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La noche octosilábica; panorama de la décima escrita en Holguín (1862-2003) (página 2)



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En Holguín – territorio donde se centra este estudio – el momento más significativo de interacción de las partículas tradición-modernidad es el período 1988-2002 por la organicidad y solidez del movimiento poético y, en particular decimístico, de la provincia. Sin embargo, como su título indica, este libro irá más allá de la exposición y análisis de los componentes de un fenómeno literario específico en un momento significativo para el arte y la literatura holguineros.

La noche octosilábica, a pesar de su subtítulo conclusivo "panoramaa de la décima escrita en la provincia Holguín (1862-2003)" no pretende agotar el tema de la espinela en el territorio estudiado sino llamar la atención acerca de la escritura de nuestra estrofa nacional en una localidad que, sobre todo en las décadas finales del siglo XX, atrajo la atención de los estudiosos y promotores cubanos y extranjeros.

Como casi todas las historias literarias que se escriben desde La Habana, la de la décima excluye las particularidades provinciales, limitándose a la capital y a individualiodades aisladas del resto del país, actitud que escinde un fenómeno nacional y ofrece una visión parcial y parcializada hasta la fecha en que se realizan estudios como este, necesario deslinde para incluir, en el panorama decimístico cubano, el olor del gemebundo bosque espineliano provincial, donde en silencio crecen árboles robustos y se respira un oxígeno transgresor, si se compara con el de otras regiones del archipiélago. La ganada cubanía de la décima, ínfimamente analizada por un minarete de nuestra cultura como es Cintio Vitier, en su siempre necesario volumen Lo cubano en la poesía, al son del tiple y el guiro locales absorbe el ethos de solitarios cantores y el fatum de auténticos escribas, empeñados en desterrar el fatalismo imprimiéndole al octosílabo el aliento de los nuevos aires que soplan sobre y desde la décima.

La espinela, defendida del olvido en las páginas de esta investigación que nació como un proyecto financiado por la Delegación Provincial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) ha salido airosa en épocas disímiles como son el siglo XIX, el lapso republicano y el período de la Revolución y, específicamente en Holguín, posee un inusual vigor dentro de la tradición escrita.

Más de cinco años de rastreos bibliográficos en varias ciudades del país y en todos los municipios holguineros mostraron la escasés de textos anteriores a 1959 y la abundancia de los mismos en la época revolucionaria, en plena sincronía con lo sucedido en el país posterior a 1971, fecha de publicación de Alrededor del punto, renovador cuaderno del poeta Adolfo Martí Fuentes que inauguró la lista de libros premiados en el Concurso "26 de julio".

Que la décima escrita en Holguín es un suceso trascendente quiere decir este libro, titulado con un verso de ese portento de la literatura cubana que es José Lezama Lima, para hacer alusión a los tanteos escriturarios de nuestra espinela a partir de 1862, año de introducción de la imprenta en la región por el hermano mayor de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), y mostrar cómo se fue haciendo la luz para la estrofa de Vicente Espinel en las décadas últimas del milenio segundo e inicios del tercero después de Cristo, tal debe ser la comprobación de la inicial hipótesis.

La fecha escogida para el cierre de la investigación es el año 2003 porque coincide con la publicación del primer florilegio de la espinela holguinera: Antología de la décima cósmica de Holguín (México, Frente de Afirmación Hispanista), la presentación durante la XII Feria Internacional del Libro de Holguín del decimario Examen de fe, de José Luis Serrano, la obtención por decimistas de la provincia de la mayoría de los premios (incluido el Gran Premio de la muy talentosa Yordanka Haramboures) en el I evento nacional de décima femenina celebrado en Camaguey, el Premio obtenido por el poeta Freddy Camilo Morffe en el Concurso Nacional "Villazul" , convocado por el grupo Espinel-Cucalambé que preside Renael González, entre otros importantes reconocimientos nacionales obtenidos por decimistas de la provincia.

Ahora nos permitimos una acotación final, esta provincial historia (que no provinciana) quiere interesar a nuestros jóvenes poetas en la escritura de la espinela y motivar a los investigadores de otras localidades acerca del tema, para que podamos tener, dentro de algunos años, una verdadera historia de la décima cubana. Si tales propósitos se logran este libro no será uno más dentro de la copiosa bibliografía holguinera.

La décima, desde su surgimiento hasta el siglo XIX en Cuba y en Holguin

Históricamente el año 1591 representa la fecha de aparición de una de las estrofas más populares de Iberoamérica: la espi-nela, variante de la décima que supuestamente se publicó por primera vez en el libro Diversas rimas del músico español Vicente Espinel quien había nacido en Ronda, provincia de Málaga el 28 de diciembre de 1550 [1]

Existen indicios, aún discutibles, de que la décima espinela ya era conocida y empleada por poetas anteriores al músico ronde-ño, que no la llamaban de ese modo puesto que en los estudios consultados se refiere que fue el poeta Lope de Vega quien bautizó la estrofa en honor a su "progenitor" Espinel. La realidad es que la estrofa octosilábica, de arte menor y rima consonante, formada por dos redondillas enlazadas por un par de versos que la tradición ha denominado puente, con pausa obligatoria en el cuarto verso y distribución de rimas abbaaccddc, se universalizó en Hispanoa-mérica, siendo considerada en Cuba como la estrofa nacional, a partir de supuestos comentarios hechos por el bayamés José Fornaris que no han sido localizados. [2]

Según el especialista Virgilio López Lemus "la décima debe haber entrado en Cuba de paso desde Andalucía y Canarias, o la trajeron los que se quedaron a vivir en nuestro territorio, o ambas cosas ocurrieron" [3]y, a partir de ese instante de singular importancia para nuestra naciente cultura, fue adoptada "por sus rimas repetidas e ingeniosamente dispuestas, y por la armoniosa distribución de sus acentos". [4]

Improvisada, cantada, declamada o escrita; está aceptado que, desde su llegada a la literatura cubana en el siglo XVIII, la décima espinela borró en la mayor de las Antillas la popularidad iberoamericana del romance, desplazándolo rápidamente para convertirse en la estrofa favorita. Culta o eminentemente popular –aunque estas clasificaciones siempre han sido sospechosas- alcanzó su plenitud en el siglo XIX a través de poetas criollos como Manuel de Zequeira y Arango (1764-1846), Manuel Justo de Rubalcava (1769-1805), Gabriel de la Concepción Valdés (Plácido) (1809-1844), Francisco Poveda (1796-1881), José Jacinto Milanés (1814-1863), Rafael María Mendive (1821-1886), Joaquín Lorenzo Luaces (1826-1867), José Fornaris (1827-1890), el más alto exponente de la espinela del siglo XIX: Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé) (1829- ¿1862?), Luisa Pérez de Zambrana (1835-1922), Enrique José Varona (1849-1933), entre otros autores menos representativos. [5]

Romanticismo, siboneyismo, criollismo y modernismo (en menor medida) utilizaron la décima espinela y muy pocos poetas pudieron sustraerse a la tentación de emplearla en sus creaciones literarias. Honrosa excepción es Julián del Casal (1863-1893).

El siglo XIX representa, ante todo, el inicio de una verdadera literatura nacional que tuvo en Heredia a su primer gran poeta romántico.

Es la época de las famosas tertulias de Domingo del Monte y Aponte (1804-1853) donde se reunía lo más representativo de las letras del siglo XIX, la aparición del siboneyismo que tuvo en Fornaris, Luaces, y Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé) a sus figuras más prominentes; la irrupción de novelistas como Cirilo Villaverde (1812-1894) y Ramón de Palma (1812-1894); el cultivo del teatro bufo y la aparición del Modernismo, un poderoso movimiento literario en América del que fue precursor nuestro Héroe Nacional José Martí (1853-1895) y que conoció en la figura de Casal a uno de sus más grandes poetas; entre otros acontecimientos y personalidades literarias para los que serían insuficientes las páginas de esta investigación.

Durante el siglo XIX la espinela se cubanizó a través de las voces de sus poetas que la llevaron, cantada o escrita, a todos los rincones de la Isla. De conuco en conuco, de poblado en poblado atrajo a los insulares habitantes que la hicieron suya como las hierbas y los árboles del monte. Humorística, satírica, patriótica, de temas campesinos, de combate, etc., enraizó en nuestro pueblo con la fuerza imbatible del Arbol de la Poesía y, aunque continúe siendo polémica su introducción en el país, a raíz de puntuales realizados en los últimos años parece que finalmente nos pondremos de acuerdo en asuntos relacionados con la emigración canaria hacia América y la relación de la misma con la décima espinela.

