De aquí parte una situación lógica.
Si la mayoría de los niños/as y adolescentes
trabajadores son de la población rural, la tasa es mayor en los
hablantes quichuas. Anotamos aquí algunos datos de la
UNICEF: la participación laboral de los
niños/as y adolescentes que hablan español es
del 34.6%, mientras que de los que hablan quichua se eleva al 89
por ciento. La cifra es contundente, nueve de cada 10
niños trabaja en el sector rural y lo hacen en tareas
agrícolas y junto a sus familias. Uno de los efectos de
esta situación es la baja escolaridad de niños/as y
adolescentes.
Otro dato importante que hay que anotar es que "8 de cada 10
niñas en el sector rural trabaja en el ámbito
familiar sin remuneración alguna. El 34 por ciento de
niñas/os y adolescentes son asalariados en actividades
agrícolas".
Todo este marco referencial nos permite concluir entre otras
cosas que la situación del menor indígena quichua
no es de las mejores. Los niveles de pobreza son altos
y a esto se suma que los productos
generados en la Sierra tienen una variación de precios que no
permite a los pequeños agricultores indígenas
mejorar su situación socio-económica. Todo esto
genera un "circulo vicioso social" que se repite entre padres e
hijos. Solo los que emigran o buscan otras oportunidades logran
salir de la pobreza.
¿Pero qué oportunidades pueden existir para quienes
no ha terminado siquiera el Colegio?
En Chimborazo esta situación se puede observar en las
calles, ya que aquí se concentra una de las mayores
poblaciones indígenas.
Descendientes de los bravos Puruhaes, habitan los sectores
rurales y muchos han emigrado a la ciudad de Riobamba, formando
parte de los problemas
sociales y de la desatención de los servicios
básicos.
Pocos son los sectores rurales que pueden considerarse
altamente productivos (Ej.San Luis). Vastas zonas no tienen
regadío o han sido sobre-explotados. A esto podría
sumar la Reforma
Agraria implementada en los años setenta, que
lotizó latifundios sin que se haya dado asesoramiento y
crédito
a los nuevos propietarios.
En 1997, un estudio revelaba algo que todos conocíamos,
pero que aún no se demostraba en datos. Guamote era el
segundo cantón más pobre del país. No muy
lejos se encontraba el resto de poblaciones de Chimborazo.
La ecuación de la pobreza se hacía evidente. Si
algunos cantones de Chimborazo ocupaban primeros lugares en
niveles de pobreza, sus habitantes vivían en esa realidad.
Como es lógico, esta situación afecta
principalmente a los más débiles, los niños,
quienes con su poca o ninguna experiencia tienen que hacerle
frente a la vida, motivados muchas veces por padres, quienes
consideran que el trabajo
prematuro es mejor.
En efecto, según la UNICEF "la gran mayoría de
las familias ecuatorianas y la sociedad en
general no consideran al trabajo
infantil como nocivo para los intereses de quienes lo
ejercen, al contrario, lo estimulan y lo valoran porque creen,
equivocadamente, que la incorporación temprana al trabajo les
dota de habilidades para su futura inserción en el
mercado
laboral. El trabajo de niñas/os afecta a su futuro, impide
el ejercicio de sus derechos y muestra un
país negligente en cuanto al desarrollo de
su capital
humano".
Respecto a este tema el Sistema Integrado
de Indicadores
Sociales del Ecuador anota,
"Aún si se acepta que el trabajo infantil puede ser
necesario para su supervivencia o, incluso, un "factor
fundamental de construcción y afirmación de la
niña o niño como sujeto social" (García
Méndez et. al., 1998), es necesario que toda sociedad
vigile su incidencia y condiciones. Mejorar las condiciones del
trabajo infantil, para quienes es una necesidad, constituye una
obligación social. Garantizar sus derechos a los
niños/as implica "cambiar el énfasis de la
inserción precoz en el mercado de trabajo, por la
inserción precoz y permanencia en el sistema
educativo"
Todos estos antecedentes nos sirven para explicar el
tráfico de niños/as y adolescentes, que
según ciertas personas se habría implementado desde
hace ya varios años. "Era un secreto a voces que se
destapó por el escándalo Chito-Mocha",
decían ciertos habitantes del cantón Colta.
Los hijos alquilados
Los autos lujosos,
la ropa cara y el abundante dinero en
Santiago de Quito, son una
influencia muy grande para aquellos, quienes tienen que
sobrevivir con una comida diaria y en viviendas infrahumanas. Tal
como se dijo durante el proceso Chito
Mocha, los padres eran quienes "rogaban" a los emigrantes de
Colombia y
Venezuela para
que sus hijos sean llevados a estos países en procura de
un futuro mejor o en algunos casos para su propio beneficio
económico, "alquilando a sus hijos".
Esta última versión se comprueba por un solo
hecho evidente, cuando en una carta enviada a
Venezuela por uno de los familiares de un menor se pedía
su regreso, no porque se lo extrañara, sino porque el
tiempo de
servicio
había terminado. En esta misiva se anota; "solo para que
vaya a Colombia están pagando dos millones de sucres".
Sin duda la situación de los menores en el Ecuador es
alarmante y no se observan señales
de que esta situación vaya a mejorar. En los actuales
momentos hay que apelar a la sensibilidad de los padres, quienes
al procrear a sus hijos adquieren responsabilidades
irrenunciables e intransferibles. Ninguna persona puede
garantizar estabilidad emocional en aquellos que aún no
pueden sobrevivir por sí mismos. El hecho de enviar a
estos menores a otros países para que trabajen, implica
riesgos que
los padres, por ser tales, no pueden correr. Este es un proceso
formativo y de educación que tiene
que ser cambiado.
Niños trabajadores que se quedan
Como hemos anotado en nuestro país el trabajo
infanto-juvenil crece a un ritmo acelerado. Solamente entre 1.990
y 1994 este índice se duplicó.
Sin embargo en países subdesarrollados como el nuestro
el trabajo infanto-juvenil podría ser comprendido (no
aceptado), mas cuando el niño tiene que aportar con la
economía de su hogar. Según el
Sistema Integrado de Indicadores Sociales, SIISE "el trabajo
infantil que realmente es cuestionado es aquel que se considera
peligroso en tanto atenta contra el bienestar de los
niños. Según el UNICEF (1997), el trabajo infantil
reviste características de explotación si cumple
con una o más de las siguientes condiciones: (i) trabajo a
tiempo completo a una edad muy temprana; (ii) horario laboral
prolongado; (iii) trabajos que producen tensiones indebidas de
carácter físico, social o
psicológico; (iv) trabajo y vida en la calle en malas
condiciones; (v) remuneración inadecuada; (vi) demasiada
responsabilidad; (vii) trabajos que obstaculizan
el acceso a la educación; (viii)
trabajos que socavan la dignidad y
autoestima de
los niños tales como la esclavitud o el
trabajo servil y la explotación sexual; (ix) trabajos que
perjudican el pleno desarrollo social
y psicológico"
Como anotamos anteriormente, en 1.996 se consideraba que
aproximadamente 810 mil niños/as y adolescentes trabajaban
en el Ecuador. Esta cifra sin duda se habrá incrementado
debido a la difícil situación económica por
la que vive el país.
El estudio de la UNICEF (1996) señala que la mayor
parte de niños y jóvenes trabajadores pertenecen al
sector rural, seguido de niños pertenecientes al sector
urbano marginal.
Posiblemente estos datos demuestran una cosa: los niños
del sector rural y que decidieron trasladarse junto con sus
padres a las ciudades forman parte de los trabajadores prematuros
del sector urbano.
El trabajo infantil si bien es rechazado por muchas personas,
también es muy estimulado. Ya lo anotamos anteriormente
cuando ciertas personas piensan que la incorporación
temprana de un niño al trabajo es necesaria para adaptarlo
y dotarlo de habilidades que lo beneficiarán
posteriormente.
Sin embargo, esta forma de pensar tiene varios inconvenientes,
entre ellos: un niño que realiza algún trabajo
difícilmente podrá educarse, lo que le
podría servir para cambiar su situación; y el
trabajo infantil, se quiera o no genera riesgos, sobre todo si es
desarrollado en la calle y en ciudades que tienen un alto
índice de violencia
La Convención sobre los Derechos de los Niños,
en su artículo 32, compromete a los Estados a proteger al
niño/a contra el desempeño de cualquier trabajo nocivo para
su salud,
educación o desarrollo, y a fijar edades mínimas de
admisión al empleo y
reglamentar sus condiciones. Esta norma obliga al Estado
ecuatoriano, signatario de dicha convención.
El SIISE señala además, "el tipo de trabajo, los
riesgos para la salud, el salario, los
beneficios sociales, la intensidad de la jornada de trabajo y la
estabilidad son algunos aspectos clásicos para analizar
las condiciones de trabajo. En el caso de los niños/as que
trabajan es preciso añadir una dimensión: los
riesgos de explotación económica y de abuso, tanto
físico como sexual. De hecho, en el mundo actual, los
ámbitos del trabajo infantil, además de su aporte
no remunerado a las tareas domésticas o a empresas
familiares, incluyen el trabajo servil o forzoso, la
explotación sexual con fines comerciales, el trabajo
industrial y en plantaciones y el trabajo en la calle. La
medición del trabajo infantil y sus
condiciones es imprescindible para alertar sobre las amenazas a
su derecho a la calidad de
vida.
