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La herencia e identidad protestante latinoamericana y su aporte al desarrollo social (página 3)




Enviado por Freddy Guerrero



Partes: 1, 2, 3

6. La superación de las
dicotomías teológicas acerca de la fe en su
relación con los desafíos contextuales y
culturales.
Esto supone la necesidad de construir una fe que
conserva su legado "histórico, relacional y
transformador".
Esta es la fe que transforma vidas,
relaciones, sociedades y
que se construye –como lo plantea Berger- "socialmente".
Esta interacción la protege del aislamiento
social y le da a la fe un perfil dinámico, pertinente y
contextual. Lo dicho supone que la fe evangélica y su
realidad "se construye socialmente", en la interacción de
los sujetos con su entorno de vida. Además, esta es una fe
que respeta su cultura local
y su identidad. No
avasalla, respeta; no impone, dialoga y contextualiza; no
desestima, valora lo local. El desarrollo
pasa por el reconocimiento y valía de lo que somos y
tenemos; y a partir de ahí construye nuestro
futuro.

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Anexos

Anexo 1

Las 95 Tesis de
Martín Lutero
Disputa acerca de la determinación
del valor de las
indulgencias

Por amor a la
verdad y en el afán de sacarla a luz, se
discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo
la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y
en Sagrada Escritura y
Profesor
Ordinario de esta última disciplina en
esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan
estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan,
aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro
Señor Jesucristo. Amén.

  • Cuando nuestro Señor y Maestro
    Jesucristo dijo: "Haced penitencia…", ha querido que toda
    la vida de los creyentes fuera penitencia.

  • Este término no puede entenderse
    en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de
    aquella relacionada con la confesión y
    satisfacción) que se celebra por el ministerio de los
    sacerdotes.

  • Sin embargo, el vocablo no apunta
    solamente a una penitencia interior; antes bien, una
    penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas
    mortificaciones de la carne.

  • En consecuencia, subsiste la pena
    mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera
    penitencia interior), lo que significa que ella
    continúa hasta la entrada en el reino de los
    cielos.

  • El Papa no quiere ni puede remitir
    culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea
    por su arbitrio, sea por conformidad a los
    cánones.

  • El Papa no puede remitir culpa alguna,
    sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por
    Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se
    ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa
    subsistirá íntegramente.

  • De ningún modo Dios remite la
    culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta
    en todas las cosas al sacerdote, su vicario.

  • Los cánones penitenciales han
    sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe
    ser impuesto a los moribundos basándose en los
    cánones.

  • Por ello, el Espíritu Santo nos
    beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos
    siempre hace una excepción en caso de muerte y de
    necesidad.

  • Mal y torpemente proceden los
    sacerdotes que reservan a los moribundos penas
    canónicas en el purgatorio.

  • Esta cizaña, cual la de
    transformar la pena canónica en pena para el
    purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras
    los obispos dormían.

  • Antiguamente las penas canónicas
    no se imponían después sino antes de la
    absolución, como prueba de la verdadera
    contrición.

  • Los moribundos son absueltos de todas
    sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las
    leyes canónicas, quedando de derecho exentos de
    ellas.

  • Una pureza o caridad imperfectas traen
    consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el
    cual es tanto mayor cuanto menor sean
    aquéllas.

  • Este temor y horror son suficientes por
    sí solos (por no hablar de otras cosas) para
    constituir la pena del purgatorio, puesto que están
    muy cerca del horror de la desesperación.

  • Al parecer, el infierno, el purgatorio
    y el cielo difieren entre sí como la
    desesperación, la cuasi desesperación y al
    seguridad de la salvación.

  • Parece necesario para las almas del
    purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la
    caridad.

  • Y no parece probado, sea por la
    razón o por las Escrituras, que estas almas
    estén excluidas del estado de mérito o del
    crecimiento en la caridad.

  • Y tampoco parece probado que las almas
    en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena
    certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que
    nosotros podamos estar completamente seguros de
    ello.

  • Por tanto, cuando el Papa habla de
    remisión plenaria de todas las penas, significa
    simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente
    el de aquellas que él mismo impuso.

  • En consecuencia, yerran aquellos
    predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es
    absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las
    indulgencias del Papa.

