mundo, no deberían las desilusiones y
preocupaciones marcar arrugas, sino los sueños dar sentido
a su futuro.

Este consumo
también se puede ver como si estuviera promovido por el
mismo sistema para
mayor control social,
porque aquel que no cuida sus neuronas; distorsiona su motricidad
y percepción, por lo tanto tiene debilitada
su capacidad de acción.

Los educadores, habitantes del lugar donde se forma el
ciudadano, donde se ampara la niñez, no tienen otra
alternativa que hacerle frente a "puro pulmón" a esta
realidad que los golpea, ya que fueron formados para educar, y
eso supone, en alguna medida contener, entender al alumno,
brindarle el afecto y la ayuda que necesita en el orden
psicopedagógico, pero no pueden hacer de maestros,
psicólogos, policías, nutricionistas y padres a la
vez.

Se incorporan a la desesperanza porque los niños
permanecen en un ayuno infinito hasta caerse desmayados en las
aulas, llegando a la muerte por
desnutrición extrema. El docente entonces
en vez de preocuparse porque sus alumnos sumen números, se
inquieta porque sumen alimentos.

De esta forma queda entrampada la salud de una sociedad en
crisis, donde
se prioriza más a la bolsa que a la vida humana. Como si
fuera un animal gigantesco que se alimenta de nosotros quienes
contribuimos, indirectamente por falta de acciones
concretas, a un sistema que nos destruye y que sólo nos
permite expresarnos por medio del voto.

La isla
perdida

Las características anteriores no escapan a la
Isla Maciel, situada a diez minutos de la Plaza de mayo y la Casa
Rosada, sede del gobierno
nacional. Nos resulta indispensable destacarlo debido a que
estimamos que puede resultar más fácil resolver
estos problemas que
los similares en lugares como el monte tucumano, por nombrar un
ejemplo.

Si uno se para justo donde empieza la Isla Maciel, del
lado del puerto se puede ver que hacia el este y el sur la bordea
la autopista La Plata – Buenos Aires,
todo un paisaje de viviendas desbordándose sobre las
vías muertas del tren y el barrio de Dock Sud, hacia el
norte se encuentra circundada por el riachuelo que la separa de
la Capital
Federal y la enfrenta al barrio de la Boca –en torno a donde se
puede llegar abordando alguno de esos botecitos que cruzan el
río contaminado hasta la orilla- , y hacia el oeste la
rodea un pequeño canal del riachuelo. Sus límites y
su ubicación periférica la vuelven una "isla"
aunque técnicamente no lo sea (desde que entubaron el
arroyo Maciel).

Pero principalmente es su condición de
marginación social lo que refuerza este sentido de "isla".
Debido a esto último le colocamos ese nombre a este
subtema.

En un primer momento fue escenario de la inmigración obrera italiana de comienzos
del siglo XX, luego de la migración
interna, de menor calificación y edad, impulsados por el
apuro de trabajo en las
décadas del 40" y 50". Fue entonces cuando surgieron los
conventillos, los salones de baile y los más de 40
prostíbulos que existían en la zona, cuya fama
llegaría a alcanzar a todo el conurbano bonaerense con un
constante movimiento de
dinero. A lo
que se sumaron prófugos de la justicia o
"vagos y mal entretenidos" como los llamaban los policías
de la época, que dieron a la isla la fama de refugio de
delincuentes.

Allí existió también el
frigorífico Anglo, con sus 17.000 trabajadores y en cada
manzana se hallaba un astillero. Las grandes fábricas
fueron convirtiéndose en depósitos de containeres,
y entre los astilleros sobrevivió solo el ex –
Sanym, recuperado por sus trabajadores.

Sin embargo, hoy en día, su población –entre seis mil y siete mil
personas–, reúne en gran parte las singularidades del
conurbano bonaerense, del cual el 30% de las personas
están bajo la línea de pobreza, siendo
principalmente desocupada, con altos índices de abandono
escolar, drogadicción, delincuencia,
numerosos casos de jóvenes muertos por "gatillo
fácil", madres solteras, embarazos de adolescentes y
desnutrición.