En el complejo proceso de formación de nuestra nacionalidad los canarios y la estrofa atribuida al andaluz Vicente Espinel constituyen dos aristas inseparables de un mismo proceso.

Aceptado está que el modo en que arribó la décima espinela a América fue el mismo que tuvo lugar en Cuba, aunque se ignoran muchas particularidades del fenómeno, debido a la inexistencia de documentos que permitan comprobar las disímiles hipótesis formuladas que aún son materia de polémica entre los grandes especialistas en el tema. Hasta ahora sólo resulta irrebatible la responsabilidad de la emigración canaria en la expansión de la décima en nuestras tierras y la consabida dependencia de la décima de sus introductores.

La tradición poética cubana no guarda documentos que prueben fehacientemente la existencia de décimas espinelas en el siglo XVII. La imposibilidad de reproducir los textos de los poetas del patio y la ferviente tendencia a la improvisación, contribuyeron a la no conservación de estrofas de diez versos que respondieran al esquema fijado por Vicente Espinel. Sólo podemos hablar de un verdadero auge decimístico posterior a la segunda mitad del siglo XVIII y propiamente en la centuria siguiente.

Los principales investigadores coinciden en que las raíces andaluzas de la décima se extendieron a América y específicamente a Cuba a través del llamado puente cubano canario [6]relacionadas estrechamente con el tipo de cultivo y no precisamente con el componente étnico [7]

Se ha dicho que el fenómeno decimista se radicó de preferencia en el Occidente y Centro insulares, áreas de predominio del cultivo de frutos menores y de tabaco. Pero es escasa en el Oriente cañero y cafetalero o de frutos menores de montañas. Se ha asociado a la emigración canaria ese auge y radicación espacial de la décima, pero hay que observar que más bien se vincula con el tipo de labor agrícola capaz de dejar tiempo disponible para el goce decimista o de ser incluso practicado como canto en las propias labores. [8]

Si bien es cierto que los inmigrantes europeos, en su mayoría españoles peninsulares y canarios, fueron los responsables de la llegada de la décima a Cuba, sobre todo los segundos han sido vistos como protagonistas de la expansión de la décima, al constituir Canarias un ámbito concurrente en la relación etnocultural España-Cuba, debido a ineludibles e indestructibles nexos geográficos, socioeconómicos y culturales, que intervinieron desde entonces en la formación de nuestra nacionalidad.

Escaso o nulo interés acerca del asentamiento de europeos penin-sulares y canarios en el Oriente del país han mostrado históricamente los especialistas cubanos, debido a la constatación de la reducida cifra que invadió estos alejados confines del archipiélago, sin embargo, cuando valoramos el complejo cultural de la décima –sobre todo la escrita en esta región -, que clama atención a lo largo del siglo XX y llega a sobresalir posterior al triunfo de la Revolución, no se pueden pasar por alto los orígenes y difusión de la estrofa nacional, en el espacio geográfico que va aproximadamente desde Ciego de Avila a Guantánamo, porque estaríamos cometiendo un imperdonable error histórico – cultural alentando la parcelación de un fenómeno que es extensivo a todo el territorio insular y que sin dudas nos enorgullece como nación.

Cuando estudiamos detenidamente el proceso de expansión de la décima a través de las distintas provincias cubanas, en la demarcación geográfica que corresponde al Oriente del país, Las Tunas y Holguín son los territorios donde cuantitativa y cualitativamente la estrofa muestra mayor riqueza, en compa-ración con Ciego de Avila, Camagüey, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, quizás debido a la nada desestimable cantidad de peninsulares que se asentaron acá y a la sostenida intercomunicación cultural.

Específicamente en Holguín, sitio donde se produjo el primer encuentro de culturas en nuestra isla en 1492, la presencia de inmigrantes canarios es notable posterior a la fundación de la Villa San Salvador de Bayamo en 1513, zona donde el cultivo del tabaco sería esencial.

De acuerdo con los datos que ofrecen los archivos de la Iglesia San Isidoro, aproximadamente desde principios de la segunda mitad del siglo XVIII e inicios del siglo XIX, se aprecia un desbalance entre el incremento de la población canaria en el territorio y el resto de los habitantes. Presencia que "repercutió en el incremento de la masa de población campesina, así como en el número cada vez más creciente de pequeñas parcelas agrícolas".[9]

La cultura campesina, en franco proceso de formación, se nutre desde los primeros instantes fundacionales de las relaciones del individuo con las diversas labores agrícolas que le permitían mayor o menor tiempo para el esparcimiento, a través del canto, el baile o el ocio germinativo anterior a la creación.

Con el decursar de los hoy lejanos días del siglo XIX en Holguín la inmigración canaria, lejos de debilitarse, se incrementó sensiblemente y se extendió hasta las primeras décadas del siglo XX.

La jurisdicción […] absorbió el 83,6 % de todos los canarios establecidos en la parte oriental en esta fecha [hacia 1862], hecho que la convirtió en el centro principal del poblamiento canario en todo el este de la Isla en la segunda mitad del siglo XIX, representando el 4,7 % de los canarios establecidos en Cuba. [10]

De manera que, si tuviéramos en cuenta las cifras nacionales de la inmigración y poblamiento canarios, lo que pudiera parecer en primera instancia insignificante para estudios nacionales del proceso, en Holguín adquiere connotaciones especiales debido al notable incre-mento y a lo que representaría después, no sólo comparando el fenómeno holguinero con lo que sucedió en el Oriente del país sino desde el punto de vista de su trascendencia cultural.

Las fiestas campesinas conocidas como "guateques", ameni-zadas con música de guitarra e improvisaciones poéticas, tienen en el canario a su principal fuente de apropiación. Muchos de los "guitarreros" e improvi-sadores actuales son descendientes de canarios y tienen su procedencia en los rapsodas de la España meridional e insular. [11]

Las zonas de Holguín, Mayarí, Sagua de Tánamo y los actuales poblados de Velasco y Buenaventura fueron sitios donde históri-camente la presencia canaria alcanzó notoriedad y donde las raíces campesinas de nuestra cultura se fortalecieron. Llama la atención, por consiguiente, que ha sido en estos lugares donde se ha podido localizar mayor número de poetas decimistas, tanto escritores como improvisadores. Hecho que a todas luces demuestra la estrecha relación entre el poblamiento canario y el florecimiento de la décima en la actual provincia Holguín.

Resulta arriesgado sugerir que a la hora de estudiar la historia de la décima espinela en el territorio los canarios soportan el único y decisivo peso en la balanza de la difusión y concreción cualitativa de la estrofa; sin embargo no es equivocado ver en ellos a los principales protagonistas, porque no sólo hablan las cifras sino evidencias poéticas que pertenecen a la visión más abarcadora del fenómeno y que quedan implícitas en el cuerpo de esta investigación cuando se estudia la obra de varios autores locales, algunos nativos de Canarias y otros descendientes de individuos provenientes de las Afortunadas Islas.

Generalmente muy poco o casi nada se conoce de poetas menores que escribieron décimas en otros lugares del país. Por esa razón, el objetivo fundamental de este estudio, es el de dar los primeros pasos en aras de conformar una futura historia crítica de la décima en la región holguinera donde la espinela ha sido cultivada, no siempre con tanto acierto como en otros sitios, pero sí con nobles intenciones, a pesar de las abundantes incorrecciones gramaticales y formales y del desconocimiento de los autores decimonónicos de las posibilidades expresivas de la supuesta creación del músico español Vicente Espinel.

Las primeras noticias acerca de la décima en Holguín se remontan a 1772, esencialmente a una carta escrita en febrero de ese año que fue localizada por el historiador José Novoa Betancourt en el Fondo Tenencia de Gobierno y Ayuntamiento (legajo 59, expediente 1807) que se encuentra en el Archivo Provincial de Historia. En dicho documento se da crédito de unas décimas anónimas que circularon para ridiculizar a una personalidad política de la época y, al parecer, criticar cierto proceso fraudulento. En el primer párrafo de la citada misiva se lee lo siguiente:

[…] Y por lo que respecta al ruidoso asunto de elecciones que han querido abultar con siniestros informes a V.S. los tres individuos que pasaran hacia esa ciudad Regidor Joseph […], don Luis González (que dejó de ser Alcalde Ordinario) y don Juan Francisco Guerrero (que pretende serlo). El dicho Alférez Real no había dejado de informarle a V.S. la realidad de lo ocurrido.

