CAPÍTULO X.
EL YO
PSICOLÓGICO
Esta cuestión del mí mismo, lo que yo soy, eso
que piensa, siente y actúa, es algo que debemos
auto-explorar para conocer profundamente.
Existen por doquiera muy lindas teorías
que atraen y fascinan; empero de nada serviría todo eso si
no nos conociésemos a sí mismos.
Es fascinante estudiar astronomía o distraerse un poco leyendo
obras serias, sin embargo, resulta irónico convertirse en
un erudito y no saber nada sobre sí mismo, sobre el yo
soy, sobre la humana personalidad
que poseemos.
Cada cual es muy libre de pensar lo que quiera y la
razón subjetiva del animal intelectual equivocadamente
llamado hombre da para
todo, lo mismo puede hacer de una pulga un caballo que de un
caballo una pulga; son muchos los intelectuales
que viven jugando con el racionalismo
¿Y después de todo qué?
Ser erudito no significa ser sabio. Los ignorantes ilustrados
abundan como la mala hierba y no solamente no saben sino,
además, ni siquiera saben que no saben.
Entiéndase por ignorantes ilustrados los sabihondos que
creen que saben y ni siquiera se conocen a sí mismos.
Podríamos teorizar hermosamente sobre el yo de la
Psicología, mas no es eso precisamente lo
que nos interesa en este capítulo.
Necesitamos conocernos a sí mismos por vía
directa sin el proceso
deprimente de la opción.
En modo alguno sería esto posible sino nos
auto-observáramos en acción
de instante en instante, de momento en momento.
No se trata de vernos a través de alguna teoría
o de una simple especulación intelectiva.
Vernos directamente tal cual somos es lo interesante;
sólo así podremos llegar al conocimiento
verdadero de sí mismos.
Aunque parezca increíble nosotros estamos equivocados
con respecto a sí mismos.
Muchas cosas que creemos no tener tenemos y muchas que creemos
tener no tenemos.
Nos hemos formado falsos conceptos sobre si mismos y debemos
hacer un inventario para
saber qué nos sobra y qué nos falta.
Suponemos que tenemos tales o cuales cualidades que en
realidad no tenemos y muchas virtudes que poseemos ciertamente
las ignoramos.
Somos gente dormida, inconsciente y eso es lo grave.
Desafortunadamente pensamos de sí mismos lo mejor y ni
siquiera sospechamos que estamos dormidos.
Las sagradas escrituras insisten en la necesidad de despertar,
mas no explican el sistema para
lograr ese despertar.
Lo peor del caso es que son muchos los que han leído
las sagradas escrituras y ni siquiera entienden que están
dormidos.
Todo el mundo cree que se conoce a sí mismo y ni
remotamente sospechan que existe "la doctrina de los muchos".
Realmente el yo psicológico de cada cual es
múltiple, deviene siempre como muchos.
Con esto queremos decir que tenemos muchos yoes y no uno solo
como suponen siempre los ignorantes ilustrados.
Negar la doctrina de los muchos es hacerse tonto a sí
mismo, pues de hecho sería el colmo de los colmos ignorar
las contradicciones íntimas de que cada uno de nosotros
posee.
Voy a leer un periódico,
dice el yo del intelecto; al diablo con tal lectura,
exclama el yo del movimiento;
prefiero ir a dar un paseo en bicicleta. Qué paseo ni
qué pan caliente, grita un tercero en discordia; prefiero
comer, tengo hambre.
Si nos pudiésemos ver en un espejo de cuerpo entero,
cual somos, descubriríamos por sí mismos en forma
directa la doctrina de los muchos.
La humana personalidad es tan solo una marioneta controlada
por hilos invisibles.
El yo que hoy jura amor eterno
por la Gnosis, es más tarde desplazado por otro yo que
nada tiene que ver con el juramento; entonces el sujeto se
retira.
El yo que hoy jura amor eterno a una mujer es
más tarde desplazado por otro que nada tiene que ver con
ese juramento, entonces el sujeto se enamora de otra y el
castillo de naipes se va al suelo.
El animal intelectual equivocadamente llamado hombre es como
una casa llena de mucha gente.
No existe orden ni concordancia alguna entre los
múltiples yoes, todos ellos riñen entre sí y
se disputan la supremacía. Cuando alguno de ellos consigue
el control de los
centros capitales de la máquina orgánica, se siente
el único, el amo, empero al fin es derrocado.
Considerando las cosas desde este punto de vista, llegamos a
la conclusión lógica
de que el mamífero intelectual no tiene verdadero sentido
de responsabilidad moral.
Incuestionablemente lo que la máquina diga o haga en un
momento dado, depende exclusivamente del tipo de yo que en esos
instantes la controle.
Dicen que Jesús de Nazareth sacó del cuerpo de
Maria Magdalena siete demonios, siete yoes, viva
personificación de los siete pecados capitales.
Obviamente cada uno de estos siete demonios es cabeza de
legión, por ende debemos sentar como corolario que el
Cristo íntimo pudo expulsar del cuerpo de la Magdalena
millares de yoes.
Reflexionando todas estas cosas podemos inferir claramente que
lo único digno que nosotros poseemos en nuestro interior
es la ESENCIA, desafortunadamente la misma se encuentra
enfrascada entre todos esos múltiples yoes de la
Psicología revolucionaria.
Es lamentable que la esencia se procese siempre en virtud de
su propio embotellamiento.
Incuestionablemente la esencia o conciencia que es
lo mismo, duerme profundamente.
CAPÍTULO XI.
LAS
TINIEBLAS
Uno de los problemas
más difíciles de nuestra época ciertamente
viene a ser el intrincado laberinto de las teorías.
Indubitablemente, por estos tiempos se han multiplicado
exorbitantemente por aquí, por allá y acullá
las escuelas seudo-esoteristas y seudo-ocultistas.
La mercadería de almas, de libros y
teorías es pavorosa, raro es aquel que entre la
telaraña de tantas ideas contradictorias logre en verdad
hallar el camino secreto.
Lo más grave de todo esto es la fascinación
intelectiva; existe la tendencia a nutrirse estrictamente en
forma intelectual con todo lo que llega a la mente.
Los vagabundos del intelecto ya no se contentan con toda esa
librería subjetiva y de tipo general que abunda en los
mercados de
libros, sino que ahora y para colmo de los colmos, también
se atiborran e indigestan con el seudo-esoterismo y
seudo-ocultismo barato que abunda por doquiera como la mala
hierba.
El resultado de todas estas jergas es la confusión y
desorientación manifiesta de los bribones del
intelecto.
Constantemente recibo cartas y libros
de toda especie; los remitentes como siempre
interrogándome sobre ésta o aquella escuela, sobre
tal o cual libro, yo me
limito a contestar lo siguiente: Deje Ud. la ociosidad mental; a
Ud. no tiene porqué importarle la vida ajena, desintegre
el yo animal de la curiosidad, a Ud. no deben importarle las
escuelas ajenas, vuélvase serio, conózcase a
sí mismo, estúdiese a sí mismo,
obsérvese a sí mismo, etc., etc., etc.
Realmente lo importante es conocerse a sí mismo
profundamente en todos los niveles de la mente.
Las tinieblas son la inconsciencia; la luz es la
conciencia; debemos permitir que la luz penetre en nuestras
tinieblas; obviamente la luz tiene poder para
vencer a las tinieblas.
Desgraciadamente las gentes se encuentran auto-encerradas
dentro del ambiente
fétido e inmundo de su propia mente, adorando a su querido
Ego.
No quieren darse cuenta las gentes de que no son dueños
de su propia vida, ciertamente cada persona
está controlada desde adentro por muchas otras personas,
quiero referirme en forma enfática a toda esa
multiplicidad de yoes que llevamos dentro.
Ostensiblemente cada uno de esos yoes pone en nuestra mente lo
que debemos pensar, en nuestra boca lo que debemos decir, en el
corazón
lo que debemos sentir, etc.
En estas condiciones la humana personalidad no es más
que un robot gobernado por distintas personas que se disputan la
supremacía y que aspiran al supremo control de los centros
capitales de la máquina orgánica.
En nombre de la verdad hemos de afirmar solemnemente que el
pobre animal intelectual equivocadamente llamado hombre aunque se
crea muy equilibrado vive en un desequilibrio psicológico
completo.
El mamífero intelectual en modo alguno es unilateral,
si lo fuera sería equilibrado.
El animal intelectual es desgraciadamente multilateral y eso
está demostrado hasta la saciedad.
¿Cómo podría ser equilibrado el humanoide
racional? Para que exista equilibrio
perfecto se necesita de la conciencia despierta.
Solo la luz de la conciencia dirigida no desde de los
ángulos sino en forma plena central sobre nosotros mismos,
puede acabar con los contrastes, con las contradicciones
psicológicas y establecer en nosotros el verdadero
equilibrio interior.
Si disolvemos todo ese conjunto de yoes que en nuestro
interior llevamos, viene el despertar de la conciencia y como
secuencia o corolario el equilibrio verdadero de nuestra propia
psiquis.
Desafortunadamente no quieren darse cuenta las gentes de la
inconsciencia en que viven; duermen profundamente.
Si las gentes estuvieran despiertas, cada cual sentiría
a sus prójimos en sí mismos.
Si las gentes estuvieran despiertas, nuestros prójimos
nos sentirían en su interior.
