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El baúl. Apuntes para su historia (página 3)




Enviado por Angel M. Bravo



Partes: 1, 2, 3

En 1872 el presidente Guzmán Blanco estuvo en El
Baúl, procedente de Apure, donde había estado en
campaña. Algunos epidemiólogos de comienzos del
siglo XX afirman que con estas tropas infectadas de malaria
llegó el paludismo a la
zona.

En 1873 el Departamento Girardot tenía 1.973
casas y 13.389 habitantes. La parroquia El Baúl
tenía 10.015 habitantes distribuidos en 1.442 viviendas, y
Sucre tenía 3.374 personas en 531 casas.

En 1880 la iglesia estaba
en ruinas y los bauleños le escribieron una carta a
Guzmán Blanco, el 23 de septiembre, pidiéndole una
nueva. Calcularon que podía costar unos 80.000 pesos.
Contaban los feligreses con nueve imágenes
de bulto, pero ya no estaba la Virgen del Amparo ni la del
Carmen. Esto probablemente quiere decir que la Virgen del Amparo
había sido trasladada a la nueva población surgida después de 1878,
en la ribera superior del río Cojedes, denominada El
Amparo. Entre las nuevas imágenes existentes en El
Baúl se encontraba ya la Virgen de la Candelaria, que
desde esa fecha empezó a compartir el patronazgo del
pueblo con San Miguel, el primer patrono.

En 1880 llegó a El Baúl el Dr. Juan
Aponte, oriundo de Valencia. En este poblado se dedicó el
resto de su vida a ejercer la medicina,
hasta poco antes de su muerte en
1932. El Dr. Aponte contrajo matrimonio en El
Baúl y procreó a varias hijas, una de las cuales,
María Antonia se casó con el comerciante Carlos De
Bona.

En 1881 Girardot contaba con 10.767 habitantes
distribuidos en 1.763 viviendas, y la parroquia El Baúl
tenía 4.216 personas en 664 casas, mientras que Sucre
poseía 2.965 almas en 594 casas. En la nueva Constitución sancionada ese mismo
año el departamento Girardot estaba compuesto por tres
parroquias, dos urbanas y una foránea, ellas eran El
Baúl y San José, en primer caso, y Sucre en el
otro. La parroquia El baúl estaba integrada por los
vecindarios Charco Azul, Cordero, Quitacalzón, Carrao,
Dividivi, La Quesera, San Miguel, El Socorro, Zanja de Lira y
Cerrillos. La parroquia San José la integraban los
caseríos Guanarito Arriba, Guanarito Abajo, El Oso, El
Cerro, El Guayabo, El Frasco, Coje Borra, Caño de la Pica,
El Rebote, Samancito, Santa Barbara, San Miguel del otro lado del
río, y Las Empalizadas. La parroquia Sucre se
componía de los caseríos Bejuquero, Portuguesa, Las
Matas, Paso Real de Cojedes, Costa del rio Tinaco, Santa Rita
(Mata Oscura), Arrecifal, y La Culebra. El censo de ese
año dio a conocer que el departamento Girardot
tenía 1.763 casas y 10. 767 habitantes, de los cuales la
parroquia El Baúl contaba con 4.216 personas asentadas en
664 casas, Sucre tenía 2.965 personas en 505 viviendas, y
San José poseía 594 casas con 3.586 habitantes.

En 1882 se extingue en El Baúl la sociedad
mercantil "Pérez y Maury Cª", de Eulogio Pérez
y Juan José Maury. En Septiembre 1884: fue creada en El
Baúl una sociedad mercantil entre D. W. Sánchez
(comerciante de Valencia) y Francisco Lavieri (italiano residente
en El Baúl), bajo la razón social "DW
Sánchez & Cª", para el ramo de mercancías
secas nacionales y extranjeras, con un capital de Bs
20.000,oo aportado por Sánchez como socio capitalista y
Lavieri como socio industrial para manejar y administrar el
negocio, con una asignación mensual para gastos de Bs 200.
Una vez repuesto el capital de Sánchez, las utilidades
serían de Lavieri.

La prosperidad del pueblo conllevó a la
creación de un periódico:
El Tribuno, órgano de comunicación
social que se hizo famoso porque llegaba a muchas poblaciones
fuera del Estado, aunque solo publicó 53 números;
en este medio impreso se hacía publicidad a los
comercios locales, pero también se escribían obras
literarias y crónicas que reflejan el esplendor de ese
momento Este periódico era un quincenario dirigido por
Antonio Peña, que empezó a circular en febrero de
1884, se editaba en la imprenta
municipal, en una maquina donada por Guzmán Blanco al
Concejo Municipal, que además ofrecía servicios al
público en impresión de libros,
tarjetas,
volantes, folletos, recibos, pagarés, facturas, etc. En
este mismo año se anuncia que el nuevo templo estaba casi
concluido, solo faltaba la portada y la torre. Circulaba en El
Baúl la morocota, moneda de oro que
equivalía en ese momento a 26 pesos o 104 Bs. En ese mismo
año 1884 hizo su aparición la plaga de la langosta,
que azotó las plantaciones agrícolas en El
Baúl y afectó grandemente la economía local.