  • De modo que el Papa no remite pena
    alguna a las almas del purgatorio que, según los
    cánones, ellas debían haber pagado en esta
    vida.

  • Si a alguien se le puede conceder en
    todo sentido una remisión de todas las penas, es
    seguro que ello solamente puede otorgarse a los más
    perfectos, es decir, muy pocos.

  • Por esta razón, la mayor parte
    de la gente es necesariamente engañada por esa
    indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación
    de las penas.

  • El poder que el Papa tiene
    universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura
    lo posee en particular sobre su diócesis o
    parroquia.

  • Muy bien procede el Papa al dar la
    remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del
    poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la
    intercesión.

  • Mera doctrina humana predican aquellos
    que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la
    caja, el alma sale volando.

  • Cierto es que, cuando al tintinear, la
    moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en
    aumento, más la intercesión de la Iglesia
    depende sólo de la voluntad de Dios.

  • ¿Quién sabe, acaso, si
    todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que
    recordar lo que, según la leyenda, aconteció
    con San Severino y San Pascual.

  • Nadie está seguro de la
    sinceridad de su propia contrición y mucho menos de
    que haya obtenido la remisión plenaria.

  • Cuán raro es el hombre
    verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad
    adquiere indulgencias; es decir, que el tal es
    rarísimo.

  • Serán eternamente condenados
    junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de
    su salvación mediante una carta de
    indulgencias.

  • Hemos de cuidarnos mucho de aquellos
    que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable
    don divino por el cual el hombre es reconciliado con
    Dios.

  • Pues aquellas gracias de perdón
    sólo se refieren a las penas de la satisfacción
    sacramental, las cuales han sido establecidas por los
    hombres.

  • Predican una doctrina anticristiana
    aquellos que enseñan que no es necesaria la
    contrición para los que rescatan almas o
    "confessionalia".

  • Cualquier cristiano verdaderamente
    arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de
    pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.

  • Cualquier cristiano verdadero, sea que
    esté vivo o muerto, tiene participación en
    todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta
    participación le ha sido concedida por Dios, aun sin
    cartas de indulgencias.

  • No obstante, la remisión y la
    participación otorgadas por el Papa no han de
    menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho,
    constituyen un anuncio de la remisión
    divina.

  • Es dificilísimo hasta para los
    teólogos más brillantes, ensalzar al mismo
    tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y
    la verdad de la contrición.

  • La verdadera contrición busca y
    ama las penas, pero la profusión de las indulgencias
    relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da
    ocasión para ello.

  • Las indulgencias apostólicas
    deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea
    equivocadamente que deban ser preferidas a las demás
    buenas obras de caridad.

  • Debe enseñarse a los cristianos
    que no es la intención del Papa, en manera alguna, que
    la compra de indulgencias se compare con las obras de
    misericordia.

  • Hay que instruir a los cristianos que
    aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una
    obra mayor que si comprase indulgencias.

  • Porque la caridad crece por la obra de
    caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es
    por las indulgencias, sino a lo más, liberado de la
    pena.

  • Debe enseñarse a los cristianos
    que el que ve a un indigente y, sin prestarle
    atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo
    que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino
    la indignación de Dios.

  • Debe enseñarse a los cristianos
    que, si no son colmados de bienes superfluos, están
    obligados a retener lo necesario para su casa y de
    ningún modo derrocharlo en indulgencias.

  • Debe enseñarse a los cristianos
    que la compra de indulgencias queda librada a la propia
    voluntad y no constituye obligación.

  • Se debe enseñar a los cristianos
    que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más
    necesita cuanto desea una oración ferviente por su
    persona, antes que dinero en efectivo.

  • Hay que enseñar a los cristianos
    que las indulgencias papales son útiles si en ellas no
    ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas,
    pierden el temor de Dios.

  • Debe enseñarse a los cristianos
    que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores
    de indulgencias, preferiría que la basílica de
    San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la
    piel, la carne y los huesos de sus ovejas.

  • Debe enseñarse a los cristianos
    que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar
    de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales
    los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun
    cuando para ello tuviera que vender la basílica de San
    Pedro, si fuera menester.