Estos datos revelan
cuán comprometido está nuestro futuro y cuán
poco lo están con él quienes tienen en sus manos el
poder para
revertir la situación.

Hablamos de un caso concreto; a
escasos minutos de la casa de gobierno hay chicos que no pueden
estudiar, entre otras cosas, porque no reciben las
calorías necesarias para realizar "movimientos moderados"
y de no adquirir ayuda externa, sus supervivencia elemental se
encuentra amenazada, dicho en otras palabras; se están
muriendo de hambre. La baja altura de muchos de ellos, comparada
con los modelos
naturales de la edad es una señal notoriamente
significativa.

Entre los comedores que funcionan en la zona
están la "Asociación Miguel Bru" y "De Vuelta a
Casa" los cuales no reciben los alimentos que no les
deberían faltar.

Existe en la Isla Maciel una sala de emergencias donde
los niños desnutridos antes eran tratados por
Fernando Murias, un pediatra que estuvo tres años y que
renunció a fines de Octubre de 2006 porque, unos
días antes había denunciado que eran 85 los chicos
desnutridos y como la municipalidad no reaccionó, no quiso
ser cómplice. Hoy los casos comprobados de
desnutrición infantil rondarían el
centenar.

Los residentes de la Isla Maciel aparecen
esporádicamente en los medios,
generalmente para denunciar los peligros de la
contaminación, aunque pocas veces sean capaces de
decir que sus hijos están mal alimentados.

EL octavo pecado
capital: el hambre

Como ya hemos dicho, la salud del chico influye en su
educación,
ahora vamos a hablar de los efectos concretos que
provoca.

La palabra "desnutrición" significa que el cuerpo
de una persona no
está adquiriendo los nutrientes suficientes. Ésta
produce discapacidad
tanto mental como física.

Un niño bien desarrollado, activo y saludable,
con actitudes
positivas, padece menos enfermedades, tiene mayor
capacidad para modificar su medio, pide más alimento y
suscita que su familia le de
más educación y cuidados pudiendo incrementar de
este modo constantemente la cantidad de
estímulos.

En cambio un
niño mal nutrido que vive privado de estímulos,
deficientemente relacionado con su madre, padre y hermanos, con
información escasa y, por lo tanto, poca
capacidad para integrar respuestas, se retrasa en la
acumulación de experiencias, por lo que después se
le dificulta el
aprendizaje.

El niño desnutrido que sobrevive es un ser humano
que está acoplado a las condiciones ecológicas
inadecuadas en las que permanecerá durante los años
posteriores, que ya aprendió a no tener hambre y que
está más capacitado para sobrevivir en un medio
adverso, severo y pobre.

No obstante, es menos diestro para desplegarse en un
ambiente
diligente en el que la rivalidad es más acentuada, le
faltarán capacidades para el cambio; algunos podrán
recuperarse, otros no.

La desnutrición moderada se manifiesta en las
funciones del
hombre, limita
su capacidad de acción, sus posibilidades de
superación y progreso, sus relaciones tanto sociales como
con el medio.

En el niño desnutrido se ve afectado su
funcionamiento integral, es decir; su funcionamiento como un
todo.

A su vez su carácter, el cual se muestra
intransigente e impetuoso a veces y su capacidad de resolver
conflictos. El
niño que no come suficiente, se adapta durmiendo
más tiempo que el habitual y reduciendo sus actividades.
Sin embargo en el juego esta
regla no se cumple ya que comienza a jugar a mayor edad y le
dedica menos tiempo.

Además se ven alterados otros ámbitos de
la
comunicación, como la extensión en la sonrisa,
el llanto, las caricias y el desarrollo del
lenguaje.

Como grupo
experimental, se tomó al azar un número de 20
niños desnutridos, de 5 a 10 años y como grupo
control, igual número de escolares de la misma escuela con
valores
normales en peso/talla, peso/edad y talla/edad. Se aplicaron
encuestas
personalizadas a los maestros para evaluar las respuestas de los
escolares al proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Contenían las siguientes variables:
participación en clase,
atención, manifestación de fatiga,
conductas socializadoras, aptitudes preponderantes por
áreas.

