«Asimismo, hermanos, os hacemos saber la gracia (es
decir, la gracia de dar) de Dios, que se ha dado a las iglesias
de Macedonia" (v. 1). Para Pablo, el dar es una tal gracia que
él utiliza la palabra griega cinco veces en este breve
texto: En el
versículo uno dice "la gracia" (charin); en el
versículo cuatro, "el privilegio" (charas); en el
versículo seis, "esta obra de gracia" (charin);
en el versículo siete, «en esta gracia (de dar)
(chariti); y en el versículo ocho, "la gracia"
(charin). Dar es un asunto de gracia, de comienzo a fin,
como veremos.
A. La gracia de dar en la historia de Israel.
Para comprender exactamente la dinámica enseñanza de Pablo en cuanto a la gracia de
dar, necesitamos recordar la enseñanza bíblica que
había sido dada al pueblo de Israel. Hay cierta
confusión hoy en cuanto a lo que Dios exigía
realmente de su pueblo en el Antiguo
Testamento. La mayoría piensa que era algo como el
diez por ciento, lo cual es una lastimosa equivocación. En
realidad, había varias otras ofrendas
obligatorias en Israel que totalizaban mucho más del diez
por ciento.
1. El diezmo del Señor
El diezmo básico era llamado el diezmo del Señor
(o el diezmo de los levitas, Números 18:21-29, porque
estaba destinado al sostén del ministerio sacerdotal).
Levítico 27:30 dice:
"Y el diezmo de la tierra,
así de la simiente de la tierra como
del fruto de los árboles, de Jehová es; es cosa
dedicada a Jehová." Eso significaba que un diezmo (el diez
por ciento) de toda la producción agrícola y animal se
entregaba a los levitas. Ningún israelita escapaba de
ello. De modo que el hombre que
no entregaba el diezmo estaba robando a Dios. Malaquías
3:8 se refiere a esto, diciendo: "¿Robará el
hombre a Dios?
Pues vosotros me habéis robado. Y dijisteis: ¿En
qué te hemos robado? En vuestros diezmos y ofrendas."
2. El diezmo de la celebración
Aparte de este primer diez por ciento, había un segundo
diezmo, llamado comúnmente el diezmo de la
celebración. Según Deuteronomio 12:10, 11, 17,18,
este diezmo se estableció cuando Israel conquistó
la Tierra Prometida, pues un diez por ciento debía darse
para tener una celebración anual, una fiesta con la familia,
los amigos y los criados. Mientras que el propósito del
diezmo del Señor fue perpetuar el ministerio sacerdotal,
el diezmo de la celebración tuvo como objetivo tener
una gran fiesta religiosa y compañerismo mutuo entre el
pueblo de Dios. De modo que la suma de los dos diezmos
constituía ya una mordida económica, es decir, un
veinte por ciento obligatorio.
3. El diezmo de los pobres
Pero había aún más, ya que Deuteronomio
14:28,29 ordenaba un tercer diezmo, el diezmo de los pobres:
Al final de cada tres años sacarás todo el
diezmo de tus productos de
aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y
vendrá el levita, que no tiene parte ni heredad contigo, y
el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en tus
poblaciones, y comerán y serán saciados; para que
Jehová tu Dios te bendiga en toda obra que tus manos
hicieren.
Este diezmo proporcionaba la ayuda social a los que no
podían sostenerse a sí mismos. Ya que el diezmo era
el diez por ciento cada tres años, esto significaba 3,3
por ciento por año, siendo así el total de diezmos
más del veintitrés por ciento al año.
Estos tres diezmos obligatorios servían para sostener
el sacerdocio, realizar una fiesta nacional y ayudar a los
pobres. ¡Suficiente! podríamos pensar. Pero
Levítico 19:9,10 ordenaba aún más, ya que el
pueblo debía además abstenerse de segarlo todo, o
de recoger hasta la última uva, a fin de dejar los
rebuscos para los pobres. Pero además de esto, hubo otros
impuestos
ocasionales, tales como el impuesto de la
tercera parte de un siclo que se debía pagar
después por los materiales
utilizados para la ofrenda en el templo (Nehemías
10:32,33). El meollo del asunto era éste: El pueblo de
Dios debía dar un mínimo del veinticinco por ciento
al año.
