COMENTARIO DE TEXTO
LINGÜÍSTICO
Introducción
Comentario de texto
lingüístico, análisis que pretende relacionar,
en un texto escrito (también oral), el significado
(contenido) con el significante (suma de los aspectos formales) y
comprobar el uso de la lengua que ha
hecho una persona; en el
caso de un autor literario o un periodista, comprobar de
qué recursos se ha
servido el autor para llegar a su máxima
expresividad.
El primer paso que hay que dar para
realizar un comentario de texto lingüístico o
literario consiste en realizar una lectura atenta
y comprensiva del mismo; es imprescindible conocer todos los
elementos léxicos que lo componen; el diccionario
servirá de gran ayuda para subsanar todo tipo de
deficiencias.
Aproximación al texto
La aproximación al texto implica
un proceso que
comprende cuatro pasos específicos: a)
localización, b) determinación del tema, c)
definición de los aspectos del tema y d) división
en periodos y oraciones.
a) Por localización se entiende la
situación de la obra en su entorno, es decir, en la
época del autor, y la ubicación del texto objeto
del comentario en el conjunto de la producción total del escritor para llegar a
establecer correctamente sus valores
relativos. b) Para llegar a la determinación del tema debe
despojarse el asunto, entendido como argumento, de todos los
detalles y elementos accesorios. En el tema confluyen, por otra
parte, unidades menores llamadas motivos que, en muchas
ocasiones, remiten a la tradición de la lengua y de la
literatura. c) La
definición de los aspectos del tema consiste en definir en
el texto cuáles son las ideas principales y cuáles
las secundarias. d) La división en periodos y oraciones se
limita a la
organización sintáctica del texto, sin olvidar
que también las opciones sintácticas influyen en la
caracterización del contenido (el aspecto
semántico) del texto.
Análisis formal
Consiste en localizar los aspectos
lingüísticos que, con su aparición y
repetición, caracterizan al texto objeto del comentario,
entendido como el resultado de la disposición de los
materiales
lingüísticos según los planos
fonológico, morfológico, sintáctico y
semántico.
Un primer plano, fonológico-prosodemático,
supone un estudio de los fonemas y su comparación con los
del español
medio, con el fin de caracterizar el texto; lo habitual es partir
de un texto como muestra de un
sistema
gráfico, para determinar, tras su análisis, a
qué tipo de sistemas gráficos del español pertenece y
relacionarlo con el sistema fonológico correspondiente
(variedad diacrónica, diatópica o
diastrática). En el prosodemático se analizan los
elementos suprasegmentales: acento y
entonación.
El propio autor puede darnos
informaciones complementarias, en forma de incisos, acotaciones o
aclaraciones. La entonación ayuda a determinar si el texto
es conversacional vulgar, coloquial; o a determinar otras
informaciones que puedan interferir en otros planos:
interrogaciones, exclamaciones, suspensiones… El
análisis de la grafía, fundamental en algunas
épocas y textos, se debe también tener en cuenta;
supone relación global entre significado y plano
fónico.
Determinación de los planos:
1. Plano morfológico
Para el análisis de los
fenómenos morfológicos más destacables en el
sintagma nominal y en el sintagma verbal, hay que tener en cuenta
las diferentes partes de la oración:
Sustantivo: la presencia o ausencia de
sustantivos y sus clases. El diminutivo y sus valores: afectivo,
despreciativo, disminución real, valores regionales y
culturales. Aumentativos, despectivos… Estructura
silábica de los sustantivos. Arcaísmo.
Sustantivación.
Adjetivo: su presencia o ausencia. La falta de
adjetivos supone concisión, sobriedad, objetividad, falta
de valoración y rapidez de la acción,
y puede dar origen a la utilización de otros procedimientos de
valoración, como construcciones adverbiales,
despectivos… El uso del epíteto; su función
es, fundamentalmente, expresiva y comunica sentimientos, tono,
intención. La colocación del adjetivo es de gran
importancia en relación con los valores
expresivos y estilísticos del adjetivo. La
posposición del adjetivo es la norma, mientras que la
anteposición da una valoración subjetiva, estética, impresionista. Pero la
posposición del adjetivo, cuando debería ir
antepuesto, tiene, también, valor
expresivo.
Artículo: su presencia o ausencia. La
ausencia da carácter abstracto al texto, valor
esencial, afectivo, valorativo; la presencia, en cambio, le
confiere carácter concreto, le
da un valor existencial, objetivo y
racional.
Preposiciones y conjunciones: su polisemia,
valores, tipos y clases, consecuencia de ello. Su presencia
supone un texto bien articulado, y su ausencia, carencia de
relaciones.
Pronombre: Personales: yo enfático,
repetido. Tú, alternando con usted, formas de
sustitución de los personales, el señor, uno…
Formas átonas: vicios (leísmo, laísmo,
loísmo), inadecuada colocación de los pronombres
átonos me, te, puede indicar incultura de los personajes.
Demostrativos: valores espaciales y expresivos de éste,
ése, aquél (valor enfático, despectivo).
Posesivos: indeterminación de la posesión; abuso o
repetición innecesaria. Relativos: repetido empobrece el
estilo, uso de qué y cuyo enfáticos.
Interrogativos: valores: interrogativa directa, indirecta,
retórica.
