Sistema económico: Aborigen, colonial y relaciones de trabajo (página 3)
Fue la teoría
predominante a lo largo de toda la Edad Moderna
(desde el siglo XVI hasta el XVIII), época que
aproximadamente indica el surgimiento de la idea del Estado
Nación
y la formación económico social conocida como
Antiguo Régimen en Europa
Occidental. En el ámbito nacional, el mercantilismo
llevó a los primeros casos de intervención y
significativo control
gubernativo sobre la economía, y fue en este periodo en el que
se fue estableciendo gran parte del sistema
capitalista moderno. Internacionalmente, el mercantilismo
sirvió indirectamente para impulsar muchas de las guerras
europeas del periodo, y sirvió como causa y fundamento del
imperialismo
europeo, dado que las grandes potencias de Europa luchaban por el
control de los mercados
disponibles en el mundo.
Como agente unificador tendente a la creación de un
estado nacional soberano, el mercantilismo se tuvo en contra dos
fuerzas: Una, más espiritual-jurídica que política-económica, fueron los
poderes universales: la Iglesia y el
Imperio, la otra, de carácter predominantemente económico
fue el particularismo local, con la dificultad que produce a las
comunicaciones
y la pervivencia de la economía natural (en
determinadas zonas los ingresos del
estado eran en especie y no en dinero);
mientras que la pretensión mercantilista es que el
mercado
cerrado sea sustituido por el mercado nacional y las
mercancías como medida de valor y medio
de cambio sean
remplazadas por el oro. El
mercantilismo ve la intervención del estado como el medio
más eficaz para el desarrollo
económico.
Otra tendencia del mercantilismo era robustecer hacia el
exterior el poder del
Estado, subordinando la actividad económica hacia ese
objetivo, e
interesándose por la riqueza en cuanto sirva de base para
ella. El liberalismo
considerará a la riqueza como preciosa para el individuo, y
por ende, digna de ser alcanzada como fin en si misma: si el
particular no debe pensar más que enriquecerse, es un
hecho puramente natural e involuntario que la riqueza de los
ciudadanos contribuya a aumentar la riqueza del estado. En
cambio, para los mercantilistas, la riqueza privada es
simplemente un medio, y como tal se subordina al estado y a sus
fines de dominio.
A lo largo de este periodo durante el cual las hipótesis evolucionaron, aparece una
literatura
compleja, que da idea de que existe una corriente vagamente
unificada. En el Siglo XIX, se extenderá por la
mayoría de las naciones europeas, adaptándose a las
características nacionales. Entre las escuelas
mercantilistas se distingue: el bullionismo (o "mercantilismo
español")
que propugna la acumulación de metales
preciosos; el colbertismo (o "mercantilismo francés") que
por su parte se inclina hacia la industrialización; y el
comercialismo (o "mercantilismo británico") que ve en el
comercio exterior
la fuente de la riqueza de un país.
A partir de esa época, las cuestiones económicas
dejan de pertenecer a los teólogos. La Edad Moderna
marca un giro
con la progresiva autonomía de la economía frente a
la moral y la
religión
así como frente a la política. Esta enorme ruptura
se realizará por medio de consejeros de los gobernantes y
por los comerciantes. Esta nueva disciplina
llegará a ser una verdadera ciencia
económica con la fisiocracia. Entre los muchos autores
mercantilistas, hay que destacar a Martín de Azpilicueta
(1492-1586), Tomás de Mercado (1525-1575), Jean Bodin
(1530–1596), Antoine de Montchrétien
(1576–1621), o William Petty (1623–1687).
La confianza en el mercantilismo comenzó a decaer a
finales del siglo XVIII, momento en el que las teorías
de Adam Smith y
de otros economistas clásicos fueron ganando favor en el
Imperio Británico, y en menor grado en el resto de Europa
(con la excepción de Alemania, en
donde la Escuela
Histórica de Economía fue la más importante
durante todo el siglo XIX y comienzos del XX). Adam Smith, que lo
critica con dureza en su obra titulada Una investigación sobre la naturaleza y
causas de la riqueza de las naciones (conocida comúnmente
como La riqueza de las naciones), califica el mercantilismo como
una "economía al servicio del
Príncipe".
Curiosamente, y si bien había sido una antigua colonia
británica, los Estados Unidos de
América
no se adhirieron a la economía clásica, sino al
régimen económico que fue llamado "sistema
americano" (una forma de neo-mercantilismo) a través de
las políticas
de Alexander Hamilton, Henry Clay, Abraham Lincoln y por
lo que más tarde serían las prácticas
económicas del Partido Republicano, que a su vez se
reflejaron en las políticas de los historicistas alemanes
y economistas como Friedrich List. Esto duró hasta el
surgimiento del New Deal tras la crisis de
1929.
Hoy en día la teoría del mercantilismo es
rechazada por la mayoría de los economistas, si bien
algunos de sus elementos en ocasiones son vistos de forma
positiva por algunos, entre los cuales cabe citar a Ravi Batra,
Pat Choate, Eammon Fingleton, o Michael Lind.
El mercantilismo es, por tanto, una doctrina o política
económica que aparece en un periodo intervencionista y
describe un credo
económico que prevaleció en la época de
nacimiento del capitalismo,
antes de la Revolución
Industrial.
DIVISIÓN
NATURAL DEL TRABAJO
División del trabajo por el
sexo y la
edad, asignación de determinados tipos de actividad
laboral al
trabajador teniendo en cuenta sus particularidades
fisiológicas y de edad. La división natural del
trabajo surgió en los primeros estadios del desarrollo de
la sociedad
humana y precedió a la división social del
trabajo.
DIVISIÓN
SOCIAL DEL TRABAJO:
Separación de distintos tipos de trabajo en la sociedad
de modo que los productores se concentran en determinadas ramas y
clases de producción. La división social del
trabajo se refleja en la división de la economía
nacional en sectores (industria,
construcción, agricultura,
transporte
etc.) y en ramas de la producción (industria ligera,
construcción de maquinaria, metalurgia,
ganadería,
horticultura, etc.). La división social del trabajo,
así como la división del mismo en una empresa,
implica una especialización profesional de los
trabajadores de la producción. El grado de desarrollo de
la división social del trabajo caracteriza el nivel de
desarrollo de las fuerzas productivas. La primera gran
división social del trabajo —separación de
las tribus dedicadas a la ganadería—
contribuyó a elevar sensiblemente la productividad del
trabajo y creó las premisas materiales
para el nacimiento de la propiedad
privada, de la sociedad de clases. La segunda gran
división social del trabajo —los oficios se
separaron de la agricultura— contribuyó a la
ulterior elevación de la productividad del trabajo y,
junto a la primera gran división social del trabajo, hizo
que se ampliara la producción de artículos
destinados especialmente al cambio y que creciera la
producción mercantil. El desarrollo de la economía
mercantil y la ampliación del mercado condicionaron el
surgimiento de la tercera gran división social del
trabajo: la formación de la clase de los
mercaderes. El progreso de la división social del trabajo
en las sociedades
basadas en la explotación presenta un carácter
clasista antagónico y en parte encuentra su
expresión en el nacimiento y desarrollo de la
oposición entre la ciudad y el campo, entre el trabajo
intelectual y el trabajo físico. Bajo el capitalismo, la
división social del trabajo se desarrolla
espontáneamente. El desigual avance de las distintas
esferas y ramas de la producción, la anarquía de la
producción social y la enconada lucha competitiva provocan
una constante desproporción y un despilfarro incesante del
trabajo social.
En la economía capitalista la producción se
especializa con miras a obtener ganancias. El proceso de
desarrollo de la división social del trabajo
acentúa el carácter social de la producción
capitalista, creando las premisas materiales del socialismo. La
división social del trabajo llega a rebasar los límites de
la economía nacional, el comercio
internacional se desarrolla sobre la base de la gran
producción maquinizada y estas circunstancias hacen que
surja la división capitalista internacional del trabajo
(ver). Bajo el socialismo, la división social del trabajo
se diferencia por principio de la división del trabajo en
el régimen capitalista. Se desarrolla según un
plan con miras
al crecimiento de la producción social y a la
elevación de la productividad del trabajo y ello con el
fin de satisfacer las necesidades de la sociedad y de cada uno de
sus miembros. El emplazamiento socialista de la
producción, la especialización y la
cooperación de las empresas abren
amplias posibilidades para que se utilicen de manera más
completa y eficiente el potencial de producción, los
recursos
laborales y materiales. Con el nacimiento del sistema socialista
de economía
mundial, la división social del trabajo rebasa el
marco de los diversos pulses socialistas, aparece la
división socialista internacional del trabajo.
PROPIEDAD:
Apropiación de los bienes
materiales creados en la producción. La propiedad siempre
se presenta bajo una forma históricamente determinada; su
contenido y forma dependen del modo dominante de
producción. Mientras que los científicos burgueses
ven en la propiedad tan sólo una relación entre los
hombres y las cosas, relación concebida como perpetua e
inmutable, la teoría marxista – leninista considera la
producción como la relación fundamental de
producción entre los hombres, entre las clases
sociales, relación que se expresa en la que se da
entre ellos y las cosas y se modifica en consonancia con las
cambiantes condiciones económico-sociales de vida de la
sociedad humana. El papel principal en la apropiación lo
desempeña la propiedad sobre los instrumentos y medios de
producción. El carácter de la propiedad se
determina en función de
quienes son los poseedores de tales instrumentos y medios. A un
estado y a un nivel determinado de las fuerzas productivas de la
sociedad corresponde una forma de propiedad que les es inherente.
