Al caer los ahorros, los sectores hipotecario y bancario
crearon una segunda línea de crédito
artificial, lo que permitió a las familias norteamericanas
adquirir viviendas con aportación de muy poco dinero, con
unos tipos de interés
bajos o inexistentes a corto plazo (las hipotecas subprime),
mientras que el vencimiento
del principal se aplazaba al futuro. Millones de estadounidenses
picaron el anzuelo y compraron viviendas por encima de su
capacidad de pago a largo plazo, lo que creó una burbuja
inmobiliaria. Aún peor fue que, ante su falta de liquidez,
los propietarios utilizaron sus casas como si fueran cajeros
automáticos, mediante el recurso a la
refinanciación de sus hipotecas (había casos de
hasta dos y tres veces) para conseguir el efectivo que
necesitaban. Ahora, la burbuja inmobiliaria ha estallado, con lo
que millones de norteamericanos han de hacer frente a embargos y
los bancos, a la
quiebra.
El resultado de 18 años de haber vivido de un
crédito generoso ha convertido a EEUU en una economía que no funciona. El pasivo bruto
del sector financiero del país, que representaba el 21%
del PIB en 1980,
ha crecido a un ritmo ininterrumpido a lo largo de los
últimos 27 años y representaba la cifra
increíble del 116% del PIB en 2007. Como las comunidades
bancarias y financieras de EEUU, Europa y Asia están
íntimamente interrelacionadas, la crisis
crediticia se ha propagado más allá del país
americano y ha anegado la economía global por
completo.
Para empeorar las cosas, la crisis crediticia global se
ha visto agravada todavía más durante los
últimos dos años por la subida vertiginosa de los
precios del
petróleo,
que alcanzó los 147 dólares por barril en julio de
2008. Esto, a su vez, ha acelerado la inflación, ha
frenado el poder
adquisitivo de los consumidores, ha desacelerado la producción y ha incrementado el desempleo,
causando estragos aún mayores en una economía ya
fuertemente endeudada.
Nos enfrentamos ahora a un fenómeno nuevo. Se
llama nivel máximo de globalización y se ha producido en torno a un
precio del
petróleo de 150 dólares por barril.
Más allá de este límite, la inflación
erige un cortafuegos al crecimiento
económico continuo que hace retroceder la
economía global hacia el crecimiento cero. Es solo y
exclusivamente la contracción de la economía global
lo que hace caer el precio de la energía como consecuencia
de un menor empleo de
energía.
El papel del petróleo
El supuesto esencial de la
globalización ha sido que un petróleo abundante
y barato permitía a las empresas
movilizar capital hacia
los mercados con
menores costes laborales, donde pueden producirse alimentos y
productos a un
coste mínimo y con grandes márgenes de beneficios,
y posteriormente enviarlos a todo el mundo. Este supuesto
básico se ha ido al garete, con consecuencias funestas
para el proceso de
globalización. Para entender cómo hemos llegado a
este punto, necesitamos remontarnos a 1979, cuando el
petróleo global per capita alcanzó su nivel
máximo, según un estudio de la británica BP.
Entonces apareció la expresión producción global máxima de
petróleo, referida al momento en el que se agotara la
mitad del petróleo del mundo. Los geólogos aseguran
que es probable que esto suceda entre los años 2010 y
2035. Haber alcanzado el nivel máximo de petróleo
per capita, sin embargo, se debe a que el nivel máximo de
globalización se ha producido mucho antes que la
producción máxima de petróleo.
Con posterioridad a 1979, la cantidad de petróleo
disponible per capita empezó a reducirse, pese a que desde
entonces se han encontrado nuevas reservas de petróleo.
Cuando China e
India
empezaron su espectacular crecimiento económico en los 90,
se disparó su demanda de
petróleo, superando la oferta. El
saldo final es que, con menos petróleo potencialmente
disponible, los esfuerzos por hacer partícipe a una
tercera parte de la raza humana (la población combinada de China y la India) de
un segunda revolución
industrial basada en el petróleo han chocado con unas
existencias limitadas. Y la presión de
la demanda frente a unas reservas limitadas empuja
inevitablemente los precios al alza. Cuando el petróleo
alcanza los 150 dólares por barril, el efecto de la
inflación pasa a ser tan poderoso que actúa como un
obstáculo para que continúe el crecimiento
económico global.
El mayor precio de la energía se incorpora a
todos los productos. Los alimentos se cultivan con fertilizantes
y pesticidas petroquímicos, los plásticos,
materiales de
construcción y la mayor parte de los
productos farmacéuticos y de nuestras ropas se basan en
los combustibles fósiles, y lo mismo ocurre con el
transporte y
la electricidad.
Todo el valor
adicional que obtenían antes las empresas por trasladar la
producción a mercados de bajo coste laboral se ha
visto anulado por el mayor coste de la energía a lo largo
de toda la cadena de abastecimiento. Eso representa el
auténtico punto final de la segunda revolución
industrial.
Además, los efectos del cambio
climático están erosionando aún más
la economía. Sólo el coste de los daños
producidos en EEUU por los huracanes Katrina, Rita, Ike y Gustav
ha superado los 175.000 millones de euros. Los desastres
naturales han diezmado ecosistemas en
todo el globo, arruinando la producción agrícola,
las infraestructuras y paralizando la economía
global.
El plan de rescate
de cerca de un billón de dólares del Gobierno para
salvar la economía estadounidense no será
suficiente por sí solo para detener su deterioro e
introducirla en un nuevo período de crecimiento
económico sostenible. La causa es que la deuda acumulada
por la economía del país es monstruosa. Entretanto,
los salarios de los
norteamericanos han seguido estancados y el desempleo va en
aumento.
La idea de que la recesión actual es a corto
plazo y puramente cíclica es una ingenuidad en el mejor de
los casos y una falta de sinceridad en el peor. La reservas
globales de energía derivada del petróleo,
así como las de gas natural y
uranio, son demasiado escasas para hacer frente a las
expectativas de crecimiento del mundo desarrollado y del de en
vías de desarrollo,
mientras que el carbón y las arenas bituminosas son
excesivamente sucios para su uso. Además, el cambio
climático se acelera a una velocidad
mucho mayor a la esperada, desestabilizando ecosistemas completos
y causando estragos en la actividad económica.
El mundo necesita un nuevo relato económico
potente que saque el debate y las
prioridades políticas
en torno a la crisis crediticia global, al nivel de
producción máxima de petróleo y al cambio
climático del ámbito del miedo y los proyecte al de
la esperanza, y que los saque de las restricciones
económicas y los proyecte a las posibilidades comerciales.
Eso sucederá en la medida en que las industrias
empiecen a introducir ya las energías renovables, la
construcción sostenible, la tecnología de
almacenamiento
de hidrógeno, las redes de servicios
inteligentes y los vehículos que se conectan a enchufes
eléctricos. Con ello, estarán echando las bases de
una tercera revolución industrial postcarbónica. La
pregunta es si seremos capaces de culminar la transición a
tiempo para
evitar caer en el abismo.
(Jeremy Rifkin es asesor económico de la UE y
presidente de la Foundation on Economic Trends, con sede en
Washington – EEUU)
– Los gobiernos "refundan" el capitalismo
tras inyectar 1,8 billones de euros en el sistema
financiero (El Confidencial – 14/10/08)
(Por C. Sánchez)
El espíritu de Bretton Woods -aquel gran pacto
que refundó el sistema
capitalista en las postrimerías de la II Guerra Mundial
(1944)- vuelve a cobrar vida. Sarkozy, Brown, Merkel y otros
líderes europeos anunciaron ayer pomposamente que tras la
debacle del sistema financiero, "el mundo se enfrenta a un nuevo
orden económico internacional". Lo dijeron para justificar
que la inmensa mayoría de los gobiernos continentales ha
decidido abrir las compuertas del dinero público para
hacer llegar a la banca -a
través de las cañerías del sistema
financiero- más de 1,8 billones de euros. El objetivo es
evitar el colapso económico por falta de liquidez. La
cifra equivale casi a dos veces el Producto
Interior Bruto de España, lo
que da idea de su tamaño.
Alemania: 500.000 millones de euros; Francia,
360.000 millones; España, 150.000 millones; Austria,
100.000 millones… En total, y de manera provisional (ya que la
cifra aumenta según pasan las horas), más de 1,81
billones de euros, Hasta en la patria de Adam Smith, el
Gobierno ha decidido abrir la espita del dinero yendo al corazón
del problema, El primer ministro británico, Gordon Brown
anunció que su Gobierno se convertirá en el mayor
accionista del Royal Bank of Scotland (RBS). Pero también
del grupo
resultante de la fusión
entre Lloyds TSB y el Halifax Bank of Scotland (HBOS). La
factura
equivale 37.000 millones de libras (46.472 millones de euros) que
religiosamente tendrán que pagar los contribuyentes
británicos a cambio de acciones de
los bancos afectados.