En Noviembre de 1883 Felipe Ricardo Borges y
Marcelino Guillén tenían boticas en El Baúl.
Dr. Leandro Herrera ejercía la medicina.

En 1885: Francisco Lavieri, italiano, comerciante
radicado en El Baúl., ese mismo año Daniel Hidalgo
(de Maracay) poseía establecimiento mercantil en el pueblo
de Sucre y una sociedad mercantil en El Baúl con Ramón
Matute Román.

En junio de 1885, al desaparecer El Tribuno,
empezó a circular otro periódico que llevaba por
nombre El Regenerador, dirigido por Teodosio Estrada;
dicho órgano de prensa
duró 4 años. El Regenerador señala que el
invierno era muy fuerte y había mucha agua, y como
consecuencia de ello los precios de los
productos
comestibles habían subido bastante, por ejemplo: el
maíz
estaba costando 4 reales la cuartilla y 14 pesos la fanega; el
cazabe 2 reales la torta y 6 pesos la cuenta; el queso 2 pesos la
arroba; la carne de 2,50 a 3 pesos la arroba; el papelón
criollo a 3 pesos la cuenta; el frijol a 3 pesos el almud; arroz
a 8 pesos el quintal; el aguardiente de caña a 8 pesos la
carga y el café a
9 pesos el quintal.

En junio de 1890 dos nuevos medios
impresos se editaban en El Baúl: El Zamorano,
redactado por el mismo Teodosio, y El Humilde (manuscrito)
redactado por Bernardino Torres. Al año siguiente otro
periódico nuevo salía desde El Baúl: El
Giraldeño
, también dirigido por Don Teodosio
Estrada.

En 1891 la parroquia El Baúl tenía 6.571
habitantes distribuidos en 1.193 casas. Sucre contaba con 2.537
personas y 443 viviendas. El casco urbano del Baúl
tenía 2.306 moradores en 421 casas. Ese año el Dr
Carlos Manuel Cardenas y el Dr. Juan Aponte tenían botica
en sociedad en El Baúl.

En abril de 1892 el Gral. Joaquín Crespo
llegó a El Baúl al frente de la Revolución
Legalista, aquí libró un combate el 21 de ese mes,
y cuenta la tradición oral que, en un sector ubicado en la
periferia del pueblo, mandó fusilar a un hombre y
allí mismo lo enterraron; con el tiempo una
mata de cují creció al lado de la tumba y muchos
bauleños empezaron a realizar ofrendas "al
ánima del cují" por favores recibidos, quedando
asentada esta devoción en el sentir del pueblo durante
muchas generaciones, hasta llegar a la actualidad, cuando aun es
posible observar, en una pequeña capilla que hay en el
lugar, gran cantidad de objetos dejados allí por los
estudiantes en pago de promesas por algún favor recibido
del "ánima del cují".

En 1894 vio la luz el
periódico La Bandera, y en 1897 Don Pablo
Borjas editó el semanario 27 de Abril, clara
demostración del alto nivel cultural y económico de
El Baúl.

Desde mediados de la década de 1870 El
Baúl había sentido la mortífera presencia
del paludismo en su gente, ocasionando una incidencia negativa en
la salud de sus
pobladores, lo cual se fue agudizando y profundizando con los
años, hasta el punto de lograr un considerable merma
demográfica en los años veinte del siglo XX. Un
estudio acerca de los índices y causas de mortalidad en el
Distrito Girardot entre 1918 y 1920 ofrece los siguientes
resultados: Muertes ocasionadas por paludismo 89, que
representaba el 28 % del total de decesos ocurridos en ese
trienio; pulmonía 51 casos (15 %); disentería 48
casos (13 %); el 44 % restante fue causado por tétanos,
tuberculosis,
tifoidea, hidropesía, pleuresía, sífilis,
corazón, lombrices, etc, sin embargo
sorprende descubrir que Dtto Girardot fue quizá el
único que no sufrió el impacto mortal de la gripe
española a finales de 1918 y comienzos de 1919. El efecto
adverso del paludismo y demás enfermedades se comprueba al
observar que según el censo de 1926 solo había
dentro del perímetro urbano 163 casas con 815 habitantes,
la cual se redujo a 632 en 1936, fecha a partir de la cual,
gracias a la campaña antimalárica, empezó a
recuperarse, alcanzando a tener 780 personas en 1841, 838 en 1950
y 1.551 en el censo de 1961, una lenta pero clara
demostración de recuperación demográfica. No
obstante que el poblado se recuperaba, la población del
Distrito Girardot se redujo grandemente entre 1920 y 1941,
iniciando una leve recuperación en 1950, según los
datos censales
respectivos: En 1920 contaba con 9.163 habitantes, en 1926
disminuyó a 6.376, en 1936, bajó a 2.808, en 1941
llegó a 2.954, y en 1950 subió a 3.130 habitantes.
Al respecto Pablo Perales Frigols señala lo siguiente: "En
veinte años la población quedó reducida a
menos de la tercera parte, lo cual quiere decir que de cada tres
personas subsistía una, apenas. Lo mas lamentable es que
esa reducción no se debía a emigración, sino
pura y llanamente a fallecimientos. El paludismo penetró
en Cojedes precisamente por la vía de El Baúl, o
por lo menos pasó por ahí y se quedó
devastando con la frialdad y la parsimonia del que tiene que
destruir metódica y concienzudamente. Los caseríos
desaparecieron en pocos años. La epidemia tenía
épocas de benevolencia y otras en las cuales redoblaba su
furor…. Así se explica esa multiplicidad de nombres de
sitios donde no hay nada, donde hubo un caserío, una
población dispersa, aunque cobijada bajo la misma
denominación".