Son precisamente las debilidades de los niños/as las
que los vuelven más codiciados por los empleadores: esto
es, se les paga menos, son más maleables e indefensos, y
es menos probable que se organicen y luchen por sus derechos.
Según el UNICEF (1997), los niños/as consiguen
trabajo con más facilidad porque a la vez, son más
fáciles de explotar. Asimismo, por sus
características físicas, los niños/as son
más propensos a los riesgos laborales. El lugar de trabajo
es uno de los factores de riesgo más
importantes. En la calle, por ejemplo, los niños/as
trabajan principalmente como vendedores ambulantes lo que los
expone a situaciones -como el tráfico- que incluso
amenazan sus vidas".
25 de octubre de 1998, Juan Chávez, trabaja en el
Parque Maldonado. Él es un betunero como otros tantos
existentes en la ciudad, de pronto una señora se acerca
donde los menores, quienes se agrupan en las bancas y les
pregunta si quieren salir a la ciudad de Guayaquil. Juan asiente
con la cabeza, tal vez porque ha oído que
en esa ciudad se gana bien.
Al igual que él otros seis menores se entusiasman con
la idea, entre ellos, Luis Guevara y Luis Colcha. Inmediatamente
la mujer, los
embarca en un taxi, rumbo al Terminal Terrestre.
Este caso es real. En esa fecha una mujer de nombres
María Guambo Lalón, dijo ser madre de uno de los
menores, por lo que inició de inmediato una acción
para encontrarlo.
Luego de averiguar en el Parque, supo que su hijo se hallaba
en ese grupo llevado
por la extraña señora. Inmediatamente optó
por acudir al Instituto Nacional del Niño y la Familia,
INNFA pues al parecer su hijo por ser trabajador prematuro,
participaba de uno de los Programas. En el
INNFA le prestaron atención e inmediatamente se trasladaron al
Terminal Terrestre, el ahorro de
tiempo era fundamental. Ya en la estación, se supo que dos
hombres habían partido con tres menores rumbo a la ciudad
de Guayaquil. Su actitud
habría sido un tanto sospechosa por lo que llamaron la
atención de los transportistas.
Personal del INNFA y de la Policía, lograron dar
alcance al autobús en el control sur y
verificar la identidad de
los pasajeros. En efecto dos personas que decían llamarse
Carlos Lemay y Carlos Humberto Lemay, padre e hijo, llevaban a
tres menores recogidos en el Parque Maldonado.
Luego de la detención, el Intendente General de
Policía, que en ese año actuaba como Juez de
Instrucción ordenó el encarcelamiento de los
presuntos plagiadores. Durante las investigaciones
Carlos Lemay, (hijo) reconoció que los menores viajaban
con él y que su objetivo era
darles trabajo en Guayaquil, como vendedores de canguil, por lo
que recibirían un mensual de 100 sucres y el 25 por ciento
producto de la
venta.
Las conclusiones del informe policial
señalan que Carlos Lemay "asume responsabilidades en su
contra por haber estado llevando a los menores a la ciudad de
Guayaquil, sin la debida autorización de sus padres o del
Tribunal de Menores". Más adelante se anota que los padres
si habrían autorizado a los menores para que salieran de
la ciudad rumbo a Guayaquil.
El caso no estaba claro por lo que Carlos Lemay (hijo) y
Carlos Humberto Lemay (padre) fueron liberados tres días
después.
Los antecedentes señalados no sirvieron de nada para
poder juzgar a
los detenidos, pues los padres de los menores, posteriormente
habrían declarado que efectivamente los menores salieron
con su autorización.
Una vez más la agilidad de ciertos abogados y
vacíos legales provocaron la salida de dos personas, en
las cuales existía una presunción cierta del
cometimiento de un delito.
Caben dos preguntas. ¿Por qué si ellos
tenían la autorización de los padres, no la
tramitaron por medio del Tribunal de Menores? y ¿es
lícito que tres menores viajen con dos personas, quienes
les someterán a un trabajo en situación de
riesgo?
El Estado ecuatoriano, garantiza la protección de todos
los menores, pero especialmente de quienes se encuentran en
situación de riesgo. El Art. 154 del Código
de Menores señala: "El Estado
protegerá al menor de la explotación
económica y contra el desempeño de cualquier
trabajo que pueda entorpecer su educación, o que sea
nocivo para su salud o para su desarrollo físico, mental,
espiritual, moral o
social".
En la Cumbre Mundial a favor de la Infancia, en
donde participó nuestro país, realizada en 1.990
existe un párrafo
que dice: "nos esforzaremos por lograr la protección
especial de los niños que trabajan y la abolición
del trabajo ilegal de menores".
Ecuador fue el tercer país del mundo, en ratificar la
Convención sobre los Derechos del
Niño, aprobada en las Naciones Unidas
en 1989. sin embargo todas estas declaraciones han quedado en
eso, simples declaraciones.
No podemos desconocer las acciones del
Estado por atender a los menores en situación de riesgo,
sobre todo en Gobiernos progresistas. Sin embargo, solo se
podrá resolver significativamente los problemas de
los menores en esta situación, mejorando el nivel de vida
de toda su familia.
El tráfico de menores es un delito
Varias son las leyes que
protegen al menor. El Código de Menores señala
claramente que un niño-ña para salir del
país tiene que cumplir con algunos requisitos, pero
esencialmente debe tener la autorización, ya sea de sus
padres o del Tribunal de Menores. Como es obvio este Tribunal
nunca iba a autorizar la salida de un menor, con alguien que no
fuese su familiar y peor para fines lucrativos.
Es por ello que los traficantes de niños decidieron
violar esta disposición y prefirieron "adaptar", las leyes
a sus propios intereses.
En Santiago de Quito, cantón Colta, la OID, hoy
Policía Judicial, encontró varias actas,
autorizando la salida de un menor. Los documentos fueron
realizados en la Tenencia Política de esta
parroquia y son elaborados en su mayoría por José
Guamán Quishpe, Teniente Político.
El acta es denominada de "mutuo acuerdo", y en ella comparecen
los padres de la menor y la persona que los lleva. Analicemos un
caso
El 26 de febrero de 1997. Alpio Delgado y María Naula,
autorizaron la salida de su hija María Rosa Delgado en
compañía de Manuel Pilamunga. La menor y sus padres
son oriundos de la parroquia Pantza, cantón Pallatanga. El
documento señala que la menor trabajará por el
lapso de seis meses en Medellín-Colombia en calidad de
empleada doméstica, por lo que se autoriza para que en ese
lapso de tiempo Manuel Pilamunga haga las veces de padre de la
menor. El acta dice "por hará valer este documento para el
paso por los diferentes lugares de control tanto en el Ecuador
como en Colombia".
Este documento según nuestro entender servía
para dos cosas, primero para el paso de la menor por los
diferentes puestos de control migratorio, tanto en el Ecuador,
como en Colombia o Venezuela, según fuere el caso y
segundo para dejar constancia de un "trato", posiblemente
económico y que beneficiaba a los padres y que obviamente
no se hacia constar en el acta.
La pregunta es: ¿este documento fue considerado
válido por las autoridades migratorias? Al parecer y en
una primera impresión la respuesta sería sí,
pues de no haber surtido efecto, no se habría firmado
más de una acta. Según una investigación realizada por la
Fundación de Solidaridad y
Rescate, Fundesor, más de ocho actas similares a la
analizada fueron elaboradas en la tenencia política de
Santiago de Quito.
A criterio del Tribunal de Menores, estas actas son totalmente
ilegales y violan el Código de Menores. Los
niños-as no pueden salir del país si no cuentan con
la autorización del Tribunal de Menores, de esta forma el
Estado garantiza la seguridad del
menor. Esto se suma a que la Tenencia Política de Santiago
de Quito, asumió funciones que no
le correspondían, lo que se conoce con el nombre de
prevaricato.
Una vez que un menor sale del país, la única
ley que lo
amparará será la que le señale su
"representante legal".
Sin embargo existe una salida para aquellos menores que por
algún motivo salieron ilegalmente de un país. Esos
instrumentos se conocen como los tratados o
convenciones internacionales, que son firmados de Estado a
Estado.
El 25 de octubre de 1980, en La Haya-Holanda, varios Estados
firmaron la "Convención sobre los aspectos civiles del
plagio internacional de menores". Dicho documento en varios de
sus artículos señala algunas pautas a seguir cuando
un menor sale ilegalmente de su país de origen.
Por ejemplo en el artículo uno, referente a los
objetivos de
la Convención se anota: a) "Asegurar el regreso inmediato
de los menores trasladados o retenidos ilegalmente en todo Estado
Contratante…"
En nuestro caso, los menores que salieron del Ecuador, sea
mediante una acta ilegal o sin ella, podrían ser devueltos
a su país de origen, siempre y cuando países como
Colombia y Venezuela hayan ratificado dicha
Convención.
En el caso del Ecuador esta Convención fue ratificada
mediante la publicación en el Registro Oficial
del 29 de septiembre de 1992.
En el artículo tres se señala cuándo el
traslado o retención de un menor ha sido ilegal. En el
párrafo a), dice: "Si ha tenido lugar en violación
de los derechos de custodia atribuidos a una persona,
institución u otro organismo, solo o conjuntamente, de
acuerdo con la Ley del Estado en el cual el menor tenía su
residencia habitual inmediatamente antes de su traslado o de su
retención".