Nunca antes, desde la Conferencia de
Bretón Woods, el mundo financiero había asistido a
un movimiento
telúrico tan intenso, lo que explica esa
refundación del capitalismo de la que habló ayer
Sarkozy sobre bases éticas. "Queremos un capitalismo de
emprendedores", dijo el presidente francés. Toda una
declaración de principios que el
tiempo juzgará.
El tamaño del desastre
Por lo pronto, lo que está claro es que esa
ingente cantidad de dinero puesto a disposición de los
bancos servirá para tapar los agujeros de un sistema
financiero a la deriva. La cifra puede parecer exagerada, pero es
similar al tamaño del desastre. Como sostenía el
FMI en su
último Informe de
Estabilidad Financiera (presentado la semana pasada), "es
probable que las pérdidas declaradas en relación
con los préstamos y los activos
titulizados de Estados Unidos
sigan aumentando y lleguen a aproximadamente 1,4 billones de
dólares" (un 40% más que lo previsto hace tan
sólo seis meses). Como se ve, mucho dinero, al que hay que
sumar otros 675.000 millones de dólares que necesitan los
bancos para recapitalizarse y poder restaurar el equilibrio
entre fondos propios y ajenos. Es decir, entre su patrimonio y
lo que prestan a sus clientes.
Ya el propio FMI admitía en su informe que "un
gran número de instituciones
financieras" estaba encontrando serias dificultades para captar
capital privado, por lo que recomendaba a las autoridades -como
así han hecho- "inyectar capital a las instituciones
viables". Pero no a cualquier precio. El FMI recomendaba que "es
preferible que el mecanismo que se utilice ofrezca algunas
ventajas a los contribuyentes, además de incentivos para
que los anteriores y los nuevos accionistas privados proporcionen
capital fresco". Está por ver si este mandamiento del
oráculo del capitalismo se cumple.
¿Y que pasa con los bancos sin futuro: los
inviables? En un lenguaje
políticamente correcto, el FMI venía a decir que se
liquidaran, aunque fuera de forma tranquila. "La
resolución ordenada de los bancos inviables es
difícil desde el punto de vista político, pero
demostraría que existe un compromiso para establecer un
sistema bancario competitivo y bien capitalizado", decía.
Más claro que el agua. Sin
embargo, no se ha hecho así, y ayer las autoridades
políticas europeas dejaron bien claro que no
permitirán que caiga a ninguna entidad financiera. El
nuevo capitalismo, por lo tanto, no obligará a acudir (al
menos por ahora) a ningún funeral bancario.
"Vamos hacia un modelo de
banca mucho más controlado, más regulado; pero
sería un error que los Estados intervinieran en la
gestión
del sistema financiero", asegura el profesor
Francisco López Lubián, del Instituto de Empresa. En su
opinión, lo que ha fallado en los últimos
años es "información". Y ésta sólo
puede prodigarse con transparencia y cumpliendo las normas sobre
recursos propios
que plantearon tanto Basilea I como Basilea II, los dos
instrumentos con los que se dotó el sistema financiero
mundial para evitar catástrofes como la que se ha
producido. Para Lubián lo relevante es que ahora las
entidades financieras se doten de potentes auditorías internas capaces de detectar los
problemas y de
hacer una correcta evaluación
de los riesgos.
Para el profesor Rafael Pampillón, también
del Instituto de Empresa, lo aprobado por los gobiernos "equivale
a echar agua al fuego
para apagar las llamas, pero no se ha atacado el origen del
incendio", que en su opinión no es otra que la escasa
coherencia entre los recursos propios y ajenos y una sofisticada
ingeniería financiera que ha despreciado el
riesgo. "Es
necesario un nuevo Basilea III más exigente", sostiene. Y
para España recomienda aprovechar el tsunami financiero
para privatizar las cajas de ahorros, hoy sometidas a la
presión de la clase política de
turno.
– EEUU invertirá hasta 250.000 millones de
dólares en comprar acciones de bancos (El Confidencial –
14/10/08)
Estados Unidos invertirá hasta 250.000 millones
de dólares en comprar acciones de bancos del país y
ofrecerá una garantía de tres años para los
nuevos préstamos interbancarios, informan hoy varios
medios del
país. Además, la Corporación Federal
Aseguradora de Depósitos (FDIC, por sus siglas en inglés)
ofrecerá una garantía temporal ilimitada para los
depósitos bancarios de las cuentas que no
ofrecen interés, generalmente las empresariales, una
medida similar a la adoptada por los países europeos,
según el diario The New York Times.
La medida va más allá de la
garantía de depósitos por valor de 250.000
dólares acordada hace dos semanas. Anteriormente la
garantía era de 100.000 dólares. El Gobierno busca
estabilizar así el sector financiero y ofrecer a las
instituciones una necesaria liquidez.
Uno de los mayores problemas que ha tenido el sector
financiero en las últimas semanas ha sido la desconfianza
entre las instituciones financieras para prestarse dinero, lo que
prácticamente paralizó los mercados crediticios del
país. Los funcionarios estadounidenses confían en
que las garantías de los préstamos interbancarios
pongan fin al miedo y la desconfianza en el sector.
El secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson,
adelantó el plan ayer a los nueve mayores bancos del
país durante una reunión en Washington, asegura el
New York Times, que cita fuentes no
identificadas. Estados Unidos prevé inyectar 25.000
millones de dólares en Citigroup y el mismo importe en
JPMorgan Chase; Bank of America y Wells Fargo recibirán
20.000 millones; Goldman Sachs y Morgan Stanley 10.000
millones.
Wells Fargo recibirá 5.000 millones adicionales
por la compra de Wachovia y Bank of America obtendrá el
mismo importe por la adquisición de Merrill Lynch. A eso
se sumarán unos entre 2.000 y 3.000 millones para el Bank
of New York Mellon y State Street, según el diario. Las
inyecciones de capital no son voluntarias. Según el Times,
Paulson dejó claro hoy a los banqueros que todo el mundo
en la reunión debería de aceptar la
oferta.
EEUU no planea inyectar dinero en bancos extranjeros y
Paulson no reveló durante el encuentro si hará una
oferta similar a bancos regionales más pequeños.
Las medidas forman parte del plan de rescate de 700.000 millones
de dólares aprobado recientemente por el congreso
estadounidense y llegan después de que los 15 primeros
ministros y presidentes de la zona euro adoptaran ayer domingo
acciones similares.
Se prevé que Paulson, el presidente de la Reserva
Federal, Ben Bernanke y otros altos funcionarios del país
expliquen los detalles de las nuevas medidas en una rueda de
prensa
posterior a la comparecencia de Bush. Los esfuerzos hechos en los
últimos días por Gobiernos y organismos
multilaterales no pasaron desapercibidos en los mercados, que se
dispararon hoy en una orgía alcista desde Hong Kong hasta
Londres y Nueva York. Al cierre, el índice Dow Jones de
Industriales registraba una subida de 936,42 puntos, un 11,08%,
la mayor subida desde la Gran Depresión
de los años 30.
(Me había prometido no intercalar, en este Anexo,
comentarios personales, pero el artículo que sigue merece
hacer una excepción, si ustedes lo permiten; a más
de algunas cifras resumen de la crisis (de espanto!!), se perfila
la "solución argentina" I (la "solución argentina"
II, es el "corralito", del que estuvimos a un pelo, y
quién sabe todavía…), que es la
"licuación" de pasivos (públicos y privados) por la
"vía rápida" de la inflación. Regadera
monetaria (para la "tranquilidad" de los mercados) y gran shock
inflacionario (para la "tranquilidad" de los deudores). La
"solución final"… Lo pienso y se los digo: a los
argentinos habrá que pagarle "royalty" por sus malas
enseñanzas. Un Nobel colectivo de economía.
Argentina logró el "culmen" del socialismo sin
planificación y del capitalismo sin
mercado. Vamos
a por ello. "Más vale un mayor riesgo de inflación
a medio plazo que no apoyar el crecimiento en este momento"
(dicen los "grandes bonetes"). El mal ejemplo cunde… Y
hace escuela)
– El día de la marmota y la gran solución
sistémica (El Confidencial – 14/10/08)
(Por Ricardo Santos Rodríguez*)
Día tras día se ha repetido la misma
pesadilla: otra jornada y otra fuerte caída en las
bolsas… Y es que últimamente parece que cada
día nos levantábamos con las mismas noticias sobre
el sector financiero, atrapados cual Bill Murray en un
trágico día de la marmota. ¿Es acaso un
déjà vu? No. Es mucho más, es la
constatación de una crisis sistémica que va para
largo.
Más allá de debates optimistas o
pesimistas, lo cierto es que es un hecho objetivo que hay algo
que no funciona. Además la crisis se está
acentuando como consecuencia del trasvase Wall Street – Main
Street. Cada minuto es oro y hoy
más que nunca. La cuestión ahora ya no es prevenir
una recesión en la mayoría de los países
desarrollados (que con toda seguridad
terminará afectando a los emergentes). Eso es algo
probablemente inevitable a estas alturas de la película.