B. El dar de gracia
Uno podría pensar que un veinticinco por ciento era,
sin duda, el límite. Pero era en este punto que el dar de
corazón
hacía su aparición: "el dar de gracia" o
hacer ofrendas que no eran obligatorias. Había la
ofrenda de las primicias en la cual un israelita, por
amor a Dios,
traía los primeros frutos de su cosecha o de su ganado a
Dios (Números 18:11-13). Lo hermoso de esto era que lo
hacía cuando todavía no lo había cosechado
todo y no sabía cuánto cosecharía realmente.
Pero daba lo mejor a Dios, confiando en que Él lo
supliría todo. Era un dar por fe, y un dar totalmente
voluntario.
Había también la ofrenda voluntaria, la
ofrenda que Dios pidió cuando Moisés ordenó
constituir el tabernáculo: "Di a los hijos de Israel que
tomen para mí ofrenda; de todo varón que la diere
de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda"
(Éxodo 25:1,2). Nada se especificaba, excepto que fuera
voluntaria y de todo corazón. En esa ocasión la
respuesta del pueblo fue tan grande que Moisés tuvo que
decirles que no siguieran trayendo más (Éxodo
36:2-7).
El dar con un corazón rebosante de la gracia de Dios,
ya sea por obligación o voluntariamente, ha sido el ideal
en cuanto al pueblo de Dios, antes y después de la venida
de Cristo. Cuando el corazón de un hombre rebosa de la
gracia de dar, una cantidad sustancial de los ingresos que
percibe va a Dios.
1. El dar de gracia en el Nuevo
Testamento
Como ya hemos dicho, Pablo comenzó su exposición
en cuanto a la gracia de dar alabando el ejemplo en cuanto a
ofrendar dado por los cristianos pobres de Macedonia: "Asimismo,
hermanos, os hacemos saber la gracia de Dios que se ha dado a las
iglesias de Macedonia; que en grande prueba de
tribulación, la abundancia de su gozo y su profunda
pobreza
abundaron en riquezas de su generosidad" (2 Corintios 8:1,2). Los
macedonios eran profundamente pobres, pobres de verdad.
Hoy nos consideramos pobres si tenemos que pensarlo dos veces
antes de decidir cenar fuera de casa. El "estilo americano" de
hoy es la tarjeta de crédito, es decir, comprar cosas que no se
necesitan, con dinero que no
se tiene, para impresionar a gente que no se quiere. Pero ese no
era el caso de los cristianos macedonios.
No sólo eran paupérrimos, sino que además
estaban "en grande prueba de tribulación". El sentido
literal de esto es que estaban siendo acosados por las
dificultades de su condición de cristianos. Su entorno
social los rechazaba y los acosaba más y más por su
devoción a Cristo, de modo que se encontraban dentro de
una implacable olla de presión.
Su situación era insoportable: pobreza extrema y duras
pruebas. Pero
de todo esto brotaba una gracia increíble, de modo que su
profunda pobreza y sus duras pruebas se combinaban para producir
un gozo abundante y "abundaron en riquezas de su generosidad".
Esto era el resultado del dar de gracia.
Esto es en realidad admirable. Pero si esto pone a prueba
nuestra credulidad, notemos lo que sigue diciendo Pablo en los
versículos 3 y 4: "Pues doy testimonio de que con agrado
han dado conforme a sus fuerzas, y aun más allá de
sus fuerzas, pidiéndonos con muchos ruegos que les
concediésemos el privilegio de participar en este servicio para
los santos." Dieron "más allá de (literalmente,
"contrario a") sus fuerzas". Crisóstomo se
maravilló de esto y comentó: "Fueron ellos, no
Pablo, quienes imploraron." "¡Vamos, Pablo, sé
bueno! ¡Déjanos dar más!"
