Para el profesor
Tornabell, una supervisión similar a la que aplica el
Banco de
España
a las entidades españolas será la que rija ahora
para los bancos
estadounidenses. "Ellos han creado todo este lío porque no
aceptan Basilea II", comenta, en referencia a los
estándares internacionales sobre los requerimientos de
capital
necesarios para asegurar la protección de entidades frente
a los riesgos
financieros y operativos. "Seguramente terminarán por
aplicarlo".
Es pronto para saber cómo quedará el
paisaje financiero mundial una vez se recojan los escombros de
esta crisis. Pero
no hay duda de que será diferente. "Está claro que
algo va a cambiar", sostiene Juan Laborda, economista de Abante
Asesores. "Se ha quebrado un paradigma
global que ha movido la economía en los últimos años,
basado en el apalancamiento y en la toma de riesgo".
Termina un periodo en el que los mercados
financieros tomaron el relevo a la banca como
financiadores; un periodo en el que el negocio bancario ha pasado
de depender de los márgenes por la captación de
depósitos y la concesión de créditos a apoyarse en los ingresos
generados por las comisiones y ganancias de operaciones
realizadas fuera de balance, ya sea la gestión
de fondos de inversión, la operativa con derivados o la
titulización de activos. Termina
la era del apalancamiento en la que las mesas de Tesorería
de los grandes bancos de inversión han sido los mayores
hedge funds, gracias a un entorno de escasa regulación y
bajos tipos de interés
que permitían endeudarse hasta el extremo para realizar
operaciones de riesgo.
Entramos en un mundo en el que el grado de riesgo de las
inversiones va
a descender significativamente. Al igual que la oferta de las
entidades financieras para sus clientes:
depósitos, deuda a corto plazo y garantizados se antojan
los productos por
los que apostarán las redes comerciales de los
bancos, al menos hasta que se confirme el final de la
desaceleración económica y del ciclo bajista de las
Bolsas.
En el mundo después de Lehman, aún debe
definirse la
globalización financiera. Porque lo que ha reinado
hasta la fecha ha sido un modelo
internacional de diseminación de riesgos, donde,
aún habiendo muchos actores actuando en los mercados,
el dinero se
ha concentrado en unas pocas manos capaces de mover a su antojo
el precio de los
activos. Con el agravante de que la supervisión no ha sido
global, sino nacional, lo que ha limitado la capacidad de
actuación de los vigilantes.
Por lo pronto, la Unión
Europea trabaja ya para la creación de un
órgano colegiado de supervisores capaz de hacer frente de
manera conjunta a las crisis de corte global. Pero hay voces entre la
clase política que ya
proponen un supervisor internacional.
Todo sea porque sector privado, supervisores y
reguladores pongan el empeño y la voluntad para que en el
mundo después de Lehman los mercados financieros vuelvan a
ser instrumentos de canalización de recursos para el
enriquecimiento del conjunto de la sociedad, y no
el patio trasero donde unos pocos hacen y deshacen a sus
anchas.
El fin del epicentro financiero
La crisis financiera ha desatado no poco debate sobre
si la caída de los grandes bancos de inversión de
Wall Street significa el final de la hegemonía financiera
de Estados Unidos
en el mundo. Esta misma semana, el ministro de Finanzas
alemán, Peer Steinbrück, vaticinaba que
después de esta crisis Estados Unidos perderá su
estatus de superpotencia en el sistema
financiero mundial, que será multipolar.
"Nueva York, como plaza financiera ha perdido mucho peso
frente a Londres", comenta Juan Laborda, economista de Abante
Asesores. "Pero, además, los países
asiáticos van a tener mucho que decir. Están
financiando la economía americana y
no se van a conformar sólo con bonos;
querrán también el control".
Para el profesor de Esade, Robert Tornabell, hablar del
fin de Wall Street como centro financiero mundial es exagerado.
Pero reconoce que va a haber una recomposición del
sistema debido
a la llegada de nuevos capitalistas, como los países del
Golfo Pérsico, que han acumulado reservas en
dólares gracias al alza del precio del petróleo.
Hasta el momento, se ha producido la entrada de fondos
soberanos en el accionariado de algunas entidades estadounidenses
como Merrill Lynch, y sobre todo se ha producido el desembarco de
entidades japonesas, que en Lehman Brothers (Nomura) y Morgan
Stanley (Mitsubishi).
Sin embargo, existen argumentos que apoyan la
hegemonía estadounidense. "El 95% del comercio
mundial -y especialmente por las transacciones de materias primas
– se realiza en dólares. Eso significa coberturas en el
mercado de
futuros de Chicago y Nueva York, donde cotizan los futuros del
petróleo de referencia mundial".
Tornabell añade otros dos factores: EEUU sigue
siendo la mayor potencia
económica y además su lengua es el
inglés,
el idioma de los negocios.
– Tribuna: Primer plano Paul Krugman – Dinero a
cambio de
basura (El
País – 28/9/08)
Algunos escépticos llaman al plan de rescate
de 480.000 millones de euros propuesto por Henry Paulson "dinero
a cambio de basura". Otros
han bautizado la legislación propuesta Autorización
para el Uso de la Fuerza
Financiera, en referencia a la Autorización para el Uso de
la Fuerza Militar, la infame ley que dio al
Gobierno de Bush
luz verde para
invadir Irak.
Hay algo de razón en estas pullas. Todos
coinciden en que debe hacerse algo grande. Pero lo que Paulson
solicita para sí mismo -y para su sucesor- es un poder
extraordinario para emplear el dinero de los contribuyentes en un
plan que, en mi opinión, no tiene ni pies ni
cabeza.
Algunos dicen que debemos sencillamente confiar en
Paulson porque es un tipo inteligente que sabe lo que hace. Pero
eso es sólo verdad a medias: es un tipo inteligente, pero,
¿qué exactamente en la experiencia del pasado
año y medio -un periodo durante el cual Paulson ha
declarado repetidamente que la crisis financiera estaba
"contenida", y después ha ofrecido remedios que no
servían- justifica la creencia de que sabe lo que hace? Se
lo inventa a medida que avanza, como el resto de
nosotros.
Por eso, pensemos por nosotros mismos. Yo veo cuatro
fases en la crisis financiera:
1. El estallido de la burbuja de la vivienda provoca un
drástico aumento de la morosidad y de las ejecuciones
hipotecarias, lo cual a su vez induce una caída de los
precios de los
activos hipotecarios, activos cuyo valor se
deriva en última instancia de los pagos
hipotecarios.
2. Estas pérdidas financieras dejan a muchas
instituciones
financieras muy escasas de capital: muy pocos activos en
comparación con su deuda. Este problema es especialmente
grave porque todo el mundo contrajo muchas deudas durante los
años de la burbuja.
3. Como las instituciones financieras tienen demasiado
poco capital en relación con su deuda, no pueden, o no
quieren, proporcionar el crédito
que la economía necesita.
4. Las instituciones financieras intentan pagar su deuda
mediante la venta de activos,
incluidos los activos hipotecarios, pero esto hace bajar los
precios de los activos y empeora aún más su
posición financiera. Este círculo vicioso es lo que
algunos denominan la paradoja del desendeudamiento.
El plan de Paulson se basa en la compra por parte del
Gobierno federal de activos problemáticos, principalmente
activos hipotecarios, por valor de hasta 486.000 millones de
euros. ¿Cómo resuelve esto la crisis?
Bien, podría romper el círculo vicioso del
desendeudamiento, la cuarta fase de mi esquemática
descripción. Pero ni siquiera eso
está claro: están sometidos a presión
los precios de muchos activos, no sólo los de aquellos que
el Tesoro propone comprar. Y aunque el círculo vicioso sea
limitado, el sistema financiero seguirá paralizado por la
escasez de
capital.
O mejor dicho, seguirá paralizado por la escasez
de capital a no ser que el Gobierno federal pague por los activos
que compra un precio muy superior al real, proporcionando a las
empresas
financieras -y a sus accionistas y ejecutivos- una gigantesca
lluvia de dinero a costa de los contribuyentes. ¿He
mencionado que este plan no me convence?
La lógica
de la crisis parece exigir que la intervención no se
dé en la cuarta fase, sino en la segunda: el sistema
financiero necesita más capital. Y si el Gobierno va a
proporcionar capital a las empresas financieras, debería
obtener aquello que corresponde a quien aporta capital: una parte
de la propiedad, de
modo que si el plan de rescate funciona, no vayan todos los
beneficios a parar a los que provocaron el caos en primer
lugar.
Eso es lo que ocurrió con la crisis de las cajas
de ahorros: los federales se hicieron con la propiedad de los
bancos malos, no sólo de sus activos malos. Y
también es lo que ha ocurrido con Fannie y Freddie. (Y por
cierto, ese rescate ha hecho lo que se suponía que
debía hacer. Los tipos de interés hipotecario han
bajado drásticamente desde la absorción
estatal).
