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Dinámicas del liderazgo eclesiástico (página 3)




Enviado por Efrain Lemus



Partes: 1, 2, 3, 4

c. Fijación de objetivos y
metas

No he encontrado una definición de lo que es un
objetivo,
más clara y sustanciosa que la que presenta Guillermo Luna
en su libro, Hacia
una Administración Eficaz. Él escribe de
C. L. Hughes, la siguiente definición:

Un objetivo es un fin, un resultado, no sólo una tarea
o una función a
desempeñar. Es un emplazamiento en el espacio y en el
tiempo que
describe la situación que deseamos lograr. Es una norma de
realización, un criterio de éxito,
algo tangible, mensurable y valioso hacia el cual estamos
motivados. Es concreto y
explicito, definitivo, conveniente y predeterminado. Guía
nuestros actos y nos ayuda a hacer planes como individuos y como
administradores. Puede ser a largo o corto plazo; los objetivos a
largo plazo ayudan a esclarecer nuestros objetivos a corto plazo.
Los objetivos de mayor importancia determinan objetivos
secundarios. El presente lo determina el futuro no el
pasado.[25]

Como el lector podrá observar, esta definición
es muy clara, es precisa y concisa, en otras palabras, es una
definición objetiva. El doctor Luna arguye más
adelante sobre la necesidad de que la iglesia como
organización se proponga objetivos y metas
concretos, de lo contrario no sabrá hacia donde se dirige
lo cual podría ser nefasto. Él continúa:

Debemos recordar muy claramente que ningún trabajo tiene
sentido en una organización, empresa o
congregación, a menos que nos conduzca hacia un objetivo
importante que contribuya a realizar la meta de
la
organización, y ninguna organización
estará cumpliendo su cometido a menos que ayude a alcanzar
los objetivos personales de sus miembros.[26]

El objetivo es el blanco hacia donde nos dirigimos, por lo
mismo, tiene que estar bien definido con todas sus pautas; tiene
que ser realista, alcanzable, y en completa concordancia con
nuestros recursos y
capacidad. Es cierto que confiamos, y dependemos de un Dios
Grande y Poderoso, que es el Dueño del oro y de la
plata (Hageo 2:8), y que debemos actuar movidos por la fe y la
confianza en él, pues es evidente que los grandes hombres
de Dios, planificaron y obtuvieron grandes victorias y
hazañas a causa de su dependencia absoluta de Dios. Ellos
dieron pasos agigantados por fe. Ellos visualizaron sus objetivos
por fe. Ellos cumplieron y obtuvieron su cometido e hicieron
grandes determinaciones movidos por convicciones firmes de fe y
confianza en Dios. De la misma manera nosotros, debemos creer en
un Dios Grande y Poderoso. Debemos dar pasos grandes, con la fe,
la confianza y la esperanza de que Dios estará con
nosotros en todo momento hasta la culminación de nuestros
objetivos para la honra y la gloria de Su nombre. Pero no es
menos cierto, que dar pasos desproporcionados y a tientas,
movidos por ambiciones personalistas que inflan el ego y por una
"Súper Fe" anti-bíblica, es característico
de necios y no de sabios.

Por último, debemos señalar que como parte misma
del objetivo, está el procedimiento. El
procedimiento tiene que ver con el hecho de cómo
pretendemos lograr el objetivo. Es decir, si ya determinamos lo
que queremos hacer, a donde queremos llegar, ya está todo
visualizado, ya está todo claro, sin la menor duda; de una
vez por todas, debemos determinar cómo vamos a llegar
hasta allá. Es aquí, donde el líder
siervo, en su función de administrador,
debe -como dijimos anteriormente- tener definidas algunas cosas
tales como: dinero, fechas
precisas, la primera, la segunda, y la tercera etapas del
plan;
también con cuántas personas cuenta para comenzar
la acción,
y por supuesto debe tener un presupuesto.

d. Comunicar la visión

Una vez hayamos definido el objetivo, el siguiente paso es
presentarlo al grupo de
asesores, socios, compañeros, ancianos, diáconos y
pueblo en general para su análisis y evaluación.

Esto lo podemos presentar, como, la visión y la
misión
que Dios nos ha dado y encomendado. Es importante que el grupo de
líderes afines al proyecto, al
objetivo, estén presentes el día que lo presentemos
a la congregación. Esto dará fuerza
espiritual al líder cabeza ante la congregación, y
la congregación observará que las máximas
autoridades de la Iglesia están en completo consenso sobre
el planteamiento.

Hay dos maneras de comunicar la visión a la iglesia:
por escrito y oralmente. La visión se debe escribir para
que el pueblo la lea, la analice, y reflexione sobre ella. Se
debe estar abierto a posibles preguntas que puedan surgir,
inclusive, hasta el punto de hacer ajustes, o replantear el
proyecto.

El Señor le ordenó al profeta Habacuc, que
escribiera la visión.

"Escribe en tablas de barro lo que te voy a mostrar, de modo
que pueda

leerse de corrido" (Hb. 2:2).[27] De igual
manera a Isaías "Ve, pues, ahora, y escribe esta
visión en una tabla en presencia de ellos, y
regístrala en un libro,

para que quede hasta el día postrero, eternamente y
para siempre" (Is. 8:1).[28] El que Dios les haya
sugerido a sus siervos escribir la visión es indicativo de
cuán importante es presentar por escrito toda información seria. Generalmente, la gente
tiende a olvidar lo escuchado, a menos que lo tenga accesible, en
papel para poderlo examinar y recordar. Cuando presentamos la
visión por escrito, le estamos dando ante la
congregación, a esta, un carácter de documento legal, un
carácter de escritura
pública, con connotaciones muy reales y serias.

Al presentar la visión por escrito ante la iglesia es
importante, también, entrar en detalles orales, sobre
qué fue lo que nos movió a elaborar el proyecto,
cual fue la intención original, por qué estamos
seguros que
Dios nos guió a esta visión. Se debe reunir y
brindar toda la información posible que hable de los
avances del proyecto, tales como estadísticas, informes,
correspondencia, evaluaciones, fotografías, testimonios,
etc. El propósito de la presentación oral, es
motivar a la congregación a creer y a actuar en
razón de lo que hemos concebido y formulado como un plan
magistral de Dios para su pueblo. Es bueno que varios de la
cúpula del liderazgo
tomen la palabra para explicar al pueblo la necesidad de entrar
inmediatamente en acción y poner manos a la obra con voz y
compromiso. Si se presenta la visión por escrito y
oralmente al mismo tiempo, podría hacerse por medio de
trasparencias en un proyector, o si se tiene acceso y manejo de
un sistema Power Point,
sería fantástico.

En caso de que el proyecto sea la construcción de un edificio para la
iglesia, lo ideal sería que se presentara la maqueta misma
de la edificación, o en su defecto los planos de la
construcción. De esa manera se crearán imágenes
del proyecto en la mente de los congregados que probablemente
nunca olvidarán. Además, se le da una imagen de
profesionalismo al proyecto, de manera tal que la gente
sabrá que estamos al día con la tecnología y con los
mejores avances de la ciencia al
respecto. Se debe terminar la presentación oral con una
oración de confianza y esperanza plena en Dios, y a su
vez, haciéndoles llegar, de ser posible, una copia del
proyecto, a todos los que hayan hecho un compromiso serio de
apoyo e involucramiento.

2. Organización

Organización es poner las cosas en orden para realizar
el propósito establecido en la planificación. "La palabra
organizar nos hace pensar en un organismo en el que
todos los órganos y miembros se hallan íntimamente
relacionados entre sí, funcionando al unísono para
el bien común.[29] La palabra organizar, y
sus derivados vienen de orden, y la palabra orden, u ornamento,
vienen del término griego "cosmos" que es lo opuesto de
"caos" desorden. "El concepto se halla
en su uso en 1 P. 3:3 y en nuestra palabra moderna
"cosméticos". El universo (es
decir, el cielo y la tierra) se
llama el cosmos porque es un ornamento de relaciones armoniosas
(Hech 17:24)".[30]

La organización nació de la necesidad humana de
cooperar. Los hombres se han visto obligados a cooperar para
obtener sus fines personales, por razón de sus
limitaciones físicas, biológicas,
sicológicas y sociales. En la mayor parte de los casos,
esta cooperación puede ser más productiva o menos
costosa si se dispone de una estructura de
organización. [31]

Con todo, es obvio que aún personas capaces que deseen
cooperar entre sí, trabajarán mucho mas
efectivamente si todos conocen el papel que deben cumplir y la
forma en que sus funciones se
relacionan unas con otras. Este es un principio general,
válido tanto en la administración de empresas como en
cualquier institución. El líder siervo, en su papel
administrativo, debe saber que "No basta con predicar que la
iglesia debe ser activa o que todos los hermanos y hermanas deben
trabajar para el Señor. Debemos señalarles
específicamente en que deben trabajar".[32]
Dios quiere que su iglesia esté organizada, una iglesia
organizada funciona en el orden de Dios. "Pues Dios no es Dios de
confusión, sino de paz. … pero hágase todo
decentemente y con orden" (1 Co. 14:33, 40).