En el año 1900: Milciades Bermúdez tuvo
casa comercial en El Baúl.; En 1903: Juan Bautista Mujica
socio mayoritario de la sociedad mercantil "Nieves Mujica &
Cª". El Baúl; el 22 abril de 1904: Donato Pinto
vendió a Luis Lavieri un establecimiento comercial de su
propiedad en
El Baúl; además de las existencias en
mercancías y víveres extranjeros y nacionales, se
incluyen tres embarcaciones (bongos), un caballo rucio moro y la
casa del local, todo al precio de Bs
16.000,oo.

En 1911: Abel Valenzuela (dentista) y Hilario Malpica
(médico) prestaban servicios en El Baúl. En este
mismo año el naturalista y comerciante M. Grisol
asoció en su farmacia al Dr. Antonio Trujillo por un
año, aportando este su titulo y conocimientos y recibiendo
el 10% de ganancias. También Pedro Celis Turbay
(libanés) tenía comercio.

En 1912: Pedro A. Celis Turbay, libanés, con
establecimiento mercantil en El Baúl; ese año Juan
Simón Nieves tenía establecimiento comercial en El
Baúl.

En 1916: Julián J. Cecilio y Sucesores, Donato
Pinto e hijos, Serapio Borjas e hijos, y Faustino Padrón,
eran importantes firmas comerciales de El Baúl; el mismo
año existía la firma comercial Leonardo De Bona e
hijos.

En 1919 Luis y Agustín Lleras Codazzi, eran
comerciantes colombianos establecidos en El Baúl; en
Febrero de1922 Napoleón Boquete, un comerciante
residenciado en El Amparo, vende por Bs 800 a García Hnos
& Cia, de Barquisimeto, una canoa de caoba (bongo), de diez y
seis metros de largo, con todos sus aparejos, con capacidad para
dos toneladas, la cual había comprado a Jacinto De Palma.
Dicha canoa era conocida con el nombre "Seis de Enero" y navega
desde El Amparo a San Fernando y viceversa. La venta con
retracto, conviene que si Boquete devuelve el monto en
término de doce meses, con el interés de
1% mensual, le devolverían la canoa.

El 31 octubre de 1926: Antonio Falótico y
Pompilio Torrealba establecieron en El Baúl una sociedad
mercantil regida por las siguientes clausulas:

  • 1. Antonio Falótico se compromete a
    entregar a Pompilio Torrealba seis mulas carreteras con sus
    correspondientes carros y demás accesorios para que
    trabaje con ellas, cuyas utilidades o pérdidas
    serán por mitad. Hacer las compras para el negocio, de
    los artículos necesarios para cargar los carros,
    proporcionando en todo caso el cargamento de
    estos.

  • 2. Pompilio Torrealba se compromete: 1) A
    recibir las mulas y carros para trabajar con ellos en la
    forma expuesta por Falótico, ocurriendo donde este
    negocie artículos a cargarlos y trasladarlos para
    donde fuere preciso. 2) Cuidar y atender muy bien las mulas y
    carros, de manera que siempre se conserven en buen estado. 3)
    A abonar las facturas compradas por Falótico para el
    negocio, muy correctamente.

  • 3. Ambos contratantes reconocen y aceptan todo
    lo determinado en este contrato y se someten a su
    texto.

  • 4. Las deudas o controversias suscitadas entre
    las partes en la interpretación de este contrato
    serán resueltas por árbitros amigables
    componedores, cuya decisión será firme, sin que
    haya lugar a otra vía distinta de lo que aquí
    hemos convenido.

  • 5. Ambas partes han convenido en que la
    duración de este contrato será hasta que ellos
    de mutuo y amistoso acuerdo les convenga, y empezará a
    regir del primero de noviembre del corriente año en
    adelante. Además de las estipulaciones arriba
    mencionadas, son condiciones para este contrato: 1º
    Ambos contratantes no podrá el uno sin consentimiento
    del otro celebrar ningún negocio con las mulas o
    carros. 2º Cualquier reclamación de tercero por
    deuda u otra cosa proveniente de negociación de uno de
    los contratantes, de la cual no tenga conocimiento el otro,
    correrá a cargo y responsabilidad del que la haya
    celebrado. 3º Las utilidades que resultaren del negocio
    serán para el pago de las mulas y carros. 4º Al
    finalizar este negocio podrá cualquiera de los
    contratantes cargar las mulas y carros según le
    convenga. Esta sociedad fue disuelta el 25 enero de
    1927.