Pero Paulson insiste en que quiere un plan "limpio". En
este contexto, "limpio" significa una ayuda financiera
proporcionada por los contribuyentes sin condiciones a cambio:
ninguna contrapartida por parte de los que reciben la ayuda.
¿Por qué es eso bueno? Si a eso le sumamos el hecho
de que Paulson también exige una autoridad
dictatorial, además de inmunidad frente a una
revisión "por parte de cualquier tribunal u organismo
administrativo", el resultado es una propuesta
inaceptable.
Soy consciente de que el Congreso está sometido a
una enorme presión para que apruebe el plan de Paulson en
los próximos días, con unas cuantas modificaciones
que, como mucho, harán que sea un poco menos malo.
Básicamente, después de haberse pasado año y
medio diciéndonos a todos que la situación estaba
controlada, el Gobierno de Bush notifica que el cielo se nos
viene encima, y que para salvar el mundo tenemos que hacer
exactamente lo que nos dice, ya mismo.
Pero yo insto al Congreso a que se detenga a pensar un
minuto, respire hondo, e intente en serio rehacer la estructura del
plan, convirtiéndolo en un plan que ataje el problema
real. No dejen que los avasallen; si este plan se aprueba en su
forma actual o algo remotamente parecido, todos lo lamentaremos
enormemente en un futuro no muy lejano.
(Paul Krugman es profesor de Economía en la
Universidad de
Princeton. © New York Times Service, 2008)
– Tribuna: Primer plano George Soros – No hay cheque en
blanco para Paulson (El País – 28/9/08)
El rescate de 480.000 millones de euros propuesto por el
secretario del Tesoro estadounidense, Hank Paulson, se ha topado
con dificultades en la Colina del Capitolio. Y con razón:
está mal concebido. El Congreso estaría abdicando
de su responsabilidad si diera al secretario del Tesoro
un cheque en blanco. El proyecto de ley
sometido al Congreso planteaba incluso una cláusula que
eximía las decisiones del secretario de cualquier
revisión por parte de tribunales u organismos
administrativos, el cumplimiento supremo del sueño del
Gobierno de Bush de establecer un ejecutivo unitario.
El historial de Paulson no inspira la confianza
necesaria como para concederle discrecionalidad sobre 475.000
millones de euros. Sus medidas de la semana pasada provocaron la
crisis que ha hecho necesario el rescate. El lunes
permitió que Lehman Brothers quebrase y se negó a
aportar fondos públicos para salvar a AIG. El martes tuvo
que desdecirse y conceder a AIG un préstamo de 58.000
millones de euros con condiciones punitivas.
La muerte de
Lehman desestabilizaba el mercado de pagarés de empresa a corto
plazo. Un gran fondo común de inversores se hundía
y los bancos de inversión que habían confiado en el
mercado de pagarés de empresa a corto plazo tenían
dificultades para financiar sus operaciones. El pasado martes, se
había puesto en marcha una retirada masiva en los fondos
comunes de inversores y estábamos más cerca de un
colapso total que en cualquier otro momento desde la
década de 1930. El secretario volvía a dar marcha
atrás y proponía un rescate
sistémico.
Paulson ya había recibido un cheque en blanco del
Congreso en otra ocasión, para abordar la crisis de Fannie
Mae y Freddie Mac. Su solución hizo que el mercado de la
vivienda aterrizara en el peor de todos los mundos: los
directivos de ambas empresas sabían que si se
cubrían los cheques en
blanco perderían el puesto de trabajo, de
modo que optaron por atrincherarse, encareciendo las hipotecas y
dificultando su concesión. A las pocas semanas el mercado
obligó a Paulson a absorberlas
precipitadamente.
La propuesta de Paulson de comprar activos hipotecarios
morosos plantea un problema clásico de información asimétrica. Los valores
bursátiles son difíciles de valorar, pero los
vendedores saben más de ellos que el comprador: en
cualquier procedimiento de
subasta, el Tesoro acabaría quedándose con la
escoria. La propuesta está también plagada de
cuestiones de conflictos de
interés latentes. A no ser que el Tesoro pague en exceso
los valores, el
plan no aliviaría la situación. Pero si el plan se
usa para financiar a los bancos insolventes, ¿qué
recibirán los contribuyentes a cambio?
Barack Obama ha planteado cuatro condiciones que
deberían imponerse: una compensación para los
contribuyentes, además del lado negativo; un consejo
compuesto por ambos partidos para supervisar el procedimiento;
ayuda para los propietarios de viviendas, así como para
los tenedores hipotecarios; y ciertos límites a
las remuneraciones de
aquellos que se beneficien del dinero de los contribuyentes. Son
los principios
adecuados. Podrían aplicarse con más eficacia
capitalizando directamente las instituciones cargadas de valores
tóxicos y no librándolas de esos valores
tóxicos.
La inyección de fondos públicos
sería mucho menos problemática si se aplicase al
capital neto y no al estado
contable. Setecientos mil millones de dólares en acciones
preferentes con garantías tal vez sean suficientes para
tapar el agujero producido por el estallido de la burbuja
inmobiliaria. Por contraste, la adición de 700.000
millones de euros en el lado de la demanda tal
vez no baste para frenar la caída de los precios de la
vivienda. También debe hacerse algo en el lado de la
oferta. Para evitar que los precios de las viviendas se
desplomen, el número de ejecuciones debe mantenerse en el
mínimo. Es necesario ajustar las condiciones de las
hipotecas a la capacidad de pagar de los propietarios.
El paquete de rescate no aborda esta tarea. El hacer las
modificaciones necesarias es una labor delicada que se dificulta
por el hecho de que muchas hipotecas se han dividido y repartido
de nuevo en forma de obligaciones
de deuda con garantía multilateral. Los tenedores de los
diversos trozos tienen intereses opuestos. Haría falta
demasiado tiempo para
solucionar los conflictos e
incluir un plan de modificación de las hipotecas en el
paquete de rescate. Sin embargo, el paquete puede allanar el
camino mediante una modificación de la ley de quiebra en lo
relativo a las residencias principales.
Ahora que la crisis se ha desatado, probablemente sea
indispensable un paquete de rescate a gran escala para poder
controlarla. Restablecer los balances contables vacíos del
sistema bancario es la forma adecuada de proceder. No todos los
bancos merecen ser salvados, pero podemos confiar en que los
expertos de la Reserva Federal, con la supervisión
adecuada, tomarán las decisiones correctas.
Podría sancionarse a las directivas reacias a
aceptar las consecuencias de los errores pasados
privándolas de las líneas de crédito
federales. La aportación de fondos públicos
debería también animar al sector privado a
participar en la recapitalización del sector bancario y
poner fin a la crisis financiera.
(George Soros es presidente de Soros Fund Management.
© Project Syndicate, 2008)
– Tribuna: Laboratorio de
ideas Eswar Prasad – Moralejas de la crisis (El País –
28/9/08)
El sistema financiero estadounidense se escora hacia el
naufragio. Todo lo que impide que la tan elogiada fuente del
capitalismo
mundial se precipite al cataclismo es la Administración
Pública estadounidense, que se ha convertido de hecho
en garante y prestamista de último recurso.
¿Cómo han podido llegar las cosas a este
trance en un sistema financiero en otro tiempo elogiado por ser
el más profundo y avanzado del mundo? ¿Dónde
acabará? ¿Qué consecuencias tendrá
esto para el sistema financiero mundial? Es difícil
responder a estas preguntas con mucha convicción mientras
seguimos en plena crisis. De hecho, cada día que pasa
parece traer una noticia peor: ¡ni siquiera los fines de
semana proporcionan ya un respiro en la corriente continua de
melancolía!
Sea cual sea el resultado final, una cosa es segura: el
resto del mundo ya no se entusiasmará por adoptar los
principios de libre mercado que regían el desarrollo
financiero estadounidense. Si bien los tiempos de
desesperación pueden exigir medidas desesperadas, la
masiva intervención del Gobierno estadounidense
también hará que sea más difícil
defender la idea de que el Estado
debería mantenerse apartado del funcionamiento del sistema
financiero.
Sin duda, la satisfactoria emoción del
schadenfraude -placer ante el dolor de otros- les estará
pasando por la mente a los gobernadores de bancos centrales y a
los legisladores de los nuevos mercados, que durante mucho tiempo
tuvieron que soportar lo peor del acoso estadounidense acerca de
los principios del libre mercado. Probablemente estarán
rezando también sus hosannas por haberse resistido en
mayor o menor medida a las innovaciones financieras, agradeciendo
a eso el hecho de que sus economías no se hayan visto
golpeadas aún por la crisis en la misma medida que Estados
Unidos.