  • Vana es la confianza en la
    salvación por medio de una carta de indulgencias,
    aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma
    alma como prenda.

  • Son enemigos de Cristo y del Papa los
    que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por
    completo la predicación de la palabra de Dios en otras
    iglesias.

  • Oféndese a la palabra de Dios,
    cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más
    tiempo a las indulgencias que a ella.

  • Ha de ser la intención del Papa
    que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran
    con una campana, una procesión y una ceremonia, el
    evangelio (que es lo más importante) deba predicarse
    con cien campanas, cien procesiones y cien
    ceremonias.

  • Los tesoros de la iglesia, de donde el
    Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente
    mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.

  • Que en todo caso no son temporales
    resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros
    no los derrochan, sino más bien los
    atesoran.

  • Tampoco son los méritos de
    Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran,
    sin la intervención del Papa, la gracia del hombre
    interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre
    exterior.

  • San Lorenzo dijo que los tesoros de la
    iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término
    en el sentido de su época.

  • No hablamos exageradamente si afirmamos
    que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de
    Cristo) constituyen ese tesoro.

  • Esta claro, pues, que para la
    remisión de las penas y de los casos reservados, basta
    con la sola potestad del Papa.

  • El verdadero tesoro de la iglesia es el
    sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de
    Dios.

  • Empero este tesoro es, con
    razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros
    sean postreros.

  • En cambio, el tesoro de las
    indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque
    hace que los postreros sean primeros.

  • Por ello, los tesoros del evangelio son
    redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres
    poseedores de bienes.

  • Los tesoros de las indulgencias son
    redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los
    hombres.

  • Respecto a las indulgencias que los
    predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende
    que efectivamente lo son en cuanto proporcionan
    ganancias.

  • No obstante, son las gracias más
    pequeñas en comparación con la gracia de Dios y
    la piedad de la cruz.

  • Los obispos y curas están
    obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de
    las indulgencias apostólicas.

  • Pero tienen el deber aún
    más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos
    sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus
    propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha
    encomendado.

  • Quién habla contra la verdad de
    las indulgencias apostólicas, sea anatema y
    maldito.

  • Mas quien se preocupa por los excesos y
    demasías verbales de los predicadores de indulgencias,
    sea bendito.

  • Así como el Papa justamente
    fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con
    cualquier artimaña de venta en perjuicio de las
    indulgencias.

  • Tanto más trata de condenar a
    los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en
    perjuicio de la caridad y la verdad.

  • Es un disparate pensar que las
    indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan
    absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya
    violado a la madre de Dios.

  • Decimos por el contrario, que las
    indulgencias papales no pueden borrar el más leve de
    los pecados veniales, en concierne a la culpa.

  • Afirmar que si San Pedro fuese Papa
    hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye
    una blasfemia contra San Pedro y el Papa.

  • Sostenemos, por el contrario, que el
    actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias,
    saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de
    sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios
    12.

  • Es blasfemia aseverar que la cruz con
    las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz
    de Cristo.

  • Tendrán que rendir cuenta los
    obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas
    tales se propongan al pueblo.

  • Esta arbitraria predicación de
    indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas,
    resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa,
    frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de
    los laicos.

  • Por ejemplo: ¿Por qué el
    Papa no vacía el purgatorio a causa de la
    santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las
    almas, lo cual sería la más justa de todas las
    razones si él redime un número infinito de
    almas a causa del muy miserable dinero para la
    construcción de la basílica, lo cual es un
    motivo completamente insignificante?

  • Del mismo modo: ¿Por qué
    subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por
    qué el Papa no devuelve o permite retirar las
    fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya
    no es justo orar por los redimidos?

  • Del mismo modo: ¿Qué es
    esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual
    conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del
    dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que
    no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por
    gratuita caridad hacia esa misma alma pía y
    amada?

  • Del mismo modo: ¿Por qué
    los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso
    desde hace tiempo están abrogados y muertos como
    tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la
    concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena
    vigencia?

  • Del mismo modo: ¿Por qué
    el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de
    los más opulentos ricos, no construye tan sólo
    una basílica de San Pedro de su propio dinero, en
    lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?

