El CAPITALISMO.
Concepto.
Sistema económico en el que los individuos
privados y las empresas de
negocios
llevan a cabo la producción y el intercambio de bienes y
servicios
mediante complejas transacciones en las que intervienen los
precios y los
mercados. Aunque
tiene sus orígenes en la antigüedad, el desarrollo del
capitalismo es un fenómeno europeo; fue evolucionando en
distintas etapas, hasta considerarse establecido en la segunda
mitad del siglo XIX. Desde Europa, y en
concreto desde
Inglaterra, el
sistema
capitalista se fue extendiendo a todo el mundo, siendo el sistema
socioeconómico casi exclusivo en el ámbito mundial
hasta el estallido de la I Guerra Mundial,
tras la cual se estableció un nuevo sistema
socioeconómico, el comunismo, que se
convirtió en el opuesto al capitalista.
Características Fundamentales:
A lo largo de su historia, pero sobre todo
durante su auge en la segunda mitad del siglo XIX, el Capitalismo
tuvo una serie de características
básicas:
a. Los medios de producción –
tierra y capital– son de propiedad privada. En este contexto
el capital se refiere a los edificios, la maquinaria y otras
herramientas utilizadas para producir bienes y servicios
destinados al consumo.b. La actividad económica aparece
organizada y coordinada por la interacción entre
compradores y vendedores (o productores) que se lleva a cabo
en los mercados.c. Tanto los propietarios de la tierra y el
capital como los trabajadores, son libres y buscan maximizar
su bienestar, por lo que intentan sacar el mayor provecho
posible de sus recursos y del trabajo que utilizan para
producir; los consumidores pueden gastar cómo y cuando
quieran sus ingresos para obtener la mayor
satisfacción posible. Este principio que se denomina
soberanía del consumidor, refleja que, en un sistema
capitalista, los productores se verán obligados,
debido a la competencia, a utilizar sus recursos de forma que
puedan satisfacer la demanda de los consumidores; el
interés personal y la búsqueda de beneficios
les lleva a seguir esta estrategia.d. Bajo el sistema capitalista el control del
sector privado por parte del público debe ser
mínimo; se considera que existe competencia, la
actividad económica se controlará a sí
misma; la actividad del gobierno sólo es necesaria
para gestionar la defensa nacional, hacer respetar la
propiedad privada y garantizar el cumplimiento de los
contratos. Esta visión decimonónica del papel
del Estado en el sistema capitalista ha cambiado mucho
durante el siglo XX.
Plusvalía y Capitalismo.
Pago al propietario de un factor de producción
(trabajo,
energía) de una cantidad inferior al valor del
producto.
Este término puede tener dos significados
básicos: el primero es el uso de bienes materiales,
normalmente con un suministro fijo, para los fines establecidos
por los que se realiza su manipulación, y el segundo,
más negativo, es un elemento clave de la teoría
marxista sobre la lucha de clases. Esta teoría establece
la teoría del
valor del trabajo, que a su vez conlleva el concepto de
plusvalía. Sostiene que el capitalista paga al trabajador
el coste de su producción, pero recibe el precio de
mercado del
producto, paga costes externos (alquileres, etc.) y se embolsa el
resto (la plusvalía) como ganancia. Esta idea de la
plusvalía o ganancia nunca fue postulada por los
economistas liberales y, en cualquier caso, parece estar en
desacuerdo con la doctrina clásica del intercambio de
equivalentes económicos.
Crisis y Depresiones del Capitalismo.
La gran crisis de
fines del año 1929 y la profunda depresión
subsiguiente marcarán, con el surgimiento del mundo
comunista, un hito prominente en la historia del desarrollo
económico-social de la Humanidad.
a) La Gran Depresión
La Gran Depresión tuvo repercusiones
prácticas y teóricas.
En el orden práctico, las lecciones de la crisis
no hacen sino corroborar los puntos de vista anteriormente
enumerados sobre las funestas consecuencias del Capitalismo de
grupos
antagónicos.