Por desgracia, estas moralejas -si se toman al pie de la
letra- pueden acabar no siendo buenas para las economías
emergentes. Es una desgracia porque la principal lección
que se debe sacar de esta crisis es que la negación de
ciertos principios del libre mercado tal vez fuera de hecho lo
que ha conducido al caos en el que ahora se encuentra el propio
Estados Unidos. Además, el desarrollo financiero va a ser
en última instancia importante para que estas
economías sostengan sus elevadas tasas de crecimiento y
permitir que un porcentaje más alto de su población participe en el proceso de
desarrollo y se beneficie de él.
¿Qué salió mal en Estados Unidos?
Un problema clave de Fanni Mae y Freddie Mac, por ejemplo, fue
que su regulador no hizo su trabajo y no descubrió el
enorme fraude contable
en sus libros. Eso y
la garantía implícita del respaldo estatal (que
finalmente se volvió explícita) permitieron que
estas dos instituciones se expandiesen enormemente, y abarcasen
incluso transacciones financieras exóticas en las que no
tenían por qué haberse involucrado.
Las raíces de la crisis estadounidense, por
supuesto, se remontan a los años en que Alan Greenspan
presidía la Reserva Federal estadounidense. Entonces, el
dinero era fácil y la regulación escasa. Los
famosos préstamos hipotecarios ninja (sin ingresos, sin
trabajo y sin patrimonio)
fueron una señal de negligencia reguladora tan clara como
cualquier otra. Pero estas señales
evidentes de irregularidad también se pasaron alegremente
por alto cuando los tiempos eran buenos y ante la hostilidad del
actual Gobierno contra la reglamentación.
Claramente, la innovación financiera sin regulación
eficaz no funciona bien. En el nuevo mundo de mercados
financieros más complejos, los peligros acechan en lugares
ocultos.
La crisis actual indica que un conjunto de normas
rígidas permite que instituciones financieras con recursos
enmascaren el riesgo de sus carteras o le den la vuelta a las
cosas para hacer que las mediciones del riesgo habituales
parezcan mejores de lo que en realidad son. No es práctico
diseñar un marco regulador que abarque cada instrumento
financiero y cada institución financiera
específicos. Por el contrario, tiene más sentido
desarrollar un marco "de principios" que pueda adaptarse a la
evolución del mercado financiero y adoptar
un planteamiento más amplio para gestionar los riesgos
sistémicos. Está claro que esto no
existía.
La crisis confirma también que algunos tipos de
intervención pública en los mercados financieros
-en especial mediante el respaldo implícito a
instituciones en apariencia "privadas"- generan malos resultados
que acaban haciendo que los contribuyentes tengan que encargarse
de pagar. Las verdaderas lecciones de la debacle de Fannie y
Freddie deberían referirse a los peligros que comportan
las garantías estatales implícitas unidas al riesgo
moral y la
reglamentación débil, y los riesgos que acechan
incluso en los sistemas
financieros avanzados.
Estos peligros son mayores en los sistemas financieros
menos desarrollados, y los costes de aclarar el embrollo
podrían ser también proporcionalmente mayores para
las economías más pobres.
Una cosa que la crisis nos enseña es que el
fraude, la corrupción y la injerencia estatal pueden
erosionar los cimientos de los sistemas financieros más
profundos, en especial cuando estos problemas se
suman a un sistema regulador demasiado estricto y ceñido a
las normas en apariencia y que, a veces, hace la vista gorda ante
una obvia perversión del sistema. Ésa, al menos, es
una moraleja que los mercados emergentes deberían sacar en
última instancia de la crisis financiera.
(Eswar Prasad es catedrático de Economía
en la Universidad de Cornell y miembro de la Brookings
Institution. Es ex director de la Sección de Estudios
Financieros del FMI. ©
Project Syndicate, 2008)
– Agítese antes de leer – ¿Saben ustedes
aquél de Wall Street…? (El Mundo –
28/9/08)
(Por Carlos Salas)
Sucedió en un hotel de Nueva York. Llegó un
señor muy elegante y pidió una habitación en
los pisos más altos y con hermosas vistas. "¿Para
dormir o para saltar?", preguntaron los conserjes. No bromeaban.
Aquel hombre
tenía cara de ser una desesperada víctima de Wall
Street.
Todo el paisaje de la calle financiera más famosa
del mundo parecía un gran almacén en
liquidación de cuyos edificios en ruinas emergían
zombis arruinados. El tifón financiero se había
llevado tantos empleados ricos y de coches deslumbrantes que la
Casa de la Moneda pensó en acuñar millones de
monedas pequeñas porque imaginó que una tromba de
parados iba a usar el metro por primera vez.
Los analistas escribieron unas crónicas donde
dijeron que "de la misma manera que el descubrimiento de
América o la Revolución
Francesa cambiaron la faz del mundo, el crack americano
trastornó completamente el mundo occidental, la
fisonomía de la vida económica y con ella la
estructura
social".
Ha sido la mayor catástrofe financiera
jamás contada. Pero ustedes sólo la
recordarán por las fotografías en blanco y negro.
Fue el crack de 1929. Hace casi 80 años.
Hasta aquel fatídico jueves de octubre en que los
valores se Wall Street se hundieron un 13%, la palabra que mejor
definía la situación de EEUU era "Prosperity". Pero
en realidad era una exuberancia irracional.
André Kostolany vivió muy de cerca
aquellos días de tormentas y más tarde
escribiría: "En el año 1929 ocurrió la
más grande catástrofe financiera que se haya
producido jamás". Kostolany era húngaro, como
George Soros. Poseía pasaporte norteamericano, como Soros.
Y era uno de los mayores jugadores de Bolsa de su tiempo, como
hoy lo es Soros.
Cuenta este húngaro que tras aquel calamitoso
jueves de octubre de 1929, el Gobierno de Estados Unidos hizo
declaraciones oficiales en la prensa con
llamadas a la calma. Los banqueros más poderosos se
reunieron para inyectar 240 millones de dólares al
mercado, suma gigantesca entonces, y quien dirigió la
operación fue el vicepresidente de la Bolsa de Nueva
York.
Vaya, eso me suena a lo tengo en la punta de la
lengua.
Según Kostolany, el precio de las acciones estaba
hinchado. ¿Culpable? Se habían realizado muchas
compras al
descubierto o a crédito, y llegó un momento en que
la euforia alcista impidió a los inversores ver que la
burbuja estaba a punto de estallar. Los especuladores jugaban al
alza, claro, porque pensaban que eso iba a subir y subir y subir.
Puro farol. Kostolany, en cambio, jugó a la baja en aquel
crack y explicaba el mecanismo en su divertido libro
Así es la Bolsa (Editorial Vergara).
Primero, usted piensa que un valor va a bajar y lo
compra a 100 dólares. Pero en realidad no
desembolsará nada hasta dentro de un mes. Si pasados 30
días, ese valor está en 80 dólares, usted
los adquiere a 80 y los vende a 100, como está previsto en
su contrato. Se
embolsa 20 dólares.
En el crack del lunes 15 de septiembre pasado, algo
parecido ha sucedido pues la Bolsa está infectada de
operaciones al descubierto. No a 30 días, sino a un plazo
de tres días. Y todo sin desembolsar dinero.
Además, alguien se inventó un producto
financiero llamado CDS (Credit Default Swaps) para colocar los
créditos de dudoso cobro. Era una especie de seguro contra los
morosos, pero cuando esos seguros tienen el
tamaño de un gigante, ya no son seguros. Tanto Lehman como
AIG estaban atiborrados de CDS y llegó un momento en que
no pudieron garantizar sus pagos, a pesar de que las firmas de
calificación financiera decía que eran
segurísimas. Pero, ¿es que alguien sabe
cuánto valen esas cosas?
"En realidad, las cotizaciones no están nunca a
su valor real. Siempre están más altas o más
bajas. Si fuera posible fijar el valor exacto de una sociedad
industrial no habría siquiera Bolsa. Habría un
precio fijo para las acciones, el mismo cada día y para
todo el mundo", dice Kostolany.
¡Qué barbaridad!, pensarán ustedes,
¿cómo es posible que oscilen tanto los valores? El
mismo lunes en que las bolsas se pegaban un leñazo, el
artista británico Damien Hirst subastó una vaquilla
metida en formol por 13 millones de euros. ¿Quieren que
les repita este párrafo? Trece millones.
Y siempre que hay un terremoto en la Bolsa aparece un
organismo salvador, que puede ser un grupo de
banqueros o el mismo Estado. Bush ha anunciado el nacimiento de
una agencia que se hará cargo de los activos
tóxicos. Poco después de la crisis de 1929,
nació la Securities and Exchange Commission, un organismo
para velar por la Bolsa. Y en 1913 también nació el
sistema de la Reserva Federal, para coordinar la actividad de los
bancos centrales de Estados Unidos, tras el crack de 1907.
Perdón, ¿es que usted no oyó nunca nada de
la crisis de esos años? ¿Y la del hundimiento de
las minas sudafricanas de oro del 1895?
¿Y el crack de Viena de 1873? ¿Y el famoso viernes
trágico de Nueva York en 1823? ¿Y la
suspensión de pagos de Felipe II, emperador español?