En Noviembre de 1928 Faustino Padrón cancela Bs
39.965 a las siguientes casas comerciales de Caracas: Santana
Hnos y Cª sucesores; Boccardo y Cª; P. Prosperi y
Cª; Estayag Hnos Cª; Palenzona Binda Cª; Luing
& Cª; Salomón Yaber & Cª; Cubria &
Cª sucesires. En esa misma fecha también cancela
41.642 BS a las siguientes firmas: Kumeron & Cº; Blohm
& Cª y Ramos y Ramos (de Valencia), Baasch &
Rómer sucesores y R.O, Kolster (Pto. Cabello).

A comienzos del siglo XX la iglesia que había
sido construida en el período de Guzmán estaba en
ruinas, por eso en la visita pastoral del Obispo Monseñor
Felipe Neri, en febrero de 1908, este ordenó la construcción de una nueva. El templo fue
inaugurado y bendecido por el mismo Obispo Neri el domingo 4 de
mayo de 1913,
en una gran fiesta del pueblo y las
autoridades. Esta misma edificación fue mandada a
reconstruir en junio de 1951, siendo gobernador el Dr Adolfo
Salvi, y las obras concluyeron en abril de 1952. A comienzos de
enero de 1954 se empezó a construir la torre y el reloj,
lo cual fue terminado en junio de ese mismo año. Esa es la
iglesia actual de El Baúl, que nada tiene que ver con la
iglesia colonial original, de cuyas ruinas apenas quedan dos o
tres muros en el cerro "morrocoy", el mismo lugar donde en la
actualidad hacen el calvario.

Crónicas y
personajes

El Baúl, ese pueblo portentoso que a finales del
siglo XIX gozó de gran prosperidad y tuvo miles de
habitantes, después de 1920 empezó a sufrir un
proceso
decadente por efecto del paludismo, que casi lo borra del mapa
nacional. La lucha contra el paludismo se inicio a partir de 1941
y ya a partir de 1945 la epidemia había cedido, pero el
pueblo de El Baúl en 1950 apenas contaba con 836
habitantes, y el distrito había llegado a 3.130
personas.

Extranjeros en El Baúl.

Santiago Gallardi (1878), oriundo del pueblo de Olayo,
provincia de Novara, Italia. Era
vecino del caserío Cerrillos.

Tomás Flores (1877) Canario.

Antonio Marques (1872, aunque estaba desde 1855),
español.

Miguel Calafat (1866) comerciante español. En
1869 mudó a Valencia.

Pedro Celestino Mujica (1868) comerciante
español.

Diego García (1864) español.

Pedro Celis Turbay (1911) libanes

Julián Cecilio (1911) Sirio.

Francisco Lavieri (1884) italiano.

José Marquez (1859) español.

Luis y Agustín Lleras Codazzi (1919)
colombianos.

Leonardo De Bona (1916) italiano.

En medio de la batalla contra el paludismo llegó
a El Baúl, en 1941, el Dr. Ricardo Archila, jefe de la
División de Malariologia del Ministerio de Sanidad, quien
luego escribiera una valiosa información sobre el pueblo, y entre otras
cosas nos dice que El Baúl tenía solamente tres
calles longitudinales, paralelas al río Cojedes, y como 18
pequeñas calles perpendiculares que terminaban en la
orilla del río. Todas eran de tierra y solo
tenía aceras encementadas la calle principal, que era
donde se asentaba el comercio local. En el verano El Baúl
contaba con una calle estacional, producto de la
bajada de aguas del río, que dejaba ver sus playas; a esta
la identificaban con el nombre de calle del río o calle de
los tramposos. El recinto del pueblo estaba cercado para evitar
la entrada del ganado. Las aguas del río eran la
única fuente de abastecimiento de la gente del pueblo.
Había una medicatura rural atendida por un médico
español de nombre Mateo Alonso, y poseía una
escuela graduada
denominada Nicolás de Castro y dos planteles unitarios. El
comercio local era próspero y el pueblo contaba con 12
establecimientos entre pulperías y tiendas, sin contar los
bares. La población tenía una planta
eléctrica, y el único hospedaje y restaurante era
la pensión morillo, denominado así porque su
dueña era la señora Petra Morillo, personaje
reconocido por el rico sabor de sus comidas.

Para es época en el pueblo se consumía
mucha carne de marrano, además de la de ganado. Los
marranos eran beneficiados en casa de sus propietarios, quienes
anunciaban la oferta de esta
carne colocando una banderita blanca en la puerta de la casa. En
ese momento (1941) El Baúl tenía 176 casas, de las
cuales 80 eran de tejas, 95 de palma y 1 de zinc, 117
tenían piso de tierra, 35 de ladrillos y 24 de cemento.