Una vez superadas las crisis de
reconversión—de una economía de guerra a una
economía de producción agrícola e
industrial—, las naciones, tanto europeas como, sobre todo,
americana, prosperaron inauditamente.
Estados Unidos, y aun Latinoamérica, proseguía y acumulaba
el impulso recibido al tener que abastecer al continente europeo,
sumido primero en la lucha, arruinado después, pero con
deseos y necesidad de rehacerse.
Poco a poco y con sobresaltos Europa se reconstruye. A
partir de 1925 logra alcanzar los niveles de producción
conocidos antes de la guerra.
En Estados Unidos la
ola de optimismo era gigantesca.
Su naciente, y pronto vigorosa, industria del
automóvil y maquinaría agrícola va
ampliándose sin cesar, gracias a las nuevas modalidades de
la producción en y de la venta a crédito. Actuando como foco impulsor, a la
vez que promueve el auge de la producción agrícola,
sacude en sus cimientos a las industrias
básicas y a las ramas extractivas de carbón y
minerales.
La ola de optimismo es secundaria; viene apoyada en la
precedente del más intenso trabajo y de la difusión
del poder de
compra entre las clases trabajadoras.
Con todo, el optimismo acabo degenerando, sobre todo en
Wall Street, en ardiente especulación. Las acciones
cotizadas en la Bolsa de Nueva York totalizaban, según los
montos suscritos y los curves registrados, en los diversos
años:
1925 = 27.000 millones de d61ares.
1929 = 89.000 millones de dólares.
Donde aparece con claridad la ficticia hinchazón
de los
valores.
Como ejemplo ilustrativo se propondrá el famoso
caso "Ward", quien, deseando alzarse con la fabricación y
comercio del
pan en las mayores ciudades, halagaba a los propietarios de las
panaderías, ofreciéndoles altísimos precios
pare la compra de sus negocios. Una vez adquiridos estos,
emitía acciones representativas del capital social
así sobrestimado; las ofrecía en la Bolsa, y con el
producto de la venta volvía a comprar y asociar al negocio
nuevas panaderías a precios exagerados. Resultado: que a
la vez que, ciertamente, iba monopolizando el negocio, y por lo
mismo, cobrando fuerza
económica, acentuaba la desproporción entre el
valor nominal de las acciones, el capital social y los verdaderos
activos que
la empresa
poseía. En tales circunstancias los dividendos repartidos
no podían ser sino ficticios. La ruina futura era
inevitable.
Como se ve, aunque las gentes se creían, y aun
eran más ricas y ello estimulaba las compras y la
producción, la prosperidad no estaba bien
cimentada.
Un segundo factor decisivo pare el futuro
desencadenamiento de la crisis hay que reponerlo en el sector de
crédito internacional.
Los aliados habían impuesto a los
vencidos fuertes pagos en concepto de reparación por los
gastos y
destrucción de la guerra.
Alemania supo jugar bien la partida. Era imprescindible
que se le ayudara a reconstruirse, si se pretendía
obligarla a pagar tan cuantiosas sumas. Saneada desde 1924 por el
mago alemán de las finanzas, H.
Schacht, la situación monetaria, los capitales
extranjeros, franceses, ingleses y americanos, comienzan a fluir
sobre Alemania y
Austria. Los elevados tipos de interés
pagados por los Bancos germanos
eran un especioso atractivo. Aunque recibidos a corto plazo, esos
fondos son prestados por los Bancos a la industria a largo plazo.
Cuando sobrevenga la crisis, estarán ampliamente
inmovilizados y será imposible el repatriarlos.
Así las cosas, los primeros síntomas de
malestar provinieron del sector agrícola
norteamericano.
Al recuperarse totalmente Europa y seguir América
acumulando los impulsos recibidos, se va a crear una peligrosa
situación de excedentes de producción
agrícola, que no encontrara fácilmente salida en
los mercados y presionara a la baja sobre los precios.
