La señora no sabía qué hacer.
Encendió el abanico y me lo puso de frente a mis quemadas.
El ardor o dolor era terrible y perdí los estribos. Me
incorporé como un demonio y agarré a patadas aquel
artefacto. Y logré calmarme y darme cuenta que necesitaba
medicamentos, también me di cuenta que había
cometido una imprudencias, como bien digo perdí los
estribos en lugar de decir que perdí la calma, o me
desesperé porque actué no como un ser humano que ha
perdido sus facultades para razonar, en ese momento. Pedí
compraran una o dos inyecciones de morfina para calmarme el dolor
y ungüento cuyo químico principal a base de picrato
de butesin. A los tres días había botado parte de
mi piel, la zona
epitelial y se me veía delicada, rojisa. Llegó una
visita con un santo y seña. Apareció una visita que
me llevaba un mensaje de la resistencia
urbana. Era Luisa Amanda Espinosa, que me preguntó por mi
salud muy
interesada, también si tenía deseo de comer algo en
especial. Siempre me ha gustado la carne de armadillo o cusuco,
también los mariscos, pero en especial la carne fina, soy
muy rara en mis gustos, pues también me gusta el cabrito,
el venado, los pulpitos, la tortuga. Fue impresionante la rapidez
con que Luisa Amanda me cumplió mi deseo, me harté.
Siempre estuvo atenta, me visitaba a menudo, no tenía
distintivo, le decía simplemente Luisa, todos
creían que era un seudónimo.
Era una niña, no tenía muchos años,
su rostro irradiaba ternura. A veces la veía como a mi
sobrina que crié. Nos sentábamos a conversar de su
vida y ella me las inventaba. Gozaba con sus cuentos, me
sabía tranquilizar, porque las tensiones por la que se
pasaba no era fácil agregando que mi temperamento es un
foforito. Cuando se iba me parecía que me la arrancaban,
me quedaba la sensación de que no la iba a volver a ver.
Pero ella siempre volvía con los mensajes de fuera, de la
calle, de Payin. En estos momentos nunca vi a Payin sólo a
Luisa Amanda. Cuando apareció Carlos Guadamuz, ella nos
sirvió para conseguir todos los materiales
para disfrazar a éste que necesitaba irse a Cuba. Solo le
dábamos las instrucciones y ella eficientemente iba y
conseguía lo que necesitábamos. Tenía el don
de la palabra, aunque no hablara perfectamente el español o
el nica, ella lograba convencer a la gente, por su carita
inocente, por su dulzura, nunca se arrechaba como yo, siempre
esperaba que pasara las tempestades para abordar el problema y
pedir disculpa si la había paseado o algo le salía
mal. Esas son cualidades de un verdadero hijo del pueblo de un
revolucionario innato.
Sus antecedentes familiares no es necesario abordarlos
lo importante es que a pesar de su origen su pequeña vida
dio ejemplo a muchos de nosotros que no somos capaces de luchar
contra nuestra propia conducta y
debilidades, de corregirnos para servir a las nuevas
generaciones. Por estos seres especiales es que el pueblo
nicaragüense se enamoró del FSLN. Y eso es un reto
para toda la militancia, vivir como los santos, (Leonel Rugama)
como estos hombres y mujeres que nos dieron la pauta para seguir
luchando.
La casa
clandestina de Altagracia
La casa estaba situada cerca de la Nunciatura
Apostólica, vecino de una gasolinera, próximo a un
comando de la GN, cerca también de la Iglesia del
barrio se llama Barrio de Altagracia. El comando de la Guardia
somocista hasta utilizábamos de buzón sus
alrededores e inclusive nos parábamos a conversar con los
guardias para despistar cualquier sospecha. También,
había una iglesia católica que aún existe.
Cerca de la iglesia hacíamos nuestras prácticas de
seguimiento, ahí, en una ocasión llevamos a
bautizar a un hermoso niño, que hasta hoy no sé
dónde se encuentra. No quiero morirme sin verlo, para
saber qué ha sido de él, qué ha dicho su
madre de nosotros.
¿Cómo llegamos a esa casa? Después
de la caída en Combate de Julio Buitrago, y de caer presos
Guadamuz, estuve desconectada un largo tiempo de la
gente que estaba de responsable de la resistencia urbana y de la
Dirección de la
organización, el FSLN. Anduve por muchas casas de
colaboradores, mi entereza de carácter, mi fe en el triunfo, la terquedad
de mis principios
nacidos en el contacto con el pueblo me hacían seguir
actuando. Cada casa que me ofrecieron se convirtió en
casas de seguridad y en
colaboradores de la lucha sandinista. Cuando me sentía
ahuevada recordaba a aquellos niños
que se desmayaban en mis clases y eso me inyectaba a mí
sola de esperanza mientras volvía a conectarme. Esas casas
de seguridad que él, Carlos Agüero, conseguía,
era mí una escuela,
sentí que me templé en el acero de mis
ideales, creo que todas las dificultades pasadas, con la mirada
de este muchacho, fueron como pequeños abonos que
fertilizaron su corazón,
no sé si mi forma de ser ayudó a Carlos Agüero
a comprometerse en la forma que lo hizo al incorporarse de lleno
a las filas del FSLN, abandonando sus estudios en la UCA. fue en
septiembre del año sesenta y nueve,
Cuando llegué me encontré con Luisa
Amanda, ya nos conocíamos. Lo que comenzamos a hacer fue
darle cobertura legal a la casa. Montamos un taller de costura de
ropa de mujer, con dos
máquinas de coser, una me la regaló
la doctora OIga Gómez, la otra la consiguieron los
compañeros de "la casa del Mondongo", así le
decíamos a la casa de donde a veces nos llegaba a
través de Luisa Amanda un plato de comida. También
poníamos inyecciones. Todo eso nos ayudaba a nuestros
fines pero también nos permitía un ingreso
económico para ayudar a la organización para que nosotros no
fuéramos carga. Además nos servía para
camuflar las actividades que realizábamos en confeccionar
hamacas, ropa militar y además la escuela política militar que
funcionaba con lo que podíamos inventar.
Marela, era la responsable de la instrucción
político-militar, ese era mi seudónimo. La casa
tenía un rótulo de "se cose " y "se inyecta"
Ahí llegaba una serie de gente clandestina para descansar
o para preparar acciones
urbanas. Llegaban compañeros que venían enfermos,
que entraban del exterior o de la montaña; o que
eran trasladados a otros regionales. Por ello el enmascaramiento
de la casa tenía que hacerse con mucho cuidado. Para darle
naturalidad y mayor seguridad a la vivienda, nos
sentábamos a la puerta, por las tardes, a jugar tablero,
ajedrez o a
cantar, era una casa bien normal.
Luisa Amanda se incorporó a aquel grupo de
cuatro mujeres como si toda la vida hubiéramos estado unidos
por el lazo familiar. El ambiente no
era agresivo a pesar de la agresión de la guardia,
había fraternidad, el compartir la comida si había,
el compartir las preocupaciones, los conocimientos, nuestras
debilidades para superarlas esto fue una escuela de
revolucionarios con mística.
Yo no salía a la calle a ninguna actividad
cotidiana sino que Luisa Amanda; cuando había que poner un
suero, me tenía que arriesgar acompañando a Luisa
Amanda, hasta que ella aprendió, aprendió
rapidísimo, era muy avispada o las dificultades nos
volvieron inteligentes. Con todo ello nosotros podíamos
financiarnos algunos gastos, ayudando
de esa manera al mantenimiento
de la casa; también comprábamos materiales
didácticos para la educación y
formación de algunos compañeros que no
conocían absolutamente nada de cuestiones militares. De
manera muy sencilla, con escasos recursos creamos
una escuelita, donde además de las cuestiones militares
también enseñamos a leer y instruíamos en
cuestiones técnicas
así como inyectar y coser.