La vida en El Baúl durante la década 1930
al 1940 la refleja muy bien el Dr Virgilio Tosta en su libro El
Baúl; allí nos cuenta que aun no había
llegado la planta eléctrica y el pueblo se alumbraba con
lámparas de carburo, que la mayoría de las veces
iluminaban poco tiempo, bien por lo viejas, porque el carburo se
quemaba muy rápido, por la brisa que las apagaba, o por
las travesuras de los zagaletones, y a veces por los Donjuanes
enamorados que las apagaban para evitar que los vieran en sus
andanzas amorosas, especialmente si se trataba de amores robados.
El farolero, que encendía las lámparas era un negro
a quien le decían Pedro Michibú, quien hacía
el oficio con mucha alegría, tarareando canciones llaneras
y soltando chistes
picarescos. En 1937 el gobierno del
estado mandó a instalar la primera planta eléctrica
en El Baúl.

El primer acueducto de El Baúl fue mandado a
construir por decreto del gobierno regional, con fecha 24 de
julio de 1943, y fue inaugurado el 5 de julio de 1944. Este
acueducto tenía una tubería de 3 pulgadas de
diámetro, que era alimentada por un tanque con capacidad
para almacenar 50 mil litros de agua potable,
mas que suficiente para abastecer el consumo de la
población bauleña en ese momento.

Se refiere también Virgilio Tosta a la loca
Mariana, y dice que ella se adornaba la cabeza con flores de
cayena y trinitarias, y se pintaba las mejillas con onoto. Usaba
trajes de escandalosos colores y eran
también escandalosas las constantes carcajadas que soltaba
en las calles en su diario deambular, siempre descalza porque
tenía los pies deformados, razón por la cual los
muchachos traviesos le gritaban desde lejos, burlándose de
ella, y como no podía alcanzarlos para pegarles, se
levantaba la falda para mostrarle sus partes íntimas en
señal de insulto. El Dr José Antonio Borjas,
cronista de San Carlos, pero nacido en El Baúl, en su
libro personajes populares de mi pueblo se refiere a ella y dice
que nadie sabe con certeza de donde vino, ni quienes fueron sus
padres ni familiares; dice Borjas que Mariana era un reloj, que
desde las 5 de la mañana andaba en las calles del pueblo,
desgranando su buen humor y haciendo reír a la gente,
pidiendo para comer, pero con suma decencia, respeto y buenos
modales, a pesar de su demencia. Borjas recogió en su
libro este verso:

Dicen que vino del campo

Con una flor en el pelo,

Surca que surca la calle

Como buscando consuelo

Otro personaje mencionado por Virgilio Tosta es el
canoero Cantalicio, que con un simple canalete guiaba
magistralmente la canoa, enfrentando el peligro de los peligrosos
remolinos que se formaban en el encuentro de las aguas de los
ríos Tinaco y Cojedes, frente a San Miguel.

Otro de los relatos de Tosta es el referido a los saraos
en la casa de Don Faustino Padrón, un rico comerciante
propietario de varios bongos que movilizaban cargas a San
Fernando de Apure; también menciona los bailes en la
residencia de los Borjas, con música de
ortofónica o el conjunto donde era solista el clarinete de
Santiago Colmenares o el violín de Esteban
Sequera.

En las procesiones de Semana Santa y
el día de la Candelaria hombres y mujeres marchaban
separados, los primeros delante y las mujeres atrás;
cuenta que los muchachos traviesos jugaban bromas uniendo las
largas faldas de las damas mayores con alfileres. Relata la
concurrencia nocturna en la casa de Félix Padilla y Manuel
Sánchez, que fueron las primeras personas que poseyeron
aparatos de radio en El
Baúl, para escuchar los noticieros, las comedias de Ana
Teresa Guinán y los cantantes internacionales de la
Caravana Cámel.

Rafael Román, personaje recitador de versos de
extraordinaria memoria, que se
sabía extensos poemas y
discursos,
pese a su analfabetismo.

Carlos María Medina era otro interesante
personaje bauleño, del cual nos habla el Dr Borjas en su
libro ya mencionado, allí el autor refiere que Carlos
María, con su azafate en la cabeza, o sentado frente a la
iglesia en misas y procesiones, vendía algunas
chucherías que elaboraban sus hermanas, tales como pan
dulce, bizcochuelos, cucas o catalinas, polvorosas, pan de horno,
y majarete. Otras veces salía en burro a vender carne en
los barrios o se iba a pescar palometas para después
venderlas en las calles, llevando siempre una vida
transeúnte y solitaria, porque nunca tuvo esposa o
compañera y tampoco hijos. El envejecimiento le hizo
endurecer su carácter y se volvió sensible a las
bromas, a las que no toleraba, tomando actitudes
agresivas hacia los bromistas, en especial con aquellos que le
dijesen Comegallo, apodo puesto por Manuel Jacinto Sánchez
desde el día que Carlos María se llevó de la
gallera el gallo perdedor para comerse un hervido.