La verdad es que los periodistas podríamos crear
una plantilla denominada crisis bursátil y sacarla siempre
que vinieran estos vendavales, porque así nos
ahorraríamos mucho tiempo.
Sucederá siempre así porque, como
decía una información de la BBC sobre las lecciones
de esta crisis, "Con el ritmo de las innovaciones financieras que
pueden desatar una crisis, los reguladores frecuentemente no
logran mantenerse al día".
Por lo menos, esta burbuja ya tiene una ciencia para
estudiarla: burbujonomía (bubblenomics). Uno de los
mejores resúmenes de esta ciencia, tan parecida al
acelerador de partículas de Ginebra, lo hizo un dibujante
para el International Herald Tribune. Aparecen dos ejecutivos
succionados por un inmenso agujero negro en el espacio que se
lleva sillas, mesas y edificios de Wall Street. Y uno le dice al
otro: "Temo que nuestros experimentos han
creado un verdadero agujero negro".
– Cronología de una debacle financiera en Wall
Street (Intereconomia – 30/9/08)
En sólo 15 días el panorama financiero en
Estados Unidos ha sufrido un cambio que no había vivido en
más de un siglo.
Intereconomia
De cómo en sólo quince días ha
cambiado el mapa financiero en Estados Unidos y ha provocado un
replanteamiento en los modelos de
negocio de la potencia económica. Intervencionismo en el
país del libre mercado y disensiones en la clase
política en el país de los símbolos y la unidad nacional.
Domingo 14 de septiembre
El banco de inversión Lehman Brothers se
acoge a la protección por bancarrota, su rival Merrill
Lynch acuerda ser comprado por Bank of America.La Reserva Federal de Estados Unidos dice por
primera vez que aceptará acciones a cambio de los
préstamos en efectivo y 10 de los principales bancos
del mundo acuerdan establecer un fondo de emergencia por
70.000 millones de dólares, aunque ninguno de ellos es
capaz de cubrir un tercio de la cifra.
Lunes 15 de septiembre
La aseguradora American International Group Inc
(AIG) dice que está luchando por sobrevivir tras
perder casi el 92 por ciento de su valor durante este
año.
Martes 16 de septiembre
El directorio de la Reserva Federal de Estados
Unidos dice que el banco de la Reserva Federal de Nueva York
prestará hasta 85.000 millones de dólares a
AIG, en un plan que busca salvar a la aseguradora de un
'colapso desordenado' que podría afectar a la
economía mundial.La Reserva Federal dice que bajó una
línea de crédito a dos años, el Gobierno
estadounidense recibirá un 79,9 por ciento de las
acciones de la aseguradora y que tiene derecho a veto en el
pago de dividendos para accionistas ordinarios
preferentes.
Miércoles 17 de septiembre
El banco británico Lloyds TSB acuerda comprar
al rival HBOS, apoderándose del mayor prestamista para
la vivienda de Gran Bretaña en un acuerdo
completamente en acciones que valora a HBOS en más de
12.000 millones de libras (unos 15.120 millones de
euros).
Jueves 18 de septiembre
La Fed expande sus líneas de swaps cambiarios
a 247.000 millones de dólares.La Autoridad de Servicios Financieros del Reino
Unido impone una prohibición temporal sobre las ventas
cortas de acciones financieras. El estado de Nueva York
también comienza una investigación sobre las
ventas cortas de acciones de las principales firmas de Wall
Street.
Viernes 19 de septiembre
El secretario del Tesoro Henry Paulson pide al
Gobierno de Estados Unidos que invierta cientos de miles de
millones de dólares para liberar los balances de las
firmas financieras de activos hipotecarios tóxicos,
con la intención de restaurar la estabilidad
financiera.La noticia del plan de rescate impulsa a las
acciones, y el índice S&P 500 anota su mayor alza
diaria en 21 años.
Sábado 20 de septiembre
El Gobierno de Bush pide al Congreso poderes
extraordinarios para usar 700.000 millones de dólares
para rescatar firmas cargadas con deudas hipotecarias en
problemas. Paulson tendrá poderes extraordinarios
sobre los fondos.Un juez estadounidense de bancarrotas aprueba una
versión rectificada de la compra de los negocios
centrales estadounidenses de Lehman por parte del banco
británico Barclays, por un valor de 1.750 millones de
dólares.
Domingo 21 de septiembre
Goldman Sachs y Morgan Stanley logran la
aprobación para transformarse en bancos tradicionales
regulados por la Fed, eliminando el modelo de banca de
inversión.
Lunes 22 de septiembre
Nomura Holdings dice que comprará la
franquicia de Lehman en Asia-Pacífico, incluidos
Japón y Australia, y absorberá 3.000 empleados.
También adquiere el negocio en Europa.Morgan Stanley acuerda vender una
participación accionaria de hasta 8.500 millones de
dólares al importante banco japonés Mitsubishi
UFJ Financial Group.
Martes 23 de septiembre
El secretario del Tesoro, Henry Paulson, dice a los
legisladores que el rescate es "embarazoso" pero necesario
para evitar una profunda recesión y restaurar la
confianza.
Miércoles 24 de septiembre
Berkshire Hathaway de Warren Buffett dice que
comprará hasta un 9 por ciento de Goldman, que
también anunció planes para vender 2.500
millones de dólares en acciones ordinarias.Informes de CNN señalan que el FBI
está investigando a Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman
Brothers Holdings Inc y la aseguradora American International
Group Inc y sus ejecutivos senior sobre potenciales fraudes
con hipotecas.
Jueves 25 de septiembre
El presidente George W. Bush, líderes
demócratas y republicanos de la Cámara y del
Senado y los candidatos presidenciales, los senadores John
McCain y Barack Obama se reunieron para buscar un acuerdo que
permita la aprobación del plan de rescate, sin
embargo, no lo consiguieron.Las autoridades de Estados Unidos cerraron la
entidad de ahorro y préstamos Washington Mutual Inc, y
vendieron sus activos a JPMorgan Chase.
Viernes 26 de septiembre
Los bancos centrales se desesperaban por cumplir con
la demanda de efectivo, tanto en monedas locales como en
dólares, dado que las noticias del estancamiento del
rescate retraía a los bancos de hacer préstamos
interbancarios.
Sábado 27 de septiembre
Los líderes del Congreso de Estados Unidos
dijeron que habían logrado bases amplias para un
acuerdo que autorice el rescate financiero, pero que
esperaban ver los detalles en papel antes de declararlo
definitivo.
Domingo 28 de septiembre
Legisladores estadounidenses se preparaban para
votar el plan de rescate, mientras las autoridades europeas
intentaban rescatar a bancos en problemas.El sector bancario europeo sintió las
consecuencias de la crisis y debió afrontar la
nacionalización del grupo financiero belga
holandés Fortis y del prestamista hipotecario
británico Bradford & Bingley.El banco hipotecario alemán Hypo Real Estate
alcanzó un acuerdo con un grupo de bancos para
conseguir un crédito para resolver una crisis de
financiación.
Lunes 29 de septiembre
Legisladores estadounidenses rechazaron el plan de
rescate financiero de 700.000 millones de dólares, en
una votación que dejó en shock a los mercados
mundiales y provocó su desplome en medio de una crisis
crediticia que cada día se cobra más
víctimas.Los principales bancos centrales del mundo
redoblaron sus esfuerzos para revivir el paralizado sistema
financiero global a través de inyecciones millonarias
de dinero.El banco estadounidense Citigroup anunció que
comprará las operaciones bancarias de Wachovia, con lo
que otra gran institución financiera sucumbe a la
crisis crediticia global.
– Pánico,
la palabra del momento (La Nación
– 30/9/08)
(Por Hugo Alconada Mon – Corresponsal en
EEUU)
El Capitolio dijo no ayer y le asestó un
durísimo revés al presidente George W. Bush. Pero
¿a quién le importa, si el texano transita sus
últimos cuatro meses en el Salón Oval? Más
relevante es que tanto el demócrata Barack Obama como el
republicano John McCain apoyaron el plan. Si éste es el
liderazgo que
muestran ahora, ¿qué cabe esperar después?
Más aún, ¿y ahora, qué?
¿Cómo continuará la historia?
Si las palabras que mencionan los referentes de ambos
partidos, la
administración Bush y los rostros más visibles
de las finanzas de este país sirven de algo, lo que
anticipan es por demás inquietante: "colapso",
"catástrofe", "derrumbe", "desastre", "depresión"
y, sobre todo, "pánico".
El impacto de la crisis financiera se
concentrará, sin duda, en los estadounidenses. Cada
día se endeudan más con salvatajes parciales, casi
parches que, combinados, superan ya los 900.000 millones de
dólares, con cuentas que
deberán pagar las siguientes generaciones.