Tuve muchos reencuentros con compañeros que luego
de la muerte de
Julio Buitrago nos dispersamos. Seguí encontrándome
con Carlos Agüero. Su cariño y respeto lo
llevó a preocuparse de manera especial por mi seguridad,
se encargó de conseguirme un arma buena, mejor que la
cargaba, pues la que tenia era una treinta y ocho
revólver, viejita y muy dudosa por sus estrías y
aguja percusora. Me regaló una pistola cuarenta y cinco,
CALT, automática, nueva. Me sentí feliz por el
regalo. Luisa Amanda hizo su pedido a Carlos y ella quedó
con la esperanza de tener un arma que le sirviera a estar segura
en todas sus misiones de ser contacto y mensajera del
cariño de todos nosotros los clandestino. Irradiaba paz,
abnegación, amor,
fraternidad, humildad, entrega, una verdadera hija del pueblo con
sus limitaciones superables por su gran inteligencia.
Qué fue lo que pintó en el aprendizaje de
cuadrículas, fue al Ché y después hizo el
retrato de su madre, no conservo nada de eso pues en el fragor de
la lucha borró todo lo material solo fue quedando los
recuerdos imborrables de su personalidad
inclaudicable.
Conocí a Pedro Aráuz en octubre del 69,
fuimos a buscar un buzón de armas a las
fronteras con Costa Rica, se
había hecho este buzón por emergencia, en el
momento en que fueron detectados los encargados de trasladarlas,
fue una misión
pequeña que me permitió ver por vez primera a un
hombre
sencillo, decidido, cariñoso, amable lleno de una
confianza en sí mismo a toda prueba. Simpatizamos mucho,
él comenzó a decirme "La Tía", toda
correspondencia o conversación referente a mi no era otro
nombre que "La Tía". Anduvimos un buen tiempo,
preparándose para una supuesta acción
de gran envergadura, pero a la hora de actuar, fuimos en acciones
diferentes con el mismo propósito, golpear al somocismo.
En esos meses decidió Carlos Fonseca, mandar a Cuba a mi
sobrina Fátima para estudiar y empezar a formar a la gente
de nuestro relevo.
Pedro había sido escogido para realizar el
secuestro del
primer avión de la Nica que se desvió del Salvador
a la Isla de Cuba. La mayor parte de esa preparación fue
hecha en esa casa del barrio de Altagracia, se prepararon los
planes, se alistaron a los compañeros en arme y desarme de
las armas que les asignaron; de las malas armas que llevaban,
porque cargaban unas armas malísimas; aprendieron lo
más elemental y lo más importante fue que se les
infundió confianza en las armas malísimas; la de
Juan José llevaba la aguja percutor en muy mala
condiciones pero ellos tenían una gran seguridad en si
mismo y una gran disposición de realizar la labor que se
les había encomendado que era a toda prueba.
Cuando conocí a René Núñez
Téllez, fue un día que estaba cumpliendo
años. Me lo presentó Pedro, eran compañeros
de clase en la
Universidad.
Siempre nos aconsejaban que no reveláramos la fecha de
nacimiento. Sembrábamos la duda sobre estos datos, por eso
quedó dudosa la fecha, puesto que René cumple en la
misma fecha y me sorprendió esa casualidad, por ello se lo
varié un día; Luisa Amanda Espinosa por esa fecha
me había regalado un queque decorado con el cual
compartimos llenos de alegría detalles que nunca se
olvidan, lo dijimos entre hermanas y eso quedó entre
nosotras. Por su vocabulario, a Luisa Amanda, Pedro le
decía "La más mejor". Ella no se molestaba sino que
se corregía cuando quería decir que algo era mucho
mejor que otro. Esta forma humilde de tomar las bromas nos
demostraba que tenía siempre la chispa encendida. Era
batería puesta siempre esta instalada en el proceso.
Ella se había enterado a través de mi
sobrina, Fátima Avilés Sandino, que se encontraba
en la misma casa, después de una serie hechos ocurridos en
julio.
El trabajo que
hacia René era como de enlace, pues realizaba un recorrido
diario visitando las casas de seguridad para conocer si
existía algún problema o necesidad. Iba a la casa
del "Chaparro" cuyo seudónimo era Payo y a otras
domicilios que posteriormente me enteré que llegaba a la
casa del Cementerio Oriental y a la habitación de
colaboradores como doña Aurorita madre del zurdito
Núñez o la casa del Mondogo. Entonces René
llegaba a casa a diferentes horas, a desayunar, a almorzar o a
dormir.
Hacíamos algunas reuniones ahí dentro de
esa casa, en las cuales aprendimos a soldar, a armar algunos
instrumentos casero de guerra,
ahí nos instruimos con las técnicas para hacer las
minas antitanque," La vietnamita", nos educamos para fabricar
algunas pólvoras y explosivos, pero sólo aquellos
que permitía las condiciones reales en que
vivíamos; las mismas condiciones que teníamos en la
casa y las situación económicas con que
contábamos, porque no existía hasta ese momento
grandes recursos para que nosotros montáramos una
fábrica. Además de que en ese momento la guerrilla
en la montaña no estaba en gran actividad. Había un
proceso de preparación, fortalecimiento, crecimiento y
avituallamiento.
La vida transcurría entre enseñar, jugar,
realizar el enmascaramiento de la casa, sobrevivir con las
actividades laborales de inyectar y coser -ahí
aprendió Luisa Amanda a jugar ajedrez, dominó y
otros juegos de
salón, Por su gran capacidad, aprendió
rápido. Después nos ganaba a todos. Supuestamente
la profesora era yo, y la alumna superó a la maestra. Para
enmascarar la casa, nos repartirnos las obligaciones
domésticas -les enseñaba a cocinar con pocos
recursos, mejor dicho a inventar en la cocina-, aprendían
a inyectar, a coser, a estudiar el marxismo, en
hacer ejercicio para mantenernos en forma, en la
preparación militar, en preparar actividades y participar
en las mismas.
A Luisa Amanda le daba clases para nivelar sus
conocimientos escolares, no era analfabeta pero sí
tenía un nivel de segundo grado, le enseñaba a
dibujar por medio del método de
cuadrículas que consiste en cuadricular con las mismas
medidas el dibujo o foto
que se desea dibujar luego cuadricular con las mismas medidas el
papel donde lo piensas dibujar o pintar así entonces
elaborarla. Eso aprendió con ese método e hizo
algunas fotos, retratos.
Aprendió muchas cosas de cultura
general; logramos juntas avanzar a un nivel de quinto grado, bien
rápido, por su dedicación al estudio.
Intercalábamos con la costura y la enseñanza de desarme y arme de las armas
que llegaba a través de algún compañero.
Siempre andaba tras de esos aparatos con el pretexto de
limpiarlas; lo único que le faltaba a ella era disparar un
arma, nunca había disparado un arma. Por ello aprovechamos
un siete de diciembre, cuando tiran los cohetes como a las seis
de la tarde, nos fuimos detrás de la casa y disparamos al
aire unos cuantos
tiros. Ella se sintió muy contenta, de manera que cuando
fueron las doce de la noche, se había acabado la
munición del magazín de mi arma de reglamento, la
bella cuarenta y cinco.
Le dio seguridad, había completado su aprendizaje,
aunque no había hecho tiro al blanco de puntería
sino un hecho aislado para poder manejar
el golpe de retroceso que produce el arma al dispararse. Lo que
aprendió fue poder tener estabilidad al empuñar el
arma; también les enseñaba tanto a ella como a
Magda, poner inyecciones y suero; cosíamos ropa ajena,
cobrando por su confección, ganábamos para nuestros
gastos. A René lo rogábamos para que nos ayudara,
lo poníamos a hacer dobladillos, lo hacía con mucho
gusto.