Sereno o Serenao, ese era el apodo de un interesante
personaje del que también Borjas nos habla. Su madre fue
Juana Ascanio y supuestamente su padre José Ramón
Parra, pero lo crió Rómulo Gutiérrez, de
quien heredó el apodo, porque en una oportunidad
sufrió una enfermedad venérea y tratando de
ocultársela al médico le contó que la
había adquirido por haberse chupado una caña
aserenada. De allí en adelante le endilgaron ese apodo,
pero luego se marchó para Apure y el apodo le quedó
a su criado, quien lo popularizó. Era un personaje que
llevaba la risa a flor de labios, hacía todo tipo de
oficios, desde limpiabotas, mandadero, limpiar casas, etc.
Siempre cargaba una sinfonía o armónica en el
bolsillo, tratando de sacarle melodías al instrumento, con
los años se aficionó a la bebida y no le faltaba
una carterita de aguardiente en el bolsillo, vicio que
terminó llevándolo al cementerio.

Abuelito, cuyo verdadero nombre era José Avelino
Durán, es un personaje nacido allí mismo, en San
Miguel, en las primeras décadas del siglo XX. No
sufría demencia, sino que se le creó una
deformación física en la espalda,
una especie de joroba que lo obligaba a caminar inclinado y
lento, y la gente del Baúl le gustaba tocarle ese
lobanillo porque suponía que le daría buena suerte.
El trabajó como canoero en el paso real de San Miguel,
cobrando medio por cada pasajero que llevaba de un lado a otro
del río. También vendía leña y
palometas que pescaba en el río, pero siempre con gran
jocosidad y buen trato.

Hubo un curandero a quien le decían Dr
Félix García Tortosa, que vivía en La
Puerta, al final de la calle Los Placeres, frente al río
Cojedes. Gustaba usar un liquiliqui azul claro con una franela
debajo de la blusa. Era un hombre introvertido que casi no
hablaba ni salía, y fabricaba medicamentos de hierbas, de
los cuales el mas conocido fue el famoso "paramuerto", denominado
así porque la gente decía que era tan bueno que
hasta los muerto los paraba de la tumba. Este brebaje era de gran
aplicación y efectividad para contrarrestar mordeduras de
serpientes y picaduras de raya, alacrán, y hasta de
avispas. El precio era de 1 bolívar la
carterita de paramuerto. Murió muy viejo, y el Dr Borjas
recoge esta copla bauleña en su libro:

Faculto entre los facultos,

Ese era un dicho muy cierto,

Por eso sus coterráneos

Lo llamaban paramuerto

Uno de los personajes esenciales de los pueblos eran las
comadronas. Cuenta Borjas que en su tiempo había dos en El
Baúl, una ubicada en lo que llaman el pueblo arriba, que
va desde la casa de alto hasta la casa Cruz Verde, cuyo nombre
era Petra Aranguren, y otra en el pueblo abajo, que va desde la
casa de alto hasta la puerta, frente a Julián
Benítez, cuyo nombre era Olimpia Torres de Torres. Se dice
que durante la visita pastoral del Obispo Monseñor
Gregorio Adam, este fue recibido con gran alborozo por la
población, y luego de pasar el río, en San Miguel,
se fueron caminando hasta la iglesia. El Obispo iba escoltado por
las autoridades y varias personalidades, entre ellas Petra
Aranguren; al llegar a la iglesia el Obispo comentó que se
sentía asombrado por lo devoto que eran los
bauleños, ya que noto que todos a su paso pedían la
bendición, pero el Jefe Civil lo asombró aun
más cuando le dijo: ¡Monseñor, disculpe, pero
a quien le piden la bendición no es a usted, sino a Petra
Aranguren que anda a su lado, que es la que ha traído al
mundo a la mitad de la gente aquí en El
Baúl!

Un hecho histórico importante narrado por Borjas
es la repercusión de la muerte del
Gral Gómez en El Baúl, del cual nos dice que la
noticia se supo en el pueblo por vía telegráfica el
18 de diciembre, y la gente empezó a reunirse y comentarlo
en voz baja, hasta que un envalentonado como Manuel Antonio
Jiménez levantó una poblada y fue en busca del Jefe
Civil para pedirle la renuncia. Este, sin aguársele el
guarapo marchó con ellos hasta frente a la casa de
comercio de Faustino Padrón, donde estaba la muchedumbre,
se subió en una silla y allí puso su renuncia.
Empezaron a barajarse nombres para el cargo, sometidos a la
voluntad popular, muchos de los cuales fueron rechazados, hasta
que acordaron nombrar a Don Alonso Tosta, comerciante respetado,
padre del Dr Virgilio Tosta, en el primer acto democrático
en el Baúl. Luego llegaron noticias de
los saqueos en distintos pueblos del país y esto
animó al Renco Carmelo para organizar una poblada que le
ajustara cuentas al
único andino que vivía en el pueblo, un
señor de nombre Lucio Fajardo, quien tenía muchos
años en El Baúl, con una pulpería en la
calle Los Placeres, en el lugar que llaman Los Almendrones. El
Renco Carmelo arengaba a la gente diciéndole ¡ vamos
a saquearle el negocio a Lucio y de una vez lo colgamos en los
almendrones, ese fulano es andino y andino significa
Gómez, y todo eso huele a podrido! Cuando Lucio se
enteró de lo que le venía encima salió
corriendo a la casa de alto, donde vivía Don Alonso, el
recién nombrado Jefe Civil, para pedirle
protección. Al rato llegó la poblada buscando a
Lucio para lincharlo, pero Don Alonso salió y los
convenció de la inocencia del gochito, quien ninguna culpa
tenía de lo malo que había sido Gómez, y su
único pecado era ser
andino igual que el dictador, pero lo que más los
convenció fue que Don Alonso les dijo: ¡como lo van
a matar, no se dan cuenta que si ustedes lo matan, entonces quien
les va a fiar el papelón y el café para hacerle el
guarapito a sus muchachos! La gente se tranquilizó y se
volvió a sus casas, pero entre ellos, no se sabe quien,
hubo una voz que entonces gritó ¡Viva
Lucio!