Eso sin mencionar el desembolso que se frustró
ayer, pero que demócratas y republicanos, prometen revisar
y someter a una nueva votación mañana o pasado. El
que cayó era por 700.000 millones, lo que equivale a algo
más que el producto bruto
interno (PBI) anual de Turquía o dos veces y media el
de la Argentina.
Semejante desembolso o uno similar, si se aprueba,
incomoda a muchísimos norteamericanos casi tanto como a
los grandes gurúes de la doctrina liberal de la
economía.
¿Por qué desembolsar fondos
públicos -es decir, de todos- para pagar la resaca de unos
pocos? ¿Por qué socializar las pérdidas
cuando las ganancias fueron privadas?
Ese fue el debate, siete años atrás,
cuando fue la Argentina la que colapsó.
¿Quién olvida al entonces secretario del Tesoro,
Paul O Neill, cuando anunció que no desembolsaría
el dinero de carpinteros estadounidenses para financiar la
corrupta fiesta criolla?
Esa visión es la que explica por qué
fracasó ayer el paquete de ayuda.
"Los gatos gordos de Nueva York esperan que Joe el
cervecero se la banque y pague por todo este sinsentido",
clamó el legislador republicano por Texas Ted Poe al
fundamentar su voto negativo.
Esa visión aún rige. Sí. Pero
también es válido preguntarse qué
ocurrirá si el Tesoro no abre su chequera.
Cada día, Estados Unidos amanece con la
incógnita de qué banco, financiera o mutual puede
caer.
Ayer fue el turno de Wachovia, uno de los mayores del
país por su tamaño. Y aunque lejos están
aún los ahorristas de entrar en pánico -y a nadie
se le ocurre siquiera hablar de un "corralito"-, muchos incluyen
en la lista de riesgo a gigantes como Goldman Sachs y Morgan
Stanley.
"Cuando los inversores ya no confían en
instituciones venerables como Morgan Stanley y Goldman Sachs, uno
sabe que la crisis financiera es tan grave como puede ser",
alertó el ahora reconocido economista Nouriel Roubini en
su último análisis, antes de exponer que "la
próxima etapa en este pánico (financiero)
podría ser la madre de todas las corridas
bancarias".
Ignorado durante años por sus pares, que no
anticiparon o no quisieron anticipar la crisis que se
venía, Roubini integró el equipo de asesores de la
Casa Blanca cuando la ocupaba Bill Clinton, antes de convertirse
en el moscardón que molestaba con sus alertas y pronósticos pesimistas.
Ahora sus peores sueños se han hecho realidad.
"Estamos viviendo un clima de
pánico generalizado y otra vez estamos ante el riesgo de
un quiebre sistémico de todo el sistema financiero",
advirtió.
Por eso es que no alcanzará con que el Tesoro y
la Reserva Federal (Fed) lancen más y más remedios
que mutan en placebos en cuestión de días u horas.
Para Roubini, todas las grandes economías del mundo
deberían reducir un punto porcentual sus tasas de
interés de manera coordinada. Como apenas un primer y
tentativo paso.
Su sugerencia induce otro rasgo patente de la crisis que
nace. No afecta ni afectará sólo a Estados Unidos.
Más vale que el resto del planeta termine sus
preparativos, que debieron comenzar durante los años de
bonanza. Porque ahora se avecinan vientos gélidos desde
América
del Norte.
Ejemplos sobran. Si no, que lo digan los grandes bancos
con colocaciones más o menos inservibles en títulos
estadounidenses. En el Reino Unido, Alemania,
Bélgica, Holanda, Australia, Canadá o hasta
Islandia.
Estados Unidos dejará de comprar muchos bienes y
servicios que
llegan de China, la
India, Vietnam
y América
latina. Reducirá, también, su consumo de
petróleo, con lo que decae el precio del barril y contrae
los ingresos que alentaron los pavoneos del presidente venezolano
Hugo
Chávez o el despilfarro de varios jeques con sus
pistas de nieve en Medio Oriente.
Lejos, muy lejos, están los precios del oro negro
de aquella lujuria de julio, cuando el barril llegó a los
145,29 dólares en Nueva York. El lunes pasado rondó
los 121 dólares. Ayer, 96,37 dólares con tendencia
a la baja.
Pero que quede aún más claro: no
será el único commodity cuyo precio enfila cuesta
abajo, con lo que unas cuantas balanzas comerciales
cambiarán de signo alrededor del orbe. Incluida la caja
argentina.
Así, la lectura de
la votación de ayer en el Capitolio como un devastador
golpe para Bush es válida, pero parcial. Es como
preocuparse por quién dirige la orquesta musical en un
barco que puede llamarse Titanic.
– El economista Jeffrey Miron en CNN: "Bancarrota, no
rescate, es la respuesta correcta" (El Confidencial –
1/10/08)
(Por Fátima Martín)
La solución correcta a la crisis no es el
rescate, sino la bancarrota. Es la posición que defiende
Jeffrey A. Miron en CNN. Miron es un conferenciante senior
económico de la Universidad de Harvard. Libertario, fue
uno de los 166 economistas académicos que dirigieron una
carta la
semana pasada a los líderes de Congreso en la que
manifestaban su rechazo al plan de rescate del
Gobierno.
"El Congreso ha rechazado el rescate a Wall Street de
700.000 millones propuesto por la Administración Bush. Bajo el paraguas de
este plan, el Tesoro podría haber comprado los activos en
problemas de las entidades financieras en su intento de evitar un
estallido económico.
Este rescate era una idea terrible. Veamos por
qué.
El actual desbarajuste nunca debería haber
ocurrido si no hubiera habido políticas
federales enfermizas. El Gobierno Federal fundó Fannie Mae
en 1938 y Freddie Mac en 1970; estas dos hipotecarias
están en el centro de la crisis. El Gobierno
prometió implícitamente a estas instituciones que
respaldaría sus deudas, de modo que Fannie y Freddie
adoptaron excesivos riesgos.
Peor, en 1977 e incluso más en los 90"s y a
principios de este mismo siglo, el Congreso empujó a los
prestamistas hipotecarios y a Fannie y Freddie a desarrollar los
préstamos subprime. Éstos fueron algo más
que una relajación de las guías de crédito
existentes. Este tipo de préstamos era un completo
abandono de las prácticas razonables, en las que los
prestamistas con características de crédito
insuficientes obtenían hipotecas de difícil
cobro.
Una vez los precios de la vivienda empezaron a declinar
y las condiciones económicas empeoraron, la morosidad y la
delincuencia
ascendieron, dejando a la industria
grandes sumas de activos hipotecarios severamente
depreciados.
El hecho de que el Gobierno soporte tal responsabilidad
en el actual desastre significa que ninguna respuesta
debería eliminar las condiciones que crearon esta
situación desde un primer momento, no intentar arreglar un
mal gobierno con más gobierno.
La bancarrota castiga a quienes adoptaron riesgos
excesivos
La alternativa obvia al rescate es dejar que las
entidades con problemas se declaren en bancarrota. La bancarrota
significa que los accionistas típicamente desaparecen y
que los acreedores poseen la compañía.
Bancarrota no significa que la compañía
desaparece; sólo que cambia de dueño (como ha
ocurrido con algunas aerolíneas). La bancarrota castiga a
aquellos que adoptaron riesgos excesivos mientras preservaban
aquellos aspectos del negocio que estimaban rentables.
En contraste, un rescate contagia la salud de los contribuyentes
hacia aquellos que se comprometieron a sabiendas en los risky
business de los préstamos subprime. Por tanto, el rescate
anima a las compañías a tomar grandes e imprudentes
riesgos y a contar con que pueden ser salvadas por el Gobierno.
Este "moral hazard" genera enormes distorsiones en una
economía.
Los graciosos abogados del rescate deberían
observar esta perspectiva, pero ellos argumentan que un rescate
es necesario para prevenir el colapso financiero. De acuerdo con
este punto de vista, los prestamistas no están concediendo
préstamos, ni siquiera para proyectos dignos,
porque no pueden obtener capital. Este punto de vista tiene un
poco de verdad; si el rescate no llega, no se descartan
más bancarrotas y las condiciones crediticias
empeorarán por momentos.
Los banqueros no venderán baratos sus activos
tóxicos si el Gobierno les paga más
Hablar de Armageddon, sin embargo, es
ridículamente monstruoso. Si las entidades financieras no
pueden conceder préstamos productivos, existe una
oportunidad de ganancia para otra. Esto no pasará
instantáneamente, pero pasará. Es más, el
actual congelamiento financiero es debido a que Wall Street
confía en un rescate; los banqueros no venderán sus
activos tóxicos por 20 céntimos de dólar si
el Gobierno puede pagar 30, 50, u 80 céntimos.
Los costes del rescate, además, están
siendo ciertamente subestimados. La petición de la
Administración es que muchos activos
hipotecarios son prácticamente ilíquidos, no que no
valgan nada en realidad, lo que implica que los contribuyentes
recuperarán bastante de sus 700.000 millones de
dólares.
