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Spinoza: Filosofía y Democracia




Enviado por claudiomarinmedina



    Indice
    1. Nota
    Preliminar

    2.
    Introducción

    3. Conclusión
    4. Bibliografía

    1. Nota
    Preliminar

    Hace algunos meses se realizó en la Universidad de
    Chile un
    coloquio internacional sobre el pensamiento de
    Baruch Spinoza. En esa oportunidad fueron recurrentes los
    análisis de la filosofía política del autor.
    Sus ideas con respecto a la libertad de
    expresión, comunidad y
    democracia,
    marcaron la pauta para una discusión actual sobre estos
    problemas.
    Es indudable que la distancia temporal e histórica
    contingente que nos separan, hace muy difícil el
    replanteamiento de su filosofía en el presente. Pero tengo
    la certeza de que en un Occidente (que ya casi es global) en
    decadencia, Spinoza puede decirnos algo; quizás no
    planteando soluciones
    (como he dicho, los contextos históricos son muy
    disímiles), pero por lo menos mostrándonos lo que
    hemos perdido (aunque rescatar lo perdido, en nuestro mundo,
    parece imposible; por ello el
    recordar será por el momento una buena terapia).
    Por la complejidad de su filosofía, por su completa
    sistematicidad, en donde de manera efectiva todos los conceptos
    están interrelacionados, me veo obligado a dar por
    supuesta toda su metafísica
    (entendiendo por ello todo el discurso de la
    "Ética"); sólo de esa manera
    podré acotar el tema que me involucra, esto es, su
    pensamiento
    sobre la comunidad y la
    democracia.

    La estructura de
    la investigación es simple: en una primera
    sección expondré las relaciones entre estado de
    naturaleza y
    sociedad
    civil, esto es, como del estado de
    naturaleza
    surge como necesario el surgimiento del Estado como la forma
    propia de la
    organización social; en una segunda parte me
    abocaré específicamente a su análisis de la democracia como la
    única forma de gobierno
    legítimo (absolutamente) y absoluta; para concluir con un
    breve intento de aproximación actual de los problemas que
    surjan, y así intentar recalcar la vigencia de su
    pensamiento político. Para luego presentar consideraciones
    personales sobre la investigación en general.
    Las obras de B. Spinoza poseen las siglas usuales, estas son: E =
    Ética;
    IE = Tratado de la reforma del entendimiento; Ep =
    Correspondencia; TTP = Tratado teológico político;
    TP = Tratado político. Las referencias de las citas de las
    obras de Spinoza corresponden a las de la edición de
    Gebhardt .

    2.
    Introducción

    El proyecto
    político de Baruch Spinoza cobra verdadero sentido en la
    medida en que se lo comprende a la luz de un
    proyecto mucho
    más amplio, a saber, el propio proyecto vital del autor,
    cuestión que genera todo su sistema
    filosófico.
    En efecto, en el "Tratado de la Reforma del Entendimiento",
    Spinoza a partir de su experiencia de decepción y
    desesperanza, emprende la aventura de dotar de sentido a esta
    vida ordinaria que padecemos los hombres, y en la que todo lo que
    suele ocurrir es vano y fútil. Habrá algo, se
    pregunta el filósofo, que "poseído, me hiciera
    gozar eternamente de una alegría continua y
    suprema".