Salíamos a hacer prácticas de medidas de
seguridad, realizábamos cuestiones elementales como, hacer
buzones, detectar seguimientos, detectar observador fijo,
practicar contraseñas, etc. de tal manera que la casa
tenía una serie de señales
que las personas involucradas en la seguridad del local las
conocían.
Eran muy alegre estas prácticas pues nos
hacíamos los seguimientos a pié y en
vehículo de tal forma que se nos desarrollaba cierto
paranoicosismo; desconfiábamos de todo lo que no
estábamos acostumbrados a ver en las cercanías del
local. Además, teníamos estudiado todo el
vecindario, desde sus actividades cotidianas hasta sus relaciones
de trabajo, esto nos permitió en el momento de que fuimos
detectados poder tener un margen de ventaja.
También teníamos aprendido cómo
debíamos operar estando todos en el local; cada
quién tenia su misión; manteníamos
vigilancia todo el día con un sistema de rol de
postas para evitar las probabilidades de que nos sorprendiesen;
existían tres mujeres que vivíamos permanente en
esa morada, también nos ayudaban los que llegaban de
huéspedes, cada vez y cuando había un paracaidista,
éste también hacia posta. La posta consistía
en una o dos hora a partir de las diez de la noche,
dividíamos las horas entre el número de personas
que estuvieran en ese momento hasta las seis de la mañana,
que era la hora de levantarse todos. De esta manera fuimos
educándonos para ser cuidadosos con nuestra
vida.
Teníamos pocas armas, un fusil carabina
recortado, que no sabíamos si en realidad disparaba,
porque no tentamos los cartuchos suficiente, solo teníamos
cuatro o cinco tiros, siempre andábamos cuidando los
tiros; lo asociábamos, los limpiábamos, el igual la
mantengamos limpita con el fin de que no nos fallara por ese
requisito, el asunto que siempre los tiros estaban
asoleándose por la mañana en un plástico,
yo tenia mi arma cuarenta y cinco que tenia el cargador del arma
y un cargador más lleno de municiones; la cuarenta y cinco
tiene siete tiros en el cargador más el que tienes bala en
boca o sea ya listo para disparar, siempre se anda con seguro puesto,
con cualquier movimiento se
puede ir el disparador aunque es muy segura este arma por que
tiene seguro de empuñadura, si no le aprietas aquí
no se va el tiro, también tiene un seguro mecánico
y el seguro de percutor, tiene esos tres seguros que
difícilmente se te dispara; otra cosa, ahí no se
habla de que habíamos fabricado unas bombas caseras
efectivas;
Estábamos claros que estas no iban a
ser suficiente por la correlaci6n de fuerzas y armamento pero si
sabíamos que la táctica de la acci6n sorpresa era
bien importante para escapar. Aprendimos filosofía marxista, todas las noches era un
taller de fabricación de armamento casero como parte de
nuestro entrenamiento,
aprendimos a desarmar y armar toda arma que aparecía por
la casa; teníamos en ella un soldador eléctrico,
después fueron dos soldadores, estaño,
pasta de soldar, latas vacías de leche o jugos,
tijeras para cortar lata, martillos especiales; se
aprendió a disparar aprovechando la alegría de los
0cohetes y triquitraque de diciembre, para quitarnos el miedo y
mantener bien el pulso con el disparo. Esto era un gran taller
tanto intelectual como práctico de las artes del
combate.
Hasta este momento las casas de seguridad con estas
características no eran en casa de familias. Hasta
después es que se toma la política de que sean
lugares de colaboradores y que en situaciones extremas en que no
se deba de exponer a una familia, que se
haga un trabajo compartimentado como es montar una escuela o la
preparación de una acción militar, se veía
obligado en alquilar una casa. En este tiempo si se alquilaban
casas, estas casas no era gran cosa, a veces eran cuartos; pero
se trataba de mantener una especie de cuidado, o sea tomar todas
las medidas de seguridad para que no fuera descubierta la casa,
por movimientos o actividades de nosotros, por la misma practica
que se realizaba dentro, por las tareas mismas que nosotros
desarrollábamos.
Hacíamos con mucho cuidado las labores pero en
esos periodos, hubieron muchas delaciones; por descuidos y las
mismas situaciones que teníamos, muy limitado en la
cuestión de seguridad; en lo referente de gente que
colaboraba. Limitaciones como que en toda la familia no
se daban cuenta, era un elemento en ella el colaborador, aunque
adquiriera el mismo compromiso; entonces el personaje clandestino
que se incorporaba tenia que adquirir la entidad propia de esa
familia, de esa manera no se notaba.
Después ya con experiencia, se caía en
alguna casa, de antemano, se conocía las
características y costumbres de aquellos,
integrándonos como parte de la familia. Regularmente se
ocupaba la leyenda de que venia de otra parte, que el barrio no
sabia o no conocía, pero que es normal que un familiar
lejano que llegue de repente; el clandestino va
acomodándose en la familia, entonces no lo ven raro que
llegue ahí una persona por un
tiempo; claro que cuando había exceso de tiempo se cuidaba
mucho de llegar en horas en que la gente no podía observar
las actividades mismas de la casa, sino que entraba a una hora
determinada y no salía en todo el día; se estaba
encerrado en un cuarto todo el día; para salir se hacia un
chequeo de la situación dependiendo del elemento que
habitaba la casa. Pero la casa de la que estamos hablando es una
casa que alquilábamos en donde vivía cuatro
personas clandestinas y que se hacia vida normal.
Luisa Amanda y Magda iban a la pulpería, al
mercado; Magda
muy poco porque era conocida; los lazos que nos unía ante
el barrio era de familiares, y según decían nos
parecíamos en algo; la afinidad, la actividad hacia
afuera, incluso la manera con o que nosotras nos
tratábamos, de una forma fraternal; habla algunas
discusiones de vez en cuando,perono era extraño entre
hermanos, porque nunca hubo resentimientos ni nada que nos
cortara totalmente, seria mentira, decir
que nunca hubo alguna discrepancia, algunas veces en cuestiones
cotidianas, normales en una familia.
René calzaba en ese engranaje como hermano,
entonces la
personalidad que yo tenía era de una persona enferma,
que padecía de una enfermedad incurable, que era hija de
un alcalde de Chontales, que estaba en Managua y que mi hermano
trabajaba en una aseguradora La Inmobiliaria, La Financiera, una
de esas era el cuento. El
otro que llegaba en un mazda rojo, Payo, era el hermano mayor que
nunca se mantenía y que solo llegaba a dejar los reales,
porque trabajaba de agente vendedor en los departamentos. Era
toda una historia montada de que la
gente no podía decir, no es cierto, incluso esa misma
historia le contamos a la Guardia, le conté pues, cuando
llegó porque yo me encontraba sola.
Así transcurría el tiempo y en noviembre
fui a León para la elaboración de un plano de una
acción que se iba a realizar de recuperación
económica en un banco; la tarea
más que todo fue de información, luego regrese nuevamente a
Managua siguiendo la labor en la misma casa; donde Luisa Amanda
salía más a diferentes
labores como, conseguir vehículos para trasladar
a compañeros, recoger alguna colaboración; fue
ampliándose el trabajo de
la casa, hacíamos círculos de estudio con todos los
moradores de la casa. Se conseguía recursos para la comida
y gastos cotidianos de pagar luz, agua,
alquiler. No teníamos acceso a teléfono, eso era un lujo sobretodo en el
barrio en que operábamos.
