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La codicia de los mercados (el virus mutante) ? Parte II (página 7)




Enviado por Ricardo Lomoro



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Es posible que hipotecas concedidas por entidades
financieras solventes a personas sin suficientes recursos puedan
ser capaces de desencadenar la mayor hecatombe financiera de la
historia y poner
contra las cuerdas a las principales economías mundiales?
La respuesta es un rotundo, y profundamente inquietante,
sí. Pero éste no es más que uno de los
detonantes de la actual crisis. A este
incumplimiento de cualquier decálogo bancario (no prestar
dinero a
alguien que no estás seguro que te lo
puede devolver en los plazos previstos) se han sucedido otros
factores que han agravado la situación: la
aparición de toda una gama de productos
subprime (los créditos de alto riesgo se
empaquetaban y se vendían a inversores institucionales)
que se han comercializado dentro y fuera de EEUU, el pinchazo de
la burbuja inmobiliaria en algunos países, el repunte de
la inflación…

Las primeras víctimas de la crisis han emergido
dentro del sector financiero, con la desaparición de
más de una decena de entidades de primera fila, lo que ha
obligado a los Gobiernos de diferentes países, como el
estadounidense, el británico, el irlandés o el
belga, a inyectar miles de millones de euros en los balances o
incluso a nacionalizar entidades. Cheques en
blanco para evitar la caída en cadena de todo el sistema
financiero mundial y el colapso de los mercados
financieros. Pero, sobre todo, un generoso talón para
intentar recuperar la confianza del sistema y lograr
que la maquinaria vuelva a ponerse en funcionamiento con la
reapertura de los mercados de
capitales.

La aprobación el viernes del Plan Paulson,
diseñado por el Tesoro de EEUU para evitar más
quiebras y que destinará 700.000 millones de
dólares a comprar estos "activos
tóxicos" que ahora circulan por el sistema, es un primer
paso, pero no suficiente para recomponer los daños
causados en estos últimos 14 meses.

Quiebras: ¿Cómo cae en bancarrota una
entidad financiera?

Cualquier entidad debe mantener unos ratios de capital
mínimos para garantizar su solvencia. Si éstos caen
en picado, sea por una mala gestión
o por la retirada de confianza de sus clientes,
pasaría a estar en situación de quiebra al no
poder soportar
sus resultados las pérdidas acumuladas. Es lo que le
sucedió a Lehman, cuarto banco de inversión de EEUU. La entidad se vio
salpicada por su elevada exposición
a los productos subprime y generó un agujero en sus
cuentas. Se
desplomó por el precipicio en cuestión de
días, ya que al tratarse de un banco de inversión
no contaba con depósitos con los que compensar las
dificultades para obtener financiación en unos mercados de
capitales cerrados a cal y canto. Cuando presentó su
suspensión de pagos, Lehman declaró una deuda de
613.000 millones de euros. En España, la
más reciente es la de Banesto, intervenido en 1993 por el
Banco de España. En este caso, el causante del deterioro
de su solvencia fue el crecimiento del crédito
sin control, unido a
las operaciones
fraudulentas de algunos de sus gestores, lo que le condujo a
consumir todo su capital y reservas y le colocó en una
situación de insolvencia patrimonial.

Pero no es necesario para que un banco quiebre que
incurra en pérdidas. Basta con un rumor. No hay más
que recordar la estampida de depositantes que se produjo en
Northern. Esta retirada de fondos puede originar también
una bancarrota en cuestión de horas, ya que al agolparse
los reembolsos la entidad no podría hacer frente al pago
de sus compromisos. En otros casos, como Fortis, el desplome de
su cotización derivó en la rápida
intervención de los Gobiernos, que acudieron en su
rescate, para evitar males mayores.

Antecedentes: Diferentes motivos para un
colapso

La bancarrota puede estar producida por su insolvencia,
como ocurrió en la quiebra de Banesto en 1993, y la
incursión de las cuentas de una entidad en pérdidas
o por la retirada masiva de depósitos por parte de los
clientes como sucedió con el británico Northern
ante la difusión de un rumor sobre su delicada
situación.

Crisis sistémica: Por qué se produce un
contagio tan rápido

La transmisión de las turbulencias no se ha
limitado a los mercados, donde es habitual que se sigan al pie de
la letra los dictados del todopoderoso Wall Street, sino que ha
alcanzado a prácticamente todas las entidades del mundo.
Sólo algunas de las economías emergentes
permanecen, al menos de momento, al margen de esta crisis. Uno de
los motivos de que este contagio haya sido tan rápido es
que los grandes grupos bancarios
han extendido sus redes en los últimos
años por todo el planeta. Es lógico, por tanto, que
Lehman Brothers, así como Merrill, Morgan Stanley, Goldman
y Bear Stearns, contaran con filiales repartidas por toda
Europa, que
también ofrecían a sus clientes una amplia gama de
activos subprime camuflados dentro de productos financieros
sofisticados. Estos activos tóxicos, además, han
terminado en las carteras de grandes grupos financieros europeos
que en su momento no dudaron de la calidad de unos
productos financieros cuyo marchamo correspondía a los
gigantes de la banca de
inversión de EEUU. Tampoco hay que olvidar los riesgos de las
contrapartidas que mantienen en derivados las entidades
financieras, ya que si quiebra una de las dos partes arrastra
consigo al otro.

Pero, sin duda, la principal razón es que las
turbulencias se han tornado en una crisis sistémica, en la
que nadie está a salvo. En una situación de esta
gravedad, el inversor no discrimina, deja a un lado el análisis de los fundamentales y sólo
piensa en deshacer posiciones lo más rápido posible
de aquel sector que esté en entredicho. Y, en esta
ocasión, el torpedo ha dado justo en la línea de
flotación de todas las economías: el sistema
financiero.

Productos: Demanda de
productos más sofisticados

La necesidad de prometer rentabilidades cada vez
más atractivas llevó a las entidades a poner en
marcha sus fábricas de productos. De este laboratorio
virtual salió una oferta
sofisticada, que durante los tiempos de bonanza se colocó
entre institucionales con facilidad, pero que ahora se ha
convertido en un castillo en el aire.

El Plan Paulson: Medidas dramáticas para tiempos
extraordinarios

Devolver la confianza. La clave de bóveda del
llamado plan Paulson (por el secretario del Tesoro, Henry
Paulson), oficialmente conocido como Programa de
auxilio de activos problemáticos (Troubled Assets Relief
Program) consiste en una inyección de 700.000 millones de
dólares (medio billón de euros) para estabilizar el
sistema financiero estadounidense. No se trata fundamentalmente
de parar la sangría bursátil de Wall Street, que
también, sino de limpiar los balances de los bancos para
evitar futuras quiebras e impulsar un regreso a la normalidad que
devuelva la liquidez al sistema bancario y, en consecuencia, a la
economía real.

"No es la única solución necesaria, pero
es un paso decisivo. Es muy importante para devolver la confianza
al sistema", valora Francis Ellison, de la gestora Threadneedle.
Todas las entidades estadounidenses, o foráneas pero con
presencia significativa en EE UU, pueden acogerse al
plan.

El Tesoro supervisará el rescate mediante una
Oficina de
Estabilidad Financiera. El Estado
adquirirá los llamados "activos problemáticos", que
se definen de la siguiente manera: "Hipotecas personales o
comerciales y cualquier activo, obligación u otro tipo de
instrumento financiero vinculado a esas hipotecas y que fuera
originada o emitida antes del 14 de marzo de 2008". La propuesta
se reserva otro as en la manga, que es considerar "activos
problemáticos" a todos aquellos que, previo acuerdo con el
banco central, "se determine que es necesario comprar para
promover la estabilidad del sistema".

El plan pretende deshacer así el nudo que ha
colapsado las cuentas de los bancos y la actividad de
concesión de créditos. Cada día que pasa, es
crucial.

Malos activos: el boom inmobiliario, la raíz del
problema

La fiebre de la
vivienda en EEUU llevó a dar créditos a clientes
que no podrían pagar a la menor dificultad. Esos
préstamos se estructuraron en bonos de alto
rendimiento, respaldados por las hipotecas. Cuando la debilidad
económica desató una oleada de impagos, los otrora
jugosos bonos hipotecarios quedaron reducidos a
cenizas.

Mercado interbancario: La fuente de financiación
de los bancos se seca

Distorsiones. La crisis con la que el inversor lleva
más de un año peleando se ha agudizado en buena
medida por la tensión que vive el mercado
interbancario, lugar al que acuden los bancos para financiarse.
Los problemas que
atraviesan muchas entidades por su exposición a activos
tóxicos, ha generado pérdidas millonarias en las
cuentas de resultados del sector, lo que ha convertido la
liquidez en un bien codiciado. El dinero
escasea y el que lo tiene no se arriesga a prestarlo al vecino
por miedo a no volver a verlo o anticipando sus propias
necesidades futuras. Así, en los últimos meses,
debido a la enorme desconfianza que se ha generado entre las
entidades, este mercado ha estado
prácticamente paralizado, secándose así una
de las principales vías que usaban los bancos para captar
fondos. Toda esta tensión ha provocado que aquellos que
finalmente sí logran financiación deban pagar unos
tipos de interés
desorbitados. Por ejemplo, el Ted Spread indica que los bancos
han tenido que pagar intereses 300 puntos básicos por
encima de los tipos de las letras del Tesoro a tres meses de
EEUU.

