– Análisis: Laboratorio de
ideas – El final del triunfalismo financiero (El País –
17/8/08)
(Por Kenneth Rogoff)
Señalará la cada vez más desbocada
crisis
financiera de hoy el final de la era de triunfalismo financiero?
Pidan a cualquier lego que enumere las 10 grandes innovaciones
que rigen nuestro mundo actual y probablemente no haya muchos que
mencionen la fórmula Black-Scholes para el cálculo de
precios
futuros. Pero para la comunidad
financiera, a las fórmulas pioneras que abrieron el camino
a las modernas estrategias de
cobertura les corresponde el mismo crédito
por el momentáneo periodo de crecimiento mundial que a los
teléfonos móviles, los ordenadores o Internet.
Hasta los últimos 12 meses, los defensores de las
finanzas
parecían tener una causa sólida. Al ayudar a
repartir el riesgo, las
finanzas de alta tecnología
podían ayudar a las economías a crecer con
más rapidez. Los macroeconomistas celebraban la "gran
moderación" del ciclo económico mundial, con unas
recesiones que parecían más suaves y menos
frecuentes. Y, por supuesto, la comunidad
financiera ganaba dinero a
espuertas, creando cientos de millonarios e incluso
multimillonarios en todo el mundo.
Los gobiernos también animaban. En los
países anglohablantes, presidentes y primeros ministros,
por no mencionar algunos de los principales directivos de los
bancos
centrales, se jactaban de tener sistemas
financieros superiores, que eran la envidia del mundo. Cuando los
dirigentes franceses y alemanes se quejaban de que los
tentáculos extendidos e incontrolados de las nuevas
finanzas suponían un enorme riesgo para la economía
mundial, se los tachaba de perdedores amargados.
Pequeños países como Islandia decidieron unirse a
la movida, privatizando sus bancos y estableciendo sus propios
centros financieros. Si uno no puede ser Silicon Valley,
¿por qué no crear un mini Wall Street?
Ahora los bancos de Islandia, endeudados en una
proporción que supera varias veces el PIB nacional,
se encuentran en una situación desesperada, con deudas muy
superiores a lo que los contribuyentes pueden absorber. Hasta la
conservadora Suiza cedió a las tentaciones de las finanzas
de alta tecnología y las riquezas que éstas
prometían. Hoy, los dos mayores bancos suizos están
hundidos en deudas siete veces superiores a la renta del
país helvético.
Por supuesto, la madre de todas las ayudas estatales es
el absurdo cheque en
blanco que el Gobierno
estadounidense está concediendo a los gigantes del
préstamo hipotecario, Fannie Mae y Freddie Mae, los cuales
conservan o garantizan 3,2 billones de euros en hipotecas que
parecen cada vez más dudosas. Es verdaderamente
irónico que el secretario del Tesoro estadounidense, Hank
Paulson, ex presidente de Goldman Sachs, una empresa que
ejemplifica el triunfalismo financiero, esté liderando el
esfuerzo para salvar a estos mastodontes avalados por el Estado que
tan claramente han sobrevivido a su utilidad.
Los avances en el campo de las finanzas posiblemente han
contribuido a aumentar y suavizar el crecimiento mundial. Pero
hay también un elemento cíclico en el florecimiento
de las finanzas. Cuando los precios inmobiliarios se dispararon,
los genios de las finanzas hipotecarias parecían
infalibles. Ahora que los precios caen, las estrategias de los
genios no parecen tan brillantes.
Es una vieja historia. A comienzos de la
década de 1980, los ingenieros financieros inventaron un
"seguro de
cartera", una elaborada estrategia de
cobertura activa para controlar el riesgo de pérdida de
valor de las
acciones.
Ganaron montones de dinero. Por desgracia, cuando los mercados
bursátiles se hundieron, en octubre de 1987, el seguro
resultó inútil, principalmente porque los mercados
de cobertura se hundieron.
A finales de la década de 1990, el fondo de
cobertura estadounidense Long-Term Capital
Management (LTCM) convenció al mundo de que sus socios
eran los amos del universo. Durante
un tiempo, obtuvo
beneficios siempre superiores a la media, supuestamente debido a
que tenía unos asesores financieros que habían
ganado el Premio Nobel. En 1998, cuando LTCM quebró
finalmente, quedó muy claro que lo que la empresa estaba
haciendo básicamente eran enormes cantidades de simples
operaciones de
bonos, con un
enorme endeudamiento y un enorme riesgo.
En lo que respecta a los gobiernos, la clave del
éxito
para regular los mercados
financieros radica en mantener unas restricciones razonables
durante los momentos de auge para evitar someter a un riesgo
excesivo a los fondos de los contribuyentes. Por desgracia, esto
es difícil, porque en tiempos de auge quienes advierten de
los riesgos
parecen pájaros de mal agüero. Por eso es importante
que de vez en cuando el Estado permita
a las empresas
financieras quebrar. Es el único modo de imponer verdadera
disciplina a
accionistas, propietarios de bonos y directivos
empresariales.
¿Ha terminado la actual era dorada del
triunfalismo financiero? En muchos países, entre ellos
Estados
Unidos, se habla de que ha llegado el momento de garantizar
que todo el sistema
financiero, incluso los fondos de cobertura y los bancos de
inversión, sean sometidos a una
reglamentación mucho más estricta.
Las empresas financieras han puesto el grito en el
cielo, pero no es tan evidente que una reglamentación
financiera más amplia y mejor sea algo malo. En nuestra
investigación sobre la historia de las
crisis financieras internacionales, la profesora Carmen Reinhart
y yo llegamos a la conclusión de que las épocas de
fuerte reglamentación financiera tienden
significativamente a experimentar menos crisis financieras que
las épocas de libertad poco
reglamentadas, como las relacionadas con el reciente periodo de
triunfalismo financiero.
Nadie está insinuando que volvamos a la
"represión financiera" de la década de 1950, pero
la crisis más reciente ha dejado pocas dudas de que todo
el sistema de
reglamentación financiera mundial necesita urgentemente
una puesta al día. Debería permitirse que florezca
la innovación financiera, pero no sin mejorar
los frenos y equilibrios. De lo contrario, nos veremos atrapados
para siempre en un marco en el que se obliga a los contribuyentes
a rescatar a los bancos en épocas de vacas flojas,
mientras que los accionistas ricos cosechan enormes beneficios en
las épocas de vacas gordas. Es hora de imponer al
triunfalismo financiero cierta humildad y sentido
común.
(Kenneth Rogoff es catedrático de Economía y Política
Pública en la Universidad de
Harvard y ex economista jefe del Fondo Monetario
Internacional. © Project Syndicate, 2008)
-Sin indicios de recuperación un año
después: la crisis financiera irá a peor y
durará mucho (El Confidencial – 27/8/08)
(Por Eduardo Segovia)
La crisis financiera que acaba de cumplir su primer
aniversario debería haber terminado ya hace tiempo,
según las previsiones que autoridades y analistas han
lanzado durante todo este tiempo. Sin embargo, el panorama es
justamente el contrario. No hay ningún indicio de
mejoría, sino que los indicadores
apuntan a un nuevo deterioro después de la cierta tregua
vivida esta primavera. Y los expertos más prestigiosos
apuntan a que la situación va a empeorar todavía
bastante más hasta que se vea la luz al final del
túnel, cosa que no esperan antes de 2010 como
mínimo.
Las evidencias
están por todas partes: cada vez más bancos
están endureciendo las condiciones para conceder
préstamos en EEUU, según la última encuesta de la
Fed; esta contracción del crédito (credit crunch)
se ha extendido de las hipotecas de baja calidad a todos
los préstamos a empresas y familias; el crecimiento de la
masa monetaria –el dinero en
circulación- se ha estancado; y los derivados de tipos de
interés
anticipan mayores subidas del precio que se
cobran los bancos por prestarse dinero en el interbancario para
los próximos meses.
"Los problemas van
a agravarse conforme se acerque el final del año por la
cantidad de deuda que tienen que refinanciar los bancos en
diciembre", explica a Bloomberg Stuart Johnson, gestor del
gigante británico Resolution. Esta cantidad se cifra en
88.000 millones de dólares en EEUU. Para España no
hay cifras oficiales, pero algunas fuentes
cuantifican los vencimientos de deuda totales para 2008 en unos
80.000 millones de euros.
Thomson señala que hay grandes sospechas de que
los bancos siguen ocultando pérdidas, algo que comparte
aquí la AEB (Asociación Española de Banca), que ha
pedido reiteradamente a las autoridades que obliguen a las
entidades a revelar todos sus quebrantos para que se pueda
restablecer la confianza en los mercados. Hasta ahora, las
pérdidas y amortizaciones reconocidas por la banca en
activos de
crédito se elevan a 504.000 millones de
dólares.
"Una recesión más severa"
La prestigiosa firma de análisis Capital
Economics, en un informe del 19 de
agosto al que ha tenido acceso El Confidencial, concluye que
"esta contracción del crédito puede convertirse en
un importante freno para la actividad y sospechamos que la
economía
caerá en una recesión más severa ahora que
el impulso de los estímulos fiscales se ha desvanecido".