Y continúa:

[…] Y por atención a lo que V.S me previene no omitiendo decirme que mire con mucha seriedad los asuntos de Pasquines y todo lo que tenga relación informal […] y peculiaridades; lo que parece que han pretendido darle a entender a V.S. que yo padezco de ese defecto y que he sido el autor de unas décimas pasquinantes que aquí han corrido.

Hecho sin lugar a dudas curioso con el que se emparienta la décima escrita en Holguín y que da crédito de los diversos usos que ha tenido la estrofa de Espinel.

Unos años después, exactamente en 1777, se encontraron en la iglesia una serie de versos anónimos, dejados a raíz del descontento que provocó en la pobla-ción la adopción de algunas medidas sociales por el Teniente Gobernador, Capitán Antonio Panon; [12]el poema titulado "El jazmín de mi ventana" de la malograda Adelaida del Mármol (1838-1857) -que tempranamente fue a residir a Santiago de Cuba dejando escasas razones para ser asumida por nuestra historia literaria a pesar de su nacimiento en estas tierras- incluido en Evolución de la cultura cubana (1928) [13](ANEXO 1) de José Manuel Carbonell; texto integrado por siete décimas espinelas en el que todas las estrofas culminan con una alusión directa al título y donde están presentes las características de la obra de la muy joven poetisa: su inclusión dentro del romanticismo y, por consiguiente, su espiritualización de la naturaleza, su preferencia por los temas relacionados con la melancolía, el amor, la muerte, los sentimientos religiosos y su habitual empleo de las estrofas clásicas, a pesar del desaliño formal y de la inseguridad de su expresión, obvio resultado de su inmadurez biológica y creativa.

Adelaida del Mármol es, no obstante, el verdadero punto de partida del estudio de la décima como creación literaria en Holguín, una angelical jovencita –como la describió en un poema Luisa Pérez de Zambrana- cuya vida fue tan breve que apenas tuvo tiempo para librarse de las claras influencias de Sor Juana, Wilde, Byron, Zorrilla, et. al. Y que –al decir del Cucalambé- "fue como las mariposas / que sólo duran un día".

Un curioso texto iniciático de la historia de la décima escrita en Holguín es una décima imperfecta del reo Diego Garayalde Rodrí-guez, solicitando el indulto al Gobernador, en una carta fechada el 4 de mayo de 1859, que citamos a continuación por constituir una verdadera rareza documental.

Veso como humilde haijado

Los pies ami padrrino,

Que la suerte me previno

Para ser consolado.

Espero ser aliviado

De mis penas tan crecidas.

Dios le de mil años de vida

Para que haga mucho favor

Todos decimos aun tenor

Viva nuestro gobernador viva. (sic) [14]

Es importante señalar que, antes de esta fecha, autores como Manuel Nápoles (director del periódico tunero El Hórmigo) y su hermano Juan Cristóbal Nápoles Fajardo, aunque no hicieron vida literaria en la ciudad de Holguín sí publicaron textos en ella y le dedicaron algunos significativos. Manuel publicó en el periódico La Luz su "Saludo a Holguín" [15]y Juan Cristóbal incluyó en su obra poemas donde hace referencia a la región holguinera como son "El Cacique de Maniabón", "Narey y Caolina" y "El Cerro del Fraile" [16]Por otra parte, el libro de este último: Poesías inéditas del vate cubano Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé) se publicó en Gibara en el año 1886.

Después de la introducción de la imprenta en Holguín en el año 1862 por Antonio José Nápoles Fajardo, como era de esperar las publica-ciones periódicas acogieron en sus páginas a la poesía y, por supuesto, a la décima.

En la edición de La Luz correspondiente al 20 de julio de 1862 se incluyó un grupo de espinelas tituladas "A tus lágrimas en la I…" de E.C. Leyva, que pudiera ser Hermino C. Leyva (1836- 1897) gibareño que escribió Gibara y su jurisdicción (Gibara, 1894) además de Descubrimiento de América, primer viaje de Colón (1890) y "El movimiento insurreccional de 1879 en la provincia de Santiago de Cuba" (1893) si nos guiamos por los datos ofrecidos por Max Henríquez Ureña en el Panorama histórico de la literatura cubana (Ed. Arte y Literatura, 1979, t. II., p. 144). Del texto mencionado, incluido en La Luz, citamos citamos la primera estrofa.

Cubre tu sien con el manto

De la inocencia el Señor

Cuando contempla el candor

Que sublimiza tu llanto.

Cada lágrima por tanto

Es del cielo meteoro

En ellas miro el tesoro

Del destino que me guía,

Pues son hijas, vida mía

De otras lágrimas que lloro. (sic)

Una variante bien extendida de la décima en la región fue la jocosa. Tal es el caso del conjunto firmado por Manuel G. Valerino publica-do en el # 96 de El Oriental correspondiente al 8 de enero de 1864. Veamos una estrofa.

A mi querido amigo el Sr. D Manuel de la Vega

Fernández

La solución atestigua

Que somos de un parecer

Pues que te gusta comer

Lo que gusta a mi barriga.

Pues cuando tenga una amiga

A quien hacerle el rondon

me vuelvo muy pregunton

Y le digo sin empacho

"Petra cuando mates un macho

Me mandas un CHICHARRON". (sic)

Décimas jocosas también, pero de corte erótico, son las publicadas por Juan N. Valdés en la misma edición del periódico y tituladas "El lunar de Luisa". (VER ANEXO 2). También si nos guiamos por el Panorama histórico de Henríquez Ureña (tomo I) es muy probable que nos estemos refiriendo a Juan Nepomuceno Valdés (1827-1893) mencionado por López Prieto en Parnaso cubano, editado en 1881. Catalogado por Ureña como un poeta menor de la época (p. 226).

¡Ay Luisa! Por un instante

Tener la dicha quisiera

De ese lunar que se esmera

Al pasar tu rostro amante!

Fuera mi dicha triunfante

Si te diera un beso, dos,

Porque más aprecio en vos

Esa célica hermosura

Que cuanto encierra natura

Entre los hombres y Dios. (sic)

Otros textos publicados fueron cinco firmados con el seudónimo CHOROLI y titulados "Los elementos y el hombre", en los que al autor argumenta la importancia de los cuatro elementos naturales. Léase la última estrofa.

Y con esto se concibe

Que el hombre naturalmente

Desde que nació, pendiente

De cuatro elementos vive.

Viento al cráneo que le active

Fuego al pecho que la inflama.

Agua que el llanto derrama

Pero el más fijo elemento

Es donde tiene el cimiento

En tierra que al fin lo llama (sic) [17]

Hasta el año 1868 la casi inexistencia de documentos y publicaciones que contengan décimas de autores holguineros resulta notable. Además, los poe-mas que hemos podido localizar recogen décimas deplorables. Una décima poco conocida, escrita en Holguín en el siglo XIX es la citada por Antonio José Nápoles Fajardo, en su libro El sitio de Holguín, publicado en La Habana en 1869. Según el introductor de la imprenta en esta región, cuando el incendio de La Periquera uno de los presentes escribió esta espinela, citada en la página 56 del volumen:

El ángel del esterminio

Sentó sobre Holguín su planta,

Levanta, Señor, levanta

Tu desastroso desinio.

¿Es moro o es abisinio

quien trajo la guerra a Holguín

Y de Cuba este confín

Incendia, tala y devasta?

No sigamos que ya basta,

Lo hacen tus hijos, Holguín. (sic)

Una nota curiosa acerca de este acontecimiento es una décima jocosa, escrita al parecer después de octubre de ese año, cuando se realizó el Sitio de Holguín y los ataques a La Periquera. Este texto fue facilitado por el poeta velazqueño Gilberto Cruz Rodríguez y narra la curiosa anécdota de lo sucedido a una estatua de San José que se encontraba en el interior de edificio cuando se realizó uno de los ataques mambises.

Hoy le sirve de quebranto

A toda la España entera

Que por salvar su bandera

Ya no respetan los santos.