Indefinidos: valor ponderativo, exclamativo.
Adverbio: clases, función, expresividad
en el texto. Arcaísmos.
Interjección: su equivalencia
oracional, produce afectividad, emotividad y expresividad al
texto. Mínimo contenido conceptual y máxima carga
afectiva.
Una vez analizadas las partes de la
oración, es importante desvelar cuáles son las
categorías gramaticales dominantes en el texto.
En cuanto al análisis del sintagma
nominal, hay que tener en cuenta: el orden de sus elementos, la
concordancia, su función; y en el sintagma verbal: su
complementación, oposición y alternancia de tiempos
verbales en el texto. Tiempo
subjetivo, objetivo, tiempo de la narración, tiempo del
escritor. El número, la persona, el modo, la
voz.
2. Plano sintáctico
La oración: hay que comprobar
las estructuras
oracionales dominantes, el orden expresivo de los elementos y los
valores expresivos de la estructura sintáctica: clases de
oraciones y consecuencias (activa/pasiva,
transitiva/intransitiva, reflexiva, recíproca,
impersonal). Matices expresados por la oración:
afectividad, duda, deseo, negación… Después se
comprueba la estructura del texto, si se trata de una
narración, descripción, argumentación, diálogo…
3. Plano semántico
Se trata de establecer los rasgos
caracterizadores del texto, desde el punto de vista
semántico. No hay por qué abandonar lo intuitivo
pero razonándolo. Es imprescindible seguir un
orden.
Análisis léxico
La selección de palabras, la riqueza
léxica es un elemento decisivo que hay que tener muy
presente en el comentario de texto. La selección puede
estar motivada por la expresividad, en la búsqueda de la
máxima eficacia. Para
ello hay que fijar las características del léxico
según su origen, procedencia, medio social, es decir,
arcaísmos, cultismos, neologismos, arabismos, anglicismos,
que tenga el texto.
Por último, se establecen los
niveles del lenguaje,
elementos emotivos y afectivos en el léxico, los valores
expresivos en general, palabras clave, palabras-testigo, es
decir, polisemia, homonimia, antonimia, sinonimia. Valores
contextuales, connotación. Una vez analizados los
diferentes planos, se debe realizar un análisis del
estilo; adecuación del contenido con su expresión
externa, la utilización de recursos
lingüísticos, que aprovechan posibilidades del
sistema, y el empleo que
hace el autor de su propia expresión, imponiendo su
peculiar selección; y como conclusión, se termina
con una síntesis,
un juicio crítico del texto con una valoración
personal del
mismo.
COMENTARIO DE TEXTO FILOSÓFICO
Introducción
Comentario de texto
filosófico, análisis que se realiza
de un texto de carácter filosófico, desde varios
planos o puntos de vista, para determinar su naturaleza y
sus características generales y particulares.
A lo largo de la historia de la
filosofía, el comentario de texto ha tenido una
extraordinaria importancia. Muchos de los grandes problemas y
escuelas de pensamiento
han surgido desde la relación que los comentaristas
establecieron con los grandes textos de la historia del pensamiento. Ya
en la antigüedad clásica, importantes escuelas de
pensadores estructuraron algunas de sus más personales
aportaciones en torno a los
comentarios de los grandes textos de Platón y
Aristóteles. Y en la edad media, la
tradición de la gran escolástica no puede
comprenderse sin esa peculiar actividad que consiste en comentar
los textos de los grandes clásicos. Una gran parte de la
filosofía de santo Tomás de
Aquino puede considerarse como un gran comentario original a
ciertos planteamientos de Aristóteles. Y la
filosofía escolástica medieval llevó las
técnicas de comentarios de texto a niveles
de gran importancia.
Parece evidente que el comentario de
texto en filosofía tiene una raíz clara en la
importancia que la filosofía otorga siempre al
análisis del lenguaje y en la posibilidad de interpretación de un texto. Ambas
perspectivas han tenido una especial relevancia en la
filosofía del siglo XX, con el desarrollo de
la filosofía del lenguaje (o filosofía
analítica) y con la renovada atención que ha recibido la
filosofía hermenéutica o teoría
filosófica de la interpretación.
Pero el comentario de texto en
filosofía parte de un principio obvio: la relevancia del
texto escrito sobre la palabra. Esta perspectiva es criticada,
desde supuestos originales, por la teoría de la
desconstrucción, diseñada en la actualidad por el
filósofo francés Jacques Derrida. Piensa
éste que no es posible seguir concediendo la
primacía habitual a la actividad de la escritura y al
discurso
escrito, que es el objeto de un comentario de texto en
filosofía. Frente a ello, es necesario rescatar el
fenómeno originario de la actividad filosófica, y
éste se encuentra no en la palabra escrita, sino en la voz
misma, en el mismo acto de expresión, que no debe
limitarse sólo a la escritura. Con una originalidad muy
polémica, Derrida desarrolla una técnica de
desconstrucción, que pretende restituir el valor
fundamental del texto, eliminando muchas de las cadenas en que el
discurso escrito encierra a la reflexión
filosófica.