En estos días de noviembre realizamos varias
acciones militares, mi tarea fue secuestrar un taxi para
trasladar a la escuadra al banco de La Palmera y realizar una
recuperación económica, todo salto bien, la
cantidad era buena para proseguir preparando la
insurrección del pueblo.
En el mes de diciembre nos trasladamos a la
frontera con
Costa Rica; teníamos que recibir a unos hermanos que
regresaban del País; considerábamos que recuperar
unas armas que por fatiga, en la caminata se safornaron, el peso
y la tensión, las habían embuzonado a unos
doscientos metros, cerca del puesto fronterizo; ya
habíamos ido dos veces en esta misma misión, pero
las señales no habían sido descubiertas, estaban
confundidas o habían desaparecido, por eso se tenia que
llegar con la luz de la tarde o del día para estar seguros
del lugar; la tarea era trasladarlas a otro sitio.
Como si fuera a un paseo, subí al
vehículo que nos dejaría en Diriamba para despistar
los enlaces; luego otro enlace nos llevaría a Rivas para
luego llegar al lugar del desentierro, era de madrugada o muy
entrada la noche cuando llegamos al sitio. Este lugar ya lo
conocía de muchas veces que había realizado
misiones como esta. Yo te aseguro que si me dicen que lo haga en
estos momentos, lo pensaría muy bien, por el peligro que
esto significa. Los postas disparan a cualquier ruidito de
quiebre de maleza, entonces que ruidote no hace cuatro personas
que buscan en la oscuridad un lugar donde las señales
pueden desaparecer por diferentes circunstancias. Pero ahí
llegamos "el perro" y Julián Roque, comandados por
López Tirado. Estuvimos mucho tiempo, me parece,
rastreando hasta que empezaron los compañeros a cavar y
sacar las armitas que no eran muchas y trasladarlas.
Regresé a la casa de Altagracia sin
comentarios.
En enero también realizamos otra actividad de
recuperación económica y también me dieron
mi tarea a realizar, todo había salido bien,
estábamos seguros que nuestro compromiso con el pueblo
caminaba en buena marcha. Cuando pasó todo, llegué
a la casa y me recosté en un sofá de la sala;
necesitaba calmarme, mi corazón estaba acelerado, mi
sistema
nervioso engarrotado, tenso; nadie sabía en la casa de
donde regresaba, sólo René, pero no estaba, por eso
necesitaba descansar; pero luego ya estaban las noticias con
mucha bulla y las mujeres que vivían junto con mi sobrina
me miraban interrogándome con la mirada, por la
coincidencia de mi salida, sin embargo yo callaba y no le daba
importancia a las presiones sutiles de mis
acompañantes.
Esta casa se hizo famosa, fue detectada, o denunciada
por los que en horas de la mañana fueron
capturados.
Posteriormente supimos los antecedentes. Habían
robado en otra casa clandestina situada en la colonia Miraflores,
era ahí donde vivía "el chaparro" Sánchez
Sancho hijo de "chagui te"; los muebles que se encontraban
ahí eran de la "China Chow";
la propaganda de
la acción de recuperación económica al banco
"la Palmera" estaba regada en el piso; no habían robado
muchas cosas, sino aparatos eléctricos pequeños,
pero el ladrón denunció para tapar su abuso de
entrar en el local. A partir de eso el "chaparro" ordenó
desalojar el local y trasladar todos los muebles y cosas que
habían quedado a diferentes puntos, la casa de Altagracia,
en la casa del barrio Oriental, por el Cementerio, donde
según nos enteramos después, vivían los
compañeros Rugama, Núñez y otros mas; y el
resto a una casa que habían alquilado en la colonia
Dambach.
Ese se considera un grave error de violación de
las medidas de seguridad. La OSN de 'Somoza emprendió un
seguimiento y uno a uno fueron cayendo los locales y los
participantes de ese traslado. Uno de los prisioneros que se
considera de los primeros fue Oscar Benavides y su hermano por la
camioneta que utilizaron, luego no se cómo fue detectada
la casa donde se encontraba Leonel Rugama, Roger
Núñez y otros.
En la casa de Altagracia también nos llevaron
nuestra parte de cosas, entre ellas la ropa que iban dejando los
compañeros que entraban al Pals y pasaban a la vida
clandestina. Discutimos con René y decidimos que
desalojaríamos el local lo más pronto posible.
Realizamos un plan. Primero
saldría Luisa Amanda a buscar algún colaborador que
pudiera alojar a una o dos personas, o conseguir una casa de
alquiler para hacer el traslado poco a poco, sin llevar nada de
la casa, porque sentíamos de que ya no ofrecía
seguridad, por el mismo hecho de haber trasladado cosas de donde
habían robado, regresando al sitio, fijándose en
las señales. Luego saldría Magda, quien
buscaría donde quedarse no llevando nada sino sólo
su ropa que llevaba encima y una mudada. Si Luisa Amanda no
regresaba al medio día, Marela entendería que
sólo había encontrado alojamiento para ella y
procedería a movilizarse a otro sitio, dando un margen de
dos horas. René se iba porque tenía otras cosas que
hacer, no entrando en esta acción de desalojo, pues
él llegaba temporalmente en forma rotativa. Lo previmos
que desalojaríamos la casa.
Antes de llevar a efecto este plan, nos habíamos
distribuido las tareas de la casa; en las cosas que llegaron
había mucha ropa, treinta y seis camisas todas blancas,
que usaba el Efraín, tenia un exceso de ropa,
también esa era parte de lo que dejaban otros
compañeros cuando se iban al campo o a la montaña;
entonces no llevaban este tipo de ropa sino azulón y
manta; estaban sucias, entonces, nos distribuimos entre las tres;
la cuestión que cuando llega la Guardia, ya nosotros
habíamos casi terminado, yo estaba con mi parte, tenia en
una lata hirviendo para que quedaran bien blancas, la que iba
terminando iba saliendo.
Posteriormente supimos que Magda había sido
apresada a unas cuadras de la casa y sin rumbo conocido; ella
salió como a las trece hora o sea la una o una y media de
la tarde. Yo, Marela, no sabia nada de lo que estaba ocurriendo
fuera, ni noticias recibía, todo era normal.
Salí al corredorcito que daba al patio en donde
teníamos todos los servicios de
lavado, baño e inodoros; el patio por lado del fondo daba
a un cause y a la izquierda de la casa teníamos una vecina
que era mi comadre por su niño chiquito; la
cuestión es que no se. encontraba la señora ni el
señor sino sólo los chiquitos, tres o cuatro
niños entonces cuando me salgo a ese corredor a mi lado
izquierdo veo que apareció un fusil cerca del cerco de
púas del vecino, que daba a un cause, posteriormente el
cuerpo de un militar muy alto, moreno, bastante moreno y unos
guardias que irrumpieron en la casa vecina donde se encontraban
los niños pequeños, la madre junto con los grandes
habían salido; los grandes tenían una edad como
trece o quince años y los pequeños de cuatro a
recién nacido, este último fuimos sus padrinos de
bautismo Rene y yo. No sabía qué hacer. No se si
regresarme, ir para dentro de la casa o quedarme ahí
normalmente sin despertar sospechas. (opm) o por lo otro,
regresar al interior de la casa y meterme en el cuarto donde
había una ventana pequeña que daba un pasadizo o
portón que se observaba la casa vecina y se miraba todo el
patio. A partir de aquí hubo decisiones
rápidas.
Estaba sola, probar comprobar si ya tenían pistas
verdaderas y me dirigí a los guardias que se asomaban a la
letrina y los interrogue para saber que buscaban, los guardias no
estaban muy enterados de su misión o no quisieron darme
una respuesta coherente, me dijeron "buscamos a unos
ladrones".