El Señor Martínez Campos

Vendrá callado esta vez

Dándonos cuenta, tal vez,

De lo que pasó en Holguín.

Por salvar el polvorín

Se desnuncó San José. (sic)

Por estos años, las fuerzas del Ejército Libertador aumentaron, guiadas por el General Julio Grave de Peralta. Precisamente en 1869, al líder holguinero le fueron dedicadas unas décimas anónimas y bastante inmperfectas, rogándole amparase a los civiles cubanos vejados por la riposta del gobierno colonial. A ese texto, citado por el historiador José Abreu pertenece el siguiente fragmento:

IV

Qué tristeza abia de ser

que dolor para nuestra alma

nos ysieron tomar arma

en contra de buestro poder

A los que amamos tan fiel

al incansable Peralta

de su persona tan alta

algun socorro esperamos

y amargos suspiros damos

por que su amparo nos falta. [18](sic)

El 26 de abril de 1872 se publicó en el # 46 del periódico El Periquero un poema escrito en décimas, dedicado a D. Bonifacio Rumoroso que citamos íntegramente, por constituir una curiosidad bibliográfica.

Va cuudió, batante llora

Po que se fue Boniface

Pero no sabe que jace

Po que yo mucho le dora,

Yo jabrá con mi Sinora

Llenito de sentimenta

Y contesta: no lamenta

La viaje de Boniface

Pue sabe lo que se jace

Y va loco de contenta.

Mimo deja su muchacha

Y su miguito Fracico

Y como grande lo chico

De llorá se lo borracha;

Ya no lo canta guaracha

Po que lo tá digutá

Ma prontico cantará

Cuando vini de la Paña

Pa la tierra de la caña

Pa juntico borrachá.

Nuevas décimas de escasos valores literarios aparecieron en El Periquero en el # 74 del 30 de julio de 1876 y una glosa titulada simplemente " A..D…M" encontrada en el # 6 del periódico La Aurora de Holguín del primero1 de febrero de 1879. Las espinelas que aparecieron en El Periquero llevan como única identificación de su autor A.M.C. y tienen que ver con el traslado de las tropas españolas a la provincia más oriental de Cuba. Veamos:

Los guardias de la ciudad

Al emprender su partida

Un adiós de despedida

Dan en prueba de amistad.

Esta buena voluntad

Recibe el pueblo holguinero

Como el eco lastimero

De los recuerdos que dejan

En virtud de que se alejan

De tu cielo placentero.

Adiós pues, Holguín hermoso,

Que á Guantánamo marchamos

Tristes, porque en ti dejamos

Nuestro bien más venturoso.

Y este bien afectuoso

Mientras tanto no se olvida

Mas la pena el alma anida

En el corazón amante,

Y en nuestro pecho, constante

Penará en la despedida.(sic)

Otras décimas de estos años son el texto formado por cuatro estrofas "Unión y fraternidad", firmado por Julián Pineda el 8 de junio de 1879 y once décimas esdrújulas de R. Rivera que se publicaron en el mismo periódico el 11 de noviembre de 1880, de las que citaremos un fragmento.

Aquí tenéis unas décimas

Que abortó mi númen tísico

Que en la moral y en lo físico

Las vais a encontrar muy pésimas;

Que no valen dos milésimas

Lo sé, por su escaso mérito

Pero en cambio, no es un débito

Contraido con escándalos

Cual hacen hoy muchos bándalos

de las musas a descrédito. (sic)

Finalmente, las últimas décimas publicadas en Holguín de que tengamos noticias son las que aparecieron en El Periquero, firmadas con las iniciales S.F., el 4 de agosto de 1881, una "Glosa" firmada por L. Matex también localizada en este periódico pero el 13 de julio de 1884, y el conjunto "Pienso en ti", las de mayores valores literarios, dadas a conocer el 27 de septiembre de 1885. Su autor es José J. Romeu. Veamos un fragmento.

Me tienes aquí alma mía

Contemplando mis congojas

Con el rumor de las hojas

Y mi soledad sombría.

En esta región vacía

Donde habito tristemente

Llega la noche imponente

Que hace meditar al mundo

Y en mi aislamiento profundo

En ti pienso solamente. (sic) (ANEXO 3)

No concluiremos este epígrafe sin hacer mención al menos de un importante texto escrito en décimas durante la Guerra del 95 por el autor Fernando Figueredo, poeta incorporado al Ejército Libertador. Se trata del poema "El combate de Báguanos", incluido por José Martí en su importante antología Los poetas de la guerra. Estas décimas precisamente aluden al acontecimiento histórico mencionado en el título. Precisamente en el Diccionario de la Literatura Cubana (Ed. Letras Cubanas, 1980, t. I, pp. 345-346) se afirma que Fernando Figueredo es camagueyano (1846-1929) y se alude a que Trelles da como lugar de nacimiento a Bayamo. (ANEXO 4)

1.1- MAYARI

Los primeros indicios literarios de Mayarí, según Mario Vaillant Luna en su libro Mayarí; recopilación histórica (parte II, p.268) se remontan a 1898 y no hemos podido localizar décimas pertenecientes al siglo XIX.

Luis Lamarque (1859- 1938) introdujo la primera imprenta en 1880 y, en 1881, comenzó a publicarse el periódico Crónica de Nipe. En 1895 la imprenta fue llevada por los mambises para Sao Corona y desde allí publicaron El Cubano Libre. Según datos extraídos del Panorama de la cultura mayaricera de la Licenciada Ana Margarita Sánchez, Lamarque escribió y publicó décimas que no han sido localizadas.

1.2- GIBARA

El 7 de octubre de 1883 se publicó en El Porvenir de Gibara una curiosa décima a la que le falta un verso, al parecer por un error de imprenta.

Toda entera Zaragoza

De seguro que no goza

Como tú de simpatía.

Mi mayor gusto sería

En vez de versificar

Poderte riqueza dar

Para celebrar tu santo;

Pero recibe entre tanto

Las memorias de Pilar.

Dos decimistas gibareños del siglo XIX fueron Angel Rojas y Joaquín Cuesta pero de ellos no hemos podido localizar espinelas.

Rojas llegó a ser oficial del Ejército Libertador y Cuesta fue colaborador de periódicos como El Triunfo y Tribuna Libre.

En 1889 se publicó en la imprenta de Martín Bim, el libro Maceo, de Fernando García Grave de Peralta que, al no ser localizado, no se ha podido comprobar si contenía décimas. [19]

Un decimista gibareño del siglo XIX fue Faustino Ramos Magariño del que aparecen varias imperfectas espinelas tituladas "¡Viva España!" en el libro de José A. García Castañeda Así es Gibara, publicado en Holguín en 1957. De ese conjunto hemos seleccionado la segunda estrofa para ejemplificar en este capítulo la simpatía por la Colonia que poseían muchas personas.

Esta española bandera,

encarnada y amarilla,

la mandó desde Castilla

la Reina Isabel Primera;

el que por ella no muera

jamás podrá ser cristiano,

y yo como buen cubano

le canto a la patria mía:

¡Qué viva la Monarquía!

¡Mueran los americanos!

Precisamente de la localidad de Gibara y por su estrecha vinculación con la décima citamos como anécdota interesante la que aparece en Así es Gibara (p. 11) donde el autor relata cómo el poeta Faustino Ramos, en ocasión de una visita del general Valeriano Weyler escribió unas décimas que leyó en su presencia. La imperfecta redondilla final decía:

Cuba será independiente

cuando la rana críe pelo,

cuando se asome en el cielo

la estrella refulgente.

Sin embargo, cuando Calixto García tomó la Villa, Ramos fue llevado ante el general holguinero que le preguntó refiriéndose a la famosa redondilla: "¿Dígame, es suya?" y el poeta, con altos dones de improvisador, le respondió: "No, mi general, la mía es esta":
Cuba será independiente

quiera España o no lo quiera,

y plantará su bandera

en las regiones de Oriente.

Argucia de repentista que libró al poeta de un posible mal rato.

La décima cubana (1900-1958)

El período comprendido entre 1900 y 1958, más que el nacimiento de una nueva centuria, significó para Cuba un cambio de dueño, que ató de pies y manos a la caribeña isla a los poderosos Estados Unidos de América.