En el régimen de la comunidad
primitiva, donde el nivel de las fuerzas productivas era
sumamente bajo, la propiedad sobre los productos del
trabajo y los primitivos instrumentos de producción era
comunitaria colectiva. Al descomponerse dicho régimen,
surge la propiedad privada sobre los medios de producción
y los resultados de la misma, así como sobre el trabajador
que se convierte en propiedad del dueño de esclavos.
Cuando aparece la propiedad privada sobre los medios de
producción, nace la explotación del hombre por
el hombre, la
sociedad se escinde en dos clases: la de los explotadores y la de
los explotados. En la sociedad feudal, continúa
desarrollándose la propiedad privada. Es en la sociedad
capitalista donde la propiedad privada sobre los medios de
producción alcanza su máximo desarrollo, pues bajo
el capitalismo todos los artículos, en lo fundamental, se
producen como mercancías y son propiedad privada de
individuos. A medida que la sociedad burguesa se va
desarrollando, en la propiedad privada de los capitalistas se va
concentrando casi la totalidad de los medios de producción
y de los productos del trabajo. En la fase imperialista, los
monopolios capitalistas más importantes en la industria,
en la banca, en la
agricultura y en el transporte poseen capitales gigantescos y son
los dueños y señores de los destinos de la
economía en la sociedad burguesa. El desarrollo de las
fuerzas productivas contemporáneas, cada vez más
sociales por su carácter, tropieza con los estrechos
marcos de la propiedad capitalista privada. La anarquía de
la producción y la falta de plan, la enconada competencia entre
los dueños de las empresas capitalistas, las crisis
económicas de superproducción, el bajo nivel de
consumo de las
masas trabajadoras, la existencia del paro forzoso
de masas junto al hecho de que las empresas trabajan por debajo
de su potencial de producción, todo ello demuestra que el
régimen social basado en la propiedad privada capitalista
ha caducado, se ha convertido en un freno para que la sociedad y
sus fuerzas productivas avancen sin obstáculos, y debe
ceder su lugar a un nuevo régimen social, régimen
que abre amplios horizontes al progreso general tanto en la
esfera de la economía, de la técnica y de la ciencia
como en lo que respecta a la incesante elevación del
bienestar de todos los miembros de la sociedad. En el
régimen socialista (primera fase del comunismo) domina
la propiedad social en dos formas: la estatal (de todo el pueblo)
y la cooperativo-koljosiana. La primera pertenece a todo el
pueblo en la persona del
Estado y constituye la forma principal de la propiedad
socialista, va unida a la forma y a la
organización más elevada de la
producción social. La segunda constituye una propiedad
socialista de grupo, formada
mediante la socialización de los medios de
producción fundamentales de los campesinos y artesanos
trabajadores que se asocian voluntariamente para establecer una
economía colectiva. Bajo el socialismo, existe la
propiedad personal de los
trabajadores, que tiene como objeto los productos del trabajo
destinados al consumo personal (los ingresos y ahorros
procedentes del trabajo, parte del fondo de viviendas, objetos de
uso doméstico, etc.). Constituye un tipo especial de
propiedad personal la economía auxiliar individual de los
miembros de las cooperativas
agrícolas. Durante el paso del socialismo al comunismo se
aproximan y se funden las dos formas de propiedad socialista; la
creación de la base material y técnica del
comunismo lleva a que se forme la propiedad comunista
única en toda la economía nacional. Bajo el
comunismo, todos los hombres trabajarán en consonancia con
sus aptitudes, existirá una igualdad
social completa, los miembros de la sociedad se
encontrarán en las mismas condiciones de trabajo y de
distribución y participarán todos,
sin excepción, en la gestión
de los asuntos de a sociedad. Las necesidades de los hombres se
satisfacen a cuenta de los fondos sociales. Cada miembro de la
sociedad poseerá una parte del consumo personal y
dispondrá de ella (ver Propiedad socialista estatal,
Propiedad cooperativa,
Propiedad personal, Propiedad socialista).
PRODUCTIVIDAD DEL
TRABAJO:
Rendimiento eficiencia de la
actividad productiva de los hombres expresada por la
correlación entre el gasto de trabajo (en escala de la
sociedad, de una rama, de una empresa o de un
solo trabajador) y la cantidad de bienes materiales producidos
(establecida en dinero o en especie) en una unidad de tiempo. Se
determina por la cantidad de tiempo invertido en elaborar la
unidad de producción o por la cantidad de
producción fabricada en la unidad de tiempo. El nivel de
la productividad del trabajo es un índice
importantísimo del carácter progresivo de un modo
de producción de un régimen social dado. Todo nuevo
régimen social, indicó Lenin, vence al que le
precede consiguiendo una mayor productividad del trabajo. Elevar
la productividad del trabajo significa economizar trabajo vivo y
trabajo social, o sea, reducir el tiempo socialmente necesario
para producir la unidad de mercancía, rebajar su valor. La
proporción de trabajo vivo disminuye mientras que la
proporción de trabajo pasado (materializado) aumenta
relativamente y de tal modo que se reduce la suma global de
trabajo encerrado, en la mercancía. En esta ley se manifiesta
el decisivo significado del progreso de la técnica para el
crecimiento de la productividad del trabajo. El nivel y los
ritmos de crecimiento de la productividad del trabajo social
dependen de muchos factores, ante todo del grado de desarrollo de
las fuerzas productivas. "La capacidad productiva del trabajo
depende de una serie de factores, entre los cuales se cuentan el
grado medio de destreza del obrero, el nivel de progreso de la
ciencia y de sus aplicaciones, la organización social del proceso de
producción, el volumen y la
eficacia de
los medios de producción y las condiciones naturales" (C.
Marx). Estos
factores principales, de los que depende el crecimiento de la
productividad del trabajo, no actúan de igual manera en
las distintas formaciones económico-sociales; su acción
es determinada por las relaciones de producción
dominantes. La anarquía de la producción
capitalista, la lucha competitiva, las crisis económicas
de superproducción, la sub-utilización
crónica de las empresas, el paro forzoso en masa, todos
estos rasgos negativos de la sociedad capitalista, y muchos
otros, hacen que los ritmos de crecimiento de la productividad
del trabajo sean muy bajos y excluyen la posibilidad de que tal
ritmo, bajo el capitalismo, aumente sin interrupción. Los
capitalistas aprovechan el incremento de la productividad del
trabajo en sus empresas para aumentar sus ganancias. En cambio,
los trabajadores nada ganan con que la productividad se eleve. En
el régimen socialista, la propiedad social, el
carácter planificado del desarrollo de la economía
socialista, el interés
vital de los propios trabajadores en que la productividad se
eleve y otros factores aseguran que los ritmos de crecimiento de
la productividad del trabajo sean elevados e ininterrumpidos. El
crecimiento incesante de la productividad del trabajo social se
convierte en una ley económica absoluta del socialismo. En
oposición a lo que sucede bajo el capitalismo, en la
sociedad socialista elevar la productividad del trabajo
constituye una fuente importantísima del crecimiento de la
producción social y -sobre esta base- del bienestar del
pueblo. Los factores esenciales para que crezca la productividad
del trabajo en la sociedad socialista son: elevar por todos los
medios el nivel técnico de la producción sobre la
base de su electrificación, aplicación
máxima de la química,
mecanización y automatización, perfeccionamiento de los
procesos
tecnológicos; mejorar la organización planificada
de la producción social haciendo que ésta se
especialice cada vez más y eleve sin cesar su
carácter cooperativo y combinado, haciendo que cambie de
manera progresiva la estructura de
la economía nacional forzando el desarrollo de las ramas y
producciones más progresivas, (en la etapa actual, por
ejemplo, las de la industria química, de la
energética, de la electrónica, de la industria del petróleo,
del gas, etc.). Se va
convirtiendo en un factor cada día más importante
en el incremento de la productividad del trabajo, la ciencia, que
se transforma en una fuerza
productiva directa. En cada empresa contribuye a elevar la
productividad la organización científica del
trabajo, organización que permite dar a la
producción un carácter rítmico, utilizar en
grado máximo las máquinas,
equipos y mano de obra. Es un serio estimulo para que la
productividad del trabajo aumente, distribuir según el
trabajo realizado los bienes materiales, fortalecer el principio
del interés material personal de los trabajadores en los
resultados de su labor. Contribuyen a elevar la productividad del
trabajo: perfeccionar la preparación técnica de los
trabajadores, mejorar el nivel material y cultural del pueblo,
desarrollar las múltiples formas de emulación
socialista y difundir en gran escala la experiencia de vanguardia. En
la presente etapa de la edificación comunista, importa
más que nunca que la productividad del trabajo se eleve
sin cesar. El paso gradual del socialismo al comunismo presupone
llevar la productividad del trabajo a un nivel que supere la
productividad del trabajo en los países capitalistas
más desarrollados. El incremento de la productividad del
trabajo -se indica en la resolución del XXII Congreso del
P.C.U.S.- es un problema cardinal de la política y de la
práctica de la edificación comunista, es
condición indispensable para que aumente el bienestar del
pueblo, para crear la abundancia de bienes materiales y
culturales con destino a los trabajadores". En la U.R.S.S., para
1980, se ha señalado un incremento de la productividad del
trabajo en 4-4,5 teces por lo que respecta a la industria, y de
5-6 veces en lo tocante a la agricultura.