Mañana se conocerá la revisión del PIB del
segundo trimestre de EEUU, para la que se prevé una mejora
hasta el 2,7% desde el 1,9% inicialmente estimado precisamente
por el impacto de los cheques de 600
dólares enviados a los contribuyentes (medida similar a
los 400 euros de Zapatero).
Esta firma detecta señales
de recesión en otros muchos indicadores de la
economía: a su juicio, el consumo
caerá en el tercer trimestre; la inversión
empresarial ya está reduciéndose; el déficit
comercial se ampliará de nuevo por el fortalecimiento del
dólar; la divisa norteamericana seguirá disparada;
y el desempleo
continuará subiendo. Los únicos elementos positivos
que encuentra son una estabilización de las ventas de
vivienda y la moderación de la inflación en
respuesta a la caída de las materias primas. En la zona
euro, la economía se contrajo el 0,2% en el segundo
trimestre, con una contracción en Alemania del
0,5% y un crecimiento del 0,1% en España.
Sin esperanza hasta 2010
Capital Economics no está sola. El premio Nobel
Myron Scholes ha afirmado que "la crisis no ha terminado y no
estoy totalmente seguro de cuándo lo hará". Alan
Greenspan, el mítico anterior presidente de la Fed, ha
dicho que una forma de medir el fin de la crisis es el
diferencial sobre el Libor (la referencia que se usa en EEUU,
equivalente a nuestro Euribor) que exigen los bancos por prestar
en el interbancario. Este diferencial se encuentra en la
actualidad en 78 puntos básicos (0,78 puntos porcentuales)
y los mercados de futuros indican que alcanzará los 85 a
fin de año. Estos mercados no esperan que dicho
diferencial vuelva a 25 puntos básicos antes de junio de
2010, y eso tampoco es la normalidad exactamente: esta prima se
ha situado como media en 11 puntos básicos en los
últimos 10 años.
Así pues, es muy posible que lo peor esté
todavía por venir, lo que crea un entorno muy complicado
también para los inversores, con una bolsa que se resiste
a hundirse del todo pero que tampoco es capaz de recuperarse
mínimamente. La mayoría de los profesionales
recomiendan invertir en deuda
pública de aquí a fin de año, porque
piensan que se puede repetir el fenómeno del año
pasado, cuando los temores en el sector financiero llevaron a los
inversores a refugiarse masivamente en los activos más
seguros, lo
que provocó el mayor rally de fin de año en los
bonos desde el año 2000.
– Tres gurús avanzan la crisis futura – El
Súper Crash: "quiebras bancarias", "desaparición de
la FED" y "fin del dólar" (Libertad Digital –
27/8/08)
Tan sólo unos pocos gurús e inversores han
logrado anticipar la llegada de la crisis subprime, antes de que
ésta tuviera lugar, frente a la mayoría de los
economistas. Dichos analistas prevén ahora un oscuro
futuro para el sistema financiero internacional. El exitoso
inversor Jim Rogers apuesta por la "desaparición de la
Reserva Federal (FED)" y el inicio del "fin del dólar"
como moneda de referencia internacional. El economista Nouriel
Roubini alerta que todo el sistema financiero es "subprime", y
que quebrarán cientos de pequeños bancos y decenas
de grandes entidades. Mientras, el ex-economista del FMI Kenneth
Rogoff prevé un largo período de
"estanflación".
(M. Llamas) ¿A qué nos enfrentamos? Se
trata de una mera crisis coyuntural, cuyo origen radica en la
concesión de dinero fácil en forma de
crédito a compradores de vivienda insolventes (hipotecas
subprime), tal y como se ha mantenido hasta ahora, ¿o va
más allá? ¿Crisis sistémica? Algunos
prestigiosos analistas hablan ya sin tapujos de esta posibilidad,
en referencia a la quiebra del
actual sistema financiero e, incluso, monetario.
No es nada nuevo. Un proceso de
características similares tuvo lugar durante los
años 30 del pasado siglo, tras el estallido del crack
financiero de 1929, en donde el patrón oro fue
sustituido por un sistema de arbitraje
cambiario dirigido por los recién nacidos bancos
centrales.
La clave del actual problema radica en la
reducción artificial de tipos de interés puesto en
marcha por la FED y el Banco Central
Europeo (BCE) durante los últimos años, que
permitió una elevada expansión del crédito
sin contar con el necesario ahorro previo.
Así, las entidades de crédito han seguido una
estrategia de alto riesgo, centrada en adquirir deuda a corto
plazo (mediante titulización de préstamos y
complejos vehículos de deuda crediticia) para sufragar
inversiones a
largo (hipotecas y distintos productos
financieros), aprovechándose de los bajos tipos de
interés, tal y como avanzó LD.
Desde el estallido de la crisis subprime, numerosos
analistas, incluido el ex presidente de la FED Alan Greenspan,
advierten de que asistimos a la peor crisis desde la Gran
Depresión. Y si entonces aquel terremoto
logró modificar los cimientos de la economía
internacional, el actual Súper Crash (tal y como lo
denomina el inversor Peter Schiff) amenaza con provocar un ajuste
similar.
Causa y origen de la crisis crediticia
Al menos, esto es lo que predicen algunos de los nuevos
gurús económicos del siglo XXI, tales como el
exitoso inversor Jim Rogers, el profesor de
Economía de la Universidad de Nueva York Nouriel Roubini,
o el ex-economista del FMI Kenneth Rogoff.
Algunos de estos analistas anticiparon la llegada de las
subprime en EEUU el pasado verano, y las posteriores turbulencias
financieras que se han desencadenado desde entonces. Por el
contrario, los que hasta ahora eran considerados como
gurús, así como los principales organismos
internacionales de análisis (Fondo Monetario
Internacional, Banco Mundial,
bancos centrales, grupos de
estudio, agencias de calificación y todo tipo de
gobiernos) han errado constantemente en sus
previsiones.
De hecho, la mayoría de ellos aseguraban el
pasado verano que la estabilidad financiera se
recuperaría, como muy tarde, a finales de 2007. Si los
citados expertos siguen acertando en sus previsiones, la
economía internacional se enfrenta al peor de los
escenarios conocidos en el último siglo. De hecho, lo peor
está por llegar.
Quiebras bancarias en EEUU y la mayor recesión en
décadas
"Ésta será de lejos la peor crisis
financiera desde la Gran Depresión". Roubini estima que la
actual crisis provocará unas pérdidas bancarias
próximas a los 2 billones de dólares, frente al
billón que prevé el FMI en la actualidad. Es decir,
casi el doble.
Los impagos se están trasladando desde las
hipotecas subprime, a los créditos de alta calidad (prime) destinados
a la compra de vivienda en EEUU, tal y como avanzó LD. De
este modo, la morosidad amenaza ya a hipotecas por valor de
cientos de miles de millones de dólares; pero
además, se trasladará igualmente a diversos tipos
de productos crediticios, tales como, préstamos al
consumo, tarjetas de
crédito, deuda municipal y bonos comerciales, entre
otros.
Como resultado, Roubini asegura que cientos de
pequeños bancos en EEUU están en riesgo debido a su
"elevada exposición
al mercado
inmobiliario". De hecho, "docenas de bancos regionales e,
incluso, nacionales (como el ya fallido Indy Mac) también
se dirigen hacia la quiebra". Además, "algunos de las
entidades de crédito más grandes del país
son, igualmente semi-insolventes", arrastrados por la crisis que
vive el mercado inmobiliario norteamericano.
Desplome del mercado inmobiliario
"Durante la recesión de principios de los
años 90, el precio de la vivienda cayó de media un
5 por ciento con respecto a su valor máximo". Sin embargo,
en la actualidad, la depreciación de los inmuebles se aproxima
al 18 por ciento, y amenaza con continuar. "Si una caída
del 5 por ciento en el precio de la vivienda fue suficiente para
convertir en insolvente a Citi en 1991, ¿cuántas
entidades se verán afectadas si la depreciación
alcanza el 30 por ciento y los impagos masivos se extienden por
otro tipo de productos financieros?", se pregunta
Roubini.
Durante la recesión de los 90 quebraron casi
1.000 entidades en EEUU. Hoy, algunas instituciones
(Fortis) apuntan que caerán 6.000 bancos, de los
más de 7.000 que operan en el mercado norteamericano. El
modelo que
impera en la mayoría de las entidades de crédito,
consistente en "endeudarse a corto e invertir (prestar) a largo
no puede sobrevivir" si los bancos carecen de fondos propios
suficientes, o sin el apoyo de un "banco central que actúe
como prestamista en última instancia", advierte el
economista.
En este sentido, cabe destacar los
recientes rumores de quiebra de los gigantes hipotecarios Fannie
Mae y Freddie Mac, con las nefastas consecuencias que
conllevaría su rescate gubernamental, así como la
caída de algún otro banco de gran tamaño en
los próximos 6 meses, según prevén los
inversores internacionales.
A este respecto, el ex-economista del FMI Kenneth Rogoff
coincidía recientemente en este diagnóstico durante una conferencia
celebrada en Singapur. "Lo peor de la crisis financiera aun
está por llegar en EEUU, y uno de los grandes bancos
estadounidenses quebrará en los próximos meses",
indicaba.