La sociedad, la cultura, la economía, el pensamiento, etc., de los cubanos avanzaría a tientas, en medio de la insalvable oscuridad. Y, por supuesto, la literatura sufriría su dosis de vacío.

A la depauperación económica, política y social del país se sumó la presencia de un trasnochado neorromanticismo literario que oscureció nuestra poesía hasta la segunda década del siglo, cuando comenzaron a aparecer vestigios de la renovación mo-dernista iniciada con Martí y Casal en el siglo XIX, circunstancia que afectó, por supuesto, a la décima espinela. Con las muertes de estos grandes poetas, el siglo XIX concluyó con una falta de orien-tación estética e ideológica que incidió en el desfasaje de nuestros creadores respecto a América y el mundo.

Un movimiento de relevancia como fue el modernismo, aún en las primeras décadas del siglo XX, mostraba sus epígonos cuando ya estaba prácticamente agotado.

Posterior a la primera década comienzan a manifestarse las lla-madas vanguardias artísticas y literarias en Cuba, fenómeno que había comenzado mucho antes en Europa y Latinoamérica. Poetas como Regino Boti (1878-1958), de Guantánamo (autor de Arabescos mentales, 1913); José Manuel Poveda (1886-1979), de Santiago de Cuba (publicó en 1917 Versos precursores); y Agustín Acosta (1886-1979), de Matanzas (autor de Ala, 1915) cons-tituyeron la vanguardia de lo que los estudiosos acuñaron como posmodernismo, y fuera de estas obras, muy poco podemos decir del resto de los poetas de entonces.

Los rumbos principales de la poesía cubana de entonces fueron las vertientes social, negrista y pura. Encabezadas por Manuel Navarro Luna, Regino Pedroso, José Zacarías Tallet, Nicolás Guillén, Emilio Ballagas, Ramón Guirao, Mariano Brull y Eugenio Florit.

La poesía pura, tuvo su inicio con el libro La casa del silencio (1916) de Mariano Brull (1891-1936) que luego publicaría Poemas en menguante (1928).

Es la primera época del matancero-manzanillero Manuel Navarro Luna (1894-1966) que publicó en 1919 Ritmos dolientes, Corazón adentro (1922), Refugio (1927) y Surco (1928); Regino Pedroso (1896-1983) que publicaría su libro iniciático Nosotros en 1933; Rubén Martínez Villena (1899-1934) y José Zacarías Tallet (1893-1989); Nicolás Guillén (1902-1989) autor de Motivos de son (1930); Emilio Ballagas (1908-1954), estos últimos cultivadores de la poesía negrista; el grande Eugenio Florit, autor de 32 Poemas Breves (1927) y del libro de décimas Trópico (1930) fundador, junto a Brull, de la poesía pura.

Es la época de la de la Revista Social (19166-1933;1935-[1938]) y de la Revista de Avance (1927-1930) que marcaron un rumbo y una solidez en la literatura cubana y universal.

El cultivo de las estrofas clásicas como el soneto y la décima, el empleo posterior de argucias técnicas como la jitanjáfora por Mariano Brull; los primeros pasos en la búsqueda dentro del verso libre, el cambio de la visión ética y estética respecto a la poesía, son rasgos de la literatura cubana de estos años.

Dentro de ese contexto la décima, como particularidad de este estudio, anunció también un período de consolidación expresiva que, algún tiempo más tarde, mostraría excelentes frutos.

Autores como Dulce María Borrero, Carlos Pío y Federico Urbach, Nieves Xenes, Ramón Gil, Eduardo I. García, Felipe Pichardo Moya, el propio Agustín Acosta y un poeta del calibre de Rubén Martínez Villena, constituyeron la avanzada en la escritura decimística y entre ellos el único autor relevante del territorio holguinero curiosamente fue un venezolano radicado en Banes: Oscar Silva Muñoz, quien publicó en 1924 su libro: Intermitencias y, en 1928, Perlas orientales. Precisamente de este libro Samuel Feijóo incluyó la décima "Como atalaya" en su volumen fundacional La décima culta en Cuba (1963).

En general, hasta 1958, la escritura de la décima mostró disímiles momentos relevantes pero, ante todo, evidenció la continuidad temática y estilística de la obra de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé), situación que afectó sensiblemente el panorama de la espinela.

Décimas de contenido neoclásico y eminentemente populares se canta-ban y escribían profusamente, para exaltar la presencia del vapuleado campesino cubano o las celebraciones burguesas, a manera de anuncios propagandísticos de productos industriales, temas y personalidades po-líticas, etc.

Innumerables poetas decimistas no lograron ver más allá de las limitaciones propias de la época y sus obras desaparecieron cu-biertas por un enrarecido polvillo epocal.

Solamente el matancero Agustín Acosta fue el autor más conocido entre los escritores de décimas en Cuba en las primeras décadas del siglo XX. Precisamente sus espinelas más felices se encuentran en el libro La zafra publicado por la habanera Editorial Minerva en 1926.

Sin embargo, no sería hasta la aparición del decimario Trópico (1930), de Eugenio Florit, que verdaderamente se apreció una nota diferente en el contexto octosilábico nacional. Al decir de Virgilio López Lemus, Trópico constituye "una revalorización desde la décima de la tradición popular cucalambeana, a la que ofrece una dignidad estética superior a la entonces alcanzada en Cuba por esta estrofa." [20]

Representante de la poesía pura, Florit posee el mérito de renovar la líri-ca nacional y de devolver, transformada y jovial, la décima del Cuca-lambé a nuestra literatura.

Gran auge tiene por estos años la décima improvisada. Las tonadas popularizadas entonces, constituyen el centro de la atención de los estu-diosos del período y es conocido que, alrededor de la década del 20, muchos poetas improvisadores recorrían las calles de disímiles ciudades en busca del pírrico sustento que ganaban cantando o repentizando sus dé-cimas.

En 1922 hizo su entrada la radio en Cuba y el hecho favoreció la pro-moción de la décima, ofreciendo nuevos espacios para los juglares repentistas. Varias firmas comerciales realizaron graba-ciones de poetas como Jesús Orta Ruiz y Evelio Orta [21]que, gracias a los avances tecnológicos, tuvieron la posibilidad de darse a conocer como pole-mistas de la décima cantada.

Ya entre 1927 y 1958, sexta etapa de la décima cubana, según Samuel Feijóo, [22]los máximos cultores de la estrofa fueron Nicolás Guillén, el propio Eugenio Florit, Mariano Brull, Emilio Ballagas, Manuel Navarro Luna, Samuel Feijóo y los poetas del Grupo Orígenes: José Lezama Lima, Eliseo Diego, Angel Gaztelu y Cintio Vitier, autores que imprimieron a la espinela signos dife-renciadores respecto a los anteriores, por un hondo sentido de búsqueda lírica e idiomática presente en sus obras.

Pero quien sería considerado por la crítica nacional como el máximo cultor de la décima cubana del siglo XX fue el poeta Jesús Orta Ruiz, "por su carácter integrador de lo popular, lo culto, e incluso hasta folklorista de la décima campestre".[23]

Medularmente improvisador protagonizó, en agosto de 1955, en el Estadio habanero de Campo Armada, junto a Angel Valiente, la que fue conocida como controversia del siglo. Ante miles de espectadores -como no había sucedido ni ha vuelto a suceder en la historia del repentismo cubano- Naborí hizo valer su hondura intimista, su magnífica afinación de juglar decimero y, en general, su excelencia en todos los sentidos; convirtiéndose en el más famoso improvisador cubano. Pero lo que realmente lo hizo trascender dentro de la décima cubana fue el haberle insuflado a la cubanísima estrofa la huella ineluctable de su ele-vada personalidad poética, algo que sólo había logrado Juan Cristóbal Nápoles Fajardo en el siglo XIX.

El sentido intimista característico de la obra de Naborí prueba que su formación lírica no proviene de la décima espinela sino de la gran poesía española, debido al amplio conocimiento que poseía de la mejor tradición poética hispanoamericana. El elevado tono elegíaco presente en sus Elegías a Noel (1955) solamente es comparable con el descomunal poema cubano del siglo XIX "La vuelta al bosque", de Luisa Pérez de Zambrana o con la "Elegía a Doña Martina" de Manuel Navarro Luna.