Otro de los personajes que abundaban en el llano y en
este caso en El baúl, eran los pacotilleros, titulo o
calificativo que se les daba a los comerciantes ambulante que
vendían pacotillas, es decir, mercancía menor de
todo tipo, en especial las bisuterias de quincallas y aquellos
productos novedosos y llamativos para el campesino,
porque no se encontraban en las pulperías del pueblo. Nos
menciona Borjas la existencia de un pacotillero de nombre
Francisco Gadea, quien viajaba en su bongo desde El Baúl a
Guadarrama y de allí aguas arriba por el río
Portuguesa hasta Los Pelaos y La Capilla. Entraba en las casas
campesinas ofreciendo y vendiendo sus mercancías portadas
en una maleta de cuero, tales
como telas para vestidos, franelas, alpargatas, café,
jabón en panelas, agua de colonia, perfumes, sal, quinina,
aspirinas, canela, cominos, creolina, etc. Este pacotillero le
dejaba en casa la mercancía, anotaba monto y nombre en su
libreta, y recorría un gran trayecto hasta que colocaba
todos sus productos. Luego venía de regreso cobrando, con
la modalidad de que él recibía el pago no solo en
dinero, sino
también en especies, aceptando en pago gallinas, pavos,
cochinos, pescado seco y chigüire, carne seca de res y de
venado, queso, manteca de cochino, etc, productos que
recogía, trasladaba al pueblo de El Baúl, negociaba
en el comercio local, y luego volvía a emprender su ruta
de nuevo.

Otra de las interesantes crónicas que nos brinda
Borjas cuenta que la luz eléctrica llegó a El
Baúl en 1939, con la puesta en servicio de
una pequeña planta diesel. Este aparato cambió los
hábitos de los bauleños, porque en vez de acostarse
a las 8 o 9 de la noche, lo hacían después de las
10, que era la hora en que apagaban el motor de la
planta. El mecánico de esta novedosa máquina era un
señor de nombre Julio Salcedo Hurtado, a quien apodaban
Mocho Julio, y desempeño este oficio durante 4
décadas. En esa época no se conocían en El
Baúl las neveras o enfriadores, y como es lógico
suponer, aquel que no había tenido oportunidad de salir a
San Carlos, Valencia o San Fernando, no conocía lo sabroso
que era un helado, una cerveza o un
refresco bien frío. Pero resulta que en el marco de las
fiestas patronales del año 1938 llegó a El
Baúl un camión cargado de helados El Polo, que eran
vendidos a medio la unidad. Aquello conmocionó a una
chiquillería que jamás había degustado tan
exquisito placer, y durante tres días gastaron los ahorros
y hasta las tarjetas de bautizo quedaron sin los
mediecítos que traían pegados en su interior, los
cuales fueron recogidos por los vendedores de helados. Al tercer
día de permanencia en el pueblo ya el hielo que
habían traído estaba derretido, y los pocos helados
que aun les quedaban empezaron a derretirse también,
motivo por el cual empezaron a rematar los helados al precio de
una locha, es decir, a mitad de precio, y había un
muchacho mandadero, a quien apodaban "pata è buey", que
cada día se comía un fuerte en helados, o lo que es
lo mismo, 20 helados diarios, pero en vista de que los helados se
iban a terminar pronto y los estaban rematando, el muchacho con
su ingenuidad campesina buscó los últimos 2
bolívares que le quedaban y pensando aprovisionarse
compró los últimos 16 helados que le quedaban al
vendedor, pero como ya él se había comido 20
helados ese día, decidió guardarlo para el
siguiente día envolviéndolos en un trapo y los
guardó en una totuma bien cerrada que tenía en su
casa; su inocencia le cobró una dura decepción la
siguiente mañana cuando en vez de helados encontró
la totuma llena de hormigas comiéndose el dulce
derretido.

Una interesante anécdota es la que ocurrió
con un señor de nombre Victorio Aldao, llanero que
vivía en San Miguel, quien además de trabajar su
finca se dedicaba a conducir el ganado de muchas personas que le
contrataban para que les movilizase sus animales desde
Apure hasta la Romana de Valencia por caminos que en época
de invierno se volvían intransitables hasta para las
mulas.