Esto se aplicaría claramente a los casos analizados
anteriormente. Los menores salieron del país mediante la
firma de actas ilegales. Además su custodia no puede ser
transferida por parte de los padres, si de por medio no existe un
trámite en el Tribunal de Menores.
Por donde se mire la salida del país de los "menores
encargados", es ilegal. Sin embargo faltaría un
instrumento para poder procesar a quienes incurren en este delito
-Que el tráfico de menores sea considerado dentro del
Código Penal, como lo que realmente es: un delito-.
El pedido de que el tráfico de menores sea sancionado
por el Estado ecuatoriano, guardaría concordancia con el
pedido de varios organismos no gubernamentales que trabajan con
niños como Defensa de los Niños Internacional,
organismo que ha venido solicitando insistentemente la
inclusión de este tema en el seno del Congreso Nacional,
con el fin de que un articulado sea incluido en el Código
Penal.
Además el Código de Menores señala
claramente la necesidad de que los menores sean protegidos del
tráfico ilegal al señalar en su artículo
195: "El Estado por medio de los organismos competentes,
tomará todas las medidas necesarias de carácter
nacional, bilateral y multilateral, para prevenir y sancionar el
tráfico, el secuestro, la
venta o la trata de menores y las adopciones ilegales para
cualquier fin y en cualquier forma"
Las disposiciones en defensa de los menores están
ahí, solo faltaría aplicarlas.
CAPÍTULO II
Caso Chito Mocha:
Develando una realidad
20 de febrero de 1997, para muchos esa fecha es imborrable.
Antonio Chito Mocha de 75 años de edad, analfabeto y
María Dolores Balla son detenidos por elementos de la
Policía de Migración.
La causa: llevaban 6 menores de edad; tres oriundos de la
parroquia Tixán, dos de Columbe y uno de Licto.
Según la información difundida por Diario El
Comercio,
Chito Mocha habría pasado la frontera la
mañana del jueves con los menores y los habría
dejado al cuidado de su mujer en la ciudad de Ipiales, mientras
él y su hijo realizaban algún trámite en el
Ecuador. Esto fue aprovechado por la Policía para
detenerlo.
Pero esta detención pudo tener un antecedente, cuando
el 15 de febrero del mismo año, por medio de Diario La
Prensa de
Riobamba, el autor de este trabajo denunció el
tráfico de niños, por medio de un artículo
periodístico. Esto fue leído por el padre de una de
las menores desaparecidas, quien se trasladó a la frontera
Colombo-Ecuatoriana, y alertó a la Policía de
Migración, sobre indígenas que estaban llevando a
menores a Venezuela y Colombia.
Los menores luego de la detención de Chito Mocha fueron
trasladados al Instituto Virgilio Guerrero y al Hogar de
Tránsito de Mujeres.
El 20 de febrero la Oficina de
Investigación del Delito de Pichincha emite un primer
informe sobre este caso. De el se desprende que en poder de Chito
Mocha se encontraron once partidas de nacimiento de menores que
fluctuaban entre los 9 a 17 años.
En su declaración Antonio Chito dijo haber residido 18
años en Venezuela, en la ciudad de Caracas, en donde era
comerciante en los mercados de
Capitolio, La Ganga y La Hoyada. Esta no era la primera vez que
llevaba menores de edad a trabajar, pues en tres ocasiones
anteriores llevó a cinco menores, por los cuales
pagó o prometió el pago de un millón de
sucres.
En carnaval de 1997, Chito Mocha -según su propia
declaración- recorre las poblaciones de Tixán, en
donde recoge tres menores; Licto un menor y en Riobamba un menor.
Por ellos paga un anticipo de 200 a 300 mil sucres y promete un
pago de un millón quinientos mil sucres anuales.
Una vez que realizan el viaje hasta el puente de Rumichaca,
Chito Mocha, María Balla y Rodolfo Chito Tene, cruzan la
frontera Colombo-Ecuatoriana, con los seis menores, avanzando
hasta Ipiales, ciudad donde quedan los menores al cuidado de
María Balla, mientras Antonio Chito y Rodolfo Chito,
cruzan la frontera con la finalidad de poner los sellos de
migración en algunos documentos.
Chito Mocha declaró en esa fecha que había
llevado en total a 17 menores y que en la actualidad 12 de ellos
habían sido devueltos al país.
El informe de la OID de Pichincha, concluye que Chito Mocha
violó las disposiciones Nros. 197 y 155 del Código
de Menores, que hablan sobre la prohibición del trabajo en
relación de dependencia de los menores de 14 años y
de la salida de los menores del país sin la
autorización de sus padres o del Tribunal de Menores.
Además se lo responsabilizó de fraguar una
partida de nacimiento en el Registro Civil de Colta de un menor
que nació en otro país.
Luego de la detención de Antonio Chito Mocha, sus
abogados defensores insistieron en que su cliente era
inocente de todos los cargos de los que se le acusaba. Para
demostrarlo, llevaron hasta la ciudad de Quito a las madres de
los menores, quienes afirmaban haber enviado a sus hijos por su
condición de extrema pobreza.
En cierta manera, estas afirmaciones desvirtuaban el hecho de
que Chito Mocha haya infringido las leyes de Código de
Menores. Se trataba únicamente de "un encargo de padres
pobres para que sus hijos aprendieran a trabajar en el exterior",
lo que nuestras leyes no lo tipifican como un delito.
Luego de iniciado el proceso en uno de los Juzgados de lo
Penal de Pichincha, éste pasó al Juzgado Segundo de
lo Penal de Chimborazo, donde se dio el trámite
respectivo.
Antonio Chito fue trasladado al Centro de
Rehabilitación Social de Riobamba, el 10 de marzo. En todo
momento se negó a dialogar con la prensa local, pues
consideraba que le habían hecho mucho daño.
Desde que el proceso se inició en Chimborazo, el
fiscal de lo
Penal buscaba pruebas que
comprometieran a Chito Mocha, para ello el Dr. Humberto Gallegos,
tomó contacto con la Fundación Ecuatoriana de
Solidaridad y Rescate, Fundesor, organismo creado por familiares
de menores desaparecidos. No obstante Fundesor solo pudo
colaborar con el fiscal informándole sobre los casos de
desapariciones. Nada en concreto
contra Chito Mocha.
Una pieza clave en las investigaciones pudo haber sido el
testimonio de María Rosario Tarco Bacuy, quien
regresó al país
en marzo de 1997, ella habría sido la única
persona que pudo haber testificado en contra de Chito Mocha, pues
presuntamente fue víctima de rapto. Sus padres afirmaron
no haber autorizado que su hija salga del país, por tanto
se trataba de un delito. Sin embargo, María Tarco nunca
quiso testificar en contra de Chito Mocha. Más adelante
conoceremos la historia de esta joven.
El informe de la OID tampoco determinó presunciones
serias de rapto en contra de Chito Mocha, señaló
"que se han establecido graves presunciones de responsabilidad
por el delito de explotación económica,
tráfico ilegal y en algunos casos abuso y malos tratos".
Todo esto no bastó para señalar culpabilidad
en un hombre que
veía muy cerca su libertad.
En efecto, la liberación de Chito Mocha se hizo
efectiva en septiembre de 1997, por falta de pruebas. El Juez
Segundo de lo Penal, Miguel Guambo Llerena, manifestó que
la libertad se hacía efectiva, pues no se pudo comprobar
el delito de rapto o secuestro. En esa ocasión el juez
dijo que no correspondía acusar al detenido de
tráfico de menores, pues ese delito no existe en el
Código Penal.
Pese a todas las afirmaciones en este caso, corresponde una
interpretación. Si bien el tráfico
de menores, como delito, no existe, éste sí es una
realidad. Los niños/as trabajadores salían sin la
autorización del Tribunal de Menores, único
organismo que pudo autorizar las salidas. Los documentos nunca
estuvieron en regla, lo que evidentemente constituye una
anormalidad, que extrañamente no es sancionada por las
leyes penales. Delito o no, ésta es la realidad.
CAPITULO III
Historias que
contar
La niña que desapareció con su
bicicleta
María Fernanda Barreno tenía 10 años y
nueve meses de edad, cuando desapareció. Este suceso se
dio el primero de enero de 1995.
En ese entonces sus familiares relataron que la niña se
perdió mientras se encontraba jugando en la calle con su
bicicleta, que había sido comprada la Navidad
anterior. Al parecer esa no era la primera vez que María
salía a jugar, recorriendo las calles de su barrio,
aprendiendo a manejar el pequeño vehículo.
Niña y bicicleta desaparecieron. Nunca nadie se
imaginó que desde ese primero de enero no la
volverían a ver.
Como es lógico la pérdida afectó mucho a
toda su familia, especialmente a los padres, quienes veían
a María como la más querida, pues era la
última de 9 hermanos, quienes le prodigaban amor y
cariño.
La búsqueda fue intensa y se extendió por varias
ciudades del país. Luego de la pérdida que fue muy
comentada por todos los riobambeños se intentó
organizar una Fundación para la búsqueda de
niños perdidos y para ofrecer asistencia a sus familiares.
Esta tarea se inició casi enseguida, con la
participación del ex-Gobernador de Chimborazo, Sr. Ruffo
Didonato, quien ayudó en la adquisición de una
casa, la cual sería rifada con la finalidad de reunir
fondos y estructurar esta Fundación, que al decir de sus
organizadores serviría para buscar a María Fernanda
y a otros niños desaparecidos.