Cómo
organizar

Mentalice todos los hombres y mujeres que conforman su
iglesia, ya que de ellos es que va a crear una estructura de
liderazgo. Comience a organizar teniendo en mente el plan que ha
sido ideado con sus objetivos y que fue previamente presentado
por escrito y oralmente a la congregación. Determine
qué cantidad de personas serán necesarias para
concretar el plan.

Descubra los dones y habilidades que cada uno tiene.
Enfóquese en la espiritualidad, conocimiento,
personalidad,
moralidad,
ética,
carácter, experiencia y disciplina, de
quienes van conformar la estructura. Observe, detalles
importantes, como por ejemplo: cómo se conduce cada
individuo: con
su familia, en su
trabajo o negocio, en sus relaciones
interpersonales, cuáles han sido sus logros más
importantes, y cuáles son sus expectativas para el futuro.
De ser posible, antes de hacer la selección
de individuos que conformarán la estructura de la
organización, entrevístelos, uno por uno. Conozca
de cerca sus ambiciones, sus metas, sus inquietudes, sus límites,
sus necesidades, su espíritu, si es afín a la
visión que Dios le ha dado a usted como el cabeza de la
iglesia. Haga consciente al entrevistado de la responsabilidad que conlleva la posición
que se le va a delegar, el tiempo que debe dedicar, el sacrificio
que debe mostrar y lo que se espera de él en tal
posición. De la misma manera, inspírele su
confianza, motívelo, indíquele la bendición
de Dios sobre quienes sean fieles y perseverantes y dele todo su
apoyo.

Una vez haya descubierto, a base de la entrevista
o discernimiento, los dones y cualidades de cada individuo, el
líder siervo en su carácter de administrador
procederá a crear la estructura organizativa.

La estructura organizativa de la iglesia local que está
en la marcha de la planificación y la obtención de
objetivos debe tener dos dimensiones: la dimensión
interna, y la dimensión externa.

La dimensión interna comprende de todos los hombres y
mujeres que desempeñan alguna posición en la
iglesia.

Estas posiciones son:

Apóstol (Pastor general o denominacional).

Pastor (Iglesia local).

Pastores (Distritales o provinciales).

Pastores de área (Iglesia local, subordinados al
pastor principal).

Ancianos

Directores (Representes legales).

  • Presidente

  • Secretario

  • Tesorero

Diáconos

Grupo de alabanza

  • Director

  • Músicos

  • Sonido

Maestros

  • De enseñanza

  • De Escuela Dominical

  • De niños

Ujieres

  • Coordinadores

  • Servidores

Grupo de evangelismo

  • Evangelismo

  • Seminarios

  • Células de hogar

  • Parques

  • Radio

  • Televisión

  • Campañas

  • Visitación

  • Casas

  • Hospitales

  • Cárceles

  • Bautismos

  • Retiros

  • Actividades sociales

  • Convivios

  • Cumpleaños

  • Quinceañeras

  • Bodas

  • Graduaciones

  • Filantropía

Sociedad de Jóvenes

Sociedad de Damas

Sociedad de Caballeros

Sociedad de Hombres y/o Mujeres de Negocio

Librería

  • Literatura

  • Articulos varios

  • Cassettes

  • Publicidad

Secretaria

  • Archivos

  • Agenda pastoral

  • Calendario de actividades de la iglesia

  • Información

  • Membrecías

  • Caja chica

La dimensión externa, de la estructura organizativa de
la iglesia local, incluye a quienes estarán directamente
involucrados en el proyecto o visión al que se dirige la
iglesia. En otras palabras, mientras la estructura organizativa
interna, se concentra mayormente en lo espiritual, la
dimensión externa, por su parte, se concentra en lo
material. Entiéndase por espiritual lo que tiene que ver
con el culto o servicio a
Dios en la iglesia local y que es de carácter permanente.
Y por material, lo que tiene que ver con el trabajo
físico que se hará en el desarrollo del
proyecto visión u objetivo planificado y que es de
carácter temporal. En esto último, según las
características y dimensiones del proyecto visión u
objetivo al que se encamina la iglesia, se necesitará de
profesionales en la materia, y de
mano de obra calificada.

Cómo
delegar

"Delegación es el proceso sobre
la marcha, por medio del cual el administrador asigna
responsabilidades y autoridad
adicionales a sus subordinados".[33] En la
próxima sección, hablaremos sobre el principio de
autoridad, sin embargo, conviene aquí, que anticipemos
algunos puntos que nos parecen muy importantes en cuanto a la
autoridad delegada en el contexto de la
administración.

El primer paso en el proceso de delegar posiciones y autoridad
administrativa es hacer una descripción de responsabilidades. En
esencia la descripción de responsabilidades es un
documento que responde a las siguientes preguntas:
¿Cuáles son las responsabilidades
específicas de quien va servir? ¿Qué tipo de
autoridad tiene? ¿Quién es su autoridad inmediata?
¿A quiénes dirige? ¿En qué horario se
requerirá de sus servicios y
por cuánto tiempo? Es importante que esta
descripción de responsabilidades se le dé a la
persona que va
servir, por escrito y oralmente el día de la entrevista.

Posteriormente, lo que debe hacer, el líder siervo
administrador, en el proceso de delegar autoridad, es establecer
jerarquías. Debe establecer una cadena de mando, es decir
quién manda a quién y cuáles son los poderes
y límites, que cada uno recibe. Generalmente, en este
campo, se reconocen tres tipos de autoridad, mismas que son:

  • Actuar por cuenta propia. Esta es una autoridad
    delegada para que la persona tenga libertad de actuar y tomar
    decisiones en determinados casos sin necesidad de consultar
    con el líder siervo o el administrador. Tampoco
    deberá informar después sobre su
    actuación. Casi siempre estas decisiones son sobre
    cosas triviales por las que no se necesita distraer, ni
    absorber el tiempo de los superiores. Se sobrentiende, en
    este contexto, que quien actúa por su propia
    iniciativa debe hacerlo en concordancia con la
    filosofía de la organización. No sería
    sabio de parte de quien tiene autoridad delegada contravenir
    predisposiciones de sus superiores. Toda decisión
    deberá estar encaminada a la búsqueda del bien
    común, obtención de los objetivos y mantener el
    orden en la organización. Este tipo de autoridad, se
    extiende, mayormente a personas de alta posición, de
    suma confianza, y de madurez y experiencia.

  • Actuar e informar. Este tipo de autoridad otorga al
    responsable la libertad de tomar decisiones por cuenta propia
    pero deberá informar sobre las mismas así como
    de sus resultados a su autoridad inmediata. El informe puede
    hacerse por escrito o verbalmente y se debe llevar un
    expediente.

  • Actuar sólo con aprobación. En este
    caso el subordinado no puede actuar por sí mismo sino
    hasta recibir aprobación directa de su superior.

En la Escritura encontramos dos excelentes ejemplos de este
proceso de delegar autoridad. Uno es el de Jetro a Moisés,
-al cual ya nos hemos referido brevemente- y el otro es de Dios a
Moisés. El primero nos habla del agobio y
frustración que tenía Moisés lidiando en el
desierto con probablemente dos millones de personas. Era
sumamente difícil para Moisés tener control de todas
las situaciones críticas que se estaban dando en medio de
tan numeroso pueblo. No era para menos, ya que él llevaba
sobre sus hombros el hecho de arreglar asuntos relacionados con
problemas
matrimoniales, familiares, económicos, morales, rituales,
militares, litigios interpersonales, etc. La administración de la justicia, de
la consejería y de la espiritualidad del pueblo, entre
otros deberes, era a todas luces, una tarea absorbente y
estresante para Moisés en su carácter de
líder siervo.

En ese período de la historia de Israel por el
desierto, rumbo a la tierra
prometida, Moisés se volvió multifuncional. Era
general, consejero, juez, padre, esposo, pastor, guía, y
sacerdote, entre otros. Fue en estas instancias, donde
apareció Jetro, su suegro, dándole un consejo muy
acertado sobre la importancia de delegar autoridad y funciones.
El consejo de Jetro se fundaba en la organización del
pueblo, en el establecimiento de jerarquías grupales, y en
una cadena de mando que comenzara y terminara en Moisés,
sin necesidad de que él se involucrara directamente en
cada caso. En este proceso se delegó a líderes
sobre mil, sobre cien, sobre cincuenta y sobre diez personas.
Esto trajo, obviamente, un gran alivio y descanso al fatigado
Moisés (Ex. 18:19-26).

Debemos resaltar, no obstante, que aunque la aplicación
del consejo de Jetro a la tarea administrativa de Israel en el
desierto fue motivo de bastante desahogo de muchas cargas y
presiones que Moisés tenía, esto no fue del todo
suficiente para solucionar los problemas en su totalidad. Esto es
evidente, porque más adelante la situación vuelve a
tornarse crítica
para el líder siervo. En esta ocasión, el agobio,
el agotamiento y la frustración, habían hecho presa
de Moisés, al punto de quejarse con angustia y
desesperación ante Dios. Es aquí donde interviene
directamente el Señor sugiriéndole reestructurar el
liderazgo.

Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme
setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes
que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a
la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen
allí contigo. Y yo descenderé y hablaré
allí contigo, y tomaré del espíritu que
está en ti, y pondré en ellos; y llevarán
contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú
solo … Y salió Moisés y dijo al pueblo las
palabras de Jehová; y reunió a los setenta varones
de los ancianos del pueblo, y los hizo estar alrededor del
tabernáculo. Entonces Jehová descendió en la
nube, y le habló; y tomó del espíritu que
estaba en él, y lo puso en los setenta varones ancianos; y
cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron,
y no cesaron (Nm. 11:16-17, 24-25).

Este pasaje nos da a todos los que ministramos en la obra de
Dios una maravillosa enseñanza sobre la importancia de
establecer una estructura
organizacional. El liderazgo no debe estar centralizado
sólo en un hombre, el
liderazgo debe estar centralizado sobre líderes capaces
que sean "varones de virtud, temerosos de Dios, varones de
verdad, que aborrezcan la avaricia" (Ex. 18:21). Es cierto que
hay líderes con llamados selectivos (Nm. 12:6-8), y con
misiones únicas (Gá. 1:15-16 Hech. 9:15); Pero
estos, deben trabajar en equipo y asociación y no como
llaneros solitarios. Es cierto que debe haber un eje y una piedra
angular en cada iglesia local, pero no es menos cierto, que una
buena administración, se erige, sobre la base de una buena
asociación, y sobre la base de la transferencia del
líder a otros líderes para formar un liderazgo
sólido e invulnerable. Esta es en esencia la finalidad de
la administración del liderazgo. Esta es en esencia la
finalidad en el contexto de la autoridad delegada.

Los dos casos de delegación de autoridad mencionados
tuvieron profundas implicaciones sobre el liderazgo del pueblo de
Dios. El primero nos habla de administración civil. El
segundo nos habla de administración cultual. El consejo de
Jetro llevó a Moisés a estructurar un liderazgo
judicial (eran jueces Ex. 18:22). El consejo de Jehováh
llevó a Moisés a estructurar un liderazgo
espiritual (eran profetas Nm. 11:25-26). En el primer caso los
líderes tenían el sentir de Moisés. En el
segundo caso, los líderes escogidos, tenían el
espíritu de Moisés. En el proceso de
delegación de autoridad, se necesita que los delegados
tengan el mismo sentir y conocimiento de causa para que hagan lo
que se les manda, pero deben tener el espíritu del
líder cabeza para que hagan exactamente como se les dijo
que hicieran. Esto último involucra mente y corazón.
Los setenta líderes con el espíritu de
Moisés, eran como setenta Moiseses en acción. Eran
como el mismo Moisés multiplicado (clonado) en setenta.
Dice Luna que "la delegación no habrá sido
realizada a menos que los individuos a los cuales se les delega
la responsabilidad y autoridad, sientan la responsabilidad
personal de
las tareas que les han sido asignadas" [34]

Dirección

Esta tercera función administrativa, envuelve los
conceptos de motivación, liderato, guía,
estímulo y actuación. A pesar de que cada uno de
estos términos tiene una connotación diferente,
todos ellos indican claramente que esta función
administrativa tiene que ver con los factores humanos de una
organización. Es como resultado de los esfuerzos de cada
miembro de una organización que ésta logra cumplir
sus propósitos, de ahí que dirigir la
organización, de manera que se alcancen sus objetivos en
la forma más óptima posible, sea una función
fundamental del proceso
administrativo.

Los expertos en administración estiman que existen
veintiuna características que identifican a los
administradores de alto rendimiento en el contexto de la dirección. Tales características son
descritas en el libro Hacia una Administración Eficaz de
Guillermo Luna, de donde las hemos extraído.

1. Autoestima,
aprecio de sí mismo:

Este es el cimiento o la base del comportamiento
de alto rendimiento. Usted se ve a sí mismo como una
persona de gran valor, digno,
capaz, e importante. Representa algo que es bueno, que es
positivo. Sabe que puede realizar casi cualquier cosa que se
proponga hacer. Piensa también que merece el éxito.
Debido a que las decisiones que toma y a que las acciones que
emprende son bien encaminadas, merece ser bien recompensado. Con
vehemencia busca lo nuevo y lo desafiante. Usted sabe que es
capaz de modificar y controlar las condiciones que sin duda
alguna le conducirán al éxito.

2. Responsabilidad:

Usted sabe que en muchas áreas de su vida se ha hecho a
"pulso". Ha puesto en movimiento los
eventos y
circunstancias que eran necesarios para una cadena de
éxitos, así como ha puesto en movimiento elementos
que han traído en algunos momentos los errores. Cuando las
cosas parezcan ir de maravilla o cuando las cosas parezcan ir de
mal en peor, reconozca que se debe a usted. Cuando el barco
parezca estar bien dirigido o en ocasiones parezca estar a la
deriva, siempre reconozca y acepte que usted es el primero y
último responsable. Debido a que se percibe a sí
mismo como responsable de lo que ocurra, reflexione en lo que ha
hecho y en lo que está haciendo, porque esto
determinará invariablemente el éxito o el fracaso.
Usted ha aprendido en gran medida de sus éxitos y de sus
fracasos. De sus aciertos y sus desvaríos. Ha aprendido a
reforzar las razones de sus éxitos y a corregir las
razones de sus fracasos.

3. Optimismo:

Conforme al grado de estima de sí mismo y de
responsabilidad alcanza niveles óptimos, su
expectación de las cosas van a ser mejores mañana,
crece en gran manera. Ejerciendo su libre albedrío, escoge
lo que deberá hacerse, y conforme se da cuenta de que es
competente y digno, descubre todas las razones a favor de esperar
que su futuro sea brillante, próspero, productivo, y
satisfactorio. Cada decisión que toma, cada acción
que inicie, está impulsada por su conocimiento y
respaldada por la experiencia de que resultará en el logro
de metas que siempre ha deseado alcanzar. Utilice su tiempo y sus
capacidades, a plenitud hoy, porque sabe ciertamente que es una
inversión que producirá excelentes
dividendos mañana. Es una siembra que producirá
abundante cosecha.

4. Orientación hacia las metas:

Muchas personas se proponen metas, pero muy a menudo nunca las
logran. El administrador de alto rendimiento, utilizará
sus metas de manera diferente. Lo que establece la diferencia es
lo que usted haga después de haber establecido aquellas
metas; la forma en que usted incorpora y utiliza las metas en su
sistema es lo que cuenta. Usted ha aprendido a mantener sus metas
frente a su vista y en su mente. Ha aprendido a vivir con ellas
tan intensa y continuamente que éstas motivan su vida y
dirigen su conducta en forma
consciente y subconsciente. El administrador de alto rendimiento
armoniza sus metas personales con las metas establecidas con los
grupos,
entidades, y organizaciones en
los cuales participa.

5. Imaginación:

Como un hábito, el administrador de alto rendimiento
enfoca su imaginación en lo positivo. Crea imágenes
constructivas hacia las cuales debe dirigirse. En ninguna manera
está limitado a lo que ha hecho en el pasado. Sabe que es
capaz de cualquier logro que se proponga. Con el trabajo de su
mente puede experimentar nuevas y fructíferas situaciones
para sí y para la organización aun antes de que las
vea ocurrir. Las personas tienen la tendencia a dirigirse hacia
aquello que les es común. Por esta razón usted
confía en su imaginación, piensa continuamente en
todas aquellas cosas buenas que quiere para usted mismo, para sus
semejantes, para sus colaboradores, para su organización.
Piensa constantemente en nuevas habilidades para el trabajo,
nuevas técnicas,
en un carácter más radiante, más alegre,
más jovial. Piensa en la salud, en la
comprensión, la tolerancia y
flexibilidad que hay que tener; en la armonía familiar, en
el amor, en
los grandes logros, las grades recompensas, las grandes
satisfacciones; en grandes proyectos de
beneficio a la comunidad. El
dirigente de alto rendimiento no tiene que estar batallando en
ajustarse a los cambios, porque él es el que los
está motivando.

6. Actitud
alerta:

El dirigente absorbe más y más
información de su medio. Es como una esponja que recibe,
percibe, acumula, procesa y digiere todo aquello que está
ocurriendo a su alrededor. Debido a que sabe perfectamente hacia
dónde se dirige, está siempre alerta a las
"señales
del camino". Es consciente de las oportunidades y que pueden
aparecer y que en alguna manera pueden contribuir al logro de sus
metas. Observa y hace uso de esas señales, claves, pistas
y nuevas direcciones para su actividad privada, para su empresa,
para su vida de hogar, para su recreación.