Fuerzas
productivas
"Fuerzas productivas" es un término de Marx que ha
resultado etiquetado como una categoría específica
del marxismo, lo
cual es erróneo. En realidad las fuerzas productivas no
son otra cosa que los "factores de producción" de la
literatura económica tradicional, es decir Tierra,
Capital,
Trabajo, y Tecnología (que se
agrega en el modelo
neoclásico). Modernamente se ha intentado agregar otras
formas conceptuales, pero siempre pueden ser remitidas a los
factores básicos, como es el caso de nociones especificas
como las de "Recursos
Naturales"(renovables y no renovables), "capital humano",
término usado para reconocer el estado de
las capacidades científicas y técnicas y
aptitud para el trabajo de una sociedad, etc. Como consecuencia,
las "relaciones de producción", término igualmente
de Marx, debe ser circunscrito al conjunto de relaciones entre
los factores productivos, entre las "fuerzas productivas". El
marxismo se afirma en la teoría de que el factor
productivo esencial es el trabajo, por constituir el elemento
vivo, la fuerza viva que despliega las capacidades físicas
e intelectuales
del hombre.
Por el contrario, algunos teóricos capitalistas llegan
a pretender que el trabajo es prácticamente un
"complemento" del capital. Olvidan estos teóricos el hecho
de que el capitalismo es en esencia una masa, constituida por los
detentadores o poseedores de los bienes de capital y de los
bienes que instrumentan o controlan la distribución
mercantil, incluyendo diferentes niveles del Estado. Una masa que
es medible o estimable numéricamente si partimos de
datos
aproximados de las unidades de producción y sus
propietarios, a los cuales podría agregarse niveles de
personas asociadas en el compromiso de intereses comunes
estrechos con los propietarios de aquellos bienes. Al hacer estas
operaciones
podemos concluir que la masa así denominada "capitalismo"
es una ínfima proporción de las sociedades,
pudiendo no pasar, en todo el planeta, de una cifra de treinta
millones de personas.
La característica o carácter fundamental de las
fuerzas productivas vivas, se verifica por dos roles
institucionales básicos, que son: El de aquellos que
venden su fuerza de trabajo a cambio de un salario y el de
aquellos que adquieren esa fuerza de trabajo. Este es el modelo
básico. Dicho modelo se amolda a las especificaciones de
cada sociedad. En Venezuela y
otros países subdesarrollados, por ejemplo, los
asalariados asimilan o atraen a una gran masa de trabajadores
independientes que ocupan una variedad de oficios ejercidos
libremente pero que dependen de intercambios mercantiles de
mínima escala, que arrojan un excedente económico a
cuenta del trabajador; excedente que es transferido a otros en
forma de servicios
personales: no crean la mercancía sino que la distribuyen
o intervienen en su circulación y la substancian con
servicios variados.
El carácter de la fuerza de trabajo podemos describirlo
con el examen cuantitativo, observándose que entre censos,
la masa de asalariados en Venezuela creció a un ritmo
promedio de 3,97% entre 1941 y 1981, mientras que la masa de
patrones, propietarios de los medios productivos,
disminuyó en el mismo período a una tasa promedio
de 2,18%, como sigue:
Entre 1941 y el 2.004 la incorporación de la población apta para el trabajo, de 2,39%
promedio interanual es inferior sensiblemente al crecimiento
poblacional, que es de 3,1% promedio interanual para la serie
1950-2.005. El nivel promedio anual de incorporación de la
población es el 56% de la población, vale decir que
un 44% no tiene aptitud para el trabajo y debe existir a expensas
de los aptos. Pero más grave aún es el hecho de que
solo una fracción de esos aptos alcanzan la
ocupación, observándose una proporción
promedio del 57% entre 1941 y 2002, lo que supone que el 32% de
la población soportó la producción del
Ingreso.
Cuando se examina el impacto que tiene la desocupación, debe advertirse que si la
proporción que produce el ingreso soportó la
existencia de quienes no lo produjeron, sus remuneraciones
quedaron reducidas a la redistribución que se
otorgó a la masa global poblacional, pero la
plusvalía arrancada al trabajador siguió siendo la
misma, por lo cual el efecto final fue el la
intensificación de la pena y el esfuerzo del trabajo. Esta
situación se encuentra demostrada en los siguientes
cuadros C.36 y C.37, donde inicialmente el promedio de
remuneración por persona ocupada, entre 1950 y 2.005,
medido en términos reales, fue de Bs. 30.061, pero la
remuneración promedio verdadera fue de Bs.10.033,
resultante de establecerse la distribución a toda la
población. Esta última remuneración es la
individualizada por las personas ocupadas, con lo cual el
contraste con la plusvalía P que han entregado, es mucho
más significativo.
OTRO CONCEPTO DE
"FUERZAS PRODUCTIVAS":
Conjunto de los medios de producción y de los hombres
que los emplean para producir bienes materiales. La parte
material de las fuerzas productivas, ante todos los medios de
trabajo, constituye la base material y técnica de la
sociedad. En nuestra época, se convierte en fuerza
directamente productiva la ciencia. La fuerza productiva
principal está formada por los trabajadores, que crean los
instrumentos de producción, los ponen en movimiento,
poseen experiencia y hábitos de trabajo. Las fuerzas
productivas expresan la relación que existe entre el
hombre y los objetos y fuerzas de la naturaleza, el grado en que
éste los domina. En el proceso de producción de los
bienes materiales, los hombres desarrollan y perfeccionan los
instrumentos de trabajo, crean nuevas máquinas, aprenden a
explotar las riquezas naturales, amplían sus
conocimientos, van dominando las leyes que rigen
el desarrollo de la sociedad y de la naturaleza. Ello conduce a
un crecimiento incesante de las fuerzas productivas. Por el
influjo de este crecimiento y, ante todo, del perfeccionamiento
de los instrumentos de producción, cambian las relaciones
de producción (ver), y se modifica también el modo
de producción (ver). A un determinado nivel de las fuerzas
productivas corresponden determinadas relaciones de
producción, en las que entran los hombres en el proceso de
producción. "Lo que distingue a las épocas
económicas unas de otras no es lo que se hace, sino el
cómo se hace, con qué instrumentos de trabajo se
hace. Los instrumentas de trabajo no son solamente el
barómetro indicador del desarrollo de la fuerza de trabajo
del hombre, sino también el exponente de las condiciones
sociales en que se trabaja" (C. Marx). En una determinada fase de
su desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en
contradicción con las relaciones de producción
existentes. En las formaciones económico-sociales
antagónicas -esclavista, feudal y capitalista- dicha
contradicción se convierte en un conflicto
insoluble, dado que las relaciones de producción, de forma
de desarrollo de las fuerzas productivas, se convierten en un
freno, en un grillete de ellas. La revolución
social es la forma en que se expresa y se resuelve este conflicto
(ver Ley de la correspondencia entre las relaciones de
producción y el carácter de las fuerzas
productivas). El capitalismo, después de haber
desarrollado de manera gigantesca las fuerzas productivas, se
convirtió en un obstáculo ingente para el progreso
social. En la presente época de transición del
capitalismo al socialismo, el conflicto cada vez más
agudo, entre las fuerzas productivas y las relaciones
capitalistas de producción, "plantea imperiosamente a la
humanidad la tarea de romper la descompuesta envoltura
capitalista liberar las poderosas fuerzas productivas creadas por
el hombre y utilizarlas en bien de toda la sociedad" (Programa del
P.C.U.S.). Bajo el socialismo y como resultado de la
revolución socialista, en el transcurso de la
edificación comunista, las contradicciones que surgen
entre las fuerzas productivas en impetuoso crecimiento y algunos
aspectos de las relaciones de producción que se han
rezagado en su desarrollo, se eliminan perfeccionando a su debido
tiempo dichas relaciones, con lo cual se asegura el desarrollo
incesante y planificado de las fuerzas productivas en
interés de toda la sociedad. La edificación de la
base material y técnica del comunismo y la
elevación del nivel cultural y técnico de los
trabajadores: tal es la tarea cardinal que se he de cumplir para
crear las fuerzas productivas comunistas.
Actividad
económica
Consiste en la facultad que el hombre tiene de obrar sobre las
cosas de la Naturaleza para aplicarlas á la
satisfacción de sus necesidades, y se manifiesta por todo
el orden de los esfuerzos y trabajos dedicados á conseguir
ese objeto.
La actividad es una sola, como es uno el fin del hombre, y
únicamente podemos establecer en ella clases y
distinciones, calificándola de moral,
científica y económica, etc., después de
haber descompuesto el total destino humano en otros tantos
aspectos diferentes. Esta consideración es
importantísima, porque nos muestra el error
de los que pretenden que los actos económicos se hallan
fuera de las leyes generales de la actividad y regidos por un
principio exclusivo: la utilidad, el
interés, etc.—La actividad económica, como
dirigida á un fin particular, ha de acomodarse en su
aplicación á las condiciones de éste; pero
la diferencia ó variedad de su desarrollo no toca, ni
puede alterar lo que es fundamental y se refiere al motivo y
criterio de toda conducta
humana.