Tuve momentos de zozobra, pensé abrir fuego
contra aquellos que estaban violando la intimidad de la casa de
mi vecino; ahí dejaron revuelto todo y los niños
lloraban asustados. Fui al cuarto dormitorio para intentar
suicidarme, digo suicidarme porque yo creía que eran
sólo esos tres que entraron en esa casa, no había
visto la calle, eran muchos, no puedo precisar cuantos, 'Pero
eran dos Jeep largos y dos carros grandes de seis u ocho
cilindros de los que usaba la OSN en aquellos años.
Podré asegurar que eran más de veinte tipos
malencarados y armados hasta los dientes.
´Me di cuenta sí, que la guardia no me
determina y me calmo un poco, pongo mi arma nuevamente debajo del
colchón del catre y me regreso al patio. Hasta ese momento
el guardia gordito se ha metido en la letrina y se asoma en el
hueco. El hombre alto
se ha metido a la casa vecina y registraba la ropa del mueble
llamado ropero, revuelve todas las camas y deja todo desordenado
el aposento de la señora vecina. Me acerco y vuelvo a
interrogar al guardia y este me dice "no se, sólo se que
buscamos algo". Yo me pongo a pelear con el guardia y le digo
"cómo es posible que los manden a una misión y no
sepan qué andan haciendo, que entren al fondo del inmueble
y no saben que tienen qué hacer, que se metan a una casa,
le falten al respeto a la gente y no sepan qué
buscan".
Bueno, dije hasta lo que no sabía qué
decir, esto me sirvió de desahogo y para tomar valor, por
ultimo el guardia me volvió a decir lo que antes me habla
asegurado de ladrones. Entonces yo no seguí discutiendo
con el guardia sino que me fui para el interior de la casa,
cuando en ese momento estaban tocando la puerta de la
calle.
En el momento que tocaban la puerta yo pensaba que no
debía dejarlos entrar, porque en el interior era un taller
donde todas las noches se preparaba armas caseras. También
existían sustancias químicas para hacer algunos
explosivos; aprender a hacer algunas combinaciones de sustancias
que produjeran la explosión de esas minas que nosotros
aprendíamos a fabricar, y que diera como resultado un
instrumento de defensa.
En esa situación, yo sentía que era
responsable de darle respuesta a ese momento, entonces con todos
esos temores yo me fui a la puerta. Primero me
asomé por la persianas de vidrio que daban
a la calle, la parte delantera de la casa era de cemento con un
ventanal de vidrio y el resto de madera como
minifalda, que le llaman, o sea una altura de cemento y luego
hasta llegar al techo de madera; la parte occidental de la casa
compartía la pared de cemento de la casa vecina.
Prácticamente no era una construcción fuerte, no muy segura en lo
que se refiere a su estructura
arquitectónica; una casa sencilla que todavía
existe.
He pasado muchas veces por ese lugar, he querido entrar,
lo hice en una ocasión, con el fin de hacer una
remembranza de aquellos momentos difíciles no puedo decir
que fueron momentos en la cual yo demostré
valentía, al contrario, lo que más sentí en
ese momento es que se me desarrolló una capacidad de
autodefensa, de utilizar todos lo medios
posibles que tenia a mi alcance, más que todo intelectuales;
utilizar en ese momento todas las artimañas para
engañar al enemigo y conservar la integridad física; dentro de la
casa no existía otra persona que fuera a perder la vida
por un desacuerdo en las declaraciones que se pudieran dar, sin
saber en ese momento, ni pensar en ese momento que podía
estar ocurriendo otra cosa detrás de esto. En ese momento
no analicé, ni analizaba la posibilidad que hubiera
algún antecedente político por la cual la guardia
estaba llegando al lugar donde yo me encontraba.
Al llegar a la ventana de vidrio traté de pegar
el rostro para desfigurarlo, medio abrir la ventana, para conocer
cuáles eran las intenciones de la guardia al querer
penetrar. Me gritaban que abriera la puerta.
Oué hacer? Todo fue rápido. Tenia que
aprovechar que no estaban seguros, si hubieran estado seguros no
hubieran titubeado tanto, pues anduvieron preguntando; y lo
más importante es que no habrían contradicciones,
estaba sola. Trataría de ver si podía escaparme en
un descuido de ellos. Muchas cosas positivas llegaron a mi mente
y comencé a jugar el riesgo. Fui a la
ventana y realicé las operaciones que
había acordado con los demás compañeros,
quité un lazo rojo cuyo significado era "peligro",
abrí las persianas que también significaban
"cuidado y el enemigo ha estado"; fue muy rápido y de
forma natural, abrí la puerta cuando el que comandaba el
pelotón, un tal teniente Bayer, costeño,
grandullón, me ordenó que abriera la puerta; yo les
dije que necesitaba que me explicaran lo que estaba sucediendo,
dije, "qué pasa ?" Y muy legalista les pedí que me
entregaran la orden de allanamiento; que yo era una persona
enferma y me provocaba alteraciones el que llegaran de esa forma
y que no me explicaran lo que estaba sucediendo Ellos no me
atendieron ni me explicaron nada sino que ordenaron nuevamente
que abriera la puerta, que si abría la puerta me iban a
explicar. Entonces yo abrí de una sola vez, en pampa. Era
una hoja de puerta amplia. Penetraron con mucho temor. Los hice
pasar a tres de ellos a la salita que siempre estaba muy
limpia.
La Guardia llegó y me interrogó, pero no
pudo descubrir absolutamente nada. En ese momento estaba, en los
barrios orientales, un enfrentamiento; yo lo pude escuchar a
través de las comunicaciones
que hacia la Guardia con el cuartel central, por eso me di
cuenta; fue un quince de enero.
Cuando estaban en la salita la que comenzó a
interrogar fui yo, y les pregunte "qué desean?" Pero me
empezaron a interrogar a cerca de quienes vivian en esa casa, con
quienes vivía y hacIa cada una de las personas,
también de dónde _ramos y los nombres de cada uno
de nosotros.
Los nombres que en ese momento conocía eran todos
los seudónimos de los compañeros, sin embargo hubo
un momento en que las descripciones que me pedían de cada
uno, las fui dando en una forma tergiversada, inventando algunas
cualidades del vecindario, o de los que tenia al frente. De tal
manera que si llevaban algún dato especifico, era
contradictorio y los desorientaba. Yo les expliqué que era
de Chontales, que toda la familia era de Juigalpa, estaba
enferma, que estaba en Managua porque me esta haciendo un
tratamiento en el Hospital Bautista, mi padre era un alcalde en
Juigalpa y casualmente el nombre que estaba utilizando o el
apellido de una persona que había sido alcalde y que la
compañera esa, la hija de ese señor había
sido compañera de estudio en la Normal de San Marcos donde
yo estudie magisterio. Utilice todos los datos de esa persona
amiga, ocupé esa personalidad. Actualmente da la
casualidad de que los sobrinos de esa compañera de estudio
ahora están integrados al FSLN, la militancia, ella es
Maruca Figueroa, prima o tía de estos muchachos. De tal
manera de que si la Guardia investigaba la existencia de este
señor se podía verificar de que sí
existía. Me agregué entonces el Marela Mariela, eso
también fue un momento en que se me agilizó la
capacidad inventiva, iniciativa en desarrollar una serie de
leyendas que
permitieron de que conservara la ecuanimidad cuando la guardia
trató de registra o catear la casa. Yo sentí que me
habían creído mi relato, procedí a
invitarlos a un refresco, una coca cola con
un trago. Fui rápidamente y saqué en las cosas que
habían llegado la noche anterior, una botella de ron; la
cual fui con la velocidad del
trueno para ponerla en la mesa de la sala.