Lo que debemos evitar es una depresión global. Y la
primera piedra que hay que poner es la de una solución
sistémica para la banca. No queremos entrar en debates
acerca de la socialización de las pérdidas o el
moral hazard.
No hay tiempo para eso. Hay que salvarla y hay que ver
cómo, y poner medidas para que no se repita. No es
necesario ser un experto en los mercados
financieros para entender la importancia que su función
desempeña en la economía. Y es que si desapareciera
habría que inventarla de nuevo.
Dejando de lado el problema inmobiliario (detalle
bastante importante), la situación puede describirse muy
llanamente como señala Hermitage AM en su último
informe: el sistema bancario tiene un agujero de 1 billón
de dólares (sino más). Para cubrir este
déficit de capital, los bancos tienen estas
opciones:
– Dedicar el 100% de sus beneficios a recapitalizarse.
Teniendo en cuenta el menor nivel de beneficios futuro por la
débil situación económica y la probable
restricción del crédito, el proceso podría
llevarles cerca de 30 años.
– Captar capital privado. Hasta el momento ya han
conseguido captar 300.000 millones de dólares vía
Sovereign Wealth Funds y vía ampliaciones de capital. Sin
embargo, todavía les queda un déficit de 700.000
millones de dólares, y dado que estos inversores han
perdido de media un 60% desde que realizaron sus aportaciones,
creemos poco probable que puedan llegar a conseguir captar
más dinero sin recurrir a la extorsión.
– Vender activos. El principal problema es que esta
solución tira para abajo el precio y crea un
círculo vicioso (el apalancamiento del banco sube y
tienen que utilizar más de su capital). De hecho, gran
parte de lo que estamos viviendo es una avalancha de ventas de
activos proveniente de entidades urgidas de liquidez. Por otra
parte, hay que decir que esta solución no es muy
eficiente, porque para captar 1 dólar de capital tienen
que vender 30 dólares de activos (están apalancados
30x), es decir que para obtener los 700.000 millones
tendrían que vender 21 billones de dólares de
activos. Casi nada.
Como vemos, ninguna solución privada es viable y
los números rojos empiezan a acechar el fortín
bancario, dispuestos a cobrarse más de una
cabellera… Como suele suceder en las películas,
ahí es donde aparece el séptimo de
caballería: en este caso la primera en aparecer ha sido la
Fed con su plan de los 700.000 millones destinados a recomprar
activos tóxicos. Sin embargo, el principal problema del
plan es que no está enfocado a la partida adecuada: si
fuera una inyección de 700.000 millones de equity
(nacionalización bancaria total o parcial), el problema se
resolvería desde el punto de vista de la solvencia (por
supuesto no habría que olvidar la lección y revisar
el riesgo de la nueva contraparte, en este caso, la solvencia
estatal y la posibilidad de corralillos), pero el caso es que son
700.000 millones destinados a la compra de activos. Y esto supone
apenas un 3% de los recursos propios que el sistema realmente
necesita (recordemos, 1 dólar equity = 30 dólares
de activos). La única solución es la planteada por
Reino Unido (y seguida por Europa). Aunque parezca radical, el
mundo desarrollado debe moverse hacia la nacionalización
parcial de la banca. Son simples matemáticas.
Además, los gobiernos deberán bajar tipos
y afrontar un largo proceso de cuantioso endeudamiento para
evitar una recesión profunda. Gastar y endeudarse para
compensar tanto la caída de consumo e
inversión, como el proceso de
desapalancamiento de empresas financieras, no financieras y de
las familias, factores ambos que sin duda conllevan una fuerte
presión desinflacionaria, como señala David
Rosenberg. Sin embargo, el principal interés de los
gobiernos a medio plazo será depreciar el valor de sus
monedas y generar inflación; luchar contra la
deflación japonesa, reduciendo, por una parte, la deuda
acumulada que deberán pagar en el futuro, y recuperando,
por otra, el valor de los activos reales (entre ellos el de las
casas pero también de la bolsa que además
anticipará la recuperación).
A corto plazo, es posible que el exceso de oferta y
la
administración del riesgo de contraparte
continúen siendo la tónica habitual de los mercados
hasta 2010, pero no es menos cierto que esta condición
presentará, eventualmente, extraordinarias oportunidades
de inversión con una perspectiva de largo plazo. Es
difícil saber que nos depararán los años
venideros… Lo que está claro es que momentos de
tanta intensidad como el actual, nos enseñan que cada
instante es un regalo. Y después de todo, no es malo vivir
siempre en el día de la marmota si sabes
aprovecharlo… ¡Feliz día de la marmota a
todos!
(*Ricardo Santos Rodríguez, Asset Management,
N+1)
– Lo que la historia nos enseña
sobre los vaivenes en los mercados (The Wall Street Journal –
15/10/08)
Un repaso de la Gran Depresión y sus
consecuencias ofrece una referencia para saber qué esperar
de la crisis actual; los consejos del mentor de Warren
Buffett
(Por Jason Zweig)
El 9 de julio de 1932 fue un día que Wall Street
nunca desearía revivir. El Promedio Industrial Dow Jones
cerró en 41,63 puntos, una caída del 91% desde el
nivel que tenía tres años antes. El volumen total de
operaciones
fue de apenas 235.000 acciones.
El comediante Eddie Cantor decía que su corredor
le había recomendado que comprara acciones para su
vejez.
"Funcionó de maravilla. A la semana, ¡ya era un
hombre
viejo!", afirmó.
Estados Unidos era presa de lo que el secretario del
Tesoro en ese momento, Ogden Mills, llamó "la psicología del
temor". La producción industrial bajó un 52% en
tres años y las ganancias corporativas cayeron
49%.
Los bancos se habían vuelto tan ilíquidos
y los depositantes tenían tanto miedo de perder su dinero
que la gente dejó de extender cheques. La
mayoría de las pocas transacciones que se registraban eran
al contado.
Ocho días antes de que el Dow tocara fondo, el
inversionista Benjamín Graham -quien muchos años
más tarde se convertiría en el mentor de Warren
Buffet- publicó ¿Deberían ser liquidadas las
empresas ricas pero que arrojan pérdidas? Fue el
último de una serie de artículos incendiarios en la
revista
Forbes, en la cual Graham documentó con nítidos
detalles cómo muchas de las grandes
compañías de EEUU valían más muertas
que vivas.
Más de una de cada 12 empresas que cotizaban en
la Bolsa de Nueva York, calculó Graham, cotizaban por
menos del valor del efectivo y de los valores
líquidos en sus balances. Graham lo resumió
así: "…las acciones siempre se venden a precios
indebidamente bajos luego del colapso de un auge. Como
testificó el presidente de la Bolsa de Valores
de Nueva York: "En tiempos así, personas asustadas regalan
nuestros Estados Unidos". O en otras palabras, esto ocurre porque
aquellos que tienen la iniciativa no tienen el dinero, y
aquellos que tienen el dinero no tienen la iniciativa, para
comprar acciones cuando están baratas".
Luego de la paliza de proporciones épicas que han
soportado las acciones en las últimas semanas, los
inversionistas se preguntan si se quedaron dormidos y acaban de
despertar en julio de 1932. La pregunta es: ¿hasta
dónde se puede caer? El peor de los escenarios
podría devolvernos a 1932. Pero la factibilidad de
ese escenario es muy dudosa.
Robert Shiller, profesor de Finanzas en la
Universidad de
Yale y economista jefe de MacroMarkets LLC, sigue lo que
él llama la "Graham P/E" (relación precio-ganancia
de Graham), un indicador del valor del mercado que adaptó
a raíz de una observación de Graham hace muchos
años. La Graham P/E divide el precio de las principales
acciones de EEUU por su ganancia neta promedio de los
últimos diez años, ajustadas a la inflación.
Luego de la masacre de la semana pasada, el índice
Standard & Poor's 500 tiene un precio de 15 veces las
ganancias según la medida de Graham-Shiller. Eso significa
una caída del 25% desde el 30 de septiembre.
La medida Graham P/E no ha estado en
niveles tan bajos desde enero de 1989; el promedio a largo plazo
en la base de datos
de Shiller, que data de 1881, es de 16,3 veces las
ganancias.
Sin embargo, cuando la bolsa se aparta de las normas
históricas, tiende a sobrerreaccionar. Ha estado por
debajo de 10 veces las ganancias durante períodos largos
después de la Segunda Guerra
Mundial. La última vez que ello ocurrió fue
entre 1977 y 1984. Para que la actual Graham P/E quede por debajo
de 10, el S&P 500 tendría que llegar a 600 puntos, una
caída de 30% desde el nivel de la semana pasada. Un
desplome equivalente arrastraría al Dow por debajo de los
6.000 puntos.
¿Podría el mercado exagerar tanto la
caída? "Es una posibilidad seria, porque ha ocurrido
antes", afirma Shiller. "Me da la impresión de que
podría bajar mucho más" desde los niveles actuales,
dice.