La actividad económica está subordinada á
la razón, es libre, es responsable, tiene por móvil
legítimo la idea del bien absoluto aplicado al orden de
los bienes materiales, y ha de ejercitarse con la sanción
y el acuerdo del principio religioso, del deber moral, de la
obligación jurídica y del conocimiento
científico. —El amor de si
mismo, el interés y la conveniencia, son pues, aquí
como siempre, nada más que principios
secundarios.
Las leyes naturales, que rigen la actividad, no adquieren
tampoco una eficacia especial, ni caracteres distintos, cuando se
las refiere al orden económico; no se hacen fatales, ni se
ejecutan por si mismas; siguen siendo de cumplimiento voluntario
y no basta invocarlas, sino que es necesario
obedecerlas.—Por esto la Economía no ha de reducirse
á la
investigación de esas leyes para pedir que se las deje
hacer, y antes bien, consiste la principal misión de
nuestra ciencia en procurar que la vida se acomode á las
leyes naturales, determinando lo que debe hacerse para
cumplirlas.
Agentes naturales. — Bajo esta denominación,
aunque algo impropia, aceptada generalmente, se comprenden
aquellas cosas de la Naturaleza, útiles para el hombre,
sobre las que recae la acción del trabajo
económico.
No todo lo que existe favorece la vida humana, pues entre los
objetos que nos rodean hay algunos que nos son contrarios, que
nos causan daño y
aun producen nuestra muerte. Estos
objetos no pueden ser considerados como agentes naturales; pero
tampoco entran en esa categoría todas las cosas que sirven
para nuestras necesidades.
La Naturaleza nos presta medios de dos clases: unos que se
llaman continuos, en íntima comunicación con nuestro organismo y que
utilizamos sin esfuerzo alguno de la actividad; tales son: el
aire, la luz, el
calórico y otros que se dicen discretos, separados de la
necesidad, que han de ser aplicados á ella por nosotros
mismos, como sucede con los minerales, las
plantas y la
mayor parte de los seres del mundo físico.
Los medios discretos, esos cuya utilidad califican algunos de
onerosa, porque exige como condición el empleo del
trabajo, son los que constituyen en Economía los agentes
naturales. Sin embargo, también los medios continuos
ó de utilidad gratuita pasan á ser discretos y
agentes naturales; por lo tanto, cuando los aplicamos á
algún servicio que ellos no prestan
espontáneamente: el aire, usado como motor en el
molino y el barco, ó para ventilar una mina, la luz para
la fotografía, se encuentran en este caso.
Atendiendo á esa distinta índole de los agentes
naturales, suelen dividirse por los economistas en apropiables
é inapropiables. Los unos en efecto—la tierra, las
minas, los animales, etc.,
—no sólo son susceptibles de propiedad, sino que
ésta es condición necesaria para su
aprovechamiento; mientras que los otros—el mar, la electricidad,
etc., —rechazan todo dominio ó aplicación
exclusiva, que seria inútil, por otra parte, ya que
existen en cantidad ilimitada y pueden satisfacer á la par
todas las necesidades.
Agio Agiotaje. — Especulación, que consiste en
negociar utilizando las oscilaciones y diferencias en los
precios de
cualquier clase de mercancías, así como del
numerario, de los documentos de
crédito
y de los títulos de la Deuda
pública. —Se dice especialmente de la
remuneración exigida en el cambio de monedas distintas y
en el de los billetes de Banco por
metálico.
Ahorro.—Es una forma del empleo ó consumo de la
riqueza, que consiste en no aplicar la satisfacción de las
necesidades actuales más que una parte del beneficio
ó retribución obtenidos en la industria, destinando
el resto á aumentar los medios de que se dispone para
nuevas producciones y á la atención de las necesidades futuras.
La consideración del porvenir, privilegio del hombre
sobre todos los demás seres finitos, es el fundamento de
la virtud del ahorro, que
equivale en el orden económico á las de la
sobriedad y la prudencia…
Alquiler—Proponen algunos economistas esta palabra para
significar, en general, la retribución fija de los
capitales ó sea el tanto que éstos perciben en el
préstamo; pero otros escritores quieren que signifique
únicamente esa retribución cuando corresponde
á un capital de los que se llaman fijos.
Dado que el uso distingue y la distinción es natural,
entre las retribuciones del capital fijo y las del circulante,
parece lo más lógico adoptar una
denominación genérica, que debe ser la de
interés para de signar el precio
satisfecho por el uso del capital, bajo cualquiera de sus formas,
aplicando luego la de alquiler ó arriendo para los
capitales fijos—tierras, máquinas, etc., —y la
de rédito, para los capitales circulantes —dinero,
materias primeras, etc.
En este sentido, el alquiler ó arriendo no es
más que una especie del interés y se rige por los
principios generales, que determinan la retribución fija
de los capitales. (V. Interés
Amortización. —Esta palabra tiene diversas
acepciones económicas. Llamase así al hecho de
pagar sencillamente las deudas, y á un procedimiento que
consiste en reintegrar, por medio de entregas parciales y
comúnmente periódicas, un capital empleado en la
industria ó recibido á préstamo; y se llama
también prima de amortización, ó amortización
solamente, á cada uno de los tantos ó sumas
dedicados á ese objeto. —Es de notar, según
esto, la impropiedad que se comete, al decir amortización
de capitales, cuando precisamente se trata de reconstituirlos, y
lo que se extingue y muere no es un capital, sino al contrario,
una deuda. Por último, amortización significa el
estado de aquella propiedad que ha sido adjudicada perpetuamente
á dueños determinados, á quienes se privan,
al mismo tiempo, de la facultad de enajenarla.
Como medio para la formación de capitales, la
amortización tiene la gran ventaja de que permite utilizar
la fuerza poderosísima del interés
compuesto, que pueden ir devengando las sumas acumuladas
sucesivamente; pero sólo es un recurso eficaz, cuando se
juntan las dos condiciones de un largo periodo de tiempo y una
colocación productiva—El cálculo
determina, en cada caso, ya la cantidad anual, ya el tiempo
ó el interés, que son precisos para conseguir un
cierto capital…
Ha querido aplicarse al pago de las deudas públicas la
amortización por el interés compuesto; poro los
resultados no correspondieron á las grandes esperanzas
fundadas en esta idea, por falta de una de las condiciones que
antes indicamos. Creyeron los Gobiernos que podían
disfrutar los beneficios de ese sistema, y crearon para lograrlo
las llamadas Cajas de Amortización. Al contraer un
empréstito se señalaba una cantidad anual fija, el
1 por 100 generalmente, y se entregaba á la Caja, que la
invertía en títulos, aprovechando las oscilaciones
del mercado; cobraba luego el interés de estos
títulos y debía emplearle, juntamente con la
dotación anual en la adquisición de otros nuevos,
hasta poseerlos todos. Así en un empréstito de 100
millones al 5 por 100, se señalaban 6 millones anuales en
el presupuesto para
dar uno á la Caja de amortización, y al cabo del
primer año ya no existían más que 99
millones en manos de los acreedores; al terminar el segundo
año, a Caja había recibido, además del
millón correspondiente, el interés de los
títulos, que adquirió en el primero, y que
continuaba pagándose como si se hallaran en
circulación, y lo empleaba todo en otros títulos;
en el tercer año tenia el millón fijo, más
los intereses de los dos anteriores, y de esta suerte, con el 1
por 100 anual y el interés de los intereses, en un
período de treinta y seis años,— es decir,
con 36 millones aparentemente, —la Caja debía
adquirir todos los títulos del empréstito
extinguiendo la deuda.
Matemáticamente ese procedimiento es indiscutible; pero
desde el punto de vista económico el error estaba en que
el Estado quería, especular consigo mismo,
abonándose supuestos intereses, y multiplicar sus recursos
colocándolos improductivamente, y la ilusión
consistía en que seguía pagándose los
cupones de títulos realmente amortizados, porque se
hallaban en poder de la Caja; resultando de todo ello, que la
deuda no se extinguía hasta que se sacaba su importe
céntimo á céntimo del Tesoro público,
sin ahorro, ni ventaja alguna. Por eso las Cajas de
amortización fueron totalmente desechadas, y no ha quedado
de ellas más recuerdo que el aumento de la deuda de las
naciones, debido á la falsa idea de que podría
reembolsarse fácilmente.—No hay más que un
medio para formar capitales, la producción, y es
inútil pretender que aquéllos se multipliquen
allí donde ésta no existe. La extinción de
la deuda pública, su amortización gradual y
sucesiva, es una necesidad imperiosa de los Gobiernos, pero la
única manera de conseguirla esta en los sobrantes de un
presupuesto bien establecido.
Respecto de la propiedad, la amortización es un estado
contrario á sus más esenciales condiciones. La
circulación es la vida de la propiedad y con razón
se llama amortizada, es decir muerta, á aquella que se
petrifica
Arancel de Aduanas.
—Es el cuadro ó lista, de las prohibiciones
impuestas al comercio
internacional, en un país determinado, y de los derechos que, en él,
se exigen por la entrada y salida de mercaderías de cada
clase.
Los aranceles y
las aduanas, que los aplican, tienen un doble carácter: el
fiscal, en
tanto que establecen un impuesto sobre la
circulación, y el reglamentario ó protector en
cuanto se proponen influir en el mercado nacional, ora
defendiendo á la industria de la concurrencia extranjera,
hora impidiendo la salida de los productos del país. (V.
