Costumbres ante la muerte en las diferentes Religiones y países de Latinoamérica
Introducción
Desde siglos atrás se cree que en el diario de
vivir, la muerte no
tiene solución y esta es una forma de pensar que nos hace
sentir un gran temor hacia la muerte.
Ciertos rasgos del concepto de
muerte le otorgan universalidad y, entre ellos, existen algunos
que han trascendido en el tiempo y el
espacio. Entre los rasgos universales del concepto de muerte
están la suspensión definitiva de la respiración y de la función
del corazón y
la destrucción paulatina del cuerpo hasta la
desaparición física definitiva.
Pero a estos criterios tradicionales se han sumado nuevos
elementos relacionados con la función del cerebro,
cerebelo, tallo y bulbo. (1)
Existen tres grandes tendencias o escuelas en la
definición de la muerte en el hombre,
según bases neurológicas: aquellas que se refieren
a la pérdida de atributos esenciales que identifican la
naturaleza
humana (2), las que se refieren a la pérdida de la
integración del organismo como un todo (3)
y las que tratan de definir la porción del encéfalo
que debe perder irreversiblemente sus funciones para
que una persona pueda
declararse fallecida. (4, 5, 6, 7, 8)
En Cuba se han
establecido nuevos criterios de muerte (9), entre los que se
encuentran: coma arreactivo, ausencia de reflejos integrados en
el tronco encefálico, prueba de atropina negativa,
silencio eléctrico cerebral, apnea comprobada,
etc.
La muerte es un hecho cotidiano, implícito a la
vida y posiblemente la única certeza que tiene el ser
humano. A pesar de esto, la idea de la muerte queda relegada,
apartada e incluso es eludida por la mayoría de las
personas, constituyéndose como tabú el solo
mencionarla. Esto provoca que su presencia nos llene de miedo,
dolor y sufrimiento al no saber como tratarla, ni estar
preparados para asumirla con naturalidad. Debido a la cultura en la
que vivimos que oculta y evita hablar de ella, es concebida en el
fondo como un fracaso: personal,
biológico, médico y/o tecnológico; y junto a
la preocupación y el miedo que hay tras la muerte es donde
aparece la religión, generadora
de esperanza ante el gran misterio de la vida: la MUERTE.
El miedo a morir se confunde con el propio miedo a vivir, a
enfermarse, a los sufrimientos, a la vez; pero el miedo a la
muerte tiene como punto de referencia el temor al no ser y a la
duda del por qué ser ahora y no ser después: que
sentido tiene ser si algún día dejará de
ser. Morir supone el temor a la no existencia; todo lo
desconocido produce temor, pero, si además es irreversible
y representa la imposibilidad de retorno, es lógico que se
produzca miedo.
Trabajar este tema requiere un aprendizaje.
Aprendizaje que se debe producir a lo largo de toda la vida. Por
ello debemos incidir más en la idea de la muerte propia
como ese hecho universal que va a ocurrir inevitablemente,
(estemos preparados o no), y que repercutirá en cada
persona de forma singular, y única. No hay dos muertes
iguales, al igual que no hay dos vidas idénticas. Estamos
convencidos que prepararnos para morir, llena de paz nuestras
vidas, hace que relativicemos las pérdidas y fracasos y
disfrutemos más el momento presente.
Ya estemos considerando el morir como el punto final o
como el tránsito a otra cosa, esto despierta miedo,
sentimientos de posibles sufrimientos o de soledad y desamparo.
En torno al
después se agrega el miedo a lo desconocido. Los que
tienen la creencia de un cielo o el encuentro con Dios y los
seres queridos (Católicos y musulmanes), o
en la existencia de nuevas vidas o reencarnaciones (budistas e
hinduistas); ponen mucha atención en el cuidado de estos
conceptos.
Pero ya estemos trabajando con la idea de la muerte como
final, como el principio de una nueva vida o iluminación, o como no- existencia,
ubicamos el centro del enfoque en la vida, es decir, el trabajar
la muerte como algo inherente y necesario de la vida que deviene
en valorizar el tiempo a vivir.
La idea de la muerte ha sido abordada desde distintas
disciplinas: Filosofía, Antropología, Medicina,
Psicología, entre otras, que enfocan el
quehacer del hombre, y
encontramos que la muerte al igual que la vida está
condicionada por factores biológicos, psicológicos
y socioculturales. Si bien es una inquietud que aparece en
cualquier momento de la vida, basta toparnos con la muerte
más o menos de cerca, para que la idea se vuelva
movilizante pero siempre en estos casos, esclaro que la muerte es
de otros, es ajena.
Las actitudes
frente a la idea de la muerte han ido variando a través
del tiempo y de las distintas sociedades y
culturas, lo que imprime un sello único; esto viene dado
en gran medida por la historia personal en cuanto
a las perdidas vividas y forma de elaborar duelos frente a las
mismas.
La actitud que
cada cual adopte ante la muerte dependerá ciertamente de
las creencias religiosas o agnósticas, de la
concepción filosófica, así como de la
capacidad para enfrentarnos con la realidad de la vida o con la
realidad o no de la muerte.
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