Según Rogoff, profesor de economía en la
Universidad de Harvard, aseguró que "no serán
únicamente los pequeños y medianos bancos los que
caerán, sino que uno de los grandes sufrirá
también este mismo destino". De hecho, "Fannie Mae y
Freddie Mac dejarán de existir".
PIB negativo en países desarrollados
Ante este panorama, Roubini avanza que EEUU
padecerá la "peor recesión económica de las
últimas décadas", una vez que desaparezcan los
efectos del estímulo fiscal
aprobado por el Gobierno estadounidense (una inyección
próxima a los 150.000 millones de dólares en los
últimos meses). En concreto,
prevé una recesión (tasas negativas de crecimiento)
en "forma de U" (entre 12 y 18 meses de duración) frente a
la V que espera la mayoría de analistas (6
meses).
na crisis en forma de L (depresión) es "poco
probable". Sin embargo Roubini considera que la
recuperación económica será "débil"
debido a las turbulencias financieras, de modo que
"afectará al crecimiento
económico en los años venideros", añade.
En este ámbito, Rogoff vuelve a coincidir con Roubini: "el
mercado norteamericano se enfrenta a un período de
estanflación (estancamiento económico y elevada
inflación) similar al japonés".
El motivo del alza de precios, según el ex
economista del FMI reside en el "mal movimiento de
la FED al reducir sus tipos de interés". Y es que, no
sólo no ha solucionado absolutamente nada (la crisis
económica y de liquidez sigue avanzando), sino que tal
recorte causará una "gran inflación en los
próximos años en EEUU", tal y como avanzó
Libertad Digital. Y ello, debido a la depreciación de
dólar.
Además, la crisis económica no sólo
afectará a la primera economía mundial. Las
principales economías del mundo también avanzan
hacia la recesión, que será especialmente dura en
"Reino Unido, España, Irlanda y Portugal, entre otros",
debido a sus respectivas "burbujas", ya sean crediticias (elevada
deuda) o inmobiliarias, según Roubini. España
presenta las dos.
Caída del mercado bursátil de hasta el 40
por ciento
Todo ello, también se reflejará en la
caída del mercado bursátil norteamericano. El
citado economista advierte de que el "precio de las acciones
descenderá de media un 40 por ciento con respecto a sus
máximos, frente a la típica caída del 28 por
ciento de media propia de recesiones pasadas en EEUU". "Por lo
tanto, estamos apenas a mitad de camino del derrumbe del mercado
bursátil", tanto internacional como estadounidense,
alerta.
"Bernanke no tiene ni idea de
economía"
Y ante todo este panorama, ¿qué esta
haciendo la Reserva Federal? Jim Rogers, uno de los inversores de
mayor éxito en el mercado de commodities (materias
primas), explica claramente su opinión al
respecto.
El presidente de la FED, Ben Bernanke, "debería
dimitir". En una reciente entrevista en
Money Morning, Rogers considera que la autoridad
monetaria debería "haber subido los tipos de
interés (en cualquier caso tendrá que hacerlo). En
caso contrario, el mercado terminará haciéndolo. El
problema es que ha metido demasiada basura en su
balance".
En este sentido, el inversor avanza que, por el momento,
la FED tiene cerca de 400.000 millones de dólares en
activos muy dudosos", gracias a la ventanilla de descuento que
puso en marcha para facilitar crédito a los bancos a
cambio de
colateral crediticio, tal y como adelantó este periódico.
"Subir los tipos de interés ayudaría",
indica Rogers. "Provocaría un shock en el sistema
financiero, pero es que en cualquier caso vamos a sufrir uno.
Cada shock, de momento, ha sido peor que el anterior. Bear
Stearns fue primero, y luego le han seguido Freddie Mac y Fannie
Mae. El próximo shock será aun mayor",
alerta.
Su opinión respecto a la valía del
responsable de la FED no deja lugar a dudas: "Bernanke es un tipo
de mentalidad muy estrecha. Ha pasado toda su vida
académica estudiando cómo imprimir dinero y ahora
le hemos dado las llaves de la imprenta. Todo
lo que sabe es lo que está haciendo. Bernanke cree que no
hay ningún problema con el mercado inmobiliario en
EEUU".
"Él es la Fed y la Fed más que nadie
debería estar regulando las entidades financieras bajo su
supervisión. Pero no ha hecho nada",
indica. "No tiene ni idea de cómo funciona el mercado, no
sabe nada de economía, ni lo más básico.
Sí, posee un doctorado donde pone economía al lado,
pero la economía tiene más de 200 campos muy
concretos. Y su campo es imprimir dinero, donde es un experto, ya
nos hemos dado cuenta", insiste.
Según Rogers, "Paul Volcker fue el último
banquero central decente de EEUU (gobernó el organismo
desde 1979 hasta 1987)". Y es que, Volcker insistía en que
"rescatar a los bancos en quiebra va más allá de
las funciones de un
banco central". De este modo, Rogers estima que el actual fracaso
de la FED supondrá su "desaparición". "Ya tuvimos
dos bancos centrales que desaparecieron por varios motivos",
recuerda.
El inicio del fin del dólar
Por último, el inversor Rogers advierte de que
EEUU ocupa una "posición de dominio
económico tan gigantesca que su deterioro durará
bastante tiempo. Esto no va a pasar en una década o dos",
señala. "Estas cosas tardan mucho en suceder. El declive
de Reino Unido duró 40 ó 50 años, ya que
tenían tanto dinero que podían continuar a pesar de
la espiral descendente". "Incluso Zimbabwe ha tardado 10 ó
15 años en colapsarse", explica.
Rogers avanza el derrumbe del dólar y, por
consiguiente, del mercado financiero internacional tal y como se
concibe en la actualidad, puesto que el billete verde sirve como
referencia al resto de monedas. "Cuando todo el Gobierno de EEUU
tenga sus cuentas en
francos suizos estaremos cerca del fin, porque lo harán a
pesar de haber instaurado los controles de cambios externos",
concluye.
– La grave crisis de las "hipotecas basura" de
EEUU cumple un año sin haber tocado fondo (El Mundo –
Actualizado al 6/9/08)
(Por Jorge A. Bañales)
La dura "corrección" del mercado inmobiliario en
EEUU, que ha destruido los sueños de millones de
compradores de casas, todavía no ha tocado fondo y
seguirá lastrando la economía por un tiempo,
según aseguran los expertos.
Si bien la caída de los precios de las viviendas
se inició en el 2006, los analistas fechan el estallido de
la crisis hace justo un año, el 9 de agosto de 2007,
cuando la Reserva Federal y el Banco Central Europeo tuvieron que
intervenir de manera masiva para proveer liquidez a los
mercados.
La "burbuja inmobiliaria" comenzó a formarse en
Estados Unidos en el año 2003, cuando las entidades
financieras se dedicaron a conceder sin mesura las llamadas
"subprime" o hipotecas de alto riesgo, a personas sin solvencia
económica.
Este fenómeno desató la demanda de
casas e hizo que los precios se dispararan, en un proceso que se
prolongó por casi tres años.
Millones de compradores firmaron hipotecas que
tenían un tipo fijo durante dos a cinco años y
luego variable, con la ilusión de que los precios de sus
propiedades seguirían subiendo.
Pero no fue así. Conforme la Reserva Federal
encarecía el precio del dinero, la burbuja se
desinfló, cayeron los precios de las propiedades y muchos
compradores se encontraron con un encarecimiento inesperado de
sus hipotecas y con que su propiedad
valía menos que lo que debían a los
bancos.
Este fenómeno ha acabado por crear una
situación dramática, pues ha hecho que millones de
familias se enfrenten a la ejecución de sus viviendas y
que las ventas sufran un frenazo total, con el consiguiente
perjuicio para uno de los sectores considerados motor de la
economía.
Pero lo peor para las familias está por llegar.
Según Barclays Capital, en el último trimestre de
este año habrá unos 7.000 millones de
dólares en préstamos pendientes que se verán
corregidos al alza.
La cifra subirá a unos 20.000 millones de
dólares en el tercer trimestre de 2009, y para el segundo
trimestre de 2010 podría tocar los 32.000 millones de
dólares.
Según Barclays, el incremento promedio de los
pagos mensuales que tendrán que afrontar las familias
será del 30% a comienzos de 2009, y podría llegar
al 80% hacia fines de 2011.
"Ésta es una corrección todavía en
marcha, estamos lejos de que haya concluido", dijo David John, de
Heritage Foundation, un grupo
conservador con sede en Washington.
"No va a terminar hasta que los precios encuentren un
nuevo nivel razonable, es decir que se equilibren la oferta y la
demanda".
Un nuevo equilibrio
Según la Asociación de Bancos
Hipotecarios, los pagos atrasados de las cuotas hipotecarias
están ahora en su nivel más alto en un cuarto de
siglo.
Unos 15 millones de compradores, esto es el 17% de todos
los propietarios, deben ahora más que lo que valen sus
inmuebles.
Según la Asociación, una de cada diez
hipotecas tiene problemas de pagos, algo que no ocurría
desde 1979.
