Algunos consideran que muchos de estos pecados pueden ser
resultado de propensiones virtuosas llevadas al extremo.
Desde la perspectiva de la selección natural, se
espera que el organismo coma y se reproduzca, por esa
razón hizo esas actividades tan placenteras. Aunque
siempre con el potencial de exceder los límites impuestos
por la Naturaleza.
Obviamente, no existe un "centro del pecado en el cerebro"
como localización de lo diabólico o maligno, que,
por medio del ejercicio de la voluntad, fuéramos capaces
de apagar por el simple uso de la voluntad.
Sin embargo, con el advenimiento de técnicas de
imaginería que nos permiten vislumbrar el cerebro y sus
funciones, por lo menos, seremos capaces de adquirir alguna
perspectiva acerca de nuestros malos hábitos y de
dónde éstos se originan orgánicamente.
Ya que, con la ayuda de los procedimientos
neurocientíficos nuevos, ahora, podemos contemplar los
comportamientos malos de los demás y observarlos,
amén de juzgarlos.
La
lujuria
En los récords históricos del pecado, la
debilidad de la carne — la lujuria, la gula, y la pereza, —
se consideran ofensas secundarias, menos odiables y menos odiosas
que los pecados de la soberbia y la envidia.
Lo que resulta siendo buenas nuevas, porque estos pecados han
resultado excesivamente difícil para nosotros poder
suprimirlos.
En lo que respecta a la lujuria, las neuroimágines
confirman que las urgencias lascivas son muy poderosas.
Viendo pornografía estimula regiones cerebrales
asociadas con la recompensa, la interpretación sensorial y
el procesamiento visual.
Esta actividad recluta la amígdala, y el
hipotálamo, los que se involucran en la información
emocional.
Asimismo, estimula el estriado ventral del proceso de
recompensa, probablemente, debido a la naturaleza satisfactoria
de observar estímulos eróticos.
La característica más notable de la
técnica de neuroimagen de los estímulos sensuales,
es que éstos estimulan el cerebro como nada más en
el mundo parece hacerlo.
La gula
Las respuestas despertadas son tan
peculiares y distintivas que, dentro del contexto experimental,
es posible determinar si un hombre está siendo estimulado
sensualmente, con sólo visualizar su escáner en el
fMRI.
Los efectos son enormes, uno está
observando la diferencia que existe entre algo que despierta
lascivia intensa, y algo que no lo hace.
A todo esto, parece ser que la respuesta de
la mujer es menos pronunciada, mientras que aun nadie sabe la
razón para que así sea.
Si la lascivia es tan poderosa,
¿cómo será posible que pudiéramos
alcanzar su control?
Lo mismo que sucede con otros impulsos
intensos, nosotros tratamos de apagar su estimulación por
medio de las actividades del giro derecho superior frontal
anterior, y del giro derecho cingular anterior.
Estas áreas cerebrales, forman un
sistema auto-regulatorio consciente.
Esta red de conexiones nos provee con una
habilidad evolutiva sin precedentes. La de ser capaces de
controlar nuestros procesos neurales, una proeza que no ha sido
logrado por ninguna otra criatura viviente.
La gula
En la actualidad es muy difícil
imaginar el consumo excesivo de la comida como si éste
fuese algún pecado, considerando la evidencia apabullante
de que la fisiología juega un rol más importante
que el papel moral en el apetito y la indulgencia.
El trabajar no es mi
asunto…
Desde el 1999, en el Brookhaven
National Laboratory se ha determinado, por medio
escáneres de cerebros, que la obesidad y la
adicción a las drogas afectan los mismos circuitos
funcionales.
Estas vías neurales, que dependen
para su función en los efectos del neurotransmisor la
dopamina, se denominan simplemente como el "sistema de la
recompensa", pero éstas están asimismo involucradas
en las funciones de la atención, motivación, en
ejecutar decisiones, y en otras actividades complejas.
Los estudios han descubierto que, ambos,
los adictos a las drogas, y las personas obesas, son
generalmente, menos sensitivas a los efectos de recompensa de la
dopamina.
Ya estando relativamente inmune a las
señales de la motivación y placer, esto los hace
más propensos a procurar una sensación excitante
más intensa: más comida, azúcar, o
cocaína.
La estimulación excesiva asimismo,
insensibiliza aún más, las neuronas activadas por
la dopamina, y la compulsión de convierte en una urgencia
irreprimible.
En algunos de los experimentos los
investigadores les pidieron a los voluntarios que vinieran
hambrientos al laboratorio.
Entonces, para "atormentarlos" les pidieron
que describieran sus comidas favoritas en detalle excesivo,
mientras que proveniente de una cocina cercana se emitían
los aromas correspondientes.