Euríbor: Un tipo desbocado

Conseguir un préstamo hoy en día se ha
convertido en una odisea para empresas y
particulares. Y aquellos con una hipoteca también sufren
las consecuencias de la escasez de
dinero. El euríbor a 12 meses, tipo al que se referencian
la mayoría de las hipotecas, está en el 5,49%
cuando lo normal sería que cotizara unos 15 puntos
básicos por encima de los tipos oficiales, actualmente en
el 4,25%.

Cambios en el modelo:
Qué ha fallado en los sistemas de
control

Los supervisores y las agencias de rating vuelven a
estar bajo la lupa de los mercados, que se preguntan cómo
es posible que se hayan comercializado este tipo de productos,
sin estar sometidos a ningún tipo de control. Los bancos
de inversión independientes, cuya actividad se centra en
el asesoramiento de fusiones y
adquisiciones, salidas a Bolsa y emisiones de deuda, eran
vigiladas por la SEC, el regulador bursátil de Estados Unidos.
La supervisión del resto de entidades, sin
embargo, dependía de la Reserva Federal, con lo que los
controles eran mucho más estrictos. Tras el fracaso de
este modelo bancario, dos de las entidades que han conseguido
salvarse de la quema -Merrill Lynch y Morgan Stanley- cuentan ya
con la aprobación de las autoridades para convertirse en
bancos comerciales, con lo que podrán captar
depósitos.

En Europa, la crisis ha reabierto el eterno debate de la
necesidad de una mayor coordinación entre los supervisores
nacionales (ahora el Banco Central Europeo sólo tiene
competencias
en política
monetaria) e incluso la propuesta de crear una agencia
común.

Emisiones: Unas calificaciones poco acertadas

Una de las principales críticas se dirige a las
agencias de rating, ya que algunos de estos productos subprime
estaban calificados de triple A, el escalón más
elevado que se otorga. Durante la crisis, las agencias
también han quedado en entredicho al rebajar sus
calificaciones sobre determinadas entidades el día
anterior a su quiebra o incluso tras el anuncio de su
desaparición.

El día después: El largo camino que
conduce a la confianza

Con todas las críticas que algunos relevantes
economistas están haciendo al plan de rescate de la banca,
su materialización alejará los peores temores que
pesaban sobre la economía
mundial: un crac financiero de dimensiones desconocidas y la
entrada en una fuerte recesión global. Pero que la crisis
quede encauzada no significa que las economías de los
países desarrollados y emergentes vayan a cambiar el
precipicio por un camino de rosas. En primer
lugar este rescate no supone que la confianza entre los bancos
vuelva con rapidez. Como consecuencia, la falta de liquidez
seguirá imperando, el interbancario no se relajará
y, por tanto, el abaratamiento de las hipotecas puede hacerse
esperar. Tampoco el dinero de los bancos volverá con
fluidez a las compañías, por lo que se prevé
que la actividad económica y los resultados empresariales
se deterioren en 2009. Sin embargo, los ciudadanos preocupados
por sus ahorros pueden recuperar la tranquilidad. Otro efecto
negativo de las medidas se verá en el deterioro de las
cuentas de Estados Unidos: más déficit y de nuevo
tensiones sobre el dólar.

Recesión

Con Independencia
del desastre de la banca, la economía de Estados
Unidos y Europa estaba en vías de recesión o, al
menos, de ralentización. Este giro se habría
agravado si el sistema hubiese saltado por los aires. No
obstante, el panorama sigue apuntado a crecimientos planos o
negativos. Eso sí, con menos inflación: el
deterioro trae consigo un menor consumo de
petróleo y
otras materias primas.

– El escepticismo también se hace oír (El
País – 5/10/08)

(Por Sandro Pozzi – Nueva York)

La respuesta inmediata de Wall Street al plan de rescate
no es muy prometedora. Con el punto de escepticismo que se vio el
viernes, tras su aprobación en el Capitolio, en la
caída de la Bolsa estadounidense, los inversores temen que
las medidas sean insuficientes para evitar que la economía
real entre en la recesión. El paro crece
desde hace nueve meses, y la crisis financiera está
mermando también la actividad industrial y el
consumo.

El capitalismo se
basa en la confianza, y para eso necesita crédito fluyendo
por sus arterias. Fuentes de
Loomys Sales, uno de los principales gestores de bonos en EEUU,
destacan que llevará tiempo
restañar las heridas. "El mercado está paralizado",
advierten. Los analistas apuntan que todavía no
está claro si el plan funcionará como se ha
dicho.

¿Es realmente necesaria la intervención?
¿Los bancos volverán a prestar dinero? ¿Hay
alternativa si no funciona? Mientras no se actúa siguen
surgiendo dudas, señala JPMorgan. Los expertos aseguran
que el plan no es una panacea, y temen que se haya
diseñado a gusto de Warren Buffett, Goldman Sachs y los
grandes de Wall Street.

No hacer nada

Algunas de las voces
más respetadas del parqué, como la del inversor Jim
Rogers, ya pidieron semanas atrás que sea el mercado quien
encuentre por sí mismo la solución. "Hay que dejar
que las cosas se colapsen, y así después
habrá una recuperación limpia", dijo. La quiebra de
Lehman Brothers es el ejemplo más claro, y con matices
también la toma de control por parte de JPMorgan de los
restos de Bear Stearns y Washington Mutual. Los defensores del
libre mercado ven al Gobierno como una
fuente de problemas. "La respuesta adecuada era no hacer nada",
según el Cato Institute, de tinte conservador.

El problema para Fact and Opinión Economics
está en que el Tesoro y la Reserva Federal no dejaron
opción a otra alternativa, al pedir un cheque en
blanco para evitar una espiral negativa. Ahora el éxito o
del fracaso dependerá del precio que se
fije a los activos basura. "El plan
es estúpido", añade el neoconservador American
Enterprise Institute, que cree que ese dinero debería
haberse inyectado directamente en los bancos con problemas. Una
idea que coincide con la del Nobel Joseph
Stiglitz, que está a favor de una intervención
aún más directa y agresiva, como la que
realizó el Gobierno sueco en los noventa.

– La tormenta sacude al mundo – La crisis financiera
cruza el Atlántico y se deja sentir en todo el planeta (El
País – 5/10/08)

(Por Alicia González)

Hace algunos años, el ministro italiano de
Finanzas,
Giulio Tremonti, asistía a su primera reunión del
Grupo de los
Siete países más industrializados, el G-7.
Allí les advirtió, en plena euforia
económica y bursátil, que "después de los
pecados llega la penitencia", entre las risas generalizadas de
sus colegas. Esta semana un grupo de profesionales del sector
financiero y empresarial recordaba en una cena aquella frase para
apuntar que ésa era, en definitiva, la explicación
de la crisis financiera, y uno de ellos añadía:
"Pero después de mucha penitencia viene la indulgencia
plenaria. Y ése es el plan de rescate".

Esas bromas, sin duda, se referían a la evolución de la crisis financiera en
Estados Unidos. De momento, Europa parece que apenas acaba de
empezar la etapa de penitencia, reflejada en los problemas que
han estallado de forma casi simultánea en la banca en
distintos puntos del continente: Bélgica, Francia,
Islandia, Alemania,
Reino Unido, Rusia
Definitivamente, la crisis ha cruzado el Atlántico.
Incluso más allá. Cientos de clientes se han
agolpado estos días a las puertas de algunas entidades en
Hong Kong, en la India… "No
son casos aislados", sentenciaba un informe del
Citigroup.

El diagnóstico no deja lugar a dudas para el
Fondo Monetario
Internacional (FMI): "Estamos
ante una crisis sistémica y eso requiere soluciones
sistémicas". Así lo aseguraba su director gerente,
Dominique Strauss-Khan, en una entrevista
publicada esta semana con The New York Times.

Aunque el mensaje tenía una segunda lectura (un
claro componente reivindicativo del papel del organismo porque,
si todo sigue como hasta ahora, será la primera crisis
desde su creación en la que el FMI no tenga ningún
papel en su solución), sí demuestra que los peores
temores se han hecho realidad. El contagio de la crisis
financiera se ha intensificado y su ámbito
geográfico se ha extendido. En un escenario de
restricción del flujo de capitales y de fuerte
desconfianza, todos los países que dependen de los fondos
extranjeros para financiar sus déficits se encuentran bajo
la amenaza del contagio de la crisis y de la fuga de
inversores.

La pregunta no se hace esperar. Después de 14
meses desde el estallido de la crisis subprime ¿por
qué es ahora cuando se empieza a producir el
contagio?

Aunque ya en febrero las autoridades del Reino Unido se
vieron obligadas a intervenir Nothern Rock, los
economistas coinciden en que el punto de inflexión en esta
crisis ha sido la quiebra del banco estadounidense Lehman
Brothers el pasado 15 de septiembre. Esa bancarrota ha demostrado
ser mucho más desestabilizadora y palanca del contagio de
lo que muchos esperaban, incluido el propio Gobierno. De
primeras, la quiebra arruinó a muchos de sus accionistas y
deudores. Entre los mayores, el fondo público de pensiones
de Noruega que, a finales de 2007, tenía 800 millones de
dólares en bonos y acciones de
Lehman.