La iniciativa no tuvo la acogida necesaria, por factores que
no nos compete analizar, la Fundación no se llegó a
formar.
Luego de dos años, antes de que estalle el
escándalo Chito Mocha, los familiares de María
Fernanda Barreno vuelven a iniciar las gestiones con la finalidad
de estructurar una Fundación para el rescate de
niños perdidos. En esta vez se incorporan al grupo los
familiares de Marcelita Guamán y de otros niños y
jóvenes perdidos en esta temporada.
Si bien la Fundación ayudó en la
recuperación de desaparecidos, jamás se tuvo una
pista real del paradero de María Fernanda, excepto un
hecho que a continuación reseñamos.
El 16 de mayo de 1997, una menor de nombres María
Hermelinda Sagñay, (de la que reseñaremos
más adelante) regresó desde Venezuela con una
historia que contar. En diálogo
con el autor, la niña relató cómo fue a
parar en un Hospital debido a serias quemaduras en su cuerpo.
En la entrevista
dijo haber conocido a una niña mayor de edad, mestiza y
que sabía escribir. Ella le habría dicho que se
llamaba María Fernanda y que había dejado su
bicicleta en la calle –un detalle muy importante
¿María Fernanda extrañaba su bicicleta?.
Pero si este hecho es asombroso, veamos lo que pasó
cuando revisaron las posesiones de María Hermelinda al
llegar al Ecuador. En uno de los bolsillos de su mameluco se
encontró un papel con un nombre: María Fernanda
Barreno Guijarro. Según María Sagñay ese
papel le entregó la misma María Fernanda, cuando le
estaba enseñando a escribir.
Una prueba de esa afirmación podría ser el hecho
de que María Sagñay sabía escribir el nombre
de María Fernanda.
Esto demostraría que María Fernanda está
en Venezuela, como una de las menores llevadas a ese país.
Conviene hacer una consideración: Si el papel encontrado
fue puesto intencionalmente, caben dos preguntas:
¿quién esta interesado en confundir a los
familiares de María Fernanda? y ¿por qué
María Sagñay se prestaría a corroborar la
versión?
Otra desaparición un primero de enero
El primero de enero de 1996, nuevamente la
tragedia de la pérdida de una menor se hizo presente en el
hogar de una familia.
Ese día Marcelita Noemí Guamán
Zúñiga, siendo las diez de la mañana,
salió de su hogar rumbo a una librería, ubicada en
la esquina de su casa. Tenía que realizar una tarea y
debía comprar una papel ministro. Sin embargo nunca
regresó a su hogar
Este extraño suceso ocurrió en el barrio La
Panadería, donde los Guamán Zúñiga
tienen su hogar.
Al igual que María Fernanda Barreno, Marcelita era la
última de sus nueve hermanos y por lo tanto la más
querida.
Luego de conocido el hecho, los familiares de la niña
iniciaron una intensa búsqueda, empezaron por el barrio,
luego por la escuela
"Martiniano Guerrero", donde Marcela era alumna y finalmente por
varias ciudades del país. Su padre Bolívar
Guamán gastó todos sus ahorros en la
búsqueda.
Cuando Marcela Guamán desapareció vestía
tan solamente una camiseta de su escuela, una pantaloneta
floreada y zapatillas. Fue como si se hubiera preparado para una
larga caminata.
La desaparición de Marcelita dolió mucho a todos
los que la conocían, una niña alegre, bien educada
y perteneciente a una familia muy grande, pero así mismo
muy unida. Era imposible de creer que a una familia tan buena le
estuviera sucediendo esto.
Luego de la desaparición de Marcelita, sus familiares
se unieron a la
organización Fundesor, sabían que no
podían luchar solos para recuperar a su niña. Todos
los esfuerzos fueron inútiles, el más entusiasta en
su búsqueda era su padre, quien recibía fuerzas de
su esposa e hijos.
Luego de la denuncia realizada por el autor sobre el
tráfico de niños en la provincia, Bolívar
Guamán decidió viajar a la frontera para alertar a
las autoridades de migración sobre lo que estaba
ocurriendo. Tomó contacto con las autoridades de
migración, con la finalidad de que ellos vigilen la
frontera. Esta acción habría sido definitiva para
la captura de Antonio Chito Mocha.
Pese a las constantes investigaciones, no se
logró determinar que Marcelita Guamán estuviera en
países como Colombia o Venezuela, víctima de los
traficantes de niños.
La búsqueda de Marcelita, llevó a Bolívar
Guamán a viajar a Venezuela. Sus constantes gestiones
provocaron este viaje, que tuvo una duración de cuatro
semanas.
Pese a las averiguaciones en dicho país no logró
conocer nada acerca del paradero de su hija. Visitó los
lugares en los cuales, alguna vez niños ecuatorianos
pululaban en las calles, en busca de alguna pista concreta. A su
regresó nos contó su historia.
¿Cuándo viajó Ud. A Venezuela?
Yo salí el 30 de julio de 1998 y regrese el 30 de
septiembre, pude pasar un mes en Caracas.
¿Gracias a quién pudo Ud. Viajar?
Bueno en verdad, los políticos no me ayudaron mucho,
pero por suerte había estado reemplazando al Diputado
Miguel Lluco, la Sra. Lupe Ruiz, ella me ayudó a
salir.
Una vez que Ud. llegó a Caracas ¿Qué
hizo?
Cuando llegue a Caracas, fui donde una familia del
cantón Guano que residen ahí, a quienes agradezco.
La ciudad la conocí recorriendo y poco a poco me guiaba
por los edificios. A los quince días empece a pegar los
anuncios de mi hija Marcelita. A los cinco días empece a
recibir llamadas de las personas que trabajaban con esta mafia,
que se llevaban los niños para allá, ellos me
decían "su hija se encuentra aquí en Caracas".
Según las referencias que me dieron dijeron que se
trataba de otra persona, por al parecer quienes llevan a los
niños ya les cambian los nombres.
La señora que me llamó decía ser de la
ciudad de Ambato y que "al ser ecuatoriana y madre de familia me
dolía esta situación". Ella dijo además que
"ha trabajado con estos 25 años y conozco a estos
desgraciados como traen a los niños. Cuando cayo Antonio
Chito allá, Aquí cayó Manuel Chito, el
hermano, cuando cayó, cayó con cien niños en
la casa, de todos las edades, para la venta. No son solamente los
dos son cinco los mafiosos que hay, un Lata, un Huacho y otro,
creo que es Quishpe".
Al recorrer los mercados ¿Qué es lo que
encontró?
La verdad es que les habían puesto un ultimátum
a ellos (los traficantes) –niño que se encuentre
vendiendo baratijas, será deportado a su país-
entonces ese temor tuvieron y como cayeron presos se cuidaban
mucho.
En el INAM (Instituto Nacional del Menor), me informaron que
ellos estuvieron a cargo de cientos de niños, al
enseñarles la foto de mi hija dijeron no reconocerla.
Ellos me informaron que estas personas (los traficantes) tuvieron
un gran poder y una gran caída. Son dueños de todo
un mercado que compraron a costa de las lágrimas de padres
de familia y de los niños. Fuera de eso el Gobierno les
pagaba, pues por cada niño que estudiaba el Estado les
paga a los padres de familia 50 mil bolívares, como ellos
tenían papeles ficticios diciendo que eran los padres,
mandaban a los niños a las escuelas nocturnas y cobraban
ese dinero.
¿Qué le informaron las personas ecuatorianas
que residen allá?
Bueno antes de yo llegar, no creía esas cosas. Los
ecuatorianos de los que me hice amigo decían que
había niños que lloraban de arriba para abajo.
Ellos (los traficantes) andaban con los niños por la
calle, asomaban 20, luego 15 y luego desaparecían, vuelta
llegaba una nueva remeza.
Mi llegada a Caracas fue tarde, pues la Policía
había realizado las batidas, pero yo sé que ya no
pueden hacer esas cosas. Ahora se ocultan para traficar con los
niños.
¿Sentía mucho miedo?
Bastante temor, porque existían muchas muertes. Matar a
una persona es allá como matar a un perro y nada
más. Sentía bastante temor, mas que todo andando
solo.
Al embarcarse en el avión de regreso, pensó
que su misión
quedó inconclusa
Bueno, la verdad es que pense que debí ir apoyado por
alguna autoridad para
poder decir: "Miren allí están los chicos, hagan
algo". Con las autoridades de allá he hablado, incluso con
la INTERPOL, pero para poder iniciar algún operativo se
necesitaba el apoyo de alguna persona o autoridad.
Este caso ha sido olvidado por muchos. ¿Qué
le recomendaría a las autoridades?.
Bueno, quisiera que ellos supieran lo que es perder a un hijo,
a un ser querido. Es lo más duro en la vida, preferible
verle muerto pasado por un tractor o lo que sea, pues ya se sabe
que está en la tumba, antes que verle desaparecido. Que
persona puede estar bien, al menos tratándose de un
niño. Aunque ellos estén bien nunca es lo mismo,
pues nosotros como padres sabemos como tratarles con amor. Es lo
más cruel que pueden hacer estas personas, llevarse a los
niños.
¿Usted no pierde las esperanzas de encontrar a
Marcelita?
Yo, en ningún momento puedo perder las esperanzas. El
momento en que pierda las esperanzas dejaría de ser padre.
