- Judaísmo y sionismo.
Introducción - El periodo de
entreguerras - La II Guerra
Mundial - Tras la guerra.
La partición de Palestina - La guerra de
Suez de 1956 - El surgimiento
de los palestinos. La OLP - La Guerra de los
Seis Días - La resistencia
palestina - La guerra de Yom
Kippur - Negociaciones
entre Israel y Egipto - Los conflictos
de los años 80. La evolución
Palestina - Las
negociaciones - Evolución
del proceso en la última
década - Conclusión
- Anexos
Los orígenes del sionismo van de la mano de las
leyendas
bíblicas. Durante siglos los judíos
han vivido repartidos por varios países del mundo en lo
que se ha conocido como Diáspora.
Antes de nada, considero necesario comprender las
diferencias entre los términos "judío" y
"sionista"[1]. Judío es aquél que
profesa la religión judía
o la ley de
Moisés. Sionista es quien simpatiza con las ideas del
sionismo, es decir, pretende recobrar Palestina como patria
nacional de los judíos. Comprendiendo ambos
términos se observa claramente la diferencia entre estar
en contra del sionismo y ser antisemita, es decir, ser enemigo de
la raza hebrea. A pesar de la aparente obviedad de esta
diferencia semántica, el argumento del antisemitismo
ha sido utilizado de forma errónea en numerosas ocasiones
en el debate
palestino-israelí.
Durante la Diáspora, ha sido Europa la que ha
acogido en torno al 85% de
los judíos desde la segunda mitad del siglo XIX. Esta
convivencia entre religiones y
culturas no ha sido fácil y ha tenido como resultado
numerosas persecuciones, desde la expulsión de los
judíos españoles por los Reyes Católicos a
los pogroms rusos o el Holocausto
nazi.
Los judíos europeos de finales del siglo
XIX
Las diversas transformaciones revolucionarias que se dan
en este siglo afectan también a las comunidades hebreas:
cambios a una economía capitalista, urbanismo,
proletariado, triunfo del liberalismo y
eclosión del socialismo y,
sobre todo, la secularización de las sociedades.
En la aparición de los nacionalismos, los
judíos se identifican con la religión, que
representa para ellos la "patria portátil". Por eso, el
debate sobre religión y nación
(entendida ésta como laica) obliga a los judíos a
plantearse los siguientes interrogantes: ¿deben renunciar
a una identidad
religiosa para adscribirse a una nacional o viceversa?
¿Cuál debe ser su papel y su destino en el mundo
moderno[2]
Una primera generación de judíos de la
época cree en esta separación, pero las
persecuciones a judíos del zar Alejandro III en Rusia,
conocidas como pogroms, estos hebreos dejan de creer en
sus naciones europeas, cada vez más
antisemitas.
En el caso concreto de
Rusia, estudiantes y obreros judeorrusos se incorporan en gran
número a los movimientos subversivos antizaristas. De este
modo pasan a formar parte del Partido Obrero
Socialdemócrata de Rusia, que años más tarde
alcanzaría el poder. Algunos
judíos llegarán a ser altos dirigentes, como por
ejemplo Lev Davidovich Bronstein, conocido como Trotsky. No
obstante, en el verano de 1903 se produce la escisión
entre el partido y su facción hebrea.
El nacimiento del sionismo
El antisemitismo generado desde los pogroms,
unido al gusto por lo exótico y lo pasado de los autores
del Romanticismo
(muchas veces cristianos) hicieron pensar a los judíos en
la tierra de
sus antepasados como patria. Zvi Hirsch
Kalisher[3]diría: «Debemos imitar
el ejemplo de italianos, polacos y húngaros, que
sacrifican sus vidas y haciendas en la lucha por la independencia
nacional, mientras nosotros, que tenemos como heredad la
más gloriosa y santa de las tierras, carecemos de
espíritu y permanecemos silenciosos.
¡Deberíamos avergonzarnos de nosotros
mismos!».
Theodor Herzl fue el líder
del sionismo de la época y uno de los padres de la
ideología que llevó a los
judíos a Israel. Periodista judío vienés,
publicó en 1896 El Estado de los
Judíos, libro en el
que sostiene que los hebreos forman un pueblo y necesitan, por lo
tanto, un Estado, sobre todo porque el antisemitismo es "eterno",
con independencia de las fluctuaciones de la historia.
Página siguiente |