La encuesta
socioeconómica conteniendo datos de vivencia,
ecuación, ocupación y composición del grupo
familiar se realizó en el domicilio de los escolares. En
el grupo experimental se observó mayor
"manifestación de fatiga" y menor capacidad de
"atención en clase", los escolares desnutridos se destacan
en aptitudes artísticas y los normonutridos en "capacidad
de razonamiento". Se infiere que los niños malnutridos
tienen disminuídas sus posibilidades de respuestas al
proceso de enseñanza-aprendizaje en relación a los
normonutridos, aunque el desarrollo de las

Potencialidades de estos últimos, está
condicionado también por el medio socioeconómico al
que pertenecen. La subalimentación y el estado de
pobreza, ejercen una influencia fundamental en el desarrollo
futuro de las poblaciones con características
socioeconómicas adversas. (2)

En la vertiente de síntomas físicos; los
más afectados terminan sufriendo lo que se llama el
"marasmo", un cuadro caracterizado por "la pérdida de
grasa subcutánea, intensa atrofia muscular y de otros
órganos. Tiene la cara triste y arrugada, como la de una
persona mayor".

La tarea del
docente

A partir de lo anterior queremos plantearnos e intentar
responder cómo confronta la falta de salud el
docente.

"La educación conlleva
la capacidad de un individuo de
trascender a través de otro".

Todos llevamos en la memoria a
aquel profesor que
nos dijo lo que no queríamos escuchar, al que nos
enseñó a escribir y dividir, al que sonreía
con dulzura ante alguna pregunta absurda y sin perder la
paciencia explicaba o quizás a quien reaccionaba
escéptico y con tono burlón respondía. Tal
vez estemos hablando sólo desde nuestra propia
experiencia, sin embargo todos llevamos alguna marca,
algún vestigio y si bien sólo algunos tienen el don
de la docencia,
todos tenemos la dicha de sentirnos alumnos.

La educación también es una acción
solidaria, es la mano que nos dan o damos en el camino del
conocimiento,
como nos decían de pequeños, a afianzar
raíces y a desplegar alas.

Educar en esta sociedad en la cual los lazos entre las
personas se deterioran, donde las dificultades exceden y se
potencian constantemente, en el medio de la profunda
transformación que produce la
globalización, merece un aplauso.

Y merece un aplauso porque en lugares como la Isla
Maciel, el docente deja de combatir sólo contra la
ignorancia y comienza a combatir, además, contra la
marginalización, la desnutrición, la baja autoestima,
la pobreza. Es
decir contra todas aquellas características que contiene
ese monstruo enorme que es el sistema.

Frente a los profesores y maestros, en los pupitres, se
sientan niños que no comen, que tienen hambre, que no
pueden pensar en otra cosa más que en ingerir alimentos
¿Qué se les puede exigir en esta situación?
¿Qué se olviden de sus necesidades básicas y
se dediquen al conocimiento?

La ignorancia se convierte entonces en un enemigo
insignificante, porque aparece otro con más poder de
destrucción y es la muerte. La
muerte es quien los acecha, les prohíbe pensar y los
desespera.

El docente queda anonadado frente a las desgracias que
sufren sus alumnos y hace lo que puede, lo que le
enseñaron a hacer a él. Sin embargo no hay que
olvidar que los docentes
fueron educados en un sistema que no tiene en cuenta a los
marginados. Por lo tanto todo lo que funciona cuando es aplicado
a niños incluidos en la sociedad, no corre el mismo
exitoso destino con quienes están excluidos.

La educación es pública, no obstante
quienes pueden ser educados son sólo los que tienen los
recursos (no
queremos decir que no haya escuelas públicas que funcionen
perfectamente bien porque de hecho las hay, nos estamos
refiriendo a este caso concreto). Tenemos que dejar de exigir a
una sociedad ser igual con los mismos métodos,
tenemos que dejar de fingir que en esta carrera, todos partimos
de la misma base. Lo que funciona para algunos nada provoca en
otros o a lo peor, puede provocar efectos negativos.

Una luz de
esperanza

Sin embargo dentro de esta desesperanza, de esta salud
afectada de alumno-docente, apareció un proyecto, una
luz de
esperanza.