    Supongo que tras largas horas de desgarro (porque pensar
    es un desgarro) por fin este judío holandés
    apreció que el sentido que buscaba estaba ahí,
    latente en sí mismo y en lo que le rodeaba. La posibilidad
    de saberse integrante del orden eterno de la naturaleza, de a
    través de la actividad libre del entendimiento eternizarse
    a sí mismo, superando así la contingencia que lo
    abrumaba, entregándole de esta manera a la vida la
    categoría de felicidad, es lo que el filósofo con
    certeza descubrió y practicó hasta su muerte.
    Sin embargo, y esto es de importancia para lo que ahora nos
    interesa, Spinoza no concebía esta meta como algo
    individual sino que, por el contrario, creía que la toma
    de posesión de aquella naturaleza propia estable era
    posible -y, quizás, sólo gracias a …- en conjunto
    con otros hombres, por lo que la consecución y
    realización de ello dependía de que muchos otros lo
    lograran paralelamente: "Este es, pues, el fin al que tiendo:
    adquirir tal naturaleza y procurar que muchos la adquieran
    conmigo; es decir, que a mi felicidad pertenece contribuir a que
    otros muchos entiendan lo mismo que yo". Más, al ser
    ésta una tarea colectiva, el entorno, el medio en el que
    los hombres se desenvuelven y despliegan, cobra una gran
    importancia y, por lo tanto, establecer un modo de convivencia
    funcional a este fin es -junto con reformar el entendimiento –
    una tarea prioritaria: "es necesario, además, formar una
    sociedad, tal
    como cabría desear, a fin de que el mayor número
    posible de individuos alcance dicha naturaleza con la
    máxima facilidad y seguridad".
    Es así como el proyecto político de Spinoza debe
    apreciarse como un momento crucial de su proyecto vital; puesto
    que si entendemos el establecimiento de dicha sociedad como
    condición de posibilidad del logro del Bien Supremo y
    Verdadero, caeremos en la cuenta de que es absolutamente
    necesario pensar en los fundamentos y propiedades de dicha
    sociedad, para completar y proyectar a la realidad cotidiana y
    social la tarea vital a la que me he referido.

    A.- Del Estado de Naturaleza a la Sociedad Civil
    Para comprender La importancia que tiene en Spinoza la organización civil de la sociedad, es
    imprescindible referirse al "estado de naturaleza", en la medida
    en que es desde este concepto que
    nuestro autor entiende dicha sociedad como el único modo
    posible de organizar la vida humana. En efecto, la necesidad de
    la sociedad civil se
    explica en Spinoza, sólo a partir de la comprensión
    del estado natural, como un estado imposibilitador del desarrollo
    físico y espiritual del hombre; como
    un estado que, en definitiva, no admite que los hombres puedan
    concentrarse en conseguir el Verdadero Bien.

    El "estado de naturaleza" no es otra cosa que la
    condición en que se encuentran los hombres, antes de
    dotarse a sí mismos de un conjunto de leyes que regulen
    su convivencia. Debemos pensar, para comprender la idea de
    "estado de naturaleza", en una situación de
    interrelación humana que carezca de una legislación
    que limite o acote la potencia de cada
    uno, una situación en la que cada uno pudiera desplegarse
    guiado por sus propios intereses en una completa impunidad,
    manteniéndose una interrelación inorgánica y
    de constante enfrentamiento.

    No cabe duda que esta suerte de estado pre-civil
    mantendría a los hombres inmersos en un aparente caos, en
    un marco de inestabilidad y de inseguridad.
    Para Spinoza en este estado, los hombres son frecuentemente
    dominados por un afecto de odio (por ejemplo la ira, la envidia,
    etc.), lo que implica que se relacionen agresivamente, ya que al
    estar, la mayoría de ellos, determinados por sus pasiones,
    no pueden dirigirse hacia metas o fines comunes sino que, por el
    contrario, son guiados en distintos sentidos,
    enfrentándose irremediablemente los unos con los otros, lo
    que finalmente conduce a la destrucción y
    desaparición del hombre.

    La idea de "estado de naturaleza" ilumina la
    comprensión del concepto de
    Derecho
    Natural. En efecto, en la condición natural la
    existencia y todos los actos humanos (así como de toda la
    realidad) no están sino determinados por las leyes de la
    naturaleza de cada hombre, leyes que en definitiva dirigen el
    obrar de cada individuo hacia su propia conservación
    ("conatus"). Así todo lo que pueda realizar un modo (sea
    un hombre o un pez) lo hará en virtud del derecho
    natural, que Spinoza define de la siguiente manera:
    "Así, pues, por derecho natural entiendo las misas leyes o
    reglas de la naturaleza con forme a las cuales se hacen todas las
    cosas, es decir, el mismo poder de la
    naturaleza. De ahí que el derecho natural de toda la
    naturaleza y, por lo mismo, de cada individuo se extiende hasta
    donde llega su poder".