La forma en que se produjo la caída
también cambió radicalmente la valoración
del riesgo. El coste de asegurar la deuda corporativa, medida a
través de los conocidos credit default swaps, se
disparó tras la quiebra del banco de inversión, al
entender el mercado que nadie era demasiado grande para que el
Gobierno evitara su caída.

Ese incremento de costes del aseguramiento se traslada
de inmediato a los balances de bancos, aseguradoras y fondos de
alto riesgo. Uno de esos fondos rompe lo que se conoce en
lenguaje
financiero como "la regla del dólar" y dice que no
podrá devolver toda su deuda sino 97 centavos por cada
dólar que debe, precisamente por su alta exposición
a Lehman.

A ese fondo le siguieron otros que dispararon lo que se
conoce en el mercado como "papel comercial" y que no es otra cosa
que préstamos a corto plazo que sirven como instrumento
para que empresas y entidades financieras tengan liquidez. Este
papel comercial era considerado muy seguro y el tipo de
interés que se cobraba era bastante bajo. Pero eso era
antes de la quiebra de Lehman.

El Líbor a tres meses, la tasa a la que se
prestan los bancos y referencia para los mercados de Estados
Unidos y el Reino Unido, cotiza por encima del 4,3%, su nivel
más alto desde el mes de enero. La referencia para Europa,
el Euríbor, lo hace en máximos históricos:
el 5,3%, y en Asia las tasas
han alcanzado también niveles récords de los
últimos nueve meses.

La caída de Lehman "puso en evidencia que la fase
de pánico
de la crisis había comenzado", asegura Stephen Roach,
presidente de Morgan Stanley Asia y antiguo economista jefe de la
firma. "Cuando un miedo así llena el mercado, los
inversores (y los especuladores) generalizan con mucha rapidez,
castigando a muchos por los pecados de unos pocos". De nuevo, los
pecados y su penitencia. "Ésa es la fase más
peligrosa de una crisis, cuando los distintos estallidos del
mercado empiezan a retroalimentarse", sentencia Roach.

Como declaraba Gregory Peters, de Morgan Stanley, a The
Wall Street Journal, "la Reserva Federal minusvaloró
completamente las implicaciones de una suspensión de pagos
sobre la deuda de Lehman". Tanto la Reserva como el Tesoro han
reconocido que apostaron a que el mercado conocía con
suficiente antelación los problemas de la entidad y
había tenido margen para prepararse para una posible
quiebra. Se equivocaron.

Ese pánico se ha hecho más que evidente en
el aumento de la demanda de dólares fuera de Estados
Unidos. Algunos analistas atribuyen este incremento al valor refugio
del dólar en tiempos de crisis como los actuales, pero la
demanda es demasiado elevada como para explicarse sólo por
un factor de ese tipo.

Desde su mínimo histórico del pasado mes
de abril, cuando el euro se cambiaba a 1,59 dólares, la
divisa estadounidense ha recuperado un 13,5% de su valor. La
tendencia se acentuó a partir de julio, cuando
alcanzó el máximo intradía, pero ha sido
especialmente acusado desde el pasado 22 de septiembre, una vez
que la crisis financiera ya había dado el salto fuera de
Estados Unidos.

La fuerte demanda de dólares en todo el mundo ha
obligado a la Reserva Federal a firmar acuerdos en las
últimas semanas con varios bancos centrales para inyectar
al mercado unos 290.000 millones en dólares. En el caso
europeo, el BCE ha puesto a disposición del mercado -con
distintos plazos de devolución- un total de 65.000
millones. Ni siquiera esas cantidades han servido para cubrir las
necesidades del mercado: las entidades demandaban dólares
por 80.000 millones.

Una primera explicación pasa por la
repatriación de dólares que se observa por parte de
muchas multinacionales estadounidenses. Las dificultades de
acceso al crédito en Estados Unidos, habría llevado
a las empresas a obtener liquidez de sus oficinas en el exterior.
Pero la demanda de dólares es mucho más elevada que
todo eso.

Los economistas de Citigroup atribuyen la escalada a una
exposición mayor de la prevista de los bancos europeos a
activos en dólares con problemas. El FMI calcula que la
exposición directa e indirecta de los bancos europeos a
las hipotecas subprime es nada más y nada menos que del
73% de la exposición de los propios bancos estadounidenses
(Europa: reevaluando riesgos, FMI julio de 2008). A juicio del
Citi, "la constante presión al
alza de los tipos interbancarios en dólares y las
inyecciones de liquidez de dólares del Banco Central
Europeo, el del Reino Unido y el de Suiza revelan la elevada
exposición de los bancos europeos en activos en esa
divisa".

Una exposición que puede haberse visto agravada
por las normas de
contabilidad.
La obligación de las entidades de fijar el valor de sus
activos en función
del último valor del mercado (mark-to-market, en inglés)
acelera la pérdida de valor de esos activos en un entorno
de crisis como el actual y así lo reconocía
recientemente Michael Mussa, antiguo director de análisis
del FMI. Mussa insiste en que ese inmediato reconocimiento de las
pérdidas que conlleva esta norma ha provocado que
entidades inicialmente bien capitalizadas hayan tenido que
desprenderse de activos a precio de saldo y que hayan tenido que
captar ingentes cantidades de capital para hacer frente a esa
depreciación puramente contable.

Las autoridades de Estados Unidos se han dado cuenta del
papel tan negativo que esta norma ha jugado en la crisis y han
incluido su suspensión al menos durante los dos
próximos años entre las medidas aprobadas en el
plan de rescate.

Volviendo a la evolución del dólar, quien
se muestra muy
preocupado es Tom Fitzpatrick, del departamento de divisas del mismo
Citigroup, que ve similitudes con la crisis bancaria surafricana
de 1985. Esas entidades estaban muy endeudadas a corto plazo en
dólares. Ese año, uno de los grandes bancos
estadounidenses decidió no renovar esos préstamos y
provocó una crisis en el sistema bancario que llevó
al cierre de los mercados financieros y al hundimiento de la
moneda. "Puedo estar equivocado pero algo huele muy mal y parece
que es un problema masivo de financiación en
dólares en Europa", concluye Fitzpatrick.

Si tiene razón, lo que nos espera es una escalada
sin precedentes del dólar y una inesperada caída
del euro porque las necesidades de capital de los bancos para
cubrir pérdidas y provisiones, se mantiene y, según
algunos analistas, "las economías europeas no están
ni siquiera cerca del final del deterioro de la calidad
crediticia".

Una tesis
respaldada por el Instituto de Finanzas
Internacionales (IIF, por sus siglas en inglés), que
agrupa a los principales bancos de todo el mundo. A su juicio,
"es difícil argumentar que los problemas que estamos
viendo en Estados Unidos sobre la calidad de los activos sean
(todavía) tan extremos para otros sistemas financieros,
especialmente en las economías emergentes. Sin embargo,
sí pueden producirse en algunos países de Europa
-como el Reino Unido, Irlanda, España, Islandia y los
bálticos-, así que no es de extrañar que sea
allí donde haya precisamente más tensiones",
aseguraba en uno de sus comentarios de esta semana.

Salvo en el caso de España, es precisamente en
esos países donde se han vivido alguno de los episodios
más tensos de la crisis financiera. Aunque en contra de lo
que opina el IIF, la crisis también ha llegado estas
semanas a los países emergentes. El caso más
evidente es el de Rusia.

Desde que lanzó la guerra sobre
Georgia, en agosto pasado, la fuga de capitales se sitúa
entre los 31.000 millones de euros calculados por Morgan Stanley
y los 21.000 de otros analistas. El Gobierno de Dmitri
Medvédev se ha visto obligado a inyectar liquidez en tres
entidades para evitar que se declararan en quiebra y tuvo que
cerrar la Bolsa de Moscú durante varios días ante
las caídas en picado de sus valores.
Anders Aslund, del Instituto Peterson de Economía
Internacional, augura, además, que la burbuja
inmobiliaria estallará. "Una conjetura razonable es la de
que los astronómicos precios
inmobiliarios de Moscú se reducirán en al menos dos
terceras partes, lo que exacerbará la crisis bancaria".
Con todo, las peores perspectivas para la economía rusa
proceden de la caída de los precios del petróleo. Mussa calcula que para mantener
el ritmo de crecimiento previsto, del 6% para 2009, Rusia
necesita que el barril no baje de los 100 dólares. El
barril de brent ronda ya los 90 dólares, aunque el de las
materias primas es un sector muy volátil.

En el caso de la India, el simple rumor de problemas de
liquidez en uno de los principales bancos del país, ICICI
Bank, desató el pánico entre los clientes. Cientos
de cajeros se quedaron sin efectivo en apenas un par de horas y
las oficinas de la entidad repartidas por todo el país
tuvieron que cerrar sus puertas ante la avalancha de clientes
dispuestos a retirar sus ahorros.