Protección
Arbitraje. —Se llama así á la
comparación de varios cambios y á las combinaciones
hechas con ellos para que resulte favorable una operación
de giro. — Los banqueros, en vista de los precios que tiene
el papel sobre diversas plazas, calculan ó arbitran
Arte económico. -Siendo en general el arte un modo
ó forma de la actividad, la actividad reflexiva, que obra
partiendo del conocimiento,
de un fin en todas sus relaciones, de la naturaleza de los medios
que á él conducen y de la manera de aplicarlos, el
arte económico será la acción sobre los
bienes materiales, acomodada á las leyes de este orden y
ejecutada en vista de ellas.—No consiste el arte en un
conjunto de reglas, que sirven para hacer alguna cosa, sino en la
realización de esos preceptos; como artista no es el que
conoce la formula o reglas, sino el que as practica y
obedece.
Asociación económica. —La sociabilidad es
algo más que una tendencia que nos lleva á buscar
el concurso de los otros hombres, porque el vínculo que
nos une á ellos es superior á la voluntad. La
unidad de nuestro fin, y la igualdad de los medios con que
contamos para lograrle, dan el carácter de común
á toda la obra humana, y nos permiten afirmar que somos no
sólo sociables, sino socios unos de otros por ley de la
misma naturaleza, eficazmente sancionada con la solidaridad, que
hace á todos responsables de los actos de cada uno. Por
eso hay asociaciones naturales, exigidas, ya por una necesidad
física,
como es la Familia, ya
por una necesidad racional, como son el Municipio, la Nación
y la Humanidad, cuya existencia es condición indispensable
para el cumplimiento de nuestro verdadero destino.
Esas asociaciones naturales son otros tantos centros de
relaciones y vida económica. En la familia se
verifican actos de producción y consumo de la riqueza, en
ella se forman los trabajadores y se acumulan los ahorros, que
engendran el capital, y de aquí que tengan gran
interés económico todas las cuestiones relativas al
régimen de los bienes en el matrimonio,
á las sucesiones, etc.
El municipio, á su vez, da origen á necesidades
comunes y requiere un sistema de prestaciones
que sirva para atenderlas, y la nación de igual manera,
aunque en escala mayor, reviste de un carácter peculiar
los hechos económicos, impone también gastos colectivos
y emplea para satisfacerlos la contribución y el
crédito público. La asociación humanidad,
aunque no constituida de una manera perfecta, se anuncia ya en lo
económico por el crecimiento incesante de las relaciones
de esta clase y por algunos actos internacionales, como los
tratados de
comercio y las exposiciones industriales.
Además de las sociedades totales, ó que abrazan
en conjunto los fines de la vida, cada uno de éstos
particularmente da lugar á una nueva asociación
formada con todos los esfuerzos y los medios dedicados á
cumplirle. La religión, la moralidad, la
ciencia, el derecho, y del mismo modo la industria, deben
constituir grandes círculos, dentro de los cuales se
organice la actividad á ellos consagrada; el movimiento
para esa construcción no está más que
iniciado todavía; pero su término será la
consecuencia del progreso. El fundamento y las ventajas de estas
asociaciones consisten en general en que nuestras facultades
adquieren una gran potencia unida
á otras semejantes; y bajo el punto de vista
económico, en que la multiplicidad de las necesidades
humanas no permite que sean atendidas por el solo esfuerzo
propio. Si cada hombre hubiese de adquirir por sí mismo
todos los medios materiales, que le son precisos, su existencia
seria muy penosa en cuanto al trabajo y muy miserable en cuanto
á satisfacciones, mientras que dedicándose cada
cual á una sola industria, á aquella cuyos agentes
naturales están á su alcance y para la que tiene
más aptitud,— división del
trabajo,-conseguirá cierta clase de productos en mayor
cantidad de la que necesita y podrá ofrecer el sobrante,
-cambio, -á otro productor que se encuentre en el mismo
caso respecto de un articulo distinto. De este modo cada uno
trabaja para los demás, recibiendo de ellos servicios
equivalentes, y se establece una positiva comunidad de
intereses. —El orden económico es, sin duda, el que
se halla más adelantado en la formación de un
organismo especial, porque las industrias
tienden á engranar unas con otras y el comercio mantiene y
normaliza frecuentes relaciones entre todas ellas; pero aun falta
muchísimo para que llegue á establecerse una
verdadera cooperación en que no haya esfuerzos aislados y
puramente arbitrarios, que resultan, unas veces estériles
por lo excesivos, y otras insuficientes para su objeto por no
guardar el lugar ni la proporción a que debieran
acomodarse.
Las sociedades voluntarias ó creadas por el expreso
consentimiento de los que entran á formarlas, se proponen
la consecución de un fin concreto y
especial. Los elementos necesarios para establecer una industria
suelen no hallarse en manos de una sola persona, y entonces se
reúnen mediante el acuerdo de sus poseedores; esto puede
tener lugar de dos maneras distintas, y por eso son dos las
formas de la asociación productiva voluntaria: la empresa y la
sociedad propiamente dicha. En la empresa, una persona ó
entidad colectiva acepta toda la responsabilidad del negocio y satisface con una
retribución fija los servicios del capital y del trabajo
ajenos, cuyo concurso utiliza; y en la sociedad, todos los que
intervienen en la producción, ya sean capitalistas
ó trabajadores, participan de las ganancias y de las
pérdidas a que dé lugar aquélla. Las
sociedades industriales son de tres clases: colectivas,
anónimas y comanditarias: en las primeras, el socio
Compromete todo su haber; en las anónimas, que se
constituyen por acciones,
sólo se arriesga el capital aportado, y en las
comanditarias, que tienen un carácter mixto, hay socios
colectivos que llevan la dirección, y otros, los comanditarios, que
sólo participan de las ganancias y de las pérdidas
en proporción á sus aportaciones.
Una de las aplicaciones más interesantes, que se han
hecho de la asociación voluntaria económica,
consiste en la creación de las sociedades
cooperativas: reuniones de obreros que tienen como objetos
principales; suprimir en la industria la mediación del
empresario,
convirtiendo el salario en dividendo, disfrutar las ventajas del
crédito, por medio de la responsabilidad colectiva y
obtener á bajo precio los artículos de subsistencia
mediante la organización de los consumos en comunidad. (V.
Sociedades cooperativas
Ausentismo o Absentismo. -Este vocabulario do origen inglés,
que no admite nuestro Diccionario de
la Academia, sirve para indicar la conducta de
aquellos capitalistas, que abandonan á colonos ó
á manos mercenarias el cuidado de las propiedades he
industrias que poseen, para vivir y gastar sus rentas en las
capitales ó grandes poblaciones. El absentismo, causa
daños económicos por lo que merma la
producción, y graves trastornos sociales porque arrebata
á los campos y á las pequeñas localidades
sus elementos de vida. —Los socialistas sacan de estos
hechos un poderoso argumento
Avaricia. -Es un vicio, que consiste en restringir
violentamente el consumo, no aplicando á la
satisfacción de las necesidades la riqueza disponible, y
conservándola por el mero placer de poseerla. La avaricia,
efecto de una aberración, que convierte en fin de la
actividad lo que es solamente un medio, es síntoma de
degradación moral y perjudica la riqueza porque arrebata
temporalmente á la circulación y á la
industria capitales, que debieran alimentarlas.
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La Perspectiva Postmarxista
Dentro de esta corriente nos interesa en particular lo
desarrollado por Ricardo Antunes (1996) y Sotelo Valencia
(2003)
Antunes, señala que la
globalización ha significado transformaciones no solo
en la materialidad de los trabajadores, sino también en la
subjetividad de los mismos:
"La década de los ochenta presenció, en los
países del capitalismo profundas transformaciones en el
mundo del trabajo, en su forma de inserción en la
estructura productiva, en las formas de representación
sindical y política. Han sido tan intensos los cambios,
que hasta se puede afirmar que la clase que vive del trabajo ha
sufrido la más aguda crisis de este siglo, que ha afectado
no solo su materialidad sino que ha tenido repercusiones en su
subjetividad y el íntimo interrelacionamiento de estos
niveles, ha afectado su forma de ser." (Antunes, 1996:
13)
Antunes se basa en el análisis de las repercusiones e impactos
que ha tenido en el mundo del trabajo las innovaciones
tecnológicas de los últimos años, así
como las transformaciones del modelo productivo fordista y su
desplazamiento por el postfordista cuya experiencia más
notable la constituye el "toyotismo" y la "especialización
flexible". Tales conmociones lo lleva a las siguientes
interrogantes: ¿Está desapareciendo la clase
obrera?, ¿Estamos en las puertas del fin del trabajo?,
¿Se pierde la centralidad de la clase obrera en la
sociedad?, y finalmente, ¿Pierde la categoría
"trabajo" el estatuto central que hasta ahora ha ocupado en la
sociedad?
La respuesta que Antunes da a estas interrogantes son las
siguientes:
"Se observa, en el universo del
mundo del trabajo en el capitalismo contemporáneo, un
múltiple proceso: por un lado se ha verificado una
desproletarización del trabajo industrial, fabril, en los
países del capitalismo avanzado. En otras palabras, hubo
una disminución de la clase obrera industrial tradicional.