7. Creatividad:

Usted está convencido de que siempre hay una manera de
hacer mejor todas las cosas. Esta actitud le mantiene
investigando nuevas oportunidades, nuevos procedimientos,
nuevos modos de hacer excelentes aquellos buenos sistemas.
Toda persona es creativa por naturaleza. Todas las
personas crean un cúmulo de ideas constantemente, pero el
administrador de alto rendimiento ha aprendido a hacer que sus
ideas fluyan más espontáneamente, más
acertadamente, más constantemente. Menos restricciones e
ideas preconcebidas. Se evitan los estancamientos, se da rienda
suelta a nuevas imágenes mentales. Está siempre en
actividad para que la "crema y nata" suba a la superficie.
Allí es donde las nuevas ideas pueden ser usadas,
capturadas y utilizadas.

8. Actitud comunicativa:

Usted sabe perfectamente que el éxito está
fuertemente enraizado en su habilidad de transmitir
imágenes mentales a otros y en entender lo que los
demás están tratando de comunicarle. Por lo tanto
usted advierte que su total y plena responsabilidad es asegurar
que sus comunicaciones, sus imágenes mentales, sus
mensajes lleguen al blanco. Es indispensable y a la vez
útil que se comprenda exactamente lo que la gente piensa;
cómo perciben el mundo a su alrededor. Por esta
razón usted se dedica a desarrollar sus habilidades de
empatía. Las usa como una plataforma en todas sus
comunicaciones.

9. Orientación hacia el crecimiento:

Usted sabe que es imposible el estar estancado o
inmóvil en un mundo que cambia continuamente. Usted ha
escogido crecer. En ninguna manera le interesa sino más
bien repudia el solo pensamiento de
estancarse en busca de un perenne descanso. La actitud
profesional del administrador de alto rendimiento, investiga con
diligencia en cada campo buscando mejores y más
rápidas maneras de crecimiento, de desarrollo. Le da
absoluta prioridad a la tarea de estar apercibido y listo para su
futuro. Usted espera el crecimiento. Da la bienvenida a la
oportunidad de cambiar los hábitos viejos y poco
productivos por nuevos patrones de pensamiento altamente
fructíferos.

10. Respuesta positiva hacia la presión:

Cuando la fecha límite se aproxima, cuando estalla una
crisis
familiar, cuando hay clamor por una decisión, cuando las
presiones de todo tipo crecen violentamente, usted funciona
mejor, está en su ambiente,
rueda libremente, trabaja eficientemente. Espera y anticipa las
presiones y las crisis, por ello ha aprendido a usarlas
más bien como un "disipador". Las usa para iniciar
respuestas constructivas. Se ha programado a sí mismo para
que pueda alcanzar la cúspide en esos momentos, en vez de
desmoronarse cuando las condiciones se tornan hostiles a su
alrededor. Recibe con actitud de bienvenida los tiempos de
dificultad. Son oportunidades de ampliar su talento, habilidades
y creatividad. Es la ocasión de poner a trabajar
todo su potencial. Muy a menudo cuando las cosas parecen
ir demasiado tranquilas, el administrador de alto rendimiento,
procura alborotar un poco las cosas, mover el bote, remover
el agua. De
hecho crea presión porque sabe ciertamente que así
funciona mejor.

11. Confianza:

En cada área de su vida usted siente una atmósfera de
confianza, tanto en su hogar como en su trabajo y en su vida
social. Sabe que las personas en ninguna manera buscan
deliberadamente quedar mal. Así que con toda confianza
"pasa la pelota" a otros miembros de su equipo. Confía
plenamente en que aquella persona actuará con toda
responsabilidad. Este sentimiento de confianza provee a su
comunicación con los demás un
clima de
sinceridad, de franqueza, de apertura que establece el tono para
la verdadera cooperación en todas sus relaciones.

12. Gozo:

Usted realmente goza, y disfruta todo lo que hace. Se siente
complacido cuando está en el trabajo, cuando se relaciona
con otras personas, cuando se comunica, cuando alcanza los
logros. Disfruta sus actividades y a las personas que trabajan
con usted. Su energía es influyente. Usted es una persona
radiante. Irradia optimismo. Otros se motivan conforme realizan
sus actividades y las hacen con más gozo, mejoran el
ambiente total que les rodea. Está orgulloso de sus
contribuciones tanto a sus metas personales como a las metas de
su organización.

13. Disposición a correr riesgos:

La vida no está hecha de garantías. Debido a que
se siente a gusto y ha aprendido a vivir frente al hecho de que
toda actividad involucra un determinado grado de probabilidades,
a favor y en contra, usted está listo y dispuesto a
lanzarse, a extenderse y consecuentemente a correr riesgos
razonables. Su objetivo es la excelencia, no la
perfección. Cuando empieza un nuevo proyecto, cuando lanza
un nuevo producto,
cuando inicia un nuevo programa o
diversifica sus actividades, usted sopesa las probables ganancias
con las probables pérdidas. Toma su decisión y
actúa.

14. Prontitud:

Conforme todas sus características de alto rendimiento
alcanzan sus máximos indicadores,
usted empieza a percibir una nueva sensación de prontitud,
de la urgencia de la obra que realiza. Usted toma decisiones hoy.
Inicia sus acciones ahora mismo. No porque tenga que
hacerlo, sino porque desea hacerlo. Realmente lo
disfruta; le produce un continuo entusiasmo. Respira un aire de
intensidad, de urgencia. A su vez refleja un sentido de
capacidad, de fortaleza, de movimiento, de elogio, de entusiasmo,
de un entusiasmo influyente. Nunca vacile. Recuerde que es
siempre preferible escoger una alternativa y aplicar su
energía a ella, que consumir sus energías en la
incertidumbre, en la indecisión. Muchas veces una "mala
alternativa" es convertida en un gran logro, mediante la
aplicación de trabajo y energía a ella.

15. Sentido de dirección:

Esto quiere decir que además de tener los objetivos
precisos en su mente tiene un sentido de movimiento, de
orientación, una dinámica que le impulsa a alcanzar esos
objetivos. Esto responde a las inquietantes preguntas
¿qué es lo que usted quiere? Así como
¿hacia dónde se dirige? En realidad, estas dos
preguntas deben ser respondidas en armonía pues la
dirección en que nos movemos debe apuntar siempre hacia lo
que queremos.

16. Capacidad de persuasión:

El administrador debe ser capaz de convencer a otros de que le
acompañen a ese destino, a las metas que se ha trazado. La
capacidad de persuasión y el sentido de dirección
son los que determinan la eficiencia del
líder: su orientación hacia los objetivos y su
capacidad de motivar a las demás personas. Un
administrador deberá siempre contar con un equipo de
gente, con hombres que él esté formando y
dirigiendo hacia el logro de las metas. No podremos concebir a un
líder, a un administrador, sin gente, sin personas con las
que esté trabajando. Así pues no es suficiente que
el líder desee hacer muchas cosas y ver grandes logros.
Para ser un verdadero administrador, tiene que vivir lo que nos
dice la Escritura en 1 Tesalonicenses 2:8:

"Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que
hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio
de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque
habéis llegado a sernos muy queridos".

Aquí se realza el hecho de que el líder
tendrá que tratar con conceptos y con personas. En este
pasaje, Pablo no está interesado sólo en las ideas,
los objetivos y en las mentes de los individuos, sino que
está plenamente interesado en ellos como personas. Este es
el equilibrio que
debe existir en el liderazgo.

Convicciones
personales profundas

Las personas que meramente tienen "creencias" no son las que
van a transformar el mundo en que vivimos. Es necesario que el
líder tenga profundas convicciones sobre su llamamiento,
sobre lo que Dios quiere que haga. Hay algunos elementos que
pueden ayudar a la profundización de nuestras
convicciones:

a. Permitir que Dios corrija el curso de nuestra vida.
En el caso de Saulo de Tarso, vemos que sus convicciones
cambiaron mediante el encuentro que tuvo con el Señor
Jesús en el camino hacia Damasco. Este encuentro trajo un
sentido de corrección al curso de su vida. En otra
oportunidad cuando el Señor estaba hablando de la muerte con
que iba a morir, le dice a Pedro: "Sígueme". Pedro
responde: "Señor, ¿y qué de éste?"
refiriéndose a Juan. Jesús le dijo: "Si quiero que
él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?
Sígueme tú" (Juan 21:19, 21, 22). Esta es una
indicación de corrección directa en el curso de una
vida. El permitir que Dios obre en nuestras vidas corrigiendo y
enderezando aquellas áreas que precisan cambios. Esto trae
profundas convicciones personales. En Proverbios 3:5, 6 dice:
"Fíate de Jehová de todo tu corazón, Y no te
apoyes en tu propia prudencia…". La enseñanza
aquí es que nosotros debemos reconocer a Dios en todos
nuestros caminos para que él dirija y corrija nuestra
vida.

b. Tiempo consistente en la oración.