Comentar un texto es, para Derrida,
desconstruir su sentido y encontrar el fenómeno esencial
que le ha dado origen. Así pues, hermenéutica,
filosofía analítica y desconstrucción son
tres perspectivas renovadas en el siglo XX, que hacen posible
valorar, desde una nueva dimensión, el problema del
comentario de texto en filosofía. Un problema que, como
parece evidente, se encuentra unido a la relevancia del lenguaje
como modo de expresión del pensamiento, al tiempo que
destaca el valor de la gran tradición y de los grandes
clásicos en la historia de la filosofía.
En este artículo se analizarán
algunos elementos esenciales que conforman la metodología del comentario de texto en
filosofía. De acuerdo con esta perspectiva, se
estudiarán tres momentos esenciales que deben estar
presentes en todo comentario de texto. En primer lugar, se
plantearán los presupuestos
iniciales desde los que puede realizarse un comentario de texto
filosófico. En segundo lugar, se mostrarán algunos
de los momentos metodológicos más relevantes del
comentario de texto. Por último, se describirá
cómo la realización de un comentario de texto puede
servir para la creación de un discurso
personal.
Presupuestos del comentario de un texto
filosófico
Antes de abordar la metodología
propia de un comentario de texto, es posible distinguir tres
presupuestos generales que pueden orientar diversas formas de
realizar un comentario de texto.
Un comentario de texto supone, en primer
lugar, una serie de "enfrentamientos" que realiza quien desee
realizar el comentario con el texto que es objeto de su
atención. Así, puede hablarse de un
"enfrentamiento" con el autor del texto; o bien, de la
relación que se establece entre el comentarista y los
problemas que se dirimen en el texto (o con los intentos de
solución que se dan a esos problemas en el texto). Pero
también pueden considerarse los enfrentamientos del
comentarista con la época de la historia de la
filosofía a la que pertenece el texto. O, finalmente, el
"enfrentamiento" del comentarista con la escuela de
pensamiento o la corriente filosófica en la que se
encuentra inserto el texto a considerar.
En algunas ocasiones, un comentario de texto
ofrece la posibilidad de que el comentarista exponga su propio
pensamiento, considerando el texto como un motivo para el
análisis que es completado con un discurso personal, aun
cuando este discurso deba estar adecuadamente relacionado con el
texto original.
En tercer y último lugar, un
comentario de texto puede estructurarse como un trabajo
"filológico" o "filosófico". Es decir, que se
limite a un comentario de carácter literal o que sirva
para elaborar un discurso más amplio (en el caso de un
comentario filosófico). Esta distinción, muy
importante a lo largo de la historia de la filosofía,
supone claras diferencias de metodología y de alcance en
el análisis de texto y su estructura lingüística o conceptual.
Tras estas tres perspectivas
introductorias se encuentran incluidas diferentes perspectivas
conceptuales de gran importancia en la historia de la
filosofía y que, en cierto modo, ha calificado
épocas enteras en la historia del pensamiento. Tratarlas
de un modo más detenido se encuentra, obviamente, fuera
del alcance de este artículo. Pero conviene dejar
constancia, desde un primer momento, de la relevancia de las
mismas.
Principales momentos de un comentario de
texto
Deben citarse en primera instancia,
siempre a modo de sugerencia, distintos elementos que componen la
elaboración de un comentario de texto. Se trata, en
realidad, de una enumeración de tareas que deben ser
completadas, en mayor o menor grado, cuando se desea elaborar un
comentario de texto adecuado. Debe advertirse que todas ellas
admiten variaciones en intensidad, pero su conjunto permite
ofrecer un panorama suficiente de los momentos esenciales de un
comentario de texto.
Lectura pausada y detenida
Pese a que parezca obvio,
éste es un elemento de carácter fundamental que no
siempre se cumple con regularidad, y que exige un esfuerzo
importante de atención crítica. En muchos casos, esta lectura
exige ser repetida según sea la dificultad del texto en
cuestión y la familiaridad que el comentarista posea con
el contenido del texto a analizar.
Determinación de las partes
fundamentales
Este momento exige dividir y estructurar
el texto en conjuntos
claros de cuestiones y de argumentos. En un comentario es muy
importante destacar con claridad la estructura conceptual que se
encuentra presente en el texto analizado, al mismo tiempo que se
detectan y subrayan con claridad suficiente las distintas partes
de la argumentación, siguiendo la misma secuencia que
ésta posee en el texto. Muchas veces resulta útil
separar las distintas unidades que componen el texto, de modo que
éstas puedan ser analizadas de forma aislada e
independiente, antes de reintegrarlas a la unidad de conjunto de
la que forman parte. Este análisis del texto desde el
punto de vista de su arquitectura
conceptual es muy importante: en él debe invertirse cuanto
tiempo sea necesario, ya que proporciona la necesaria
familiarización con el texto antes de escribir el
comentario exigido.
Orientación acerca del tipo de
comentario
Una vez analizada la estructura del
texto, será preciso tomar una opción sobre el modo
de desarrollo del comentario. En algunos casos, se dictan una
serie de cuestiones o normas que pueden
dirigir el comentario, en cuyo caso seguir estas pautas parece
ser el objetivo necesario. Pero en otras ocasiones, esto no
ocurre así. Por ello, es necesario decidir, desde un
primer momento, si se va a realizar un comentario
filológico, un estudio del autor del texto, un
análisis de los problemas que aparecen en el texto, o bien
una combinación de diferentes perspectivas de
análisis. En cualquier caso, es muy importante mantener
una unidad de interpretación a lo largo del trabajo. Y
siempre parece conveniente elaborar un breve guión o
esquema del comentario que vaya a realizarse, como consecuencia
de la decisión adoptada.