En junio pasado se iniciaron 252.363 trámites de
ejecución hipotecaria, cuando un año antes
sólo ascendían a 88.195.
"En junio el inicio de trámites de
ejecución llegó a un ritmo anual de 2,8 millones",
dijo Dean Baker, del Centro para Investigación de Política
Económica. "El índice de propiedad ha vuelto a
caer a los niveles de 2000".
En mayo de 2007, la venta de casas
unifamiliares nuevas marcaba un ritmo anual de 857.000 unidades;
en mayo de 2008 el ritmo fue de 512.000 unidades.
Baker explicó que "no todas las personas
afectadas han perdido su casa por ejecución hipotecaria:
muchas, ante la realidad de que no podían pagar la
hipoteca, han tenido que venderlas sin ganancia".
Alto impacto económico
Y, aunque se ha paralizado la construcción, un sector que tiene amplio
impacto económico y de empleo,
abundan en el mercado las viviendas ejecutadas, lo cual sigue
deprimiendo los precios.
Hay más viviendas disponibles a precios
razonables, pero los bancos están en una etapa de susto y
se ha hecho mucho más difícil la obtención
de préstamos para los nuevos compradores.
Paradójicamente, esta crisis afecta a una franja
específica de la población: las personas o familias que ya
tenían una propiedad hipotecada y se lanzaron a adquirir
otra más grande y más cara. También a
quienes buscan vender su casa para mejorar sus condiciones de
jubilación.
Las compras se
intensificaron en las urbanizaciones nuevas, que ofrecían
conjuntos de
casas enormes construidos lejos de los centros de trabajo. Y sus
compradores son los que ahora sufren el golpe combinado de los
precios más altos de la gasolina en su transporte
diario para ir y volver del trabajo.
Las personas y familias en barrios más
tradicionales, o con ingresos que eran
demasiado bajos como para aventurarse a la compra de riesgo,
siguen estando en sus casas.
– Cronología de una crisis: del subprime a dos
colosos en llamas (El Confidencial – 8/9/08)
Han pasado 13 meses desde los primeros síntomas
de la "indigestión" financiera hasta el día de hoy
en que el Gobierno de EEUU ha acudido al rescate de los dos
gigantes hipotecarios que gestionan el 50% de los créditos
de vivienda de las familias norteamericanas. Las hipotecas de
alto riesgo, revendidas a bancos y cajas de ahorros de medio
mundo, han actuado como vehículo contaminante en todo el
sistema financiero y han obligado al Gobierno de EEUU, de bandera
liberal y contrario al intervencionismo a acudir al rescate de
las populares firmas hipotecarias, Freddie Mac y Fannie Mae, ante
el riesgo de contaminación que existía sobre la
banca comercial. Una operación en la que la Reserva
Federal podría inyectar hasta 100.000 millones de
dólares en un intento de evitar embargos masivos de
viviendas y calmar a los mercados financieros.
Dos colosos en llamas
Fannie Mae (Federal National Mortgage Association) fue
creada en 1938, como parte del "New Deal", que sacó a EEUU
de la gran depresión, y privatizada en 1960. Freddie Mac
(Federal Home Loan Mortgage Corporation) fue creada en 1970 con
capital privado para facilitar la adquisición de casas y
el alquiler de viviendas. La protección estatal de ambas
firmas fue utilizada para recaudar fondos a tasas inferiores a
las de la competencia. El
11 de junio de 2003, las autoridades federales de Estados Unidos
abrieron una investigación criminal sobre posibles
irregularidades en la contabilidad
de Freddie Mac, que curiosamente un año antes había
recibido el Premio Euromoney a la mejor agencia de
préstamos.
El 24 de febrero de 2004, el presidente de la Reserva
Federal, Alan Greenspan, advirtió de que la fuerte deuda
de Fannie Mae y Freddie Mac podía poner en peligro el
sistema financiero del país si no se controlaba. El
20 de
noviembre de 2007, Freddie Mac anunció que en el
tercer trimestre de 2007 tuvo pérdidas netas de 2.029
millones de dólares.
El 8 de diciembre de 2007, el presidente de EEUU, George
Bush, instó al Congreso a que aprobara medidas para
reformar las empresas hipotecarias, entre ellas ambas
compañías que tenían el respaldo del
Gobierno. En 2007, Freddie Mac tuvo una pérdida de
alrededor de 3.100 millones de dólares, después de
haber cerrado el año anterior con un ganancia de 2.300
millones.
El 9 de julio de 2008, Freddie Mac y Fannie Mae
acumularon caídas anuales cercanas al 70 por ciento,
mientras que dos días más tarde se produjo un nuevo
desplome de ambas compañías que perdieron en bolsa
casi el 50 por ciento. El 12 de julio de 2008, el aspirante
demócrata a la Casa Blanca, Barack Obama, mostró su
confianza en que "pasos prudentes" del Gobierno norteamericano
estabilizaran a los dos gigantes hipotecarios, aunque
advirtió de que era necesario ver qué
ocurría antes de decidir qué pasos
tomar.
El 26 de julio, el Congreso aprobó una ambiciosa
medida de rescate del sector hipotecario que afectaba a las dos
compañías y que autorizaba fondos para que miles de
estadounidenses no perdieran sus casas. El 6 de agosto, Freddie
Mac dio a conocer que perdió 972 millones de
dólares en el primer semestre del año, y dos
semanas más tarde las acciones de ambas
compañías volvieron a caer más del 20 por
ciento en la Bolsa de Nueva York. El 28 de agosto, las acciones
de Fannie Mae subieron el 22,69 por ciento en la Bolsa de Nueva
York, hasta los 7,95 dólares, un día después
de anunciar la renovación de su cúpula
directiva.
2007-2008: día a día en la mayor crisis
financiera en 60 años
– 14 marzo.- La Asociación de Bancos Hipotecarios
revela que el número de impagos en el sector hipotecario
en EEUU (unos seis millones de contratos por
600.000 millones de dólares) alcanza su punto más
alto en siete años.
– 27 marzo.- Los precios de la vivienda registran su
primera caída interanual desde 1996.
– 2 abril.- New Century suspende pagos.
– 18 abril.- Citigroup reconoce pérdidas de
más de 5.000 millones de dólares en el primer
trimestre.
– 18 julio.- Quiebran dos fondos de inversión del
banco estadounidense Bear Stearns.
– 1 agosto.- Bancos estadounidenses como Wells Fargo y
Wachovia endurecen los requisitos para conceder préstamos
tras comprobar que unas 70 firmas hipotecarias están en
bancarrota.
– 3 agosto.- American Home Mortgage, el décimo
banco
hipotecario de EEUU, declara suspensión de
pagos.
– 9 agosto.- El BCE inyecta en el mercado 94.841
millones de euros y la Reserva Federal 24.000 millones de
dólares.
– 10 agosto.- La Comisión de Valores de
EEUU investiga las cuentas de las firmas de Wall Street (Goldman
Sachs, Merrill Lynch y Bear Stearns). Homebanc declara la
bancarrota.
– 13 agosto.- El BCE, la Fed y el Banco de Japón
inyectan dinero para aumentar liquidez.
– 31 agosto.- George W. Bush tranquiliza a inversores y
entidades financieras. La crisis hipotecaria eleva el Euribor al
4,661%, el mayor nivel en siete años.
– 14 septiembre.- El banco británico Northern
Rock, el
quinto del país por hipotecas concedidas, se desploma en
la Bolsa de Londres.
– 17 septiembre.- Merrill Lynch recorta la plantilla de
su filial hipotecaria de alto riesgo.
– 18 septiembre.- La Fed recorta medio punto los tipos
de interés. Los procesos de
ejecución de hipotecas abiertos en EEUU se duplican en un
año.
– 16 octubre.- Adam Applegarth, presidente ejecutivo del
Northern Rock, banco hipotecario del Reino Unido, dimite por la
crisis de la entidad. Su valor en Bolsa cae en dos meses de 3.000
a 500 millones de libras.
– 6 diciembre.- Bush anuncia un plan para aliviar
la crisis hipotecaria al que podrán acogerse 1,2 millones
de personas.
– 12 diciembre.- La Fed estadounidense, el BCE y los
bancos centrales de Inglaterra, Suiza
y Canadá acuerdan un plan para afrontar la
liquidez.
2008 – 15 enero.- Citigroup, primer banco
estadounidense, cierra 2007 con la peor cuenta trimestral de su
historia. En tres meses pierde 10.000 millones de
dólares.
– 17 enero.- Merrill Lynch anuncia pérdidas de
9.830 millones de dólares en el cuarto
trimestre.
– 18 enero.- Bush propone un plan para reactivar la
economía dotado con 145.000 millones de
dólares.
– 21 enero.- Caen las bolsas mundiales ante el temor a
una recesión de la economía
estadounidense.
– 22 enero.- La Reserva Federal recorta un 0,75% los
tipos de interés, hasta el 3,5%, la mayor rebaja en 25
años.
– 17 febrero.- El Gobierno británico nacionaliza
el Northern Rock.
– 7 marzo.- La Fed inyecta 100.000 millones de
dólares en el mercado.