Yo sigo en esa lucha en la esperanza del Divino Dios, el poder
verle en algún momento. Pido para que Dios le dé
fuerza (a
Marcelita) para que llegue a la casa escapando de donde se
encuentre, ese es mi deseo no solamente por mi hija, sino por
todos los niños que están fuera de sus hogares.
María Rosario volvió a casa
Luego de la detención, proceso y liberación de
Antonio Chito Mocha, uno de los casos más publicitados por
el tráfico ilegal de menores fue el de María
Rosario Tarco Bacuy.
Esta joven, menor de edad trabajaba diariamente con sus padres
en los mercados de Santa Rosa y La Condamine. Su tarea
consistía en vender productos de primera necesidad. Sin
duda es en uno de estos mercados en donde María Tene,
esposa de Antonio Chito, la conoce y comienza a convencerle para
que trabaje con ella.
Poco a poco la menor de edad es convencida para que trabaje
con la familia Chito Tene. El 9 de marzo de 1996, María
Rosario se decidió a trabajar con la familia Chito.
En una nota de diario "El Universo", del
7 de marzo de 1.997, María Rosario cuenta cómo fue
convencida por María Tene: "Un día mientras
vendía legumbres, se me acercó la señora
María Tene de Chito y me dijo que si quería
trabajar para ella que la siguiera. La señora me
llevó a su casa en Riobamba y al llegar me puso a encerar
el piso, cuando terminé le pedí permiso para irme a
mi casa y avisarles a mis padres, dónde me encontraba,
pero ella se negó a dejarme salir"
En la misma nota de prensa, María Rosario señala
que luego de pasar un día encerrada en una
habitación, fue llevada en una camioneta, junto con otros
niños, a la casa de un hijo de Chito Mocha, de ahí
partieron rumbo al puente internacional de Rumichaca.
El cronista de "El Universo"
señala además: "Al ser preguntada sobre la
travesía entre Colombia y Venezuela, María Rosario
recuerda "Eramos en total siete niños, siempre
viajábamos en la noche porque Antonio Chito y su mujer
tenían el temor de que la policía los agarrara,
para evitar eso, ellos siempre avanzaban primero, luego nos
hacían pasar a nosotros".
Al llegar a Venezuela la vida de María Rosario Tarco
Bacuy cambió drásticamente, lo que comenzó
como un sueño para mejorar económicamente se
convirtió en un verdadero infierno. Según cuenta
María Rosario, al llegar a Venezuela se establecieron en
la casa de los Chito Tene en Catia, "En esa casa la señora
nos despertaba a las tres de la mañana y nos hacía
lavar ropa, nos ponía a limpiar la casa y luego a cocinar.
Nunca nos daban café y
cuando terminábamos las tareas nos llevaban al mercado a
trabajar".
Luego de 10 meses de vivir esta situación, María
Rosario decidió escapar de esta situación,
refugiándose en la casa de una familia
caraqueña.
La situación de esta joven indígena, originaria
de la comunidad de
Pachacshi, parroquia Punín, fue conocida gracias a dos
reportajes de diario "El Universo", publicados el 3 y el 7 de
marzo de 1997.
Feliciano Tarco Zamora, padre de María Rosario Tarco
Bacuy, conoció del paradero de su hija, poco
después de publicada esa nota. Según dijo
recibió una llamada telefónica de un pariente
cercano, quien le comunicaba que su hija estaba en una nota de
"El Universo". Inmediatamente se apresuró a buscar un
periódico de esta fecha,
encontrándose con la fotografía
de su hija, totalmente cambiada.
A partir de ese momento Feliciano Tarco y María Juana
Bacuy, comenzaron las gestiones para que su hija pueda regresar
al hogar que había abandonado un año
atrás.
El regreso de María Rosario.
Durante un mes, a partir del 6 de marzo, los padres de
María Rosario hicieron todo lo posible para recuperar a su
hija, participaron constantemente de las gestiones realizadas por
la Fundación Ecuatoriana de Solidaridad y Rescate,
Fundesor, organismo creado en febrero de 1996.
Antes de esta participación con Fundesor, Feliciano
realizó una gestión
en febrero del año 1997, durante las fiestas de carnaval.
Según cuenta, se acercó hasta la casa de Antonio
Chito Mocha en la ciudad de Riobamba, para poder hablar con
él, en este lugar tomó contacto con el hijo de
Antonio Chito Mocha, quien dijo no conocer nada del caso. En una
nota de diario La Prensa del 6 de marzo de 1997, se da cuenta de
este encuentro "El hijo de Chito Mocha le habría
manifestado que no estaba seguro del
destino de su hija, pues ellos habían llevado cinco
menores el año pasado (1996), quienes habrían sido
repartidos por Colombia, Venezuela y por nuestro país.
Además habrían manifestado que no conocen a
María Rosario pues en Venezuela a todas las trataban de
"Marías".
En esa ocasión el hijo de Antonio Chito Mocha,
habría solicitado a Feliciano Tarco, una carta o una
grabación para de esta manera localizar a su hija. Estas
dos peticiones no fueron cumplidas por la familia Tarco Bacuy por
temor a represalias contra su hija, por lo que el caso
quedó allí.
Durante el mes de marzo, la familia Tarco Bacuy hizo las
gestiones para que su hija regrese al país. En este
proceso participaron directamente Fundesor, La gobernadora de
Chimborazo, Lic. Lolita Díaz de Salazar, el Instituto del
Niño y la Familia (INNFA) y la Cancillería de
la
República.
María Rosario en marzo de 1997, permanecía en el
consulado del Ecuador en Venezuela, mientras sus padres
realizaban las gestiones para recuperarla. La Cancillería
informaba de todos los pasos a Fundesor y a la familia Tarco por
medio de la Gobernación de Chimborazo. El INNFA,
donaría el pasaje para traer de vuelta a María
Rosario.
Por fin, el viernes 21 de marzo de 1997, a las 19h00,
María Rosario llegó al país en un vuelo de
AVENSA. Ella fue la primera joven que regresó al
país luego del estallido de este escándalo
internacional.
Una delegación de 29 personas de Fundesor viajó
hasta la ciudad capital a
recibir a la joven, quien al llegar al aeropuerto fue
entrevistada por los medios de
comunicación televisivos. El despliegue informativo
fue enorme, incluso se improvisó una rueda de prensa.
Al llegar a la capital, la menor no quiso dar mayores
declaraciones, pues se encontraba muy confundida y sorprendida
por esta situación. En todo caso lágrimas y abrazos
fue la tónica del encuentro entre padres e hija.
María Rosario fue recibida en el aeropuerto Mariscal
Sucre por sus familiares y por el Embajador Gonzalo Salvador,
Subsecretario Político del Ministerio de Relaciones
Exteriores. Ella llegó hasta la ciudad de Riobamba, la
madrugada del sábado 22 de marzo.
Durante una entrevista,
María Rosario demostró mucha timidez para contestar
las preguntas. Sin embargo dio algunos detalles de su permanencia
en Venezuela. Dijo que había sufrido varios maltratos por
parte de la familia Chito Tene, como golpes, encierros, falta de
alimento, celos de la mujer de Chito Mocha e incluso amenazas de
muerte.
Habló sobre su viaje con Chito Mocha,
señaló que cuando ella salió del
país, lo hizo con cinco menores más, en total
viajaron tres hombres y tres mujeres. Niños de 6 y 8
años, que también eran llevados hasta ese
país.
En Venezuela sus actividades se centraban en cocinar, lavar,
vender ropa en el mercado y otros oficios. Jamás
recibió pago alguno.
Afortunadamente para María Rosario Tarco Bacuy, la
pesadilla caraqueña llegó a su fin. Ya en la
población de Punín, su padre contó que a
María Rosario le era muy difícil acostumbrarse a su
nueva vida. Volvió a vestirse como una indígena del
sector de Punín.
María Rosario nunca declaró en el juicio que por
tráfico de menores se llevaba adelante en el Juzgado
Segundo de lo Penal en contra de Chito Mocha. Nunca se conocieron
las causas para que tomara tal decisión. Su testimonio
habría sido una prueba contundente en el proceso.
La historia de Margarita
Posiblemente una de las historias que más conmovieron a
quienes cubrimos toda esta serie de hechos referentes a la salida
de menores de nuestro país, es la que involucra a
Margarita Quigla.
Ella fue llevada a Venezuela en 1990, cuando su madre, que
lleva el mismo nombre, Juana Margarita Quigla, cedió ante
las pretensiones de un hombre llamado José Arsenio
Cujilema, quien en innumerables ocasiones le pidió a su
hija.
Según este indígena, oriundo del cantón
Colta, su hija necesitaba de una persona que la
acompañara, por ello escogió a Margarita Quigla,
quien en ese entonces contaba con tan solo 13 años. La
madre de Margarita, en varias ocasiones se negó a entregar
a su hija, pero habría sido tal su insistencia que, a la
final, la madre accedió, pero bajo dos condiciones: la
primera se refería a que Margarita, la hija,
estaría en permanente contacto con su madre y la segunda;
que ella permanecería en el cantón Colta.
Todas estas promesas no pasaron de ser eso, pues cuando Juana
Margarita salió de su hogar, su madre nunca se
imaginó que la volvería a ver, pero siendo ya
adulta.
Como sucede en la mayoría de estos casos el
engaño fue la mejor manera para arrebatar a una hija de su
hogar. Margarita Quigla nunca llegó al cantón
Colta. En varias ocasiones, la madre trató de saber su
paradero. Sin embargo, nunca pudo llegar a determinar el destino
cierto de su hija. En todas partes se le negaba
información.