El banco central, Reserve Bank of India, salió a
tranquilizar a los consumidores. El ICICI es un banco
suficientemente capitalizado como el resto del sistema financiero
del país, que cuenta con elevados depósitos, un
alto nivel de ahorro y
mecanismos para inyectar liquidez sin poner en riesgo el nivel de
reservas del banco central.

El problema en este caso es la elevada inflación,
del 11,9% en la semana del 20 de septiembre, lo que "reduce el
espacio para que la política monetaria
reequilibre el crecimiento hacia la demanda doméstica",
afirma el Instituto Peterson en un informe. Citigroup
señala, además, que "la elevada aversión al
riesgo (derivada de la actual coyuntura) puede afectar a la
valoración de los activos".

Más inesperado fue el caso de Hong Kong. El
envío de mensajes de móviles cuestionando a la
tercera entidad del país, Bank of East Asia participada
por La Caixa, fue suficiente para que muchos inversores quisieran
retirar sus ahorros. Tanto que obligó unos días
después al banco central no sólo a proclamar la
solidez del banco sino también abrir nuevos instrumentos
para proporcionar liquidez al mercado. "Un movimiento
preventivo antes de que llegue la tormenta", aseguraba el
responsable financiero de Hong Kong, John Tsang.

Los expertos temen que el caso de Hong Kong sea un
anticipo de las dificultades por las que pueda atravesar China en los
próximos meses. En un entorno de fuerte
desaceleración económica, caída de la
demanda global y de la inversión
extranjera, la economía
china puede resentirse y mucho. Entre las fortalezas del
gigante asiático suele citarse su elevado nivel de
reservas, en torno a los 1,8
billones de dólares, que en su mayoría están
invertidos en bonos del Tesoro estadounidense. La
financiación del plan de rescate depende de que los
inversores extranjeros compren la deuda que emitirá el
Tesoro para pagarlo. De ahí que una venta masiva de
bonos por parte del Gobierno chino pusiera en jaque el plan y la
propia estabilidad del sistema financiero
estadounidense.

Así las cosas, el director del FMI insiste en una
respuesta conjunta que incluya a Estados Unidos, Europa, China,
India, Brasil y Rusia.
Pero esa iniciativa conlleva una voluntad política que
ahora mira más de puertas adentro que hacia la escena
internacional.

De forma más inmediata, entre los analistas hay
casi unanimidad en que los bancos centrales deberán
abordar una bajada concertada de los tipos de interés para
hacer frente a esta nueva etapa de la crisis.

Pero Justin Bisseker, de Schroders, advierte que no vale
sólo con un gesto, que "serán necesarios recortes
significativos para que tengan un verdadero impacto sobre la
economía real".

Ésa sería una respuesta tan poderosa,
asegura Stephen Roach, "que frenaría en seco la locura en
la que se han metido los mercados financieros".

Porque si la crisis se agrava, en el caso de Europa
será difícil que sus autoridades puedan articular
una respuesta con rapidez que frene la escalada de la crisis. El
propio director del departamento de Asuntos Monetarios del FMI,
Jaime Caruana, alertaba la semana pasada en Francfort que "Europa
carece de reglas apropiadas para lidiar con problemas que afectan
a más de un país". Y cuando lo hace, la
implementación de los acuerdos es demasiado lenta. El
reciente pacto de los ministros del Ecofin para reforzar la
supervisión entre las instituciones
de los Estados miembros no estará en vigor hasta 2012. Y
eso es, sin duda, demasiado tiempo si la tormenta financiera
vuelve a descargar en Europa.

– Estados Unidos no necesita el dinero del FMI, pero
sí su ayuda (The Wall Street Journal –
6/10/08)

(Por Bob Davis)

Hace diez años, Estados Unidos instruyó al
Fondo Monetario Internacional (FMI) para que orquestara paquetes
de decenas de miles de millones de dólares para rescatar a
Rusia y las economías asiáticas.

Ahora que el paciente en cuidados intensivos es EEUU,
Washington no necesita el dinero del FMI, pero podría usar
la asistencia del organismo de otra forma. Este fin de semana,
los presidentes de los bancos centrales y los ministros de
Finanzas de todo el mundo aterrizarán en Washington para
participar en la reunión anual del FMI y el Banco Mundial.
Dadas las rivalidades entre los diferentes países, es poco
realista esperar que se apruebe un plan maestro para enfrentar
una crisis originada en EEUU que se está propagando al
resto del mundo.

El FMI, sin embargo, podría persuadir a algunos
países para que ayuden a EEUU y diseñen propuestas
para reformar el fragmentado sistema regulatorio del país.
Hacer caso a los consejos del FMI sería algo nuevo para
EEUU No obstante, el FMI podría legitimar la reforma
regulatoria estadounidense a nivel internacional. Eso es
importante porque EEUU depende cada vez más de los
inversionistas extranjeros que compran valores estadounidenses y
asumen participaciones en sus alicaídas instituciones
financieras.

"A EEUU le convendría que alguien, aparte de sus
autoridades, ofrezca ideas", sobre cómo afrontar la crisis
financiera, señala Kenneth Rogoff, economista de la
Universidad de
Harvard y ex economista jefe del FMI. A su vez, un acercamiento
entre el FMI y EEUU fortalecería la imagen
internacional del organismo, dice Rogoff, al otorgarle una mayor
influencia a la hora de defender los objetivos de
Washington, como permitir una apreciación más
acelerada del yuan.

Durante meses, los problemas de EEUU han desatado las
críticas de países cansados de escuchar los
sermones de Washington. "Los días en que dominaban una
economía y una moneda han quedado consignados al pasado",
dijo el jueves el presidente ruso Dmitry Medvedev. Una semana
antes, los seis socios de EEUU en el G-7 (las naciones más
industrializadas del mundo: Alemania, Francia, Italia,
Canadá, Japón y
Gran Bretaña y EEUU) ignoraron por completo un llamado del
Tesoro de EEUU para que diseñaran sus propios planes de
rescate, similares al programa de US$ 700.000 millones de
Washington.

Esfuerzo conjunto

Sin embargo, a lo largo de la semana pasada se hizo cada
vez más obvio que los problemas financieros se
están extendiendo y amenazan con causar una
recesión global. Esto es especialmente cierto en Europa,
donde las autoridades recientemente rescataron a cinco bancos y
donde el gobierno irlandés respaldó con
garantías casi la totalidad de su sistema bancario.
Mientras los países europeos se siguen peleando para
decidir si aprobar o no un fondo de rescate, lo más seguro
es que llegarán a Washington más predispuestos a
conversar sobre un esfuerzo conjunto.

De hecho, los bancos centrales de EEUU y Europa ya han
trabajado juntos para proveer grandes cantidades de liquidez al
sistema financiero transatlántico. Mientras parece que, de
momento, el Banco de Inglaterra, el
Banco Central Europeo y la Reserva Federal no planean acciones
"coordinadas" sobre las tasas de
interés, cada uno ha dado señales
de estar más abierto de lo que lo estaba hace tan
sólo unas semanas a reducir tasas que podrían
alentar los préstamos e impulsar el crecimiento
económico.

Las reuniones del fin de semana en Washington
constituyen un foro para
discutir esfuerzos adicionales. El Banco Mundial está
estudiando cómo ayudar a los países en vías
de desarrollo que
podrían verse arrastrados a la crisis. Entre los
países considerados más vulnerables -porque
están endeudadísimos y son susceptibles a fuertes
caídas en las exportaciones
están Turquía, Argentina, Letonia, Hungría y
Etiopía, aseguran los funcionarios de desarrollo de esta
institución.

Zona de peligro

"Los países en vías de desarrollo se
están acercando a una nueva zona peligrosa, con grandes
riesgos para las exportaciones, la inversión, el
crédito, los sistemas bancarios, los presupuestos y
la balanza de
pagos", advirtió el presidente del Banco Mundial,
Robert Zoellick.

El director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, ha
dicho que podría coordinar una respuesta global para la
crisis, pero algo así parece poco probable dada la
reticencia de los miembros del G-7 a seguir las indicaciones del
FMI.

En el primer semestre, por ejemplo, el FMI
preparó un detallado plan de rescate financiero para EEUU,
que proponía que canjeara emisiones de deuda
pública por valores respaldados por hipotecas que
estuvieran en problemas, algo bastante similar a lo que el Tesoro
terminó haciendo en septiembre. Pero la propuesta fue
descartada en el Tesoro y ni siquiera fue presentada ante su
secretario Henry Paulson, afirmaron varias fuentes cercanas a la
situación.

De todos modos, hay muchas cosas que puede hacer el FMI.
Los ministros de finanzas del G-7 se reunirán antes del
comienzo de las sesiones y es probable que se pongan de acuerdo
por lo menos en la necesidad de tomar más medidas. Durante
décadas, las medidas del G-7 fueron suficientes. Pero eso
ya no es así, dado el nuevo poderío
económico de países como China, India, Rusia y
Brasil.

Si el G-7 puede diseñar al menos un plan de
acción
limitado, Strauss-Kahn, un hábil político
francés, podría ayudar a convencer a otros
países para que se unan. Así, los rivales de EEUU
podrían concentrarse menos en desacreditar a Washington
-por más gratificante que les resulte- y dedicarse a
reforzar el inestable sistema financiero global.