La oración es trabajo. Esto no es una alternativa sino
una necesidad para el líder. Generalmente donde fallamos
con más regularidad es en el área de la
oración. Hay mucho actuar, mucho decir, mucho activismo en
nuestra vida. Nos hace falta escuchar más al Señor
en nuestro tiempo de meditación en oración para que
así podamos estar atentos a lo que Dios tiene que
decirnos; para poder
interceder más adecuadamente por otros, para poder
entender y comprender cuál es el propósito de Dios
en nuestra vida. En 2 Crónicas 7:14, hay un precioso
pasaje que habla sobre la importancia de la oración aun
para transformar naciones enteras:

"Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es
invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de
sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y
perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra".
Finalmente, en Romanos 14:5 encontramos una declaración
muy importante: "Cada uno esté plenamente convencido en su
propia mente". Las Escrituras nos amonestan a estar perfectamente
convencidos en nuestra propia mente y tener convicciones
profundas. Es Dios quien nos va a llevar a esta convicción
plena en nuestra propia mente, mediante la corrección que
él hace en el curso de nuestras vidas en nuestro tiempo de
oración y reflexión en su Palabra.

18. Una agenda personal rigorosa:

Es mucho más fácil dirigir una
organización que dirigirse uno mismo y administrar el
tiempo en forma eficiente. Somos prontos a juzgar duramente a
alguien que cae en excesos del beber y del comer. Pero,
¿qué diremos de la persona que pretende ser un
administrador y no puede controlar su propio tiempo? No se trata
de tener una disciplina por tenerla, sino que deberá
expresar los objetivos y metas del administrador.
Estúdiese usted mismo. Sea un maestro conocedor de
sí mismo. La conquista
más difícil es la de uno mismo.

19. Esté dispuesto a decir "no":

El líder siervo debe estar dispuesto a subordinar todos
los aspectos de su vida de manera que se establezcan las metas y
objetivos como prioridades. En ninguna manera el administrador
puede darse el lujo de hacerlo todo; aun cosas buenas. Muchas
veces la diferencia entre una persona que alcanza el éxito
y una que fracasa es que el primero ha aprendido a decir "no" a
una serie de cosas positivas, pero que no contribuyen al logro de
sus metas. El apóstol Pablo dijo: "Pero una cosa hago…"
(Filipenses 3:13). Es interesante notar que Pablo hizo esta
declaración ya al final de su vida. Hay muchos que aspiran
al liderazgo pero no están dispuestos a pagar el precio.
Debemos advertir aquí que no estamos hablando de
sacrificar valores
morales, ni de utilizar a las personas indebidamente para el
logro de las metas. Uno de los ejemplos más
extraordinarios es el que nos da el mismo Señor
Jesucristo. Ya en su hora última, en la cruz, pudo decir:
"Consumado es". Eso significaba que había logrado la
realización de su plan, había alcanzado la meta. Al
mismo tiempo fue sensible al reconocer que su madre estaba sola y
encargó a Juan su cuidado. No hubo conflicto
entre las responsabilidades morales y las metas. El buen
administrador debe saber entender ambas cosas.

20. Esté dispuesto a tomar decisiones
firmes:

Un famoso empresario
medía la capacidad de un ejecutivo por su habilidad de
amonestar y aun despedir a otros. El saber tratar las situaciones
difíciles y conflictivas es lo que establece la diferencia
entre el niño y el adulto en el campo administrativo. El
líder debe ser un hombre de voluntad dinámica,
robusta, para cuando se le presente este tipo de situaciones.
Esta característica es sumamente importante para el futuro
de su grupo u organización. Reconoce el momento en que
deben tomarse las decisiones cruciales, con presteza, y sin
aplazamientos ni vacilaciones. Sabe identificar adecuadamente el
momento, después de haber obtenido toda la
información necesaria. Reconoce que por el bien suyo y el
de sus asociados, le conviene actuar con firmeza después
de haber oído a las
partes involucradas con una actitud objetiva. Muchas veces
habrán de tomarse decisiones drásticas aun cuando
se tema perder imagen y prestigio. Son las metas y los objetivos
y nos los sentimientos, los personalismos, los prejuicios, ni las
actitudes de
excesiva e innecesaria rudeza los que determinan la validez y el
momento de las decisiones importantes que el administrador debe
tomar.

La Biblia, la Palabra de Dios, nos habla siempre en
imperativo. Los hombres de Dios fueron siempre hombres robustos
en su voluntad. La dirección del Espíritu
Santo en la vida de los escritores de la Biblia y en los
grandes hombres de Dios fue definida y firme. Nuestro
Señor Jesucristo supo tomar la decisión de la cruz
con gallardía y firmeza. Sus instrucciones para con sus
discípulos fueron directas y no vacilantes. La Palabra de
Dios es una fuente de este tipo de direcciones firmes y que
muestran la voluntad robusta de nuestro Dios. "Andad en el
Espíritu", "Haced discípulos", etc.

21. Un sentido de misión y destino:

Esto lo vemos en todas las actividades humanas. Nadie va a
seguir a una persona que se siente insignificante, que no sabe a
dónde va ni cuáles son sus metas en la vida. Es
importante que el administrador reconozca la proyección
positiva de sus acciones en el mundo que lo rodea, la diferencia
que establece su presencia y la actuación suya y de sus
hombres. Debe tener una visión clara de la forma en que el
mundo va a ser reconstruido, modelado, modificado mediante las
acciones que emprende.[35]

Supervisión
control

La función de control es ejercida continuadamente, y
aunque relacionada con las funciones de organización y
dirección, está más íntimamente
asociada con la función de planeamiento. La
supervisión asegura que las diversas
actividades se mantengan apegadas al plan. En este contexto es
notable la comparación y explicación que nos da
Vidal García experto en administración de empresas:

Al igual que la respiración el CONTROL debe ser constante,
un equilibrista puede perder el equilibrio y "desbalancearse"
peligrosamente en su cuerda, pero como está auto
inspeccionando sus puntos vitales puede restablecer su
estabilidad, si deja de hacerlo puede caer y no regresar
jamás. O sea, el control no es un proceso
esporádico, sino continuo asignando responsabilidades a
cada subsistema encargado de la ejecución analizando los
objetivos de las áreas de resultados claves para que el
logro de la meta empresarial sea integral. Todo Proceso de
CONTROL debe de crear los mecanismos que detecten cualquier
desviación de los parámetros fijados lo que
permitirá localizar donde está el problema para
poder combatir el comportamiento que lo
ocasionó.[36]

La supervisión o control es lo que hace que el plan se
realice. Supervisar es analizar situaciones, evaluar los pros y
los contras en razón de la consecución de los
objetivos. Es delinear parámetros en la marcha del
proyecto, hacer ajustes, mejorar, etc. El administrador debe
estar dispuesto a tomar las decisiones que más convengan
para conseguir lo propuesto. Estas decisiones pueden ser mediatas
o inmediatas. La toma de
decisiones, involucra cordura, premeditación,
acción. Algunas veces los cambios que se hagan, las
medidas que se tomen, afectarán positiva o negativamente
la imagen del administrador y hasta la de la empresa u
organización, por tanto, quien supervisa, debe hacerlo
bajo toda la cautela posible. Habrá casos en que el
supervisor se sentará a evaluar seriamente las
repercusiones que conllevará tomar tal o cual
decisión. Las repercusiones pueden ser económicas,
legales, laborales; y los efectos pueden ser rápidos o
lentos. Tendrá en ocasiones que tomar injerencia directa
sobre individuos pero sin atropellar la dignidad de
nadie. Al buscar solución a problemas laborales
deberá escuchar con atención a todas las partes implicadas con
todo sentido de sabiduría y justicia.

Al hacer cambios que afecten directa o indirectamente a
ciertos empleados, el administrador deberá preparar
cautelosamente el terreno y asesorarse bien antes de actuar. Es
importante que el administrador supervise el trabajo con
paciencia y con esperanza sabiendo que todo requiere su tiempo y
su proceso. Debe desarrollar una filosofía de dialogo constante
con sus empleados. El diálogo
debe ser con una actitud positiva y estimulante. La gente lo que
está esperando es que se le dé oportunidad de hacer
las cosas bien. Esto no sólo ayudará a limar
asperezas, sino también, creará una
atmósfera de interacción que resultará en el
establecimiento de buenas relaciones obrero patronal. Es bueno
que se creen incentivos
económicos, como bonos, aumento de
salario,
aguinaldo, que se den a los empleados las vacaciones
contractuales, descanso en algunos días feriados,
reconocimientos públicos, premios, cursos de capacitación pagados por la empresa u
organización, etc. En todo esto el supervisor está
sembrando cosas valiosas en la mente y en el corazón de
sus empleados que se verán grandemente redituadas en la
mano de obra, en lo cualitativo, y en lo cuantitativo del
producto, o del proyecto.