Pero, paralelamente, se ha efectuado una importante
expansión del trabajo asalariado, a partir de la enorme
ampliación del asalariamiento en el sector de servicios;
se ha verificado una significativa heterogeneización del
trabajo, expresada a través de la creciente
incorporación del contingente femenino en el mundo obrero,
se vive también una subproletarización
intensificada. El más brutal de esas transformaciones es
la expansión, sin precedentes en la era moderna, del
desempleo
estructural." (Antunes, 1996:35)
En suma, para este autor, el trabajo en la era de la globalización se resume en lo
siguiente:
a) Disminución del proletariado industrial
b) Expansión del trabajo asalariado
c) Tercerización del trabajo
d) Aumento de la mano de obra femenina e infantil
e) Precarización del trabajo
f) Desempleo estructural
En cuanto a las repercusiones que estas transformaciones del
mundo del trabajo han tenido en las subjetividades y en el
movimiento sindical, Antunes señala que la clase
trabajadora se ha convertido en más heterogénea,
fragmentada y compleja y en cuanto a sus movimientos, estos han
experimentado una significativa merma, que se aprecia en la
reducción de las tasas de sindicalización a nivel
mundial, fenómeno este que denomina
"desindicalización". Junto con ello aparece las tendencias
hacia el allanamiento sindical o "sindicalismo
horizontal" de mayor alcance y que agrupa a las esferas
íntergremiales.
Finalmente señala las tendencias en las relaciones de
trabajo contemporáneas:
1. La individualización de las relaciones de
trabajo
2. La desregulación y la flexibilidad laboral
3. El agotamiento de los sindicales con tres variantes:
3.1- El modelo anglosajón que apunta a la
eliminación de los sindicatos
3.2- El modelo alemán basado en las relaciones
tripartitas
3.3- El modelo japonés basado en el sindicato de
empresa de carácter participacionista.
En otro autor de la corriente marxista, Sotelo Valencia
(2003), concibe la actual fase del capitalismo mundial como un
proceso de extensión de la ley del valor marxista y, por
ende, de la superexplotación del trabajo generalizada. Tal
como lo señala este autor:
"La superexplotación, en cuanto régimen de
explotación del capital en las sociedades dependientes y
subdesarrolladas, se está convirtiendo también en
un régimen de explotación de la fuerza de trabajo
en los países capitalistas desarrollados con el fin de
contrarrestar los efectos perniciosos de la larga depresión
de la economía mundial en sus declinantes tasas de
crecimiento, de rentabilidad y
de producción de valor y de plusvalía".
(Sotelo, 2003:2)
Los planteamientos centrales de este autor se pueden resumir
de la siguiente manera:
a) El aumento de la explotación del trabajo es una
ofensiva del capital para contrarrestar la tendencia decreciente
de la tasa de ganancia, agudizada en los últimos
años.
b) Para el aumento de la plusvalía el capital se vale
de la eliminación de los sistemas de
seguridad
social, la desregulación y flexibilización del
trabajo, así como, la eliminación de los derechos
laborales.
c) La globalización implica una agudización del
proceso de transnacionalización de la economía
capitalista y una mayor concentración de capital, cobrando
vigencia en este escenario la ley marxista del valor.
d) La superexplotación del trabajo es una tendencia
generalizada en todo el sistema mundo capitalista y no limitada a
los países periféricos.
e) La etapa actual de la economía mundial muestra que
la mayoría de las categorías de obreros
estará sometida a regímenes de precarización
laboral y a crecientes deterioros en sus condiciones de vida y de
trabajo.
f) Debido a un debilitamiento de la estructura sindical
mundial y de las luchas obreras, el curso ulterior que han
asumido las políticas reestructuradoras del capital se
concentra en tres dimensiones: tendencias muy fuertes a la rebaja
de los salarios; aumento
de la explotación y superexplotación en todas sus
facetas y, extensión de la precarización del
trabajo como un fiel reflejo de la imposición de la
flexibilidad laboral.
Los planteamientos de estos autores marxistas resultan muy
similares, coinciden en reivindicar la visión marxista del
trabajo en los tiempos de la globalización,
cumpliéndose en buena medida las premisas de la ley del
valor trabajo: explotación, desempleo, disminución
de los salarios y deterioro de la calidad de
vida y de los derechos de los trabajadores. Así mismo,
reconocen la debilidad del movimiento sindical y que esta
decadencia de la resistencia de
los trabajadores ha favorecido los procesos de
desregulación flexibilización del trabajo.
La Perspectiva Neoliberal
Las tendencias del trabajo contemporáneo vistas como
nefastas y pesimistas bajo la óptica
marxista adquieren otro carácter en la perspectiva
neoliberal. Así se puede entender en Milton Friedman
(1980):
"La obsesiva preocupación por el mercado
económico ha dado lugar a una angosta interpretación del concepto de
interés personal como egoísmo miope, como el
exclusivo interés por las ganancias materiales inmediatas.
Se ha censurado la economía, porque según se
afirma, llega a conclusiones trascendentales a partir de un
hombre económico imaginario, que es poco más que
una máquina calculadora, sensible a los menos
estímulos monetarios. Esto es gran error. El
interés personal no equivale al egoísmo miope, sino
que engloba todo cuanto interesa a los participantes en la vida
económica, todo lo que valoran, los objetivos que
persiguen". (Friedman, 1980: 48)
Esta concepción del individualismo será el punto
de partida para configurar escenarios positivos en la era de la
globalización, las bases en la que se sustenta este
optimismo no son otras que el desmoronamiento del Estado
regulacionista, el fin de la rigidez del mercado de trabajo y el
imperio del mercado.
Para Hayek (1978) por ejemplo, el Estado regulacionista es una
fuente de problemas, y
su lugar debe ser tomado por el mercado:
"Sólo el mercado puede realizar de manera adecuada
la asignación de recursos, pues ninguna persona o conjunto
de personas podría lograr el
conocimiento perfecto de todas las circunstancias que
están actuando en el mercado a cada momento" (Hayek,
1978: 204)
Tal como señala Ulrich Beck (2000), a partir de las
transformaciones que implica la globalización, los
neoliberales pueden construir un escenario optimista que se puede
resumir en lo siguiente:
"Como solución mágica para la
recuperación del pleno empleo se desplaza hasta
allí un drástico medicamento político que
combina una elevada estabilidad monetaria, unas subidas
salariales moderadas y un reducido margen de huelga dentro
de un estado mínimo que se limita a la creación de
condiciones marco competitivas y sociales junto con un elevado
grado de responsabilidad por parte de los ciudadanos y los
empresarios. En cambio, las políticas laborales del Estado
asistencial (programas de
empleo, reforzamiento de las prestaciones estatales, etc.)
aparecen como obra del diablo, tras un breve lapso de mejoras,
empeoraría a buen seguro el
problema del paro. En el ámbito del mercado laboral,
países como EEUU, Noruega, Nueva Zelanda, Portugal o los
recientemente enlazados Países Bajos presentan en general
una participación estatal netamente inferior; una clara
reducción de cargas fiscales e impuestos, un
nivel de inversión elevado, unos salarios bajos, una
conflictividad laboral mínima y un fuerte crecimiento de
la fuerza de trabajo a tiempo parcial." (Beck, 2000:53)
Beck resume el "paraíso neoliberal" de la
globalización, las recetas para llegar a ello se aplican
desde la década de los ochenta en las naciones
anglosajonas y en América
latina. Sus postulados suscitan diversas polémicas en
virtud de que la aplicación de las políticas
neoliberales agudiza el desempleo y la precariedad del
empleo.
4-La Perspectiva Postmoderna
Aunque la perspectiva postmoderna se nutre de varios enfoques,
abordaremos lo planteado por Negri, Hart (2000) y Lazzarato
(1991), en torno a la nueva
sociología del trabajo en la era de la
globalización.
Negri y Hardt, establecen diferencias fundamentales entre la
"economía fordista" y la "economía postmoderna". La
primera la consideran como un modelo de producción en el
que la información y la
comunicación entre productores y consumidores eran
escasa y relativamente lenta. Mientras que la economía
postmoderna se caracteriza por ser altamente comunicacional e
informacional.
La idea fundamental de estos autores gira en torno al
predominio en la sociedad contemporánea del "trabajo
inmaterial y afectivo":
"Puesto que la producción de servicios no resulta
en bienes materiales ni durables, definimos al trabajo implicado
en esta producción como trabajo inmaterial es decir,
trabajo que produce un bien inmaterial, tal como un servicio, un
producto
cultural, conocimiento o comunicación. La otra cara del
trabajo inmaterial es el trabajo afectivo de la interacción y el contacto humano. Los
servicios de salud, por ejemplo,
descansan centralmente sobre el trabajo afectivo y de cuidado, y
la industria del entretenimiento está también
enfocada en la creación y manipulación del afecto.
Este trabajo es inmaterial, aún cuando sea corporal y
afectivo, en cuanto que su producto es intangible, un sentimiento
de comodidad, bienestar, satisfacción, excitación o
pasión. Categorías tales como "servicios
personales" o servicios de proximidad son utilizadas a menudo
para identificar esta clase de trabajos, pero lo realmente
esencial para ellos es la creación y manipulación
de afectos. Esa producción, intercambio y
comunicación afectiva se asocia generalmente con el
contacto humano, pero dicho contacto puede ser real o virtual,
como en la industria del entretenimiento." (Negri, 2000:
75)
Otro elemento importante es el tránsito de la
producción fordista basada en la jerarquía y la
organización corporativa a la producción en
red y a formas
rizomáticas:
"En el pasaje a la economía informacional, la
línea de montaje ha sido reemplazada por la red como
modelo organizacional de la producción, transformando las
formas de cooperación y comunicación dentro de cada
lugar productivo y entre distintos lugares productivos. Los
trabajadores involucrados en un único proceso pueden
comunicarse y cooperarar efectivamente desde localidades remotas,
sin importar la proximidad. En efecto, la red de
cooperación laboral no requiere de un centro territorial o
físico." (Negri, 2000: 80)
La economía fordista implicaba relaciones de
competencia entre los trabajadores, la postmoderna supone
cooperación y mayor interacción social, sin
embargo, esta no tiene un territorio único, se encuentra
descentralizada y desterritorializada.