Por ejemplo, en el sector azucarero, con anterioridad a
la guerra, Europa y América producían por partes
iguales un total de 181 millones de quintales de azúcar
—de remolacha y carne—. Durante la guerra, la
producción europea se reducía a 26 millones,
mientras que la americana aumentaba a 132 millones. Pero pare el
año 1928 la producción recuperada de Europa
alcanzaba a 83 millones de quintales, mientras que la americana
seguía creciendo hasta superar los 185 millones,
más que la europea y americana conjuntamente antes de la
guerra.
El caso del azúcar es tan solo un indicio de lo
ocurrido con otros productos
agrícolas, particularmente al trigo, maíz,
etc.
Al gravitar pesadamente los excedentes, sobrevino el
hundimiento de los precios, el retraso en los pagos de la
maquinaria comprada a crédito por parte de los
agricultores, las primeras dificultades de la industria americana
y de sus Bancos.
Al querer estos sostenerse con la repatriación de
fondos desde Europa, pusieron en aprieto a los Bancos alemanes.
Fueron precisamente las demandas de retiro de fondos las que,
provocando la quiebra de la
poderosa institución del "Creditanstalt", de Viena,
desencadenaron la ola mundial de pánico.
Los Bancos americanos, queriendo anticiparse unos a otros en la
repatriación de capitales, agudizaron la crisis y
obligaron a Alemania a decretar la moratoria bancaria.
El edificio de la prosperidad se venía
abajo.
La especulación jugo entonces a la baja y las
cotizaciones en Wall Street se hundieron en el abismo. Las
acciones totalizaron en:
1932 = 15.663 millones de $, contra los 89.000 de
1929.
La caída arruinó a los que antes se
creían ricos, empezó a frenar las compras y
acabó arrastrando tras sí a todos los precios: los
industriales al por mayor bajaron en un 32 por 100; los
agrícolas lo habían hecho en un 54 por
100.
E1 frenazo consiguientemente experimentado por la
producción industrial trajo como consecuencia inevitable
la reducción de sueldos y
salarios en un 40 por 100, aun pare el personal
ocupado.
Pero, sobre todo, el paro obrero
forzoso alcanzo niveles anormales y extraordinarios. En los
años peores se contaron en EE. UU. Hasta catorce millones
de obreros parados. De 1931 a 1940 hubo siempre, por lo menos,
siete millones de obreros sin trabajo.
Como Norteamérica había empezado a ser ya
la potencia
económica dominante, la crisis se propagó a todo el
mundo. La producción global alemana se redujo en un 40 por
100; sus exportaciones lo
hicieron en un 50 por 100. En Inglaterra los obreros parados
pasaron de los cuatro millones.
Nada tiene de extraño que, en estas
circunstancias, germinara en la mente de Lord Maynard Keynes la
Teoría General del Empleo, del
Interés y de la Moneda. Libro
publicado en 1936, que iba a reorientar la Teoría
Económica.
Esos graves hechos explican igualmente los anhelos por
una seguridad
social total, que culminaron en el informe de Sir W.
Beveridge y en el programa
implantado después de la segunda guerra
mundial por el partido laborista ingles.
Pleno Empleo, Seguridad Social,
Nacionalización de las Empresas, Participación
obrera en la Gestión, Intervención
económica del Estado, fueron
tópicos socorridos en la inmediata postguerra.
b) El Comunismo.
Paralelamente con esta evolución del mundo occidental había
seguido su curso azaroso y sobresaltado la revolución
rusa.