Reconstrucción del
significado
En este momento del comentario, se
trata de reconstruir el significado que puede poseer el texto
para ser leído y analizado en la actualidad. Es
éste un aspecto fundamental del proceso
hermenéutico que se encuentra en la base de toda verdadera
interpretación textual, y que siempre debe sustentar las
tareas de un comentario de texto. Esta tarea puede realizarse de
modos diferentes y exige conocer adecuadamente los rasgos
formales del texto, su arquitectura conceptual, los rasgos del
autor del texto y, en cierto modo, la situación y los
intereses filosóficos contemporáneos. En realidad,
constituye una introducción al comentario que va a
redactarse y un preámbulo esencial para relacionar el
texto con la situación del lector o del intérprete
en la actualidad.
Análisis de la estructura
problemática
Aquí deberá abordarse la textura
de problemas, hipótesis, sugerencias y soluciones que
presenta el texto. Para llevar a cabo esta tarea, puede ser
interesante seguir los momentos siguientes:
•Análisis de la formulación que el
autor del texto hace de los problemas que enuncia
explícitamente.
•Estudio de la relación de los problemas
presentados en el texto con otros temas o problemas abordados en
otras obras del autor del texto, reconstruyendo de este modo
parte del universo
conceptual que el autor posee.
•Establecer relaciones del problema o problemas
presentes en el texto con otros autores de la historia de la
filosofía, elaborando bases para un análisis
diacrónico del contenido problemático del
texto.
•Análisis de la relación que pueda
mantener el problema (o problemas) analizado con otros problemas
semejantes en diferentes áreas de la filosofía,
intente aportar nuevos elementos críticos y perspectivas
fundamentadas para realizar una lectura conceptualmente relevante
del texto.
En este "análisis problemático"
debe invertirse un serio y riguroso esfuerzo. Es obvio que esta
parte del comentario exige manejar (al menos desde un nivel
introductorio) un cierto acopio de información acerca del autor del texto, los
problemas que plantea y las relaciones en torno a su figura que
puedan plantearse en la historia de la
filosofía.
Estudio de los términos fundamentales del
texto
El análisis de la terminología
filosófica posee una gran importancia en la
elaboración de un comentario de texto y ha dado lugar a
numerosas discusiones. Interesa indicar que se trata de incidir
en la importancia conceptual de los términos más
relevantes, así como de analizar la historia de su
formación y de sus diferentes usos (tanto por el autor del
texto como por parte de otros autores u otras épocas
diferentes). Cabe decir que, aun cuando un riguroso
análisis terminológico puede constituir motivo
suficiente para un trabajo más amplio, siempre debe formar
parte de un comentario de texto riguroso.
Investigación bibliográfica sobre el
texto y sus problemas esenciales
Este es un complemento que parece
necesario indicar y que, muchas veces, es exigido en un completo
comentario de texto. Ahora bien, toda obra reseñada debe
estar acompañada de un comentario que explique su
relación con el texto analizado. De hecho, este
complemento bibliográfico contribuye a destacar la
relevancia de cuanto el texto sugiere, y a proponer nuevos
caminos de estudio que el mismo texto puede abrir.
Elaboración de un comentario crítico
de conjunto
En esta parte del comentario, se
realiza la valoración personal (siempre en forma de
argumentación debidamente fundamentada) del texto
analizado en su conjunto o de alguna parte del mismo. Para
redactar esta valoración pueden utilizarse diferentes
tipos de material, siempre que se haga una referencia
explícita a los contenidos del texto. Pues, en cualquier
caso, esta valoración exige realizar una aportación
personal y supone una adecuada "apropiación"
crítica del contenido del texto (y cuanto el texto
representa) por parte del comentarista.
El texto como motivo para desarrollar un discurso
personal
Como ya hemos indicado, una forma posible
de realizar el comentario de texto es la de considerar
éste como un "pretexto" para la elaboración de un
discurso filosófico más personal. En este caso, el
texto constituye una fuente de inspiración (siempre con un
carácter crítico) para elaborar una serie de
argumentos propios en torno a cuanto el texto sugiere. Desde esta
perspectiva, se margina, de alguna manera, la materialidad del
texto y se destaca el interés
que poseen los problemas o los términos que aparecen en el
texto como elementos desde donde realizar una
reflexión.
Pero el discurso personal que se elabore
debe evitar el fárrago o la falta de rigor argumentativo.
Para llevarlo a cabo es necesario establecer un riguroso
análisis conceptual del texto, con la finalidad de
delimitar las distintas "unidades" problemáticas que
constituirán la base del discurso más personal, que
se desee establecer. Obviamente, en este tipo de trabajo pueden
incluirse algunos de los elementos que se han propuesto
anteriormente. Pero siempre debe tenerse en cuenta que debe
poseer un necesario rigor de orden, deducción lógica
y coherencia argumentativa. Este tipo de comentario, más
libre, supone en realidad redactar una breve monografía
que se encuentra motivada por cuanto el texto plantea y que es,
en sí misma, un acto de creación conceptual que
debe ser riguroso.