– 17 marzo.- Bear Stearns pierde en unas horas de
cotización casi el 90% de su valor, después de que
JP Morgan acordara comprarlo a un precio de dos dólares
por acción.
– 18 marzo.- La Fed baja un 0,75% los tipos hasta el
2,25% y la tasa de descuento a los bancos al 2,5% para atajar la
crisis.
– 1 abril.- El UBS, el mayor banco de Suiza, anuncia
pérdidas de 7.740 millones de euros.
– 8 abril.- El FMI calcula que las pérdidas
derivadas de la
crisis ascienden a 600.000 millones de euros. El BCE adjudica
15.000 millones de dólares y la Fed otros 50.000 millones
en una operación conjunta.
– 15 mayo.- Barclays, el tercer banco del Reino Unido,
anuncia una caída de su beneficio tras sufrir una
depreciación de sus activos de 1.006 millones de
libras.
– 11 julio.- IndyMac Bank, el segundo banco hipotecario
estadounidense, pasa a ser controlado por las autoridades
federales.
– 13 julio.- La Fed y el Tesoro de EEUU anuncian medidas
para salvar a Fannie Mae y Freddie Mac.
– 17 julio.- Merrill Lynch anuncia pérdidas de
6.603 millones de dólares en el primer
semestre.
– 22 julio.- El banco Washington Mutual, uno de los
mayores prestamistas de EEUU, anuncia pérdidas de 4.466
millones de dólares en el primer trimestre.
– 26 julio.- El Congreso de EEUU aprueba ayudas al
sector hipotecario de 3.900 millones de
dólares.
– 5 agosto.- La Fed mantiene el tipo de interés
al 2%.
El grupo francés Société
Générale anuncia una caída del 63% en el
primer semestre y rebaja el valor de su cartera de
activos.
– 6 agosto.- Freddie Mac anuncia pérdidas de 972
millones de dólares en el primer semestre.
– 6 septiembre.- Medios de
comunicación estadounidenses anuncian la inminente
nacionalización de Fannie Mae y Freddie Mac para proteger
el mercado, lo que supondría la mayor intervención
gubernamental de la historia de EEUU.
– Fannie y Freddie: la crisis no ha concluido (La
Nación
– 9/9/08)
(Por Paul Krugman – De The New York Times)
¿Salvando a los prestamistas inmobiliarios se
salva al mundo? Si fuera tan sencillo…
El rescate federal de Fannie Mae y Freddie Mac, las
gigantescas instituciones de créditos hipotecarios, era
por cierto lo que había que hacer, y además se lo
hizo bastante bien. El plan sostendrá a instituciones que
desempeñan un rol crucial en la economía, mientras
reduce los costos de los
contribuyentes y deja casi pelados a los accionistas.
Pero es necesario ver las acciones de anteayer dentro de
un contexto mayor, como un intento de la Reserva Federal y el
Tesoro de contener las secuelas de la crisis financiera actual. Y
ésa es una lucha que ambos parecen estar
perdiendo.
Ha pasado mucho desde que Alan Greenspan declaró
que era "muy improbable" que hubiera una burbuja habitacional en
el nivel nacional. Sin duda, existía una burbuja, y desde
que estalló, hace dos años, los precios de las
viviendas han caído con mayor rapidez que durante la Gran
Depresión.
A su vez, la caída de los precios de las
viviendas ha provocado el muy temido fenómeno de
"deflación de la deuda". Sí, deflación: los
precios aumentan en la caja del supermercado, pero el precio de
los valores,
que es lo que importa en los balances, cae con rapidez. Tal como
señaló el economista Irving Fisher allá por
1993, cuando los individuos y las empresas muy endeudados tienen
problemas financieros, usualmente venden sus valores y usan lo
recaudado para pagar sus deudas. Sin embargo, lo que Fisher
señaló es que esas ventas son contraproducentes
cuando todo el mundo hace lo mismo. Si todo el mundo vende sus
bienes al
mismo tiempo, la caída resultante de los precios del
mercado socava la situación financiera de los deudores
antes de que pueda cancelarse la deuda. Así, la
deflación de los precios de los activos puede convertirse
en un círculo vicioso. Y una consecuencia de lo que Fisher
denominó "la estampida de ventas" es una severa
depresión económica.
Eso es lo que está ocurriendo ahora, y la
deflación de la deuda se vuelve aún más
grave debido a que los actores financieros clave también
fueron financiados: sus bienes y valores fueron comprados con
dinero prestado. Tal como expresó Paul McCulley, de Pimco,
inversora en bonos y acciones, en un reciente artículo
titulado "The Paradox of Deleveraging", últimamente casi
todas las instituciones financieras han intentado reducir sus
niveles de endeudamiento, pero la caída de los activos, no
obstante, ha dejado a estas instituciones con más deuda
que antes.
Y las cifras siguen empeorando. En julio de 2007, Ben
Bernanke sugirió que las pérdidas subprime
serían inferiores a los 100.000 millones de
dólares. Bueno, las cifras registradas el mes pasado,
procedentes de bancos y otras instituciones financieras
excedían los 500.000 millones. Y siguen
aumentando.
Lo que nos lleva a Fannie y Freddie. Son las
únicas grandes instituciones financieras que no se unieron
a la estampida para reducir el nivel de endeudamiento, y por eso
ahora son responsables de alrededor del 70 por ciento de los
nuevos préstamos hipotecarios.
Pero sus cimientos financieros han sido socavados por la
deflación de la deuda, a pesar de que sus préstamos
eran más responsables que el promedio. (Un prestatario
subprime es básicamente alguien cuyo crédito no era
suficientemente bueno para calificar como solicitante de una
hipoteca respaldada por Fannie o por Freddie.)
Así que era necesario rescatar a Fannie y
Freddie, pues de otra manera la deflación de la deuda se
hubiera agravado mucho más. De hecho, sus problemas
financieros ya han causado problemas para los potenciales
compradores de viviendas: las tasas de
interés para las hipotecas han subido bruscamente
desde principios de este año. Con el rescate federal, que
alivia la presión en
los balances de los prestamistas, los intereses hipotecarios
deberían volver a bajar, lo cual es, por cierto, una buena
noticia.
¿Pero es suficiente? Lo dudo.
La actual crisis financiera estadounidense tiene grandes
similitudes con la crisis que afectó a Japón a
fines de la década de 1980, que condujo a una
depresión de una década que preocupó a
muchos economistas estadounidenses, incluyendo a Bernanke y a
quien esto escribe.
Como Japón
Nos preguntábamos si no podría ocurrir lo
mismo aquí, y los economistas de la Reserva Federal
idearon estrategias que supuestamente impedirían que eso
ocurriera. Más que nada, se suponía que la
respuesta a una crisis financiera al estilo de Japón
debía involucrar una agresiva combinación de
recortes en las tasas de interés y estímulo fiscal,
destinada a impedir que la crisis se expandiera hasta convertirse
en una verdadera depresión en la economía
real.
Cuando empezó la actual crisis, Bernanke tuvo una
reacción agresiva en lo que se refiere a la
reducción de las tasas de interés y la
inyección de fondos en el sector privado. Pero a pesar de
eso el crédito se volvió menos accesible, no
más fluido. Y el estímulo fiscal fue demasiado
escaso y mal dirigido, en gran medida porque la
administración Bush se negó a tomar cualquier
medida que no pudiera ser considerada una reducción de
impuestos.
Como consecuencia, el esfuerzo destinado a contener la
crisis financiera parece estar fracasando. Los precios de los
activos siguen cayendo, las pérdidas aumentan y el
índice de desempleo es el más alto de los
últimos cinco años. Mes tras mes, Estados Unidos se
parece cada vez más a Japón.
De manera que sí, el rescate Fannie-Freddie fue
algo bueno. Pero se produce en el contexto de una lucha
económica más amplia una lucha que, según
parece, estamos perdiendo.
(Traducción: Mirta Rosenberg)
– La crisis financiera que comenzó hace un
año muta y entra en una fase crítica
(The Wall Street Journal – 12/9/08)
(Por Jon Hilsenrath, David Enrich y Carrick
Mollenkamp)
Cuando ya se ha cumplido más de un año de
la crisis de crédito que empezó con las hipotecas
de alto riesgo, el sistema financiero vuelve a tambalear. Pese a
los denodados esfuerzos de las autoridades por contener los
problemas, la crisis amenaza con arrastrar a una amplia gama de
instituciones financieras.
En momentos en que los precios de las acciones de Lehman
Brothers, Merrill Lynch y otras firmas de valores se encuentran
en una verdadera montaña rusa, es posible que la crisis
esté a punto de entrar en una fase
crítica.
La Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) ya
recortó abruptamente las tasas de interés para
contrarrestar el congelamiento del crédito y puso a
disposición de los bancos líneas de crédito
que no se utilizaban desde la Gran Depresión, con la
intención de mantener los mercados financieros en
funcionamiento. A su vez, el Departamento del Tesoro
colocó a las dos principales firmas hipotecarias del
país, Fannie Mae y Freddie Mac, bajo el control del
gobierno.
Las autoridades federales y participantes del mercado
enfrentan los mismos problemas: ¿Por qué no han
mejorado las cosas? ¿Qué se puede hacer ahora?
