La Segunda Reencarnación del Verbo de Dios en la Tierra de los Inkas
- Resumen
- El anuncio del Nuevo
Mesías: Replanteamientos al interior de la
Asociación Evangélica Misionera del Nuevo Pacto
Universal (AEMINPU), Apurimac, Perú - La
segunda reencarnación del Verbo de Dios en la tierra de
los Inkas: revelaciones y anuncios - Vida
y consecuencias del autor; su conversión religiosa, la
meta de su fe y la respuesta del Dios vivo
El anuncio del Nuevo Mesías;
Replanteamientos al interior de la Asociación
Evangélica del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU), Apurimac,
Perú.[1]
Abrahán Rojas, Pastor Misionero,
predicador de la Asociación Evangélica Misionera
del Nuevo Pacto Universal (AEMINPU, Iglesia que ha
surgido en las comunidades campesinas del Perú), narra
pasajes de su vida, desde su niñez y conversión a
la Iglesia Israelita, sus viajes como
misionero por diferentes pueblos de los andes centrales y de la
amazonía
peruana, hasta la historia de una
revelación divina por medio de sueños y ayunos en
los que se le anuncia el nacimiento de un mesías para la
Iglesia Israelita, el futuro guía de la
congregación nacería en algunas de las comunidades
de la sierra sur peruana, núcleo de lo que fuera el Estado
Incaico. Esta revelación contradice el credo fundante de
la iglesia Israelita, y por ello, sus predicaciones le ocasionan
represalias y problemas,
poniendo incluso en riesgo su
vida.
Mil novecientos noventa y nueve fue un
año convulso, lleno de expectativas, removido, agitado.
Pero sobre todo ambiguo, los musulmanes
celebrarían el año 1379, los judíos
el 5762, el calendario maya contaría el 5114, y el
cristiano el esperado año 2000. Un minúsculo
movimiento de
reivindicación étnica peruano vería en el
solsticio de verano del mes de Qhapaq Raymi, el advenimiento del
décimo Pachakuti, el año diez mil, el renacimiento
de las huacas y el comienzo de un nuevo tiempo en el
retorno del tiempo antiguo.
Conocí ese año al hermano
Abrahán Rojas -un pastor misionero predicador israelita,
nacido en la comunidad de
Huanipa, Yaurecc, distrito de Chiara, provincia de Andahuaylas,
Apurímac, en 1958- en el templo de la Iglesia Israelita
(AEMINPU) de la comunidad de
Ccalla Ccalla, distrito Cotabambas, provincia Cotabambas, en el
departamento de Apurímac, Perú. Un pueblo sin
alumbrado eléctrico ni agua potable,
en una región del trapecio andino más bien conocida
por su celo en la práctica de antiguas tradiciones de
raigambre andina y pre colombina.
Este Movimiento religioso israelita hace su
aparición en el año 1956, y su fundador es Ezequiel
Ataucusi Gamonal, zapatero de oficio, profeta que inscribe su
movimiento religioso en registros
públicos el año 1969.
Una de las características de este
movimiento religioso es la procedencia de sus feligreses,
personas inicialmente originarias del sur del Perú
(Huancavelica y Ayacucho, entre otros), quechuahablantes, con un
nivel educativo elemental. Su ámbito laboral era la
agricultura en
la selva central del Perú (valle de
Chanchamayo).
La doctrina de Ezequiel proviene del
adventismo, del cual se desgaja y añade prácticas
del Antiguo
Testamento, como son el holocausto,
las fiestas de las cabañas, el bautizo, la
expiación… Ezequiel hace patentes sus creencias
milenaristas (fin del mundo)
y predica la "ley real"
(decálogo de Moisés).
[…] Ezequiel, que es el "Jesucristo"
encarnado, logrará salvar a sus seguidores del fin del
mundo inminente.[2]
Durante sucesivas conversaciones que se
iniciaron por simple cuestión de confraternidad con los
comuneros que me hospedaban, fui conociendo de boca, y de
puño y letra del hermano Abrahán una historia
interesante y misteriosa. Había preguntado yo sobre lo que
pensaba acerca del fin del mundo, siendo como era el año
noventa y nueve, y siendo él integrante de una
congregación que había profetizado el fin del mundo
para el siguiente año. Su respuesta, de lo más
lógica
desde todo punto de vista, me interesó en su relato: El
Fin del Mundo aludía, para él, a un cambio
religioso, social, económico y político en el orden
mundial.
Este tipo de consideraciones y otras
más prioritarias relativas al entendimiento e interpretación de las Sagradas Escrituras
ocupaban gran parte de su tiempo, mientras realizaba labores
caseras en el templo de su comunidad donde además
ejercía su oficio de soldador y reparador de
primus (pequeñas cocinas a kerosene).
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