La gracia de dar no tiene nada que ver con tener
buena situación económica, ni es el resultado de la
capacidad de hacerlo. Es la disposición a dar, en la que
el dar es visto como un privilegio. Es algo que se hace con
entusiasmo gozoso y que implora la oportunidad de dar
más.
¿Qué otra cosa da origen el dar? Pablo da la
respuesta en el versículo cinco al referirse a los
aspectos verticales y horizontales de la entrega de los
macedonios: "Y no como lo esperábamos, sino que a
sí mismos se dieron primeramente al Señor, y luego
a nosotros por la voluntad de Dios." Su admirable ofrenda fue el
resultado de darse primero al Señor. Es que es muy simple:
cuando uno le da al Señor todo lo que tiene, el dar a los
demás se convierte en la respuesta natural del alma.
Resulta fácil rendir una parte cuando ya hemos dado el
todo. Eso lo demuestra la vida de un joven noruego llamado Peter
Torjesen cuando, a la edad de diecisiete años, su
corazón estaba tan tocado por el reto de dar para la obra
misionera, que puso en la ofrenda todo lo que tenía en su
cartera, y después de pensarlo brevemente echó
también un pedazo de papel en el cual decía: Og
mit liv [Y mi vida]. Resulta significativo que el joven
Torjesen tuvo después una fructífera vida como
misionero en la China.
Los macedonios hicieron lo correcto: primero dieron su
corazón a Dios y después a sí mismos a sus
hermanos en Cristo, lo que, a su vez, dio como resultado que
entregaran todo lo que tenían para la obra de Cristo. Es
aquí donde el dar de gracia debe comenzar: en el darnos
primero completamente a Dios. El dar de gracia no puede existir
sin esto (Romanos 12:1).
2. La influencia del dar de gracia
El radiante ejemplo de dar de los macedonios fue alabado por
el apóstol Pablo con el propósito de convencer y
motivar a la iglesia de los
corintios. Ahora Pablo no deja dudas en cuanto a lo que él
esperaba que ocurriera: "De manera que exhortamos a Tito para
que… acabe también entre vosotros esta obra de gracia.
Por tanto, como en todo abundáis, en fe, en palabra, en
ciencia, en
toda solicitud, y en vuestro amor para con nosotros, abundad
también en esta gracia (de dar)" (vv. 6,7).
Los creyentes de Corinto eran una comunidad con
muchos dones en muchas cosas dignas de encomio, excepto en el de
dar. Pero Pablo sabía que a pesar de lo buenos que eran en
las demás cosas, nunca llegarían a lo que
podrían y debieran ser. El inmutable hecho espiritual es
que no hay forma de lograr madurez espiritual sin entregar al
Señor todo lo que tenemos. Dios puede tener nuestro
dinero y no nuestro corazón, pero no puede tener nuestro
corazón sin tener también nuestro dinero.
Jesús dijo: "Porque donde esté vuestro tesoro,
allí estará también vuestro corazón"
(Mateo 6:21).
Los espectros de los gigantes de Wall Street que fueron a la
ruina, no son los únicos que proclaman los peligros del
dinero. Todo el Nuevo Testamento está lleno de
advertencias, muchas de las cuales salieron de los labios del
mismísimo Jesús, quien habló a los que le
escuchaban, más de dinero que acerca del cielo y del
infierno, o de la inmoralidad sexual o de la violencia.
Después que el joven rico se marchó triste al
decirle Jesús que lo vendiera todo, Jesús les dijo
a sus discípulos: "Más fácil es pasar un
camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino
de Dios" (Marcos 10:25). Lo que Él quiso decir es que es
imposible que un hombre que confíe en sus riquezas vaya al
cielo. Pero gracias a Dios remató con algo más:
"Para los hombres (salvarse, v. 26) es imposible, mas para Dios,
no; porque todas las cosas son posibles para Dios" (v. 27).
Jesús aseguró con toda claridad que las riquezas
son un estorbo si uno pone su confianza en ellas antes que en
Dios. Hacia el final del Sermón del Monte, dijo: "No os
hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el
orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino
haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín
corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan." Poco
después advirtió: «Ninguno puede servir a dos
señores, porque o aborrecerá al uno y amará
al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro.