Será verdad que la implantación del
comunismo en los diversos países ha desmentido las
previsiones marxistas de una revolución
proletaria en un mundo capitalista de intensa
concentración industrial; será cierto que los
conductores soviéticos, dando muestras de realismo
político, a veces feroz, han abandonado, o atemperado a
las circunstancias y conveniencias la ortodoxia marxista;
podremos quizás esperar o anhelar que los mismos
éxitos logrados induzcan en los dirigentes un mayor
sentido de responsabilidad y moderación ante la
necesaria salvaguarda de la obra realizada: es verosímil
que la paulatina mejora de las condiciones materiales de vida del
pueblo ruso despierte en vasto s sectores de sus cuadros
intermedios una mayor ansia de libertad;
habrá quien vislumbre en el horizonte del futuro el
probable definitivo fracaso de un sistema absorbente,
centralizador, despótico; todos deberían recriminar
la perversión de una ideología filosófico-religiosa falsa
y antihumana, etc. Pero, mientras tanto, quedará como
hecho histórico alucinante, de trascendental
significación para el curso de la humanidad la
aparición del Comunismo en Rusia, su
atormentada consolidación en el país
soviético y la forzada y oportunista propagación en
más de la mitad del mundo.
Cuatro estadios se pueden señalar en la
evolución del comunismo:
1. El periodo revolucionario y de comunismo
radical de la llamada guerra civil. Momentos de conquista
audaz del poder y primer asentamiento.2. El periodo transitorio de la Nueva
Política Económica; en un cierto sentido de
marcha atrás, por acomodación a las imperiosas
exigencias de fomento de la producción y
atención al descontento campesino.3. El lapso más duradero y decisivo de
la construcción del Socialismo, con la
elaboración, puesta en marcha y realizaciones de los
planes quinquenales, que pretendieron colectivizar la
agricultura y lograron sentar las bases de la industria
pesada soviética.4. Los tiempos ulteriores y recientes de
creciente expansión externa hacia China y democracias
populares europeas. A una con el afianzamiento interno ruso,
por prudente temperamento a la cambiante evolución, se
ha operado en el bloque comunista una evidente
escisión.
A través de esos cuatro estadios un resultado
queda patente. Y es, el del abierto desafío lanzado por el
Comunismo contra el Sistema Capitalista.
Aunque sin dar del todo crédito a los datos
estadísticos, ni aceptar siquiera la estricta
comparabilidad de las cifras, nos parece que es un triunfo
innegable de los dirigentes comunistas el que en la esfera de la
producción se vayan acercando a los volúmenes y
tasas de crecimiento occidentales.
Pero, sin duda, han sido más efectivos sus logros
en la esfera de la distribución, en la nivelación de
las fortunas, desmantelamiento de arcaicas estructuras
sociales y proporción de igualdad de
oportunidades para todos.
No tiene por qué arredrarnos el reconocimiento de
que unos cuantos años de vandalismo comunista, aunque haya
sido, o sea, devastador su paso, puede dejar despejado el terreno
para la apertura de nuevos caminos.
c) La Situación actual de los dos bloques
contrapuestos.
Quizás sea una de las más fastas
consecuencias de la aparición y afianzamiento del
Comunismo, la reacción provocada en el sistema capitalista
contrapuesto.
El mundo occidental está despertando. Asistimos a
un rejuvenecimiento y a una transformación del sistema
capitalista. Es notorio el vigor, siempre renovado en la eficacia
productiva, del capitalismo americano. Resulta todavía
más esperanzador el proceso
creativo del capitalismo europeo, más abierto a las
necesarias reformas sociales.
Comunismo y Capitalismo se hallan hoy día frente
a frente.
Personalmente opinamos que el Capitalismo, o continua y
acelera el proceso de interna renovación, superando viejas
concepciones, o sucumbe ante el ímpetu del
adversario.
Así mismo el Comunismo, que en sus etapas
iníciales puede ofrecer evidentes éxitos, por la
implantación de un férreo Capitalismo de Estado,
forzosamente ha de degenerar, y a la larga no será lo
suficientemente eficaz como para asegurar permanentemente una
adecuada y justa distribución de la riqueza.
Frente a ambos sistemas,
capitalista y comunista, se alzan, como tierras de conquista y
promisión, las vastas extensiones del sudeste
asiático, de los continentes africano y
latinoamericano.