Si estos activos valen algo, sin embargo, las partes
privadas querrían comprarlos, y ellos lo harían
así si los dueños aceptaran su justo valor de
mercado. Mucho más probable es que los actuales
propietarios hayan barrido bajo la alfombra lo poco que vale de
sus activos.
El rescate tiene más problemas. La
legislación final incluirá probablemente numerosas
condiciones y negocios especiales que recompensan los lobbystas
de Washington y sus clientes.
La anticipación del rescate generará un
comportamiento
estratégico por parte de las entidades de Wall Street, ya
que arrastra sus activos y posiciona sus balances para maximizar
su posición. El rescate abrirá las puertas para una
mayor intromisión federal en los mercados
financieros.
Así que ¿Qué debería hacer
el Gobierno? Eliminar aquellas políticas que generaron el
caos. Esto significa, a un nivel general, abandonar el objetivo de
obtener una vivienda independientemente de la capacidad de pago.
Concretamente, deshacerse de políticas como la Community
Reinvestment Act, que empuja a los bancos hacia el
préstamo subprime.
La correcta perspectiva de este desastre financiero es
que una enorme fracción del préstamo subprime
jamás debería haberse producido desde un primer
momento. Alguien tiene que pagar por ello. Ese alguien no
debería ser, y no necesita ser, el contribuyente
norteamericano".
– ¿Será el mercado de seguros de deuda el
próximo en caer? (Negocios – 1/10/08)
(Por R. Martínez)
Primero las hipotecas subprime. Después, la banca
de inversión. Pero ¿quién será el
próximo en fracasar? Los expertos apuntan al mercado de
aseguramiento de deuda, los CDS, siglas de Credit Default Swap.
El "arma financiera de destrucción masiva", según
Warren Buffet
El CDS es un contrato: el vendedor se compromete a
cubrir el riesgo de impago de una deuda a cambio del abono de una
prima por parte del comprador. "Permiten una transferencia
eficiente del riesgo crediticio", asegura Sunil Hirami, consejero
delegado de Creditex, una de las plataformas que negocia este
producto.
Pero la evolución financiera ha creado una bola
de nieve alrededor de este instrumento que, en diez años,
ha pasado de casi cero a tener un valor de 54,6 billones de
dólares. Wall Street vio enseguida negocio: son
fáciles de crear (basta una llamada de teléfono), no requieren adelantar efectivo
y pueden cubrir cualquier activo. Su desarrollo se tradujo en la
posibilidad de negociar contratos, de tal
forma, que no es necesario tener títulos de deuda para
comprar un CDS. Cualquiera puede apostar si un emisor puede
incumplir sus compromisos con los acreedores. Lo que
empezó como cobertura de riesgos es ahora una forma barata
y fácil de apostar en Wall Street.
Las diferencias de los CDS con los casinos, les coloca
en peligro. Al contrario que las apuestas, estos contratos no
están regulados. En 2000, el Congreso, apoyado por el ex
presidente de la Fed, Alan Greenspan, prohibió regularlos
para evitar la sobre reglamentación.
Además, si se gana en un juego de azar,
el premio está asegurado. Si alguien apuesta 10
dólares al 22 negro y acierta, sus ganancias le
serán abonadas. Esto no es así con los contratos de
aseguramiento.
Ganadores sin premio
El motivo es la entrada de los hedge funds en esta
actividad al detectar dinero fácil con el que financiar
otras actividades. De tal forma, que existe el peligro de que si
un hedge fund, de repente, tuviera que afrontar su parte del
contrato (pagar a su contraparte por el impago de una deuda), no
tendría dinero e iría a la quiebra.
El futuro de este mercado es borroso. Para evitar la
hecatombe, el presidente de la SEC, Christopher Cox, ha
solicitado al senado regular los contratos de aseguramiento de
deuda. La Financial Accounting Standards Board exigirá a
los vendedores de CDS, desde noviembre, información
detallada sobre las garantías, planes de pagos y razones
de suscripción del contrato.
– Los dos días en los que el mundo financiero se
quedó paralizado (Negocios – 2/10/08)
48 horas de pánico. Las autoridades de EEUU se
vieron en la tesitura de tener que improvisar soluciones
insospechadas a medida que tropezaban con nuevos e
insólitos problemas.
(Por J. Nocera /A. R. Sorkin / D. B. Henriques /E.
Andrews. NYT)
Una crisis de crédito es diferente de una crisis
de mercado, donde la aterradora caída de las acciones es
evidente para todo el mundo. La crisis de crédito se
despliega en lugares alejados de la vista del común de la
gente. Los bancos se niegan a prestar a otros bancos, aunque
ésta es una de las funciones
más esenciales del sistema bancario. Es una pérdida
de confianza en instituciones aparentemente saneadas como Morgan
Stanley y Goldman. Los fondos de inversión libre, presa
del pánico, sacan el dinero. Los inversores atemorizados
se protegen a sí mismos comprando swaps de incumplimiento
de crédito -pólizas de seguro financiero contra una
quiebra potencial- a un precio 30 veces superior del que
normalmente se paga.
Una crisis de crédito como la que hace dos
semanas, durante 36 horas, desde la mañana del
miércoles, 17 de septiembre, hasta la tarde del jueves 18,
mantuvo en vilo a las autoridades de EEUU. En su prisa por hacer
algo olvidaron un paso crucial en Washington y dieron forma a su
rescate de 700.000 millones de dólares sin hacer
previamente un trabajo de preparación política, lo
que condujo al sonado rechazo del lunes pasado en la
Cámara de Representantes.
Pero el jueves 18 por la tarde no había tiempo
que perder. En una reunión convocada a toda prisa en la
sala de conferencias por la portavoz de la Cámara, Nancy
Pelosi, los dos hombres presentaron, en los términos
más duros imaginables, el bosquejo del plan de 700.000
millones de dólares a los líderes del Congreso. Tan
sólo una semana antes, el Gobierno había rechazado
ofrecer las mismas garantías financieras que ayudaron a
salvar a Bear Stearns, Fannie Mae y Freddie Mac, lo que
impidió encontrar un comprador para Lehman Brothers. Tras
la quiebra de éste, Merrill Lynch, temiendo que iba a ser
el próximo, acordó venderse al Bank of America.
AIG, próxima a la quiebra, sería rescatada por la
Fed el martes por la tarde.
En estas reuniones del fin de semana, los ejecutivos de
Wall Street y los funcionarios federales hablaron sobre la
posibilidad de contagio a Morgan Stanley, cuyas acciones
habían estado cayendo desde el lunes anterior, 8 de
septiembre. Para alejar el pánico, la firma decidió
adelantar un día su presentación de beneficios, que
eran impresionantes, 1.425 millones de dólares, un declive
de sólo el 3% frente a 2007. Pero, como dijo Com A.
Kelleher, consejero delegado de Morgan Stanley, "los mercados se
están comportando de forma irracional. Hay mucho
miedo".
No se equivocaba: el contagio ya se estaba extendiendo.
El problema planteado por la quiebra de Lehman no fueron las
pérdidas sufridas por los inversores en acciones y bonos
de Lehman. El problema real fue que un puñado de fondos de
libre inversión que empleaban el despacho de la firma en
Londres para gestionar sus negociaciones tenía miles de
millones de dólares de saldo congelados en la quiebra. A
medida que estas noticias se
extendían, todos los demás gestores de fondos de
libre inversión empezaron a preocuparse de sus saldos en
otras firmas como Morgan Stanley y Goldman Sachs.
Por debajo del dólar
Hubo otra mala noticia que espantó a los
inversores, y a los funcionarios del Gobierno. El martes, el
Reserve Primary Fund, un gran fondo de inversión
monetaria, estaba perdiendo mucho dinero y que no pagarían
a los inversores más de 97 centavos por dólar, lo
que se conoce como "break the buck".
Los fondos de dinero realizan una misión
clave de engrasar las ruedas del comercio. Emplean el dinero de
los inversores para realizar préstamos a corto plazo,
conocidos como deuda comercial, a grandes empresas, a un tipo de
interés más alto.
Los fondos de dinero emplean el dinero de los inversores
para realizar préstamos a corto plazo a grandes empresas,
a un tipo de interés superior al de las obligaciones del
Tesoro, pero con una seguridad
parecida. Si los fondos de dinero empezaban a tener miedo de
comprar deuda comercial, esto haría mucho más
difícil la financiación de las empresas.
Desde el lunes, los inversores institucionales estaban
sacando efectivo de los fondos de dinero. El martes, los
particulares se unieron a la estampida. Sorprendentemente, los
inversores no comprendían o ignoraban el caos de los
mercados de crédito; el Dow subió 141,51
puntos.
El respiro fue breve. El Dow bajó 160 puntos el
miércoles. Entre los grandes perdedores estaba Morgan
Stanley. A pesar de su adelanto de resultados, sus acciones
seguían bajando.
