- En la
guerra interminable contra la gordura, la grasa es el
enemigo. - Para
los científicos, este tipo de grasa se llama: La grasa
parda - Reemplazo
hormonal - En
resumen - Bibliografía
"No digamos jamás la mentira,
no engañemos a nuestros
papás,
pues la cosa más bella de un
niño
es cuando sabe decir la
verdad"
Canción Infantil
En la guerra
interminable contra la gordura, la grasa es el
enemigo.
Porque es la grasa, o el tejido adiposo, la que
nos proporciona nuestras caderas esteatopigias, nuestras enormes
cinturas, nuestras mollas, nuestra ginecomastia masculina, y
nuestra apariencia paquidérmica. El enemigo, repetimos, es
la grasa, porque ella nos causa todos los problemas que,
de la gordura resultan.
Cuando los cirujanos plásticos
practican sus "milagros" quirúrgicos para mejorar las
figuras de sus clientes, es
grasa lo que remueven y es grasa lo que desechan.
Por esa razón nos parecería
incongruente que, en un tipo especial de tejido adiposo, se
encuentre oculta la llave que abrirá la puerta al sitio
donde se esconde la fuente anhelada de la cura para la obesidad.
Para los
científicos, este tipo de grasa se llama: La grasa
parda
Es acerca de este tipo de grasa y de sus "nuevas"
y revolucionaras propiedades para lograr enflaquecer, de que,
esta lección, se trata.
La grasa parda.
En ciertas especies mamíferas, la grasa
parda se encarga de tornar la energía proveniente de la
comida en energía calórica. Lo hace quemando
calorías de manera espontánea sin que el animal
haga ningún esfuerzo para conseguirlo.
¡Maravilloso!
Se creía que los adultos humanos no
tenían grasa parda en el cuerpo, pero un diluvio de nuevas
evidencias
indica que esta noción estaba equivocada. Logrando
establecer que este tipo de grasa, está presente, al
menos, en algunos individuos.
Grasa parda
Las diferencias en la cantidad de este tejido
adiposo, que las personas poseen, puede — se espera — asistir
en explicar por qué algunos individuos son gordos mientras
que otros son flacos, y la razón por la cual nuestra
especie tiende a engordar con el proceso de la
vejez.
Todas éstas son conjeturas invalidadas por
la evidencia de que la obesidad no nos afecta a todos de similar
manera.
Pero prosigamos.
Algunos investigadores están tratando, y
experimentando, con la idea de que incrementando la cantidad de
esta grasa parda que, en nuestros cuerpos, existe, nos
asistirá en remediar la gordura que nos azota.
La idea siendo, que, por medio de métodos
farmacológicos o quirúrgicos, extrayendo grasa
blanca ordinaria del cuerpo, usando la liposucción, y
transformándola en grasa parda y luego,
reimplantándola, se lograrían efectos positivos en
la pérdida de peso.
Veamos por qué se conjetura de este
modo.
Se cree que 50 gramos de grasa parda — que
representan la cantidad que la mayoría de los adultos
humanos normalmente acarrean — pueden disipar unas 500
calorías al día por virtud de su actividad
metabólica espontánea.
Quemar quinientas calorías por medio del
ejercicio sólo, es asunto bastante difícil.
Pero los científicos creen que existen
aún mayores razones para el optimismo en estos
asuntos.
Mitocondria celular generadora de
calor
El secreto, dicen ellos, está en la
acción
de la termogénesis.
El rol de la grasa parda en la generación
de calor ha sido
estudiado hace mucho tiempo por
fisiólogos animales.
Como resultado de estos esfuerzos, hoy sabemos
que las células
grasas pardas
poseen una mitocondria extraña. Ya que en su estructura,
estas células contienen una proteína llamada
termogenina que causa que la energía que de ellas
provienen se utilice como calor.
Esta forma de generación térmica
resultaría ser de mucha importancia cuando las
temperaturas frías son extremas, lo que puede que haya
sido un programa de mucha
importancia adaptiva en la evolución de todos los mamíferos.
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