En este tercer campo de lucha intermedio debe dirimirse
la gran contienda, si no queremos asistir a la
conformación de un capitalismo de naciones ricas y un
proletariado de naciones pobres.
Las profundas desigualdades sociales, asentadas en
vetustas estructuras y que dan como resultado la miserable
condición de vida de las clases populares, hacen de esos
continentes campo abonado para el Comunismo.
Pero también, al contrario, en ese ámbito
del mundo subdesarrollado podría encontrar el sistema
capitalista un terreno de misión y
de obra redentora. Redentora de esos pueblos y de sus propios
vicios. Salvando a esos mundos, el Capitalismo se salvara a
sí mismo y desbaratara la permanente amenaza del
Comunismo.
EL IMPERIALISMO.
Concepto.
Práctica de dominación empleada por las
naciones o pueblos poderosos para ampliar y mantener su control o
influencia sobre naciones o pueblos más débiles;
aunque algunos especialistas suelen utilizar este término
de forma más específica para referirse
únicamente a la expansión económica de los
estados capitalistas, otros eruditos lo reservan para
caracterizar la expansión de Europa que tuvo lugar
después de 1870. Aunque las voces
imperialismo y colonialismo tienen un significado similar y
pueden aplicarse indistintamente en algunas ocasiones, conviene
establecer ciertas diferencias entre ellas. El colonialismo, por
lo general, implica un control político oficial que supone
la anexión territorial y la pérdida de la soberanía del país colonizado. El
imperialismo, sin embargo, tiene un sentido más amplio que
remite al control o influencia ejercido sobre otra región,
sea o no de forma oficial y directa, e independientemente de que
afecte al terreno económico o político.
Origen y Desarrollo.
El origen del imperialismo se remonta a la
antigüedad y ha adoptado distintos modelos a lo
largo de la historia, siendo algunos de ellos más
frecuentes que otros dentro de un periodo histórico
concreto. En el mundo antiguo la práctica del imperialismo
daba como resultado una serie de grandes imperios que
surgían cuando un pueblo, que generalmente representaba a
una determinada civilización y religión, intentaba
dominar a todos los demás creando un sistema de control
unificado. El imperio de Alejandro
Magno y el Imperio romano
son destacados ejemplos de esta modalidad.
Por el contrario, el imperialismo europeo de comienzos
de la era moderna (1400-1750) se caracterizaba por ser una
expansión colonial en territorios de ultramar. No se
trataba de un país que intentaba unificar el mundo sino de
muchas naciones que competían por establecer su control
sobre el sur y sureste de Asia y el
continente americano. Los sistemas imperialistas se estructuraron
de acuerdo con la doctrina del mercantilismo:
cada metrópoli procuraba controlar el comercio de sus
colonias para monopolizar los beneficios obtenidos.
A mediados del siglo XIX apareció otra variante,
el imperialismo del librecambio. Esta modalidad perduró en
este periodo pese a que el mercantilismo y la creación de
imperios oficiales estaban disminuyendo de forma significativa.
El poder y la influencia de Europa, y sobre todo de Gran
Bretaña, se habían extendido de manera oficiosa,
esto es, haciendo uso de vías diplomáticas y
medios
económicos, en lugar de seguir canales oficiales como la
creación de colonias. Sin embargo, el imperialismo basado
en el librecambio desapareció pronto: hacia finales del
siglo XIX las potencias europeas habían vuelto a practicar
el imperialismo consistente en la anexión territorial,
expandiéndose en África,
Asia y el Pacífico.
Desde que terminó la II Guerra Mundial y la
mayoría de los imperios reconocidos se disolvieron, ha
prevalecido lo que podríamos calificar como el moderno
imperialismo económico, donde el dominio no se
manifiesta de manera oficial. Por ejemplo, Estados Unidos ejerce
un considerable control sobre determinadas naciones del Tercer
Mundo debido a su poder económico y su influencia en
algunas organizaciones
financieras internacionales, tales como el Banco Mundial
y el Fondo Monetario
Internacional (FMI). Del mismo
modo, las potencias europeas han seguido interviniendo de forma
significativa en la vida política y
económica de sus antiguas colonias, por lo que han sido
acusadas de practicar el neocolonialismo, que consiste en ejercer
la soberanía de una nación
sin que exista un gobierno colonial
oficial.