Futuro incierto
Shiller no predice algo por el estilo. "Nos enfrentamos
a incertidumbres fundamentales y profundas", asegura. "No podemos
cuantificar nada. Realmente no quiero hacer
predicciones".
Su reticencia debería alejarnos de lo que no
podemos saber a ciencia cierta
-el futuro- y enfocar nuestra atención en las pocas certezas que pueden
tener los inversionistas.
Las condiciones actuales son bastante parecidas a lo que
Graham describió en la Gran Depresión. Más
allá de cuánto más caiga o repunte, el
mercado de
valores está repleto de tantas gangas que es
difícil no tropezar con ellas. Entre las 9.194 acciones
que sigue por el servicio
Compustat de S&P, 3.518 se negocian a menos de ocho veces sus
ganancias de los últimos 12 meses, menos de la mitad de la
valuación promedio a largo plazo del mercado de valores en su
totalidad.
Tales números, que no incluyen el gran salto del
lunes en las bolsas, evidencian la destrucción absoluta de
la fe del mercado de valores en el futuro. Como escribió
Graham en 1932, "probablemente (el mercado de valores)
está equivocado, como siempre se ha equivocado respecto a
sus juicios más importantes sobre el futuro". De hecho,
probablemente el mercado se equivoca en su obsesión acerca
de si el actual declive se convertirá en un colapso
catastrófico.
Eugene White, profesor de economía en la
Universidad de Rutgers, experto en el derrumbe de 1929 y sus
consecuencias, cree que el único parecido real entre el
clima de hoy y
el de ese entonces es que, una vez más, "el mercado se
está comportando así basado en el miedo, no en los
datos".
"Las autoridades están tomando decisiones mucho
mejores (que en 1929)", opina White, "y estamos avanzando en la
dirección correcta".
– EEUU y Europa se despiertan de su peor pesadilla
económica (The Wall Street Journal –
15/10/08)
(Por David Wessel)
Entonces, ¿se acabó ya? ¿Han
finalmente encontrado la cura los gobiernos de Estados Unidos y
Europa? ¿Se ha evitado una recesión?
No. Todavía estamos en espera de una dura
recesión, con el desempleo en EEUU, ahora en 6,1%,
probablemente encaminado a subir por encima del 8%, con todo el
sufrimiento que eso conlleva.
Pero podría ser peor. Por unos espeluznantes
momentos la semana pasada, los gobiernos empezaron a tomar pasos
para proteger a sus propios países que perjudicaron a
otros países. Parecía que la economía
mundial estaba avanzando peligrosamente hacia las condiciones
que precipitaron la Gran Depresión.
La recién estrenada unidad transatlántica
-en particular la medida del Reino Unido, seguida por el resto de
Europa y ahora EEUU, para proporcionarle al sistema bancario una
transfusión financiada por el contribuyente- ha reducido
significativamente la posibilidad de un desenlace fatal. Tan
sólo eso es suficiente para sentirse menos atemorizados
hoy de lo que muchos estaban a estas alturas de la semana
pasada.
En una entrevista el
martes al canal de cable CNBC de EEUU, Paul Krugman, el
más reciente premio Nobel en economía,
describió la nueva acción
gubernamental como "medicina de
emergencia para el campo de batalla para impedir que el tipo se
desangre hasta morir". Eso no es un logro menor, dada la
severidad de las heridas. Si el tratamiento funciona como se
pretende, los bancos deberían volver a otorgar
préstamos, por lo menos entre ellos, un paso necesario
hacia la recuperación.
El nuevo plan estadounidense "va a aumentar la confianza
de que los riesgos más extremos han disminuido, pero el
daño
está hecho, y esto no va a prevenir que la economía
entre en recesión y siga débil por un tiempo", dijo
el martes Laurence Meyer, pronosticador económico y
antiguo gobernador de la Reserva Federal. Exactamente.
La economía estadounidense se había
desacelerado sustancialmente antes del caos de las últimas
dos semanas. Luego la situación empeoró. La
caída en los mercados accionarios eliminó cualquier
confianza que quedaba. Los problemas bancarios florecieron en
Europa.
La semana pasada quedó en claro que comprar deuda
tóxica de los bancos, como establecía el plan
original del secretario del Tesoro Henry Paulson, no
bastaría. Tal vez ayudaría eventualmente, pero
tardaría demasiado y sería demasiado indirecto, de
ahí el remedio radical de invertir dinero del
contribuyente directamente en bancos que tienen una posibilidad
razonable de sobrevivir.
La economía mundial está lejos de estar
saludable. Sin embargo, por primera vez en semanas, los gobiernos
están actuando de manera que afianzan, en vez de socavan,
la confianza, y eso es un bienvenido cambio
– Europa propone una supervisión multilateral de los grandes
bancos (Cinco Días – 16/10/08)
(Por Bernardo de Miguel – Bruselas)
El primer ministro, Gordon Brown, mantuvo ayer su
liderazgo
frente a la crisis financiera y propuso al Consejo Europeo un
plan que incluye la supervisión multilateral de los
grandes grupos bancarios
del planeta. España apoyó la iniciativa, pero pide
que se pacte en un foro "donde participemos
todos".
La Unión
Europea quiere aprovechar la actual crisis para trasladar a
los mercados financieros el liderazgo mundial que normalmente
asume en terrenos como los derechos humanos
o la lucha contra el cambio climático. Con ese objetivo,
los principales líderes del Consejo europeo, reunidos en
Bruselas, pidieron ayer que se celebre cuanto antes una
conferencia internacional para reformar el orden financiero
mundial. Y los líderes comunitarios aspiran a que de esa
cita salga un sistema de supervisión multilateral para las
30 o 40 entidades financieras más grandes del planeta cuya
actuación desborda la vigilancia de cualquier autoridad
nacional. Alguna de esas entidades maneja activos hasta cinco
veces superiores al Producto interior bruto de su país de
origen.
España, según explicó el
vicepresidente del Gobierno, Pedro Solbes, apoyaría la
reforma pero pide que se pacte que en el marco del FMI y del
Banco Mundial
"porque son los dos ejes del sistema actual y es donde
participamos todos". Solbes acepta, no obstante, que las
reuniones preparatorias puedan ser en foros restringidos como el
G-8 o el G-20 (países emergentes)
La iniciativa cuenta con el apoyo trascendental del eje
franco-alemán. Pero arranca de un país como el
Reino Unido que hasta ahora se escabullía del marco
comunitario para centrar su actividad en los foros globales. Ayer
el primer ministro británico, Gordon Brown, convertido por
mor de su plan para recapitalizar la banca en la estrella
mediática del momento, multiplicaba sus apariciones ante
la prensa en Bruselas.
Brown presentó a su homólogos europeos un
"programa para
el fortalecimiento del sistema financiero mundial" que apela a la
unidad de Europa y el resto de la comunidad
internacional "para actuar juntos y sin retraso en la
gestión de los riesgos de contagio, económico y
financiero, en todo el planeta". La segunda parte del Plan Brown
pide "una supervisión efectiva de las firmas
globales".
El presidente francés y presidente de turno de la
UE, Nicolas Sarkozy, fue aún más tajante. "Propongo
un sólo principio: que ninguna institución
financiera escape a la regulación y la
supervisión". Y pidió que la cumbre internacional
para crear el nuevo orden se celebre antes de final de año
'y en Nueva York, donde comenzó la crisis'.
La canciller alemana, Angela Merkel, nada más
llegar al Consejo Europeo que se celebra ayer y hoy en Bruselas,
dio su apoyo al proyecto. "Apoyo
de manera explícita la idea de celebrar este año
una cumbre de primeros ministros de los países del G-8 y
de los emergentes para repensar el sistema financiero mundial",
indicó la canciller.
La premura de ese calendario se solapa con el de las
elecciones presidenciales estadounidenses, que se celebran el
próximo 4 de noviembre. La cumbre internacional, si
llegara a celebrarse, tendría que contar probablemente no
sólo con el presidente saliente, George W. Bush, sino
también con su sucesor electo. El próximo fin de
semana, precisamente, Bush se reunirá en Camp David con el
presidente de turno de la UE, Nicolas Sarkozy, y el presidente de
la Comisión Europea, José Manuel Barroso, para
analizar las consecuencias de la crisis financiera.
– HSBC ya vale en bolsa más que todo lo que queda
de la corona bancaria británica (El Economista –
16/10/08)
(Por Ana Palomares / Maite López)
La foto que hubiéramos sacado al sistema bancario
británico hace un año y medio poco tiene que ver
con una instantánea tomada hoy. La crisis financiera no
sólo ha matado, o al menos herido de muerte, al
liberalismo
económico. También ha supuesto un antes y un
después para los grandes bancos de habla
inglesa.
La banca británica ha cambiado mucho desde que
comenzó la crisis y, pese a ello, el plan aprobado por el
Gobierno de Gordon Brown hará que varíe
todavía más. El único elemento en
común de entonces y de ahora es que HSBC mantiene su
hegemonía y casi inmunidad. Continúa siendo el
mayor banco británico y también supera en valor
bursátil a JP Morgan, el gigante americano.