Entonces obviamente las guerras no
existirían y la tierra
entera sería en verdad un paraíso.
La luz de la conciencia, dándonos verdadero equilibrio
psicológico, viene a establecer cada cosa en su lugar, y
lo que antes entraba en conflicto
íntimo con nosotros, de hecho queda en su sitio
adecuado.
Es tal la inconsciencia de las multitudes que ni siquiera son
capaces de encontrar la relación existente entre luz y
conciencia.
Incuestionablemente luz y conciencia son dos aspectos de lo
mismo; donde hay luz hay conciencia.
La inconsciencia es tinieblas y éstas últimas
existen en nuestro interior.
Solo mediante la auto-observación psicológica permitimos
que la luz penetre en nuestras propias tinieblas.
"La luz vino a las tinieblas pero las tinieblas no la
comprendieron".
CAPÍTULO XII.
LAS TRES
MENTES
Existen por doquiera muchos bribones del intelecto sin
orientación positiva y envenenados por el asqueante
escepticismo.
Ciertamente el repugnante veneno del escepticismo
contagió a las mentes humanas en forma alarmante desde el
siglo XVIII.
Antes de aquel siglo la famosa isla Nontrabada o Encubierta,
situada frente a las costas de España, se
hacía visible y tangible constantemente.
No hay duda de que tal isla se halla ubicada dentro de la
cuarta vertical. Muchas son las anécdotas relacionadas con
esa isla misteriosa.
Después del siglo XVIII la citada isla se perdió
en la eternidad, nadie sabe nada sobre la misma.
En las épocas del Rey Arturo y de los caballeros de la
mesa redonda,
los elementales de la naturaleza se
manifestaron por doquiera, penetrando profundamente dentro de
nuestra atmósfera física.
Son muchos los relatos sobre duendes, genios y hadas que
todavía abundan en la verde Erim, Irlanda;
desafortunadamente, todas estas cosas inocentes, toda esta
belleza del alma del
mundo, ya no es percibida por la humanidad debido a las
sabihondeces de los bribones del intelecto y al desarrollo
desmesurado del Ego animal.
Hoy en día los sabihondos se ríen de todas estas
cosas, no las aceptan aunque en el fondo ni remotamente hayan
logrado la felicidad.
Si las gentes entendieran que tenemos tres mentes, otro gallo
cantaría, posiblemente hasta se interesarían
más por estos estudios.
Desgraciadamente los ignorantes ilustrados, metidos en el
recoveco de sus difíciles erudiciones, ni siquiera tienen
tiempo para
ocuparse de nuestros estudios seriamente.
Esas pobres gentes son autosuficientes, se hallan
engreídas con el vano intelectualismo, piensan que van por
el camino recto y ni remotamente suponen que se encuentran
metidas en un callejón sin salida.
En nombre de la verdad debemos decir que en síntesis,
tenemos tres mentes.
A la primera podemos y debemos llamarla Mente Sensual, a la
segunda la bautizaremos con el nombre de Mente Intermedia. A la
tercera la llamaremos Mente Interior.
Vamos ahora a estudiar cada una de estas tres Mentes por
separado y en forma juiciosa.
Incuestionablemente la Mente Sensual elabora sus conceptos de
contenido mediante las percepciones sensoriales externas.
En estas condiciones la Mente Sensual es terriblemente grosera
y materialista, no puede aceptar nada que no haya sido demostrado
físicamente.
Como quiera que los conceptos de contenido de la Mente Sensual
tienen por fundamento los datos sensoriales
externos, indubitablemente nada puede saber sobre lo real, sobre
la verdad, sobre los misterios de
la vida y muerte, sobre
el alma y el espíritu, etc.
Para los bribones del intelecto, atrapados totalmente por
los sentidos
externos y embotellados entre los conceptos de contenido de la
mente sensual, nuestros estudios esotéricos les son
locura.
Dentro de la razón de la sin razón, en el mundo
de lo descabellado, ellos tienen razón debido a que
están condicionados por el mundo sensorial externo.
¿Cómo podría la Mente Sensual aceptar algo
que no sea sensual?
Si los datos de los sentidos sirven de resorte secreto para
todos los funcionalismos de la Mente Sensual, es obvio que estos
últimos tienen que originar conceptos sensuales.
Mente Intermedia es diferente, sin embargo, tampoco sabe nada
en forma directa sobre lo real, se limita a creer y eso es
todo.
En la Mente Intermedia están las creencias religiosas,
los dogmas inquebrantables, etc.
Mente Interior es fundamental para la experiencia directa de
la verdad.
Indubitablemente la Mente Interior elabora sus conceptos de
contenido con los datos aportados por la conciencia superlativa
del Ser.
Incuestionablemente la conciencia puede vivenciar y
experimentar lo real. No hay duda de que la conciencia sabe de
verdad.
Sin embargo, para la manifestación la conciencia
necesita de un mediador, de un instrumento de acción y
éste en sí mismo es la Mente Interior.
La conciencia conoce directamente la realidad de cada
fenómeno natural y mediante la Mente Interior puede
manifestarla.
Abrir la Mente Interior sería lo indicado a fin de
salir del mundo de las dudas y de la ignorancia.
Esto significa que solo abriendo la Mente Interior nace la fe
auténtica en el ser humano.
Mirada esta cuestión desde otro ángulo, diremos
que el escepticismo materialista es la característica
peculiar de la ignorancia. No hay duda de que los ignorantes
ilustrados resultan ciento por ciento escépticos.
La fe es percepción
directa de lo real; sabiduría fundamental; vivencia de eso
que está más allá del cuerpo, de los afectos
y de la mente.
Distíngase entre fe y creencia. Las creencias se
encuentran depositadas en la Mente Intermedia, la fe es
característica de la Mente Interior.
Desafortunadamente existe siempre la tendencia general a
confundir la creencia con la fe. Aunque parezca paradójico
enfatizaremos lo siguiente: "EL QUE TIENE FE VERDADERA NO
NECESITA CREER".
Es que la fe auténtica es sapiencia vívida,
cognición exacta, experiencia directa.
Sucede que durante muchos siglos se ha confundido a la fe con
la creencia y ahora cuesta mucho trabajo
hacerles comprender a las gentes que la fe es sabiduría
verdadera y nunca vanas creencias.
Los funcionalismos sapientes de la mente interior tienen como
resortes íntimos todos esos datos formidables de la
sabiduría contenida en la conciencia.
Quien ha abierto la Mente Interior recuerda sus vidas
anteriores, conoce los misterios de la vida y la muerte, no
por lo que haya leído o dejado de leer, no por lo que otro
haya dicho o dejado de decir, no por lo que se haya creído
o dejado de creer, sino por experiencia directa, vívida,
terriblemente real.
Esto que estamos diciendo no le gusta a la mente sensual, no
puede aceptarlo porque se sale de sus dominios, nada tiene que
ver con las percepciones sensoriales externas, es algo ajeno a
sus conceptos de contenido, a lo que le enseñaron en la
escuela, a lo que aprendió en distintos libros, etc.,
etc., etc.
Esto que estamos diciendo tampoco es aceptado por la Mente
Intermedia porque de hecho contraría sus creencias,
desvirtúa lo que sus preceptores religiosos le hicieron
aprender de memoria, etc.
Jesús El Gran Kabir advierte a sus discípulos
diciéndoles: "Cuidaos de la levadura de los saduceos y de
la levadura de los fariseos".
Es ostensible que Jesús El Cristo con esta advertencia
se refirió a las doctrinas de los materialistas saduceos y
de los hipócritas fariseos.
La doctrina de los saduceos está en la Mente Sensual,
es la doctrina de los cinco sentidos.
La doctrina de los fariseos se halla ubicada en la Mente
Intermedia, esto es irrefutable, irrebatible.
Es evidente que los fariseos concurren a sus ritos para que se
diga de ellos que son buenas personas, para aparentar ante los
demás, mas nunca trabajan sobre sí mismos.
No seria posible abrir la Mente Interior sino
aprendiéramos a pensar psicológicamente.
Incuestionablemente cuando alguien empieza a observarse a
sí mismo es señal de que ha comenzado a pensar
psicológicamente.
En tanto uno no admita la realidad de su propia
Psicología y la posibilidad de cambiarla fundamentalmente,
indubitablemente no siente la necesidad de la
auto-observación psicológica.
Cuando uno acepta la doctrina de los muchos y comprende la
necesidad de eliminar los distintos yoes que carga en su psiquis
con el propósito de liberar la conciencia, la esencia,
indubitablemente de hecho y por derecho propio inicia la
auto-observación psicológica.
Obviamente la eliminación de los elementos indeseables
que en nuestra psiquis cargamos origina la apertura de la Mente
Interior.
Todo esto significa que la citada apertura es algo que se
realiza en forma graduativa, a medida que vayamos aniquilando
elementos indeseables que llevamos en nuestra psiquis.
Quien haya eliminado los elementos indeseables en su interior
en un ciento por ciento, obviamente también habrá
abierto su mente interior en un ciento por ciento.
Una persona así poseerá la fe absoluta. Ahora
comprenderéis las palabras del Cristo cuando dijo: "Si
tuvieseis fe como un grano de mostaza moveríais
montañas".
CAPÍTULO XIII.