No podéis servir a Dios y a las riquezas."
Y a un hombre que disputaba a otro una herencia,
Jesús le gritó: "Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia
de los bienes que
posee (Lucas 12:15). Luego les relató la parábola
del rico que edificó" graneros cada vez más
grandes, pero que esa misma noche moriría. Terminó
la parábola con esta solemne declaración:
"Así es el que hace para sí tesoro y no es rico
para con Dios" (v. 21).
Los "ricos para con Dios" son los que no sólo se dan a
sí mismos, sino que también dan sus riquezas,
atesorando de esa manera tesoros en el cielo. El secreto de la
liberación del poder del
materialismo
no es huir de la sociedad, ni
abandonar los negocios, ni
dejar a los demás las riquezas de la nación,
sino el dar de gracia.
El dar de gracia va más allá del simple diezmo,
es dar con abnegación. El dar de gracia afecta nuestro
estilo de
vida. Hay cosas que no se pueden tener y cosas que uno no
puede permitirse cuando practica el dar de gracia. Como
apuntó C. S. Lewis:
Si lo que gastamos en comodidades, lujos y diversiones es lo
mismo que gastan los que tienen ingresos semejantes a los
nuestros, eso significa que probablemente estamos dando muy poco.
Si lo que damos no limita en absoluto nuestros gastos ni nos
impide hacer ciertas cosas, yo diría que es muy poco. Debe
haber cosas que nos gustaría hacer, pero no podemos
hacerlas porque lo que damos no nos lo permite.
Los que dan generosamente por amor a Dios son los que restan
importancia al poder del dinero. Estos son los que invitan a la
gracia de Dios a fluir a través de ellos.
Es posible que usted esté enfrentando alguna traba en
su desarrollo
espiritual y se encuentre perplejo. Después de todo, usted
asiste a su iglesia regularmente, disfruta del
compañerismo de los creyentes y hasta lee la Biblia y ora
regularmente. El problema puede ser que no está dando,
simplemente que Dios no tiene esa parte suya. Si es así,
lo que usted necesita es el dar de gracia: la ofrenda de las
primicias, el mejor anticipo a Dios confiando en que
Él proveerá el resto; la gozosa ofrenda
voluntaria tal como lo experimentaron los israelitas hasta
que Moisés tuvo que decir: "¡Basta!"; el
dar de gracia de los macedonios cuya
liberalidad sobreabundó al punto de implorar que se les
diera la oportunidad de dar más.
El apóstol Pablo argumentó el asunto
convincentemente, pero lo coronó con una excelente
ilustración: "Porque ya conocéis la
gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a
vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su
pobreza fueseis enriquecidos" (v. 9). Aunque Jesús
tenía las estrellas al alcance de su mano se
despojó a sí mismo, convirtiéndose por
nosotros en un miserable siervo terrenal. Ese es el "programa"
celestial de mayordomía, y también el modelo para
nosotros. Los creyentes corintios participaron colectivamente en
la ofrenda, pero no por temor ni por una exhortación
manipuladora. Fue más bien el ejemplo perfecto en cuanto a
dar – "la gracia de nuestro Señor Jesucristo" – lo que
produjo la gracia de dar en su vida. Lo hicieron simplemente por
Jesucristo.
C. La disciplina de
dar
Es preciso que comprendamos que la gracia de Dios en nuestra
vida exige disciplina. Esta es la razón por la cual el
gran apóstol de la gracia dice: «Ejercítate
para la piedad" (1 Timoteo 4:7b). Y en este asunto del dar de
gracia, para dar también es necesario disciplinarse.
1. La disciplina de la mente
Antes que haya una disciplina exterior en cuanto al dar, debe
haber una comprensión disciplinada del dar.
En primer lugar, usted debe tener presente que dar no es una
obra meritoria que realzará su posición delante de
Dios.