En una oportunidad Don Victorio había convenido
con el General Alfredo Franco para trasladarle una gran cantidad
de reses desde Apure a Valencia, pero cuando llegó a
orillas del caño Ave María, al sur del Baúl,
este se hallaba muy crecido, de monte a monte como dicen los
llaneros, pero además varios peones estaban enfermos con
fiebre o con
tanto sabañón en los pies que casi no podían
caminar, y por si esto fuera poco se le había agotado
el dinero para
las provisiones, es decir, que Don Victorio estaba de malas. En
eso llegó un telegrama del General Franco a El
Baúl, que de inmediato le fue hecho llegar a Victorio, y
en él le decía que en el término de la
distancia debía presentarse con el ganado en la Romana de
Valencia, pero el caporal, que estaba como plancha de chino por
las adversidades del momento, sin importarle la fama de bravo del
caudillo le respondió con otro telegrama que decía
así:

Gral Alfredo Franco. Valencia. "Caño crecio,
ganao regao, peon con chiquichiqui y comiendo fiao. Vaya pal
carrizo. Victorio Aldao".

Un personaje muy importante en El Baúl de esa
época, aunque vino de otras tierras, lo fue el Br Higinio
Morales, en cuyo honor se bautizó un centro educativo en
El Baúl y otro en San Carlos, como reconocimiento al
valioso aporte que hizo a la cultura y
educación
de Cojedes. Higinio Morales fue un ilustre calaboceño que
llegó a El Baúl en agosto del año 1939, a
ejercer la función de
maestro y director de la escuela Nicolás de Castro.
Aquí contrajo matrimonio con Carmen Hernández y
tuvo un hijo que luego falleció trágicamente. El Br
Morales también se desempeño como Concejal, y se
supo ganar el aprecio, respeto y admiración de los
bauleños. Fundó un periódico denominado
Primicias y desde allí fomentó la elección
popular de Miss Baúl, resultando electa una joven de
nombre Josefita Monasterios, que según dice Borjas, era
hija adoptiva del rico comerciante Faustino Padrón.
También fomentó la practica del béisbol
en El Baúl a partir de 1940, creando dos equipos: uno de
nombre Los Rojos y otro denominado Los Azules, uno de cuyos
jugadores estrella, en la posición de shor stop era el
famoso negro padronero, a quien apodaban Birragüilla. Ste
personaje era una de los criados de Faustino Padrón, de
ahí el cognomento de negro padronero. Dicho personaje
falleció hace algunos años, ya muy viejo, y tengo
de él varias fotografías y una interesante entrevista
porque él fue uno de los últimos bongueros que
viajaban con cargas desde El Baúl a San Fernando y
viceversa. Cuenta Borjas que era tanta la fiebre del
béisbol en El Baúl, que en 1941, en ocasión
de la realización del campeonato mundial de béisbol
amateur en La Habana, el Br Morales y sus alumnos se congregaban,
casi amontonados, en el negocio de Manuel Sánchez, para
oír los partidos por radio, ya que apenas existían
dos aparatos en el pueblo.

En el período vacacional de 1945 el Br Morales se
enfermó a consecuencia de una vieja hernia que le
afectaba. En ese momento no había médico en el
pueblo, y por descuido se retraso 5 días la salida del
enfermo. Como era invierno lo sacaron en canoa con un
señor de nombre Ramón Blanco de patrón y
Lino León de canaletero, ya que no existían los
fuera e´borda, los acompañaba el practicante del
dispensario, señor Rafael Herrera La Riva. Al final de un
intenso remar de tres días y dos noches llegaron a San
Fernando de Apure con el enfermo, pero lamentablemente era
demasiado tarde y este falleció en la mesa de
operación. En esa ciudad permanecen sus restos.

Bibliografía

APPUN, Karl Ferdinand: En los Trópicos. U.C.V.
Caracas. 1961

BORJAS; José Antonio: Personajes Populares de mi
Pueblo. UNELLEZ, San Carlos. 1983.

CARROCERA DE, Buenaventura: La Misión de
los Capuchinos en los llanos de Caracas. Tomos I y II. Academia
Nacional de la Historia. Caracas.
1972

CUNILL GRAU, Pedro: Geografía del
Poblamiento Venezolano en el Siglo XIX. Tomos I y III. Ediciones
de la Presidencia de la
República. Caracas. 1987.

MARTI, Mariano: Documentos
relativos a su visita Pastoral de la Diócesis de Caracas.
Tomo II. Academia Nacional de la Historia. Caracas.
1988.

PERALES FRIGOLS, Pablo: Geografía
Económica del estado Cojedes. Ministerio de Fomento.
Caracas. 1956.

TOSTA; Virgilio: El Baúl. Caracas.
1972.

TOSTA; Virgilio: Historia de Barinas. Tomos III y IV.
Caracas. Academia Nacional de la Historia. Caracas.
1989.

HEMEROGRAFIA

LAMPOS TINAQUEROS. Semanario editado en Tinaco desde el
año 1904 hasta 1971. Edición
microfilmada existente en la biblioteca
pública "Andrés
Bello", en San Carlos, Estado Cojedes.

 

 

 

 

 

 

Autor:

Argenis Agüero

Enviado por:

Prof. Ángel M.
Bravo

Partes: 1, 2, 3
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