MEMORIA-TRABAJO
Incuestionablemente cada persona tiene su propia
Psicología particular, esto es irrebatible,
incontrovertible, irrefutable.
Desafortunadamente las gentes nunca piensan en esto y muchos
ni lo aceptan debido a que se hallan atrapados en la mente
sensorial.
Cualquiera admite la realidad del cuerpo físico porque
lo puede ver y palpar, empero la Psicología es
cuestión distinta, no es perceptible para los cinco
sentidos y por ello la tendencia general a rechazarla o
simplemente a subestimarla y despreciarla calificándose de
algo sin importancia.
Indubitablemente cuando alguien comienza a auto-observarse es
señal inequívoca de que ha aceptado la tremenda
realidad de su propia Psicología.
Es claro que nadie intentaría auto-observarse si no
encontrara antes un motivo fundamental.
Obviamente quien inicia la auto-observación se
convierte en un sujeto muy diferente a los demás, de hecho
indica la posibilidad de un cambio.
Desafortunadamente la gente no quiere cambiar, se contenta con
el estado en
que vive.
Causa dolor ver cómo las gentes nacen, crecen, se
reproducen como bestias, sufren lo indecible y mueren sin saber
por qué.
Cambiar es algo fundamental, pero ello es imposible si no se
inicia la auto-observación psicológica.
Es necesario empezar a verse a sí mismo con el
propósito de auto-conocernos, pues en verdad el humanoide
racional no se conoce a sí mismo.
Cuando uno descubre un defecto psicológico, de hecho ha
dado un gran paso porque esto le permitirá estudiarlo y
hasta eliminarlo radicalmente.
En verdad que nuestros defectos psicológicos son
innumerables, aunque tuviéramos mil lenguas para
hablar y paladar de acero no
alcanzaríamos a enumerarlos a todos cabalmente.
Lo grave de todo esto es que no sabemos medir el espantoso
realismo de
cualquier defecto; siempre le miramos en forma vana sin poner en
él la debida atención; lo vemos como algo sin
importancia.
Cuando aceptamos la doctrina de los muchos y entendemos el
crudo realismo de los siete demonios que Jesús el Cristo
sacó del cuerpo de María Magdalena, ostensiblemente
nuestro modo de pensar con respecto a los defectos
psicológicos, sufre un cambio fundamental.
No está de más afirmar en forma enfática
que la doctrina de los muchos es de origen Tibetano y Gnóstico en un ciento por ciento.
En verdad que no es nada agradable saber que dentro de nuestra
persona viven cientos y miles de personas
psicológicas.
Cada defecto psicológico es una persona diferente
existiendo dentro de nosotros mismos aquí y ahora.
Los siete demonios que el Gran Maestro Jesús el Cristo
arrojó del cuerpo de María Magdalena son los siete
pecados capitales: Ira, Codicia, Lujuria, Envidia, Orgullo,
Pereza, Gula.
Naturalmente cada uno de estos demonios por separado es cabeza
de legión.
En el viejo Egipto de los
Faraones, el iniciado debía eliminar de su naturaleza
interior a los demonios rojos de SETH si es que quería
lograr el despertar de la conciencia.
Visto el realismo de los defectos psicológicos, el
aspirante desea cambiar, no quiere continuar en el estado en que
vive con tanta gente metida dentro de su psiquis, y entonces
inicia la auto-observación.
A medida que nosotros progresamos en el trabajo
interior podemos verificar por sí mismos un ordenamiento
muy interesante en el sistema de eliminación.
Uno se asombra cuando descubre orden en el trabajo relacionado
con la eliminación de los múltiples agregados
psíquicos que personifican a nuestros errores.
Lo interesante de todo esto es que tal orden en la
eliminación de defectos se realiza en forma graduativa y
se procesa de acuerdo con la Dialéctica de la
Conciencia.
Nunca jamás podría la dialéctica
razonativa superar la formidable labor de la dialéctica de
la conciencia.
Los hechos nos van demostrando que el ordenamiento
psicológico en el trabajo de eliminación de
defectos es establecido por nuestro propio ser interior
profundo.
Debemos aclarar que existe una diferencia radical entre el Ego
y el Ser. El Yo jamás podría establecer orden en
cuestiones psicológicas, pues en sí mismo es el
resultado del desorden.
Solo el Ser tiene poder para establecer el orden en nuestra
psiquis. El Ser es el Ser. La razón de ser del Ser es el
mismo Ser.
El ordenamiento en el trabajo de auto-observación,
enjuiciamiento y eliminación de nuestros agregados
psíquicos, va siendo evidenciado por el sentido juicioso
de la auto-observación psicológica.
En todos los seres humanos se halla el sentido de la
auto-observación psicológica en estado latente, mas
se desarrolla en forma graduativa a medida que vayamos
usándolo.
Tal sentido nos permite percibir directamente y no mediante
simples asociaciones intelectuales, los diversos yoes que viven
dentro de nuestra psiquis.
Esta cuestión de las extra-percepciones sensoriales
comienza a ser estudiada en el terreno de la
Parapsicología, y de hecho ha sido demostrada en
múltiples experimentos que
se han realizado juiciosamente a través del tiempo y sobre
los cuales existe mucha documentación.
Quienes niegan la realidad de las extra-percepciones
sensoriales son ignorantes en un ciento por ciento, bribones del
intelecto embotellados en la mente sensual.
Sin embargo, el sentido de la auto-observación
psicológica es algo más profundo, va mucho
más allá de los simples enunciados
parapsicológicos, nos permite la auto-observación
íntima y la plena verificación del tremendo
realismo subjetivo de nuestros diversos agregados.
El ordenamiento sucesivo de las diversas partes del trabajo
relacionadas con el tema este tan grave de la eliminación
de agregados psíquicos, nos permite inferir una
"memoria-trabajo" muy interesante y hasta muy útil en la
cuestión del desarrollo interior.
Esta memoria-trabajo, si bien es cierto que puede darnos
distintas fotografías psicológicas de las diversas
etapas de la vida pasada, juntadas en su totalidad
traerían a nuestra imaginación una estampa viva y
hasta repugnante de lo que fuimos antes de iniciar el trabajo
psico-transformista radical.
No hay duda de que jamás desearíamos regresar a
esa horrorosa figura, viva representación de lo que
fuimos.
Desde este punto, tal fotografía
psicológica resultaría útil como medio de
confrontación entre un presente transformado y un pasado
regresivo, rancio, torpe y desgraciado.
La memoria-trabajo se escribe siempre a base de sucesivos
eventos
psicológicos registrados por el centro de
auto-observación psicológica.
Existen en nuestra psiquis elementos indeseables que ni
remotamente sospechamos.
Que un hombre honrado, incapaz de tomarse jamás nada
ajeno, honorable y digno de toda honra, descubra en forma
insólita una serie de yoes ladrones habitando en las zonas
más profundas de su propia psiquis, es algo espantoso, mas
no imposible.
Que una magnífica esposa llena de grandes virtudes o
una doncella de exquisita espiritualidad y educación
magnífica, mediante el sentido de la
auto-observación psicológica descubra en forma
inusitada que en su psiquis íntima vive un grupo de yoes
prostitutas, resulta nauseabundo y hasta inaceptable para el
centro intelectual o el sentido moral de cualquier ciudadano
juicioso, mas todo eso es posible dentro del terreno exacto de la
auto-observación psicológica.
CAPÍTULO XIV.
COMPRENSIÓN CREADORA
El Ser y el Saber deben equilibrarse mutuamente a fin de
establecer en nuestra psiquis la llamarada de la
comprensión.
Cuando el saber es mayor que el ser origina confusión
intelectual de toda especie.
Si el ser es mayor que el saber puede dar casos tan graves
como el del santo estúpido.
En el terreno de la vida práctica conviene
auto-observarnos con el propósito de
auto-descubrirnos.
Es precisamente la vida práctica el gimnasio
psicológico mediante el cual podemos descubrir nuestros
defectos.
En estado de alerta percepción, alerta novedad,
podremos verificar directamente que los defectos escondidos
afloran espontáneamente.
Es claro que defecto descubierto debe ser trabajado
conscientemente con el propósito de separarlo de nuestra
psiquis.
Ante todo no debemos identificarnos con ningún
yo-defecto si es que en realidad deseamos eliminarlo.
Si parado sobre una tabla deseamos levantar ésta para
colocarla arrimada a una pared, no sería posible esto si
continuáramos parados sobre ella.
Obviamente debemos empezar por separar a la tabla de sí
mismos, retirándonos de la misma y luego con nuestras
manos levantar la tabla y colocarla recargada al muro.
Similarmente no debemos identificarnos con ningún
agregado psíquico si es que en verdad deseamos separarlo
de nuestra psiquis.
Cuando uno se identifica con tal o cual yo, de hecho lo
fortifica en vez de desintegrarlo.
Supongamos que un yo cualquiera de lujuria se adueña de
los rollos que tenemos en el centro intelectual para proyectar en
la pantalla de la mente escenas de lascivia y morbosidad sexual,
si nos identificamos con tales cuadros pasionarios
indubitablemente aquel yo lujurioso se fortificará
tremendamente.
Mas si nosotros en vez de identificarnos con esa entidad, la
separamos de nuestra psiquis considerándola como un
demonio intruso, obviamente habrá surgido en nuestra
intimidad la comprensión creadora.