CRÍTICA LITERARIA
Introducción
Crítica
literaria, análisis, interpretación y
evaluación de las obras literarias a la
luz de unos
patrones existentes o con el fin de crear otros nuevos. La
crítica teórica es el estudio de los principios por
los que se rigen la narrativa, la poesía
y el teatro y su
objetivo es definir la naturaleza particular de la literatura. La
crítica práctica es el triple acto de leer y
experimentar la obra literaria, emitir un juicio sobre su valor e
interpretar su significado.
Antigüedad clásica
Se puede afirmar que la crítica
literaria en Occidente comenzó en el siglo IV a.C. con
los filósofos griegos. Platón
afirmaba en La
república que los poetas recibían la
inspiración divina, aunque la poesía no era sino
una mera imitación del mundo real, transitorio y por ende
incierto. Aristóteles, por su parte, defendía en su
Poética que la poesía no es simplemente
imitación del mundo real, sino más bien un arte creativo que
representa lo universal en la experiencia humana. El poeta romano
Horacio recomendaba la imitación de los modelos
clásicos en su Arte poética (siglo I a.C.),
convencido de que la función de la poesía era
agradar e instruir. Otra importante obra crítica latina es
Sobre lo sublime (siglo I d.C.), atribuida a Longino, un ensayo que
hace hincapié en los métodos
retóricos (ver Retórica) que permiten a la
poesía alcanzar lo sublime.
Edad media y renacimiento
La obra poética de Dante,
además de sus escritos sobre el uso de la lengua
vernácula, De vulgari eloquentia (1304-1305), ha influido
enormemente en la crítica literaria hasta nuestros
días. El humanista y lingüista español
Francisco Sánchez de las Brozas (1523-1601), El Brocense,
desarrolló una intensa labor crítica con tan clara
conciencia como
la de Dante. Realizó un gran trabajo de investigación sobre los autores
clásicos (Ovidio y Virgilio) e incluso sobre poetas
más cercanos como Juan de Mena. La mayor parte de la
crítica escrita desde la edad media insistía en que
la literatura ha de ser "apasionada y viva" en su
expresión de verdades morales y filosóficas. En su
Defensa de la poesía (1595), la obra crítica
más importante del renacimiento
inglés,
el poeta de la corte Philip Sidney se proponía defender la
literatura poética, tachada de inmoral y licenciosa por
los puritanos.
El neoclasicismo
El movimiento cultural que floreció
aproximadamente entre mediados del siglo XVIII y el nacimiento
del romanticismo, a
comienzos del siglo XIX, se conoce como. El término
neoclásico tiene su origen en las convicciones
manifestadas por los principales críticos y poetas de la
época, para quienes la teoría y la práctica
literaria debían seguir los modelos establecidos por los
principales escritores griegos y romanos. Dicho de otro modo, que
los escritores habían de centrarse en determinados modelos
y no en características individuales; integrarse en la
naturaleza a través de una aspiración de orden y
regularidad; y respetar rigurosamente el tiempo, el espacio y la
acción de la composición dramática. La
fundación de las Reales Academias en España es
un ejemplo de la clara conciencia crítica e
historiográfica del momento.
En el siglo XVIII la crítica
abandona los sistemas que racionalizaban en exceso la lectura de
las obras y aconseja a los escritores sobre problemas
particulares de elecciones lingüísticas o
estilísticas, al margen de un sistema teórico
general. Dignos de mención en este sentido son los
estudios de Moratín sobre el antiguo teatro español
y la antología de Antonio de Capmany, que culminó
su obra teórica en la Filosofía de la
elocuencia.
El período romántico
La principal diferencia entre el neoclasicismo
y el romanticismo reside en su interpretación de lo que
significa seguir a la naturaleza, lo que supone una
elaboración teórica sobre el término. Es
época de debates y discusiones como la que se
suscitó entre Nicolas Böhl de Faber y José
Joaquín de Mora sobre el romanticismo. Una de las
aportaciones más significativas a la crítica del
periodo romántico fue el Laocoonte (1766) del dramaturgo y
crítico alemán Gotthold Ephraim Lessing, que
estableció la diferencia fundamental entre arte visual y
arte literario.
El romanticismo llegó a
Sudamérica con el argentino Esteban Echeverría.
Exponentes de las nuevas ideas fueron el argentino Domingo
Faustino Sarmiento con Facundo, civilización y barbarie
(1845); el mexicano José María Luis Mora, con
México y
sus revoluciones (1836); el chileno Francisco Bilbao, con La
América
en peligro (1862); o el ecuatoriano Juan Montalvo, luchador
infatigable contra todas las tiranías, en sus Catilinarias
(1880-1882). Estos ideales encontraron en las obras literarias de
la época su mejor medio de difusión.
El siglo XIX: realismo y
naturalismo
Durante la segunda mitad del siglo XIX el
realismo dominó la crítica y la literatura en
Europa y Estados Unidos.