¿Debería el gobierno de Estados Unidos dejar que
una gran institución se hunda? ¿O debería
orquestar otro oneroso rescate?
Lehman, una de las últimas grandes firmas
independientes de Wall Street, vio cómo su acción
se precipitó un 42% el día después de
anunciar un plan para reducir su tamaño como una forma de
salir de la crisis. Ahora está en conversaciones para
ponerse en venta, aunque no está nada claro quiénes
serían los compradores.
La acción de Merrill Lynch cayó 16,6%, a
US$ 19,43. La de Washington Mutual, el mayor banco de ahorros y
préstamos de EEUU, fue vapuleada en la mañana de
ayer pero cerró la jornada con un alza de 22%.
De momento, los mercados financieros en general no han
entrado en pánico.
El Promedio Industrial Dow Jones ha oscilado desde julio entre
los 11.200 y los 11.800 puntos. Pese a que registra una
caída en lo que va del año, muchas bolsas de
Europa, Asia y América
Latina han mostrado un desempeño mucho peor. Las tasas de
interés de referencia a corto plazo se han mantenido
estables en las últimas semanas.
Sin embargo, otros indicadores
financieros han vuelto a los niveles de marzo, cuando la Fed
y el Tesoro orquestaron el repentino rescate de Bear Stearns, que
quedó en manos de J.P. Morgan. Los bonos chatarra, por
ejemplo, rinden 8,55 puntos porcentuales más que los bonos
del Tesoro, una diferencia o spread similar al de marzo. Estos
spreads se amplían cuando los inversionistas se vuelven
más temerosos frente al riesgo.
A los bancos, por su parte, les cuesta financiarse. El
mes pasado, sin ir más lejos, Citigroup Inc., AIG y
American Express Co. recibieron una débil demanda por
emisiones de bonos, lo cual subió los retornos que
tuvieron que pagar.
"El mercado no tiene tolerancia para
la incertidumbre", dice Laurence Fink, presidente ejecutivo de la
gestora de fondos BlackRock Inc.
Tres factores ayudan a explicar la actual ola de
incertidumbre. Primero, la economía estadounidense
muestra
signos de
debilidad a medida que se desvanece el efecto del paquete de
estímulo fiscal. Un grupo de economistas encuestados por
WSJ.com pronostica que el consumo se contraerá durante el
tercer trimestre por primera vez en 17 años. El
abaratamiento de la energía está ayudando, pero no
basta para contrarrestar los daños provocados por el
colapso inmobiliario y el aumento del desempleo.
En segundo lugar, los hogares y las instituciones
financieras no han concluido el doloroso proceso conocido como
desapalancamiento, en el que reducen su endeudamiento.
Todos estos procesos se retroalimentan, creando un
círculo vicioso. El desapalancamiento contribuye a la
caída en los precios de las viviendas, lo que a su vez
fuerza a las
instituciones financieras a un mayor desapalancamiento. De igual
manera, el descenso en los precios de los bienes raíces
exprime a los hogares, lo que hace que las personas reduzcan sus
gastos y retrasen
la recuperación inmobiliaria. Las numerosas intervenciones
por parte del gobierno buscan interferir en este ciclo, pero
aún no han rendido frutos. "No hay una tendencia hacia la
mejoría. No hay una mejoría, ni siquiera
paulatina", dice Laurence Meyer, ex gobernador de la Fed y ahora
vicepresidente de la consultora Macroeconomic Advisers
LLC.
El tercer problema es que las firmas financieras
están pasando cada vez más apuros para recaudar el
capital que necesitan para acelerar el proceso de
desapalancamiento. En los últimos doce meses, los fondos
soberanos y otras instituciones han inyectado miles de millones
de dólares de capital fresco en Lehman, Merrill Lynch,
Citigroup, y otros gigantes de Wall Street. Sin embargo, tras
absorber pérdidas gigantescas en estas inversiones, ahora
se han mantenido al margen.
Las autoridades europeas enfrentan un reto similar. Los
bancos centrales buscan dar con el financiamiento
más adecuado para los bancos en problemas. Los ingleses
decidieron no ampliar un plan de financiamiento extraordinario
que expira el 21 de octubre. "Los bancos centrales no pueden
proveer financiamiento indefinidamente", señaló el
gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King.
– Estados Unidos se convierte al intervencionismo (El
País – 14/9/08)
(Por Claudi Pérez)
Un año de crisis deja un nuevo orden
económico en Occidente. A un lado del Atlántico, la
Administración Bush ha practicado fuertes
recortes de tipos de interés, inyecciones masivas de
liquidez para salvar la banca, rescates públicos de
grandes entidades financieras y ambiciosos paquetes de ayudas
fiscales. En otras palabras, un férreo intervencionismo
público para sortear las turbulencias tras años y
años de sermones sobre las bondades del libre mercado. En
la ribera europea, apenas nada. Resultado: la economía de
EEUU, origen y principal foco de contagio del huracán
financiero, capea el temporal con un crecimiento del 3%, mientras
la eurozona flirtea peligrosamente con la recesión. Esa es
la síntesis
de la situación para los analistas del norteamericano
Goldman Sachs.
Los grandes bancos de inversión y los economistas
anglosajones no han sido nunca muy amigos de la
intervención del Estado en la economía. Pero ahora
se agarran a ese activismo con la fe del converso. "Estados
Unidos ha reaccionado a la crisis pasándose al
intervencionismo, mientras las reacciones en Europa han sido
más tímidas", según el informe de Goldman,
publicado esta semana. El resultado final es concluyente: "La
falta de impulso político explica las divergencias en el
crecimiento de EEUU y la eurozona", relatan los economistas de la
entidad.
Algo está cambiando cuando incluso los think
tanks neoconservadores se abonan a esa tesis. "Europa
ha sido demasiado estricta, demasiado rigurosa en su
política económica y va de cabeza a la
recesión", asegura desde Washington Desmond Lachman,
economista del influyente American Enterprise Institute
(AEI).
Los miles de millones gastados en ese nuevo rol de la
Administración Bush han servido para
atenuar el golpe, mientras Europa apenas ha reaccionado y sufre
las consecuencias de esa inacción, subrayan los expertos.
Los halcones -así se llama a los férreos guardianes
de la ortodoxia- dominan ahora en Europa, pero la crisis demanda
soluciones
pragmáticas. Tras el estallido de las hipotecas basura,
las respuestas fueron similares: inyecciones masivas de liquidez
a ambos lados del Atlántico. Pero ahí acabó
el parecido. A partir de ese momento las diferencias en
política económica han sido notables. Los
resultados, también.
– Presupuestos
bajo presión. La política
fiscal es el mejor ejemplo de las diferencias. El Gobierno
Bush aprobó antes del verano un ambicioso plan de
estímulo de casi 170.000 millones de dólares y
prepara un nuevo paquete para 2009. En Europa -"excepto en
España", según Goldman Sachs-, la respuesta es
simbólica. Por varias causas. Por un lado, parecía
que la eurozona aguantaba mejor la crisis, lo que hacía
menos necesaria una intervención. Además, el
esquema político desempeña un papel relevante: el
Pacto de Estabilidad y Crecimiento limita la posibilidad de
incurrir en déficit, y los acuerdos en Bruselas no son
fáciles. La escalada del euro -que encarece las exportaciones,
aunque empieza a corregirse- ha jugado también un papel en
los problemas de la eurozona.
Hay otras razones. "El Estado del Bienestar da a Europa
esquemas más generosos de respuesta automática a la
crisis" en aspectos como las prestaciones
de desempleo, según el banco de inversión, que
critica la "falta de impulso político" en Europa para
poner en marcha medidas discrecionales y luchar contra un ciclo
económico que se deteriora con rapidez. José Carlos
Díez, economista jefe de Intermoney, subraya que al paso
que va "Europa va a reaccionar cuando la guerra se haya
acabado". "La renta per cápita de EE UU supera con creces
la europea por motivos como éste: reaccionan más
rápido y generalmente dan en el clavo", añade. No
siempre: tras el 11-S, EEUU salió de la crisis con un
fuerte recorte de los tipos de interés. Con esa
política, contribuyó a hinchar la burbuja que ha
explotado ahora.
– El dilema del BCE y la Fed. "Unos dicen que el mundo
terminará en llamas, otros congelado". El poeta Robert
Frost no pensaba en los banqueros centrales cuando
escribió esa frase, pero eso es lo que pasa: la
economía corre el riesgo de incendiarse por la
inflación, y de congelarse por el riesgo de
recesión. El BCE y la Fed tienen ante sí un dilema:
los tipos de interés son una suerte de termostato para
calentar la economía (bajando los tipos para impulsar el
crédito y el consumo) o enfriarla (subiéndolos se
encarecen los préstamos). La Reserva Federal (Fed) los ha
bajado del 5,25% al 2% desde el inicio de la crisis. El BCE ha
optado por subirlos, lo que supone "una restricción
monetaria adicional en un momento de fuete restricción
crediticia", sostiene Antonio Villarroya, analista de Merrill
Lynch. "Un error más", concede Díez. Para Deutsche
Bank, eso se explica porque "el mandato del BCE se centra
sólo en la inflación, mientras que la Fed tiene en
cuenta también el crecimiento". Goldman apunta una
diferencia adicional: "El BCE tuvo una respuesta inmediata a la
crisis con las inyecciones de liquidez para calmar la
tensión interbancaria", pero recientemente ha optado por
endurecer la normativa. En cambio, la Fed "ha ampliado" las
opciones de los bancos de acceso a la ventanilla de
efectivo.