Justificaciones del imperialismo
Las razones por las cuales los estados han aspirado a
crear imperios a lo largo de la historia son de diversa
índole, y podrían clasificarse, en términos
generales, dentro de tres grupos: económicas, políticas
e ideológicas. Asimismo, pueden distinguirse diversas
teorías
en razón del elemento al que se dé más
relevancia.
Los móviles económicos
Los intereses económicos son los más
habituales cuando se trata de explicar este fenómeno. Los
defensores de esta concepción sostienen que las naciones
se ven impelidas a dominar a otras para expandir su
economía, adquirir materias primas y mano de obra, o para
dar salida a los excedentes del capital y producción. La
teoría más notable que vincula el imperialismo con
el capitalismo es la de Karl Marx. Lenin,
por ejemplo, consideraba que la expansión europea del
siglo XIX era la consecuencia inevitable de la necesidad de las
economías capitalistas europeas de exportar su excedente
de capital. Del mismo modo, los marxistas contemporáneos
explican la expansión de Estados Unidos en el Tercer Mundo
basándose en imperativos económicos.
Los móviles políticos
Otros autores hacen hincapié en los
condicionantes políticos y alegan que la razón
principal por la que los estados tienden a expandirse es el deseo
de poder, prestigio, seguridad y ventajas diplomáticas con
respecto a otros estados. Según esta corriente, el
objetivo del
imperialismo francés del siglo XIX era recuperar el
prestigio internacional de Francia
después de la humillación que supuso la derrota en
la Guerra Franco-prusiana. En este mismo sentido, la
expansión de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas (URSS) en la Europa del Este a
partir de 1945 puede explicarse como una medida de seguridad: la
necesidad de protegerse ante otra posible invasión desde
la frontera
occidental.
Los móviles ideológicos
La tercera explicación se centra en los
móviles ideológicos o morales. De acuerdo con esta
perspectiva, algunos países se ven impulsados a extender
su influencia para difundir sus valores
políticos, culturales o religiosos. Uno de los factores
que propiciaron la constitución del Imperio Británico
fue la idea de que era responsabilidad del "hombre blanco"
civilizar a los pueblos "atrasados". La expansión alemana
que tuvo lugar durante el gobierno de Adolf Hitler se
basaba en gran medida en la creencia en la superioridad inherente
a la cultura
alemana. El deseo de Estados Unidos de "proteger al mundo libre"
y el interés de la antigua Unión Soviética
por "liberar" a los pueblos de la Europa del Este y del Tercer
Mundo son también un ejemplo de este tipo de
imperialismo.
El imperialismo como respuesta a condicionantes
externos
Por último, otras teorías explican el
imperialismo basándose en las circunstancias
políticas de las naciones más débiles, en
lugar de enfatizar los móviles de las naciones poderosas.
La interpretación que ofrecen señala
que es posible que las potencias más fuertes no tengan
intención de expandirse, pero que se ven obligadas a
hacerlo debido a la inestabilidad de otras naciones; los
compromisos con los imperios del pasado son la causa de nuevas
acciones imperialistas. La conquista de la India
emprendida por Gran Bretaña y la colonización rusa
de Asia central en el siglo XIX son ejemplos clásicos de
este tipo de imperialismo.