– Wall Street cierra una era tras el sí del
Congreso al proyecto de
rescate bancario (Negocios
6/10/08)

El fin de una época de locura marca el
principio de un drástico cambio. Se
imponen otras formas y otro estilo en el mayor mercado financiero
del mundo.

Hace días, justo antes de la media noche,
mientras un huracán financiero azotaba Wall Street,
alguien se llevó un busto de bronce de 75 libras de peso
de Harry Polulakakos del vestíbulo de su
emblemático local en Hanover Square en Manhattan. Mientras
daba buena cuenta de una carne strogonoff el día
después de que desapareciera el busto (devuelto
anónimamente), Poulakakos recordaba a algunos de los
clientes que habían atravesado sus puertas desde que
abrió su bar, llamado Harry"s, hace 36
años.

Ivan Boesky celebró una vez una fiesta de
Navidad
allí. Tom Wolfe inmortalizó el local en su libro La
hoguera de vanidades. Poulakakos dice que hasta llegó a
conocer a Henry M. Paulson Jr., ex consejero delegado de Goldman
Sachs y ahora secretario del Tesoro. Poulakakos, de 70
años, también ha asistido a bastantes subidas y
bajadas en Wall Street, entre ellas el crack del mercado de
1987.

Pero la agitación de la que es testigo ahora, la
evaporación de gran parte de Wall Street en una
rápida y brutal reestructuración, es la peor que ha
visto. "Es el principio del fin de la era del entusiasmo por el
libre mercado", dice Steve Fraser, autor de Wall Street: el
palacio de los sueños de América, e historiador. "Es el fin de la
era en la que Wall Street significaba altos grados de poder y
prestigio. Y es el fin de la era de la llamativa
exhibición de riqueza. Estamos escribiendo un nuevo
capítulo de nuestra historia".

El aterrizaje en la sociedad

Desde luego, no es probable que desaparezca del
escenario americano la cultura de
vivir a lo grande y presumir de ello, por lo arraigada que
está en la mentalidad del país. Pero tras el
rescate de 700.000 millones de dólares aprobado por el
Congreso el viernes, los historiadores, economistas y expertos
debaten activamente la forma en que la debacle de Wall Street se
filtrará en la cultura popular.

Es una era cuyos comienzos se remontan a hace más
de dos décadas, cuando los héroes con tirantes eran
protagonistas de libros y
películas. Es una era en la que jóvenes y
ambiciosos operadores con pantalones informales y armados con
ordenadores portátiles se hicieron millonarios por
internet de la
noche a la mañana. Y es una era que se pasó de
vueltas durante el boom del crédito de la última
década, cuando los MBA y los expertos matemáticos hicieron millones negociando y
apostando por valores cada vez más
exóticos.

En general, el último cuarto de siglo ha
redefinido el concepto de
riqueza. En 1982, el primer año de la lista elaborada por
la revista Forbes
con las 400 mayores fortunas del mundo, hacían falta 159
millones de dólares de hoy para entrar en el
ránking; este año, el precio mínimo para
entrar en la misma era de 1.300 millones. Mientras las finanzas
competían con la tecnología como
barómetro de la economía, los cazatalentos, los
buscadores de
fortunas y los medios de
comunicación daban saltos a su alrededor.La cadena
estadounidense CNBC se convirtió en una televisión
imprescindible en el parqué y en las peluquerías,
mientras la gente contaba historias sobre sus yates privados,
costosos aviones y fiestas de lujo. Las finanzas hicieron enormes
avances en estos años: nuevas formas de analizar el
riesgo, más oportunidades para las empresas y los
individuos de realizar sus sueños, pero para el observador
medio el sector parecía una fiesta inacabable.

– ¿Salvados? EEUU tiene 2,3 billones de euros de
activos "tóxicos" (El Economista
6/10/08)

(Por Rubén Esteller)

El Congreso de Estados Unidos maneja desde el pasado 25
de septiembre un informe en el que se les advierte que el plan de
rescate de los 700.000 millones de dólares (507.172
millones de euros) aprobado por la
Administración Bush este pasado viernes para resolver
la crisis de las hipotecas basura es
pequeño, llega tarde y no servirá para resolver la
situación.

Según dicho informe, elaborado por la prestigiosa
consultora Weiss Research, un total de 1.479 bancos y 158
agencias de crédito y ahorro, están en riesgo de
quiebra en Estados Unidos y calcula que entre todos ellos manejan
unos activos de 3,2 billones de dólares (2,3 billones de
euros), lo que supone 41 veces la cantidad estimada por la
Federal Deposit Insurance Corporation (Corporación Federal
de Garantía de los Depósitos).

El documento considera que el plan que se acaba de
aprobar para hacer frente a la crisis financiera será un
fracaso y además agravará la situación, al
provocar un aumento de los tipos de interés en Estados
Unidos por la fuerte subida que experimentará el
déficit público. En concreto, la
Office of
Managment and Budget (la Oficina del Presupuesto)
calcula que en 2009 el déficit federal se
incrementará hasta los 482.000 millones de dólares
(349.351 millones de euros), pero añadiendo el coste
adicional de las medidas de salvamento, se espera que la cifra
final ronde el billón de dólares.

Este notable aumento se producirá al
sumársele la intervención en la aseguradora AIG
(80.000 millones), la de Fannie Mae y Freddie Mac (al menos,
200.000 millones) y el propio plan de rescate (700.000
millones).

Este escenario, según los cálculos
elaborados por Weiss, provocará mayores dificultades para
obtener créditos y puede llegar a devaluar el
dólar, llevándolo hasta una "situación de
colapso".

– El regreso del Estado (O lo que hay que hacer para
salvar al capitalismo de los capitalistas) (Negocios –
7/10/08)

(Por Luis Esteban G. Manrique)

El 7 de septiembre de 2006, Nouriel Roubini, profesor de
Economía de la New York University, dio una conferencia en el
Fondo Monetario Internacional en la que advirtió que en
los próximos meses y años Estados Unidos se
enfrentaría a una tormenta económica perfecta que
comenzaría con una crisis hipotecaria que
terminaría arrasando el sistema financiero global, secando
los mercados de capitales, hundiendo la confianza de los
consumidores y provocando, al final, una profunda
recesión.

Dado que por entonces la inflación y el desempleo estaban
bajos y la economía seguía creciendo a pesar de los
altos precios del petróleo, el auditorio acogió sus
palabras con escepticismo e incluso algunas risas. Ahora ya nadie
se ríe. Roubini es hoy un asiduo invitado del Congreso de
EEUU y del Foro Económico Mundial de Davos y asesor de
bancos centrales de todo el mundo. El pasado agosto, en una
entrevista en el New York Times, definió así el
problema: "Nos han dicho que tenemos un mercado hipotecario
subprime. Lo que tenemos es un sistema financiero
subprime".

Como anticipó Roubini, el cáncer
que se inició con las hipotecas de baja calidad se
extendió a las más solventes y a todos los
demás segmentos del crédito. Cuando cayó la
primera gran torre de Wall Street -Bear Stearns-, el efecto
dominó activó una fulminante reacción en
cadena: las hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac, los bancos de
inversiones
Lehman Brothers, Merrill Lynch, Morgan Stanley, Goldman Sachs, la
aseguradora AIG… o bien quebraron, fueron nacionalizados,
obligados por el departamento del Tesoro y la Reserva Federal a
fusionarse con otros bancos o se reconvirtieron a bancos
comerciales regulados.

El nuevo Wall Street

Wall Street, en su forma tradicional, ha dejado de
existir y se ha transformado en algo nuevo que irá tomando
forma cuando se despeje la nube de polvo que ha levantado el
derrumbe. El plan de rescate elaborado por el secretario del
Tesoro, Henry Paulson, y el presidente de la Fed, Ben Bernanke,
que por un coste aproximado de 700.000 millones de dólares
absorberá los activos tóxicos de los bancos,
probablemente recuperará cierta confianza en el sistema,
pero las cosas nunca volverán a ser iguales.

Pero la Ley de
Estabilización Económica de 2008, si finalmente se
aprueba, empleará una cifra equivalente a lo que ha
costado hasta ahora la guerra de Irak y
superior al presupuesto anual del Pentágono y
aumentará el déficit presupuestario del
próximo año fiscal, que ya
iba a ser de 500.000 millones de dólares. Y a ello hay que
añadir los 85.000 millones del rescate de la aseguradora
AIG y los 200.000 millones de la refinanciación de las
hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac.

La operación de salvamento probablemente
evitará un largo estancamiento como el sufrido por
Japón en los 90 tras el pinchazo de su propia burbuja
inmobiliaria, pero pocos dudan de que la recesión no vaya
a durar al menos hasta 2010, lo que contraerá la capacidad
importadora de EEUU, el mayor mercado del mundo. Tampoco el plan
detendrá la espiral deflacionaria de las viviendas -que ya
han caído un 25% en términos reales desde que
comenzó la crisis, mucho más que durante la Gran
Depresión, y podrían caer un 25%
adicional antes de que el mercado se estabilice- o la
drástica contracción del hipertrofiado sector
financiero.