Posteriormente podríamos darnos el lujo de enjuiciar
analíticamente a tal agregado con el propósito de
hacernos plenamente conscientes del mismo.
Lo grave de las gentes consiste precisamente en la
identificación y esto es lamentable.
Si las gentes conocieran la doctrina de los muchos, si de
verdad entendieran que ni su propia vida les pertenece, entonces
no cometerían el error de la identificación.
Escenas de ira, cuadros de celos, etc., en el terreno de la
vida práctica resultan útiles cuando nos hallamos
en constante auto-observación psicológica.
Entonces comprobamos que ni nuestros pensamientos, ni nuestros
deseos, ni nuestras acciones nos
pertenecen.
Incuestionablemente múltiples yoes intervienen como
intrusos de mal agüero para poner en nuestra mente
pensamientos y en nuestro corazón emociones y en
nuestro centro motor acciones de
cualquier clase.
Es lamentable que no seamos dueños de sí mismos,
que diversas entidades psicológicas hagan de nosotros lo
que les viene en gana.
Desafortunadamente ni remotamente sospechamos lo que nos
sucede y actuamos como simples marionetas controladas por hilos
invisibles.
Lo peor de todo esto es que en vez de luchar por
independizarnos de todos estos tiranuelos secretos cometemos el
error de vigorizarlos y esto sucede cuando nos identificamos.
Cualquier escena callejera, cualquier drama familiar,
cualquier riña tonta entre cónyuges, se debe
indubitablemente a tal o cual yo, y esto es algo que jamás
debemos ignorar.
La vida práctica es el espejo psicológico donde
podemos vernos a sí mismos tal cual somos.
Pero ante todo debemos comprender la necesidad de vernos a
sí mismos, la necesidad de cambiar radicalmente,
sólo así tendremos ganas de observarnos
realmente.
Quien se contenta con el estado en que vive, el necio, el
retardatario, el negligente, no sentirá nunca el deseo de
verse a sí mismo, se querrá demasiado y en modo
alguno estará dispuesto a revisar su conducta y su
modo de ser.
En forma clara diremos que en algunas comedias, dramas y
tragedias de la vida práctica intervienen varios yoes que
es necesario comprender.
En cualquier escena de celos pasionarios entran en juego yoes de
lujuria, ira, amor propio, celos, etc., etc., etc., que
posteriormente deberán ser enjuiciados
analíticamente, cada uno por separado a fin de
comprenderlos íntegramente con el evidente
propósito de desintegrarlos totalmente.
La comprensión resulta muy elástica, por ello
necesitamos ahondar cada vez más profundamente; lo que hoy
comprendimos de un modo, mañana lo comprenderemos
mejor.
Miradas las cosas desde este ángulo podemos verificar
por sí mismos cuán útiles son las diversas
circunstancias de la vida cuando en verdad las utilizamos como
espejo para el auto-descubrimiento.
En modo alguno trataríamos jamás de afirmar que
los dramas, comedias y tragedias de la vida práctica
resultan siempre hermosos y perfectos, tal afirmación
sería descabellada.
Sin embargo, por absurdas que sean las diversas situaciones de
la existencia, resultan maravillosas como gimnasio
psicológico.
El trabajo relacionado con la disolución de los
diversos elementos que constituyen el mí mismo, resulta
espantosamente difícil.
Entre las cadencias del verso también se esconde el
delito. Entre el
perfume delicioso de los templos, se esconde el delito.
El delito a veces se vuelve tan refinado que se confunde con
la santidad, y tan cruel que se llega a parecer a la dulzura.
El delito se viste con la toga del juez, con la túnica
del Maestro, con el ropaje del mendigo, con el traje del
señor y hasta con la túnica del Cristo.
Comprensión es fundamental, mas en el trabajo de
disolución de los agregados psíquicos, no es todo,
como veremos en el capítulo siguiente.
Resulta urgente, inaplazable, hacernos conscientes de cada Yo
para separarlo de nuestra Psiquis, mas eso no es todo, falta algo
más, véase el capítulo dieciséis.
CAPÍTULO XV.
LA
KUNDALINI
Hemos llegado a un punto muy espinoso, quiero referirme a la
cuestión esta de la Kundalini, la serpiente ígnea
de nuestros mágicos poderes, citada en muchos textos de la
sabiduría oriental.
Indubitablemente la Kundalini tiene mucha documentación
y es algo que bien vale la pena investigar.
En los textos de Alquimia Medieval, la Kundalini es la
signatura astral del esperma sagrado, STELLA MARIS, la VIRGEN DEL
MAR, quien guía sabiamente a los trabajadores de la Gran
Obra.
Entre los aztecas ella es
TONANTZIN, entre los griegos la CASTA DIANA, y en Egipto es ISIS,
la MADRE DIVINA a quien ningún mortal ha levantado el
velo.
No hay duda alguna de que el Cristianismo
Esotérico jamás dejó de adorar a la Divina
Madre Kundalini; obviamente es MARAH, o mejor dijéramos
RAM-IO,
MARIA.
Lo que no especificaron las religiones
ortodoxas, por lo menos en lo que atañe al círculo
exotérico o público, es el aspecto de ISIS en su
forma individual humana.
Ostensiblemente, sólo en secreto se
enseñó a los iniciados que esa Divina Madre existe
individualmente dentro de cada ser humano.
No está de más aclarar en forma enfática
que Dios-Madre, REA, CIBELES, ADONÍA o como queramos
llamarle, es una variante de nuestro propio Ser individual
aquí y ahora.
Concretando diremos que cada uno de nos tiene su propia Madre
Divina particular, individual.
Hay tantas Madres en el cielo cuantas criaturas existentes
sobre la faz de la tierra.
La Kundalini es la energía misteriosa que hace existir
al mundo, un aspecto de BRAHMA.
En su aspecto psicológico manifiesto en la anatomía oculta del
ser humano, la KUNDALINI se halla enroscada tres veces y media
dentro de cierto centro magnético ubicado en el hueso
coxígeo.
Allí descansa entumecida como cualquier serpiente la
Divina Princesa.
En el centro de aquel Chakra o estancia existe un
triángulo hembra o YONI donde está establecido un
LINGAM macho.
En este LINGAM atómico o mágico que representa
el poder creador sexual de BRAHMA, se enrosca la sublime
serpiente KUNDALINI.
La reina ígnea en su figura de serpiente, despierta con
el secretum secretorum de cierto artificio alquimista que he
enseñado claramente en mi obra titulada: «El
Misterio del Áureo Florecer».
Incuestionablemente, cuando esta divina fuerza
despierta, asciende victoriosa por el canal medular espinal para
desarrollar en nosotros los poderes que divinizan.
En su aspecto trascendental divinal subliminal, la serpiente
sagrada trascendiendo a lo meramente fisiológico,
anatómico, en su estado étnico, es como ya dije
nuestro propio Ser, pero derivado.
No es mi propósito enseñar en este tratado la
técnica para el despertar de la serpiente sagrada.
Sólo quiero poner cierto énfasis al crudo
realismo del Ego y a la urgencia interior relacionada con la
disolución de sus diversos elementos inhumanos.
La mente por sí misma no puede alterar radicalmente
ningún defecto psicológico.
La mente puede rotular cualquier defecto, pasarlo de un nivel
a otro, esconderlo de sí misma o de los demás,
disculparlo mas nunca eliminarlo absolutamente.
Comprensión es una parte fundamental, pero no lo es
todo, se necesita eliminar.
Defecto observado debe ser analizado y comprendido en forma
íntegra antes de proceder a su eliminación.
Necesitamos de un poder superior a la mente, de un poder capaz
de desintegrar atómicamente cualquier yo-defecto que
previamente hayamos descubierto y enjuiciado profundamente.
Afortunadamente tal poder subyace profundamente más
allá del cuerpo, de los afectos y de la mente, aunque
tenga sus exponentes concretos en el hueso del centro
coxígeo, como ya lo explicamos en párrafos
anteriores del presente capítulo.
Después de haber comprendido íntegramente
cualquier yo-defecto, debemos sumergirnos en meditación
profunda, suplicando, orando, pidiendo a nuestra Divina Madre
particular individual desintegre el yo-defecto previamente
comprendido.
Esta es la técnica precisa que se requiere para la
eliminación de los elementos indeseables que en nuestro
interior cargamos.
La Divina Madre Kundalini tiene poder para reducir a cenizas
cualquier agregado psíquico subjetivo, inhumano.
Sin esta didáctica, sin este procedimiento,
todo esfuerzo para la disolución del Ego resulta
infructuoso, inútil, absurdo.
CAPÍTULO XVI.
NORMAS
INTELECTUALES
En el terreno de la vida práctica cada persona tiene su
criterio, su forma más o menos rancia de pensar, y nunca
se abre a lo nuevo; esto es irrefutable, irrebatible,
incontrovertible.
La mente del humanoide intelectual está degenerada,
deteriorada, en franco estado de involución.
Realmente el entendimiento de la humanidad actual es similar a
una vieja estructura
mecánica inerte y absurda, incapaz por
sí misma de cualquier fenómeno de elasticidad
auténtica.
Falta ductibilidad en la mente, se encuentra enfrascada en
múltiples normas
rígidas y extemporáneas.
Cada cual tiene su criterio y determinadas normas
rígidas dentro de las cuales acciona y reacciona
incesantemente.