A principios del
año 2003 y a raíz de dos casos de gatillo
fácil, miembros de la Asociación Civil Miguel Bru
llega a la Isla Maciel, con el objetivo de
asesorar a familiares de las víctimas de gatillo
fácil.

Desde ese entonces, se fueron acercando varios vecinos
que tenían algún problema con la policía y
necesitaban ser asesorados.

De esta manera, los días sábados en que la
Asociación se hacía presente, empezaron a
incorporarse más madres, que planteaban otras
problemáticas. Esto dio pie para profundizar y redefinir
estrategias
destinadas a trabajar con niños y adolescentes, y se fue
vislumbrando un proyecto más grande y menos
pasajero.

"Fue lo que pidieron los chicos y chicas de un
territorio donde fuera de la educación formal, en la
única escuela del barrio, no contaban con ninguna otra
propuesta" (3)

Los capacitadotes y los chicos acordaron entonces que
querían retratar sus historias de una forma original que
rompiera con los estereotipos de los medios de
comunicación.

De esta manera, el objetivo de un nuevo proyecto de
Trabajo Comunitario que incitó la Asociación Miguel
Bru cambió y se basó en brindar herramientas
para que los habitantes de la Isla Maciel pudieran mejorar sus
condiciones de vida, a través del fortalecimiento de sus
valores, en tanto sujetos políticos. Así se fue
produciendo una organización entre los habitantes de la
Isla Maciel para generar acciones colectivas tendientes al
mejoramiento de su calidad de
vida. Y de esta manera el espacio creció.

En un principio se trabajaba en el Club "Tres de
Febrero" en condiciones altamente precarias, hasta que en 2005,
un vecino del lugar se interesó con la propuesta y
cedió un galpón (que alguna vez fue una
fábrica de zapatos) en donde se trabajó hasta
mediados del 2007.

En el ámbito del trabajo se asesoró y
acompañó a los vecinos que realizaron diversas
denuncias de abuso policial, se establecieron marchas a la
Comisaría y distintas jornadas de difusión de los
derechos
humanos en las que se asociaron familiares de víctimas
de gatillo fácil de otros sectores y se entrelazaron
vínculos con diferentes actores sociales del barrio, como
por ejemplo con la escuela, la sala de salud, la iglesia, etc.
En el galpón, durante los fines de semana, funcionó
un comedor consolidado por varias vecinas del barrio.

En la primera etapa se trabajó con un grupo
integrado por alrededor de cincuenta jóvenes y
adolescentes. Tras un trabajo de reflexión acerca de sus
intereses y necesidades se diseñaron distintos
talleres.

En correspondencia con los objetivos del
proyecto, los talleres se implementaron como un espacio de
contención y producción que posibilitaría un
cambio en la relación que mantienen con sus propios
derechos humanos,
sociales y económicos.

Todos los talleres fueron decretados por profesionales
que cooperaron con la Asociación.

Los producidos hasta el año 2006 fueron: Derechos
Humanos, Género,
Periodismo,
Fotografía, Panadería,
Peluquería, Electricidad y
Computación.

En este entorno también los más
pequeños (niños, niñas y preadolescentes)
fueron acercándose poco a poco al galpón. Se
comenzaron a dictar también, talleres destinados a ellos
trabajando en torno a los objetivos ya señalados. El
primero fue el taller de Difusión de los Derechos del
Niño, en el que a partir de técnicas
participativas y recursos tales como las actividades
plásticas, los títeres, conocieron sus derechos. A
este taller le siguieron el de Apoyo Escolar, Fotografía y
Comunicación Radiofónica
Infantil.

Parte del resultado de estos trabajos se pudo ver
plasmado en la confección de muestras de fotografía
y periódicos murales que se han expuesto también
fuera de la Isla, como en la Facultad de Periodismo y Comunicación
Social de La plata, Textos y Poesías.

A su vez, el producto del
Taller de Comunicación Radiofónica Infantil fue
representado por los mismos niños, niñas y
preadolescentes durante la primera mitad del 2007.

En la actualidad, dicha Asociación ofrece un
espacio comunitario de Comunicación y Derechos Humanos en
la Escuela Nro. 6 del barrio, donde se brindan talleres de
fotografía y textos.