  • Del mismo modo: ¿Qué es
    lo que remite el Papa y qué participación
    concede a los que por una perfecta contrición tienen
    ya derecho a una remisión y participación
    plenarias?

  • Del mismo modo: ¿Que bien mayor
    podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace
    ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones
    cien veces por día a cualquiera de los
    creyentes?

  • Dado que el Papa, por medio de sus
    indulgencias, busca más la salvación de las
    almas que el dinero, ¿por qué suspende las
    cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son
    igualmente eficaces?

  • Reprimir estos sagaces argumentos de
    los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con
    razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla
    de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los
    cristianos.

  • Por tanto, si las indulgencias se
    predicasen según el espíritu y la
    intención del Papa, todas esas objeciones se
    resolverían con facilidad o más bien no
    existirían.

  • Que se vayan, pues todos aquellos
    profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay
    paz.

  • Que prosperen todos aquellos profetas
    que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.

  • Es menester exhortar a los cristianos
    que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a
    través de penas, muertes e infierno.

  • Y a confiar en que entrarán al
    cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por
    la ilusoria seguridad de paz.

Wittenberg, 31 de octubre de
1517.

Oración de
Lutero

Señor Dios, Tú me has
puesto en tarea de dirigir y pastorear la Iglesia. Tú ves
cuán inepto soy para cumplir tan grande y difícil
misión,
y si yo lo hubiese intentado sin contar contigo, desde luego lo
habría echado todo a perder. Por eso clamo a Ti. Gustoso
quisiera ofrecer mi boca y disponer mi corazón
para este menester. Deseo enseñar al pueblo, pero
también quiero por mi parte aprender yo mismo
continuamente y manejar Tu Palabra, habiéndola meditado
con diligencia. Como instrumento Tuyo utilízame. Amado
Señor, no me abandones en modo alguno, pues donde yo
estuviera solo, fácilmente lo echaría todo a
perder. Amen.

"Comentario documentado y edificante del
Génesis".Edición
Walch 1739, tomo II, página 404

 

 

 

 

 

 

Autor:

Freddy Guerrero

Prof.: Carlos Van Engen, P.hD.

Trabajo final del curso: Análisis histórico-social de la
Iglesia en América Latina

Diciembre, 2005

PRODOLA

[1] El tema se ha delimitado al tratamiento
de la herencia
histórico (luterana) y avivamentista (wesleyana). En
otro trabajo se
recogerá el rico aporte del calvinismo desde el campo
educativo a la sociedad y la iglesia para la formación
de una nueva generación de líderes
evangélicos y la transformación de la
sociedad.

[2] Lamentamos no incluir los aportes del
calvinismo por razones de tiempo. Pero
a la vez, reconocemos que por la tendencia wesleyana del autor,
el esfuerzo está centrado en la recuperación de
su propia herencia en diálogo con la matriz
protestante luterana.

[3] Esta es la hipótesis desarrollada por el autor en su
tesis de maestría: "Misión y ética
social"

[4] Cf. Escritos de Larisa Lomnitz, Richard
Foster, otros)

[5] cf. Yergan-Stanislaw. Pioneros y
líderes de la globalización: Las claves de la
transformación del mundo actual. Javier Vergara Editor.
Buenos Aires, 1999 (Páginas 143-190).

[6] Comunicación personal electrónica mantenida con el autor.
Además, se sugiere analizar el artículo del mismo
autor titulado "Desafíos a la ética social
evangélica en la América Latina de cambio de
siglo". En ¿Hacia dónde va el protestantismo?
FTL. No. 16, páginas 101-125.

[7] Ver, J.D. Macomber "East Asia´s
Lessons for Latin American Resurence", en The World Economy,
Vol. 10 (4): 469-481; R. Villamizar & J.C.
Mondragón. Zenshin: Lecciones de los países del
Asia Pacífico en tecnología y competitividad,
Norma, Bogotá, 1995.

[8] Nos referimos a los portes de Toynbee y
el estudio comparativo entre Asia Pacífico y
América Latina

[9] El autor recomienda la lectura
del libro de
Washington Padilla sobre la Historia de la Iglesia en
Ecuador; Tomas Bamat ¿salvación o
dominación? Las sectas religiosas en el Ecuador; y el
Cuaderno Doctrinal No. 2: Iglesia y fe en América
Latina. Reflexiones desde el Ecuador de INEDES. Además,
Escobar, Bonino, Stoll.