De igual manera, el hecho de que usted dé no lo
hará mejor que los demás cristianos.
En segundo lugar, usted debe comprender que a pesar de que el
dar no le dará méritos ante Dios, ¡el dar
trae bendiciones! Jesús dijo: «Dad, y se os
dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando
darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con
que medís, os volverán a medir" (Lucas 6:38). En la
misma línea de pensamiento,
Pablo escribió: «Pero esto digo:
El que siembra escasamente, también segará
escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente
también segará" (2 Corintios 9:6).
Hay que reconocer que estas bendiciones son básicamente
espirituales. Pero ¿qué preferiría usted:
bendiciones espirituales o tener dinero en el banco?
¿Satisfacción interior o un nuevo artefacto
eléctrico?
En tercer lugar, usted debe tener presente que lo que
dé debe ser algo decidido entre usted y Dios. El dar nunca
debe ser hecho a la ligera ni con petulancia, sino después
de haber orado sinceramente pidiendo a Dios que lo dirija en
cuanto a lo que usted debe dar.
2. La disciplina de la voluntad
Con la disciplina de dar firmemente en cuenta, el camino
está expedito para el acto de dar.
Para comenzar, el acto de dar debe estar acompañado de
la ofrenda de uno mismo al Señor, tal como lo hicieron los
macedonios que «a sí mismos se dieron primeramente
al Señor" (2 Corintios 8:5). Esto debe hacerse
calladamente, para que nadie se dé cuenta de nuestro
piadoso acto de adoración. Y darse uno mismo a Dios es
indudablemente un acto de adoración (Romanos 12:1).
En segundo lugar, se recomienda primeramente – a
la luz de las
grandes exigencias en cuanto al dar impuestas al antiguo Israel
teocrático – que todos los creyentes deben empezar dando a
Dios el diez por ciento de sus ingresos, como mínimo. En
el caso de la ofrenda de gracia de los creyentes de Macedonia la
cantidad debió haber sido mucho más del diez por
ciento, ya que el diez por ciento de su «profunda pobreza"
(2 Corintios 8:2) no habría sido de ayuda para nadie.
En tercer lugar, usted debe dar al Señor regularmente.
Pablo aconsejó a estos mismos creyentes corintios en otra
ocasión: «Cada primer día de la semana cada
uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado,
guardándolo para que cuando yo llegue no se recojan
entonces ofrendas" (1 Corintios 16:2). El apóstol
sabía que el ofrendar regular y sistemáticamente
los ayudaría a cumplir sus compromisos normales y darle
frente a la mayoría de las situaciones de emergencia.
En cuarto lugar, usted debe comenzar a dar inmediatamente. La
tendencia natural es diferirlo hasta que uno sienta que puede
hacerlo, pero tal criterio es lo que hace que muchos jamás
comiencen a dar. En cierta ocasión un pastor vino a ver a
un granjero y le dijo:
Si usted tuviera doscientos dólares,
¿le daría cien al Señor?
– Sí.
– Si tuviera dos vacas, ¿daría una de ellas al
Señor?
– Claro que sí.
– Y si tuviera dos cerdos, ¿daría uno de ellos
al Señor?
A lo que el granjero respondió:
– ¡Eso no es justo! Usted sabe que tengo dos cerdos.
El ofrendar no sólo debe hacerse con regularidad, sino
que además debe ser espontáneo y como respuesta a
una necesidad, como en el caso de los macedonios y de
María de Betania, quienes dieron con largueza lo que
tenían.
Por último, su ofrenda debe ser gozosa «porque
Dios ama al dador alegre" (2 Corintios 8:9). Como mucho se ha
dicho, «alegre" puede traducirse «con regocijo",
indicando un gozo que desconoce todo freno.
El acto de ofrendar es un acto bendito. Haríamos bien
en recordar que el propio Señor Jesucristo dijo:
«Más bienaventurado es dar que recibir" (Hechos
20:35). ¡Ojalá que seamos fieles y disciplinados en
el darnos primeramente a nosotros mismos a Dios, y luego todo lo
que tenemos!
