La microhistoria es una corriente que puede
caracterizarse como una práctica historiográfica
con fuerte influencia antropológica y posmodernista,
específicamente de Geertz. La microhistoria se ha
propuesto estudiar fenómenos socio – antropológicos
a una menor escala de
observación del sistema como
forma de
poder analizar ciertos procesos
más generales y caracterizarlos, según Carlos
Ginsbury[1]
La Historia Local o
microhistoria surge y se afianza con el objetivo de
constituirse una alternativa para el trabajo del
historiador y no pretende devenir en un nuevo paradigma.
Efectivamente, la mayoría de los autores
considerados representativos de esta línea
historiográfica piensan a la microhistoria como una
práctica, su método
esta relacionado primero y sobre todo con los minuciosos procedimientos
que constituyen el trabajo del
historiador.[2]
Se trata de un conjunto de procedimientos que brindan al
historiador la capacidad de moverse en un terreno muy
específico, enfocando la atención en un tema particular pero sin
perder de vista en el detalle los problemas
más grandes.
Hasta los problemas de gran alcance pueden verse
beneficiados cuando se enfrentan desde un terreno muy
específico. No constituye un cuerpo de proposiciones
unificadas, ni una escuela, menos
aun una disciplina
autónoma, como se ha sugerido algunas
veces.[3]
Surgida como una postura reaccionaria contra una
situación crítica
de la historiografía, la microhistoria se ha convertido en
un importante espacio de
debate y análisis sobre
el estado actual de la ciencia
historiográfica.
En definitiva, aporta al historiador una serie de
elementos que le permitirán captar, a través del
análisis de los detalles, las relaciones y las
conflictividades que componen el devenir histórico de las
sociedades
pero desde el punto de vista del sujeto individual de lo
histórico.
El carácter eminentemente empírico de
la microhistoria es la causa de que no exista un conjunto de
postulados teóricos en esta corriente. Y es justamente
esta la primer problemática asociada a la microhistoria:
la falta de desarrollo
teórico.
Algunos autores además concuerdan en que la
carencia de un bagaje teórico sistematizado hace de esta
línea de pensamiento un
conjunto de técnicas
de trabajo y no una teoría
propiamente dicha que permita la retroalimentación del trabajo
experimental.
Se asimila esta falencia al hecho de que desde sus
orígenes, la microhistoria buscaba acercarse a las
experiencias más individuales. Ya que le interesa detectar
lo que no se ve, y propone una reconstrucción del pasado a
través de indicios y parcelas que sugieren los hechos, que
deben ser interpretados por el historiador es que la corriente no
tiene una, ortodoxia establecida a partir de la cual
funcionar.
Esta corriente pone el acento en redefinir los conceptos
y profundizar el análisis de las herramientas y
métodos
existentes.
La
teoría debe ser una herramienta fundamental, componente
necesario que guíe, explique y justifique los pasos de una
investigación. Es necesaria una
teoría que sea un elemento analítico para dar
cuenta de los grandes problemas, sin quitarle al historiador la
posibilidad de elección si desea moverse en un terreno muy
especifico, centrando su atención en un tema en
particular, pudiendo descifrar problemas mayores en el transcurso
de su trabajo.
Es importante la presencia de una teorización en
la cual las conclusiones puedan apoyarse y dar, en cierto modo,
justificación, no solo a las interpretaciones construidas,
sino también para explicar las elecciones
efectuadas.
Es claro que, a pesar de esta escasa teorización,
la corriente ha sabido sortear los problemas que pudieran haberse
producido, recurriendo a la ayuda de otras ciencias, o
bien, centrando su atención en las relaciones obtenidas a
partir del cambio de
escala, con lo que nos muestra que
realmente es una alternativa para el trabajo del historiador, sin
desmerecer los intentos de sus representantes por reflexionar
sobre estas cuestiones.
Otro problema metodológico que acusa esta
corriente historiográfica es el del cambio de escala de la
observación. Se tata de un recurso esencial
para la micro historia, que exigirá redefinir los
conceptos tradicionales de contexto y estrategia.
La propuesta microhistórica no consiste en ubicar
los casos observados dentro de una ley existente
sino lograr un enfoque que enriquezca el análisis social,
a través del hallazgo de variables
nuevas, más complejas, más
dinámicas.
Por otro lado, la decisión de reducir la escala
de observación inevitablemente requerirá una
redefinición de contexto. Se trata de evitar la forma
tradicional de partir del contexto y llegar finalmente al
documento. Recorrer el camino inverso dará lugar al
surgimiento de múltiples contextos que permitirán,
a través de las operaciones
experimentalmente adecuadas, descubrir las fallas en los relatos
macro históricos existentes.
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