Lo más grave de toda esta cuestión es que las
millonadas de criterios equivalen a millonadas de normas
putrefactas y absurdas.
En todo caso las gentes nunca se sienten equivocadas, cada
cabeza es un mundo y no hay duda que entre tantos recovecos
mentales existen muchos sofismas de distracción y
estupideces insoportables.
Mas el criterio estrecho de las multitudes ni remotamente
sospecha el embotellamiento intelectivo en que se encuentra.
Estas gentes modernas con cerebro de
cucaracha piensan de sí mismas lo mejor, presumen de
liberales, de súper-genios, creen que tienen muy amplio
criterio.
Los ignorantes ilustrados resultan ser los más
difíciles, pues en realidad, hablando esta vez en sentido
socrático diremos: "no solamente no saben, sino que,
además, ignoran que no saben".
Los bribones del intelecto aferrados a esas normas anticuadas
del pasado se procesan violentamente en virtud de su propio
embotellamiento y se niegan en forma enfática a aceptar
algo que en modo alguno puede encajar dentro de sus normas de
acero.
Piensan los sabihondos ilustrados que todo aquello que por una
o otra causa se salga del camino rígido de sus procedimientos
oxidados es absurdo en un ciento por ciento. Así de este
modo esas pobres gentes de criterio tan difícil se
auto-engañan miserablemente.
Presumen de geniales los seudo-sapientes de esta época,
ven con desdén a quienes tienen valor de
apartarse de sus normas carcomidas por el tiempo, lo peor de todo
es que ni remotamente sospechan la cruda realidad de su propia
torpeza.
La mezquindad intelectual de las mentes rancias es tal que
hasta se da el lujo de exigir demostraciones sobre eso que es lo
real, sobre eso que no es de la mente.
No quieren entender las gentes del entendimiento
raquítico e intolerante que la experiencia de lo real
sólo adviene en ausencia del ego.
Incuestionablemente en modo alguno sería posible
reconocer directamente los misterios de la vida y de la muerte en
tanto no se haya abierto dentro de nosotros mismos la mente
interior.
No está de más repetir en este capítulo
que sólo la conciencia superlativa del Ser puede conocer
la verdad.
La mente interior sólo puede funcionar con los datos
que aporta la conciencia Cósmica del SER.
El intelecto subjetivo, con su dialéctica razonativa,
nada puede saber sobre eso que escapa a su
jurisdicción.
Ya sabemos que los conceptos de contenido de la
dialéctica razonativa se elaboran con los datos aportados
por los sentidos de percepción externa.
Quienes se encuentran embotellados dentro de sus
procedimientos intelectuales y normas fijas, presentan siempre
resistencia a
estas ideas revolucionarias.
Sólo disolviendo el EGO en forma radical y definitiva
es posible despertar la conciencia y abrir realmente la mente
interior.
Sin embargo, como quiera que estas declaraciones
revolucionarias no caben dentro de la lógica formal, ni
tampoco dentro de la lógica dialéctica, la
reacción subjetiva de las mentes involucionantes opone
resistencia violenta.
Quieren esas pobres gentes del intelecto meter el
océano dentro de un vaso de cristal, suponen que la
universidad puede
controlar toda la sabiduría del universo y que
todas las leyes del Cosmos
están obligadas a someterse a sus viejas normas
académicas.
Ni lejanamente sospechan esos intonsos, dechados de
sabiduría, el estado degenerativo en que se
encuentran.
A veces resaltan tales gentes por un momento cuando vienen al
mundo Esoterista, mas pronto se apagan como fuegos fatuos,
desaparecen del panorama de las inquietudes espirituales, se los
traga el intelecto y desaparecen de escena para siempre.
La superficialidad del intelecto nunca puede penetrar en el
fondo legítimo del SER, empero los procesos
subjetivos del racionalismo pueden llevar a los necios a
cualquier clase de conclusiones muy brillantes pero absurdas.
El poder formulativo de conceptos lógicos en modo
alguno implica la experiencia de lo real.
El juego convincente de la dialéctica razonativa,
auto-fascina al razonador haciéndole confundir siempre
gato con liebre.
La brillante procesión de ideas ofusca al bribón
del intelecto y le da cierta auto-suficiencia tan absurda como
para rechazar a todo eso que no huela a polvo de bibliotecas y
tinta de universidad.
El "delirium tremens" de los borrachos alcohólicos
tienen síntomas inconfundibles, pero el de los ebrios de
las teorías se confunde fácilmente con la
genialidad.
Al llegar a esta parte de nuestro capítulo, diremos que
ciertamente resulta muy difícil saber donde termina el
intelectualismo de los bribones y donde comienza la locura.
En tanto continuemos embotellados dentro de las normas
podridas y rancias del intelecto, será algo más que
imposible la experiencia de eso que no es de la mente, de eso que
no es del tiempo, de eso que es lo real.
CAPÍTULO XVII.
EL CUCHILLO DE LA
CONCIENCIA
Algunos psicólogos simbolizan a la conciencia como un
cuchillo muy capaz de separarnos de lo que está pegado a
nosotros y nos extrae la fuerza.
Creen tales psicólogos que la única manera de
escapar al poder de tal o cual YO es observarlo cada vez con
más claridad con el propósito de comprenderlo para
volvernos conscientes del mismo.
Piensan esas gentes que así uno se separa eventualmente
de este o aquel Yo, aunque sea por el grosor del filo de un
cuchillo.
De esta manera, dicen, el Yo separado por la conciencia,
parece como una planta cortada.
Hacerse consciente de cualquier Yo, según ellos,
significa separarlo de nuestra Psiquis y condenarlo a muerte.
Incuestionablemente tal concepto,
aparentemente muy convincente, falla en la práctica.
El Yo que mediante el cuchillo de la conciencia ha sido
cortado de nuestra personalidad, arrojado de casa como oveja
negra, continúa en el espacio psicológico, se
convierte en demonio tentador, insiste en regresar a casa, no se
resigna tan fácilmente, de ninguna manera quiere comer el
pan amargo del destierro, busca una oportunidad y al menor
descuido de la guardia se acomoda nuevamente dentro de nuestra
psiquis.
Lo más grave es que dentro del Yo desterrado se
encuentra siempre embotellada cierto porcentaje de esencia, de
conciencia.
Todos esos psicólogos que así piensan,
jamás han logrado disolver ninguno de sus Yoes, en
realidad han fracasado.
Por mucho que se intente evadir la cuestión esa del
KUNDALINI, el problema es muy grave.
En realidad el "Hijo Ingrato" no progresa jamás en el
trabajo esotérico sobre sí mismo.
Obviamente "Hijo Ingrato" es todo aquél que desprecia a
"ISIS", nuestra Divina Madre Cósmica, particular,
individual.
ISIS es una de las partes autónomas de nuestro propio
Ser, pero derivado, la Serpiente ígnea de nuestros
mágicos poderes, el KUNDALINI.
Ostensiblemente sólo "ISIS" tiene poder absoluto para
desintegrar a cualquier Yo; esto es irrefutable, irrebatible,
incontrovertible.
KUNDALINI es una palabra compuesta: "KUNDA viene a recordarnos
al Abominable órgano KUNDARTIGUADOR", "LINI es un
término Atlante que significa Fin".
"KUNDALINI" quiere decir: "Fin del abominable órgano
KUNDARTIGUADOR". Es pues urgente no confundir al "KUNDALINI" con
el "KUNDARTIGUADOR".
Ya dijimos en un pasado capítulo que la Serpiente
Ígnea de nuestros mágicos poderes se encuentra
enroscada tres veces y media dentro de cierto Centro
Magnético ubicado en el hueso Coxígeo, base de la
espina dorsal.
Cuando la Serpiente sube, es el KUNDALINI, cuando baja, es el
abominable órgano KUNDARTIGUADOR.
Mediante el "TANTRISMO BLANCO" la serpiente asciende
victoriosa por el canal medular espinal, despertando los poderes
que divinizan.
Mediante el "TANTRISMO NEGRO" la serpiente se precipita desde
el coxis hacia los infiernos atómicos del hombre.
Así es como muchos se convierten en Demonios terriblemente
perversos.
Quienes cometen el error de atribuirle a la serpiente
ascendente todas las características izquierdas y
tenebrosas de la serpiente descendente, fracasan definitivamente
en el trabajo sobre sí mismos.
Las malas consecuencias del "ABOMINABLE ÓRGANO
KUNDARTIGUADOR", sólo pueden ser aniquiladas con el
"KUNDALINI".
No está de más aclarar que tales malas
consecuencias están cristalizadas en el YO PLURALIZADO de
la Psicología revolucionaria.
El poder Hipnótico de la Serpiente descendente tiene a
la humanidad sumergida en la inconsciencia.
Sólo la Serpiente ascendente, por oposición,
puede despertarnos; esta verdad es un axioma de la
Sabiduría Hermética. Ahora comprenderemos mejor la
honda significación de la palabra sagrada "KUNDALINI".
La Voluntad consciente está siempre representada por
la mujer sagrada,
María, ISIS, que aplasta la cabeza de la Serpiente
descendente.
Declaro aquí francamente y sin ambages que la doble
corriente de luz, el fuego vivo y astral de la tierra, ha sido
figurado por la serpiente con cabeza de toro, de macho
cabrío o de perro en los Antiguos Misterios.