En Nueva York, el sector financiero representa el 25% de
los salarios pagados
en la ciudad y el 27% de los impuestos
directos. Ahora, podría perder hasta 40.000 puestos de
trabajo en ese
sector y Londres hasta 100.000. Ken Lewis, director ejecutivo del
Bank of America, estima que sólo la mitad de los 8.500
bancos del país sobrevivirán a la
crisis.

La cifra del rescate es equivalente al 6% del PIB, pero es
preferible al 16% que habitualmente cuestan las crisis bancarias.
Los bancos centrales son los prestamistas de última
instancia, porque los gobiernos son los aseguradores de
última instancia del sistema financiero, el corazón de
una economía capitalista.

Mayor control estatal

Pero el rescate no le saldrá gratis a Wall
Street. El Congreso ha introducido en la ley varios mecanismos
para que el Gobierno pueda recuperar el dinero de los
contribuyentes, e incluso obtener algún beneficio, al
reclamar acciones de los bancos participantes, limitar los
sueldos de los banqueros y, si todo lo demás fracasa, un
nuevo impuesto sobre el
sector de servicios
financieros que comenzará a aplicarse en 2014.

La revolución
desreguladora iniciada en 1980 por la Administración Reagan dará paso a un
renovado New Deal como el de los años 30 para devolver la
cordura a los mercados. El Estado recuperará un mayor
control de la economía, porque si algo ha demostrado la
crisis, es que el capitalismo es demasiado importante como para
dejarlo sólo en manos de los capitalistas.

– ¿Cómo sabremos que las cosas vuelven a
la normalidad? Buscando la exuberancia irracional (El Economista
7/10/08)

(Por Ainhoa Giménez, Bolságora)

"La confianza emergerá en algún momento
cuando los inversores vuelvan temerosos al mercado", predice Alan
Greenspan, el mítico antecesor de Bernanke al frente de la
Fed. "Los mercados se congelan cuando un exceso de miedo desplaza
a un prolongado período de lo que algunos podrían
llamar exuberancia irracional. En algún momento, el
mercado congelado se derretirá cuando los inversores
asustados dan pasos vacilantes hacia un nuevo compromiso con el
riesgo".

Ahora bien, la previsión de Greenspan sobre
cuándo se producirá esa recuperación no fue
más precisa que "más pronto que tarde".

¿Cómo saber cuándo ha llegado ese
pronto? Gordon Crovitz, columnista del Wall Street Journal, trata
de identificar varios signos para
saber cuándo ha pasado lo peor de la crisis de
crédito y comienza la recuperación. Son los
siguientes:

– Cuando se redescubran los precios: pese a todas las
complejidades de la crisis, todavía rige una regla: los
precios requieren la interrelación de la oferta y la
demanda. ¿Por qué los activos respaldados con
hipotecas no tienen precio? Porque hay mucha oferta pero no hay
demanda. Los potenciales compradores de créditos dudosos
no tienen la información que necesitan. Las compras de bancos
con problemas por parte de otros bancos con menos problemas han
sido apoyadas con el dinero de los contribuyentes, lo que retrasa
la formación de precios de mercado. Sabremos que el final
se acerca cuando empiecen a producirse transacciones sin
subsidios.

– Cuando se deje de matar al mensajero: los inversores
no confían en los mercados que suprimen la
información precisa, así que no esperen una
recuperación antes de que se levante la prohibición
de ponerse bajista. El número de compañías
en que están prohibidos los cortos empezó siendo de
19 en julio, luego aumentó hasta 799 y ya ha llegado a
1.000. Los bajistas fueron los primeros en alertar al mercado y a
los reguladores de los problemas en las firmas financieras. Matar
al mensajero no acabó con el mensaje, sino que ha
retrasado el día de ajustar cuentas. Mientras tanto, el
volumen de
negocio en las acciones "protegidas" ha caído un 50% y ha
aumentado el diferencial entre el precio de compra y el de venta,
lo que supone que los inversores tienen que pagar más por
operar en estos títulos.

– Cuando la contabilidad se aproxime a la realidad: uno
de los debates más oscuros se libra entre los que
defienden la regla del mark-to market (valorar los activos a
precios de mercado) incluso en un mercado ilíquido donde
no hay transacciones suficientes para establecer un valor de
mercado, y aquellos que quieren que los bancos tengan
flexibilidad para estimar por sí mismos el valor de los
activos con problemas. La importancia de este debate deriva de
que los requisitos de capital de la banca dependen de la
contabilidad, pero esto nos lleva a un círculo vicioso:
los reguladores que revisan las cuentas de los bancos saben que
no pueden fiarse de ninguno de los dos métodos de
valoración. La contabilidad tiene que cumplir su objetivo
básico de ser informativa.

– Cuando el riesgo moral pase a
ser riesgo político: la toxina fue inoculada en el sistema
por los políticos. Durante más de una
década, el Gobierno otorgó hipotecas a compradores
de casas que no cumplían los requisitos mínimos a
través de Fannie Mae y Freddie Mac, y mediante leyes que
permitían a los bancos hacer sus propios préstamos
dudosos. Incluso cuando los bancos se estabilicen y los
inversores vuelvan al mercado, la confianza del consumidor
dependerá de que Washington asuma su responsabilidad. Desgraciadamente, una cosa es
pedir a los bancos que valoren sus errores a precios de mercado y
otra pedir al sistema
político que haga lo mismo. Eso puede llevar mucho
más tiempo.

– Tribuna: Michele Boldrin – Por qué el de
Paulson es un mal plan (El País –
7/10/08)

Todos saben que los bancos de Estados Unidos se
encuentran en una crisis seria, y que, tras una negativa inicial,
el Congreso de ese país ha terminado por aprobar un enorme
plan de salvamento (bailout) para las entidades que hicieron
malas inversiones, e incluso trampas. Como los lectores
están bien informados sobre el contenido de las medidas
adoptadas, pasaré sin más a criticarlas.

Empezaré con una noticia que, probablemente, sea
menos conocida en Europa: la gran mayoría de los
economistas académicos de Estados Unidos consideran el
plan Paulson una mala idea. Con la obvia excepción de los
que trabajan para los bancos beneficiados por este plan y, por
supuesto, los que han trabajado o trabajan para la Administración Bush. Los demás,
demócratas, republicanos o ultraliberales, consideran el
bailout, lo que la Reserva Federal y el Gobierno de Estados
Unidos han puesto en marcha, un absoluto disparate.

Hace un par de años, el mercado americano del
ladrillo entró en una crisis muy fuerte. Al contrario del
caso español,
la subida de los precios en Estados Unido no fue debida a la
llegada de un gran número de inmigrantes, ni a un
extraordinario crecimiento económico. La explosión
del mercado inmobiliario americano fue casi toda de tipo
especulativo, debida a las políticas
monetarias extremadamente laxas que la Fed (Reserva Federal)
adoptó después del 11-S. Lo que ocurrió en
Estados Unidos fue una verdadera burbuja financiera, alimentada
por las políticas de dinero fácil del Banco Central
y enfocada en préstamos-basura a personas que, en su mayor
parte, adquirieron casas que nunca habrían podido
permitirse en circunstancias normales. Por tanto, cualquier
paralelismo entre el caso español y el de Estados Unidos
es arriesgado ya que las diferencias son muchas, y mucho
más profundas que las semejanzas.

Ahora, por paradójico que pueda parecer, lo
interesante no es el caso del ladrillo que se desploma o de las
hipotecas que no se pagan. Baste considerar que hasta las peores
estimaciones disponibles dicen que, de momento, el valor total de
los impagos no llega a generar pérdidas netas superiores a
los 300.000 millones de dólares. Y dado que, en
años normales o incluso excelentes, el mismo valor llega a
ser de 150.000 millones, no es razonable pensar que esta enorme
crisis sea debida "solamente" a 150.000 millones más en
impagos hipotecarios. De hecho, cualquier persona informada
sabe que los valores de
las pérdidas declaradas por los bancos estadounidenses (y
no sólo estadounidenses) son mucho más grandes que
las pérdidas hipotecarias reportadas hasta ahora.Por
ejemplo, si se suman solamente las pérdidas de capital de
las cuatro grandes entidades hundidas (Bears Stern, Lehman,
Washington Mutual y Wachovia) el total es ¡260.000
millones! Está claro que estos cuatro no podían
tener en su cartera todas las hipotecas tóxicas de la
economía de Estados Unidos -si fuera así
tendríamos buenas noticias, ya
que con su muerte
quedaría resuelto el asunto-.

¿Cómo explicarse entonces lo que ocurre
con Fortis, UBS y los demás? Debe de haber algo
más, ¿pero qué? Muy sencillo: gracias a una
combinación francamente extraordinaria de (I) mala
política monetaria, (II) pobre regulación (y por
consiguiente rica en corrupción) en los mercados de las
hipotecas, los seguros y los
bancos de inversión, (III) incentivos
distorsionados y (IV) ausencia del supervisor/regulador, se ha
construido sobre los cimientos de las hipotecas inmobiliarias un
castillo de papeles (derivados) de proporciones enormes (los
estadounidenses siempre quieren hacer todo a lo grande, incluso
las tonterías) y, ahora, se está derribando
todo.