Conclusión
Concluimos este trabajo
concientizando al lector, a la cristiandad, y al liderazgo de
la iglesia en general sobre la importancia de poner en
práctica el modelo de liderazgo de siervo expuesto con
todas sus dinámicas y disciplinas correspondientes.
Estamos seguros que hasta
que se apliquen los principios
establecidos por nuestro Señor Jesucristo en cuanto al
liderazgo -presentados en este trabajo- tendremos una iglesia
bien estructurada, sólida, influyente y poderosa en este
mundo. Consideramos que las bases teológicas y los
ejemplos bibliográficos expuestos, y las herramientas
provistas para la consecución de los fines, son más
que suficientes para llegar a ser líderes siervos tal como
lo fue nuestro Señor Jesucristo. Obviamente, -como
remarcamos en alguno de los párrafos tratados-, lo que
en verdad se necesita es voluntad y disponibilidad de hacer las
cosas tal como se deben hacer. Dejar que el Espíritu
Santo y la Palabra de Dios nos transformen en los
líderes siervos útiles y fieles que Dios quiere en
su iglesia es la demanda
más grande del liderazgo eclesiástico. Confiamos,
pues, en que el pensamiento expuesto, sea de mucha utilidad para
todos aquellos que siendo llamados por el Señor
están desempeñándose en posiciones de
responsabilidad en la iglesia local.
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Autor:
Efrain Lemus
Breves datos acerca del
autor
El pastor Efraín Lemus, es originario de la
República de Guatemala,
Centro América, donde cursó sus estudios
académicos y de teología básica. Fue llamado
por el Señor Jesucristo al ministerio pastoral en 1985
estando en Los Ángeles
California. Allí continuó sus estudios pastorales a
través de seminarios y facultades teológicas. Desde
entonces, ha predicado el Evangelio de Cristo y fundado iglesias
en ciudades de los Estados Unidos y en países de Sur
América y México.
Uno de sus mejores recuerdos, es haber ministrado la Palabra
de Dios en Ecuador por
unos cuatro años. En tal tiempo, el
pastor Lemus, junto a su familia fueron
testigos de un avivamiento extraordinario de la Obra de Dios en
aquel país.
Con el ánimo de servir más y de
mejor manera a Dios y a su pueblo continuó sus estudios
teológicos de bachillerato (1997-1999) en la Facultad de
Teología de la Iglesia Cuadrangular de Montebello, CA.
Posteriormente ingresó a la universidad
(A.P.U. Azusa Pacific University), en Azusa California
(1999-2002) obteniendo el grado de Maestría en Artes y
Estudios Pastorales, MAPS. También tiene un doctorado:
Honoris Causa en Literatura otorgado por EL
CUERPO DOCENTE DEL SEMINARIO DEL
PACIFICO DE GUAYAQUIL ECUADOR SUR AMERICA en 2004.
Actualmente es Profesor de
Teología e Historia Eclesiástica en la Facultad de
Teología de la Iglesia Cuadrangular en Van Nuys,
California y reside en Oxnard, California.
El pastor Efraín Lemus tiene una familia con tres
hijos.
[1] Miranda, Jesse., Liderazgo y amistad.
(Miami, Florida: Editorial Vida, 1998), p. 21.
[2] Larson, Pedro A., Liderazgo Espiritual.
(Terrassa: Editorial, CLIE, 1995) p. 15. Larson toma esta
definición de Haggai, 1986:15.
[3] Clinton, J. Robert., The Making of the
Leader. (Colorado Spring, Colorado: Navpress, 1988),. p.
14.
[4] Vine, W.E., Vine Diccionario Expositivo
de Palabras del Antiguo y del Nuevo Testamento Exhaustivo.
(Nashville: Editorial Caribe) 2000, c1999.
[5] Ibíd.
[6] León, Jorge A., Psicología
pastoral de la Iglesia. (Miami, Florida: Editorial Caribe,
1986), p. 17.
[7] Hughes, R. Kent., Disciplinas de un
hombre piadoso. (Deerfield, Florida: Editorial Vida, 1994),
p.196.