    Ya que todo ente participa del derecho de la naturaleza,
    y que es en virtud de dicha participación que la
    existencia y el accionar de los seres esta determinados por las
    reglas de su propia naturaleza, es necesario comprender de
    qué modo participa el hombre de
    su derecho.

    Según Spinoza es un hecho que los hombres no
    viven únicamente guiados por la razón sino que,
    como ya hemos dicho, son los afectos los que llevan a un
    individuo a actuar de tal o cual manera. Es por esto que la
    existencia y el obrar humano están guiados tanto por la
    razón como por los afectos; ambos elementos son parte de
    nuestra propia naturaleza y, en esa medida, nuestras acciones, ya
    si están guiadas por la razón, ya por los afectos,
    no hacen sino manifestar el conatus de cada hombre. Nuestro
    derecho natural está, por tanto, determinado por ambos
    factores, lo que significa que si nuestros actos son racionales o
    afectivos estaremos obrando consecuentemente en armonía
    con la naturaleza.

    Pero entonces surge la pregunta de porqué es
    necesaria la sociedad civil, entendida como un estado más
    racional de convivencia humana, si de cualquier modo en el
    "estado de naturaleza" cada individuo se sigue rigiendo por la
    ley natural.
    La argumentación que realiza Spinoza es la que
    sigue.

    De acuerdo con el filósofo el conatus es la
    ley suprema de
    toda la naturaleza. En este sentido cada individuo tiene la
    obligación natural de satisfacer aquellas necesidades
    básicas (por lo menos) que le permitan seguir siendo. Como
    en el "estado de naturaleza" los hombres viven determinados
    principalmente por las causas exteriores, por su potestad y
    apetitos individuales; cada uno tiene el derecho de buscar los
    medios que
    juzgue útiles para satisfacer sus propias necesidades. En
    este afán los individuos se ven constantemente limitados
    por los demás, ya que cada cual, de acuerdo a su potencia, lucha
    por saciar sus propios apetitos lo que, como he señalado,
    hace que en "estado de naturaleza" el conatus individual se vea
    constantemente amenazado de manera más radical aún.
    En consecuencia, y ya que según Spinoza el poder de cada
    uno disminuye en la medida que aumentan las causas del temor, en
    el "estado de naturaleza" el derecho de cada uno es
    prácticamente inexistente.

    Ahora bien, la magnitud del derecho natural se mide
    según la potencia de éste. Es evidente que si dos o
    más individuos unen sus derechos tendrán
    más poder y, por lo tanto, más derechos de los que
    tenían aisladamente. El que un grupo de
    hombres unan sus potencias individuales, no sólo implica
    que todos ellos juntos posean más derechos, sino
    también, que se abre la posibilidad de que estos derechos
    -ahora comunes- sean debidamente resguardados, lo que disipa en
    gran medida tanto el temor, como la inseguridad
    propia del Estado de Naturaleza: "Concluimos, pues, que el
    derecho natural, que es propio del género
    humano, apenas si puede ser concebido, sino allí donde los
    hombres poseen derechos comunes, de suerte que no sólo
    pueden reclamar tierras, que puedan habitar y cultivar, sino
    también fortificarse y repeler toda fuerza, de
    forma que puedan vivir según el común sentir de
    todos".

    Sin embargo, como he insinuado, cuando los individuos
    actúan determinados fundamentalmente por sus apetitos, no
    hay consenso posible. Sólo en tanto procuren dirigir sus
    acciones
    guiados por la razón, el acuerdo se hará posible y
    podrán vivir no ya según la fuerza y el
    deseo individuales, sino según la potencia y la voluntad
    de todos. Es entonces gracias a la razón que los hombres
    comprenden el bien que implica para ellos normar su convivencia
    de común acuerdo.