Por ejemplo, el valor total de todas las hipotecas de
Estados Unidos es de 11 billones de dólares. El valor
total de los contratos de
seguro de tipo credit default swaps (CDS) suscritos sobre estas
hipotecas es cinco veces mayor y hay, además, mucho
más en otros tipos de derivados comerciados over the
counter (realizadas fuera del mercado). Está claro que
muchísima gente ha utilizado la liquidez, por artificial
que sea, del mercado de MBS (bonos garantizados por hipotecas) y
ABS (bonos garantizados por activos) para hacer apuestas
variadas, sin tener el capital necesario.

El siguiente es uno de los puntos más importantes
y a la vez peor comprendidos de toda la situación: las
apuestas financieras hechas a través de derivados son
"juegos de suma
cero". Es decir, si un banco pierde, otro gana. En teoría,
esto es útil porque los derivados pueden ser utilizados
para comprar seguros en el interior del sistema, sin que ninguna
parte de la riqueza sea destruida. ¿Por qué
razón, entonces, un juego en el
cual alguien debería de vencer siempre, podría
llevar a la pérdida de todos? Si las apuestas están
hechas entre bancos, ¿no deberían cancelarse
recíprocamente sus valores, dejando el sistema, en el
agregado, casi intacto? Teóricamente tendría que
ser así, pero esto no es lo que ocurre en un mundo con
información imperfecta y, sobre todo, en un mercado donde,
desde hace 15 años, todo el mundo hace dinero vendiendo
como buenas deudas que no lo son. Claramente algunos jugadores
hicieron apuestas que nunca podrían pagar, dado que eran
de valor muy superior al total de su patrimonio. El
problema es que no se sabe quiénes son estos jugadores
infectados. Por tanto, cuando X viene y pide un préstamo a
Y, éste piensa: "Si X tiene en la cartera derivados que
pierden dinero, utilizará mi préstamo para cubrir
los pagos de aquéllos, no para invertir, y yo
acabaré perdiendo mi dinero. Entonces tengo dos
posibilidades: o no se lo presto, o se lo presto a unos tipos
altísimos".

Este mecanismo paraliza el crédito y, forzando la
carencia de liquidez, genera aún más infectados. En
otras palabras, el mercado está encerrado en un
clásico lemons problem: nadie confía en nadie,
nadie hace negocios con nadie, nadie enseña lo que tiene y
todo el mundo intenta cerrar sus posiciones positivas dejando
abiertas las negativas. Esto, obviamente, se traduce en una
desconfianza total y en la parálisis efectiva de las
actividades bancarias y de inversión.

El plan Paulson no resuelve estos problemas por tres
sencillas razones: (I) la compra de títulos por parte del
Tesoro acentúa el lemons problem y favorece a los malos
bancos respecto a los buenos: los malos bancos están
dispuestos a vender a cualquier precio, ya que lo que venden no
vale nada; (II) no crea ningún incentivo para desmontar el
castillo de derivados contaminados; al contrario, la liquidez en
manos de los que están casi muertos les permite tomar
posiciones all or nothing (todo o nada) de alto riesgo, ya que,
en cualquier caso, su alternativa es la quiebra; y (III)
transfiere una gran cantidad de dinero público a los
banqueros que gestionaron mal el dinero confiado en ellos por los
inversores, sin pedir ninguna contrapartida.

Existen muchas cosas que la Reserva Federal y el
Gobierno de Estados Unidos podrían haber hecho, y
todavía tienen la oportunidad de hacer, para manejar esta
crisis de una manera más responsable y socialmente
útil. Entre las sugerencias más convincentes que
vienen del mundo académico, hay las siguientes:

1. Imponer a los bancos que se recapitalicen de forma
inmediata, aliviando de esta manera el lemons problem.

2. Comprar hipotecas en quiebra, atacando el virus en sus
raíces. Si hay que gastar impuestos, esto es más
eficiente que comprar promesas complicadas escritas sobre papel
mojado.

3. Imponer, por intervención directa de la
Reserva Federal y del Tesoro, que se cierren aquellos contratos
derivados que están actuando como píldoras
envenenadas distribuyendo los beneficios. De manera que se puedan
maximizar las solvencias del sistema, no la de los bancos
individuales. Por supuesto, esto implicaría la quiebra de
varios bancos: un precio razonable para permitir al sistema, en
su conjunto, limpiarse y volver a funcionar.

4. Abrir de inmediato un debate público sobre los
criterios con los cuales los mercados financieros y las
instituciones que operan en ellos tendrían que
actuar.

Esta vez, no estamos ante una situación de
"más de lo mismo y chocolate para todos", como
sucedió tras lo de LTCM y la explosión de la
burbuja dot-com.

(Michele Boldrin es catedrático de la Washington
University en St. Louis y director de la Cátedra Repsol en
FEDEA)

– La crisis de Wall Street pone en duda una
profesión de larga tradición. – 50 años para
recuperar la confianza en el banquero (Cinco Días –
8/10/08)

(Por Joe Mysak, Bloomberg – Nueva York)

Desacreditados y envilecidos. Con esas palabras la
mayoría de los estadounidenses podrían empezar a
describir a los banqueros. Rara vez una amplia categoría
de ocupación se hundió tanto y tan
rápido.

No hace demasiado tiempo, hacer carrera en el sector
financiero atraía a los ambiciosos y codiciosos. En Nueva
York, en particular, las únicas vidas que parecía
que valía la pena vivir eran las de quienes trabajaban en
Wall Street y cuya retribución la determinaban los
sobresueldos de final de año, con la capacidad de cambiar
una vida.

Esto pertenece al pasado, desde el medio día del
viernes 3 de octubre de este año, cuando la Cámara
de Representantes de Estados Unidos aprobó el plan de
rescate del mercado financiero por importe de 700.000 millones de
dólares (518.000 millones de euros), diseñado para
reabrir los mercados de crédito del
país.

¿Cuánto tiempo será necesario para
rehabilitar la profesión? ¿Tres años?
¿Diez? ¿Cincuenta? Los acontecimientos de las
últimas semanas han sucedido demasiado rápido. Y la
guerra apenas has comenzado; la carnicería real se
producirá en las próximas semanas y meses. Nadie
sabe cuál será el verdadero resultado de este
desastre, aunque algunos apuestan por el desplome del sector
financiero.

Ahora la escena pasa a Washington. El Departamento del
Tesoro intenta recoger las piezas del sistema financiero y queda
claro que no se trata de un cambio temporal.

Cunde la sensación de que los hombres de las
finanzas están acabados, al menos por el momento.
Éstos ya no podrán desatar su ira contra quienes se
atrevían a criticar su proceder. Los reguladores ya no
podrán ser intimidados. Los fiscales de Estados Unidos se
preparan para una pelea. Y los bancos y entidades de Wall Street
mantienen a grupos de
presión y asociaciones en Washington para presentar
sus argumentos contra quienes trabajan en el Capitolio. El plan
de rescate les dificultará la tarea. ¿Pueden hablar
con autoridad o
siquiera credibilidad?

¡Permutas financieras sobre tipos de
interés y derivados! De costa a costa, estas cosas
están comiéndose vivos a los emisores. Los
banqueros promovieron estos instrumentos, los políticos
los compraron y las agencias calificadoras no repararon en la
naturaleza de
riesgo de estos productos financieros en sus análisis
regulares. Así, el efecto total de la crisis financiera
sigue siendo un misterio. Se sabe que la recaudación
estatal y local está cayendo, y que el ambiente de
negocios se deteriora. Una ola de impagos de bonos municipales
parece probable.

Con respecto a los banqueros, admitieron la ignorancia
detrás de sus acciones al recurrir a Washington para que
los rescatara. Pasará tiempo antes de que alguien vuelva a
escucharlos.

Cuando los temores se hacen realidad

"Desafortunadamente Lehman Brothers ya no pueden
garantizar los salarios y otros pagos previstos en el contrato de
separación", señaló la empresa a sus
ex empleados en una carta fechada el
30 de septiembre, según tres personas con copias de la
misiva. "Como resultado, no recibirán un pago el 3 de
octubre ni después", les informaban en la
carta.

Lehman, que alguna vez había sido el cuarto banco
de inversión de los Estados Unidos, se declaró en
quiebra el 15 de septiembre tras provisiones por activos y
pérdidas crediticias de más de 10.200 millones de
euros en el último año. El responsable ejecutivo,
Richard Fuld, señaló este lunes en una
comisión del Congreso que la empresa se vio
abrumada por una "tormenta de miedo". Miedo y desconfianza es la
que viven ahora los ciudadanos de la primera potencia
mundial.

– El FMI constata el empeoramiento de la
situación y eleva a 1,4 billones de dólares la
factura de la
crisis (El Confidencial – 8/10/08)

El Fondo Monetario Internacional (FMI) cifró ayer
en 1,4 billones de dólares (1 billón de euros) las
pérdidas vinculadas a préstamos y activos de EEUU,
frente a la estimación de 945.000 millones de
dólares (694.651 millones de euros) realizada en abril,
ante el empeoramiento de la situación del sistema
financiero global.