Cuando estas personas fueron examinadas con
un PET escáner, los científicos pudieron presenciar
que las áreas de la motivación del cerebro se
encendían de una manera increíble.
La soberbia
Partes de la corteza orbital frontal, que
se implica en el proceso de hacer decisiones, también se
iluminarían.
La
soberbia
En los cerebros de las personas obesas, las
regiones que regulan la información sensorial de la boca y
la lengua son más activas, sugiriendo que ellas perciben
las sensaciones de comer de manera diferente que los
demás.
Mientras que el procesamiento sensorial
está elevado en muchos de estos sujetos, otras
investigaciones demuestran que su repuesta a las recompensas
está atenuada.
La corteza dorsolateral prefrontal (CPFdl)
y otras áreas envueltas en control inhibitorio aparecen
contenidas, y, mientras más gorda es la persona, mayor la
merma de actividad en esta región.
El exceso de comida,
reduce el control inhibitorio del cerebro: Por esa razón
las dietas son tan difíciles de
seguir…
Para los glotones, la neurociencia ofrece
absolución moral a sus flaquezas.
Después de todo, Santo Tomas de
Aquino aseveró, que un pecado debe de ser siempre un acto
voluntario, si no, no es un pecado.
Como el cerebro fue diseñado para
que comamos en exceso — cuando podamos hacerlo sin ponernos en
peligro de salud — para sobrevivir, esta propensión al
exceso está construida dentro de la estructura misma del
encéfalo.
Lo que para algunos es una forma de
consolación racionalizada.
La pereza
La pereza como tal, no puede calificar como
un verdadero pecado capital.
Nos ayuda saber que este fallo moral se
concibió originalmente como la acedia o apatía,
término que significa alienación y tedio, matizado
con auto-desprecio.
Hastío
La acedia afectaba monjes hastiados que
estaban hartos de la vida enclaustrada.
Su pecado era el alejamiento de sus
obligaciones monásticas a favor de placeres carnales y
personales.
Actualmente, la lasitud paralizante hoy se
percibe en la clínica como un síntoma de enfermedad
en lugar de fallo moral.
La apatía es a menudo un
síntoma clásico de la demencia
fronto-temporal.
En este trastorno neurodegenerativo, los
lóbulos frontales del cerebro se destruyen
progresivamente, causando cambios emocionales, sociales y
deterioro cognitivo.
Las víctimas de esta
condición se tornan progresivamente aisladas.
La tristeza y la apatía, asimismo
son hallazgos prominentes en las depresiones mayores.
En el caso de la demencia fronto-temporal,
los síntomas son causados por células moribundas o
muertas. En el caso de la depresión, la causa es
desconocida.
De manera interesante, la corteza
prefrontal dorsolateral demuestra un patrón de
activación peculiar a ambas condiciones.
En relación a su habilidad de
inhibir impulsos, esta región posee un rol sustancial en
mantener la atención por periodos extendidos que son
necesarios para la motivación.
La función anormal de esta
región, puede estar conectada al letargo que se asocia con
ambas condiciones.
Recíprocamente, la actividad de esta
área puede que mantenga un freno en emociones
negativas.
En algunos estudios, la depresión
mejoró con su estimulación.
Teólogos, en tiempos pasados,
concibieron la soberbia como la "reina fundamental de todos los
vicios". Así la definió el Papa Gregorio el Grande
quien codificó los siete pecados capitales.
Muchos psicólogos opinan que la
soberbia es una cualidad que es parte natural de la cultura
occidental.
La mayoría de nosotros nos
percibimos como si fuésemos más inteligentes,
más divertidos, más talentosos y más
atractivos que el promedio.
Este constituye el Efecto
Dunning-Kruger.
Esas opiniones abultadas son, a veces,
necesarias para mejorar la autoestima y para protegernos contra
la desesperanza.
Quienes se ven a sí mismos como en
la realidad lo son: mediocres, gordos, poco inteligentes, poseen
un chance mayor de ser diagnosticados con la depresión
simple.
Para los demás, toma menos esfuerzo
intelectual promoverse como siendo mejores de lo que son, que
pensar críticamente acerca de sus habilidades y
limitaciones.
Parece ser que la soberbia se procesa con
mayor prontitud por el cerebro que la humildad.
Sorprendentemente, la humildad enciende los
mismos centros del cerebro que activa la soberbia. Tal vez es
así, porque ambas son expresiones de la misma
acción, expresada como "falsa soberbia", cuando
ésta se disfraza como acatamiento.
La ira
A pesar de que existen una cantidad enorme
de candidatos para la investigación, la avaricia no ha
sido investigada exhaustivamente, aunque sí sabemos mucho
acerca de los sentimientos de furia de quienes han sido
engañados.
