- La vida
política - Ley Sáenz
Peña - Hipólito
Yrigoyen - El triunfo del
radicalismo - Primer golpe de
Estado: 06/09/1930 - El sufragio
femenino - Golpe del 16 de
septiembre de 1955 - Arturo
Frondizi - Golpe del 28 de junio
de 1966 - María Estela
Martínez de Perón (1974-1976) - Glosario
Desde 1889 hasta 1916 el Gobierno Nacional
y la política argentina estuvieron dominados por
un grupo de
personas que mantenían estrechos lazos con los sectores de
mayor poder
económico, gozaban de gran prestigio social y pensaban que
ellos eran los que estaban en mejores condiciones para ejercer el
poder.
Para mantenerse en el poder, esta
minoría rica no dudó en utilizar trampas y
engaños para ganar las elecciones, aunque progresivamente
comenzaron a manifestarse voces
contrarias a esta situación.
La vida
política
La presidencia de Julio A. Roca (1880-1886)
se caracterizó por la alianza entre los sectores
dirigentes provinciales y el Gobierno nacional. Estos grupos integraron
el Partido Autonomista Nacional, conocido por sus siglas PAN, que
dominaría la política argentina durante más
de 30 años. Contó además con el respaldo de
los mandatarios de las provincias nucleados en la Liga de
Gobernadores.
A estos apoyos políticos, Roca
sumó el del Ejército, hecho que le permitió
regresar a la presidencia de la Nación
en el período 1898-1904.
Además de Roca, otros miembros de
las pocas familias porteñas y provincianas que integraban
el PAN se alternaron en el gobierno, ya que todos – a los
que luego se llamó conservadores- recurrieron al fraude electoral
para ganar las elecciones y conservar el poder.
El fraude electoral*
Desde 1880, las reglas de la democracia se
mantuvieron en apariencia, ya que se convocaba a elecciones
nacionales y provinciales, pero, en los hechos, el gobierno
instrumentaba distintos mecanismos para burlar la voluntad
popular. ¿De qué maneras se hacía
fraude?
• Como el voto no era obligatorio, los
interesados debían inscribirse previamente en un
padrón electoral, es decir, una lista donde se registraban
los ciudadanos aptos para votar. Era común que de esas
listas se borrara a los opositores del gobierno o se incluyera a
los muertos como votantes.
• Durante los comicios, el voto se
expresaba públicamente en voz alta (voto cantado) ante
todos los presentes en las mesas electorales, de modo que si el
volante optaba por la lista opositora, debía soportar
presiones para cambiar su decisión.
• También era habitual que los
partidarios de los conservadores provocaran peleas o tiroteos
para adulterar resultados adversos, o que un mismo elector
afín al gobierno votara varias veces en distintos lugares
o que se utilizaran documentos de
personas fallecidas que figuraban en el padrón.
Ley Sáenz
Peña
Ante las amenazas de una
movilización opositora y urbana, cada vez más
extensa, los sectores dirigentes nucleados en el PAN debatieron
el camino a seguir. El grupo liderado por Roca propuso la defensa
del orden establecido, de los privilegios que poseían y
que se reprimiera. Por su parte, los dirigidos por Figueroa
Alcorta* propusieron la reforma del sistema
político que terminara con el fraude, para integrar a
los radicales y a los partidos obreros.
Como el sufragio* no era universal y las
elecciones eran fraudulentas, por lo que el presidente del
país era elegido por un sector elitista*, se
sancionó la Ley Sáenz
Peña (Ley 8.871) General de Elecciones, sancionada por el
Congreso de la Nación
Argentina el 10 de febrero de 1912, universal, secreto y
obligatorio a través de la confección de un
padrón electoral*. Debe su nombre coloquial a haber sido
sancionada durante la presidencia de Roque Sáenz
Peña, miembro del ala modernista del gobernante Partido
Autonomista Nacional e impulsor de la ley.
Se abrió paso por primera vez a
elecciones democráticas que terminaron con una larga etapa
de fraude permanente, signada por las revoluciones de 1874, 1890,
1893 y 1905. La Constitución Nacional de 1853 no
había fijado el sistema electoral
y esta responsabilidad recayó en la Ley
Electoral*. Siendo Sáenz Peña proponente del
Estado
oligárquico* y censatario, esta ley se sancionó en
gran medida para acallar la conflictividad social reinante en esa
época, los anarquistas avanzaban generando cierto temor en
el gobierno y se habían convertido en una amenaza para los
altos intereses económicos y burocráticos del
país. El cálculo
político era este: el voto universal sería una
válvula de escape para el pueblo argentino, dejando de
interesarse por las propuestas libertarias de organizar la
sociedad sin
gobierno y en cambio
agradeciendo a las autoridades gubernamentales por dejarlos
elegir el gobierno a los que verían ahora como
benefactores. Sáenz Peña logró su objetivo: el
compromiso de la participación electoral del radicalismo
en unas futuras elecciones, con una nueva ley electoral que
garantizara la limpieza y libertad de
sufragio. La Reforma Electoral proyectada por el Ministro del
Interior, Dr. Indalecio Gómez, requería una Ley de
Enrolamiento General de los ciudadanos nativos y naturalizados y
la confección de un nuevo padrón electoral. Con
estas medidas el Poder
Ejecutivo perdía la posibilidad de preparar los
padrones electorales, como lo venía haciendo, a su
beneficio. El enrolamiento estaba a cargo ahora del Ministerio de
Guerra y el
Poder Judicial
tendría que indicar quienes organizarían las
elecciones y quienes estarían en condiciones de votar. El
Radicalismo se convirtió en el movimiento
político más poderoso y popular del país y
ganó por amplio margen las primeras elecciones
presidenciales donde se aplicó la Ley Sáenz
Peña, las de 1916, con lo que resultó electo
Hipólito
Yrigoyen, dando fin a una seguidilla de más de 35
años de gobiernos del Partido Autonomista Nacional electos
mediante el fraude electoral y a espaldas de la voluntad popular.
Allí se impuso Yrigoyen, quien sobre 750 mil votantes
alcanzó el 46,71 por ciento de los votos y postergó
al partido Demócrata Progresista que sólo
sumó el 21 por ciento de los sufragios.
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