El desgarrador himno a su pequeño hijo fallecido mostró a Naborí como la voz más auténtica de la décima nacional, capaz de apresar en sus testimonios de dolor una fibra lírica completamente inusual. [24]

A grandes rasgos, éste era el panorama poético- decimístico cubano hasta el año 1958, espectro cultural en el que no estaban excluidos los au-tores que en el resto de las provincias intentaban sobrevivir, en medio de la crisis económica y espiritual de la nación y el desconocimiento no sólo de lo que sucedía en la literatura mundial sino en la de la capital del país; situación frustrante para los creadores que escribían y publicaban sus textos en Holguín, ciudad escogida para realizar este estudio.

Tal vez lo más representativo del acontecer literario holguinero de los primeros años del siglo XX fueron las revistas Holguín ilustrado (1905) y Zig-Zag (1906), que tuvieron limitada duración.

De estos años son revistas como Laurel (Mayarí, 1912), Luz (Holguín, 1912), el semanario Letras antillanas (1922), Letras (Banes, 1923), Alma aureña (Auras, actual Floro Pérez, 1923), Primavera (Holguín, 1923) y Azul (Holguín, 1918) –ésta como la más importante, no sólo por su duración mayor sino por la cantidad y calidad de los textos que promovía-.

En lo referido a la prensa periódica, es de hacer notar la aparición de El Tanameño (1912-1958) y La Opinión (1922-1959) en Sagua de Tánamo; El Heraldo de Nipe (década del 20), El Mayaricero y El Regenerador (1927) todos de Mayarí; El Pueblo (1915-1959) de Banes y El Eco de Cueto (1923-1959) de la localidad anunciada en el título. [25]

En Gibara se publicaron El Triunfo y Regionalista y en Holguín: El Eco de Holguín (fundado en 1895), La Razón, El Heraldo de Holguín, etc. [26]

Los dos poetas holguineros más importantes de los primeros treinta años del siglo fueron Nicasio Vidal Pita (1877-1920) y Ghiraldo Jiménez Rivery (Santiago de Cuba 1892- radicado en Sagua de Tánamo y fallecido en 1981), sin embargo sólo el gallego-holguinero Vidal Pita escribió y publicó décimas aceptables.

Vidal Pita fue fundamentalmente un poeta neorromántico que además de un excelente soneto titulado "Libertad", escribió Poemas, libro publicado en 1917. Su obra, abundante aunque poco édita, no rebasó las lindes de la localidad, acaso por incorrecciones y desconocimiento de las vanguardias literarias de la época, no obstante entregó un notable conjunto de nueve décimas a la revista Azul. Estas espinelas, aquejadas de leves deslices formales, fueron publicadas en el # 22, correspondiente al 4 de agosto de 1918 y están bajo el título "Pesimismo". De éste poema citaremos sólo unos fragmentos, donde son evidentes las influencias del autor de los versos sencillos:

Busco en la sombra tupida

con afanoso desvelo

las dulzuras de un consuelo

cuando me pesa la vida,

cuando el alma dolorida

en su pesar se concentra,

cuando busca y no la encuentra

consoladora esperanza,

y en la noche a que se lanza

ni una chispa de luz entra.

2

La fe que un día habitó

mi corazón juvenil,

como una flor en abril

vivió un día y se agostó.

Si el pecho herido buscó

bálsamo en la fe bendita

la encontré yerta y marchita

como un árbol desgajado

que en el crudo invierno helado

el recio huracán agita.

3

He visto al bueno sufrir,

al que es malvado gozar,

al que es culpable triunfar

y al inocente gemir;

y queriendo descubrir

la causa, miré a la altura:

busqué a Dios, y en la negrura

de una noche sin estrellas,

de Dios encontré ni huellas

ni de la fe la luz pura.

4

Náufrago en el mar sombrío

del desencanto, la calma

huyó para siempre el alma

trocada en sepulcro frío.

Hallando el mundo vacío

por él voy sin rumbo cierto,

sin hallar el caro puerto

donde el reposo se esconde,

sin saber cuándo ni dónde

están lo falso y lo cierto. (sic)

El resto de los autores de las primeras tres décadas del siglo en la provincia Holguín fueron: Carlos Heredia, Manuel Lastre Manduley, Manuel Martínez de las Casas, Juan Farrán Rodríguez, Wifredo Albanés Peña, Guarina Rivero Tamayo, Miguel Angel Ponce de León, Antonio Pérez López, Luis G. Cabrera, Fernando Cuesta Mora, Antonio Luciano Torres, Juan Rafael Albanés Peña, Manuel Agüero, Mariana de la Torre, José Isidoro Zúñiga, Miguel iglesias Infante, Emilio Argota, Balduvina Fernández y Matías López. De ellos los que cultivaron décimas no aportaron ninguna nota de singularidad a la literatura nacional.

2.1- GIBARA

Lo más representativo de la décima que se escribió por estos años en esta zona, se debió al talento del poeta y periodista Fernando Cuesta Mora, director del Regionalista y Presidente de la Agrupación Periodística.

Ganador de algunos premios literarios relevantes y fundamental-mente sonetista, Cuesta Mora imprimió en la décima su sello personal, -aunque no siempre se mantuvo a distancia de las incorrecciones formales-, y cantó a su ciudad con inusitado fervor entre los poetas de la época. Fue autor del himno "¡Viva Gibara!" que aún se canta en la localidad.

El caso de Fernando Cuesta Mora es muy triste para la literatura gibareña. Fue un poeta que trocó sus amplias posibilidades líricas por la falacia de las campañas políticas. Después de lanzar su candidatura para Representante a la Cámara, el 25 de octubre de 1930, el periódico El Eco de las Tunas publicó en primera plana un artículo acerca de su trayectoria política, acompañada de su foto que se reeditó el primero de noviembre de ese mismo año.

El magnífico sonetista y decimista se convirtió en una manipulación de sus propias aspiraciones extraliterarias, que llevó a escribir a Jaime Suárez Silva en su libro Valores orientales, prologado por el propio Fernando, lo siguiente:

[…] el poeta gibareño encorvando aún más su nariz, con un hilo de plata más en su profusa melena romántica, burocratizó sus ensueños electorales tras una escribanía oficial que le sirve de refugio contra la dentellada del hambre. [27]

Otros poetas de estos años, que desarrollaron lo más represen-tativo de sus obras en décimas en los años 40, 50 y 60, fueron Manuel Toledo Leyva y Fermín Fernández Garrido. Del segundo se incluyeron varias espinelas en el libro Así es Gibara de José A. García Castañeda, donde son mencionados también los decimistas populares Francisco Garrido, Rafaelito Garrido, Tavito Claro, Toño González, Raimundo Sosa, Juan Caballero y José Antonio Recio, de los que no se han podido precisar datos, excepto algunas décimas imperfectas escritas y recogidas en ocasiones por la prensa local. No obstante, no podemos asegurar que sean autores de los primeros treinta años del siglo XX.

Otra voz de la décima gibareña de relevancia local fue la del ya mencionado Antonio Pérez López, quien publicó en 1913 en la imprenta "La razón", el libro Mis versos, de escasos valores literarios.

Aproximadamente en 1937 Pérez López publicó en Fray Benito otro libro: Himnario escolar, que la imprenta "Personalidad" de Gibara reeditó en 1954. Las escasas espinelas que publicó, diseminadas en periódicos de aquellos años, no han sido localizadas debido a la inexistencia de prensa y al indetenible deterioro de los escasos ejemplares consultados en el Museo de la localidad.

De otro poeta gibareño de estos años, Matías López González, fallecido el 25 de abril de 1937, Jefe de Redacción de El Triunfo, no se ha podido precisar si escribió décimas, debido a que como tantos poetas, no dio a conocer ningún volumen de poemas. Sólo conocemos que sus textos aparecían frecuentemente en la prensa local.

En líneas generales, la décima escrita en la región se caracterizó por su carácter circunstancial, el canto al paisaje y, en particular, al entorno local y cubano. Décimas de ocasión eran improvisadas en reuniones políticas y sociales, así como eran comunes las décimas para hacer propaganda a determinados productos comerciales y a personalidades del momento. Décimas humorísticas, satíricas, etc, dan crédito de la variedad temática, sin embargo muy poco es salvable para el panorama de la décima cubana.

2.2- BANES

Como se dijo al inicio de este trabajo, el decimista más importante que hizo vida literaria en el terriotorio de la actual Holguín fue Oscar Quintín Silva Muñoz del Canto (Caracas, 1876- Camaguey, 1950).