En relación con la iglesia el líder siervo debe
con frecuencia examinar el estado
espiritual del pueblo. Debe determinar donde están las
fallas si las hay y cómo y cuándo comenzar una
labor re organizativa, reconstructiva. Si por ejemplo ha creado
una estructura de trabajo en aras de lograr los objetivos
propuestos con un grupo de cristianos de su congregación,
debe ser consciente, que quienes están a su lado, son
hombres y mujeres redimidos por la Sangre de Cristo
y merecen respeto,
atención y cuidado, dentro o fuera de la iglesia. Debe
tratarlos como sus hermanos, con consideración, de una
forma justa, y con genuina transparencia. Debe cumplir al pie de
la letra todo contrato laboral que se
haya hecho sea de palabra o por escrito. Debe pedirle
sabiduría a Dios para conducir el rebaño, ser
ejemplo de la grey en todo, ser un fiel administrador de los
bienes de su
Señor sabiendo que un día ha de entregar cuentas.

Por último, consideramos vital para el líder
siervo que eche mano de los dones, las herramientas y
las armas
espirituales con las que Dios ha equipado a su Iglesia y a sus
ministros para el ejercicio de sus funciones
administrativas de modo que estas estén en plena
consonancia con las demandas divinas para los
administradores.

El líder
siervo y su entendimiento del principio de autoridad

Todo aquel que quiera servir al Señor en cualquier
área de servicio eclesiástico deberá tener
muy en claro los parámetros de la autoridad.

A. Definición y ejemplos

Autoridad es el "Derecho o poder de mandar, regir, gobernar,
promulgar leyes,
etc".[37] Ese derecho o poder de mandar, o regir,
sobre otros, se puede observar en muchas dimensiones. Por
ejemplo: La autoridad civil: encabezada por el presidente
del país donde uno vive y de la cual se desprenden otras
ramificaciones. La autoridad militar: dirigida por los
militares o por poderes civiles según algunas democracias.
La autoridad familiar: encabezada por el padre de familia.
Autoridad patronal: dirigida por los patrones
empresariales. Autoridad comunitaria: encaminada por
líderes de comités, líderes de asociaciones,
clubes etc. Autoridad tribal: Caciques o caudillos que
gobiernan sobre tribus a grupos étnicos determinados.
Autoridad escolar encabezada por los directores y
profesores de las escuelas. Autoridad religiosa encabezada
por el ministro de la iglesia. Autoridad institucional:
podría abarcar todo los ejemplos citados, y
también, todo un sistema de gobierno de
instituciones,
dependencias, sindicatos,
asociaciones, etc.

Como podemos observar, hay un sinnúmero de ramas donde
es evidente el ejercicio de la autoridad. En esta sección,
hablaremos, brevemente, de la autoridad en el contexto religioso,
y más concretamente en el contexto del liderazgo del
siervo de Dios.

B. El principio de autoridad se centra en Dios.

"Porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que
hay, por Dios han sido establecidas" (Ro. 13:1). "Pero quiero que
sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el
varón es la cabeza de la mujer, y Dios
la cabeza de Cristo" (1 Co.11:3).

C. La salvación se centra en el principio de
autoridad.

Es importante señalar que recibir a Cristo como
Salvador no es solamente un asunto verbal, es un acto interno de
fe que sale del corazón y nos lleva a la obediencia. Es la
aceptación del señorío de Cristo sobre
nuestra vida lo que en fin de cuentas nos salvará, y no
una repetición verbal mágica. El pasaje
bíblico dice: "Si confesares con tu boca que Jesús
es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le
levantó de los muertos, serás salvo" (Ro. 10:9).
Según el contexto (v. 14), el término creer va
ligado a obediencia. Obediencia a un principio. Al principio de
autoridad divina. Este principio es un sometimiento total de
nuestra vida a la autoridad de Jesucristo para que el rija
nuestro destino según su santa y soberana voluntad.
Jesús fue enfático al declarar que quienes
entrarían al cielo lo harían sobre la base del
reconocimiento de Su señorío y sucesivo
sometimiento a la Voluntad del Padre sobres sus vidas y no tan
solamente por una profesión externa de fe. "No todo el que
me dice: Señor, Señor, entrará en el reino
de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos" (Mt. 7:21). El líder siervo es
aquel que se identifica plenamente con el principio de
autoridad.

D. El sometimiento a la autoridad divina nos
convierte en autoridad.

Alguien dijo que: "Encontrarnos con la autoridad y someternos
a la autoridad nos convierte automáticamente en
autoridad". El sometimiento a la autoridad establecida por Dios
no es algo opcional, es un asunto de vida o muerte. "De
modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios
resiste; y los que resisten, acarrean condenación para
sí mismos" (Ro.13:2). Por el contrario, el sometimiento a
la autoridad de Dios, nos trae Su beneplácito y nos da
poder contra las fuerzas del mal. "Someteos, pues, a Dios;
resistid al diablo, y huirá de vosotros" (Stg. 4:7).

Un ejemplo patético, del peligro de intentar hacer
liberación demoníaca sin estar bajo la autoridad
que conlleva el sometimiento a Dios, lo encontramos en el libro
de los Hechos de los Apóstoles. El pasaje nos habla de
unos exorcistas ambulantes que trataron de expulsar demonios de
personas posesas usando el nombre de Jesús, sin tan
siquiera tener la más mínima relación basada
en la fe y obediencia a Él. El resultado fue nefasto, ya
que el demonio arremetió duramente contra ellos
dándoles el susto de sus vidas (Hech.19:13-16). Todo
líder que pretenda tener el "don de liberación"
debe saber esto muy bien.

Antes de delegar autoridad el líder siervo debe primero
entrenar a quien la recibirá, dándosela
paulatinamente para evitar dársela cuando aún no
está listo.

E. La fe y el reconocimiento de la autoridad
divina no están desasociados.

1. El ejemplo de un líder militar gentil

Este capitán de las milicias imperiales romanas,
arrancó una gran bendición del Señor
Jesús para su empleado, sobre la base del entendimiento
del principio de fe-autoridad. "Entrando Jesús en
Capernaum, vino a él un centurión,
rogándole, y diciendo: Señor, mi criado esta
postrado en casa, paralítico, gravemente atormentado. Y
Jesús le dijo: Yo iré y le sanaré.
Respondió el centurión y dijo: Señor, no soy
digno de que entres bajo mi techo; solamente dí la
palabra, y mi criado sanará. Porque también yo
soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes
soldados; y digo a éste: Vé, y va; y al otro: Ven,
y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oírlo
Jesús, se maravilló, y dijo a los que le
seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he
hallado tanta fe" (Mt.8:5-10).

2. El ejemplo de Jesús

a. Se sometió a la autoridad
política

Jesús es nuestro mejor ejemplo. Él bien pudo
haber ordenado que vinieran doce legiones de ángeles para
defenderlo de todos los improperios y vejámenes de que fue
objeto, sin embargo no lo hizo (Mt. 26:53-54). Él
tenía bien entendido y definido el principio de autoridad.
Él debía someterse en todo a la voluntad del Padre
con todas sus implicaciones (Fil. 2:8). Él sabía
que la autoridad que tenían sus detractores la
habían recibido de arriba. Por tanto no debía
Él contravenir las órdenes de lo alto.

Y entró otra vez en el pretorio, y dijo a Jesús:
¿De dónde eres tú? Más Jesús
no le dio respuesta. Entonces le dijo Pilato: ¿A mí
no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para
crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?
Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías
contra mí, si no te fuese dada de arriba; por tanto, el
que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene
(Jn. 19:9-11).

b. Se sometió a la autoridad religiosa

"Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio,
preguntó a Jesús, diciendo: ¿No respondes
nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? Mas
él callaba, y nada respondía" (Mr. 14:60-61).
Aunque Jesús sabía que se estaba cometiendo una
injusticia flagrante con Él, el trasfondo de todo era que
en Su obediencia se cumplía la voluntad de Su Padre (He.
5:7-10).

3. El ejemplo de Pablo

El apóstol Pablo es otro ejemplo digno de imitar.
Él entendió de tal manera el principio de autoridad
que no tuvo reparos en acatar las predisposiciones divinas.
Aunque en su humanidad se evidencian rasgos de un carácter
firme que estaba en proceso de perfección (Ro. 7:14-24;
Fil. 3:13-14), no obstante, su conocimiento de los
propósitos divinos y de la ley de Dios, lo
hizo sujetarse a todos los parámetros que encerraba la
autoridad.

Entonces Pablo, mirando fijamente al concilio, dijo: Varones
hermanos, yo con toda buena conciencia he
vivido delante de Dios hasta el día de hoy. El sumo
sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban
junto a él, que le golpeasen en la boca. Entonces Pablo le
dijo: ¡Dios te golpeará a ti, pared blanqueada!
¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a
la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear? Los que estaban
presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?
Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote;
pues escrito está: No maldecirás a un
príncipe de tu pueblo (Hech. 23:1-5).

F. Sujeción a la autoridad delegada

1. Requerida en los creyentes

"Por tanto, amados míos, como siempre habéis
obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho
más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra
salvación con temor y temblor…" (Fil. 2:23).