La sala siempre estaba preparada, había una bomba
incendiaria debajo del sofá donde estaba sentado
Bayer.
Mi preocupación era que fueran a descubrí
la lata que contenía la bomba y que provocara, en vez de
lograr el objetivo que
esta propuesto, se me cayera toda la leyenda que yo había
estado contando. Ellos tomaron confianza e incluso me
agradecieron mucho el que les hubiera invitado a tomarse un
trago; me explicaron que estaban en horas de trabajo; yo les
insistí que un trago no era dañino, que nadie se
iba a dar cuenta; que ahí yo vivía con mi hermana;
yo no les mencione que éramos tres mujeres, pues sin saber
ellos buscaban tres mujeres; que tenia un hermano y
describí a René con agregados
importantes, con algunas característica rápidas,
pues estaban procediendo a recoger a toda la gente de la cuadra.
Primero a los hombres luego a las mujeres y los jóvenes,
entonces en esa redada, me subieron las tres veces en el jeep de
la guardia que estaba llevando a la gente para
investigarla.
El relato que yo había dado era aceptable tanto
para ellos como para el vecindario. No existía sospecha
del lugar, lo que nos aseguró que había sido bien
preparado el enmascaramiento de la casa. Nadie podía
señalar que ahí se movía algo del FSLN.
Teníamos amistad con el
vecindario, yo incluso me cruzaba la calle, cuando empezaba a
caer la noche, a conversar con una señora del frente que
era costurera también. La vecina de un lado y otro
había amistad. Una amistad que no perjudicaba la seguridad
de la casa sino que al contrario fortalecer el enmascaramiento o
manto de la casa clandestina.
La guardia volvió a tomar asiento y toda mi
preocupación era la bomba incendiaria que estaba debajo
del sofá, donde se sentó el teniente con todos los
oficiales. Y que siguieron interrogándome y yo repitiendo
la misma cosa.
Ellos se comunicaron por radio de la
patrulla, comenzando a informar lo que estaban procediendo y que
no habían encontrado nada en esa cuadra y que necesitaban
que les dieran nuevas orientaciones. Les ordenaron que recogieran
a los hombres, yo me quedé sentada en la acera de la casa;
me senté ahí a conversar con un guardia y
repetirles mis preguntas del porque de la presencia de ellos, que
pasaba, y siempre el guardia contestaba que no sabia nada
insistí les dije que era increíble que no supiera
nada con tanta movilización de gente y vehículos.
Prácticamente toda la cuadra estaba llena de guardias. En
esa conversadora se oyó una comunicación, después que
habían cateado todas las casas acepto la mía,
seguía sentada en la acera tratando de darme valor, y lo
de que había un enfrentamiento armado en el barrio
Oriental, también informaban que había muerto un
sargento, un guardia, que una tanqueta iba para esa
dirección, que una avioneta iba sobrevolar alrededor de la
casa, que iban a cazar a los hijo de putas, como ellos se
expresaban, esas fueron las expresiones de la
radio.
Yo sentí que si me descubrían, seguramente
no iba a quedar viva, porque yo era muy terca, seguro que no
deseaba que me torturaran. Entonces con esta inquietud
traté de irme del lugar, fui a traer una coca cola,
tomé mi arma, la envolví en un mantel que esta
tejiendo. Era una actividad que en mis momentos de descanso o de
demasiada tensión de trabajo, mi manera de relajarme era
realizando esta actividad, a veces hacia algunos manteles
grandes, cobertores o tejía cosas de niño los
vendía y era un recurso para mantenernos, la
situación de FSLN era muy dura, no tenia grandes
cantidades de colaboradores. Tenia unas grandes limitantes
económicas y de recursos.
La situación de ese momento fue la
más difícil para decidirme. Trate de huir,
tomé la botella de coca cola, mi pistola enrollada en el
mantel y sin cambiarme zapato, de chinelas, camine hasta la
esquina que quedaba a una veinticinco varas de la casa,
crucé la calle, a unas quince varas quedaba una
pulpería, pero no logre llegar a la pulpería porque
hablan dos carros grandes tornasoles que tenia la OSN, para mi
fue una sorpresa, pensé que esos carros estaban de
casualidad, uno hacia la izquierda de la esquina y otro a la
derecha del otro lado de la esquina; uno de los carros, el de la
izquierda que es donde yo crucé, me llamó, me
exigió que regresara.
Sin perder la ecuanimidad le pedí permiso al
civil que me había parado, de comprar una coca cola,
porque estaba haciendo calor, era en
el mes de enero, fecha en que cae abatido el peta Leonel
Rugama y otros compañeros que estaban en la casa de las
inmediaciones del Cementerio Oriental, quince de enero,
había un fuerte calor además del estado de
tensión que yo sentía, sudaba, tenia sed. Lo
único que hacia era ir a comprar ese liquido,
además de ir a dejar un encargo de costura que necesitaba
entregar. El guardia civil no me puso atención, ni al paquete que llevaba ni a la
coca cola que iba a comprar sino que me ordenó que
regresara porque no podía salir del área de donde
estaban ellos. Para no despertar sospechas le pedí que si
me preemitía mandar a un niño, me dijo que si,
entonces mandé a la pulpería, pero en verdad yo no
tenia deseos de la gaseosa ni de nada. Yo trataba de llegar a la
pulpería, si llegaba ahí al salir podía
tomar otro rumbo y desaparecerme de ese lugar.
Al regresar a la casa, un poco más calmada y que
no me registraran, me senté en el mismo lugar con el
paquete del mantel donde tenia mi pistola, decidida a actuar de
acuerdo a cualquier movimiento de la guardia, ya fuera cateo u
otra acción u ordenaban apresarme junto con todos los que
hablan sido arrestado.
Me interrogan nuevamente sobre un carro y una camioneta;
la camioneta decían que era marca opell, un
número de placa que no recuerdo, un color y ciertas
características de la camioneta. En ese momento
recordé que en la esquina hacia arriba, dando la vuelta de
la esquina había una señora que tenia un vehiculo
con las mismas características pero que la marca no
coincidía, era una persona que viajaba a Costa Rica. A
manera de explicación, nosotros nos conocíamos toda
la zona a diez cuadras a la redonda, era una tarea importante que
nosotros teníamos que realizar estando dentro de una casa
clandestina, siempre que se realizaran actividades como la que se
realizaba en esa casa. Debíamos tener información
sobretodo del área donde nos movilizábamos, si era
posible conocer a la gente, recoger sus nombres y tratar de
familiarizarnos con esos nombres, conocer detalles que nos
permitiera tener cuidado de nuestra
movilización.
Yo bahía recibido entrenamiento en el exterior,
recibiendo algunos cursos que me permitían ayudar en la
preparación militar de la gente que llegaba a esa casa. La
inteligencia y contrainteligencia, cosas mínimas, chequeo,
contra chequeo, romper el seguimiento, hacer buzones, detectar
buzones, hacer seguimientos etc, en fin eso no permitió
conocer el lugar, tentamos cinco buzones en la zona para
emergencias, memorizar placa de vehículos, color, placas
de una sola mirada; describir personas con unos segundos de
observación. Detectar
Sospechosos en nuestro paso. Esto constituía una
formación constante. Utilizábamos los métodos de
enmascaramiento. Eso contribuyó, en toda la gente que
llegó posteriormente a la presencia de la guardia, no
cayera, no fuera descubierto.