Este movimiento se proponía describir o representar la
realidad con un máximo de detalle y un mínimo de
subjetividad. Los críticos franceses Charles Augustin
Sainte-Beuve y Hippolyte Taine hicieron especial hincapié
en la historia de la literatura. Taine afirmaba que "los grandes
monumentos literarios nos permiten conocer cómo pensaban y
sentían los hombres y mujeres hace cientos de
años". La teoría literaria del movimiento
romántico en Estados Unidos encuentra su expresión
en el ensayo de
Ralph Waldo Emerson El poeta (1844) y las conferencias de
Edgar Allan
Poe sobre El principio poético (publicadas
póstumamente en 1850). Hacia finales del siglo XIX el
movimiento realista evoluciona hacia el naturalismo expresado en
las obras de Émile Zola, cuya influencia se deja sentir en
los principales autores de la época. En su ensayo
crítico titulado La novela
experimental (1880), Zola sugiere que es preciso considerar al
individuo como
una criatura que carece de libre albedrío y forma parte de
una naturaleza regida por leyes
científicas. Emilia Pardo Bazán, en La
cuestión palpitante, también analizó el
movimiento naturalista y afirmó con vehemencia que ella no
pertenecía a ese movimiento. Clarín, Pérez
Galdós y Juan Valera también destacaron por sus
críticas literarias. Dentro de la crítica literaria
se distinguen en España la tendencia
historiográfica, liderada por Menéndez y Pelayo,
que reflexiona sobre la literatura en sus aspectos
estéticos, históricos, sociales y civiles; y la
corriente filológica, encabezada por Menéndez
Pidal, que, sin abandonar el contexto histórico, recupera
el estudio de las "fuentes
textuales" o los géneros
literarios.
En América latina esta
época coincide con el triunfo generalizado del positivismo,
que impregna el pensamiento, la política, la ciencia y
la literatura, bajo la consigna de "orden y progreso",
favorecedores de la evolución natural y positiva. El cubano
Enrique José Barona escribió Estudios literarios y
filosóficos (1883), a los que seguirían Continente
enfermo (1899), del venezolano César Zumeta; Nuestra
América (1903) del argentino Carlos Octavio Bunge o Fe en
la ciencia y el
progreso (1913) del boliviano Alcides Arguedas, máximos
representantes del darwinismo social aplicado a la realidad
cultural.
La crítica en el siglo XX
Las teorías de Karl Marx y Sigmund Freud
tuvieron un enorme impacto en la crítica y la literatura del
siglo XX. Uno de los más grandes teóricos
marxistas de la modernidad, el
húngaro György Lukács, concebía la
creación literaria como un eficaz vehículo de
conocimiento
cuando es capaz de reflejar la realidad del mundo al margen del
sujeto: las estructuras económicas y sociales, las
diferencias de clase y la
manipulación del medio natural por parte del hombre. El
Círculo Lingüístico de Praga elabora en 1929,
en sus Tesis, un
modelo de
literatura concebida como sistema de distintas funciones
lingüísticas. Este enriquecimiento será
aprovechado tanto por la nueva crítica estadounidense de
1940, como por el estructuralismo francés de 1950 y 1960. La
nueva crítica parte de las teorías desarrolladas
por el filósofo alemán Immanuel Kant. En su
Crítica del juicio (1790), Kant defendía que el
poema representa una realidad diferente de la de la prosa
lógica. Los nuevos críticos no mostraban
interés por el contexto histórico de la obra o los
detalles biográficos de su autor. Su técnica
consistía más bien en descubrir, mediante un
profundo análisis de la estructura y las imágenes,
los recursos capaces de expresar el significado concreto de la
obra literaria. Los estructuralistas conciben la lengua y la
cultura como
un sistema inmutable de estructuras básicas, se concentran
en los pequeños detalles estilísticos y niegan la
importancia del autor. Uno de los principales representantes de
esta tendencia fue Roland Barthes, quien concebía la
crítica como una "lengua secundaria" que funciona como un
"comentario aplicado a la lengua primaria" o, lo que es lo mismo,
el lenguaje
universal del arte.
La crítica del siglo XX
responde a las exigencias de una nueva sensibilidad formal
íntimamente relacionada con las vanguardias
históricas de Europa. Esta influencia se deja sentir en
las reflexiones críticas del modernismo
español, desde Unamuno y Azorín a Juan Ramón
Jiménez. A mediados del siglo XX surge un movimiento
dispuesto a delimitar tanto la esencia de la obra como su
lenguaje específico, y que antepone el valor
artístico de la obra a los aspectos sociales,
económicos, políticos e incluso éticos. Esta
corriente queda ejemplificada en la obra de Alfonso Reyes, Amado
Alonso y Dámaso Alonso. Otra importante tendencia en el
ámbito hispánico es la representada por
Américo Castro y José Antonio Maravall, quienes
conciben la obra literaria como un hecho integrado en unas
corrientes culturales y vivenciales.
Hacia mediados del siglo XX el existencialismo filosófico propicia un
nuevo acercamiento a la obra literaria basado en el valor
específico de la existencia humana individual. Otras
tendencias destacables en la crítica literaria más
reciente son la semiótica (el estudio de los signos y los
símbolos), la hermenéutica (o
ciencia de la interpretación), la teoría
psicoanalítica desarrollada por Freud y Carl
Gustav Jung, que considera la obra literaria como reflejo de las
imágenes primordiales presentes en el "inconsciente
colectivo" de la especie humana, y el feminismo.