Ahora bien, la diferencia de estos autores con los
teóricos marxista radica en la distinta visión que
poseen acerca de la teoría valor trabajo en tiempos de
globalización. Consideran que es imposible el
cálculo de la explotación en economías
informatizadas y en redes y tan profundamente
transnacionalizadas; en su lugar proponen la teoría del
valor- afecto:
"Hay que partir de lo que la economía
política ignora para definir "el valor-afecto". Y
debemos definirlo a partir de una aparente paradoja que
querríamos expresar como sigue: el valor de la fuerza de
trabajo es tanto más determinante para la
producción cuanto más ineficaz se hace la medida
del valor; cuanto más calla la economía
política sobre el valor de la fuerza de trabajo,
más se extiende e interviene la fuerza de trabajo en el
terreno global, biopolítico. En esta dinámica paradójica, el trabajo
deviene afecto, o más aún, el trabajo encuentra su
valor en el afecto, si éste se define como "potencia de
actuar". La paradoja puede ser por tanto retomada en estos
términos: cuanto más pierde la teoría del
valor su referencia al sujeto (la medida era esta referencia, en
tanto que base de la mediación y del mando), más
reside el valor en el afecto, en el trabajo vivo que se
autonomiza de la relación de capital, y expresa, por todos
los poros del cuerpo -singular o colectivo-, su potencia de
autovalorización." (Negri, 2000: 90)
A continuación, se puede apreciar la comparación
de los dos modelos en el
siguiente cuadro:
La visión que se tiene de las relaciones de trabajo en
la globalización luce bastante compleja y disímil a
la luz de los tres enfoques anteriores. Para el enfoque marxista,
las relaciones de trabajo se presentan totalmente desfavorables
para los trabajadores, marcada por un incremento de la
explotación y un retroceso de sus organismos sindicales.
Uno de los aspectos más graves de la situación es
la transformación experimentada en la subjetividad de los
trabajadores, quedando prácticamente víctimas de un
proceso de implicación e involucramiento con el capital.
Tal como lo ha expresado Robert Castel (1999):
"La clase obrera ya no aparece como la clase portadora de
una alternativa global a la organización social actual.
Esto no quiere decir que la clase obrera haya dejado de existir,
ni tampoco de que carezca de importancia social y
política. Sería preciso discutir su tipo de
existencia y los papeles que la clase obrera desempeña
hoy. Esta comprobación significa únicamente que la
clase obrera ha sufrido un retroceso social y político
decisivo que ha desactivado la potencialidad subversiva que
parecía encarnar" (Castel, 1999:38)
Los postmarxistas parecen coincidir con los planteamientos
originales de Marx, salvo en lo concerniente a la teoría
del derrumbe capitalista, expuesta por Marx y Engels (1985) en
varias de sus obras, en particular, en el Manifiesto del
partido comunista, basada en el supuesto de que las
contradicciones del capitalismo aceleraría la lucha de
clases y los trabajadores pasarían a una ofensiva final,
que tendría como objetivo y meta la revolución
proletaria y el fin del capitalismo. Para la etapa actual este
escenario no se plantea
A propósito de las consecuencias que las
transformaciones del trabajo han tenido en la subjetividad de los
trabajadores, Antunes se expresa del siguiente modo:
"La flexibilización de la unidad fabril, la
desconcentración de la producción, la abrumadora
desreglamentación de los derechos del trabajo, los nuevos
patrones de gestión y "involucramiento" de la fuerza de
trabajo, esta llevando a la enajenación del trabajo (en el sentido
marxista) a su límite – todo ello hecho bajo un
incuestionable dominio de la productividad y de la modernidad socia
– terminó afectando a la forma de ser del proletariado
fabril, tradicional. La clase que vive del trabajo se ha
metamorfoseado. Como si ya no bastaran estas transformaciones, la
crisis afectó también directamente a la
subjetividad del trabajo, su conciencia de
clase, afectando a sus organismos de representación, de
los cuales los sindicatos y
los partidos son expresión. Los primeros, los sindicatos,
fueron obligados a asumir una acción cada vez más
defensiva, cada vez más atada a lo inmediato, a la
contingencia, retrocediendo su ya limitada acción de
defensa de clase en el universo del
capital" (Antunes, 1996: 134)
Crecimiento de las
fuerzas productivas
El economista clásico Karl Marx
sugirió que el sistema económico utilizado por cada
sociedad humana depende del desarrollo de las fuerzas
productivas, principalmente los conocimientos técnicos, el
capital acumulado y la población. Mientras el ordenamiento
jurídico sea el adecuado al nivel de las fuerzas
productivas, decía Marx, éstas pueden desarrollarse
sin que aparezcan tensiones graves; pero llega un momento en el
que las fuerzas productivas han crecido tanto que la estructura
social, en vez de estar potenciando su desarrollo, aparece
como una limitación, un corsé que impide su
crecimiento. Es entonces cuando la superestructura
jurídica y consiguientemente el régimen de
propiedad, se ve forzada al cambio de forma más o menos
brusca.
Aplicando ese análisis, Marx dividía la historia de los sistemas
económicos en salvajismo o barbarie, esclavismo,
feudalismo, modo
de producción asiático y capitalismo. El materialismo
histórico deducía que el capitalismo
había llegado a una situación límite; que el
régimen jurídico de la propiedad privada sobre los
medios de producción estaba impidiendo el crecimiento de
las fuerzas productivas; que como consecuencia de ello se estaban
produciendo crisis económicas cada vez más graves;
que el sistema estaba condenado a derrumbarse y a ser substituido
por otro en el que los medios de producción
estarían en manos de toda la sociedad; y que los
proletarios, la clase social emergente, serían los
encargados de dirigir ese cambio. Preveía el advenimiento
en los países más avanzados de dos futuros
sistemas, el socialismo, en el que "cada cual recibirá
según su trabajo", y el comunismo, en el que "cada cual
dará según sus posibilidades y recibirá
según sus necesidades".
Este análisis pretendidamente científico, se ha
visto desmentido por el devenir histórico. Siglo y medio
después de que se escribiera el Manifiesto
Comunista podemos comprobar que sus predicciones no se han
cumplido. No hay leyes históricas inmutables que describan
la evolución de los sistemas económicos
y de las sociedades humanas. Tampoco hay una relación
biunívoca entre grado de desarrollo de las fuerzas
productivas y sistema económico. Quizá pueda verse
una relación más estrecha entre el sistema
económico y los medios de
comunicación. En este curso proponemos una
clasificación de los sistemas económicos en la que
ponemos de relieve la
importancia del grado de desarrollo del conocimiento humano y,
por tanto, de los medios tecnológicos existentes para la
transmisión y acumulación de ese conocimiento.
En el siglo veinte han coexistido sistemas opuestos en
diferentes partes del mundo que mostraban similar desarrollo de
las fuerzas productivas. El estado ha dominado la economía
en países europeos desarrollados o en países
africanos o asiáticos subdesarrollados. Las
transformaciones sociales siguen siendo dirigidas por grupos de poder,
ejército, religiosos, burócratas. No ha sido el
ordenamiento jurídico del capitalismo el que ha bloqueado
el desarrollo económico, antes al contrario, han sido
algunas instituciones
jurídicas pretendidamente emanadas de las propuestas
marxistas las que, limitando la libertad de
los individuos, han frenado la evolución del comercio y la
producción, de las artes y las ciencias.
Ciertamente, el mercado, por sí solo, ha mostrado
también su incapacidad para resolver de forma
satisfactoria las necesidades elementales de gran parte de la
humanidad. De hecho, los países que han alcanzado un grado
más alto y más armónico de desarrollo,
compatibilizándolo con las libertades individuales, con el
estímulo a la creatividad
artística y a la investigación científica y
tecnológica, lo han conseguido gracias a un sistema
económico que mezcla el libre mercado con la
intervención del estado. Y entre esos países hay
que incluir los Estados Unidos y otros que a los ojos del mundo
aparecen como abanderados del mercado y del liberalismo.
En nuestros días continúa la vieja
polémica, unos pidiendo "más mercado" y otros
pidiendo "más estado". En una sociedad humana viva, en
continua evolución, no hay forma teórica de
resolver la cuestión. No puede haber una
demostración "científica" de qué
proporción entre mercado y estado es la más
conveniente, o la más justa. Diversas personas y grupos,
con diversas ideologías e intereses, son partidarios de
una u otra proporción. Se llamen liberales,
socialdemócratas, conservadores, progresistas, laboristas,
comunistas, radicales, de izquierdas o de derechas, están
simplemente presionando en una dirección o en otra, hacia
el mercado o hacia el estado, con más o menos fuerza.