2. Quien rechaza la autoridad delegada rechaza a
Dios.

Dios dijo que el repudio por parte de Israel a la autoridad
del profetismo y magistratura de Samuel, era repudio al mismo
Dios.

Pero no agradó a Samuel esta palabra que dijeron: Danos
un rey que nos juzgue. Y Samuel oró a Jehová. Y
dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que
te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me
han desechado, para que no reine sobre ellos (1 Sam. 8:6-7).

"De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido
por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación
para sí mismos" (Ro.13:2).

3. Consecuencias del rechazo a la autoridad
delegada:

a. El caso de Caín

  • 1. Marcado por Dios (Gn. 4:15)

  • 2. Adoptado por el maligno (1 Jn.
    3:12)

Caín se mostró reacio a sujetarse a la autoridad
de Dios. Su soberbia, era tal, que después de haber
cometido asesinato, en vez de humillarse ante la autoridad
divina, se rebela flagrantemente contra ella (Gn. 4:8-15). No en
vano Judas lo incluye
como un apóstata contumaz (Judas 11).

b. El caso de Coré y su
séquito

1. Se los tragó la tierra (Nm. 16:31-33)

2. Los consumió el fuego de Dios (Nm. 16:35)

"Coré se destacó por su rebelión contra
el liderazgo elegido por Dios (Comp. Núm.
16:1-40)".[38] Las ambiciones de poder llevaron a
Coré al clímax de su maldad.

Judas advierte sobre las consecuencias de pecar contra la
autoridad delegada y pone precisamente a Caín y
Coré como ejemplo de hombres que llenaron el colmo de la
afrenta.

No obstante, de la misma manera también estos
soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y
blasfeman de las potestades superiores. Pero cuando el
arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando
con él por el cuerpo de Moisés, no se
atrevió a proferir juicio de maldición contra
él, sino que dijo: El Señor te reprenda. Pero
éstos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las que
por naturaleza
conocen, se corrompen como animales
irracionales. ¡Ay de ellos! Porque han seguido el
camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error de
Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré
(Jd. 8-11).

c. El caso de Janes y Jambres

1. Desafiaron la autoridad de
Moisés

Pablo nos presenta un típico caso de obstinación
contra la autoridad. Habla de dos personajes que en su
afán por desafiar la autoridad de Moisés ante
faraón y los egipcios llegaron hasta el extremo de su
necedad.

Y de la manera que Janes y Jambres resistieron a
Moisés, así también éstos resisten a
la verdad; hombres corruptos de entendimiento, réprobos en
cuanto a la fe. Más no irán
más adelante; porque su insensatez será manifiesta
a todos, como también lo fue la de aquellos (2
Tim.3:8-9).

Dios hace quedar en ridículo a quien
obstinadamente desafía su autoridad delegada.

d. El caso de los hijos de Aarón

1. Usurpación de funciones

Aquí encontramos un caso patético de pecados
contra la autoridad. Sacerdotes legítimos, oficiando en
posiciones ilegitimas. En mi libro sobre las Normas
Disciplinarias de la Iglesia, amplio sobre este particular. Resta
decir, sin embargo, que es tanto pecado contravenir a la
autoridad, como suplantar la autoridad.

Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno
su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron
incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego
extraño, que él nunca les mandó. Y
salió fuego de delante de Jehová y los
quemó, y murieron delante de Jehovah (Lev. 10:1-2).

La muerte inmediata de los culpables fue la reacción
divina. El líder siervo observa con detenimiento estos
pasajes, pues contienen sabiduría.

e. El caso de María y Aarón

1. Murmurar contra la autoridad

María y Aarón fueron reprendidos fuertemente por
el Señor a causa de sus comentarios hostiles contra la
autoridad de Moisés. No se dice cual fue el castigo para
Aarón, pero de María, se dice que le vino lepra, y
a no ser por la intercesión de su hermano Moisés,
hubiera perecido bajo el juicio divino.

María y Aarón hablaron contra Moisés
a causa de la mujer cusita que
había tomado; porque él había tomado mujer
cusita. Y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado
Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros?
Y lo oyó Jehová. Y aquel varón Moisés
era muy manso, más que todos los hombres que había
sobre la tierra. Luego dijo Jehová a Moisés, a
Aarón y a María: Salid vosotros tres al
tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres.
Entonces Jehová descendió en la columna de la nube,
y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a
Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les
dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros
profeta de Jehová, le apareceré en visión,
en sueños hablaré con él. No así a mi
siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara
hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y
verá la apariencia de Jehová. ¿Por
qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo
Moisés? (Nm.12:1-8).

La enseñanza de este pasaje es importante. Ya que el
error de María y Aarón, fue pensar, que ellos,
estaban a la misma altura espiritual delante de Dios que su
hermano Moisés. No olvidemos que Dios en su soberanía hace llamados y da
reconocimientos especiales a quien le place. El líder
siervo es manso y humilde y de espíritu dócil ante
la autoridad. Él sabe que toda autoridad viene de Dios, y
lo que menos, quiere, es tener conflictos con
Dios.

f. El caso de Saúl

1. Usurpación de funciones sacerdotales
y desobediencia a la autoridad divina.

El atenuante en el pecado de Saúl se debió al
hecho de pensar que por ser el rey de Israel tenía
autoridad absoluta sobre otras áreas de ministerio, como
el sacerdocio o el profetismo. Era costumbre de los reyes paganos
convertirse en gobernantes políticos y religiosos de sus
naciones. Entre las dinastías faraónicas por
ejemplo, el faraón se constituía en dios de los
egipcios. En el caso de los emperadores romanos era lo mismo,
ellos al ser investidos como reyes del imperio, también
eran, al mismo tiempo, reconocidos como dioses y sacerdotes del
pueblo. Esto les hacia tener autoridad suprema y control absoluto
sobre la gente que gobernaban. Por su parte la monarquía israelita tenía otro
patrón de gobierno, era el gobierno
semi-teocrático, es decir el gobierno indirecto de Dios.
Aunque ya existía un poder monárquico como cabeza
del reino político, en el ámbito religioso, no
obstante, había total autonomía e independencia
por parte del sumo sacerdote. El sacerdote dependía desde
su llamado hasta sus funciones sacerdotales totalmente de Dios y
no del rey. Samuel era quien debía oficiar el sacerdocio y
el profetismo en Israel y no otro, ni siquiera el rey. El pecado
de Saúl debe verse entonces en este contexto.

Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no
guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él
te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera
confirmado tu reino sobre Israel para siempre. Mas ahora tu reino
no será duradero. Jehová se ha buscado un
varón conforme a su corazón, al cual Jehová
ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por
cuanto tú no has guardado lo que Jehová te
mandó (1 Sam.13:13-14). …Y Samuel dijo: ¿Se
complace Jehová tanto en los holocaustos y
víctimas, como en que se obedezca a las palabras de
Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los
carneros. Porque como pecado de adivinación es la
rebelión, y como ídolos e idolatría la
obstinación. Por cuanto tú desechaste la palabra de
Jehová, él también te ha desechado para que
no seas rey (1 Sam. 15:22-23).

El líder siervo es aquel que reconoce los
límites de su autoridad, respeta áreas delegadas, y
no usurpa funciones ministeriales.

g. El caso de Absalón

1. Conspiración

Absalón es tipo del líder divisionista, que
astutamente prepara el camino entre los que han sido puestos a su
cuidado, para luego darse a conocer a ellos como alguien que
tiene un llamado especial de Dios sobre ellos. Estos falsos
siervos, escalan rápidamente, por su audacia y
perseverancia, posiciones de poder y control dentro de la
iglesia, en espera de que la autoridad representativa cometa un
error. Son como serpientes, que se mueven sigilosamente en las
áreas más necesitadas de liderazgo de la iglesia y
demuestran sumo interés
por el crecimiento de la grey y casi siempre tienen ideas
geniales respecto a la mejor manera de obtener los mejores
resultados.

Es fácil detectarlos por la ambición y las
ansias de poder que los dominan. Casi siempre apetecen posiciones
clave, en donde puedan tener contacto personal con los creyentes,
para desde allí comenzar a ejercer influencia sagazmente
sobre los ingenuos. Se ganan el aprecio de los hermanos de la
iglesia por ser muy "dedicados" y "consagrados". Tienden a
confundir a muchos por su apariencia de personas de bien, y
externamente se muestran compatibles con la autoridad que
está sobre ellos, por eso mismo hacen con frecuencia,
públicamente, comentarios halagadores sobre la autoridad,
pero eso es sólo una de sus estratagemas pues en secreto
murmuran y manifiestan su desacuerdo con bastante
alevosía. A la primera oportunidad echarán mano de
todo el poder persuasivo de que son capaces para arrastrar tras
sí a muchos. Eso era lo que hacía Absalón en
Israel. Leamos el párrafo.