– Rescates bancarios. La economía europea va
peor, pero la banca norteamericana sufre más. Los rescates
de Bear Stearns y las hipotecarias Freddie Mac y Fannie Mae
suponen un coste de hasta 230.000 millones de dólares para
las arcas públicas estadounidenses. En Europa apenas ha
habido rescates, salvo en el Reino Unido (Northern Rock) y
Alemania. "La política económica europea es menos
intervencionista, en parte por la menor necesidad", apunta
Goldman.
– España. En los tiempos que corren, no es
fácil encontrar alusiones positivas a la economía
española entre los analistas anglosajones. Pero Goldman
Sachs asegura que España aún tiene margen para el
estímulo fiscal por su baja deuda pública, al igual
que Alemania, mientras que Francia e
Italia tienen
cerrada esa vía. Además, la economía
española responde bien a esos estímulos.
– La crisis golpea dos veces a Estados Unidos (El Mundo
– 14/9/08)
(Por Pablo Pardo / Washington)
Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana, Estados
Unidos tenía superávit fiscal. En realidad, no es
hace tanto. Simplemente, en 2001. Lo que, tal y como están
las cosas, es una eternidad. Lo cierto es que EEUU tenía
una necesidad muy pequeña de financiación,
así que emitía muy poca deuda. Y el mercado
empezó a buscar otros bonos alternativos a los del Tesoro
que pudieran servir como referencia. Entre ellos,
fundamentalmente los de cuatro empresas: Fannie Mae, Freddie Mac,
Ford y General Motors.
Eran otros tiempos, evidentemente. Nadie podía
imaginar que siete años después, Fannie Mae y
Freddie Mac iban a experimentar lo que es -en todo menos en el
nombre- una nacionalización para salvarlas de una quiebra
que, de haberse producido, habría provocado una crisis del
sistema financiero mundial. Ni que el Gobierno de Estados Unidos
estuviera estudiando la concesión, con carácter de urgencia, de créditos
blandos por valor de 50.000 millones de dólares a General
Motors y a Ford para que ambas empresas escapen de la quiebra. Al
tipo de cambio
del viernes, el último día en el que los mercados
estuvieron abiertos, esos 50.000 millones de dólares eran
35.800 millones de euros. Claro que hace 7 años hubieran
sido 55.000 millones de euros. Otro cambio. Aunque no tan
espectacular como el del saldo presupuestario estadounidense. En
2001, a pesar de la recesión, del 11-S y de la Guerra de
Afganistán, EEUU tuvo un superávit
fiscal del 0,7% del PIB. El año anterior, con una balanza
positiva de las cuentas públicas aún mayor,
equivalente al 1,3% del PIB, Bill Clinton había declarado
que su país sería capaz de eliminar totalmente la
deuda pública en esta década.
El que Clinton realizara esas declaraciones el 28 de
diciembre fue sólo una coincidencia, en EEUU el Día
de los Inocentes es el 1 de abril. Pero hoy su previsión
parece una broma. El déficit público estadounidense
en 2008 alcanzará el 2,9% del PIB, hasta los 407.000
millones de dólares, un 150% más que en 2007,
según el último informe de la Oficina
Presupuestaria del Congreso (CBO, según sus siglas en
inglés), publicado hace 12 días.
Eso, sin contar el coste del rescate de Freddie Mac y Fannie Mae,
como poco 200.000 millones de dólares (143.000 millones de
euros), según declaró hace una semana el secretario
del Tesoro, Hank Paulson. Tal y como comentó con amargo
cinismo, el senador republicano Everett Dirksen en los
años sesenta, "1.000 millones aquí, 1.000 millones
allá, y cuando te das cuenta estás hablando de
dinero de verdad".
El Tesoro insiste en que el coste del rescate de Freddie
y Fannie debe mantenerse al margen de los libros. Algo
que la CBO rechaza de plano, al igual que el mercado. De hecho,
los credit default swap que miden la posibilidad de que EEUU
suspenda pagos han subido 10 puntos básicos disparado
desde el rescate de Fannie y Freddie. En otras palabras: aunque
el mercado concede una probabilidad
minúscula a una suspensión de pagos por Estados
Unidos, la deuda de ese país tiene más riesgo que
la de Noruega, Alemania, Holanda, Suecia, Finlandia, Austria,
Francia, Japón y la provincia canadiense de
Quebec.
Así que la segunda oleada de la crisis desatada
por el estallido de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos ya
ha llegado. Por de pronto, ha roto algunos esquemas. La
nacionalización de Freddie Mac y Fannie Mae "es la mayor
expropiación de propiedad privada llevada a cabo por un
Gobierno fuera del mundo comunista", ha escrito el columnista del
Times de Londres Anatole Kaletsky, y todo indica que esto es
solamente el principio. Apenas seis días después
del rescate de las dos agencias, Lehman Brothers, el cuarto mayor
banco de inversión de Estados Unidos y la entidad
más antigua de Wall Street, se colapsaba, y el Tesoro y la
Reserva Federal tenían que ponerse a buscar
rápidamente un posible comprador.
En marzo, cuando el colapso de Bear Stearns forzó
a la Reserva Federal a garantizar activos de esa entidad por
29.000 millones de dólares (20.700 millones de euros) para
que JP Morgan Chase la comprara. Ahora, sin embargo, las
autoridades económicas no quieren poner dinero
público. Según la Reserva Federal de Nueva York,
Lehman, a pesar de ser mayor que Bear, no presenta un riesgo para
el sistema financiero similar, algo que parece avalar la relativa
sangre
fría con la que el mercado se ha tomado el colapso.
Además, ahora Washington permite a los bancos de
inversión participar en las subastas de tipos de la
Reserva Federal, con lo que tienen, al menos en teoría,
una fuente de financiación que les debería permitir
un colapso súbito como el que experimentó Bear
Stearns.
Pero, incluso con ese favorable entorno, la segunda
oleada de la crisis financiera parece que va a cobrarse
más víctimas. Ya lo dijo en agosto el ex economista
jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kenneth Rogoff:
"Estados Unidos no ha salido de la zona de peligro. Estamos a
mitad de la crisis. No sólo vamos a ver bancos medianos
caer. Va a haber algo gordo. Vamos a ver caer uno de los grandes
bancos comerciales".
Si el pronóstico de Rogoff se cumple, las crisis
de Bear y de Lehman son sólo el aperitivo. Un aperitivo
enorme, en todo caso. Porque EEUU ya ha sufrido bastante con la
crisis. A principios de año, había cinco grandes
bancos de inversión en Wall Street. Ahora, sólo
quedan tres: Goldman Sachs, Merrill Lynch y Morgan
Stanley.
Merrill ha perdido el 34% de su valor esta semana, y
acumula una caída del 75,89% en un año. Peor es la
situación de American International Group (AIG), la mayor
aseguradora de EEUU, cuyos títulos han perdido un 79,9%
desde que empezó la crisis. En la última semana,
las acciones de las dos entidades han caído un 34% y un
41%, respectivamente. Aunque no todo son malas noticias. Los
títulos de Ford subían el 12,75% el viernes a media
sesión, en medio de un creciente optimismo acerca de la
concesión por el Estado a esa empresa de
garantías de crédito por unos 17.500 millones de
dólares. Parece que la única forma de que los
iconos industriales y financieros estadounidenses escapen de la
segunda oleada de la crisis es el dinero público. Mientras
el Tío Sam no se canse de pagar, Estados Unidos
podrá costear el segundo embate de la crisis desencadenada
por las hipotecas-basura.
– Wall Street en crisis: Lehman se queda sin opciones,
Merrill es adquirida y AIG busca capital (The Wall Street Journal
– 15/9/08)
(Por Carrick Mollenkamp, Susanne Craig y Serena
Ng)
El sistema financiero estadounidense se sacudió
ayer domingo hasta sus cimientos. Lehman Brothers Holdings Inc.
enfrentaba la posibilidad de una liquidación al paso que
Merrill Lynch & Co. fue comprada por Bank of America Corp. y,
de esta manera, evitó una posible corrida contra el
banco.
La junta directiva de Merrill aprobó una oferta
de Bank of America de US$ 29 la acción, lo que la
valoraría en US$ 44.000 millones.
El gobierno estadounidense, que hace una semana
rescató a los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie
Mac y en marzo orquestó la venta de Bear Stearns Cos. a
J.P. Morgan, marcó el
terreno con Lehman. Se negó a ofrecer una garantía
estatal a los interesados en Lehman.
Sin tal respaldo, Barclays PLC y Bank of
America, los dos postores más interesados, dieron marcha
atrás. Bank of America volcó su atención a Merrill Lynch, con la cual
llegó a un acuerdo.