    La comprensión del "estado de naturaleza" como un
    estado inútil para el desarrollo y
    despliegue de la existencia del hombre, es el indicio fundamental
    para afirmar la necesidad de la sociedad civil. Entonces dicha
    afirmación surge como la constatación del hecho de
    que en la medida que la sociedad civil disminuye (pero no anula)
    las posibilidades de enfrentamiento entre los hombres, el conatus
    se ve menos amenazado que en el estado
    natural, entonces se desprende que dicha sociedad es el modo
    más eficaz de organizar la vida humana.

    En el "Tratado Teológico Político" Spinoza
    plantea -aunque sucintamente- la existencia de un pacto social,
    el cual es definido como la tendencia a "dirigirlo todo por el
    sólo dictamen de la razón (…) y frenar el apetito
    en cuanto aconseje algo en perjuicio de otro, no hacer a nadie lo
    que no se quiere que le hagan a uno, y defender, finalmente, el
    derecho ajeno como el suyo propio". Si bien podría
    pensarse que Spinoza fundamenta la obligatoriedad de la sociedad
    civil en esta suerte de pacto o tratado, constatemos que esto no
    es del todo así al concentrarnos en la complejidad que
    comporta este concepto al interior de la filosofía
    política
    del autor.

    Tanto en el ámbito personal o
    público, los tratados son
    válidos sólo en tanto que las causas que los
    originaron permanezcan; así, "el pacto no puede tener
    fuerza alguna, sino en razón de la utilidad, y que,
    suprimida ésta, se suprime ipso facto el pacto y queda sin
    valor".
    Entonces, a diferencia de Hobbes,
    Spinoza considera que los pactos no son un fundamento suficiente
    para el resguardo y la armonía de la sociedad civil, pues
    "por derecho de naturaleza, todo el mundo puede actuar con
    fraude y nadie
    está obligado a observar los pactos, si no es por la
    esperanza de un bien mayor o por el miedo de un mayor
    mal".

    Ahora bien, he dicho anteriormente que sólo en
    virtud de los dictámenes de la razón, los
    individuos pueden visualizar aquello que promueve su conatus. En
    este sentido el pacto o tratado social adquiere una mayor
    consistencia si lo entendemos como un acto racional, como el
    resultado del uso adecuado de la razón, la que nos
    señala que si bien el acuerdo o la decisión
    común significa -en principio- la renuncia a la libertad
    individual, al derecho y poder propio, a determinar la propia
    vida según los apetitos individuales, dicho acuerdo es la
    solución más propia para el estado de
    inseguridad y temor al que los hombres se encuentran sometidos en
    la condición natural. La contingencia, el poder ser propio
    de todo pacto desaparece al ser entendido como un acto puramente
    racional. La razón aporta la necesidad que este pacto
    podría requerir.

    Pues bien, si lo que puede hacer del acuerdo un momento
    necesario es su fundamentación racional, no es menos
    cierto que la obligatoriedad que dicho momento contiene
    está asegurada también en relación con
    aquellos hombres que viven determinados más por sus
    pasiones que por su razón, ya que éstos
    actúan de acuerdo con la ley de la naturaleza humana que
    dice que "cada uno elegirá, de dos bienes, el que
    le parece mayor y, de dos males, el que le parece menor". Es, por
    ende, en virtud tanto de la fundamentación racional del
    acuerdo, como de la búsqueda irreflexiva de un bien mayor
    que los individuos transfieren libremente su poder y derechos
    naturales a la sociedad.