El último informe del FMI sobre la estabilidad
financiera mundial constata la aceleración del proceso de
desapalancamiento y advierte de que amenaza con convertirse en
"desordenada", lo que elevaría los riesgos de una retroalimentación negativa entre el sistema
financiero y la economía real. "La situación del
sistema financiero global ha empeorado. Las condiciones
monetarias y financieras se han endurecido, mientras que el
apetito por el riesgo continuó reduciéndose y los
riesgos macroeconómicos, crediticios y de liquidez se han
incrementado", señala el informe.

En este sentido, el director gerente del FMI, Dominique
Strauss-Khan, indicó que el informe muestra la gravedad de
la crisis a la hay que enfrentarse y afirmó que "el tiempo
para soluciones poco sistemáticas ha terminado". De este
modo, realizó un llamamiento a los gobiernos para que
encaren "urgentemente" la crisis a nivel nacional mediante la
adopción
de medidas que restauren la confianza en el sector
financiero.

Por otro lado, el documento apunta que EEUU se mantiene
como el epicentro de la crisis financiera con el continuado
debilitamiento del mercado inmobiliario y una más amplia
desaceleración económica que incrementa el
deterioro de la calidad de los préstamos existentes.
"Cuando el punto de inflexión en el ciclo de impagos
todavía no se ha alcanzado, el informe estima que las
pérdidas declaradas por préstamos originados y
activos titulizados en EEUU probablemente alcanzarán los
1,4 billones de dólares, frente a los 945.000 millones de
dólares estimados en abril", afirma el
documento.

A este respecto, el FMI considera que ante este volumen
de pérdidas y ante el riesgo de nuevas depreciaciones
será necesario que las instituciones capten en los
próximos años alrededor de 675.000 millones de
dólares (494.471 millones de euros).

Asimismo, el director del departamento monetario y de
mercados de capital del FMI, Jaime Caruana, destacó que
"la situación ha empeorado considerablemente desde la
pasada primavera", y precisó que el éxito de las
recientes medidas adoptadas por los gobiernos de Europa y EEUU es
difícil de medir.

"El mercado financiero global atraviesa un proceso de
ajuste y desapalancamiento en el que pensamos que es necesario
actuaciones políticas decisivas, de amplio espectro y
coherentes, que garanticen un ordenado proceso de ajuste", dijo
Caruana, quien apuntó, que "estas políticas
coordinadas y coherentes deberían ser
suficientes".

– Nouriel Roubini's Global EconoMonitor – Revisiting my
February paper "The Risk of a Systemic Financial Meltdown: The 12
Steps to Financial Disaster"…And Some New Policy
Recommendations to Avoid the Meltdown (Nouriel Roubini's Global
EconoMonitor – 8/10/08)

Last February -well before the collapse of Bear Stearns-
I wrote a paper "The Risk of a Systemic Financial Meltdown: The
12 Steps to Financial Disaster" where I outlined how the U.S
financial crisis would become more severe and virulent and
eventually lead to a systemic financial meltdown and a severe
recession.

It is now worthwhile revisiting these 12 steps of the
financial meltdown as the events of the last few weeks and months
have confirmed -literally step by step- the 12 steps that I then
argued would lead us to the current economic and financial
near-meltdown. I thus provide below a summary version of this
paper where each of the 12 steps of this financial meltdown is
reported in summary as written in the original paper.

Steps 9 through 12 are presented in their full -not
summary- original version as they are the crucial final steps of
this financial disaster scenario and they closely match the rapid
escalation of the severe strains experienced by financial markets
in the last two months. You can compare for yourself how the 12
steps outlined in that February paper match with the actual
evolution of financial markets and the real economy in the eight
months since that paper was written.

After reviewing my 12 steps scenario I will present
below some policy recommendation that are urgently necessary now
to prevent this systemic meltdown from occurring.

Here is first the February paper in a summary -but
literal- version of the original (bold added):

Here are the twelve steps or stages of a scenario of
systemic financial meltdown associated with this severe economic
recession…

First, this is the worst housing recession in US history
and there is no sign it will bottom out any time
soon…

Second, losses for the financial system from the
subprime disaster are now estimated to be as high as $ 250 to $
300 billion. But the financial losses will not be only in
subprime mortgages and the related RMBS and CDOs. They are now
spreading to near prime and prime mortgages as the same reckless
lending practices in subprime …were occurring across the
entire spectrum of mortgages;… Also add to the woes and
losses of the financial institutions the meltdown of hundreds of
billions of off balance SIVs and conduits;… And because of
securitization the securitized toxic waste has been spread from
banks to capital markets and their investors in the US and
abroad, thus increasing -rather than reducing systemic risk- and
making the credit crunch global.

Third, the recession will lead -as it is already doing-
to a sharp increase in defaults on other forms of unsecured
consumer debt: credit cards, auto loans, student
loans…

Fourth, while there is serious uncertainty about the
losses that monolines will undertake on their insurance of RMBS,
CDO and other toxic ABS products, it is now clear that such
losses are much higher than the $10-15 billion rescue package
that regulators are trying to patch up. Some monolines are
actually borderline insolvent and none of them deserves at this
point an AAA rating regardless of how much realistic
recapitalization is provided…The downgrade of the
monolines will also lead to large losses -and potential runs- on
the money market funds that invested in some of these toxic
products. The money market funds that are backed by banks or that
bought liquidity protection from banks against the risk of a fall
in the NAV may avoid a run but such a rescue will exacerbate the
capital and liquidity problems of their
underwriters…

Fifth, the commercial real estate loan market will soon
enter into a meltdown similar to the subprime one… And new
origination of commercial real estate mortgages is already
semi-frozen today; the commercial real estate mortgage market is
already seizing up today.

Sixth, it is possible that some large regional or even
national bank that is very exposed to mortgages, residential and
commercial, will go bankrupt. Thus some big banks may join the
200 plus subprime lenders that have gone bankrupt. This, like in
the case of Northern Rock, will lead to depositors" panic and
concerns about deposit insurance. The Fed will have to reaffirm
the implicit doctrine that some banks are too big to be allowed
to fail. But these bank bankruptcies will lead to severe fiscal
losses of bank bailout and effective nationalization of the
affected institutions…

Seventh, the banks losses on their portfolio of
leveraged loans are already large and growing. The ability of
financial institutions to syndicate and securitize their
leveraged loans -a good chunk of which were issued to finance
very risky and reckless LBOs- is now at serious risk. And
hundreds of billions of dollars of leveraged loans are now stuck
on the balance sheet of financial institutions at values well
below par (currently about 90 cents on the dollar but soon much
lower). Add to this that many reckless LBOs (as senseless LBOs
with debt to earnings ratio of seven or eight had become the norm
during the go-go days of the credit bubble) have now been
postponed, restructured or cancelled. And add to this problem the
fact that some actual large LBOs will end up into bankruptcy as
some of these corporations taken private are effectively bankrupt
in a recession and given the repricing of risk; convenant-lite
and PIK toggles may only postpone -not avoid- such bankruptcies
and make them uglier when they do eventually
occur…

Eighth, once a severe recession is underway a massive
wave of corporate defaults will take place. In a typical year US
corporate default rates are about 3.8% (average for 1971-2007);
in 2006 and 2007 this figure was a puny 0.6%. And in a typical US
recession such default rates surge above 10%… Corporate default
rates will surge during the 2008 recession and peak well above
10% based on recent studies. And once defaults are higher and
credit spreads higher massive losses will occur among the credit
default swaps (CDS) that provided protection against corporate
defaults… If losses are large some of the counterparties who
sold protection -possibly large institutions such as monolines,
some hedge funds or a large broker dealer- may go bankrupt
leading to even greater systemic risk as those who bought
protection may face counterparties who cannot pay.

Ninth, the "shadow banking system" (as defined by the
PIMCO folks) or more precisely the "shadow financial system" (as
it is composed by non-bank financial institutions) will soon get
into serious trouble. This shadow financial system is composed of
financial institutions that -like banks- borrow short and in
liquid forms and lend or invest long in more illiquid assets.
This system includes: SIVs, conduits, money market funds,
monolines, investment banks, hedge funds and other non-bank
financial institutions. All these institutions are subject to
market risk, credit risk (given their risky investments) and
especially liquidity/rollover risk as their short term liquid
liabilities can be rolled off easily while their assets are more
long term and illiquid. Unlike banks these non-bank financial
institutions don"t have direct or indirect access to the
central bank"s lender of last resort support as they are not
depository institutions. Thus, in the case of financial distress
and/or illiquidity they may go bankrupt because of both
insolvency and/or lack of liquidity and inability to roll over or
refinance their short term liabilities. Deepening problems in the
economy and in the financial markets and poor risk managements
will lead some of these institutions to go belly up: a few large
hedge funds, a few money market funds, the entire SIV system and,
possibly, one or two large and systemically important broker
dealers. Dealing with the distress of this shadow financial
system will be very problematic as this system -stressed by
credit and liquidity problems- cannot be directly rescued by the
central banks in the way that banks can.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15
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