Otro importante crítico francés,
Jacques Derrida, enunció la contrateoría conocida
como desconstrucción. En opinión de Derrida, los
textos escritos aluden más a otros textos que a una
realidad central y claramente definida. De este modo, un
análisis profundo de su lenguaje revela las
ambigüedades esenciales del significado. Cabe mencionar
además al crítico estadounidense Harold Bloom, cuya
obra La ansiedad de la influencia: Una teoría de la
poesía (1973) demuestra que los escritores intentan
superar la influencia del pasado mediante un proceso que el autor
describe como lectura creativa del texto.
Análisis de contenido
Análisis de contenido es la técnica de
investigación empírica elaborada en el
ámbito de la
comunicación de masas. Su origen está ligado a
la difusión de la prensa en la
década de 1920 y a la apoteosis de las técnicas de
propaganda
durante las dos guerras
mundiales. En aquel periodo, la investigación
social se dio cuenta de la necesidad de contar con un
método
de análisis de los contenidos informativos y de la
propaganda política que garantizara la absoluta
objetividad de los resultados. La finalidad del análisis
del contenido es, según la definición del
sociólogo estadounidense Bernard Berelson, "proporcionar
una descripción objetiva, cuantitativa y
sistemática del contenido manifiesto de la comunicación".
El procedimiento
consiste en la descomposición de la unidad comunicativa
(artículo de periódico,
fragmento de una conversación, mensaje publicitario,
programa
televisivo o película) en elementos cada vez más
simples, individualizados por medio de criterios
sistemáticos y empíricamente verificables. Esos
elementos se clasifican según categorías
representativas del tema elegido, las cuales se convierten a su
vez en variables que
se someten a cálculo.
Se obtiene así un cuadro de los elementos léxicos
que predominan en el texto dado, cuyas frecuencias y relaciones
recíprocas, valoradas estadísticamente, permiten
evidenciar el contenido explícito de cualquier forma de
comunicación.
Las críticas que recibe esta técnica de
investigación se centran, sobre todo, en su modo de
individualizar las categorías descriptivas e
interpretativas, que para el analista del contenido se pueden
establecer a priori, mientras que para el semiólogo, por
ejemplo, derivan de las relaciones internas que se producen entre
los elementos constitutivos del texto mismo. Por otro lado, el
interés por el contenido manifiesto de la
comunicación excluye variables importantes, como los
aspectos no verbales, el contexto en el que se produce el
intercambio comunicativo, el trabajo de
descodificación del receptor, etcétera. En los
últimos años, las técnicas de
investigación han alcanzado un gran desarrollo y se han
perfeccionado gracias a los avances del software, usando programas que
permiten utilizar categorías descriptivas mucho más
complejas, capaces de considerar y valorar los aspectos
lingüísticos y las relaciones del texto
analizado.
MANUAL DE CRÍTICA
LITERARIA
En cuanto a los géneros literarios, la
única diferencia entre novela y cuento
está en la manera de tratar y plantear las situaciones, y
no en la aseveración de que la novela narra una
acción en forma prolongada y detallada, y en el cuento la
acción está reducida a límites
estrictos y menudos. Antes que definir los géneros
literarios hay que profundizarlos. En Cien años
de Soledad y Ulises se mezcla la narrativa, la poética
y otros géneros.
Respecto al narrador, en la novela, cuento, epopeya,
historia biográfica y ensayos se
encuentran los narradores. Narrador cuenta cómo,
cuándo y dónde transcurre una acción,
señalando los participantes y las circunstancias en que se
produce. El narrador no es el autor, es un elemento más de
la obra literaria. La situación espacial es definitivo
para determinar niveles de puntos de vista que adopta. La
definición de la posición ideológica del
narrador es importante para colegir el desenvolvimiento de la
narración y la manera como el narrador va a observar y
contar las actividades de los personajes y las circunstancias que
viven. El narrador no puede ser juzgado por su posición
ideológica. La visión del narrador o narradores
varía mucho, debido a sus cosmovisiones y
edades.
La novela tradicional tiene un narrador en tercera
persona. Los narradores en tercera persona toman distancia sobre
lo narrado, y es un narrador impersonal. En la epopeya, el
narrador toma gran distancia del hecho narrado, y es en tercera
persona. En el cuento no toma mucha distancia. En la novela puede
haber cualquier clase de narrador. El espacio a veces es
importante y a veces no. Las obras narrativas son una
expresión de los problemas de su tiempo. Para los autores
del siglo XIX lo difícil era el dominio del
espacio; para los del XX es el tiempo. Los del XIX lo primero que
hacían visible era el espacio. El espacio puede ser
amplio, reducido, de referencia, de concepto,
único y variado. En "La Poética", de
Aristóteles, se exigía acción, espacio y
tiempo. En la epopeya, el espacio siempre será amplio; en
el cuento, reducido; en la novela, cualquiera. Con
relación al tiempo, lo hay cronológico, gramatical
y ambiental. En cuanto a la estructura externa, parte de
identificar el narrador, detectar y clasificar el tiempo y el
espacio, e interrelacionar espacio, tiempo y narración
dentro del contexto general.