    A partir de este momento tiene lugar lo que Spinoza
    denomina Estado o Soberano Imperio: "Allí donde los
    hombres poseen derechos comunes y todos son guiados como una sola
    mente (…) derecho que se define por el poder de la multitud,
    suele denominarse Estado" Con la introducción de este concepto el
    filósofo intenta denominar aquel espacio en el que se
    concentra todo el poder que los individuos han cedido en vistas
    de procurarse una vida más estable y segura. La
    posibilidad de una fundamentación consistente de la
    sociedad civil surge así de manera más clara. En
    efecto, si entendemos que los individuos, ya sea en virtud de la
    razón, ya por la esperanza de un bien mayor o el temor a
    más grandes males, renuncian al poder de defender su
    propia existencia y le otorgan dicho poder a los individuos en
    conjunto, y sí además comprendemos esta renuncia
    como un acto de libertad (en
    la medida en que dicho acto no está sino determinado por
    la propia naturaleza humana, la que nos conduce necesariamente a
    la actividad del conatus), podremos concluir que el surgimiento
    de la sociedad civil, y la consecuente existencia del Estado se
    fundamenta en una cuestión por demás sólida,
    a saber: en la libre transferencia del poder propio de cada
    individuo hacia el colectivo, guiado por las leyes eternas de la
    Naturaleza.

    B.- La Democracia como Poder Absoluto
    Como ya he afirmado, la diferencia que distancia definitivamente
    a los dos grandes teóricos del absolutismo
    (Hobbes y
    Spinoza) son las conclusiones a las que llegan.
    La necesidad de un Estado Absoluto para Spinoza, se puede deducir
    por lo expuesto anteriormente de manera clara. Pero no por ello
    resulta evidente que el "Estado Absoluto" se identifique con la
    Democracia. Si bien puede resultar retórico, veo como
    útil y necesario replantear sintéticamente la
    fundamentación spinoceana del Estado en relación
    con su proyecto filosófico para, desde ahí,
    visualizar fehacientemente su argumentación en favor de
    esta forma de organizar el Estado, y así entender cual es
    el significado que el autor le atribuye a ésta.

    La filosofía de Spinoza posee un marcado factor
    ético-político, no sólo porque la
    contingencia lo requería, sino también porque su
    Sistema lo
    necesitaba y promovía como el momento cúlmine de
    éste.
    La metafísica del "modo" afirma que
    ésta es una realidad inconsistente y no autosuficiente, en
    tanto que es "aquello que es en otra cosa, por medio de la cual
    es también concebido". Es decir que el "modo" se define
    por su finitud y por ser parte del devenir del Ser. Estas
    características son propias de toda
    realidad modal, pero es mucho más fuerte en el hombre, ya
    que éste puede llegar a ser conciente de ello; y es esto
    lo que Spinoza constata, y a lo cual se refiere en el "Tratado de
    la Reforma del Entendimiento".

    El hecho de que el hombre esté determinado por la
    finitud, pero al mismo tiempo por el
    conatus, presenta la necesidad imperiosa para todo hombre de
    crear relaciones y lazos estables entre ellos; esto porque las
    determinaciones externas pueden ser enfrentadas de manera
    más adecuada con la unión de las potestades
    individuales, activando así, de forma más efectiva
    el conatus de cada uno. Entonces es necesaria una comunidad de
    hombres, una suma de potestades particulares, porque esa es la
    instancia más propicia para la realización del
    conatus. Para Spinoza, por su formación matemática, es claro que mientras
    más y mayores son los factores de la suma, más
    grande será el poder de la cosa singular resultante, por
    lo que mayores serán sus derechos; es decir, que a mayor
    número de hombres que conformen una comunidad más
    cerca estarán de identificarse con el "poder absoluto" de
    la naturaleza humana, y es por ello imperiosa la formación
    de ésta.
    Pero esta "suma" se puede efectuar de tres maneras principales,
    lo que va a dar como resultado los tres tipos de Estado que
    Spinoza expone en el "Tratado Político": la Monarquía, la Aristocracia y la
    Democracia.