Cuando me regreso, no poder comprar la coca cola, de que
me doy cuenta, de que estoy controlada, de que en la zona solo
quedan los niños y una familia y yo. Prácticamente
si hacen una nueva recogida, llevarían todo lo que
quedaba, entonces, ese momento se torna muy difícil; yo
trato de quitar todas las señales que podían
quedar. El lazo rojo significaba "Patria Libre o Morir" y si no
lo quitábamos significaba que la casa no había sido
detectada, que estaba libre de sospecha, que se podía
llegar con toda confianza; además de las otras
señales que todos las conocían, los que
forzosamente tenían que llegar. No era mucha la gente que
estaba enterado. Nadie podía llegar a la casa si no era
acompañado por la gente que conocía estas medidas
de seguridad. Si tenia que seguir llegando por equis motivo se le
decía una de las señales como era la del lazo; si
no estaba tenían que seguir de largo sin acercarse mucho.
Había una cortina en la misma ventana, que si estaban
corridas o abiertas, significaba peligro, que se tenia que
chequear bien para llegar y la otra señal era las
persianas, si las persianas estaban entrecerradas no había
mucho peligro. Pero si estaban abiertas y todas las otras
señales significaban que la casa esta perdida, quemada.
Esas señales estaban establecidas, había que cuidar
que estuviera hecho, por eso fui a verificar y luego me fui a
sentar a la acera.
Me interrogó sobre la camioneta opel, sobre el
automóvil mazda rojo, sobre las tres mujeres y sobre a
existencia de dos hombres. Sobre la camioneta opel, bueno
respondí lo que anteriormente dije. La señora
viajaba a Costa Rica, que era comerciante. Nosotros
sabíamos toda la historia, se la conté a la
guardia, de tal manera que la guardia fue y capturaron a la
señora. Les pregunte si buscaban a contrabandistas o
traficantes, ellos no me contestaron.
Después me preguntaron por las tres mujeres. En
la casa vecina del costado de abajo, occidental, era una
cuartería, ahí Vivian tres mujeres entre ellas una
era jorobadita y también cosían, también
vivian dos hombres que eran taxeros, asocie todo, dando
referencia del vehículo que estaban buscando, pero no
sabia de marcha parece ser que además de chóferes
de taxi eran mecánicos, siempre hablan vehículos en
plan de arreglo. Haciéndome que no sabia nada les hice una
descripción de o la vida de ellos, de los
alborotos de borracheras incluso; se fueron directamente a
capturar a las mujeres. La jorobadita fue la subió de
último en el jeep. Yo sentí mucho pesar cuando vi.
lo que estaba sucediendo, me sentí muy mal, tuve que
morderme, voltear la cabeza, respirar fuerte y pensar que eso no
era importante pues como no conocían nada de lo que
querían los guardias al fin y al cabo no les
dejarían detenido mucho tiempo, lo importante era ganar
tiempo.
En la última orden que le dieron al jefe de
operaciones de recoger a lo restante, yo lo escuché porque
estaba muy cerca del radiopatrulla, tomé de manera muy
natural mi paquete y me dirigí decidida a abordar el jeep.
Haciendo el propósito de que en el camino
aniquilaría al chofer, pero que no podía llegar
viva donde seria interrogada, torturada, violada, que no
soportaría tanta presión,
sentía que sabia muchas cosas, que seguramente no
podría decir nada y por tanto sufriría mucho sin
saber hasta cuánto podría soportar. Pero en ese
momento los niños, los hijos de la comadre empezaron a
llorar fuertemente con gritos diciéndome madrina, "madrina
no se vaya". Esto me salva porque el teniente dice
"bájese, quédese cuidando a los niños". Yo
bajo con una gran confianza, con toda la confianza del mundo,
pero me quedo cuidando a los niños.
Vuelven a comunicarse con su clave de "z" no sé
cuanto y cerro; yo me imaginaba que era las oficinas de la OSN en
la loma de Tiscapa. Ahí donde estaba lo tétrico
donde metían a los prisioneros a los subterráneos, lo que se contaba entonces.
Me imaginaba lo peor, nuca conocí esos lugares pero se
sabía que habían asesinado a muchos como el caso de
David Tejada. Aquí estaba Samuel Genie de una larga
historia de crímenes y jefe de la OSN. La orden que
reciben es que se retiren. Volví a revisar si había
cumplido con quitar, correr y abrir. Esto se me convirtió
en una obsesión por la envergadura que podía tener
si un hermano de lucha regresaba y a lo mejor moría por
una falta de cuidados. Volví a sentarme en el mismo lugar.
Al darles la orden de retiro les dicen que deben dejar a un
hombre como puesto fijo para que siga observando el lugar para
ver si no se realizan movimientos raros. Me quedé
esperando que se retirara todo el operativo con el objetivo de
ver quién era el tipo que se quedaba y poder maniobrar con
cuidado.
El civil que quedó se paseaba, se cruzaba la
calle de esquina a esquina, luego regresaba al punto inicial. En
ese momento yo entré y comencé a cruzar la ropa en
sacos tanto la que hablamos lavado como la que nosotros
fabricábamos (hamacas, camisas y ropa ajena), las dos
máquinas de coser donde la comadre. Ya caía la
noche y la señora había regresado. Ella
comenzó a interrogarme por lo que le estaba entregando
todo ese material, "qué pasaba, qué sucede,"
decía. Que si yo era del FSLN, si yo era la gente que
andaban buscando, etc. Yo traté de tranquilizarla, que no
se preocupara, pero si llegaba la guardia y le preguntaban por
las cosas que dijera que no, que se las habían pasado y
que las tenia ahí esperando que las pasaran recogiendo,
pero que las máquinas de coser que no las diera, que eran
de ella. Como la guardia no regresó, la señora se
quedó con todo.
Hasta los ocho días después, como la casa
quedó a obscuras, empezaron a sospechar de la casa, lo
cual quiere decir que en la delación nadie
señaló exactamente el sitio suerteramente y en el
vecindario no existía sospechas, lo cual quiere significar
que la casa estaba limpia y que el error fue el traslado de
muebles hecho por René.
Nosotros tentamos un rótulo que decía SE
COSE Y SE INYECTA. Pero ese rótulo, la noche anterior, el
mismo hijo de la vecina, la comadre, habla estado jugando con el
tal rótulo, por estar molestándonos, el muchacho de
unos catorce o dieciséis años, era como enamorado
de la Luisa Amanda, ella se llevaba muy bien, y bueno por azares
del destino, por molestar nos escondió el rótulo
arriba del techo; estaba amarrado con un alambre de unas argollas
sobre un tubo galvanizado sobre el techito de la acerita de la
calle que hacia una especie de porchecito; entonces quedó
sobre el tubo sostenido con el techo; por tal razón la
guardia no detectó de que el rótulo que ellos
buscaban, en varias preguntas me insistían por el
rótulo y a mi me extrañaba tanto que ni le daba
importancia.
Hasta al final que yo ya estaba lista para abandonar la
casa, revisé las municiones, unas cajas donde había
estas cosas, el fusilito recortado, todo eso se quedó en
su lugar, pues dejarlo a la comadre era comprometerla. Lo de
más valor que nosotros teníamos eran las
máquinas de coser, a nivel económico.
Tomé mi envoltorio donde tenia mi pistola y
bajé por el cause que estaba al fondo del patio de la
casa, caminé sobre el cause hasta llegar a una cuadra de
la nunciatura, luego subí a encontrarme con una iglesia
que existe en Altagracia, entré a la iglesia,
contrachequié, para ver si no llevaba seguimiento; me
hinqué para no despertar sospechas. Salí y
caminé dos cuadras, hablan muchos guardias colocados en
forma estratégica, no estaba tan limpio el paso, en cada
esquina había un guardia. Yo cruzaba frente al guardia
nunca traté de pasar por detrás, y le
sonreía al guardia más que planificado por temor o
nerviosismo.