Respecto a la estructura interna, los elementos que a
partir de la estructura externa permiten conocer lo que se cuenta
en una narración y cómo se cuenta, integran la
llamada estructura interna. La tensión es uno de esos
elementos. Consiste la tensión en el uso de los elementos
desconocidos en la acción y su clasificación
depende de la manera como ellos sean entregados a lo largo de la
obra. Si la tensión es importante, también lo es la
profundización. La acción es todo lo que ocurre
dentro de una obra narrativa y que implique movimiento. La
acción está constituida por las situaciones y el
conflicto. Las
situaciones son aquellas circunstancias que rodean la
acción, permitiendo ser agrupadas por su homogeneidad. Los
conflictos
terminan siendo aclaratorios de un proceso, del carácter
de los actuantes en una situación y de las implicaciones
que toda obra pueda llevar. No puede haber un conflicto sin que
se plantee primero una situación, pero pueden darse
situaciones sin conflicto.
En la novela las situaciones son múltiples; en el
cuento, sólo una. Todos los elementos del cuento deben
confluir hacia la situación. La diferencia entre novela y
cuento radica en que el cuento es más corto por
consecuencia a diferencia en el manejo de las situaciones. En
cuanto a personajes, los encontramos a nivel sicológico,
social, ideológico e histórico y
biográfico.
Escuelas críticas: textual
lingüístico, enfoque histórico y
biográfico, crítica moral y
filosófica, método tradicional, métodos
críticos formalistas, la semiología, la
crítica sicológica, la crítica
arquetípica, la crítica temática y la
crítica marxista.
El enfoque textual lingüístico es una
herramienta importante para el análisis literario. Busca
el texto íntegro y original y el significado correcto de
las palabras dentro de un contexto histórico. Se comparan
todas las ediciones de una obra. Es la escuela crítica de
los eruditos.
El enfoque histórico y biográfico ve en la
obra literaria un reflejo de la vida de la época de los
personajes. Busca el grado de compromiso de autor con la realidad
de su tiempo. Tiene dos variantes: crítica expresionista e
impresionista. Según la primera, la literatura es una
fuente de singular conocimiento, originada en la
imaginación del autor. La otra se concentra en lo que el
crítico siente ante la obra. Este análisis lo
requieren las obras históricas o las comprometidas con el
nivel crítico de una sociedad.
La crítica moral y filosófica tiene su
origen en la antigua Grecia. Para
Platón, su medida está en el servicio a la
moralidad y al
utilitarismo. Para Horacio, era el deleite y la
instrucción. La función más importante de la
literatura es enseñar la moral, a
veces con orientación religiosa o filosófica. La
forma, el lenguaje figurado y las consideraciones
estéticas son secundarias. Lo importante es la enseñanza moral y
filosófica.
El método tradicional es la conjunción de
los métodos anteriores, que pretenden alcanzar el
significado total de una obra literaria. Existe división
entre forma y contenido. Los métodos críticos
formales se centran en la forma de la obra, y tienen como meta
encontrar la clave de la estructura y del significado de la obra
literaria. Se interesa ya saber ¿qué es la obra
literaria?, ¿cuál es su forma?, ¿cuál
es su efecto y cómo surgen éstos? Los detalles
sociológicos e históricos no son tan importantes.
Posibilita la comprensión y el significado. Los
formalistas han evolucionado a la semiología. Dan
importancia a la función que el lenguaje cumple en la
formulación de su estructura. El lenguaje es la
solución máxima de los problemas del arte y de la
obra literaria. La relación entre significado y
significante es arbitraria por razones
socioculturales.
La crítica sicológica o
psicoanalítica pretende interpretar la obra literaria como
producto de
las claves profundas y los misterios
simbólicos de su estructura, analizados con base al
comportamiento
de la psiquis del hombre. Tiende a ser experimental y a
diagnosticar.
La crítica arquetípica pretende encontrar
la relación entre el arte literario y alguna cuerda muy
profunda de la naturaleza
humana. Se preocupa por investigar aquellos productos
misteriosos, construidos dentro de ciertas formas literarias, que
despiertan con una fuerza casi
pavorosa relaciones
humanas dramáticas y universales. Se base en
conocimientos mitológicos. Tiende a ser especulativa y
filosófica, mostrando afinidades con la religión, la antropología y la historia cultural… el
procedimiento de esta crítica implica que las formas
artísticas no son más que la repetición de
elementos descubiertos por la cultura clásica occidental y
que el hombre,
hecho por y para ella, no hace sino solamente recrearlos en el
arte.
La crítica temática pretende analizar la
obra a través del manejo constante de un tema determinado,
muchas veces explícito, otras implícito.
La crítica marxista pretende el análisis
de la obra literaria a partir del realce de uno de los elementos
de ellas, el teme social, a través del estudio de la
relación trabajo-producción-clases
sociales… pretende buscar una explicación de todos
los elementos de la obra de arte desde el ángulo de las
relaciones y contradicciones que aparecen por la lucha de clases
o por la categorización dentro de la pirámide
social que implican estas mismas clases. Tiene dos tendencias:
realismo socialista, de George Luckás, y realismo
comprometido o revolucionario, de Mao.
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Autor:
Luis Ángel Ríos
Perea
2007
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