    Para el filósofo es claro y es un hecho que tanto
    la Monarquía como la Aristocracia no son
    fieles expresiones del Estado como "poder absoluto"; y esto lo
    demuestra tanto a priori como a posteriori.
    El primer argumento es puramente metafísico, y aunque no
    lo he encontrado de manera explícita en los textos
    estudiados, creo que puede deducirse de lo ya expuesto, y se
    refiere a la imposibilidad originaria de que un sólo
    hombre se haga cargo de la suma del poder de la sociedad civil;
    me explico: supuestamente en la Monarquía todos los
    hombres, en comunidad, le entregan su poder -y por lo tanto sus
    derechos- a un sólo individuo que se denomina desde ese
    momento "monarca" o "rey", pero, para que esto se realice
    efectivamente, es decir, para que sea un hecho y no sólo
    una mera estructura
    jurídica, el individuo que recibe el poder debería,
    por sí mismo, ser capaz de asumir ese poder y esos
    derechos como suyos, esto es, como su sí mismo; pero esto
    es tan imposible como absurdo, puesto que para que ello sea
    así el individuo debería igualarse con el poder
    absoluto, debería ser ese poder, lo que como ya dije es
    imposible, puesto que la metafísica del "modo finito" lo
    impide. El segundo argumento tiene un carácter
    más psicológico: éste se refiere a la
    impotencia originaria del hombre y al temor que esto promueve en
    él; en efecto, el hombre en el "estado de naturaleza"
    está determinado por su potestad, pero ésta es muy
    limitada frente a lo externo, por lo que en realidad el hombre en
    este estado está primordialmente determinado por las
    causas externas, por los afectos que ellas le producen; y
    entonces, como ya he dicho, se hace necesaria la sociedad civil y
    el Estado, pero , por esta misma determinación primigenia
    surge como imposible que el hombre entregue todo su poder -y
    todos sus derechos- para que sea controlado por un sólo
    hombre; no sólo porque, como dice el filósofo,
    nadie desea ser controlado en todos sus actos (porque esto es lo
    que implica la entrega de todos los derechos), sino que
    además porque en la sociedad civil, por estar compuesta de
    hombres que se guían principalmente por sus pasiones,
    continúa un cierto temor para con los demás (por lo
    pronto un temor bien fundado para aquellos que conocen la
    naturaleza humana), y ese temor sería el que
    imposibilitaría el ceder los derechos y el poder propio a
    cabalidad. Pero también Spinoza argumenta que la entrega
    del poder y de los derechos de la sociedad civil a un sólo
    hombre no es efectiva: "No cabe duda que quienes creen que es
    posible que uno sólo detente el poder supremo de la
    sociedad, están equivocados (…). De ahí que el
    rey, que la multitud eligió, se rodea de jefes militares,
    consejeros o amigos, a los que confía la salvación
    propia y de la comunidad. Y así, el Estado que pasa por
    ser una monarquía absoluta, es, en la práctica, una
    verdadera aristocracia, no manifiesta, sino latente y, por eso
    mismo, pésima".

    De lo anterior concluimos que un Estado Absoluto
    sólo será posible si, efectivamente, todos los
    individuos que componen una sociedad cedan sus derechos al
    conjunto de la comunidad y no a uno o varios representantes de
    ésta (que es lo que ocurre en el caso de la
    Monarquía y la Aristocracia), formándose, de esta
    manera, una identidad
    entre los derechos particulares y el de la comunidad plena.
    Así, gracias a esta igualdad entre
    los derechos particulares y sociales, se cumple, además,
    con una de las leyes básicas de la naturaleza humana, que
    es aquella que promueve la mantención del poder
    individual, como si el hombre permaneciera en el estado natural,
    pero ahora en una comunidad; en otras palabras, promueve la
    conservación del sí mismo que está
    determinado por dicho poder.
    Y estos son precisamente los fundamentos que Spinoza le atribuye
    al Estado Democrático, que él define como "la
    asociación general de los hombres, que posee colegialmente
    el supremo derecho a todo lo que puede".
    Pero detengámonos un momento en esta definición,
    para así no sólo verificar que se encuentra en
    completa correlación con la estructura conceptual y las
    pretensiones prácticas del filósofo, sino
    además, para comprender más a fondo el significado
    que el autor le atribuye a esta forma de Estado, cuestión
    que es de mayor importancia aun.