Un Dios iracundo
Nuestro odio hacia el engaño y hacia
quienes nos engañan es algo que corre muy profundamente en
nuestras mentes, aun, a veces, derrotando la razón y
nuestros mejores intereses.
En el laboratorio, los investigadores,
emplean una técnica conocida como "el juego del
ultimátum" para examinar nuestras respuestas a la
injusticia.
Uno de dos compañeros recibe una
suma de dinero diciéndole que él debe de ofrecer
una cantidad discrecional de este dinero a su colega.
Si el compañero rehúsa la
oferta, ninguno de los dos puede quedarse con dinero.
En base de lo racional, el compañero
debe aceptar cualquier no-cero oferta que se le haga, ya que
recibiendo algún dinero es mejor que no recibir
nada.
Pero, cegados por el sentido de lo que "es
justo", la mayoría de los voluntarios rehúsan toda
oferta menor de un 20% de la suma total.
Tiene sentido que seamos tan sensitivos a
ser engañados.
La supervivencia de los mamíferos
depende últimamente de la habilidad de formar nexos
sociales, y la justicia equitativa es un mensaje social de gran
importancia.
Tratamiento injusto puede constituir una
indicación importante de que no somos valorados dentro de
nuestro grupo, así que hay que estar en la
alerta.
En respuesta a ofertas injustas, el cerebro
activa los mismos procesos de detección del dolor. Pero,
asimismo involucra la ínsula, un área involucrada
en emociones negativas como la ira, el disgusto, o los
sentimientos de rechazo social.
El cuadro que resulta es el siguiente: el
cerebro sopesa una respuesta emocional (el deseo de castigar a
quien nos engañó) contra la respuesta lógica
(el deseo de obtener el dinero).
Mientras que el regodeo a la vista de las
miserias ajenas es sentimiento común
No se ha establecido con certeza cuales son
la áreas del cerebro que responden en esta
situación, pero se cree que éstas están
involucradas con los centros de la recompensa.
La
envidia
Es el más social de todos nuestros
fallos.
Nos molesta ser testigos de los
éxitos ajenos, del vehículo costoso que el otro
maneja, de su capacidad de adquirirlo todo, de su inteligencia,
de su enorme belleza, de todo lo que le favorece.
Como tal, las funciones despertadas por la
envidia en el cerebro son difusas, y se asocian profundamente con
áreas que detectan el dolor y promueven el auto
preservación.
La envidia es amenaza y es dolor a la
vez.
La ira
Puede que no haya sido parte del pecado
original, pero la ira es sin dudas, un afecto
primordial.
En los seres humanos la ira enlista las
áreas que nos alertan a situaciones conflictivas, que a su
vez, involucran las partes que nos hacen prestar atención.
Mientras mayor es la ira, mayor es la actividad cerebral que la
acompaña.
Algunas personas son más dispuestas
a enfurecerse que otras. Todo depende de cuán activo el
hipocampo, centro de las memorias, se apreste a
responder.
Pero, antes de concluir, debemos recordar
que el virtuosismo mismo, tanto como el altruismo y la
abnegación, son actividades complejas que son instintivas,
y que, a su vez, han provisto nuestra especie con un modelo
histórico de ascendencia moral que las neurociencias
aún no pueden explicar.
Amor de madre…
Quizás para algunos es más
placentero ser honestos que ser perversos.
Pregúntenles a los psicópatas
del mundo.
En
resumen
En esta presentación hemos avanzados
ideas recientes acerca del "estado del arte" de las
neurociencias, que, como toda nueva y revolucionaria disciplina,
trata de usar sus métodos para indagarlo todo.
Esta disposición filosófica
no es ni original ni novedosa, sino que consiste en ser parte
esencial de la naturaleza del simio, lleno de curiosidades, que
somos.
Mientras tanto, es de mucha utilidad poder
rendir estos conocimientos como temas accesibles para todos,
especialmente para los jóvenes que heredarán una
neurociencia que, como las computadoras, será parte de sus
vidas.
Fin de la lección.
Bibliografía
Larocca, F: (2009) ¡No es
justo! Fe, psicoanálisis, neurociencia y
epigénesis interpretan una expresión
común en monografías.comLarocca, F: (2009) El cerebro
hedonista, el cerebro adicto en
monografías.comLarocca, F: (2009) La moralidad y
la veracidad enjuiciadas por la ciencia y la
epigénesis en monografías.comLarocca, F: (2008) Comprendiendo el
cerebro: Una guía para el usuario y para el
aficionado en monografías.com
Autor:
Dr. Félix E. F.
Larocca
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