Nacido en Venezuela durante una gira teatral que realizaba su padre, según el prologuista de su libro póstumo Arpas y clarines (1951)[28], Silva Muñoz vivió en diversos lugares de la isla: Remedios, Camaguey, La Habana, Mayarí, Tacajó, Banes, Santiago de Cuba hasta su definitivo regreso a Camaguey, ciudad donde encontró sepultura.

Sastre de oficio, el poeta, periodista e historiador Oscar Silva se estableció en Mayarí en 1912 y en los años finales de esa década en Banes, lugar donde publicó dos libros de versos Intermitencias (1924) y Perlas orientales (1928).

En Banes, Silva Muñoz ocupó un cargo importante en las oficinas de la United Fruit Company y, al triunfar en las elecciones el Partido Liberal, fue designado Secretario de la Administarción Municipal.

En esa ciudad fundó en 1923 la revista Letras, desempeñó el cargo de Profesor de Literatura Preceptiva en el Colegio Privado "Luz Caballero", en tanto que enviaba sus colaboraciones a periódicos y revistas de Santiago de Cuba, Camaguey y La Habana.

En los veinte años que vivió en la actual provincia Holguín, Silva Muñoz se destacó en la vida política y cultural del territorio desde la fundación del periódico El Clarín y la revista Laurel, en Mayarí, hasta la propuesta del escudo de Banes.

Su libro Intermitencias (1924) fue prologado por el importante historiador de la literatura cubana Max Henríquez Ureña, quien calificó su poesía de romántica y, en cierta medida, extemporánea.

He aquí un poeta que ha sabido serlo en la serena dignidad de su vida, vida caballeresca y fecunda en lances de galanía y de heroísmo; toda ella ha sido consagrada a los más bellos ideales que ennoblecen la conciencia humana: la libertad y el amor; porque en Oscar Silva dijérase que se identifican y confunden don Quijote y don Juan.[29]

En este libro aparecen diez décimas excelentes tituladas "Gemido de bandurria" (pp. 46-51) que es un texto de cierta relevancia dentro de la poesía patriótica escrita en nuestro país. Este poema recibió el Primer Premio en un concurso de décimas organizado por el Diario de Cuba, para conmemorar el 53 aniversario del Grito de Yara el 10 de octubre de 1921. Veamos sólo las estrofas primera y última del conjunto.

Patria, con hondo latir,

-mezcla de risa y de llanto-

lanza mi lira su canto

para gozar y sufrir.

Goza, porque al revivir

en la estrofa soberana

aquella heroica mañana

de la "Demajagua" ingente,

vibra en su arco el torrente

de la indómita campana.

X

Canta, lira, deja el llanto,

haz que tu concepto vibre

y dale a mi tierra libre

toda tu alma en un canto.

Besa su estrellado manto,

porque el cubano siquiera

logre, al cabo, cuando muera

con patria sola sin amo,

tener en su tumba un ramo

de flores y una bandera. (ANEXO 5)

Autor además de El Latifundio (folleto, 1938) y Arpas y clarines (Talleres de El Camagueyano, Camagüey, 1951, prologado por Luis Pichardo Loret de Mola); una décima suya, titulada "Como atalaya", fue incluida en la magnífica antología La décima culta en Cuba (p.299) publicada en 1963 por el poeta cubano Samuel Feijóo. Esa estrofa había sido incluida antes en el volumen: Perlas orientales (Banes, Imprenta A. Cajigal, 1928)

Las décimas de Silva Muñoz, de impecable factura, evidencian el conocimiento del poeta de la clásica estrofa de Espinel y acogen la sensibilidad de este hombre que recibió los influjos de la literatura del Siglo de Oro español y conoció a numerosos intelectuales de su época.

Vista en conjunto su obra poética no representa una nota de diferencia dentro de la lírica nacional del momento, sin embargo sus décimas, de apreciable calidad, bien merecen tenerse en cuenta a la hora de antologar las espinelas de autores de la provincia Holguín.

Otro decimista relevante de la localidad banense fue el santiaguero Luis Augusto Méndez (1888-1970) quien, según la Licenciada Ana Gloria González, fue maestro, poeta y promotor cultural de varias generaciones; maestro y amigo del gran poeta miembro del Grupo Orígenes Gastón Baquero, autor de Guardalavaca playa incomparable (1960) y de Trémulos pétalos (Editorial Hermes, Habana, 1926). [30]

Incluido por Samuel Feijóo en la antología Sonetos en Cuba (p.232) Méndez publicó en 1921, por la Editorial "El Arte" de Manzanillo, el libro Del vergel interior, con prólogo de Laudacio de la Cruz, al parecer una personalidad del momento en esta ciudad. En el prólogo puede leerse lo siguiente:

Cualquier lector curioso al examinar la obra poética de Méndez podrá comprobar como este vate a pesar de cantar ya sus nostalgias, ya a la belleza femenil, ya a la patria; ni es poeta romántico, ni épico; antes verá que es bardo lírico -libertario, y que siguiendo las huellas de los grandes pensadores, anhela y lucha porque en la tierra termine la opresión y reine para siempre la Equidad. [31]

En Del vergel… se incluyen 16 décimas, tituladas "Criollas" y "Mi amor", cuyos valores radican en la fuerza del sujeto lírico para cantar a los temas amatorios. El lenguaje es, sin embargo, muy directo y se aprecia la ausencia de un trabajo y un conocimiento literario profundos. Lugares comunes, errores lingüísticos, adjetivos que nada aportan al discurso son deficiencias de estos textos de los que citamos, sin embargo, la segunda y última estrofa del texto "Mi amor" (p.80).

Así dejad que mi acento

al de vosotros se una,

y que pida a la fortuna

por nuestro bien y contento;

que implore del firmamento,

en estos tiempos tiranos,

piedad para los hermanos,

maldición para la guerra

y un bienestar en la tierra

para todos los humanos.

Otra voz lírica de estos años fue la poetisa Isabel Alavedra Martorell (1890-1986) quien, a pesar de ser gibareña de nacimiento, escribió su obra en Banes y fue una personalidad de la cultura local. De ella no hemos podido localizar décimas, así como tampoco de Adelina Ocampo Hernández (1891-?) quien se hacía llamar "La cautiva" y publicó en 1964 Lirios póstumos.

Finalmente, otros poetas banenses de este período fueron Eusebio de la Caridad Quintana Hernández (1905-1992) quien no publicó libros; Rolando Gómez de C., nacido el 5 de diciembre de 1912, Presidente de la Asociación de Periodistas de Oriente (1933) y fundador del semanario El Socialista. Director y Jefe de Redacción de la revista Mañana (1934-1948), subdirector de El Pueblo en 1948 y fundador de la revista Portada, fue ganador de varios premios periodísticos y literarios. [32]

2.3- MAYARÍ

Además de la revista Laurel y los periódicos El Heraldo de Nipe, El Renacimiento, El Mayaricero y El Regenerador, en esta localidad se publicaron La Aurora de Nipe (1905), El Eco de Mayarí (dejó de publicarse en 1911), El Clarín (apareció en 1912), A pie (?), La Prueba (1930) y El Radium y La Tribuna (ambos de corta duración y de los que no hemos podido precisar sus fechas de publicación. [33]

Según el santiaguero Vaillant Luna, salvo los textos de Oscar Silva Muñoz que se publicaban en la localidad, nada es digno de mencionarse y, por supuesto, la décima queda incluida en esta afirmación.

Otros poetas mencionados en el libro Mayarí; recopilación histórica, son Mario Monnar Cabrera, José Galán Breal, Augusto Sigarreta, Helga Esther Sánchez, Aelia Dou, León de León, el propio Vaillant Luna y los jóvenes de entonces José Miguel Negré, Aldo Forés Tamayo y Eugenio Moncillo. De todos ellos el más relevante fue, sin dudas, el repentista León de León Reyes (4 de mayo 1895-1966) conocido como "El bohemio" y "El bardo mayaricero", autor de Flores de mi huerto (1947), con prólogo de Teodoro Prior Catalá, y Mario Moreno Cabrera (1901-1965) este último poeta verdaderamente prolífico.