Aumentar su "poder"
Pero a partir de ahora, la bandera británica
tendrá mucha mayor presencia en tres de las entidades de
las islas a través del control del
Estado, en especial, en Royal Bank of Scotland, porque se
incrementará su capital en 20.000 millones de libras
(25.700 millones de euros). Es decir, la entidad tendrá un
valor bursátil de en torno a 39.500 millones de euros, y
el Gobierno controlará algo más del 65%. Royal Bank
ha tenido que delegar el segundo puesto por capitalización
que poseía en junio de 2007 para ocupar un modesto tercer
lugar en la fotografía
actual de la banca británica.
La de Halifax Bank of Scotland (HBOS) y Lloyds es la
historia de un amor forzado.
Pocos días después de la quiebra de Lehman
Brothers, el Gobierno obligó a Lloyds a comprar Halifax.
De la fusión de
ambos bancos surgirá una entidad de en torno a 17.500
millones de euros. Eso sin contar que tanto HBOS como Lloyds
entran en la lista de entidades rescatadas por el Plan Gordon
Brown y, por tanto, el Estado
entrará en su capital aumentándolo en 17.000
millones de libras (21.700 millones de euros), es decir,
controlará más del 50 por ciento del grupo
resultante. Barclays, el segundo en el ranking británico
financiero, ha declinado la ayuda del Gobierno: saldrá del
atolladero con la ayuda de los inversores. La entidad tiene
previsto lanzar tres ampliaciones de capital por un valor total
de 6.500 millones de libras.
Ranking de los mayores bancos de Reino Unido por valor
bursátil
La mano de JP Morgan
Pero en cuestión de compras, han sido
los bancos norteamericanos los más activos. La veda la
abrió JP Morgan, cuando salió al rescate, un poco
empujado por el departamento del Tesoro estadounidense, de Bear
Stearns, la primera víctima de esta crisis financiera. No
fue ésta la única compra que llevó a cabo el
banco presidido por James Dimon. Hace sólo dos semanas
logró hacerse con el negocio bancario de Washington
Mutual, la mayor caja de ahorros de EEUU. Pagó 2.000
millones y este desembolso se notará en sus cuentas. De
momento, lo que sí se ha notado ya en sus resultados es la
crisis financiera.
Ayer publicó sus cifras del tercer trimestre y
éstas arrojan una caída en su beneficio neto del
85%. Pese a ello, lo cierto es que ha sabido sortear las
dificultades financieras, o al menos sortearlas mejor que sus
compatriotas, ya que se ha convertido en el mayor banco
norteamericano por capitalización en EEUU mientras que
antes de la crisis ocupaba la tercera posición.
¿Quién ha perdido el trono conquistado por
JP Morgan, entonces? El destronado ha sido Citigroup. Su
capitalización ha caído un 37 por ciento, lo que ha
transformado su medalla de oro en la banca norteamericana en un
diploma olímpico (ahora está en cuarta
posición). Un puesto que ni siquiera hubiera podido
superar si se hubiese ganado la batalla a Wells Fargo por la
compra de Wachovia. Este control sí ha elevado a Wells
Fargo hasta la tercera posición en el ranking, con
más de 91.000 millones de dólares en
capitalización bursátil. Además, no
sólo ha ascendido en el escalafón -antes de las
subprime ocupaba el cuarto puesto- sino que también le ha
convertido en el único banco que logra incrementar su
valor en bolsa desde junio de 2007.
La excepción en el mapa financiero la pone Bank
of America, la única entidad que ha conseguido mantenerse
en el segundo puesto pese a la crisis financiera, pero no ha
logrado mantener su capitalización. Desde junio de 2007 su
valor ha caído un 39%.
– El recetario de Botín para superar la crisis
(El País – 16/10/08)
El presidente del Banco Santander, Emilio Botín,
ha inaugurado hoy la I Conferencia de Banca Internacional de la
entidad en la que hecho una serie de recomendaciones, tanto para
las autoridades como para las entidades, para afrontar una crisis
financiera internacional consecuencia de los "excesos y la
pérdida de referentes".
– Las autoridades deben:
– Establecer una hoja de ruta con respuestas coordinadas
– Las medidas no deben generar confusión en los mercados –
Las medidas no deben afectar al funcionamiento del mercado –
Atender la liquidez – Fomentar la transparencia – Reforzar la
supervisión – Conocer profundamente las entidades a
supervisar – Dictar reglas claras – Tener muy en cuenta que los
ciclos económicos y financieros existen y que se debe
estar preparado – Buscar equilibrio entre solvencia y
protección de los consumidores – No transmitir el mensaje
de que se puede actuar sin responsabilidad sobre los errores cometidos –
Mantener un adecuado equilibrio competitivo entre
entidades
– Las entidades deben:
– Recuperar el foco en el cliente –
Centrarse en el negocio recurrente – Gestionar con prudencia el
riesgo – Reforzar el Gobierno Corporativo – Contar con consejeros
capaces y que conozcan bien el negocio – Recordar que el
crédito no crece indefinidamente, que la liquidez no es
siempre abundante y barata, y que la innovación financiera no puede hacerse a
espaldas del riesgo que conlleva
Algunos párrafos del discurso de
Emilio Botín en la Conferencia de Banca
Internacional
En los últimos tiempos se han puesto muchas cosas
en cuestión: desde la complejidad que alcanzaron algunas
innovaciones financieras que resultaron ser muy nocivas, hasta el
funcionamiento de las agencias de rating y ciertas estructuras de
regulación y supervisión, que han cometido errores
importantes.
Banco de España, nuestro regulador y supervisor
ha desempeñado un papel ejemplar, como así ha sido
internacionalmente reconocido. Las respuestas a estas cuestiones
no son fáciles, pero parece claro que pasan por recuperar
los fundamentos.
Porque hay una serie de realidades que parecían
olvidadas:
1. Los ciclos existen.
2. El crédito no puede crecer
indefinidamente.
3. La liquidez no siempre es abundante y
barata.
4. La innovación financiera no puede hacerse a
espaldas del riesgo que conlleva.
Y ahora sobre la mesa tenemos tres problemas globales,
que inciden con distinta intensidad según los
países y que han requerido de medidas urgentes: liquidez,
activos tóxicos y capitalización de las entidades
financieras
Voy a centrar mi intervención en cómo creo
que las entidades y supervisores pueden contribuir a que el
sistema financiero, en particular en Europa, salga de esta crisis
fortalecido.
En mi opinión, la aportación de las
entidades debe venir de: recuperar el foco en el cliente,
potenciar el negocio recurrente, gestionar con prudencia el
riesgo, reforzar el Gobierno Corporativo…
Vayamos por partes.
1. En primer lugar, las entidades tienen que recuperar
el foco en el cliente.
La base del negocio bancario está en las
relaciones estables y directas con nuestros clientes. Y para
mantenerlas tenemos que aportarles valor, servicios y productos
adecuados y ajustados a sus necesidades.
Debemos proporcionar productos a precios razonables.
Para ello necesitamos controlar los costes sin perjudicar el
servicio a los clientes y explotar las economías de
escala que se
alcanzan a través de un tamaño crítico de
mercado.
Esto es importante en cualquier momento, pero en
situaciones como la actual, se hace imprescindible.
2. La segunda clave es centrarse en el negocio
recurrente.
Un modelo de negocio recurrente, bien gestionado, basado
en la relación con el cliente a largo plazo, es rentable y
no necesita inversiones en
títulos y estructuras financieras opacas para generar
beneficios.
3. Esto me lleva al tercer punto, quizás el
más importante: las entidades tenemos que gestionar con
prudencia el riesgo.
Si hay algo que ha quedado claro en esta crisis es la
necesidad de poner el foco en la gestión de los riesgos. Y
para esto no hay que innovar mucho. No hay que inventar nada
nuevo. Hay que dedicarle tiempo y atención al más
alto nivel en todas las entidades…
Compartimos plenamente las recomendaciones de los
distintos organismos internacionales en esta materia: la
función de riesgos debe ser independiente del negocio, y
en ella debe implicarse la más alta dirección del
Banco. Este esquema exige, evidentemente, que el Consejo conozca
y entienda el sistema financiero.
4. Por eso es tan importante el cuarto punto al que
quiero referirme: la necesidad de contar con un fuerte Gobierno
Corporativo dentro de las Entidades.
Lo que se necesita son Consejeros capaces y que conozcan
bien el negocio. Hablamos de un sector complejo, sujeto a
innovaciones continuas, y en el que cualquier error de
gestión tiene implicaciones importantes, como hemos
visto…
. El Tesoro Británico, en su informe sobre la
caída de Northern Rock apunta como
una de sus principales causas, la falta de cualificación
financiera de sus máximos responsables. Son errores que no
se pueden volver a cometer.
Paso ahora a hablar de cómo creo que las
autoridades pueden contribuir positivamente al reforzamiento del
sistema financiero.