Es la doble Serpiente del Caduceo de Mercurio; es
la Serpiente tentadora del Edén; pero es también
sin la menor duda, la Serpiente de Cobre de
Moisés entrelazada en el "TAU", es decir, en el "LINGAM
Generador".
Es el "Macho Cabrío" del Sabbat y el Baphometo de los
Templarios Gnósticos; el HYLE del Gnosticismo Universal;
la doble cola de serpiente que forma las patas del Gallo Solar de
los ABRAXAS.
En el "LINGAM NEGRO" embutido en el "YONI" metálico,
símbolos del Dios SHIVA, la Divinidad
Hindú, está la clave secreta para despertar y
desarrollar la Serpiente ascendente o KUNDALINI, a
condición de no derramar jamás en la vida el "Vaso
de Hermes
Trimegisto", el Tres veces grande Dios "IBIS DE THOTH".
Hemos hablado entre líneas para quienes sepan entender.
Quien tenga entendimiento que entienda porque aquí hay
sabiduría.
Los TÁNTRICOS negros son diferentes, ellos despiertan y
desarrollan el Abominable órgano KUNDARTIGUADOR, la
Serpiente tentadora del Edén, cuando cometen en sus ritos
el crimen imperdonable de derramar el "Vino Sagrado".
CAPÍTULO XVIII.
EL PAÍS
PSICOLÓGICO
Incuestionablemente, así como existe el País
Exterior en el cual vivimos, así también en nuestra
intimidad existe el país psicológico.
Las gentes no ignoran jamás la ciudad o la comarca
donde viven, desafortunadamente sucede que desconocen en el lugar
psicológico donde se hallan ubicadas.
En un instante dado, cualquiera sabe en qué barrio o
colonia se encuentra, mas en el terreno psicológico no
sucede lo mismo, normalmente las gentes ni remotamente sospechan
en un momento dado el lugar de su país psicológico
en donde se han metido.
Así como en el mundo físico existen colonias de
gentes decentes y cultas, así también sucede en la
comarca psicológica de cada uno de nosotros; no hay duda
de que existen colonias muy elegantes y hermosas.
Así como en el mundo físico hay colonias o
barrios con callejuelas peligrosísimas, llenas de
asaltantes, así también sucede lo mismo en la
comarca psicológica de nuestro interior.
Todo depende de la clase de gente que nos acompañe; si
tenemos amigos borrachos iremos a parar a la cantina, y si estos
últimos son calaveras,
indubitablemente nuestro destino estará en los
prostíbulos.
Dentro de nuestro país psicológico cada cual
tiene sus acompañantes, sus YOES, éstos lo
llevarán a uno a donde deben llevarlo de acuerdo con sus
características psicológicas.
Una dama virtuosa y honorable, magnífica esposa, de
conducta ejemplar, viviendo en una hermosa mansión en el
mundo físico, debido a sus YOES lujuriosos podría
estar ubicada en antros de prostitución dentro de su país
psicológico.
Un caballero honorable, de honradez intachable,
magnífico ciudadano, podría dentro de su comarca
psicológica encontrarse ubicado en una cueva de ladrones,
debido a sus pésimos acompañantes, YOES del robo,
muy sumergidos dentro del inconsciente.
Un anacoreta y penitente, posiblemente un monje así
viviendo austero dentro de su celda, en algún monasterio,
podría psicológicamente encontrarse ubicado en una
colonia de asesinos, pistoleros, atracadores, drogadictos, debido
precisamente a YOES infraconscientes o inconscientes, sumergidos
profundamente dentro de los recovecos más difíciles
de su psiquis.
Por algo se nos ha dicho que hay mucha virtud en los malvados
y que hay mucha maldad en los virtuosos.
Muchos santos canonizados aún viven todavía
dentro de los antros psicológicos del robo o en casas de
prostitución.
Esto que estamos afirmando en forma enfática
podría escandalizar a los mojigatos, a los pietistas, a
los ignorantes ilustrados, a los dechados de sabiduría,
pero jamás a los verdaderos psicólogos.
Aunque parezca increíble, entre el incienso de la
oración también se esconde el delito, entre las
cadencias del verso también se esconde el delito, bajo la
cúpula sagrada de los santuarios más divinos el
delito se reviste con la túnica de la santidad y la
palabra sublime.
Entre los fondos profundos de los santos más
venerables, viven los YOES del prostíbulo, del robo, del
homicidio,
etc.
Acompañantes infrahumanos escondidos entre las
insondables profundidades del inconsciente.
Mucho sufrieron por tal motivo los diversos santos de la
historia;
recordemos las tentaciones de San Antonio,
todas aquellas abominaciones contra las que tuvo que luchar
nuestro hermano Francisco de Asís.
Sin embargo, no todo lo dijeron esos santos, y la mayor parte
de los anacoretas callaron.
Uno se asombra al pensar que algunos anacoretas penitentes y
santísimos vivan en las colonias psicológicas de la
prostitución y del robo.
Empero son santos, y si todavía no han descubierto esas
cosas espantosas de su psiquis, cuando las descubran
usarán cilicios sobre su carne, ayunarán,
posiblemente se azotarán, y rogarán a su divina
madre KUNDALINI elimine de su psiquis esos malos
acompañantes que en esos antros tenebrosos de su propio
país psicológico los tiene metidos.
Mucho han dicho las distintas religiones sobre la vida
después de la muerte y el más allá.
Que no se devanen más los sesos las pobres gentes sobre
lo que hay allá del otro lado, más allá del
sepulcro.
Incuestionablemente después de la muerte cada cual
continúa viviendo en la colonia psicológica de
siempre.
El ladrón en los antros de los ladrones
continuará; el lujurioso en las casas de cita
proseguirá como fantasma de mal agüero; el iracundo,
el furioso seguirá viviendo en las callejuelas peligrosas
del vicio y de la ira, allí también donde brilla el
puñal y suenan los tiros de las pistolas.
La esencia en sí misma es muy hermosa, vino de arriba,
de las estrellas y desgraciadamente está metida dentro de
todos estos yoes que llevamos dentro.
Por oposición la esencia puede desandar el camino,
regresar al punto de partida original, volver a las estrellas,
mas debe libertarse primero de sus malos acompañantes que
la tienen metida en los suburbios de la perdición.
Cuando Francisco de Asís y Antonio de Padua, insignes
maestros Cristificados, descubrieron dentro de su interior los
yoes de la perdición, sufrieron lo indecible y no hay duda
de que a base de trabajos conscientes y padecimientos voluntarios
lograron reducir a polvareda cósmica a todo ese conjunto
de elementos inhumanos que en su interior vivían.
Incuestionablemente esos Santos se Cristificaron y regresaron al
punto de partida original después de haber sufrido
mucho.
Ante todo es necesario, es urgente, inaplazable, que el centro
magnético que en forma anormal tenemos establecido en
nuestra falsa personalidad, sea transferido a la Esencia,
así podrá iniciar el hombre
completo su viaje desde la
personalidad hasta las estrellas, ascendiendo en forma
didáctica progresiva, de grado en grado por
la montaña del SER.
En tanto continúe el centro magnético
establecido en nuestra personalidad ilusoria viviremos en los
antros psicológicos más abominables, aunque en la
vida práctica seamos magníficos ciudadanos.
Cada cual tiene un centro magnético que le caracteriza;
el comerciante tiene el centro magnético del comercio y por
ello se desenvuelve en los mercados y atrae lo que le es
afín, compradores y mercaderes.
El hombre de ciencia tiene
en su personalidad el centro magnético de la ciencia y
por ello atrae hacia sí todas las cosas de la ciencia,
libros, laboratorios, etc.
El Esoterista tiene en sí mismo el centro
magnético del esoterismo, y como quiera que esta clase de
centro se torna diferente a las cuestiones de la personalidad,
indubitablemente se sucede por tal motivo la transferencia.
Cuando el centro magnético se establece en la
conciencia, es decir, en la esencia, entonces se inicia el
regreso del hombre total a las estrellas.
CAPÍTULO XIX.
LAS
DROGAS
El desdoblamiento psicológico del hombre nos permite
evidenciar el crudo realismo de un nivel superior en cada uno de
nosotros.
Cuando uno ha podido verificar por sí mismo en forma
directa el hecho concreto de
dos hombres en uno mismo, el inferior en el nivel normal
común y corriente, el superior en una octava más
elevada, entonces todo cambia y procuramos en este caso actuar en
la vida de acuerdo a los principios
fundamentales que lleva en lo hondo de su SER.
Así como existe una vida externa, así
también existe una vida interna.
El hombre exterior no es todo, el desdoblamiento
psicológico nos enseña la realidad del hombre
interior.
El hombre exterior tiene su modo de ser, es una cosa con
múltiples actitudes y
reacciones típicas en la vida, una marioneta movida por
hilos invisibles.
El hombre interior es el SER auténtico, se procesa en
otras leyes muy diferentes, jamás podría ser
convertido en robot.
El hombre exterior no da puntada sin dedal, siente que le han
pagado mal, se compadece de sí mismo, se auto-considera
demasiado, si es soldado aspira a ser general, si es trabajador
de una fábrica protesta cuando no le ascienden, quiere que
sus méritos sean debidamente reconocidos, etc.
Nadie podría llegar al nacimiento SEGUNDO, renacer como
dice el Evangelio del Señor, en tanto continúe
viviendo con la sicología del hombre inferior común
y corriente.