Luego de algunos meses logró encontrar a Cujilema a
quien averiguó sobre el paradero de su hija, éste
le habría respondido que no se preocupara pues su hija
estaba en perfectas condiciones y muy "enseñada".
La duda siempre estaba presente en esta mujer, que
suponía que algo raro pasaba. Así, mediante
investigaciones posteriores llegó a saber que su hija tuvo
un destino: Colombia, país a donde habría ido en
compañía de una hija de Cujilema. Pero lo que
más desesperó a Margarita fue el hecho de que no se
conocía bien el estado de la joven, había tres
presunciones: que ella se habría perdido en ese
país, que habría sido llevada a Venezuela o que, a
la final, falleció.
Pese a todas estas condiciones adversas, Juana Margarita nunca
perdió las esperanzas de volver a ver a su hija.
Una carta salvadora
La respuesta a tantas plegarias y oraciones de esta mujer, que
lo único que quería es ver nuevamente a su hija,
tuvieron una respuesta que fue fundamental. En julio de 1993,
llega una carta a la parroquia Pungalá, población
muy cercana a la comunidad de
Alao, lugar donde vive Margarita Quigla. En la misiva un
sacerdote confía al párroco de Pungalá la
misión de buscar a Margarita y decirle que su hija
quería verla.
La carta salvadora, venía desde la ciudad de Maracaibo,
Venezuela, y era enviada por el padre Antonio Grace, quien
explica que una joven que fue traída hace tres
años, sin documentos, quiere comunicarse con su madre,
quien, dice, vive cerca de la parroquia Pungalá, para ello
envió escritos varios números telefónicos
del convento de su comunidad.
La carta fue la pieza clave para que Margarita supiera
dónde realmente estaba su hija. Ella se comunicó a
los teléfonos indicados y pudo hablar con su hija. Una voz
lejana le explicó lo que le había ocurrido. Las dos
mujeres lloraron.
Pese a todo, Margarita no hallaba la forma de que su hija
volviera. Ella estaba en Venezuela y no contaba con los recursos para
traerla. Frente a estas dificultades decidió denunciar su
caso y unirse a la Fundación de Solidaridad y Rescate,
Fundesor. Participó de una marcha realizada en la ciudad
de Quito y dio a conocer su caso a las autoridades de la
Cancillería.
Un alcalde salvó a Margarita
Pese a las constantes movilizaciones, Margarita Quigla no
hallaba respuesta a sus pedidos. Sus esperanzas, a pesar de ser
una mujer fuerte, decaían.
Pero llegó otro hecho que fue definitivo para el
regreso de Margarita. En los primeros días del mes de mayo
de 1997, el alcalde de Guamote, Mariano Curicama, es invitado a
la ciudad de Maracaibo a un curso internacional. Esta era la
oportunidad que se esperaba para poder rescatar a Margarita. Un
alcalde consciente de esta problemática viajaría a
la ciudad donde se encontraba la joven Margarita.
Unos días antes de su viaje el alcalde, en una
entrevista con la madre de Margarita, conoció todos los
pormenores de su pérdida y ubicación. Una carpeta
fue entregada al burgomaestre, quien aceptó gustoso
ayudar.
Así, el alcalde Curicama llegó a Venezuela y se
puso en contacto con el padre Antonio Grace y con la joven
Margarita. Juntos hicieron los respectivos contactos; se hizo
indispensable un viaje de Maracaibo a Caracas con el fin de
arreglar su situación legal.
Por fin, el 9 de mayo Margarita Quigla regresa al país
en compañía del alcalde Curicama. Hizo falta pedir
"cuotas" para reunir el dinero para
el pasaje de la joven. La entrega formal de Margarita se hizo
efectiva el lunes 12 de mayo cuando, en presencia de las
principales autoridades de la provincia, el alcalde Mariano
Curicama, con emotivas palabras entregó a la joven a su
madre. Las dos mujeres se abrazaron y derramaron lágrimas
que –seguro- salían de sus corazones. Una foto
muestra a Margarita abrazando a su madre, a quien volvió a
ver luego de siete años. Detrás de ella
quedó otra historia de dolor que no podemos contar.
Un accidente fue su salvación
María Sagñay es una menor ecuatoriana asilada en
un hospital de Venezuela. La causa para que haya sido internada
en la casa de salud se originó en un accidente casero.
Mientras cocinaba para varias personas, se derramó
algún líquido hirviente que le produjo quemaduras
de tercer grado en su brazo izquierdo.
Mientras María permanece en el hospital, sus
"protectores" han preferido no acercarse hasta su cuarto para
evitar problemas con migración, pues la niña fue
llevada ilegalmente a Venezuela. Inmediatamente, los funcionarios
del hospital se ponen en contacto con las autoridades policiales
de Caracas, con el fin de canalizar acciones, para resolver la
situación de esta joven ilegal.
Luego de algunos días de la hospitalización de
María Sagñay, el Consulado del Ecuador en Venezuela
abocó conocimiento
de la situación de la menor e inmediatamente
propició el regreso de María Sagñay.
El ocho de abril de 1997, el Embajador Gonzalo Salvador,
Subsecretario Político de la cancillería,
envía un telegrama oficial a la Gobernadora de Chimborazo,
Lic. Lolita Díaz de Salazar, para procurar la llegada de
la menor hasta su lugar de origen. Inmediatamente la primera
autoridad de la provincia toma contacto con Fundesor para iniciar
las acciones.
Una vez que se conocieron los nombres completos de
María Hermelinda Sagñay Llinín, se
realizó una investigación para dar con sus
más cercanos parientes. Su madrastra fue localizada el 9
de abril.
Según una nota publicada por el autor en el Diario La
Prensa del 10 de abril de 1997, se informa que la menor
tendría aproximadamente 13 años de edad y
habría sido enviada hasta Venezuela en el mes de marzo de
1997, un mes antes. Señala, además: "La menor
pertenece a la comunidad de Chancahuan, parroquia Cajabamba,
cantón Colta y se espera pueda regresar al país en
los próximos días".
Por versiones de la madrastra, se conoció que la madre
biológica de María se habría despreocupado
mucho de ella, además su padre vivía y trabajaba en
la ciudad de Guayaquil, por lo que la menor fue enviada hasta
Venezuela, "para que aprendiera a trabajar".
Un ingrediente adicional se incluía en esta historia:
la existencia de una declaración juramentada avalizada por
el Notario Público de Penipe, Jorge Enrique Villa, el 10
de marzo de 1.997 en la que José Manuel Sagñay Rea,
padre de María, reconoce que "di consentimiento expreso y
voluntario para que mi hija…, de trece años de edad,
pueda salir del Ecuador con destino a la ciudad de
Caracas..".
En este mismo documento se da a conocer el nombre de la
persona que lleva a la menor hasta esta ciudad "la señora
María Lata Anta, pariente cercana de mi hija, quien le
dará la respectiva educación".
Sin duda, la escritura
pública busca descargar responsabilidades de María
Lata, pues en una de sus partes señala: "por lo tanto debo
aclarar que no se trata de ningún secuestro o
tráfico de menores, por lo que deslindo desde ya
cualesquier reclamo que de esta naturaleza se
pudiera dar ". El documento fue realizado el 10 de marzo, quince
días después de la detención de Chito Mocha,
además no es la primera vez que se menciona el nombre de
María Lata, pues en febrero de 1997, regresaron tres
menores al país y uno de ellos portaba una carta dirigida
a esta mujer.
Finalmente, gracias a las gestiones de la Cancillería y
del INNFA, institución que donó el pasaje
aéreo, María Hermelinda Sagñay, pudo
regresar al Ecuador el 16 de mayo de 1997, plenamente
restablecida en su salud y con una odisea que contar.
La historia de María Sagñay, no es tan diferente
a la de los demás menores. Indígena muy vivaz y de
mirada triste, contó al llegar sus prematuras experiencias
por ese extraño país. He aquí la
transcripción de una entrevista hecha, poco después
de su llegada a Riobamba.
¿Quién te llevó a Venezuela?
Me llevó Manuel Chito. Él me llevó desde
mi casa, de la mano de mi abuelita.
¿Cuántas personas viajaron contigo a
Venezuela?
Conmigo viajaron tres niños más. Uno se llamaba
Elías y otra se llamaba Martha.
¿Cómo fue tu viaje?
Nosotros viajamos en avión. Me sacaron una
cédula y fotos.
También me sacaron papeles falsos, me pusieron apellidos
de ellos. Me pusieron como Rosa Chito.
¿Esa cédula dónde está?
No sé que se hizo esa cédula.
¿Al llegar a Venezuela que pasó?
Directo fuimos a la casa de ellos (Chito). La policía
preguntó cómo se llama esta niña y ellos
respondieron que es mi hija, pero no se parece. Ellos (los
policías) no sabían que yo era robada.
¿Cada vez que venía la policía,
ustedes se escondían?
Si, nos escondían. Decían ¡Visita viene!.
Entonces nos escondían o nos abrían la ventana para
que brincáramos para afuera. En la calle nos tapaban los
ojos y la boca para que no gritáramos.
¿Adónde les llevaban?
Nos llevaban donde hay bastantes niños, donde
dormíamos.
¿En qué trabajabas en Venezuela?
