- Un mundo feliz:
Brave New World - El efecto
potencial de estas sustancias en la desigualdad de las
oportunidades humanas - La plasticidad
del cerebro - Los
transhumanistas - Los
nootrópicos - En
resumen - Bibliografía
La neuro-psiquiatría cosmética: Los
nootrópicos, la viagra del cerebro, la
ritalina del sexo, la
obesidad
desregulada, y el pandemonio de los sentidos
Comenzaremos esta lección
acompañando una hamburguesa por su inesperada y
sorprendente jornada dentro de nuestro cuerpo.
Toda era o período histórico parece
que ha tenido su manera particular de lograr alterar su percepción
de la realidad, transformándola, a veces, en goces
orgiásticos. Si no fueran las drogas,
nos quedan los "placeres" derivados de actividades que excitan el
organismo estimulándolo en el sentido sensualista.
Actividades, a veces funestas, que son utilizadas como si fuesen
estupefacientes — aunque a veces el dolor mismo se asocie con
ellas — pero lo último es otro asunto que merece
consideraciones aparte.
¿Hemos pensado alguna vez qué
sucede a nuestro organismo cuando lo "alimentamos" con una comida
de hamburguesa, papas fritas y con una bebida de "cola"?
Comer por placer.
Después de comer una hamburguesa con queso
derretido, seguida por una cajita de papitas fritas y de una soda
de cola: ¿siente uno una cierta desazón del
estómago o, quizás, un poco de malestar
general?
No es la imaginación. Esas son sustancias
que, cuando son consumidas como "alimento", causan estragos a
todo el metabolismo
corporal. En las horas que siguen su ingestión, estas
aberraciones comestibles producen sube-y-bajas de la glucosa de la
sangre, de los
lípidos, y
de las hormonas. En
añadidura, los impactos que causan en el organismo
producen la descarga en la circulación de sustancias
químicas peligrosas que dañan las paredes
arteriales y que predisponen, a quien ha comido esa mezcla, a
aflicciones cardíacas y a los accidentes
cerebro-vasculares.
La digestión y el metabolismo cuando son
normales
Habitualmente, cuando uno se alimenta, las
enzimas del
estómago y del intestino descomponen lo comido en grasas,
proteínas, e hidratos de carbono, que
se absorberán en la sangre.
Este proceso
digestivo, casi siempre se realiza de manera organizada, pausada
y progresiva. A menos que la refacción ingerida es la
típica comida rápida (o fast food).
Veamos la progresión dentro del aparato digestivo
de la combinación de cola, papas fritas y de la
hamburguesa de queso.
Como son preparaciones altamente procesadas,
estos menjunjes se descomponen rápidamente en el tracto
digestivo y se absorben de inmediato. El resultado
instantáneo es que se vierta en la sangre circulante una
cantidad enorme de grasas y azúcares.
El azúcar,
proveniente de la soda y de la harina refinada en la hamburguesa,
puede causar el síndrome de la "hipoglucemia
postprandial". Esto significa que se produce una elevación
rápida de los niveles normales de la glucosa. Esta
elevación a su vez provoca en respuesta, un repentino
aumento de insulina, cuya función es
la de mantener estable el nivel de hidratos de carbono de la
sangre sin que éste suba muy alto. Demasiada insulina
resulta en que los niveles de azúcar se desplomen por
debajo de los límites
normales — que es una sola, de entre todas las razones, por la
que algunas personas se sienten débiles y hambrientas
luego de una comida opípara. Como consecuencia, el nivel
sanguíneo del cortisol, la hormona del estrés
también se eleva como una señal de alarma.
(Véase: El Precio de una
"Jartura").
Hipoglucemia
Las cantidades enormes de grasas saturadas
contenidas en las papas fritas, la carne molida, el tocino, y el
queso, inundan la sangre con triglicéridos y ácidos
grasos que, interfiriendo con la acción
de insulina, terminan elevando el azúcar sanguíneo
aun más.
Pero hay más dentro de este círculo
vicioso ya creado.
¿Recuerdan los radicales libres y los
antioxidantes?
Aquí los encontramos de nuevo.
El efecto de su presencia es lo equivalente a
añadir inflamables a un fuego.
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