Mientras crecían las preocupaciones en Wall
Street sobre la supervivencia de Lehman, las firmas de valores y
otros inversionistas hacían todo lo que estaba a su
alcance para anular sus negocios con
Lehman. Cuando disminuyeron las esperanzas de que Lehman cayera
en manos de otra firma, un domingo tranquilo en Wall Street se
convirtió en una carrera de locos. Ejecutivos y operadores
se apresuraron a acudir a sus oficinas o empezaron a hacer
llamadas desde casa para deshacerse de sus contratos pendientes
con Lehman y evaluar su exposición a la firma.
Un mal presentimiento se apoderó de Wall Street
mientras los máximos ejecutivos de las corredoras de
valores temieron por los coletazos provocados por una
liquidación de Lehman. La atención se volcó
en Merrill Lynch, la empresa que cuenta con el mayor
ejército de corredores, y en American International Group
Inc., el gigante asegurador. Las acciones de ambas empresas han
sido vapuleadas y sus equipos de gestión
pasaron el fin de semana tratando de diseñar planes para
calmar a los mercados.
Los ejecutivos de AIG dedicaron el fin de semana a
tratar de levantar capital, ya sea mediante la venta de activos,
una inyección de capital proveniente de las firmas de
capital privado o ambas alternativas. Merrill, por su parte,
inició sigilosamente conversaciones con Bank of America,
cuyas sucursales cubren a Estados Unidos de costa a
costa.
Algunos ejecutivos involucrados en las negociaciones con
Lehman aún esperaban una solución de último
minuto. Uno de los escenarios contemplados era que, con el fin de
contener las secuelas de la liquidación de Lehman, un
grupo de cerca de 15 bancos reuniera US$ 100.000 millones, que
serían utilizados para comprar activos de la atribulada
firma de valores, según una fuente cercana.
Anoche todavía se ultimaban los detalles de tal
acuerdo. Una de las posibilidades que se barajaban era que la
Reserva Federal apoyara la medida al abrir su venta de
préstamos y relajar las garantías que exige a los
deudores. Aún no estaba claro si tal decisión
sería suficiente para salvar a Lehman o facilitaría
una liquidación más ordenada.
Lehman, una firma fundada hace 158 años que
empezó como una corredora de algodón, y Merrill han sido pilares de Wall
Street durante buena parte del siglo XX y lo que va del siglo
XXI. Tras la reciente desaparición de Bear Stearns, la
actual crisis financiera podría haber cobrado entre sus
víctimas a tres de las cinco mayores corredoras
independientes de Wall Street. Sólo quedarían
Goldman Sachs y Morgan Stanley.
– La caída del Imperio (financiero) Americano (El
Confidencial – 15/9/08)
(Por S. McCoy)
Al final, la taza del riesgo moral se ha
llenado y el dudoso honor de ser la primera entidad a la que las
autoridades norteamericanas dejan entrar en quiebra le ha
correspondido a Lehman Brothers, un banco cuyo siglo y medio de
existencia se ha evaporado en poco más de doce meses
empujado por los propios monstruos que él, con su
actividad, contribuyó a crear: si la debilidad es una
oportunidad, vayamos a por ella. Un hecho inaudito en las
finanzas modernas y que remonta a los manuales de
blanco y negro, a aquellos años de la Gran
Depresión cuya comparativa con la época actual
parecía, hasta ayer mismo, un mero entretenimiento
intelectual. Ya ven que no ha sido así. Un acontecimiento
que pone de manifiesto la cadena de errores en el tratamiento de
la crisis actual por parte de las autoridades norteamericanas que
han demostrado incapacidad para analizar, desde sus inicios, la
correcta dimensión de lo que estaba pasando;
precipitación a la hora de tomar una serie de decisiones
que les han condicionado sobremanera sus posibilidades de
actuación futuras; arbitrariedad a la hora de elegir quien
sí o quien no merecía su respaldo. Los errores se
pagan. El problema es que los vamos a pagar entre
todos.
La quiebra de Lehman supone la incapacidad de la firma
para hacer frente a sus pagos corrientes, la paralización
de su actividad ordinaria y la entrada en un proceso de
liquidación de activos de consecuencias impredecibles.
Estamos hablando de 600.000 millones de dólares a junio
con una notable exposición a titulizaciones hipotecarias
de dudoso valor intrínseco y cuyo mercado se ha
contraído hasta el punto de ser casi inexistente. El
efecto de mark to market o ajuste a precios de mercado que puede
derivarse del proceso de desinversión forzada del banco de
inversión norteamericano puede ser demoledor para el resto
de sus comparables salvo que, como imagino va a ser el caso, haya
una ventana contable auspiciada por los reguladores para evitar
entrar en una espiral de pérdidas que amenacen con
llevarse por delante todo el sistema financiero. Dejarán
valorar los activos afectados a precios distintos de los de
mercado. Ya verán. Una propuesta que encontraría su
justificación en la excepcionalidad del hecho y el ingente
volumen en
consideración.
Si Lehman es un problema, no lo es menos AIG, la
compañía de seguros norteamericana que mantiene una
amplia exposición al segmento de los Credit Default Swaps
donde es uno de los principales actores en el negocio de la
cobertura de los riesgos derivados de los mismos, incluidos los
del banco quebrado. En caso de un deterioro adicional de la firma
que, no sé si les suena, ya ha anunciado ventas de activos
y otras medidas de tenor similar para hacer frente a la
situación actual con una diferencia: tiene muchos negocios
no afectados por los males que afectan a la banca de
inversión, su auxilio sería mucho más
complicado por varios motivos: la regulación del sector es
de carácter estatal en los Estados Unidos y la Reserva
Federal y el Tesoro carecen de la experiencia o la potestad
normativa como para acudir en su rescate. Un defecto más
de un sistema financiero, el norteamericano, que hace aguas por
los cuatro costados. Otros 600.000 millones de dólares de
riesgo potencial que añadir a los anteriores.
Una crisis que afecta, por tanto, a los distintos
ámbitos del mundo de las finanzas y que es consecuencia,
como señala Willem Buiter en su artículo en FT del
fin de semana, "Se termino el juego en el
sector financiero", del triunfo del capitalismo en
su versión más salvaje, esto es: no como
vehículo de creación de riqueza real para el
conjunto de la sociedad sino
como canal de enriquecimiento artificial de unos cuantos. Este
párrafo
es especialmente ajustado. Tras advertir de la sobrecapacidad del
sector, subraya: "gran parte de la expansión de productos
y servicios
financieros en los últimos cinco años encontraba su
origen en transacciones entre entidades financieras y no como
forma de intermediación entre ahorradores e inversores.
Esta especie de Juan Palomo, yo me lo guiso yo me lo como (la
traducción es libre) permitió gran parte de los
aparentes beneficios y ganancias de capital del sector. Y, aunque
es cierto que, quizá, algo de esta actividad pudiera haber
contribuido a mejoras de eficiencia, gran
parte de ella, quizá la mayor parte, era ruido
improductivo: la
organización de caras loterías. Va a existir
una contracción enorme en la escala y la
profundidad de la industria: los
balances se reducirán a la mitad y el empleo caerá
a dos tercios de lo que supone ahora antes de que las cosas se
estabilicen".
¿Supone ésta la caída del Imperio
financiero norteamericano? Seguro que no, básicamente por
la ausencia de alternativas. Sin embargo, el mero hecho de que la
pregunta pueda ser planteada encima de la mesa nos debería
hacer reflexionar a todos. Es indudable que, como señala
el propio Buiter en el último párrafo de su pieza,
ya nada va a ser igual; mejor dicho, nada puede ser igual. El
fenómeno de transformación de la industria que la
actuación de las fuerzas del mercado va a provocar en las
próximas semanas o meses va a aproximar el sistema
financiero a su concepción original. Por supuesto que
será un esquema transitorio hasta la siguiente era de
excesos, parece inevitable. Pero supondrá un avance hacia
la resolución definitiva de la crisis actual. Una mejora
cuyo hándicap principal se encuentra, tal y como
señalábamos en el primer párrafo, en la
incapacidad mostrada por aquellos de cuyas acciones depende su
implantación. Que Dios nos coja confesados. Entre tanto,
el mercado empieza a entrar en fase exclusivamente irracional lo
que tiende a generar, a medio plazo, inimitables oportunidades de
inversión. Hay que mantener la cautela, por supuesto. Pero
también es momento de sacar la caña y fijar el
momento oportuno para pescar en las aguas revueltas. Estén
preparados.
– El mundo que conocimos (Cinco Días –
16/9/08)
(Por Miguel Rodríguez)
En esta crisis por capítulos, que más
parece un culebrón que una miniserie, se antoja cada vez
más difícil poner un suelo, un
límite a partir del cual las cosas, lejos de empeorar,
irán a
mejor.
La reflexión, tras lo acontecido en las
últimas horas, es irreprimible: si han caído
gigantes, colosos de la talla de Bear Stearns, Lehman Brothers o
Merrill Lynch, ¿quién asegura que a cualquier
entidad de menor tamaño no puede pasarle lo mismo? Visto
lo visto, nadie a estas alturas está a salvo de la
quema.
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