Y se levantaba Absalón de mañana, y se
ponía a un lado del camino junto a la puerta; y a
cualquiera que tenía pleito y venía al rey a
juicio, Absalón le llamaba y le decía: ¿De
qué ciudad eres? Y él respondía: Tu siervo
es de una de las tribus de Israel. Entonces Absalón le
decía: Mira, tus palabras son buenas y justas; mas no
tienes quien te oiga de parte del rey. Y decía
Absalón: ¡Quién me pusiera por juez en la
tierra, para que viniesen a mí todos los que tienen pleito
o negocio, que yo les haría justicia! Y acontecía
que cuando alguno se acercaba para inclinarse a él,
él extendía la mano y lo tomaba, y lo besaba. De
esta manera hacía con todos los israelitas que
venían al rey a juicio; y así robaba Absalón
el corazón de los de Israel.
(2 Sam. 15:2-6).

La sutileza de Absalón, fue tal, que a no ser por la
intervención divina, -usando maravillosamente a Husai
consejero de David, en contra de Absalón, para destruir su
conspiración- hubiera concluido con feliz término
su conspiración contra su propio padre (2 Sam. 17:6-14).
El fin de Absalón, colgado de un árbol, es un
terrible ejemplo, de lo nefasto que puede ser este tipo de
pecados contra la autoridad establecida (2 Sam. 18:9). Concluimos
con el doctor Héctor Torres quien explica las
características del espíritu absalonita dentro de
la iglesia: "El espíritu de Absalón, como el hijo
de David, es independiente, no quiere someterse a las autoridades
que Dios ungió. Intenta usurpar la autoridad, e incita a
los demás a rebelarse y reemplazar al pastor que Dios
llamó para guiar el rebano".[39]

h. El ejemplo de David

  • 1. David entendía claramente el principio
    de autoridad divina.

Aun cuando sabía que el rey Saúl no estaba
plenamente bajo la obediencia divina, David siempre vio en
él, al ungido de Jehovah.

Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí
el día de que te dijo Jehová: He aquí que
entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él
como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente
cortó la orilla del manto de Saúl. Después
de esto se turbó el corazón de David, porque
había cortado la orilla del manto de Saúl. Y dijo a
sus hombres: Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi
señor, el ungido de Jehová, que yo extienda mi mano
contra él; porque es el ungido de Jehová.
Así reprimió David a sus hombres con palabras, y no
les permitió que se levantasen contra Saúl. Y
Saúl, saliendo de la cueva, siguió su camino (1
Sam. 24:4-7, 10).

El ejemplo de David en el contexto de líder siervo es
digno de imitar ya que la autoridad en el liderazgo de siervo se
gana no se asume.

G. ¿Qué hacer en casos de
conflictos de autoridad?

  • 1. La autoridad civil en contraposición a
    la autoridad divina.

a. Caso 1: Los varones en el horno de

fuego.

Este caso llama fuertemente la atención, porque estos
creyentes, al no obedecer el decreto del rey, estaban
–humanamente hablando- dándose a sí mismos la
sentencia de muerte (Dn. 3:6).

Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey
Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre
este asunto. He aquí nuestro Dios a quien servimos puede
librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos
librará. Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus
dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado (Dn.
3:16-18).

Al comentar sobre este pasaje la nota marginal de
la Biblia SIGLO XXI, arguye:

Por negarse a cumplir la orden de Nabucodonosor, Sadrac, Mesac
y Abed -Nego fueron llevados ante el rey. El cumplir la propuesta
del rey hubiera sido equivalente a violar el segundo mandamiento
(Comp. Exo. 20:4). La respuesta de los tres hombres ante las
amenazas del rey Nabucodonosor es clásica. Afirmaron su
confianza en que Dios los libraría de la muerte, pero
también declararon que seguirían siendo fieles a
Jehovah y se negarían a adorar al ídolo en Dura,
aunque no los librara.[40]

Dios apareció en escena, librando de
manera sobrenatural a sus siervos de la muerte y premiando su
fidelidad al principio de autoridad divina que en este caso se
sobrepone a la autoridad política terrenal.
Entonces exclamó Nabucodonosor: « ¡Alabado
sea el Dios de estos jóvenes, que envió a su
ángel y los salvó! Ellos confiaron en él y,
desafiando la orden real, optaron por la muerte antes que honrar
o adorar a otro dios que no fuera el suyo.
[41]

2. Caso 2: Daniel en el foso de los leones

Daniel en este pasaje, es el prototipo del líder siervo
que no escatima su propia vida con tal de obedecer fielmente el
mandamiento divino. Él sabía que el único
Dios es Yahweh y en él solamente se debe confiar y se le
debe adorar. Fuera de él a nadie:

Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la
boca de los leones, para que no me hiciesen daño,
porque ante él fui hallado inocente; y aun delante de ti,
oh rey, yo no he hecho nada malo. Entonces se alegró el
rey en gran manera a causa de él, y mandó sacar a
Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna
lesión se halló en él, porque había
confiado en su Dios (Dn. 6:22-23).

Al comentar sobre Daniel en el foso de los leones
Wiersbe, nos da una interesante explicación:

Daniel sabía que era incorrecto adorar y pedir al rey,
porque conocía la Palabra de Dios. Prefería morir
obedeciendo la Palabra que vivir fuera de la voluntad de Dios.
Satanás viene como león rugiente (1 P 5.8–9)
y usa a nuestros enemigos para tratar de devorarnos (2 Ti 4.17),
pero Dios puede librarnos para su gloria.[42]

3. Caso 3: Pedro y los otros apóstoles
(Hech. 4:19, 5:29).

Pedro y los demás apóstoles se vieron en la
necesidad de tomar decisiones contraventoras a la autoridad. Esto
se debió a que los líderes del Concilio les
pedían que desistiesen de anunciar las buenas nuevas de
salvación. En otras palabras, les estaban prohibiendo que
hicieran lo que Dios les había ordenado que hicieran.
Jesús después de resucitado les ordenó lo
que se conoce en teología como la Gran Comisión.
(Mt. 28:19-20). Cuando la autoridad establecida se vuelve hostil
a las bases reglamentarias divinas, al extremo de aprobar leyes y
decretos en franca oposición a los principios
divinos, el creyente no está obligado a acatar del todo
esas disposiciones. En semejante situación el creyente
debe sumisión pero no obediencia. En adición a
esto, es importante también, poner de relieve, que
los creyentes debemos orar a Dios por nuestras autoridades para
que vivamos quieta y reposadamente (1 Ti. 2:1-4).

El texto sagrado
dice:

Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera
hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús. Mas
Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es
justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios;
porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído
(Hech. 4:18-20).

Cuando los trajeron, los presentaron en el concilio, y el sumo
sacerdote les preguntó, diciendo: ¿No os mandamos
estrictamente que no enseñaseis en ese nombre? Y ahora
habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina, y
queréis echar sobre nosotros la sangre de ese hombre.
Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es
necesario obedecer a Dios antes que a los hombres (Hech.
5:27-29).

A manera de advertencia, hay que señalar
también, que este pasaje no debe interpretarse fuera del
contexto, pues es evidente que en algunos casos Dios permite
represión a los suyos para dar lecciones espirituales y de
esa manera preparar los corazones en cuanto a la fe, el amor, la
santidad, la justicia, etc. En este sentido, basta dar un vistazo
al pueblo de Israel en el tiempo de los jueces, o cuando era
llevado cautivo por las naciones, Egipto,
Asiria, Babilonia, entre otras, para entender que los
propósitos de Dios muchas veces incluyen
persecución, lo cual sobrepasa nuestro entendimiento. El
comentario de Hayford en la Biblia Plenitud al pasaje citado es
muy oportuno de analizar:

La necesidad de obedecer primero a Dios, en cuestiones en que
la autoridad humana se opone a su voluntad, se ejemplifica en
este pasaje. Aunque aparentemente justificable en algunos casos
(véase 5.40–42; 1 P 2.18–23), este texto no
ofrece una base para tolerar un espíritu rebelde. La
conducta de Pedro y Juan no manifiesta ni arrogancia ni
presunción, mientras reafirma un reclamo moral
superior.[43]

El líder
siervo y su entendimiento de la Gracia del
Dar.[44]

Evidentemente, la sempiterna realidad es que las riquezas
representan peligros considerables para todos, muy especialmente
para el pueblo cristiano que cada día se vuelve más
próspero. ¿Pero qué podemos hacer para
escapar del poder del materialismo?
¿Salir del mundo de la competencia?
¿Abandonar los negocios?
¿Evitar tener una profesión? ¿Unirnos a una
comuna? Hay quienes piensan así, a pesar de las firmes
advertencias en contra del aislamiento.

Hay, sin embargo, un camino mejor, enseñado una y otra
vez en la Palabra de Dios. En realidad, la Biblia lo presenta
como una gracia: la gracia de dar.

La enseñanza más explícita en cuanto a
este tema está en 2 Corintios 8, donde el apóstol
Pablo enseña magistralmente a la iglesia de los corintios
en cuanto al dar, citando el hermoso ejemplo en cuanto a ofrenda
de la iglesia de los macedonios:

Partes: 1, 2, 3, 4
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