La organización que adoptarán las sociedades
humanas en el futuro no está escrita en ningún
libro sagrado
ni determinada por ninguna ley histórica: será la
consecuencia de las decisiones que están adoptando en el
presente un gran número de individuos y grupos
sociales. Muchos confiamos en que ese sistema futuro
satisfaga nuestros más íntimos anhelos de
solidaridad, cooperación y equidad, que
permita la desaparición del hambre, la miseria y la
marginación y que todo ello sea compatible con el respeto a los
derechos
humanos y el impulso a la creatividad individual.
Condiciones de
trabajo
Las Condiciones de trabajo son un área
interdisciplinaria relacionada con la seguridad, la
salud y la calidad de vida
en el empleo. También puede estudiar el impacto del empleo
o su localización en comunidades cercanas, familiares,
empleadores, clientes,
proveedores y
otras personas.
Desde 1950 la Organización Internacional del Trabajo y
la Organización Mundial de la Salud comparten definiciones
comunes.
La razón para establecer buenos estándares de
salud y seguridad en el sitio de trabajo suelen ser los
siguientes
Morales: Un empleado no debería correr riesgos de
sufrir accidentes en
el trabajo, ni tampoco otras personas relacionadas con la
actividad laboral.
Económicas: Muchos gobiernos aceptan que las malas
condiciones de trabajo redundan en un mayor costo para el
estado, por el costo del pago del seguro social
para los discapacitados y del tratamiento médico, y la
disminución de la fuerza laboral. Las organizaciones
también pueden sufrir desventajas económicas, tales
como los costos
burocráticos, la disminución de la
producción, y la pérdida de la imagen positiva
ante los restantes empleados, los consumidores y el
público en general.
Legales: Los requerimientos mínimos de salud y
seguridad en las condiciones de trabajo suelen estar tipificados
en el Derecho penal o
el Derecho civil;
suele considerarse que sin la presión
legal las organizaciones podrían no sentirse obligadas a
afrontar los costos de mejorar las condiciones de trabajo
sólo por las razones morales o de ganancia a largo
plazo.
Remuneración
al trabajo
Salario
El salario o remuneración salarial, es el pago que
recibe de forma periódica un trabajador de mano de su
patrón a cambio del trabajo para el que fue contratado. El
empleado recibe un salario a cambio de poner su trabajo a
disposición del jefe, siendo éstas las obligaciones
principales de su relación contractual.
Cuando los pagos son efectuados en forma diaria, recibe el
nombre de jornal. Si es entre las 12 será jornal matinal y
si es pasadas las 12 será diurno.
Es una contraprestación principalmente en dinero, si
bien puede contar con una parte en especie evaluable en
términos monetarios, que recibe el trabajador del
empleador por causa del contrato de
trabajo. Siempre debe existir una remuneración en
dinero, la especie es necesariamente adicional.
El salario es el elemento monetario principal en la negociación de un contrato de
trabajo. Es la contraprestación en la relación
bilateral, aunque en algunas ocasiones se tienen también
en cuenta otras condiciones laborales como vacaciones, jornada,
etc.
La remuneración salarial es uno de los aspectos de las
condiciones de trabajo que más directamente influyen en la
vida diaria de los trabajadores. Desde sus primeros años
de existencia, el centro de la acción la
Organización Internacional del Trabajo ha girado en torno
al nivel de los salarios y la Organización ha luchado
constantemente por establecer normas que
garanticen y protejan el derecho de los trabajadores a percibir
un salario justo. Según la Constitución de la OIT (1919) "la
garantía de un salario vital adecuado" es uno de los
objetivos cuya consecución es más urgente.
Los salarios representan algo muy diferente para trabajadores
y empleadores. Para estos últimos, aparte de ser un
elemento del costo, es un medio que permite motivar a los
trabajadores. En cambio, para los trabajadores representa el
nivel de vida que pueden tener, un incentivo para adquirir
calificaciones y, por último, una fuente de
satisfacción frente al trabajo realizado. La
negociación colectiva en la empresa o en el sector y un
diálogo
social tripartito en el plano nacional son las mejores
vías para determinar el nivel de los salarios y resolver
conflictos
potenciales.
La Revolución Industrial. Hasta antes de la
Revolución Industrial a las postrimerías del siglo
XVIII, la riqueza conocida estaba creada, era la tierra y
sólo se adquiría por herencia o por
conquista. Fue
la revolución industrial la que abrió la puerta a
esa nueva riqueza que hoy conocemos bajo el concepto de
"plusvalía" o "valor agregado", pero esta nueva riqueza
tuvo un parto muy
doloroso, pues aunque efectivamente se creaba, no se
distribuía. El descubrimiento de la máquina de
vapor vino a revolucionar la ancestral relación laboral,
propició la contratación masiva en personal de
"mano de obra", ya no de personas, y se apoya en el liberalismo
filosófico de finales del siglo XVIII que inspiró
la revolución
francesa y que dio origen al liberalismo económico:
"Laisser faire, laisser passer", "dejar hacer, dejar pasar la
libertad corrige los abusos de la libertad". Adam Smith, el
célebre economista escocés, pide que se deje actuar
a la mano invisible del mercado para que corrija los abusos de la
libertad, pero esa mano invisible nadie la vio. En este contexto,
el papel del Estado liberal era observar que la libre
contratación, siendo trato entre iguales, se cumpliera
cabalmente, y no podía opinar sobre si tales contratos eran
justos o no, lícitos o no. La libre remuneración
era acuerdo entre partes y la mano de obra se consideraba,
contrariamente lo antes dicho, una mercancía sujeta a la
ley de la oferta y la
demanda o peor
aún, a la habilidad de contratación de las partes.
La injusticia generalizada no se hizo esperar. Isaac Newton,
en su célebre ley del péndulo, ya decía que
"a toda acción corresponde una reacción de la misma
magnitud, pero en sentido contrario". Y esto es válido no
sólo en la física, sino en lo social. La
reacción la encontramos en el pensamiento de
Proudhon, Engels y Marx, cuyo célebre manifiesto comunista
de 1848 proclamaba que los ricos serían cada vez
más ricos y los pobres cada vez más pobres, y la
única solución que vio, quizá ante la falta
de solidaridad y de responsabilidad
social del empresario y la omisión del Estado respecto
a su obligación primordial de ser gestor del bien
común, fue la lucha de clases, la abolición de la
propiedad privada de los medios de producción y la
propiedad colectiva proletaria de los mismos. IV. La primera voz
que se yergue a nivel mundial para condenar con autoridad
estos abusos fue la de León XIII, quien en 1891 a
través de su célebre Encíclica "Rerum
Novarum". La primera encíclica social de la Iglesia
condena por igual al capitalismo al que denomina salvaje y al
comunismo que ya se plantea como su antídoto, 26 años antes de que
triunfara en Rusia la
Revolución Bolchevique de octubre de 1917. La Rerum
Novarum habla por primera vez de jornadas y salarios justos y
remuneradores, así como de justicia
social. Dentro de las muchas definiciones de "justicia" me
referiré a la de Santo Tomás: "voluntad permanente
de dar a cada cual lo que le corresponde". Y entonces nos
preguntamos: ¿Qué es lo que le corresponde a cada
cual? Y de aquí surgen dos grandes corrientes: la justicia
conmutativa y la justicia distributiva. La justicia conmutativa
habla de retribuir a cada cual en función de sus
merecimientos, la distributiva en función de sus
requerimientos. La justicia conmutativa propicia el desarrollo
económico, la distributiva el desarrollo
social. El desarrollo económico tiene un costo social
y el desarrollo social tiene un costo económico, y esto se
da necesariamente en la familia, en la empresa y en el
país. El límite del desarrollo económico
puro es el capitalismo extremo o la exaltación del Dios
Mercado, el límite del desarrollo social puro es el
comunismo o la exaltación del Dios Estado. La justicia
social sólo se dará si concurren subsidiariamente
la justicia distributiva y la justicia conmutativa. No se puede
construir un paraíso social sobre un cementerio
económico, ni un paraíso económico que
margine la realidad social. Después del Rerum Novarum, la
iglesia ha promulgado muchas otras encíclicas sobre la
justicia social, y sólo quiero resaltar una frase de
Pío XI, en la encíclica Cuadragésimo
Año, que subraya que no es legítimo dar por
caridad, lo que debimos haber dado por justicia. Función
de las ONGs. En el terreno de lo civil, cabe a México la
satisfacción de haber sido el primer país en cuya
constitución se consagra y se protege al trabajo y al
trabajador; y el primero en legislar sobre materia
(artículo 123). Recordemos que nuestra constitución
se proclamó el 5 de febrero de 1917, meses antes de que
triunfara la Revolución Bolchevique en octubre de ese
mismo año en Rusia. En 1931 se expidió la ley federal del
trabajo que establece los salarios mínimos Art. 90 de
la Ley Federal del Trabajo; y en 1943 la Ley del IMSS.
Posteriormente la ley de participación en las utilidades,
la ley del Infonavit, el SAR, etc., son indiscutibles avances
sociales orientados a alcanzar la justicia social. Con el
surgimiento del Neoliberalismo
Tatcheriano – Reaganiano en los años ochenta y el
desmoronamiento del comunismo al final de esa década, se
marcó
un punto de inflexión en el avance económico social
de los países en desarrollo, entre ellos México,
cuya consecuencia ha sido el empobrecimiento de la clase
trabajadora y la persistente disminución de su calidad de
vida, lo cual ha aumentado tremendamente los índices de
pobreza y
pobreza extrema en nuestro país, porque se optó por
privilegiar al capital a costa del trabajo.
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trabajo
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