Cuando uno reconoce su propia nadidad y miseria interior,
cuando tiene el valor de revisar su vida, indubitablemente viene
a saber por sí mismo que de ninguna manera posee
méritos de ninguna especie.
"Bienaventurados los pobres de espíritu porque ellos
recibirán el reino de los cielos".
Pobres de espíritu o indigentes del espíritu,
son realmente aquellos que reconocen su propia nadidad,
desvergüenza y miseria interior. Esa clase de seres
incuestionablemente reciben la iluminación.
"Más fácil pasa un camello por el hueco de una
aguja, que un rico entra en el reino de los cielos".
Es ostensible que la mente enriquecida por tantos
méritos, condecoraciones y medallas, distinguidas virtudes
sociales y complicadas teorías académicas, no es
pobre de espíritu y por ende nunca podría entrar en
el reino de los cielos.
Para entrar al Reino se hace impostergable el tesoro de la fe.
En tanto no se haya producido en cada uno de nosotros el
desdoblamiento psicológico, la FE resulta algo más
que imposible.
La FE es el
conocimiento puro, la sabiduría experimental
directa.
La FE fue siempre confundida con las vanas creencias, los
Gnósticos no debemos caer jamás en tan grave
error.
La FE es experiencia directa de lo real; vivencia
magnífica del hombre interior; cognición divinal
auténtica.
El hombre interior, al conocer por experiencia mística
directa sus propios mundos internos, es ostensible que conoce
también los mundos internos de todas las personas que
pueblan la faz de la tierra.
Nadie podría conocer los mundos internos del planeta
Tierra, del sistema solar y
de la galaxia en que vivimos, si antes no ha conocido sus propios
mundos internos. Esto es similar al suicida que escapa de la vida
por puerta falsa.
Las extra percepciones del drogadicto tienen su raíz
particular en el abominable órgano KUNDARTIGUADOR (la
serpiente tentadora del Edén).
La conciencia embotellada entre los múltiples elementos
que constituyen el Ego se procesa en virtud de su propio
embotellamiento.
La conciencia egoica deviene pues, en estado comatoso, con
alucinaciones hipnóticas muy similares a las de cualquier
sujeto que se hallare bajo el influjo de tal o cual droga.
Podemos plantear esta cuestión en la siguiente forma:
alucinaciones de la conciencia egoica son iguales a las
alucinaciones provocadas por las
drogas.
Obviamente estos dos tipos de alucinaciones tienen sus causas
originales en el abominable órgano KUNDARTIGUADOR.
(Véase capítulo XVI del presente libro).
Indubitablemente las drogas
aniquilan los rayos alfa, entonces incuestionablemente viene a
perderse la conexión intrínseca entre mente y
cerebro; esto de hecho resulta fracaso total.
El drogadicto convierte al vicio en religión y desviado
piensa experimentar lo real bajo el influjo de las drogas,
ignorando que las extra-percepciones producidas por la marihuana, el
L.S.D., la morfina, los hongos
alucinantes, la cocaína,
la heroína, el hashis, pastillas tranquilizantes en
exceso, anfetaminas,
barbitúricos, etc., etc., etc., son meras alucinaciones
elaboradas por el abominable órgano KUNDARTIGUADOR.
Los drogadictos involucionando, degenerando en el tiempo, se
sumergen al fin en forma definitiva dentro de los mundos
infiernos.
CAPÍTULO XX.
INQUIETUDES
No hay duda que entre el pensar y el sentir existe una gran
diferencia, esto es incontrovertible.
Existe una gran frialdad entre las gentes, es el frío
de lo que no tiene importancia, de lo superficial.
Creen las multitudes que importante es lo que no es
importante, suponen que la última moda, o el coche
último modelo, o la
cuestión esta del salario
fundamental es lo único serio.
Llaman serio la crónica del día, la aventura
amorosa, la vida sedentaria, la copa de licor, la carrera de
caballos, la carrera de automóviles, la corrida de toros,
el chismorreo, la calumnia, etc.
Obviamente, cuando el hombre del día o la mujer del
salón de belleza escuchan algo sobre esoterismo, como
quiera que esto no está en sus planes, ni en sus
tertulias, ni en sus placeres sexuales, responden con un no
sé qué de frialdad espantosa, o sencillamente
retuercen la boca, levantan los hombros, y se retiran con
indiferencia.
Esa apatía psicológica, esa frialdad que
espanta, tiene dos basamentos; primero la ignorancia más
tremenda, segundo la ausencia más absoluta de inquietudes
espirituales.
Falta un contacto, un choque eléctrico, nadie lo dio en
la tienda, tampoco entre lo que se creía serio, ni mucho
menos en los placeres de la cama.
Si alguien fuera capaz de darle al frío imbécil
o a la superficial mujercita el toque eléctrico del
momento, el chispazo del corazón, alguna reminiscencia
extraña, un no sé qué demasiado
íntimo, tal vez entonces todo sería distinto.
Mas algo desplaza a la vocecilla secreta, a la primera
corazonada, al anhelo íntimo; posiblemente una
tontería, el hermoso sombrero de alguna vitrina o
aparador, el dulce exquisito de un restaurante, el encuentro de
un amigo que más tarde no tiene para nosotros ninguna
importancia, etc.
Tonterías, necedades que no siendo transcendentales,
sí tienen fuerza en un instante dado como para apagar la
primera inquietud espiritual, el íntimo anhelo, la
insignificante chispa de luz, la corazonada que sin saber por
qué nos inquietó por un momento.
Si esos que hoy son cadáveres vivientes, fríos
noctámbulos del club o sencillamente vendedores de
paraguas en el almacén de
la calle real, no hubieran sofocado la primera inquietud
íntima, serían en este momento luminarias del
espíritu, adeptos de la luz, hombres auténticos en
el sentido más completo de la palabra.
El chispazo, la corazonada, un suspiro misterioso, un no
sé qué, fue sentido alguna vez por el carnicero de
la esquina, por el engrasador de calzado o por el doctor de
primera magnitud, mas todo fue en vano, las necedades de la
personalidad siempre apagan el primer chispazo de la luz;
después prosigue el frío de la más espantosa
indiferencia.
Incuestionablemente a las gentes se las traga la luna tarde o
temprano; esta verdad resulta incontrovertible.
No hay nadie que en la vida no haya sentido alguna vez una
corazonada, una extraña inquietud, desgraciadamente
cualquier cosa de la personalidad, por tonta que esta sea, es
suficiente como para reducir a polvareda cósmica eso que
en el silencio de la noche nos conmovió por un
momento.
La luna gana siempre estas batallas, ella se alimenta, se
nutre precisamente con nuestras propias debilidades.
La luna es terriblemente mecanicista; el humanoide lunar,
desprovisto por completo de toda inquietud solar, es incoherente
y se mueve en el mundo de sus sueños.
Si alguien hiciera lo que nadie hace, esto es, avivar la
íntima inquietud surgida tal vez en el misterio de alguna
noche, no hay duda de que a la larga se asimilaría la
inteligencia
solar y se convertiría por tal motivo en hombre solar.
Eso es, precisamente, lo que el Sol quiere,
pero a estas sombras lunares tan frías, apáticas e
indiferentes, siempre se las traga la Luna; después viene
la igualación de la muerte.
La muerte iguala todo. Cualquier cadáver viviente
desprovisto de inquietudes solares, degenera terriblemente en
forma progresiva hasta que la Luna lo devora.
El Sol quiere crear hombres, está haciendo ese ensayo en el
laboratorio de
la naturaleza; desgraciadamente, tal experimento no le ha dado
muy buenos resultados, la Luna se traga la gente.
Sin embargo, esto que estamos diciendo no le interesa a nadie,
mucho menos a los ignorantes ilustrados; ellos se sienten la
mamá de los pollitos o el papá de
Tarzán.
El Sol ha depositado dentro de las glándulas sexuales
del animal intelectual equivocadamente llamado hombre, ciertos
gérmenes solares que convenientemente desarrollados
podrían transformarnos en hombres auténticos.
Empero el experimento solar resulta espantosamente
difícil debido precisamente al frío lunar.
Las gentes no quieren cooperar con el Sol y por tal motivo a
la larga los gérmenes solares involucionan, degeneran y se
pierden lamentablemente.
La clavícula maestra de la obra del Sol está en
la disolución de los elementos indeseables que llevamos
dentro.
Cuando una raza humana pierde todo interés
por las ideas solares, el Sol la destruye porque no le sirve ya
para su experimento.
Como quiera que esta raza actual se ha vuelto
insoportablemente lunar, terriblemente superficial y mecanicista,
ya no sirve para el experimento solar, motivo más que
suficiente por el cual será destruida.
Para que haya inquietud espiritual continua se requiere pasar
el centro magnético de gravedad a la esencia, a la
conciencia.
Desafortunadamente las gentes tienen el centro
magnético de gravedad en la personalidad, en el café,
en la cantina, en los negocios del
banco, en la
casa de citas o en la plaza de mercado, etc.
Obviamente, todas éstas son las cosas de la
personalidad y el centro magnético de la misma atrae a
todas estas cosas; esto es incontrovertible y cualquier persona
que tenga sentido común puede verificarlo por sí
misma y en forma directa.