Yo barría, planchaba, cocinaba, ahí es cuando me
quemé, entonces ya no podía caminar.
¿No vendías en las Hoyadas?
Una vez que vendí.
¿Cuánto ganabas en tu trabajo?
Nada, todavía no me pagó nada
¿Cuánto le dijo que le iba a dar a tu
abuelita?
No sé, todavía no me dio precio.
¿Qué clase de
maltrato recibiste?
Me empezaron a maltratar, pegándome, porque quise
escapar. Cuando me cogieron me encerraron y no me daban de comer.
Por eso me llevaron a un lugar donde había muchos
niños
¿Cuántos niños?
Así (mueve los dedos) millones ¿?.
¿Conociste a otros niños?
No, solo conocí a María Fernanda.
¿Cómo es María Fernanda?
Ella es grande. No le pregunté la edad.
¿Algunas niñas se han fugado?
Sí algunas, embarazadas ya se fugan. Ellas son
grandes.
En un momento dado tú estuviste en el hospital
¿por qué estuviste allí?
Por quemaduras. Yo estaba en el hospital y me abandonó
(Chito) por eso se hizo cargo la policía, para llevarme a
la casa de ellos. Ellos me ayudaron a cobrarle el trabajo.
En esta parte de la entrevista, María relata un hecho
vivido
en el hospital, cuando una menor murió por haberla
ayudado-
Sabemos que una menor murió en el hospital,
relátanos este hecho
Ella se llamaba Ana. Ella me fue a ayudar a mí por lo
que se quemó.
Entonces al lado de mí cama se encontraba acostada,
cuando revolcó, entonces el doctor vino y dijo que ya
estaba muriendo. Por eso le llevaron los patrones de ella.
Ella se encendió todo, por eso dijeron que no
podía vivir.
¿Ana, qué edad tenía?
14.
¿Tus padres supieron que viajaste a
Venezuela?
Sabía mi abuelita, no sé mi papá. Yo
estoy segura que mi papá no sabe.
¿Tu abuelita accedió a que te
llevaran?
Si, pero dio mucha pena. Mi abuelita quedó llorando.
Entonces yo no quise irme, por la plata me fui.
Ahora que estas en Ecuador ¿qué
quieres hacer?
Quiero verle a mi abuelita, y a mí tío que me
quiere mucho.
Como siempre, cada historia tiene un final diferente,
según el destino de su protagonista. En este caso
María Sagñay regresó, gracias a una
desgracia.
Hilda Guapi volvió después de dos
años
Luego de casi dos años de permanencia en Venezuela,
Hilda Yolanda Guapi regresó a su hogar, de donde nunca
debió haber salido.
El regreso de Hilda Yolanda Guapi Betún es diferente a
los demás casos. Ella regresó por voluntad de
quienes la habían llevado.
Según cuentan sus padres, la menor nació el 8 de
noviembre de 1979, tenía 14 años cuando fue tentada
a ir a Venezuela en compañía de Manuel Tene y
María Tayupanta. Al parecer estas dos personas tienen
algún parentesco con Antonio Chito Mocha.
Hilda Yolanda es oriunda de Lopaxí Grande, parroquia
Cajabamba, cantón Colta. Una zona, de donde salen muchos
menores hasta Venezuela.
El primero de junio de 1994 fue la fecha en que Hilda Yolanda
y Blanca Flor Guapi Betún, salieron con rumbo a Venezuela.
Blanca Flor, para esa fecha, era mayor de edad y había
decidido viajar hasta Venezuela, su hermana menor la
acompañaba.
En una nota de diario "El Universo" del 7 de marzo de 1997, se
da cuenta de la historia de Hilda Yolanda Guapi. En la noticia
escrita por César Herrera, corresponsal de este diario, se
anota lo dicho por Manuel Guapi, padre de Hilda Yolanda: "Manuel
Tene y María Inca Tayupanta…les aseguraron que su hija
Hilda estaría dos meses en Venezuela; si no se
enseñaba sería entregada nuevamente a sus padres a
quienes como seña del negocio le entregaron cien mil
sucres".
Esa promesa nunca se cumplió pues los esposos Tene
Tayupanta, no regresaron con la joven, ni dieron ninguna noticia
de ella.
Una vez que en febrero de 1996, estalló el
escándalo de Chito Mocha, Manuel Guapi se movilizó
para que su hija regrese. Acudió hasta el Tribunal de
Menores de Chimborazo, en donde suscribió una denuncia y
se unió a la Pre-Fundación de Solidaridad y
Rescate, Fundesor. Participó en la marcha realizada por
esta organización el 14 de marzo, en la ciudad
de Quito y dio a conocer su caso a los funcionarios de la
Cancillería ecuatoriana, entre ellos el embajador Gonzalo
Salvador, Subsecretario Político y el embajador Alfredo de
la Vega, Director de Asuntos Consulares.
No se tenía ningún dato de Hilda Yolanda. Hasta
ese momento, solo se conocía que se encontraba en la
ciudad de Caracas, en compañía de los esposos Tene
Tayupanta. Su realidad en esa ciudad era totalmente desconocida
para los desilusionados padres.
11 de Abril de 1996. Como todos los días Manuel Guapi
se levantó para realizar sus labores agrícolas,
estaba empezando a trabajar cuando divisó a lo lejos a una
persona que se acercaba. Poco a poco reconoció a su
hija.
Hilda Yolanda regresó a su hogar, la habían
traído quienes la apartaron de su familia. Poco
después la menor contaría que regresó en un
bus, junto con
otros menores de diversas zonas del país.
La Prensa del domingo 13 de abril, registra este suceso de la
siguiente forma. "Hilda Yolanda Guapi de 17 años de edad,
regresó a su hogar, luego de haber atravesado por una
odisea en la ciudad de Caracas. Su regreso que se produjo este
viernes, provocó en la familia Guapi Betún una
enorme alegría. Hilda Yolanda manifestó que
regresó junto con otros jóvenes.
La menor fue llevada hace tres años por María
Tayupanta y Manuel Tene. Luego habría trabajado en el
negocio de Yolanda Tene en la ciudad de Caracas".
El regreso de Hilda Yolanda, señaló un rumbo
para quienes quieren recuperar a sus seres queridos. El trabajo
constante logró que los raptores se sintieran presionados
a regresar con la menor.
La Historia de Hilda Yolanda
Al igual que las otras menores que regresaron a su hogar,
Hilda Yolanda no quería hablar mucho sobre su
estadía en Caracas-Venezuela, sin embargo accedió a
contestar algunas preguntas.
¿Qué situaciones viviste en
Venezuela?
Yo al llegar a Venezuela trabajé en la casa de Yolanda
Tene en la cocina, lavando ropa, cuidando niños, entonces
a mí me pegaban mucho, me jalaban del cabello, me botaban
incluso al suelo.
¿Cómo lograste escapar de la casa de Yolanda
Tene?
Yo no podía escapar, una vez me escondí en la
bolsa que se lava la ropa pero me descubrió, por lo que me
pegó y me puso bajo llave.
Luego de algunos días yo andaba en el puesto de venta y
una noche los policías andaban buscando a personas sin
papeles, entonces me escondí y pude subirme al metro,
escapándome así; luego conocí a una
señorita que estaba sentada en una vereda a la cual le
pedí que me llevara, luego supe que era ecuatoriana y que
se llamaba Marlene.
¿Yolanda Tene te pagó algún
mensual?
Me dio 5000 bolívares por el tiempo trabajado.
¿Extrañaste mucho tu hogar?
Sí, extrañaba mucho mi casa, desde el día
que me fui lloré casi un mes, todos los días,
andaba muy mal y con los ánimos caídos, incluso por
eso me pegaban.
¿Vinieron otros niños de Venezuela?
Sí, la madrugada del viernes vinieron otros 37
muchachos entre hombres y mujeres.
¿Quién trajo a estos menores?
Algunos vinieron solos, a mí me trajo Manuel Tabacundo
quien vive en Venezuela.
¿Todos son de Santiago de Quito?
No, de otros lugares: de Otavalo, Guamote y de otras
comunidades.
¿Regresarías a trabajar en Venezuela?
Ya no, porque anduve muy mal. Cuando me llevaron, me dijeron
que me iba a ir muy bien y no fue así.
Hilda Yolanda regresó a su hogar en Lopaxí.
Cuando volvió tenía cerca de 17 años, su
vestimenta y forma de hablar el español cambiaron
mucho.
El regreso de Hilda Yolanda hizo que familiares y amigos se
acercaran a la casa de los Gaupi Betún, para felicitarles
por la buena noticia.
CAPITULO IV
¿Qué se
dijo en Venezuela?
Terán: Pieza clave en las investigaciones
Venezuela es uno de los lugares donde suceden y siguen
sucediendo estos hechos. Este país por su producción petrolera es uno de los
más atractivos para los inversionistas extranjeros. Es por
ello que su condición económica es mejor que la de
nuestro país.
Dado los alcances internacionales que produjo el caso Chito
Mocha y la denuncia del ex-Cónsul Luis Terán, la
prensa venezolana también se hizo eco de este caso. He
aquí algunos titulares de sus periódicos.
El Universal del 23 de febrero de 1997, dice a grandes
titulares, "Trafican menores de Ecuador a Venezuela". En el
texto se
informa que el ex-Cónsul Luis Terán, "reveló
ayer que aproximadamente 150 menores ecuatorianos trabajan en
calidad de "esclavos" en Venezuela, y han sido llevados al
país a través de Colombia".