Un día negro
Mientras, en lo que los expertos conocen como una "huida
a la seguridad", los inversores estaban sacando el dinero de las
acciones y bonos e incluso de los fondos de dinero y comprando
las inversiones más seguras del mundo: las obligaciones
del Tesoro. Como resultado, la rentabilidad a
corto plazo de estas obligaciones cayó a cerca de
cero.
El mismo miércoles, Morgan Stanley acusaba a los
vendedores en corto de su caída semanal del 50%.
Presionó para que se prohibiera esas operaciones, al
tiempo que pedía al japonés Mitsubishi UFJ una
inyección de capital. La agitación creció en
los mercados de dinero. El fondo monetario Putnam cierra y
distribuye el efectivo a sus partícipes.
La Fed entra en acción
El miércoles por la mañana, durante una
reunión con otros altos funcionarios, entre ellos
Jean-Claude Trichet, el presidente del Banco Central Europeo, Ben
Bernanke, presidente de la Reserva Federal, les tanteó
sobre un gran rescate del Gobierno. La necesidad de una acción
drástica se había hecho aún más
apremiante para el jueves. Los mercados asiáticos abrieron
con caídas. La Fed y otros bancos centrales anunciaron que
inyectarían 180.000 millones de dólares para que
los bancos volvieran a prestarse dinero entre ellos. Pero la
medida no consiguió la calma.
Salvación
Lloyd Blankfein, el consejero delegado de Goldman Sachs
barajaba transformar el banco en un holding. También
Morgan Stanley. Se convertirían en instituciones reguladas
por la Fed y la prohibición de las ventas en
corto lograría, finalmente, contener la sangría en
bolsa.
Unas horas más tarde, la CNBC dijo que el Tesoro
y la Fed crearían un fondo gigante para comprar los
activos tóxicos a la banca. Llegó la euforia: el
Dow sumó 410 puntos. En una sombría sesión
con los líderes del Congreso, Paulson y Bernanke
expusieron su plan para frenar la huida de los fondos y prohibir
las ventas en corto. Fueron casi unánimes al decir que era
necesario hacerlo por el bien del país.
A pesar de ello, y tras una semana de discusiones,
luchas políticas y compromisos, la Cámara
votó en contra. El Dow cayó 778 puntos y los
mercados de crédito empeoraron. Ahora, la Cámara
volverá a intentarlo.
– El oráculo da un espaldarazo al Plan Paulson
(Cinco Días – 3/10/08)
(Por A. B. Nieto – Nueva York)
"El paciente que está en el suelo con un
ataque al corazón no
es Wall Street, sino la economía americana". Ese es el
diagnóstico más amplio que Warren
Buffett ha dado de una crisis financiera que le ha catapultado en
varias ocasiones al centro del huracán para tratar de
apaciguar la tormenta, algo que sólo puede hacer quien es
considerado el mejor y más sagaz inversor del
mundo.
La primera vez que el llamado oráculo de Omaha,
el segundo hombre más rico de EE UU, lo hizo fue hace unos
días cuando Goldman Sachs llamó a su puerta para
venderle una participación en la firma. Buffett,
negoció un acuerdo beneficioso para sus intereses, comprar
5.000 millones en acciones preferentes. Un empleado de este grupo
que quiere el anonimato aseguraba a este periódico
que la inyección de moral de Buffett había sido
definitiva para atajar la creciente crisis de confianza en un
banco "en el que tengo la suerte de trabajar, ahora más
que nunca".
El miércoles, Buffett hizo una operación
muy similar con General Electric y por la noche le dijo a uno de
los mejores entrevistadores del país, Charlie Rose, que
tiene confianza en EEUU porque el sistema sobre el que descansa
el progreso del país ha podido "desarrollar muchos
potenciales". Para Buffett no ha llegado el momento de enterrar
el sistema capitalista aunque reconoce que "siempre que hay
mercados la gente termina cayendo en los excesos". "No vamos a
cambiar al animal humano", decía divertido el inversor. "Y
los humanos no somos cada vez más listos",
sentenciaba.
"Tenemos todos los ingredientes para conseguir un futuro
sensacional, es sólo que el atleta que es como describe a
la economía americana está en el suelo", le dijo en
un tono más serio a Rose en su programa de
televisión
tras admitir que en su vida adulta no había vivido una
situación semejante.
Buffett cree que, en la práctica, la
economía americana está en recesión, "y no
quiero dar falsas esperanzas, va a empeorar". No obstante,
considera que desde el Tesoro dirigido por Henry Paulson se ha
dado el paso correcto al presentar un Plan que tiene como
misión desembolsar 700.000 millones de dólares de
dinero público para comprar activos ilíquidos de la
banca y, con ello, reactivar el crédito.
Para este inversor, el Plan es tan bueno que le
gustaría tomar una participación del 1% en
él. "Con los precios actuales del mercado, creo que se va
a ganar mucho dinero", hasta dos billones de dólares si se
compra a los precios adecuados con esos 700.000 millones. "Es el
tipo de cosas que a mi me encanta hacer", explicaba un veterano
de la inversión que nunca se ha apartado de la doctrina de
que hay que comprar barato y vender caro. Eso es algo que le ha
llevado a una cierta pasividad hasta ahora. A sus inversores en
Berkshire Hathaway les ha dicho que su estrategia es
"ser codicioso cuando otros tienen miedo y tener miedo cuando el
resto es codicioso".
Buffett dijo confiar Paulson ("yo le daría un
cheque en blanco") pero admitió que va a ser
difícil medir el éxito
del plan inmediatamente porque la economía va a empeorar y
el paro va a
subir. "Va a ser duro y vamos a necesitar líderes que
expliquen qué pasa". El inversor aseguraba que no le ha
gustado lo que ha pasado últimamente en Wall Street o las
compensaciones de los ejecutivos, pero no quiero dar lecciones
ahora. "Es mejor no pasar semanas buscando a los responsables.
Mientras el atleta está en el suelo, lo primero es que se
recupere".
El inversor dijo a Rose que ha habido dos días en
los que ha estado muy inquieto. El primero fue cuando la
Cámara baja denegó el apoyo al Plan. "Esta crisis
es como Pearl Harbor y cada día que pasa sin reaccionar es
un día que se está perdiendo la guerra". El
otro fue cuando AIG se tambaleó. "Podría haber
afectado a todo el mundo".
AIG estaría bien hoy si no se hubiera metido en
derivados, decía Buffett. Desde hace años los ha
llamado "armas de
destrucción masiva". Buffett recordó que muchos
bancos europeos se han metido en el mismo charco que los
americanos. "Tienen hipotecas de gente de Omaha", dijo,
divertido. Y dio un consejo: no entrar en cosas que no se
entienden. "Tengan cuidado con los listillos que van
vendiéndoles fórmulas".
"Innovadores, imitadores e idiotas"
"El mayor problema que hemos tenido es la burbuja
inmobiliaria", dijo en la noche del miércoles (madrugada
en España) Warren Buffett. "Unos 300 millones de
americanos, el Gobierno, las instituciones financieras y los medios de
comunicación pensaron que los precios de las casas
seguirían subiendo de forma consistente y ahora tenemos un
mercado residencial valorado en 20 billones de dólares que
está pinchándose", explicó.
Su entrevistador. Charlie Rose le preguntó si
debería haberlo anticipado la gente lista. Y entonces
llegó la respuesta de un socarrón inversor que
lleva muchos años dejando pasar las oportunidades del
momento. "La gente no se hace más lista cuando hay codicia
de por medio". Uno no puede soportar ver a su vecino hacerse rico
sin hacer nada, razonaba Buffett y por ello "hemos terminado con
una progresión nacional de lo que yo llamo las tres
íes". Según Buffett hay "innovadores", que ganan
dinero, "imitadores", que tratan de emular a los primeros y los
que se sienten como unos "idiotas" si no hacen lo mismo y dejan
pasar la ocasión.
"Si todo el mundo sigue un camino, cuando uno decide no
seguirlo por estar en desacuerdo el resto lo considera un poco
tonto", dijo el inversor que se mantuvo al margen de los
derivados y de las empresas puntocom cuando todo el mundo vio una
mina de oro en ellas.
– "Acabaremos ahogados en una deuda sin precedentes que
durará mucho tiempo" (El Economista –
3/10/08)
(Por José Luís de Haro)
En plena incertidumbre sobre qué sucederá
con el plan de rescate propuesto por la Administración
Bush, el premio Nobel de Economía, Joseph
Stiglitz, se suma a la larga lista de académicos que
consideran la propuesta como una medida poco eficiente. Stiglitz
no dudó en compartir con El Economista sus opiniones sobre
el polémico Acto de Emergencia de Estabilización
Económica de 2008 y el rumbo que tomará la
economía norteamericana en los próximos
meses.
¿Qué opinión le merece el plan de
rescate presentado por la Administración Bush?