[8] Larson, op. cit. p. 18.
[9] Hughes, op. cit. p. 196.
[10] Trull, Joe E., Carter, James E.,
Ética Ministerial. (El Paso, TX.: Casa Bautista de
Publicaciones, 1997), pp. 107-108.
[11] Ibíd. p.107.
[12] Ibíd. 108.
[13] Blank, Les., Sevant Leadership. (Azusa
CA.: Azusa Pacific University, Spring 2002). El doctor Blank,
es profesor de Azusa Pacific University y nos dio una clase sobre
el "Liderazgo de Siervo" a los estudiantes de maestría,
M.A.P.S. en esa universidad, en Azusa, California en la
primavera de 2002. Parte del material que aquí exponemos
fue aportado por tan magno maestro.
[14] Trull, op. cit. p. 108.
[15] Griffith, Leonard., Nosotros tenemos
este ministerio. (Waco Word Books, 1973), p. 48.
[16] Ibíd
[17] Foster, Richard J., Alabanza a la
Disciplina. (Nashville, TN.: Editorial Caribe, 1986), p.22.
[18] Miranda, op. cit. pp. 71-76. (Este
artículo sobre la disciplina en la vida de David
pertenece, íntegro, al autor mencionado, con la
excepción del bosquejo y las adaptaciones de formato que
son nuestros).
[19] Trull, Joe E., Carter James E., op. cit.
p. 121.
[20] Ibíd., p. 107.
[21] Villasmil, Jonathan., Gerencia y
Liderazgo. www.monografías.com.
[22] Nixon, Richard M., Líderes. (New
York: Warner Books, 1982), p. 4.
[23] Núñez, Emilio A.,
Desafíos pastorales. (Grand Rapids, Michigan: Editorial
Portavoz, 1998), p. 111.
[24] Luna, A. Guillermo., Hacia una
Administración Eficaz. (Minneapolis, MN.: Editorial
Betania, 1985), p. 35.
[25] Luna., op. cit. p. 44.
[26] Ibíd. p. 44.
[27] Dios Habla Hoy – La Biblia de Estudio,
(Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas
Unidas) 1998.
[28] Reina-Valera 1995-Edición de
Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades
Bíblicas Unidas) 1998.
[29] Núñez, op. cit. 116.
[30] Ryrie, Charles., Teología
Básica. (Miami, FL.: Editorial Unilit, 1993), p.
170.
[31] La
Administración. (www.monografías.com
2000).
[32] Núñez., op. cit. p.
112.
[33] Luna., op. cit. p. 80.
[34] Ibíd. p. 82.
[35] Luna., op. cit. pp. 93-103.
[36] García, Vidal Gelmar., Modelo de
Administración para el desarrollo armónico y
continuo de los procesos empresariales en empresas cubanas.
(2002, www.monografias.com).
[37] Enciclopedia® Microsoft® Encarta
2001. © 1993-2000 Microsoft Corporation.
[38] Biblia de Estudio Siglo XXI. (El Paso,
Texas: Editorial Mundo Hispano, 1999), p. 1898.
[39] Torres, Héctor., Liderazgo
Ministerio y Batalla. (Nashville, TN.: Editorial Caribe, 1997),
pp. 68-69.
[40] Biblia de Estudio SIGLO XXI (El Paso,
TX.: Editorial Mundo Hispano, 1999), p. 1247.
[41] International Bible Society. (1979).
Nueva Versio´n Internacional. (Dn 3.28). East Brunswick,
NJ, USA: Sociedad Bi´blica Internacional.
[42] Wiersbe, Warren W., Bosquejos
Expositivos de la Biblia, AT y NT, (Nashville, TN: Editorial
Caribe Inc.) 2000, c1995.
[43] Hayford, Jack W., General Editor, Biblia
Plenitud, (Nashville, TN: Editorial Caribe) 2000, c1994.
[44] Artículo tomado del libro de R.
Kent Hughes, op. cit. pp. 211-220. (ver referencia
bibliografica).
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