Una primera lectura de la
crisis nos dice que las soluciones
técnicas no han sido suficientes para
devolver la confianza a los mercados. Se necesita dar señales
inequívocas bajo un liderazgo claro. Y en un mundo global,
tendrá que ser siempre un liderazgo compartido.
Esto pasa por dar respuestas coordinadas que no generen
confusión ni problemas en diferentes mercados. Y en
especial, en Europa. Porque lo que está claro es que
queremos más Europa, y por eso estamos aquí hoy. En
todo caso, las soluciones que planteemos deben:
1. Dejar claras las reglas a seguir en caso de crisis.
Necesitamos una hoja de ruta.
2. Evitar generar riesgo moral: no podemos transmitir el
mensaje de que se puede actuar sin responsabilidad sobre los
errores que se cometan.
¿Cuáles deben ser las prioridades? En
primer lugar, atender la liquidez. La línea de
flotación de las entidades es, o era hasta ahora, el
capital, y en ese aspecto se centraban los supervisores para
analizar la solvencia de las entidades. Pero tras esta crisis, la
liquidez debe recibir también atención, pues ha
demostrado su capacidad de poner en peligro a algunas Entidades
financieras.
En segundo lugar, fomentar la transparencia. La magnitud
de esta crisis está relacionada con la incertidumbre sobre
quienes y en qué medida se han visto afectados por ella.
La falta de información ha derivado en una crisis de
confianza generalizada. Para recuperar esa confianza, es
fundamental que el mercado disponga de la máxima
transparencia en cuanto al perfil de riesgo de todos los
integrantes del sistema financiero. Además, estamos
convencidos de que la garantía para el consumidor en un
mercado libre, competitivo y eficiente, se encuentra en la
transparencia.
Y, en general, hay que reforzar la supervisión.
La crisis nos ha enseñado que, tan importante como la
transparencia de las propias entidades, son los mecanismos de
control y valoración de la información. Es
necesario que los supervisores: conozcan profundamente las
entidades que supervisan, dicten reglas claras y tengan muy en
cuenta que los ciclos económicos y financieros existen y
que hay que estar siempre preparados para ello. Además, el
sistema de supervisión debe buscar el equilibrio adecuado
entre solvencia y protección de los consumidores, sin
supeditar una a la otra.
Por último, en Europa se hace ahora
imprescindible una mayor coordinación entre supervisores. Las
medidas acordadas el pasado fin de semana en la reunión
del Eurogrupo, inspiradas en el Plan del Reino Unido, apuntan en
esta dirección. Suponen una respuesta coordinada. Aportan
una hoja de ruta de actuación para los diferentes
gobiernos del área euro y apuntan a temas
señalados, como la liquidez…
En todo caso, me parece muy importante que, dentro de
este conjunto de medidas, no se pierda de vista la necesidad de
mantener un adecuado equilibrio competitivo entre las Entidades
financieras. Es esencial que las medidas que se puedan adoptar no
afecten al funcionamiento del mercado y se mantenga el
estímulo a la buena gestión.
Termino con algunas conclusiones:
Mi lectura es que el origen de la crisis no está
en un mercado concreto, como
el americano, ni se ciñe a un negocio en especial, como
las hipotecas subprime. Activaron la crisis pero no la
causaron.
El problema ha sido el mismo que ha originado otras
crisis anteriores: los excesos y la pérdida de referentes
en un entorno extraordinariamente favorable, que ha llevado a
olvidar los fundamentos de la banca, que son: la necesidad de
conocer muy bien a los clientes y a los productos que se
intermedian, la prudencia para no aceptar niveles de
endeudamiento desproporcionados al riesgo que se asume al
financiarles, la valoración adecuada de todos los riesgos
en que se incurre, la existencia de ciclos económicos y
financieros.
Estoy seguro de que si
el sistema financiero recupera estos principios y se dota de un
marco de supervisión más completo y coordinado, de
los incentivos adecuados y de una mayor transparencia
saldrá reforzado de la crisis y podrá continuar
contribuyendo positivamente al crecimiento
económico.
– Los bancos se agarrarán con fuerza al
dinero del rescate (Negocios –
17/10/08)
Cuando el jueves dos gigantes financieros, Citigroup y
Merrill Lynch, informaron de nuevas pérdidas
multimillonarias, el sector alcanzó un triste hito: se han
desvanecido todos los beneficios combinados que los bancos
importantes habían ganado en los últimos
años.
Desde mediados de 2007, cuando la crisis de
crédito apareció, los nueve bancos más
importantes del país han amortizado el valor de sus
activos tóxicos alcanzando una cifra combinada de 323.000
millones de dólares. Con una recesión en puertas,
el daño probablemente no se va a acabar aquí. Los
problemas que empezaron con las hipotecas de las casas -dicen los
analistas- están emigrando a los automóviles, las
tarjetas de
crédito y los préstamos inmobiliarios
corporativos.
Los números rojos, cada vez más profundos,
subrayan una cuestión crucial sobre el plan del Gobierno:
¿Las entidades de crédito desplegarán
rápidamente este capital recién hallado, como
espera el Tesoro, y abrirán el flujo del crédito
para que discurra por toda la economía? ¿O
acapararán el dinero para protegerse a sí
mismos?
John A. Thain, consejero delegado de Merrill Lynch, dijo
el jueves que los bancos probablemente no iban a actuar con
rapidez. Los ejecutivos de otros bancos expresaron en privado un
punto de vista similar.
Desde luego, está claro que los bancos
están en un profundo agujero. Por cada dólar que
ganaron durante los años más prósperos del
sector, han tenido que recortar ahora 1,06
dólares.
Aun con el capital del Gobierno, según los
analistas, el sector bancario necesita todavía captar en
torno a 275.000 millones de dólares a la luz de las
pérdidas que se avecinan.
Pero el Secretario del Tesoro, Henry M. Paulson,
está urgiéndoles a emplear su nuevo capital pronto.
El lunes, Paulson hizo públicos sus planes de proporcionar
125.000 millones de dólares a nueve bancos bajo
condiciones que eran más favorables de las que hubieran
recibido en el mercado. El Gobierno, sin embargo, no ha
presentado ninguna exigencia escrita sobre cómo o
cuándo deben usar los bancos ese dinero.
Sin muchas exigencias
"No hay exigencias obligatorias expresas que les digan
qué cantidad de préstamos deben hacer", dice John
C. Dugan, el interventor de las actividades de los bancos. "Pero
la economía funciona de tal forma que les interesa
hacerlo".
Dugan añadió que no iba a examinar
cómo utilizaban los bancos el dinero, pero dijo que sus
acciones estarían "expuestas al juicio de la opinión
pública".
Los bancos podrían utilizar el dinero del
gobierno para cualquier cosa. Algunos analistas dicen que pueden
emplearlo para adquirir competidores débiles. Otros
aseguran que podrían emplearlo en evitar un doloroso
recorte de costes. Y otros, que pueden sentarse simplemente
encima del capital.
Las entidades de crédito han estado retirando las
líneas de crédito para las empresas, hipotecas,
préstamos a hogares y ofertas de tarjetas de
crédito, y los analistas dicen que esta tendencia
probablemente no se va a invertir gracias al dinero del
Gobierno.
"No creo que el mercado quiera ver que el capital se
emplea para apalancar el negocio otra vez", dice Roger Freeman,
un analista de Barclays Capital, que el mes pasado
adquirió partes del ahora quebrado Lehman Brothers. "Lo
que espero es que pasen trimestres, no meses, antes de que el
capital se ponga a trabajar".
Muchos bancos todavía están asediados por
los excesos pasados. Las pérdidas en una serie de tipos de
préstamos distintos están creciendo y
extendiéndose más allá de las fronteras del
país. Citigroup y Merrill Lynch han perdido dinero todos
los trimestres del año pasado, a medida que los activos
deteriorados recortaban los ingresos.
Merrill, que está en proceso de fusionarse con
Bank of America, presentó pérdidas de 5.150
millones de dólares, lastrado por unos 12.000 millones de
dólares en amortizaciones.
Citigroup perdió 2.820 millones de
dólares, cuando sus 13.200 millones de dólares en
pagos relacionados con pérdidas de crédito se
tragaron todos los ingresos que el banco había generado. Y
los analistas dicen que Citigroup probablemente se va a enfrentar
a varios trimestres más de pérdidas de
préstamos, a medida que la economía global se
ralentiza.
Todos los rincones de la economía atraviesan
ciclos de bajada y subida. Pero la crisis bancaria ha acabado con
una veloz ferocidad con pasados beneficios.
En el caso de los nueve bancos comerciales de mayor
tamaño, Citigroup, Merrill Lynch, Bank of America, Morgan
Stanley, JPMorgan Chase, Goldman Sachs, Wells Fargo, Washington
Mutual y Wachovia, los beneficios desde principios de 2004 hasta
mediados de 2007 fueron 305.000 millones de dólares. Pero
desde julio de 2007, estos bancos han rebajado sus valoraciones
sobre los préstamos y otros activos en algo más de
esta cantidad.