En el texto se da cuenta, además, del arresto de
Antonio Chito Mocha, quien fue detenido junto a su hijo y nuera,
"llevaban a cuatro niñas y dos niños de entre 12 y
14 años, supuestamente con consentimiento verbal de sus
padres, quienes iban a recibir 1,5 millones de sucres al
año (unos 400 dólares), informó el jefe de
Migración de Carchi, vecina a Colombia, mayor Alberto
Revelo.
El artículo señala, además, que la
mayoría de los muchachos hallados en Venezuela provienen
del centro andino del Ecuador, en las zonas indígenas de
Chimborazo y Cañar. Finalmente informa que "los chicos
debían trabajar en Venezuela como empleados
domésticos, pero Terán sostiene que las jovencitas
incluso podrían ser luego prostitutas".
Trabajo doméstico, esclavitud y prostitución, estas son las labores que
denuncia Luis Terán por medio del diario venezolano El
Universal, un periódico de 108 páginas.
Este mismo diario, el lunes 24 de febrero, publicó un
reportaje mucho más amplio de lo que sucede con los
niños ecuatorianos en Venezuela.
Bajo el título "Por Maicao han ingresado unos 200
niños al país", la periodista de El Universal,
Mirna Mendoza, explica detalladamente las denuncias de
Terán y da a conocer otros datos muy interesantes.
Mendoza, escribe "En Catia y Quinta Crespo son escondidos los
niños ecuatorianos que de manera ilegal traen al
país una red de traficantes de
menores de edad para someterlos a trabajos domésticos,
venta de textiles y hasta la prostitución".
Según Luis Terán, esta red de traficantes
sería liderada por Antonio Chito Mocha "dueño de
una empresa de
textiles que desde hace dos años opera en este negocio
ilegal e inhumano junto a sus hijos y a su
yerno….Afirmó(Terán) que desde hace cuatro meses
venía investigando el caso y aseveró que estos
niños estaban entrando a Venezuela por Maicao, con la
complicidad de personas que trabajan en el mismo negocio, tanto
venezolanos como colombianos".
Pero Mirna Mendoza preguntó a Luis Teràn, sobre
los motivos que le impulsaron a revelar esta denuncia sin haber
concluido sobre sus investigaciones. Terán
respondió, "que los periodistas de varios medios de
comunicación ecuatorianos y de las agencias
internacionales comenzaron a consultarlo una vez que la
señora Elizabeth Criollo, con quien envió a tres
niños al Ecuador, se acercó a la prensa a denunciar
este trafico con el objetivo de que se paralizara y se impidiera
que más niños siguieran saliendo del Ecuador de
manera ilegal".
En este artículo de El Universal, se explica
además que en el gobierno de Carlos Pérez con el
boom petrolero venezolano, ingresaron muchos ecuatorianos "que
hoy constituyen una colonia de 50 mil personas".
Finalmente en el artículo, Luis Terán
señala que "cuando cumplen los 16 años abandonan
(las jóvenes) los puestos de venta en los mercados de La
Hoyada 1 y 2 y Catia y yo tengo la presunción de que
desaparecen para ser llevadas a antros de prostitución,
lugares en los que comenzaba a trabajar para detectarlas".
En todo caso el artículo de Mirna Mendoza se basa
especialmente en las declaraciones de Luis Terán,
ex-Cónsul cesado por el gobierno interino de Fabián
Alarcón.
En un recuadro de este extenso artículo se da cuenta,
de la indignación que existe en Colta, por los casos de
tráfico denunciados por Terán y por la prensa
nacional e internacional. El texto señala que "los
indígenas mostraron su molestia, porque, según
ellos, los niños que abandonan el país para venir a
Caracas, lo hacen con procedimientos
legales, con autorización de sus padres, para unirse a
familias que viven en esta ciudad".
Anota que esta migración ilegal se viene realizando
desde hace 40 años atrás y que son más de
200 menores los que habrían viajado hasta Venezuela.
Finalmente el artículo, en una de sus partes
señala que se investigan serias presunciones en contra de
varios funcionarios del Instituto Nacional del Menor (INAM) y una
jueza de menores, quienes "estarían implicados en procesos de
adopción,
cobrando a las familias que requieren niños, cuando este
procedimiento
no contempla el lucro o pago".
El Nacional: "Jefe de la red es un indígena"
Este fue uno de los intertítulos de "El Nacional", uno
de los más importantes diarios venezolanos. El
artículo fue publicado el 23 de febrero de 1997,
día en que toda la prensa inició las
investigaciones de este hecho.
El titular de este artículo dice: "Ex-Cónsul de
Ecuador denuncia tráfico de niños hacia Venezuela".
El reportaje señala las denuncias formuladas por Luis
Terán en otros diarios, incluido El Universal. Sin embargo
revela nuevos datos, cuando Terán afirma
categóricamente que "he visto alrededor de 180
niños ecuatorianos en esas condiciones (de esclavitud).
Comunique estos hechos a la Cancillería y no tuve la
respuesta, por lo que procedí por mi cuenta a rescatar y
devolver a unos 10 o 12 de esos niños".
El periodista anota más citas de Terán. Una de
ellas señala que "los encargados de raptar a los menores
van a Ecuador y ofrecen un millón de sucres por traerlos
por uno o dos años, para hacerlos trabajar durante la
semana y encerrarlos los domingos en el caso de que no haya nada
que hacer".
Un dato novedoso. "El ex-Cónsul reconoció que ha
tenido contacto con alguno compradores de niños, pero dijo
que no los denunció a la policía porque eso
podría "espantar a los otros" y hacer el negocio
más clandestino, impidiendo el rescate de más
niños".
Cuatrocientos dólares: el precio de un
niño
Un tercer diario venezolano se hizo eco de las denuncias de
Luis Terán en Venezuela. "Ultimas Noticias",
publicó varios artículos el 23 y 25 de febrero de
1997.
El 25 de febrero publicó un extenso reportaje, dividido
en tres partes, bajo los títulos "Rescatados en Caracas
varios niños traídos de Ecuador por mafia
traficante"; "alarmada la colonia ecuatoriana por denuncia de
niños esclavos" y "la PTJ investiga el tráfico de
niños".
En este reportaje, el periodista Gustavo Rodríguez,
anota partes importantes de las declaraciones del ex-Consul
Terán. Inicia escribiendo; "cuatrocientos dólares
es el precio que cobran las mafias organizadas para traer a un
niño a nuestro país, y someterlo a cualquier tipo
de trabajo ilícito, denunció Terán".
Rodríguez, al contrario de las otras publicaciones
anota hechos y nombres de víctimas e implicados de esta
actividad ilegal. Cita el caso de "un jovencito de 15
años, llamado Eugenio Remache, quien era constantemente
azotado y sometido a brutales golpizas. Este niño fue
traído a Venezuela por Luis Alberto Guamán.
También fueron rescatados Marcia Terisela de 14
años y Purificación Simbaña de 13
años, Luz Rebeca Chuqui
Guacho (13), María Rosario Delgado (12) y Julio Yambay
(14).
"Las mafias han constituido empresas dedicadas al robo y
trafico de niños que pululan por las calles de Caracas
bajo la tutela de
guardianes quienes los obligan a pedir dinero en las distintas
esquinas o en el mejor de los casos los colocan como vendedores
de golosinas o ropa de algún céntrico mercado",
continúa.
En este mismo reportaje se cita el caso de la niña
"Zoila Patagalo que fue robada en su país hace cinco
años…La menor confesó haber sido sometida a
maltratos y torturas físicas por parte de José
Alberto Guamán y María Asitimbay
En resumen, la primera parte del reportaje de
Rodríguez, ratifica las denuncias de Luis Terán,
sin embargo es más detallado en otros casos. Hace
mención de los tres menores traídos por Elizabeth
Criollo a la ciudad de Riobamba, en febrero de 1997. "se ha
determinado que muchos niños se encuentran hacinados en un
apartamento ubicado en el edifico 23 de Quinta Crespo y otro
grupo es obligado a pernoctar en Catia….Gracias a un trabajo
coordinado se logró rescatar a los niños Roberto
Ortiz, Julio Yambay y Marcelo García, este último
de apenas 9 años de edad. A las personas que los
mantenían en su poder se les obligó a cancelar
cierta cantidad de dólares como parte de pago y fueron
puestos a las órdenes de los tribunales de menores de
Ecuador".
La buhonería, las actividades domésticas, son
algunas de las tareas que realizarían los menores
ecuatorianos en la ciudad de Caracas. Finaliza esta parte del
reportaje, señalando que "trascendió que en las
ciudades de Cúcuta y Maicao se encuentran las oficinas
regionales de estas organizaciones
dedicadas al tráfico de niños, donde reciben los
pedidos y al mismo tiempo se encargan de distribuir a las
víctimas al mejor postor".
Este último párrafo, sería muy
difícil de creer y podría tratarse de un simple
rumor o una excesiva imaginación del articulista;
¿abrirían oficinas los traficantes de
niños?. Esto podría dar mayor importancia al caso.
En Cúcuta y Maicao podrían estar niños
ecuatorianos, realizando labores no propias de su edad.
Una parte del reportaje se refiere a la actividad de la
Policía Técnica Judicial (PTJ) de Venezuela para
esclarecer estos hechos. La PTJ realiza similar actividad a la de
la OID del Ecuador.
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