De León de León es la décima "A Cuba", muestra fehaciente de su quehacer decimístico y del predominante tono de la poesía improvisada. Veamos:

Perla del mar antillano

mágico y precioso edén

eres la llave también

del gran golfo mexicano.

Todo aquel que sea cubano

debe sentirse gozoso

y más que todo orgulloso

de haber nacido en el suelo

donde se contempla el cielo

más límpido y primoroso. [34]

Finalmente un poeta que solamente será mencionado porque fue imposible localizar décimas suyas es Luis Lamarque (1859-1938) que hizo una obra comentada por Max Henríquez Ureña en el Panorama histórico de la literatura cubana. Este autor falleció en la Habana, ciudad donde se asentó e hizo vida literaria.

2.4- HOLGUÍN

El 12 de julio de 1883 nació en San Agustín de Aguarás el poeta Rafael Zayas González (Cabaniguán) quien realizó toda su obra en Las Tunas y fundó y dirigió El Eco de las Tunas, periódico nacido en 1909, donde también promovió a los autores holguineros.

Poeta que no llegó a publicar libros, dio a conocer textos con regularidad en El Eco…y en periódicos de otras provincias; incluida, por supuesto, Holguín.

Sus décimas generalmente estaban inspiradas en el paisaje y fue un verdadero epígono del tunero Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé) a quien parecía imitar en textos como este:

"Guajiras" (fragmento)

Mi alma por el bien se afana

en este tranquilo ambiente,

mientras que sonoramente

se mece la yuraguana.

Aquí en la choza cubana,

que junto al palmar se mira,

con mis "maracas"de güira

y de la bandurria al son

canto a la amada región

una décima guajira. [35]

Un decimista poco notable fue Miguel Angel Ponce de León quien, según Jaime Suárez Silva, en su libro Valores orientales (1930) nació el 2 de agosto de 1896 y escribía "versos aceptables" a los 14 años.

En 1919 Ponce de León publicó el poemario Albores (Imprenta la Moderna Poesía, Santiago de Cuba) que contó con una carta-prólogo del importante intelectual santiaguero Joaquín Navarro Riera (Ducazcal) (1852-1950), Jefe de Redacción de El Cubano Libre, quien apuntó lo siguiente:

Sus primicias literarias, con todos los naturales defectos y excesos de la juventud y de la inexperiencia, son promesas de frutos jugosos y lozanos, que Vd. podrá cosechar, en su huerto espiritual, si se consagra con fe y perseverancia al estudio, a la observación de la realidad, al comercio de las ideas y a la depuración del gusto. [36]

Sin embargo, en vano fueron los consejos del intelectual santiaguero. Ponce de León fue otro de los poetas envueltos en la calígine política del país pronorteamericano que era entonces Cuba.

De las décimas que aparecen en Albores tituladas "En la muerte" y "El 7 de diciembre", muy poco se puede decir. Citamos solamente la última estrofa del primer poema porque es de lo más logrado. Veamos:

Y esa claridad inmensa

como estela luminosa,

alumbrará hasta tu fosa

con su luz vívida, intensa,

porque el alma que es extensa

para luchar con el viento

del amargo sufrimiento

merece por sepultura

la tumba donde fulgura

la lumbre del firmamento. (p.99)

En 1921 Ponce de León publicó el libro de prosas Clarinada patriótica, con prólogo del entonces Ministro de Cuba en Washington Carlos Manuel de Céspedes (hijo). En 1922 publicó el poema épico "La voz de los muertos", que recibió elogios del Rey Alberto I de Bélgica y de los poetas José Manuel Carbonell y Enrique José Varona.

Empleado de la Tesorería Municipal de Holguín y, a la vez Procurador Público, se dedicó a una carrera política que limitó considerablemente su obra literaria.

Otro decimista significativo del territorio fue el matancero Joaquín Fortún Fortún, nacido en 1899 y al parecer fallecido posterior a 1957. No obstante, no será estudiado en este capítulo por no poseer décimas suyas anteriores a 1930.

Fortún publicaría en Manzanillo dos libros en 1943: Etapas y Pentagrama.

Una nueva voz de la espinela fue el poeta Antonio Luciano Torres, autor del poemario Horas propicias (1924) publicado en la Imprenta "El arte" de esta ciudad.

Nacido en 1870, Luciano Torres escribió 20 décimas dedicadas a su ciudad, donde resalta la presencia de la mujer, los héroes, el paisaje, las ciencias, las instituciones sociales y políticas, religiosas, etc., en un conjunto que, si bien no trasciende las fronteras locales, es un loable empeño dentro de la escritura holguinera de la décima. Veamos un fragmento:

Holguín, mi pueblo natal,

cómo no cantarte un día

si encierras la poesía

del jardín universal?

Es tu mujer ideal,

tus hijos son… un modelo,

cuánta amargura, desvelo,

afán y lucha prolijos

tuvieron tus buenos hijos

para libertar tu suelo. (p.3)

Horas propicias es el libro de poesía escrito en la provincia en estos años que más décimas contiene (70). En él aparecen, además del título mencionado, "A la respetable Logia Holguín", "La mujer española", "Al cerro de la cruz", "Canto a Gibara", "Canto a Victoria de Las Tunas", "La mujer gibareña", "Canto al mármol", del que citamos la tercera estrofa para que el lector pueda constatar la calidad de sus textos:

Pasa un año pasan dos

y tú, centinela alerta,

señalas la inmensa puerta

del gran palacio de Dios,

siempre de la pompa en pos

para vanidad del hombre,

pues aunque el mundo se asombre

debía ser toda inscripción

grabada en el corazón

aunque el que fue no se asombre (sic) (pp.70-71)

Cantor de la ciudad y principalmente de la belleza femenina, Luciano Torres nos dejó un grupo de décimas de valores escasos, en comparación con las de los autores cubanos de entonces, sin embargo no es equivocado afirmar que pocos poetas cantaron como él a la ciudad que atraviesan el Jigue y el Marañón y, por lo tanto, permanece por derecho propio en la memoria de los holguineros y en su historiografía literaria.

Luciano Torres falleció el 28 de enero de 1939.

Otro decimista, pero de menor valía, fue José Oberto Caissé, que publicó en la capital del país su libro Selva virgen en 1930.

Dividido en 4 secciones, Selva virgen recoge 48 sonetos bastante imperfectos, un poema escrito en tres cuartetos endecasílabos, 3 poemas metrolibristas y 31 poemas en su mayoría breves, donde utiliza la métrica con bastante dificultad.

No localizamos en este poemario un solo texto donde el poeta lograra dominar la armonía y las estructuras clásicas y mucho menos alcanzar una feliz expresión lírica. Las ocho décimas incluidas, bajo el título "A ella" (pp. 185-187) no merecen citarse y, por lo tanto, no aparecerán en este panorama de la décima escrita en Holguín.

2.5- SAGUA DE TANAMO

El decimista más importante de este territorio fue el Doctor en Farmacia José Manuel Cuzcó Lacavalerie, quien publicaba sus textos en los periódicos La Opinión y El Tanameño y los daba a conocer en reuniones sociales.

Otros nombres de poetas locales son Rolando Calzada Pagés, Santiago Rodríguez, Félix Medero, María Josefa Hernández y Jesús Barinaga, de los que no se ha podido determinar si escribieron décimas.

El autor más significativo del territorio y de la provincia Holguín, en las tres primeras décadas del siglo XX, fue Ghiraldo Jiménez Rivery (1892-1986) que imprimió el libro: La selva interior (1919) y fue un representante del posmodernismo cubano pero, lamentablemente, no publicó décimas.

2.6- SANTA LUCIA (ACTUAL MUNCIPIO RAFAEL FREYRE)

Un decimista de esta localidad, de quien sin dudas se puede escribir mucho es el poeta Angel Augier[37]Nacido el primero de diciembre de 1910 y posteriormente radicado en La Habana, Augier publicó en 1932 su libro Uno, donde incluyó textos escritos entre 1928 y 1931.

Poemas de formación, los títulos de Uno evidencian el nacimiento de un creador del que después se harían numerosos elogios en la cultura cubana, hasta su reconocimiento con el Premio Nacional de Literatura en 1991.

Una décima de esta primera época de Augier es la titulada "El guajiro", que incluyó en Breve antología, publicada en 1963 en la Habana pero con el sello editorial de la Universidad Central de Las Villas.

Partes: 1, 2, 3, 4, 5
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