"Las pérdidas ahora están mostrando que en
algún sentido los beneficios presentados a principios de
año no eran reales, porque cargaban con demasiado riesgo
entonces", dice Richard Sylla, un historiador economista y
financiero en la Stern School of Business de la Universidad de
Nueva York.
Sylla ha dicho que el beneficio medio del sector
financiero en la primera década de este siglo será
desastroso, a pesar de que haya habido un puñado de
años récord en el medio.
La forma en que los bancos valoran sus inversiones ya
está siendo estudiada. Se supone que los banqueros
están formados para valorar activos, y gran parte de sus
astronómicas primas antes de la crisis de crédito
estaban basadas en esa habilidad.
En el futuro, cuando Wall Street encuentre una nueva
fuente de beneficios, como seguramente hará, los analistas
tendrán que tener presentes las pérdidas de esta
crisis mientras se cuestionan los nuevos beneficios.
Son estos mismos bancos los que se están
beneficiando en alguna forma de la reciente inyección de
capital del gobierno. Tres de los nueve -Merrill Lynch,
Washington Mutual y Wachovia- están en proceso de
fusión con otros del grupo. Otros dos bancos -Tate Street
y Bank of New York Mellon- también han recibido capital
del Gobierno esta semana.
– El sistema bancario, 40 años caminando sobre el
abismo (Cinco Días – 18/10/08)
Un informe patrocinado por el FMI identifica 124 crisis
desde 1970.
(Por Fernando Martínez)
Hay una convicción generalizada de que el mundo
atraviesa la peor crisis desde la Gran Depresión de los
años treinta, que siguió al crac de 1929 y que
acarreó, atención, tasas de paro del orden
del 25% en EEUU (hoy el desempleo llega al 6,1% de la
población activa). Pero ¿realmente es esta crisis
algo nuevo? La respuesta es que no. Un estudio realizado por los
economistas del Fondo Monetario
Internacional (FMI) Luc Laeven y Fabián Valencia
identifica nada menos que 124 crisis financieras
sistémicas, cada una afectando a un país
determinado, desde 1970 hasta la fecha. El análisis, que no representa la
opinión oficial del Fondo, revela que ni siquiera son
novedosas las soluciones como la que lidera el Gobierno
británico, desembarcar en el accionariado de los bancos, o
el plan inicial de EEUU, que priorizaba la compra de activos
ilíquidos para sanear los balances bancarios. Los expertos
admiten que cada situación exige una solución
específica, pero hay una conclusión clara: "Por
encima de todo, la rapidez es lo esencial" para afrontar la
coyuntura.
El exceso como constante
Otro elemento interesante es el de los factores comunes
que convergen en casi todas las crisis y que enfatizan la
insistencia pertinaz del ser humano en tropezar con la misma
piedra. Desde Bangladesh a Wall Street, la mecánica se repite: "Entre las causas de
las crisis financieras hay una combinación de
políticas macroeconómicas insostenibles (con
enormes déficit por cuenta corriente y deuda
pública), boom excesivos de crédito, grandes
entradas de capital y parálisis política, debido a
diversas restricciones políticas o
económicas".
Laeven y Valencia subrayan que la respuesta
clásica de los bancos centrales es la de "primar la
estabilidad sobre los costes", lo que no está demostrado
que ayude a acelerar la resolución del problema, ni a
evitar debacles financieras. "Se extiende liquidez de una forma
demasiado flexible a entidades con muchos problemas, que a la
postre terminan siendo insolventes de todas maneras", advierten.
"Es frecuente que la caída de un banco inviable se retrase
demasiado tiempo".
La investigación ha encontrado una serie de
pautas, algunas muy esperanzadoras y otras ciertamente
inquietantes. Si bien el hecho incontestable es que el sistema
financiero mundial ha sido capaz de sobrevivir a más de
120 crisis sistémicas, que en un 55% de los casos han ido
combinadas con fuertes turbulencias en las respectivas monedas
nacionales.
Entre los datos más negativos figuran el hecho de
que prácticamente ningún terremoto financiero se ha
saldado sin importantes cierres y fusiones en el
sector. Un 62% de los casos provocaron una brusca salida de
depósitos bancarios y el volumen de créditos incobrables (Non Performing Loans)
alcanza un promedio del 25%. Se puede argumentar que esta
última cifra está inflada por los números de
países como Bulgaria (75% de NPL en la crisis de 1996),
Nicaragua (50% en 1990), o el 80% de Benin en 1988 y que en la
célebre crisis de Ahorros y Préstamos (Savings and
Loans) de EEUU en 1988, que forzó la intervención
pública del paladín del liberalismo Ronald Reagan,
el volumen de créditos fallidos apenas superó el
4%. Pero no es menos cierto que los NPL llegaron al 35% en
Japón
en los años noventa y que superaron el 13% en la crisis
escandinava, que sufrieron Suecia, Noruega y Finlandia en
1991.
En consecuencia, el Estado termina controlando un 31% de
los activos financieros y la estabilización del sistema
termina implicando un coste fiscal medio
equivalente a 13,3 puntos porcentuales del PIB. El saldo de las
crisis para la economía real es de un ajuste del 20% en el
crecimiento promedio (respecto a la tasa histórica)
durante el lustro posterior al estallido de las convulsiones
financieras. La parte positiva es que desde 1970 ha sido
extraño el caso en que los ahorradores han salido
perjudicados, ya que la garantía de los depósitos
por parte de la Administración es algo sistemático.
Un cálculo
realizado por UBS pone de manifiesto que la entrada en vigor de
planes de rescate financiero suele caminar en una fuerte
revalorización del sector bancario, con una rentabilidad
media del 150% un año después del comienzo de la
operación.
Lo que resulta evidente es que la actual crisis no es
precisamente la primera… ni parece que vaya a ser la
última.
Historial
• España 1977 Los problemas de solvencia
obligaron a rescatar a 24 instituciones; 20 pequeñas
entidades fueron nacionalizadas, otras cuatro desaparecieron y
cuatro más se fusionaron.
• EEUU 1988 El colapso de 1.400 entidades de
ahorro y
préstamos obligó al Gobierno a desembolsar en el
sistema 180.000 millones de dólares.
• Escandinavia 1991 El denominador común fue
una expansión desbocada del crédito. En Finlandia,
el Gobierno nacionalizó tres bancos que eran el 30% de los
depósitos; en Noruega, se asumió el control de casi
todo el sistema; en Suecia, el 70% de la banca bordeó la
insolvencia.
• Emergentes 1997 Tras el colapso de México en
1994, la insolvencia se extendió años más
tarde a países como Rusia,
Malasia, Tailandia o Indonesia.
• Japón 1998 El desplome inmobiliario y
bursátil desembocó en una avalancha de
créditos impagados que llegó a representar el 18%
del PIB.
– Reportaje: Y esto, ¿quién lo paga? (El
País – 19/10/08)
El Banco Mundial recuerda que otras crisis tuvieron un
coste del 10% del PIB
(Por Alejandro Bolaños)
El gigantesco contador digital de deuda pública
que instaló el promotor inmobiliario Seymour Durst en
Times Square (Nueva York) ha tenido una vida ajetreada. Hace 20
años, cuando se encendió, el panel de 13
dígitos fosforescentes reflejaba que la deuda del Gobierno
de EEUU era de 2,7 billones de dólares. En 2004, fue
sustituido por un contador nuevo que incluyó una pantalla
más para dar prestancia digital al símbolo del
dólar, pintado a mano en el aparato original. Pero hace
dos semanas, la deuda pública pasó de los 10
billones, y ante la necesidad de otro dígito, el
símbolo del dólar tuvo que ceder su sitio. La
velocidad de cálculo de los ordenadores, que actualizan la
cifra al segundo en el contador, afronta ahora el reto de una
deuda pública disparada por el multimillonario plan de
rescate del sector financiero al que se ha visto forzado la
Administración de George Bush.
"Se protegerán los intereses de los
contribuyentes". La frase se repite como un mantra en los
comunicados con los que Estados Unidos, la zona euro, el G-7 o el
FMI defendieron en los últimos días la
intervención pública en el sector financiero. Con
este compromiso, los Gobiernos tratan de conjurar la perplejidad,
cuando no la indignación, de la opinión
pública ante la inyección de dinero a manos llenas
a bancos y otras entidades que han disfrutado de abultados
beneficios y han premiado a sus responsables con compensaciones
multimillonarias.
El dogma de la contención en el gasto
público se hace ahora elástico para financiar
los planes de rescate: en EEUU, la transfusión
superará los 700.000 millones de dólares (520.000
millones de euros). El incesante goteo de planes europeos roza ya
los 2,5 billones de euros, una cantidad cercana al 20% del PIB de
la UE.