Anexo

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Elizabeth Campo Piano vive con sus cinco
hijos y su nieta en un ambiente de cuatro metros por seis; una de
sus hijas tiene desnutrición crónica. Foto:
Hernán Zenteno (publicada en el diario La Nación)

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Paola, Nicolás y Marina Salcedo,
en una casa muy parecida a las que se ven en el resto del barrio.
Foto: Hernán Zenteno (publicada en el diario La Nación)

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Noelia Campo Piano, de seis años,
tiene la altura de una chica de cuatro. Foto: Hernán
Zenteno (publicada en el diario La Nación)

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Taller de apoyo escolar de la
Asociación Miguel Bru.

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Taller de radiodifusión de la
Asociación Miguel Bru.

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Taller de plástica de la
Asociación Miguel Bru.

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Asociación Miguel Bru.

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Taller de panadería de la
Asociación Miguel Bru.

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Asociación Miguel Bru.

Conclusión

La consigna del trabajo era desarrollar un tema en base
a la influencia de la pobreza en el ámbito de
educación, sin embargo, a medida que íbamos
haciendo el trabajo nos
preguntábamos por qué no dar vuelta la
ecuación, permaneciendo la consigna así: la
influencia de la educación en el ámbito de la
pobreza.

Nos preguntábamos qué hace la
educación por la pobreza, si es que hace algo porque al
fin y al cabo es la falta de instrucción lo que provoca
que se mantengan así, ya que no pueden tomar buenas
decisiones, tener una opinión crítica, evaluar sus posibilidades,
discernir entre lo primordial y lo secundario, no dejar que los
pasen por encima, etc.

Queremos proponer una solución desde una postura
política:
la pobreza, producto de la falta de inversión en la educación, convierte
a los pobres en rehenes políticos de quienes detentan el
poder. Cuánto más fácil resultaría,
en lugar de gastar cifras multimillonarias en subsidios a
devolver con votos, distribuir tierras fiscales de manera que
puedan mantenerse con un trabajo digno, alrededor del cual se
formarían centros educacionales, lo que
reinvertiría la ecuación. Por otra parte de esta
forma generarían algo de riqueza para el país. Este
es un país con muy pocos habitantes y con un exceso de
tierras inexplotadas, cosa que hace que esta solución sea
absolutamente viable.

Durante la monografía
utilizamos mucho las palabras esperanza, como algo bueno, y
desesperanza, como algo malo. Sin embargo un artículo de
la revista
"Sudestada" nos hizo recapacitar sobre la manera en que
actúan ambos significantes sobre el ser humano:

Próxima estación:
Desesperanza

Menos mal que nos queda la esperanza. Menos mal,
porque sino habría que ponerse a pensar enseguida
qué se puede hacer para cambiar las cosas. Necesitamos la
esperanza, no podemos vivir sin ella, es que sino
tendríamos que salir, ya divorciados de toda fe, a buscar
respuestas en la calle, a provocar los cambios y no esperar que
lleguen solos, a dejar de pensar que hay gente que nos representa
que nos viene bárbaro para no hacer nada y
esperar.

Menos mal que tenemos fe, porque la fe mueve
montañas, dicen, pero también paraliza, la fe es un
acto que no necesita una respuesta fáctica sino que se
construye de forma artesanal de modo mecánico,
inconciente. Cuantas menos ganas tenemos de hacer las cosas,
más fe necesitamos. Cuanto más nos exige la
realidad, esa cruda y devastadora realidad que nos conmueve y nos
indigna, más precisamos la esperanza para no hacer nada,
para decir dos o tres estupideces y dormir tranquilos.
(4)

Bibliografía

  • (1) Eduardo Galeano, Patas Para
    Arriba.

  • (2) M.L. Jarruz, S.V. Alfaro, Los Efectos
    Sociales de La Desnutrición en el Área
    Educación.

  • (3) Laura Sottile (capacitadora de la
    Asociación Miguel Bru)

  • (4) 

 

 

 

 

 

 

Autor:

Piru Delgado

Partes: 1, 2
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