Las Consecuencias del Imperialismo
Los efectos del imperialismo suelen girar en torno a los
aspectos económicos, dado que esta perspectiva es la que
prevalece en los debates sobre sus posibles móviles. La
polémica surge entre aquéllos que creen que el
imperialismo implica explotación y es la causa del
subdesarrollo
y el estancamiento económico de las naciones pobres, y los
que alegan que, pese a las ventajas que proporcionó esta
situación a las naciones ricas, también las
naciones pobres se beneficiaron, al menos a largo plazo. Es
difícil decantarse por una u otra concepción por
dos motivos: de un lado, no se ha llegado a un consenso sobre el
sentido del término explotación; y de otro, no es
fácil separar las causas internas de la pobreza de una
nación
de las que son de índole internacional. Lo que resulta
evidente es que el efecto del imperialismo ha sido desigual: unas
naciones han obtenido mayores ventajas económicas que
otras de su contacto con potencias más ricas. India,
Brasil y otros
países en vías de desarrollo incluso han comenzado
a competir económicamente con sus antiguas
metrópolis. Por ello, sería aconsejable examinar la
repercusión económica del imperialismo atendiendo a
cada caso en particular.
Las consecuencias políticas y psicológicas
del imperialismo son igualmente difíciles de determinar.
Este fenómeno ha demostrado ser destructivo y creativo a
la vez: ha destruido instituciones
tradicionales y formas de pensar, y las ha sustituido por las
costumbres y mentalidad del mundo occidental, ya se considere
esto un beneficio o un perjuicio.
SOCIALISMO
El socialismo fue un
ideal de sociedad justa
e igualitaria que debía importarse en un mundo que
sustituyera al capitalismo, comunidad
libre, trabajo común, el producto se debe repartir
equitativamente en relación de armonía y no de
dominación. No debe existir clase social,
cooperativas
en la
educación y fuerza moral el
principal moderador de esta comunidad socialista es Carlos Marx y
Federico Engels.
Los primeros socialistas soñaban con la
fundación de comunidades libres en las cuales se
desarrollara el trabajo
común.
Estas comunidades se fundarían en el interior de
la sociedad capitalista, como islas de armonía, rodeadas
de relaciones de justicia.
Esta fue la primera forma de socialismo, un ideal que
debía implantarse en la realidad y que cobraría
vida entre los hombres con base en su fuerza moral y el
ejemplo.
Carlos Marx pensaba que
el socialismo moderno no podía seguirse fundando en
ideales, sino en realidades: se trataba entonces de repensarlo
auxiliándose en hechos proporcionados por la ciencia
social, por el
conocimiento profundo de cómo funcionan las sociedades,
que tipos de organizaciones sociales han existido en la historia
de la humanidad, cuáles son sus leyes de
funcionamiento y como se pasa de una a otra.
El socialismo moderno era entonces una teoría
materialista y ya no idealista, porque se sustentaba en los
hechos históricos científicamente interpretados. El
socialismo de Carlos Marx y Federico Engels era un socialismo
científico.
Para Carlos Marx el socialismo científico estudia
cuando una sociedad ha madurado según sus propias leyes y
ha empezado a dejar de satisfacer a la mayoría de sus
habitantes: cuando sus relaciones de producción estorban
al desarrollo de las fuerzas productivas y los hombres han tomado
conciencia y
formado una voluntad de cambio para
iniciar la gran empresa de armar
una nueva sociedad.
Este socialismo establece en consecuencia que es
resultado del desarrollo del capitalismo llevado al límite
de sus posibilidades. Cuando las relaciones de producción
capitalista estorban el desarrollo de las fuerzas productivas
susceptibles de beneficiar a las mayorías, entra en crisis
y abre la posibilidad de su sustitución.
El socialismo era pensado por Marx y Engels como una
etapa histórica de la humanidad en la cual se iniciaba la
liberación de las fuerzas productivas, el establecimiento
de las relaciones de producción sin propiedad
privada, con un Estado de los trabajadores y con el poder
hermanos del pueblo, como medidas para liberar el desarrollo
tecnológico que pueda resolver los problemas de
bienestar social de la mayoría.
El socialismo es visto por Marx como una etapa entre el
capitalismo y el comunismo.