Los responsables políticos arguyen que el
derrumbe del sector financiero podría llevar a una
profunda depresión de la economía mundial. Y que la
mayor parte de las medidas no tendrán coste para las
finanzas
públicas. "Los avales a la deuda de los bancos
sólo tendrán un impacto si se activan",
recalcó este jueves Amelia Torres, portavoz de la
Comisión Europea. Es un argumento circular, porque los
Gobiernos se han comprometido también a evitar la quiebra
de más entidades y a asegurarse de que cumplirán
sus compromisos de pago. Y si eso es así, los avales no se
ejecutarán.
Las garantías públicas para resucitar el
mercado de crédito concentran la propuesta europea. Casi
la mitad del plan británico, valorado en 620.000 millones
de euros, se destinará a avalar la emisión de deuda
de los bancos nacionales. Alemania
reserva 400.000 millones (el 80% de su programa) a garantizar los
préstamos interbancarios. Francia, con 320.000 millones
más; España, con 100.000 millones, o Austria, con
85.000 millones, también hacen de los avales su principal
línea de actuación.
La participación directa en las entidades,
mediante la toma de acciones, o la compra de activos son las
medidas que sí requerirán un aumento de la deuda
pública. Y nada despreciable. El Gobierno de EEUU, que
centra en estas dos vías su actuación, tiene el
permiso del Congreso para elevar su deuda a 11,3 billones, lo que
le acercaría al 70% del PIB (10 puntos porcentuales
más que ahora).
Las iniciativas del Gobierno de Gordon Brown
(nacionalización de Nothern Rock, adquisición de
Bradford & Bingley, los 70.000 millones para la
recapitalización de entidades) elevarán la deuda
pública británica del 44% al 50% de su PIB,
según expertos del país. El Gobierno español
estima que la suya pasará del 37% al 42% si se consume su
plan de compra de activos. Incrementos incluso mayores se auguran
para Francia y Alemania.
Las emisiones de deuda en Europa por los planes de
rescate oscilarán entre 200.000 y 300.000 millones, una
cifra equivalente al 50% de lo que mueve el mercado primario en
la zona euro.
Los títulos de deuda pública son ahora
objeto de deseo de los inversores, que huyen del riesgo. Hasta
tal punto que las peticiones rompen récords (el Tesoro
español batió esta semana el suyo al adjudicar
4.900 millones en letras a 12 meses) y las colocaciones se hacen
a tipos de interés menos gravosos para las arcas
públicas. Pero con la inundación de deuda
pública que se augura, las tornas cambiarán, y los
costes de financiación para los Gobiernos, que
pujarán por atraer dinero, volverán a subir. El
diferencial con la deuda que emite el Gobierno alemán (sus
bonos a 10
años se colocan a un tipo del 4,05% frente al 4,5% de los
españoles) implica que el coste para el Tesoro
español (que acaba de lanzar una campaña de
promoción internacional) será
aún mayor.
Los responsables políticos asumen que
habrá un aumento de la partida presupuestaria para pagar
intereses de la deuda. Pero también creen que será
un efecto pasajero, ya que sostienen que la deuda pública
volverá a bajar. Los Gobiernos plantean que, cuando la
crisis afloje, podrán vender en el mercado las
participaciones de los bancos o los activos de las entidades,
amortizar la deuda e, incluso, ganar dinero. Un planteamiento
idílico al que la experiencia histórica pone
sordina: el Banco Mundial cifra en un 10% del PIB el coste final
de los planes de rescate para los países que han afrontado
crisis financieras en las últimas cuatro
décadas.
– Primer plano – Por qué es importante el
cómo (El País – 19/10/08)
(Por Thomas L. Friedman © New York Times
Service)
Tengo un amigo que cada dos por tres me recuerda que si
saltas desde el piso 80º, durante 79 pisos puedes llegar a
creer que vuelas. Lo que te mata es la parada repentina del
final.
Cuando pienso en el auge, la burbuja y el pinchazo de
los servicios financieros que Estados Unidos acaba de
experimentar, suele venirme a la cabeza esa imagen.
Creíamos que volábamos. Bien, acabamos de
encontrarnos con la parada repentina del final.
Resulta que las leyes de la
gravedad siguen siendo válidas. No podemos decirles a
decenas de miles de personas que pueden conseguir el sueño
americano -una casa, sin gastos de entrada
y nada que pagar en dos años- sin que al final eso nos
atrape. La ética
puritana de trabajo duro y
ahorro sigue importando. Sólo que odio la idea de que hoy
en día dicha ética esté más viva en
China que en Estados Unidos.
Nuestra burbuja financiera, como todas las burbujas,
tiene muchas ramificaciones complejas que la alimentan -llamadas
derivados y créditos recíprocos-, pero, en el
fondo, es realmente muy simple. Nos salimos de los elementos
básicos: de los fundamentos del préstamo y el
endeudamiento prudentes, en los que el prestamista y el
prestatario mantienen cierta responsabilidad personal, y
cierto interés personal, en que la persona que
recibe el dinero pueda de hecho devolverlo. Por el contrario,
hemos caído en lo que algunos llaman el préstamo
del THD y el YHD: "Tú Habrás Desaparecido y Yo
Habré Desaparecido" antes de que haya que pagar la
cuenta.
Sí, esta burbuja trata de nosotros; no de todos
nosotros, porque muchos estadounidenses eran demasiado pobres
para poder jugar. Pero trata de suficientes de nosotros como para
decir que trata de Estados Unidos. Y no saldremos de ésta
sin volver a ciertos principios básicos, razón por
la que estoy releyendo un valioso libro sobre el
que escribí en otra ocasión titulado How: Why How
We Do Anything Means Everything in Business (and in Life) [por
qué el cómo hacemos algo lo es todo en los negocios
(y en la vida)]. Su autor, Dov Seidman, es director general de
LRN, que ayuda a las empresas a establecer culturas empresariales
éticas.
Seidman sostiene, básicamente, que en un mundo
hiperconectado y transparente como es el nuestro en la actualidad
el "cómo" se hacen las cosas es importante, porque muchas
otras personas pueden ver cómo hacemos las cosas, pueden
sentirse afectadas por las cosas que hacemos y pueden decirles a
otras por Internet, en cualquier
momento, cómo las hacemos, sin gastos y sin
limitaciones.
"En un mundo conectado", me decía Seidman, "los
países, los Gobiernos, las empresas, tienen también
personalidad,
y su personalidad -cómo hacen lo que hacen, si cumplen las
promesas, cómo toman las decisiones, cómo ocurren
las cosas realmente en su interior, cómo conectan y
colaboran, si generan confianza, cómo se relacionan con
sus clientes, con el medio ambiente
y con las comunidades en las que se mueven- es ahora su destino",
recalcaba.
Nos hemos alejado de estos "cómos". En
años recientes estamos más conectados que nunca,
pero las conexiones son de hecho muy flojas. Es decir, nos
alejamos de un mundo en el que si querías una hipoteca
para comprar una casa tenías que demostrar unos ingresos
reales y un historial crediticio, para entrar en un mundo en el
que el banquero te vendía una hipoteca y después
sacaba un montón de dinero por adelantado y le trasladaba
tu hipoteca a un agrupador que lo ponía todo en un
paquete, lo dividía en bonos y lo vendía a bancos
de sitios tan alejados como Islandia.
El banco que te concedía la hipoteca
eludía el "cómo" porque sencillamente se la pasaba
a un agrupador. Y el banco de inversión que agrupaba estas
hipotecas eludía el "cómo" porque se podía
ganar mucho dinero dando buenas calificaciones a estos bonos,
así que ¿por qué pararse a pensar demasiado?
Y el banco de Islandia eludía el "cómo" porque,
oye, todos los demás estaban comprando lo mismo y los
beneficios eran grandes, luego, ¿por qué
no?
"El lema de UBS (Unión de Bancos Suizos) es:
"Usted y nosotros". Pero el mundo que hemos creado era de hecho
"usted y nadie": nadie estaba realmente conectado en lo que se
refiere a valor", opina Seidman. "Partes de Wall Street se
desconectaron de la inversión en esfuerzo humano: ayudar a
las empresas a ascender y a adoptar nuevas ideas". En lugar de
eso, empezaron simplemente a sacar dinero del dinero mediante
ingeniería financiera. "Y por eso, algunos de los
directores generales más listos no sabían lo que
estaban haciendo algunos de sus trabajadores más
listos".
Charles Mackay escribió una historia
clásica sobre las crisis financieras titulada
Extraordinary Popular Delusions and the Madness of Crowds
[espejismos populares extraordinarios y la locura de las
multitudes], publicada por primera vez en Londres en 1841. "El
dinero ha sido a menudo causa de espejismo para las multitudes.
Todas las naciones sobrias se han vuelto de repente apostadoras
desesperadas y casi han arriesgado su existencia por un papel.
Trazar la historia de estos espejismos es el objetivo de estas
páginas. Los hombres, se ha dicho en muchas ocasiones,
tienen mentalidad de rebaño; se verá que enloquecen
como un rebaño, mientras que sólo recuperan la
razón lentamente, y de uno en uno", decía Mackay en
sus páginas.
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