El plan propuesto está mal diseñado y pone
de manifiesto que la falta de entendimiento es el principal
problema que existe actualmente. Los bancos tienen un agujero en
sus balances de cuentas que necesita ser reparado inmediatamente
a través de una inyección de capital. Pero,
después de este descomunal rescate, continuará la
necesidad de inyectar a escala masiva más dinero federal.
Pese a todo, dada la incompetencia del presidente George Bush y
del secretario Paulson, este plan es lo mejor que podemos hacer y
es mejor que nada.
Entonces, ¿usted cree que es mejor invertir casi
un billón de dólares en una medida
ineficaz?
Debo rectificar (risas). No estoy seguro que sea mejor
que nada. Es muy triste que en este momento de crisis tengamos un
liderazgo tan empobrecido en la Casa Blanca. Este es un plan
verdaderamente nefasto, pero dada la incompetencia del Gobierno
parece que es lo mejor que vamos a conseguir sacar de todo
esto.
¿Qué piensa de las rencillas
políticas desatadas por los republicanos en el Congreso el
pasado lunes?
En cierta forma es una especie de paradoja. Por un lado,
la ideología republicana es la que ha
provocado este desastre, pues esa idea pro mercado ha sido la
causa de esta situación. Por otro, parece que los
políticos han decidido escuchar a los ciudadanos, que
están muy enfadados, y han manifestado el sentimiento
popular, mientras que el presidente no ha conseguido convencer de
que éste sea un buen plan. Bush ha utilizado el miedo para
conseguir todo lo que le ha venido en gana durante los
últimos ocho años y como alguien dijo ya no es un
pato atontado sino un pato muerto. Existe un gran odio alrededor
de esta propuesta.
¿Cree que los anteriores rescates de
compañías, como Freddie Mac, Fannie Mae o AIG,
están justificados? ¿Debería el Gobierno
federal haberlas dejado quebrar?
Si hubiéramos tenido la administración y
el liderazgo necesarios, podríamos haber dejado que
Freddie y Fannie fueran a la bancarrota para crear un nuevo
sistema hipotecario que copiase, por ejemplo, el de los bancos
daneses, y que hubiera asegurado todo el dinero invertido. Sin
estas circunstancias de liderazgo, al no rescatar ambas
compañías, lo más probable es que
hubiéramos sufrido una congelación de la industria
hipotecaria, y eso, sin duda, habría sido un verdadero
desastre. Con una administración tan incompetente,
rescatarlas fue lo mejor que se podía hacer.
¿Considera que la Administración Bush es
la única culpable o debemos buscar otros responsables
entre los ejecutivos de Wall Street, Alan Greenspan??
Los que han fomentado esta situación son la Casa
Blanca, la Reserva Federal, Alan Greenspan, los reguladores y,
sobre todo, Wall Street, porque al fin y al cabo fueron los que
juzgaron erróneamente. Diseñaron esquemas de
incentivos que
fomentaban enormemente el riesgo y encima contrataron gente que
no entendía ni sabía controlarlo. La agencia de
calificación no supo juzgar el riesgo. Wall Street no hizo
lo que debía y los reguladores, que supuestamente
deberían haberles frenado por hacer lo que no
debían, se quedaron de brazos cruzados. Los ciudadanos
odian esta propuesta, porque parece que están dando dinero
a los responsables de esta catástrofe.
Muchos contribuyentes se quejan porque no existe una
pena para los responsables. Usted que cree, ¿se
debería castigar a los ejecutivos o a las entidades
financieras?
El problema es que tenemos unas leyes muy
estrictas que básicamente dicen que alguien sólo
puede ser castigado si hace algo considerado ilegal en el momento
de hacerlo. Lo que debemos hacer es asegurarnos de que esto no
ocurra otra vez. Sin embargo, algunos de los implicados en todo
este asunto seguramente realizaron algún tipo de fraude y
si es así deberían ser duramente castigados. Pero
soy consciente de que en muchas de estas áreas estuvieron
actuando de forma ilegal sin incurrir en un delito.
¿Qué tipo de cambios de regulación
deberían implementar las autoridades federales?
Básicamente necesitamos no sólo una mayor
transparencia en la revelación de información, sino
que también debemos cambiar la estructura de incentivos,
reducir el conflicto de
intereses, los incentivos derivados de los riesgos a corto plazo,
una comisión de estabilidad financiera?, existe una agenda
completa para llevar a cabo una reforma reguladora.
¿Cuál va a ser el impacto a medio plazo de
esta crisis en la economía estadounidense?
A la economía norteamericana todavía le
espera una caída mucho más seria. EEUU se encamina
hacia una contracción económica, al igual que el
resto del mundo, y probablemente acabará sufriendo una
recesión importante. Estamos inyectando mucho dinero para
corregir el problema, pero vamos a acabar ahogados en una deuda
sin precedentes que va a seguir con nosotros mucho
tiempo.
¿Cuándo cree que los precios inmobiliarios
van a tocar fondo?
Depende de lo rápido que caigan. Yo diría
que en uno o dos años.
De los dos candidatos presidenciales de Estados Unidos,
¿quién se muestra
más preparado para resolver esta crisis?
No existe una comparación posible, ya que McCain
ha manifestado que no entiende de economía y Obama ha
dejado claro la necesidad de crear e implantar una nueva
estructura reguladora. El plan que tenemos hoy es mucho mejor que
el presentado inicialmente por Paulson y eso es gracias a la
intervención de Obama.
¿Cómo va a afectar este supuesto rescate a
la política
económica del próximo presidente de
EEUU?
Las ambiciones económicas del próximo
inquilino a la Casa Blanca tendrán que ser modificadas.
Sin embargo, cuando la economía está débil
es un momento perfecto para que el gobierno cambie las normas de
inversión, así que algunos de los planes de Obama
se podrían implantar sin problema.
– El presidente Bush firma la ley de rescate financiero
(The Wall Street Journal – 3/10/08)
(Por Michael R. Crittenden)
El presidente de Estados Unidos George W. Bush
firmó la ley que contiene el paquete de rescate financiero
por US$ 700.000 millones, aprobado por los miembros de la
Cámara de Representantes de Estados Unidos, en medio de la
preocupación por las crecientes señales de
aflicción económica del país.
Bush recibió con beneplácito la
aprobación del plan, asegurando que ayudará a la
economía del país a resistir la turbulencia
financiera. La ley "es esencial para ayudar a que la
economía estadounidense capee la crisis financiera", dijo
en una corta alocución en las afueras de la Casa
Blanca.
Bush reconoció la preocupación de usar
dinero de los contribuyentes para rescatar a acaudalados
banqueros, pero dijo que el costo final
será "mucho menos" de lo que presupuesta originalmente el
gobierno ya que el plan contempla vender los activos
tóxicos una vez se recupere el mercado.
Sin embargo, advirtió que "los estadounidenses
también deben esperar que tome un tiempo para que esta ley
tenga su efecto en la economía".
Con 263 votos a favor y 171 en contra, la
decisión representa un drástico vuelco respecto del
lunes, cuando los miembros de la Cámara baja sorprendieron
a los mercados y a sus propios líderes al votar en contra
de una versión más reducida del plan que contempla
la compra de activos en problemas a las instituciones
financieras. La votación del lunes causó el
desplome de los mercados financieros y obligó al Gobierno
del presidente Bush y a los líderes del Congreso a
modificar el plan de rescate.
El resultado: un rescate de US$ 700.000 millones para
las firmas financieras combinado con US$ 152.000 millones en
exenciones tributarias no relacionadas y herramientas
más amplias para que los reguladores federales hagan
frente a la creciente crisis económica. El Senado
aprobó el proyecto el miércoles por una amplia
mayoría bipartidista de 74 a 25.
La votación en la Cámara baja fue
más estrecha, en parte como un reflejo de que los
legisladores están a sólo cinco semanas de las
elecciones federales y los votantes están cada vez
más concentrados en la economía. Los partidarios
del plan de rescate realizaron en los días recientes un
esfuerzo concertado por marcar la diferencia entre los problemas
de Wall Street y las preocupaciones diarias de los
contribuyentes.
"Debemos aprobar esta legislación para detener el
sangramiento", dijo e líder
de la mayoría Whip James Clyburn, demócrata por
Carolina del Sur, en un discurso en el
Congreso, en el que hizo un llamado a los legisladores no para
Wall Street sino para las tiendas de abarrotes, los bancos
comunitarios y otras empresas locales que enfrentan las
dificultades económicas.
La posibilidad de una victoria causó optimismo en
Wall Street, donde el promedio Industrial Dow Jones subió
220 puntos a inicios de la tarde cuando se estaban contabilizando
los votos. Hace unos momentos, el Dow subía 80 puntos y
reducía los avances previos.
– Los motivos de una crisis con efectos aún
desconocidos (Cinco Días – 3/10/08)
La avaricia de la banca y la falta de control han
desatado la mayor crisis en 80 años.
(Por Ana Perona, Tania Juanes, Fernando Martínez
y Cristina de la Sota)
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