Comunismo científico
Teoría sobre el comunismo, basada –a
diferencia del socialismo utópico– en la ciencia, en el
conocimiento
de las leyes de la evolución histórica. Sus
fundadores son Marx y Engels. El comunismo científico es
una de las partes componentes del marxismo, como
lo son, también, la filosofía del marxismo y su [74]
teoría económica, que se hallan entre sí en
indisoluble conexión. El comunismo científico tiene
por objeto las leyes concernientes al origen y desarrollo de la
formación económico-social comunista, las cuales
cobran vigencia práctica en la lucha del proletariado,
portador de las relaciones comunistas.
La demostración general de que el comunismo es
una necesidad histórica se encuentra en la teoría
marxista sobre el cambio de los modos de
producción, engendrado, con sujeción a leyes,
por el conflicto
entre las fuerzas productivas crecientes y las relaciones de
producción ya caducas, lastre para el avance de las
primeras. La fundamentación más concreta se halla
en la teoría de Marx sobre el inevitable hundimiento del
capitalismo, desarrollada por Lenin en su teoría acerca
del imperialismo como última fase del capitalismo y
vísperas del socialismo.
Demostrar la necesidad histórica de la
reestructuración comunista de la sociedad constituye la
idea fundamental del comunismo científico, idea que se
concreta y desarrolla en la teoría de las dos fases del
comunismo: la primera (socialismo) y la segunda, superior
(comunismo). Esta teoría tiene un carácter general y obligatorio para todos
los países: ninguno de ellos puede llegar al comunismo
pleno sin pasar por la primera fase, el socialismo. El paso del
socialismo al comunismo también es un proceso sujeto a
ley. Los
fundadores del comunismo científico lo han caracterizado
en sus rasgos generales.
Una explicación más concreta y exacta de
este proceso puede darse ya durante el curso mismo de la
edificación comunista, generalizando los datos que la
práctica proporciona. Las leyes a que obedece la
transformación del socialismo en comunismo se hallan
expuestas en el nuevo programa del P.C.U.S. En el programa se
demuestra la necesidad objetiva de crear la base material y
técnica del comunismo y se presenta toda la cadena de
consecuencias que se derivan de la creación de nuevas
fuerzas productivas para implantar relaciones sociales
comunistas, para que sea una realidad la ventura material y
cultural del hombre, para que éste alcance su pleno
desarrollo.
El programa pone de relieve la
importancia de la base material y técnica del comunismo,
ante todo de la producción automatizada, para que el
trabajo socialista alcance la condición de trabajo
comunista; explica cuáles son las vías concretas
para que se forme un tipo único de propiedad, la de todo
el pueblo, para que se borren por completo las diferencias de
clase entre el campesinado koljosiano y la clase obrera, las
diferencias culturales y de vida entre el campo y la ciudad,
entre las clases indicadas y la intelectualidad, para que aumente
la aproximación de las naciones, de las culturas
nacionales, el movimiento
ascendente hacia la homogeneidad socialista. El
programa presenta como elemento importante de la
edificación comunista el problema de la educación del nuevo
hombre, el problema del desarrollo multilateral de la
personalidad. En el programa se señalan los caminos
concretos que conducen a la solución del problema
indicado: formación de una concepción
científica, comunista, del mundo; educar por el trabajo,
afirmar los principios de
la moral
comunista, &c. Constituye una importante aportación a
la teoría del comunismo científico la tesis,
expuesta y fundamentada en el programa, de que durante la
edificación del comunismo, la dictadura del
proletariado, una vez alcanzados sus objetivos, se
transforma en Estado de todo el pueblo. El programa establece las
vías concretas de la transformación de las
estructuras estatales socialistas en autogestión social
comunista. La teoría del comunismo científico,
enriquecida por el programa del P.C.U.S., alumbra el futuro de
los hombres con la luz del saber
científico y los conduce por el camino justo hacia el
histórico objetivo.
Autor:
Irma Gutiérrez
Ávila
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