[10] En lo posterior usaremos la
designación rostros para significar a "ramas,
expresiones o corrientes" principales del movimiento
protestante. Así mismo debo reconocer mi deuda en la
construcción de éstas reflexiones al libro de
José Miguez Bonino: "Rostros del protestantismo
latinoamericano".

[11] La designación denominaciones en
símil equivale al uso católico de "órdenes
religiosas" con la sustancial diferencia que no reconocen un
primado protestante o algo parecido, pues cada una tiene una
figura autoritativa con la que establece su relación
institucional y administrativa. A su vez, establecen
relación con Dios a través de una línea
directa sin mediación de un pontífice
protestante.

[12] El autor reconoce su dependencia del
aporte de José Miguez Bonino en la articulación
de la presente unidad. Toma prestada las categorías
usadas por él en su libro: "Rostros del protestantismo
latinoamericano".

[13]
Panamericanismo, movimiento que pretende
fomentar las relaciones y la colaboración entre los
estados de América, en el cual algunos observadores han
querido ver la peculiar vinculación entre Estados Unidos
y el resto de las repúblicas del continente. El
Nacimiento del Panamericanismo.
Cierta forma de asociación panamericana
nació con la independencia (emancipación) de las
distintas colonias españolas y portuguesas en torno al primer
cuarto del siglo XIX. Simón Bolívar presintió que el mayor
riesgo al
que se enfrentaban las nuevas naciones era su desunión,
por lo que propugnó la federación de todas ellas
en una estructura
de carácter supranacional. En la Carta de
Jamaica (1815) ya había expuesto la idea de unir toda
Sudamérica, desde Chile hasta México. Pero fue en
1826 cuando se convocó por vez primera, a instancias del
propio Bolívar, una reunión de las recién
creadas repúblicas, que se celebró en Panamá. Estados Unidos, a pesar de
ciertas dudas iniciales, se desinteresó en la
participación en el proyecto
bolivariano de federación hispanoamericana. En 1823,
había proclamado la Doctrina
Monroe y no tomó parte activa en el movimiento,
prefiriendo esperar una mejor oportunidad. La Unión
Panamericana. Acabada la Guerra Civil estadounidense (1861-1865),
Estados Unidos se mostró cada vez más interesado
en el comercio con Sudamérica, dada la presencia cada
vez más activa de Gran Bretaña en la zona. Entre
1889 y 1890 se celebró en Washington, debido a la
iniciativa del secretario de Estado
(ministro de Asuntos Exteriores) estadounidense James G.
Blaine, la I Conferencia
Panamericana, a la que asistieron los representantes de
Argentina, Bolivia,
Brasil, Chile,
Colombia, Costa
Rica, Cuba,
Ecuador, El Salvador,
Guatemala,
Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá,
Paraguay,
Perú, Estados Unidos, Uruguay y
Venezuela. Esta reunión sentó las bases para el
moderno sistema de
cooperación panamericana y creó la Oficina
Internacional de las Repúblicas Americanas, convertida
tras el Congreso de Buenos Aires (1910) en la Unión
Panamericana. No hay que olvidar, no obstante, que Estados
Unidos venía aplicando desde los primeros años
del siglo XX la denominada política del Big
Stick (€˜gran garrote€™) e interviniendo
militarmente en diversas repúblicas. Antes de la
I Guerra Mundial
se celebraron tres conferencias panamericanas o
interamericanas, en las que estuvo representada también
la República
Dominicana, que aprobaron resoluciones sobre cuestiones
legales, comerciales y económicas.
En el periodo de entreguerras (transcurrido
desde 1918 hasta 1939), se celebraron cuatro conferencias
más, centradas en aspectos militares de defensa y
cooperación mutua. La reunión celebrada en
Santiago de Chile (1923) aprobó la denominada
Convención Gondra (que recibió ese nombre por
haber sido el ex presidente paraguayo Manuel Gondra su
principal promotor), cuyo fin era evitar enfrentamientos
bélicos entre los países americanos. En la
Conferencia de Lima (Perú) de 1938 se hizo
pública la llamada Declaración de Lima, que
establecía la solidaridad
entre las naciones americanas y la ayuda entre los diversos
estados en caso de agresión de un país
extranjero. La
Organización de Estados Americanos (OEA).
La IX Conferencia Panamericana, celebrada en
Bogotá (Colombia) en 1948, fue la primera tras la
II Guerra Mundial y en ella, mediante el Tratado Americano
de Soluciones
Pacíficas, o Pacto de Bogotá, quedó
constituida la Organización de Estados Americanos (OEA).
La antigua Oficina Internacional de Repúblicas
Americanas se convirtió en su secretaría
permanente con sede en Washington, por lo que Estados Unidos
ejercería gran influencia sobre ella. La OEA marcó
como objetivo
impedir la expansión del comunismo en el
continente americano. En 1962, Cuba fue expulsada de la OEA
tras la instauración del régimen liderado por
Fidel
Castro, quien comenzó a propugnar un tipo de
panamericanismo paralelo e independiente caracterizado por
abogar a favor de la lucha de los estados americanos contra el
imperialismo
estadounidense a través de la revolución.
La X Conferencia Panamericana, celebrada en
Caracas (Venezuela) en 1954, adoptó resoluciones sobre
la propaganda y
actividades subversivas, la abolición de la
segregación racial y el fin del colonialismo en
América. Ésta fue formalmente la última
conferencia panamericana. Las posteriores reuniones de los
estados americanos han adoptado la forma de reuniones de los
ministros de Asuntos Exteriores de cada uno de los
países, según establecen los estatutos de la OEA,
o de conferencias especiales, también bajo la tutela de la
OEA, para discutir cuestiones específicas.
La Comunidad Andina, el Mercado
Común Centroamericano (MCCA), la Asociación
Latinoamericana de Integración (ALADI), el
Sistema Económico Latinoamericano (SELA), el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) y el MERCOSUR son
otros organismos supranacionales de ámbito americano
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derechos.