    Podemos apreciar que ella posee todos los componentes
    propios de lo que Spinoza entiende por Estado se encuentra el
    concepto de "comunidad" ("la asociación general de los
    hombres…"), y los conceptos de "derecho" y "poder absoluto"
    ("… a todo aquello que puede"), pero no me detendré en
    ellos puesto que creo que ya los he analizado con cierta
    profundidad; pero también encontramos uno nuevo, que es
    precisamente el que define al Estado como "democrático",
    este es el de "poder colegial". Pero qué entiende Spinoza
    por ello, y cuál es el alcance de esto, para la
    concepción de Democracia que el filósofo pretende
    re-afirmar

    Ya he mostrado que en la crítica a la
    Monarquía, uno de los argumentos sostenía que ella
    es imposible de hecho porque ningún hombre estaría
    dispuesto a entregar sus derechos a un sólo hombre, para
    que éste lo gobierne de manera absoluta, esto, por que el
    hombre en la sociedad civil continúa con cierto temor -que
    es propio de su impotencia, pero además, y este es el
    motivo de la necesidad del "poder colegial", porque el hombre
    tiende a la autodeterminación, el hombre quiere ser libre
    (aunque ya hemos visto que la libertad humana
    metafísicamente es negada), quiere poseer una libertad
    aunque sea al modo humano; y por esto "toda sociedad debe tener,
    si es posible, el poder en forma colegial, a fin de que todos
    estén obligados a obedecer a sí mismos y nadie a su
    igual".

    Las consecuencias de esto son radicales, pues de esta
    forma se da pie para la disolución del Estado como
    estructura de poder jerárquica, y se promueve a la
    Democracia como una forma de vida, como una efectiva comunidad
    política: "Como la obediencia consiste en que alguien
    cumpla las órdenes por la sola autoridad de
    quien manda, se sigue que la obediencia no tiene cabida en una
    sociedad cuyo poder está en manos de todos y cuyas leyes
    son sancionadas por el consenso general; y que en semejante
    sociedad, ya aumenten las leyes, ya disminuyan, el pueblo sigue
    siendo igualmente libre, porque no actúa por la autoridad de
    otro, sino por su propio consentimiento". Entonces, la Democracia
    se establece como el único "poder absoluto" que, como tal,
    es el único medio en que el hombre puede realizar su
    libertad.

    Pero Spinoza sabe que esto es prácticamente
    imposible, porque ello supone la absoluta racionalización
    de la vida humana. Sólo el hombre que actúa
    racionalmente ya no estará determinado por sus pasiones
    (será libre), y sabrá la verdadera causa de los
    hechos, por lo tanto conocerá su bien y sabrá que
    este bien se encuentra en la formación de la "comunidad
    política", comunidad que es el único medio en el
    cual el hombre podrá efectuar su libertad, objetivo
    ético-político de toda la filosofía
    spinoceana… Pero para esto es necesario primero "procurar que
    muchos reformen el entendimiento junto conmigo, es decir, que a
    mi felicidad pertenece contribuir a que otros muchos entiendan lo
    mismo que yo".

    3.
    Conclusión

    ¿Acaso los fundamentos de la Democracia son la
    participación ciudadana, la igualdad,
    cierto grado de libertad, un sistema representativo y un sistema
    electoral basado en la ley de la mayoría? Si Spinoza
    viviera actualmente, creo que se reiría de esos
    pretendidos fundamentos; se reiría, pero con un lamento
    oculto: el no haber sido escuchado.
    La Democracia no es eso o, por lo menos, sólo eso, ni
    tampoco es en principio eso (estoy conciente que la forma
    democrática que concebía Spinoza se refieren a una
    "democracia participativa" y no a una "representativa", como la
    que han cultivado los estados modernos; pero eso no niega el
    hecho de que esos fundamentos son demasiado débiles y no
    se pueden sostener por sí mismos en el tiempo). La
    Democracia, si atendiéramos a Spinoza, debería
    estar fundada en algo mucho más profundo y duradero, esto
    es, el vivir democráticamente. Esta forma de vida es la
    que el filósofo quiso mostrar.
    Pero él, como buen psicólogo y conocedor de la
    naturaleza humana, sabía que esto era imposible; y por
    ello sus palabras se presentan como un sollozo en el vacío
    de la humanidad, como una muestra de lo que
    hemos perdido y de lo que siempre estaremos perdiendo (claro
    está, para aquel que quiere la Democracia).