Desgraciadamente, al leer todo esto, los bribones del
intelecto, acostumbrados a discutir demasiado o a callar con un
orgullo insoportable, prefieren tirar el libro con desdén
y leer el
periódico.
Unos cuantos sorbos de buen café y la crónica
del día resultan magnífico alimento para los
mamíferos racionales.
Sin embargo, ellos se sienten muy serios; indubitablemente sus
propias sabihondeces los tienen alucinados, y estas cosas de tipo
solar escritas en este libro insolente les molestan demasiado. No
hay duda de que los ojos bohemios de los homúnculos de la
razón no se atreverían a continuar con el estudio
de esta obra.
CAPÍTULO XXI.
MEDITACIÓN
En la vida lo único importante es el cambio radical,
total y definitivo; lo demás francamente no tiene la menor
importancia.
La meditación resulta fundamental cuando sinceramente
queremos nosotros tal cambio.
En modo alguno deseamos la meditación intrascendente,
superficial y vana.
Necesitamos volvernos serios y dejar a un lado tantas
tonterías que abundan por allí en el
seudo-esoterismo y seudo-ocultismo barato.
Hay que saber ser serios, hay que saber cambiar si es que en
realidad de verdad no queremos fracasar en el trabajo
esotérico.
Quien no sabe meditar, el superficial, el intonso,
jamás podrá disolver el Ego; será siempre un
leño impotente entre el furioso mar de la vida.
Defecto descubierto en el terreno de la vida práctica,
debe ser comprendido profundamente a través de la
técnica de la meditación.
El material didáctico para la meditación se
encuentra precisamente en los distintos eventos o circunstancias
diarias de la vida práctica, esto es incontrovertible.
Las gentes siempre protestan contra los eventos desagradables,
nunca saben ver la utilidad de tales
eventos.
Nosotros en vez de protestar contra las circunstancias
desagradables, debemos extraer de las mismas, mediante la
meditación, los elementos útiles para nuestro
crecimiento anímico.
La meditación de fondo sobre tal o cual circunstancia
agradable o desagradable, nos permite sentir en sí mismos
el sabor, el resultado.
Es necesario hacer una plena diferenciación
psicológica entre lo que es el sabor trabajo y el sabor
vida.
En todo caso, para sentir en sí mismos el sabor
trabajo, se requiere inversión total de la actitud con
que normalmente se toman las circunstancias de la existencia.
Nadie podría gustar del sabor trabajo en tanto
cometiera el error de identificarse con los diversos eventos.
Ciertamente la identificación impide la debida
apreciación psicológica de los eventos.
Cuando uno se identifica con tal o cual acontecimiento, en
modo alguno logra extraer del mismo los elementos útiles
para el auto-descubrimiento y crecimiento interior de la
conciencia.
El trabajador Esoterista que regresa a la
identificación después de haber perdido la guardia,
vuelve a sentir el sabor vida en vez del sabor trabajo.
Esto indica que la actitud psicológica invertida antes,
ha vuelto a su estado de identificación.
Cualquier circunstancia desagradable debe ser reconstruida por
medio de la imaginación consciente a través de la
técnica de la meditación.
La reconstrucción de cualquier escena nos permite
verificar por sí mismos y en forma directa la
intervención de varios yoes participantes en la misma.
Ejemplos: Una escena de celos amorosos; en ella intervienen
yoes de ira, celos y hasta odio.
Comprender cada uno de estos yoes, cada uno de estos factores,
implica de hecho profunda reflexión, concentración,
meditación.
La marcada tendencia a culpar a otros es óbice,
obstáculo para la comprensión de nuestros propios
errores.
Desgraciadamente resulta tarea muy difícil destruir en
nosotros la tendencia a culpar a otros.
En nombre de la verdad hemos de decir que nosotros somos los
únicos culpables de las diversas circunstancias
desagradables de la vida.
Los distintos eventos agradables o desagradables existen con
nosotros o sin nosotros y se repiten mecánicamente en
forma continua.
Partiendo de este principio, ningún problema puede
tener una solución final.
Los problemas son de la vida y si hubiese una solución
final la vida no sería vida sino muerte.
Entonces puede haber modificación de las circunstancias
y de los problemas, mas nunca dejarán de repetirse y
jamás tendrán una solución final.
La vida es una rueda que gira mecánicamente con todas
las circunstancias agradables y desagradables, siempre
recurrente.
No podemos detener la rueda, las circunstancias buenas o malas
se procesan siempre mecánicamente, únicamente
podemos cambiar nuestra actitud ante los eventos de la vida.
Conforme nosotros aprendamos a extraer el material para la
meditación de entre las mismas circunstancias de la
existencia, nos iremos auto-descubriendo.
En cualquier circunstancia agradable o desagradable existen
diversos yoes que deben ser comprendidos íntegramente con
la técnica de la meditación.
Esto significa que cualquier grupo de yoes interviniendo en
tal o cual drama, comedia o tragedia de la vida práctica,
después de haber sido comprendido integralmente
deberá ser eliminado mediante el poder de la Divina Madre
Kundalini.
A medida que hagamos uso del sentido de la observación
psicológica, este último se irá
también desarrollando maravillosamente. Entonces podremos
percibir interiormente no solamente a los yoes antes de haber
sido trabajados, sino también durante todo el trabajo.
Cuando estos yoes son decapitados y desintegrados, sentimos un
gran alivio, una gran dicha.
CAPÍTULO XXII.
RETORNO Y
RECURRENCIA
Un hombre es lo que su vida: si un hombre no trabaja su propia
vida, está perdiendo el tiempo miserablemente.
Solo eliminando los elementos indeseables que en nuestro
interior cargamos, podemos hacer de nuestra vida una obra
maestra.
La muerte es el regreso al principio de la vida, con la
posibilidad de repetirla nuevamente en el escenario de una nueva
existencia.
Las diversas escuelas de tipo pseudo-esoterista y
pseudo-ocultista sostienen la teoría eterna de las vidas
sucesivas, tal concepto está equivocado.
La vida es una película; concluida la
proyección, enrollamos la cinta en su carrete y nos la
llevamos para la eternidad.
El reingreso existe, el retorno existe; al volver a este mundo
proyectamos sobre el tapete de la existencia la misma
película, la misma vida.
Podemos sentar la tesis de
existencias sucesivas; más no de vidas sucesivas porque la
película es la misma.
El ser humano tiene un tres por ciento de esencia libre y un
noventa y siete por ciento de esencia embotellada entre los
yoes.
Al retornar el tres por ciento de esencia libre impregna
totalmente al huevo fecundado; incuestionablemente continuamos en
la semilla de nuestros descendientes.
Personalidad es diferente; no existe ningún
mañana para la personalidad del muerto; esta última
se va disolviendo lentamente en el panteón o
cementerio.
En el recién nacido solo se haya reincorporado el
pequeño porcentaje de esencia libre; esto da a la criatura
auto-conciencia y belleza interior.
Los diversos yoes que retornan dan vueltas alrededor del
recién nacido, van y vienen libremente por doquiera,
quisieran meterse dentro de la maquina orgánica más
esto no es posible en tanto no se haya creado una nueva
personalidad.
Conviene saber que la personalidad es energética y que
se forma con la experiencia a través del tiempo.
Escrito está que la personalidad ha de crearse durante
los primeros siete años de la infancia y que
posteriormente se robustece y fortifica con práctica.
Los yoes empiezan a intervenir dentro de la máquina
orgánica poco a poco a medida que la nueva personalidad se
va creando.
La muerte es una resta de quebrados, terminada la
operación matemática
lo único que continúa son los valores
(esto es los yoes buenos y malos, útiles e
inútiles, positivos y negativos).
Los valores en la
luz astral se atraen y repelen entre sí de acuerdo con las
leyes de la imantación universal.
Nosotros somos puntos matemáticos en el espacio que servimos de
vehículos a determinadas sumas de valores.
Dentro de la humana personalidad de cada uno de nosotros
existen siempre estos valores que sirven de basamento a la
ley de
Recurrencia.
Todo vuelve a ocurrir tal como sucedió mas el resultado
o consecuencia de nuestras acciones precedentes.
Como quiera que dentro de cada uno de nosotros existen muchos
yoes de vidas precedentes, podemos afirmar en forma
enfática que cada uno de aquellos es una persona
distinta.
Esto nos invita a comprender que dentro de cada uno de
nosotros viven muchísimas personas con distintos
compromisos.
Dentro de la personalidad de un ladrón existe una
verdadera cueva de ladrones; dentro de la personalidad de un
homicida existe todo un club de asesinos; dentro de la
personalidad de un lujurioso existe una casa de citas; dentro de
la personalidad de cualquier prostituta existe todo un
prostíbulo.
Cada una de esas personas que dentro de nuestra propia
personalidad cargamos, tiene sus problemas y sus compromisos.
Gente viviendo dentro de la gente, personas viviendo dentro
las personas; esto es irrefutable, irrebatible.
Lo grave de todo esto es que cada una de esas personas o yoes
que dentro de nosotros vive, viene de antiguas existencias y
tiene determinados compromisos.
El yo que en la pasada existencia tuvo una aventura amorosa a
la edad de los treinta años, en la nueva existencia
aguardará tal edad para manifestarse y llegado el momento
buscará a la persona de sus ensueños, se
pondrá en contacto telepático con la misma y al fin
vendrá el reencuentro y la repetición de la
escena.
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