A lo largo de la historia, los seres humanos
hemos ido modificando nuestros hábitos y costumbres,
utilizando la fuerza y
el
conocimiento para tratar de satisfacer nuestras necesidades y
mejorar nuestra calidad de
vida. Este intento de superación se realizó a
través del trabajo y el
empleo de
recursos y
energía, de forma tal que a medida que se desarrollaba
el trabajo,
inevitablemente, se realizaba un intercambio tanto con el
medioambiente como con otros seres humanos. Pero al trabajar,
además de modificar su entorno, un individuo
también se modificaba a si mismo, al vincularse de forma
solidaria o conflictiva con otros individuos o grupos, por
ejemplo.
Para ser realizado, todo trabajo requiere
de una serie de esfuerzos físicos y conocimientos, por
más simple que parezca la tarea a realizar. Y
además de un esfuerzo individual, cada trabajo supone un
esfuerzo colectivo ya que es necesaria para su realización
algún tipo de ayuda o cooperación. Por otra parte,
existen innumerables cantidad de actividades, cada una de las
cuales está organizada de diferente manera en cuanto a su
distribución de tareas, organización jerárquica, tecnología utilizada,
formas de gestión
y mano de obra. Como podemos ver, existen muchas formas de
clasificar el trabajo, y es entonces que al analizar la evolución histórica del mismo,
podremos notar que a medida que avanzamos en el tiempo, la
división social del trabajo ha ido aumentando cada vez
más.
En la prehistoria, los
primeros humanos obtenían los medios
necesarios para subsistir en base a la recolección
(frutos, raíces, miel, semillas, nueces, carroña).
Inicialmente usaban sólo sus manos para conseguir el
alimento, posteriormente, palos, estacas y piedras. A medida que
fueron desarrollando sus conocimientos incorporaron herramientas,
palos y piedras con algún trabajo incorporado (cuchillos,
raspadores, punzones, armas de corto
alcance), descubrieron el fuego. En este momento, cuando el hombre pasa
de recolector a cazador, es cuando se produce una importante
división social del trabajo: la asignación de
funciones
según la condición sexual y la edad. En gran parte
tiene que ver con las capacidades físicas y con el cuidado
de los niños.
Mientras los hombres salían a cazar, las mujeres y los
impedidos físicamente quedaban a cargo de los niños
y el fuego. En este momento también se desarrolla la familia y
se inician intercambios culturales como reuniones alrededor del
fuego. El trabajo y la distribución de la caza se hacen de
forma colectiva.
Posteriormente surgen los primeros centros
urbanos y ciudades, y aparece la agricultura,
aumentando notablemente la tecnología disponible. Se
inventan instrumentos para facilitar su labor, como hoces y
arados, por ejemplo. Luego se comienza a trabajar los metales. Con el
trabajo del hierro, la
agricultura y la domesticación de los animales, cada
vez era más necesario el dominio de
conocimientos más complejos y especializados. La
división del trabajo se hizo más compleja. De esta
forma nació la diferenciación de grupos
sociales según su oficio. Como por ejemplo los
campesinos y los comerciantes. Esta nueva forma de organizar el
trabajo tuvo sus consecuencias en la sociedad.
Nacieron jerarquías entre las distintas ocupaciones. Las
ocupaciones de menor jerarquía eran las que
requerían de un mayor esfuerzo físico, como los
campesinos, mientras que las de mayor jerarquía eran las
realizadas por los grupos que se dedicaban a tareas religiosas y
militares, quienes recibían muchos más beneficios
que los campesinos y artesanos.
Hasta entonces se realizaba el trabajo y la
distribución de manera colectiva. Cuando aparece la
apropiación de tierras, ganados y utensilios, suceden dos
importantes cambios sociales: Se abandona el matriarcado, en el
cual las nuevas generaciones heredaban por parte de la madre,
para dar paso al patriarcado, en el cual se hereda por parte del
padre y hacia el varón mayor (primogénito); y
además el período comunal da paso a los primeros
propietarios. De esta forma surgen las bases del esclavismo.
Una de las divisiones más
importantes del trabajo ha sido la separación de lo
intelectual con respecto al trabajo manual, es decir
la división entre quienes planean y quienes ejecutan el
trabajo. La aparición de la propiedad les
permite a las personas más poderosas de la sociedad la
apropiación de la tierra, el
ganado, las herramientas, etcétera, con lo cual logran
acumular grandes riquezas basadas en la agricultura, la ganadería,
la explotación de metales y las artesanías. Este
poder
económico les permite el control social,
de manera que logran aún mayores ganancias y pueden darse
una vida de comodidades. De esta forma, la sociedad se divide en
dos grandes grupos: los explotadores y los explotados. Los
nobles, los funcionarios, la iglesia y los
grandes terratenientes viven a expensas de la explotación
de los campesinos, pastores y artesanos.
La propiedad se ejerce tanto sobre los
medios de producción como sobre las personas, quienes
pasan a ser esclavos. Ellos carecen de todo tipo de derecho y los
obligan a trabajar mediante amenazas y golpes. A cambio reciben
sólo el alimento necesario para sobrevivir. El trabajo lo
realizan en los castillos, en los templos, en las minas y en las
casas de los ricos, quienes tienen la posibilidad de comprar
esclavos en los mercados
públicos.
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