    El tener conciencia de
    esta imposibilidad originaria del hombre es lo que marca todo el
    pensamiento spinoceano, y el colocar a la Democracia no como una
    utopía, sino como una idea reguladora de la vida
    política, es su conclusión. Pero en esta tarea
    hasta los grandes "ilustrados" erraron, ellos creyeron que la
    Democracia era posible -su visión de la naturaleza humana
    era demasiado optimista-, y con esta posibilidad marcaron el
    desarrollo de la vida moderna hasta nuestros días.
    Por esto, creo que Spinoza estaría de acuerdo con la
    distinción politológica entre "democracia ideal"
    (normativa, filosófica) y "democracia real"
    (científica). ¿Pero podemos afirmar que una
    distinción salvará el abismo creado? Yo creo que,
    por el contrario, marca su
    definitiva escisión.

    Grandes politólogos sostienen que esa
    división no es lo suficientemente analítica,
    entonces hablan de "poliarquía"; pero con ello lo
    único que realizan es multiplicar los entes ya existentes
    en el complejo aparato conceptual de su ciencia;
    porque ¿acaso la "poliarquía" es un hecho? No, ella
    es sólo una tendencia, y por ello, un nuevo ideal. (En
    realidad me extraña que politólogos pertenecientes
    a la tradición anglosajona hayan olvidado las
    enseñanzas de su maestro Occam.)

    Pero en definitiva ninguno de sus conceptos puede
    explicar y dar respuesta al problema fundamental: ¿existe
    la Democracia? ¿Ella es factible? No pueden dar respuesta
    y ni siquiera pueden pretender darla, pues toda su trama
    conceptual sólo tiende a conocer el fenómeno
    político. Esta tarea sigue aun guardada para pensamientos
    más especulativos.
    Y entonces se plantea nuevamente el problema original: el terror
    que ha provocado la separación de la vida y el
    conocimiento; y la tarea prioritaria que involucra la
    responsabilidad del saber.

    4.
    Bibliografía

    Bobbio, Norberto y Bovero, Michelangelo. Sociedad y
    Estado en la filosofía
    moderna. Traducción de José Florencio
    Fernández Santillán. Fondo de Cultura
    Económica. México D.
    F., 1986.
    Dahl, Robert. La Poliarquía. Traducción de Julia
    Moreno San Martín. Editorial Tecnos. Madrid, 1989.
    Dahl, Robert. Un prefacio a la teoría
    democrática. Traducción de José Luis
    González. Ediciones Gernika. México D.
    F., 1987.
    Hobbes, Thomas. El Ciudadano. Introducción, traducción y notas de
    Joaquín Rodríguez Feo. Editorial Debate y C. S.
    I. C. Madrid, 1993.
    Sargent, L. T. Ideologías políticas
    contemporáneas: análisis comparativo. Ediciones
    Partenon. Madrid, 1972.
    Spinoza, Baruch. Correspondencia. Introducción,
    traducción y notas de Atilano Domínguez. Alianza
    Editorial. Madrid, 1988.
    Spinoza, Baruch. Ética. Introducción,
    traducción y notas de Vidal Peña. Alianza
    Editorial. Madrid, 1987.
    Spinoza, Baruch. Tratado de la reforma del entendimiento.
    Introducción, traducción y notas de Atilano
    Domínguez. Alianza Editorial. Madrid, 1988.
    Spinoza, Baruch. Tratado Político. Introducción,
    traducción y notas de Atilano Domínguez. Alianza
    Editorial. Madrid, 1986.
    Spinoza, Baruch. Tratado teológico político.
    Introducción, traducción y notas de Atilano
    Domínguez. Alianza Editorial. Madrid, 1986.
     

     

     

    Autor:

    Claudio Marín Medina, Licenciado en
    Filosofía


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