Encontré una pulpería (tienda de abarrotes
o venta), entre
para verificar si no llevaba cola. Posteriormente doblé
hacia la izquierda y como a unas tres cuadras, tomé un
taxi. Llegué a la esquina de la Bolívar
donde quedaba la tienda de las camas Luna, ahí tomé
un autobús que decía Colón, este. Bus hacia el recorrido por
la calle Colón, pasaba por la casa Pellas de la antigua
Managua, iba sobre esa calle hasta llegar al tope del cine
Trébol, y bajé en el trébol, cerca de
ahí había un hotel que se llamaba Estrella. Fui caminando
llegando a la calle que quedaba la casa de las baterías
Hasbani. Detrás de ese hotel vivía una familia que
después de la muerte de
Julio Buitrago, por un accidente llegue a esa, ahí se
preparó el secuestro del Avión de La Nica, con
Guadamuz.
Llegué a esa casa, entre de una sola vez hasta la
cocina, llegue de improviso, la familia quería que me
fuera, pero yo estaba ya en la cocina porque ya tenia experiencia
de casos anteriores de que cuando la gente me miraba, se
asustaban, me decían que no podían tenerme en su
casa, me devolvían de la puerta, y tenia que volver a
empezar a idear donde alojarme para salvarme de la
persecución. Entonces « con esos antecedentes de una
o dos veces me había ocurrido, por eso esa vez entre hasta
el fondo de la vivienda. La señora lloró, me
rogó que me fuera, a pesar de mis explicaciones del
peligro que ocurriría de si me encontraba en la calle, me
tomarían presa, a lo mejor no solamente presa sino que
matarían y que esa situación ocasionaría un
sentimiento de culpa para ellos para toda la vida, mientras que
si me protegían nadie sospecharía si todo se hacia
bien; si no comentaban en el vecindario, que yo era sandinista,
que debía decirse que era un familiar que había
llegado enferma. Empezamos por construir una leyenda nuevamente
sobre la estadía en esa casa. Se notaba que era un poco
difícil puesto que para entonces los periódicos
habían publicado mucho sobre mi persona, sobretodo
Novedades, por lo que opté por estar siempre en un cuarto
encerrada sin hacer el menor ruido.
Así estuve hasta que me trasladé a otra casa, por
cuestiones operativas en esa casa no podía seguir
permaneciendo. Estuve quince días. .
La casa
clandestina de Inés
No se si sabrán que cada casa tenía un
nombre especial que la distinguía de las demás, con
el fin de, cuando se refería de ella frente a personas que
no tenían porque saber su existencia, se guardaba su
seguridad. No quiero decir sus nombre porque a veces no los
recuerdo y otras me da pena herir susceptibilidades por los
nombres, pero decir algunos, por ejemplo esta le llamaban "la
casa del abandono". Inés era una persona muy nerviosa, de
carácter muy fuerte o pleitista; había días
que ella era como un pan, pero había días que
negaba hasta los buenos días; no sabría decir
cuales eran las causas, pero supongo que intervenía la
situación general del país.
La madre era una señora muy cariñosa pero
temerosa de conversar mucho, era una señora muy mayor que
su vida transcurría en ir al mercado prepararle los
alimentos a su
hija, ayudar la económicamente con la venta de nacatamales
que ella misma fabricaba. No era una casa muy grande, eran dos
puertas que daban a la calle, una era la sala a lo inmediato el
comedor, un patiecito muy estrecho, una acerita que de inmediato
estaba el cuarto de In6s luego el de la madre y al final la
cocina; la otra puerta separada por un tabique de madera, en
buena parte del tiempo In6s lo alquilaba a estudiantes; quedaba
muy cerca de dos Institutos importante, El Ramírez
Goyena, donde funcionaba la Normal de Managua y por la noche el
Cervantes, y
el colegio Bautista. En ese local, que cuando era ocupado por
nosotros, la puerta de la calle prácticamente quedaba
clausurada por seguridad, por la parte interior había una
puertecita que se comunicaba con el resto de la casa; los muebles
que existían en ese cuarto era un canapé de madera
sin colchoneta, que servia de cama, y una mecedora antigua, en la
parte final del cuarto estaba la biblioteca, esto
permitía leer algunas novelas de buenos
autores. Muy cómodo el lugar.
Muy temprano, a las seis de la mañana, se
oían las noticias, buena costumbre que me permitía
estar en contacto con el exterior. Me enteré de la captura
de René y de muchas capturas en esos meses. A pocos
días de llegar ahí, Inés me mostró
una revista
llamada Grafico América, editada por la secretaria de la
presidencia donde podía ver mi fotografía
junto a la de Tomás Borge, Germán Pomares y otros.
Ya Inés como buena periodista sabía quien era
yo.
Entonces, llegue donde Inés González, una
mujer periodista, maestra y profesora de Educación Media.
Estando en esa casa, conocía noticia de la
deserción de "Payo" el hijo de Sánchez Sancho. En
esos días habían llegado al país un
contingente de compañeros que había recibido
entrenamiento en el exterior, asacar Turcios, Julián
Roque, Polo Rivas. Aquí permanecí de enero hasta
mayo de 1970. Este periodo fue de mucha represión,
murió Leonel Rugama, Roger Núñez,
habían apresado a una gran cantidad de gente como Oscar
Benavides y familia, René Núñez, en las
inmediaciones de la colonia Dambach. La persecución que se
desata se observa que fue alrededor de la relación de los
muebles trasladados, lo cual reafirma la experiencia que era
mejor perder lo material y no la vida de tanta gente.
Era una experiencia dolorosa, muy dura. Pero esto fue
sentando las bases de desarrollar una madurez y estabilidad, una
actitud
inclaudicable y de participación constante, de vivir en
esa clandestinidad con la firmeza, la seguridad de que el triunfo
lo teníamos que lograr y que por esa razón
jamás, a pesar de lo duro, de lo estrecho, de lo
difícil, de lo incomprensible para mucha gente de la
clandestinidad, constituyó una valiosa escuela que
forjó a la militancia del FSLN durante todo el tiempo que
duró esta bregar por la liberación.
En abril entrega su vida al altar de la Patria, Luisa
Amanda Espinoza, dando muestra de su
capacidad de combate, 'su mano no dudó en defender con la
misma arma que el somocismo atacaba las ansias de libertad de
los nicaragüense, su práctica de tiro al blanco fue
perfecta, se graduó para la posteridad. Vivió entre
nosotras con un ansia de aprender el arte de la
guerra para que llegara el momento de expresar de qué
estaba hecha. No aspiraba a ir a un salón de belleza, o a
cumplir sus obligaciones de mujer común sus aspiraciones
estaban muy lejos de quedar en tan poco, su fuerza estaba
en su voluntad de luchas por una Patria Libre. Tenía muy
claro su papel en el momento preciso, poseía todas las
capacidades de hembra con el condimento de Patria Libre o
Morir.
A esta casa llegaba José Benito, Oscar Turcios,
"pepsi cola" era Narváez quien era el que más se
preocupaba de si estaba cómoda, quiero
decirte que yo no necesitaba mucho para sentirme cómoda,
suficiente con que la familia me aceptara. Ayudaba a la madre de
Inés a hacer nacatamales, de ahí salían
algunos donados para diferentes casas que conocía
"pepsicola".
En abril asistí a algunas reuniones con artistas,
pintores que comenzaban a diseñar su participación
en la lucha revolucionaria. Ahí me encontré varias
veces con Camilo Ortega, un joven menudito, agradable, con un
rostro siempre feliz. Era por la casa Pellas, en un segundo piso,
en un portón muy estrecho con unas escaleras muy
empinadas, ese es el recuerdo de la sensación que
aún conservo.
Autor:
Olga María Avilés
López
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