[14] Este aspecto representa una semilla
incipiente, pero al final una semilla para sembrar cambio y
desarrollo
social. Me refiero a la
educación teológica. Sin embargo, es
lamentable que esta no lograra pasar el lindero de lo religioso
para considerar a la educación teológica como una
herramienta para formar a las generaciones de servidores para
transformar al individuo y
su sociedad.

[15] Según Bastián, la
"atomización de los protestantismos" representa el
proceso que
se da en los años 1949 a 1959. Sin embargo, en lo
personal creo al igual que M. Bonino que esta
atomización se incuba en dicha década, pero se
manifiesta estructuradamente a fines del siglo XX. No obstante,
el misiólogo David Bosch afirma que: "las iglesias
protestantes se encuentran desafiadas por desarrollar lo que el
llama "el paradigma
ecuménico", de lo contrario las iglesias no
podrán subsistir con sentido de pertinencia
evangélica y social. Las iglesias no podrán
seguir su ruta atomizada. Por el contrario el fenómeno
de la globalización, ya no como desafío
bíblico-teológico nos obliga a considerar la
necesidad de nuclearnos para ser efectivos en el cumplimiento
de nuestra misión.

[16] Este movimiento no será tratado,
no obstante, recomendamos la lectura de
los escritos producidos por el mismo: Iglesia y Misión,
Boletín Teológico, y la Serie Colección
FTL.

[17] Aquí hay que reconocer la fuerte
carga pietista. Aunque se ha ubicado mayoritariamente entre los
empobrecidos en América Latina, su propuesta y discurso
no ha ido mas allá de los planteamientos individualista
pietista, ni ha construido un nuevo imaginario colectivo que
logre articular la utopía del proyecto progresista de
avanzada. Tal vez, se podría calificar como un proyecto
religioso seudo liberador, pero más que nada populista
con un discurso conservador.

[18] Esto plantea la necesidad de trabajar
teológicamente lo concerniente a la "identidad
indígena" para acompañar sus procesos de
movilización. Pero a la vez, plantea la necesidad de
profundizar en el "Evangelio" en sí. De modo, que se
produzca una sinergia
teológico-antropológica cultural.

[19] Tal y como lo destacó Max Weber en
"Etica protestante y el espíritu del capitalismo"

Partes: 1, 2, 3
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