El Éxodo: un aporte a la concreción del reino de Dios en la historia latinoamericana
- El
éxodo como parangón de la evolución
histórica - El juicio
destructivo y el acercamiento al reino - Conclusiones
- Notas
- Bibliografía
RESUMEN
El Éxodo es una salida y una fundación
histórica. Es una salida desde un estado de
negación de la condición humana y la salida de tal
condición hacia una tierra
promisoria que, por su historicidad, trasciende en el espacio y
en el tiempo para
convertirse en una situación en y para la salvación
del ser humano sufriente, que exige un requisito trascendente: la
necesidad individual y social de la conversión. Y es un
camino precisamente porque el desenvolvimiento de la historia de esa humanidad
sufriente, presa de la esclavitud y
sometida a la adoración de falsos dioses políticos,
económicos e ideológicos, desemboca en una
alteración del orden social lleno de contradicciones de
difícil resolución precisamente por la
implantación de soluciones
"logificadas" que vistas desde su diseño,
rebasan los cimientos del derecho
natural llegando a ideologizarse y convertirse en
prácticas legitimadas y tenidas como "buenas" desde la
perspectiva de quien la sostiene y defiende.
Este enfoque sociológico pretende ser un análisis comparativo entre el
acontecimiento veterotestamentario mosaico, y la alianza
contraída entre Dios hecho Hombre y la
humanidad entera en la búsqueda de un orden donde se
concreticen las posibilidades sociales para llegar a encontrar
una vía posible hacia la felicidad del ser humano. Y se
resume así, un estado de las cosas preñado de
contradicciones sociales que impiden alcanzar las aspiraciones
más simples y más naturales y que, sin embargo se
perpetúa de tal manera que la desesperanza pareciera tocar
a las puertas de la humanidad, sin encontrar una salida
histórica; no al menos en los relativismos
ideológicos tal como el socialismo y el
liberalismo lo
han planteado.
Por ello es menester volver la mirada hacia la Alianza
entre Dios y el Hombre en
la persona de
Jesús (1), en la propia liberación manifiesta,
tanto a nivel individual como a nivel social, dentro de una
dinámica dialéctica,
interdependiente e interactiva que nos lleve a mejores
derroteros. Desafortunadamente la presencia real de Dios y el
Hijo en la historia está ligada íntimamente a la
cronología descrita en los tratados
históricos sin recibir a cambio nada
más que el reconocimiento influyente en la espiritualidad
de la congregación humana en la institucionalidad
eclesial. No se sale de estos parámetros ni de este
círculo que impide ver la trascendencia de Dios en la
historia y la fuerza
concreta que pueda tener en la edificación de una mejor
sociedad, sin
llegar a ser por ello una mera utopía como lo han querido
ver incluso ciertos defensores de la Teología de la
Liberación misma. Muy lejos estamos desde el punto de
vista empírico de subsumir la historia basada en la
salvación y la entronización del Reino de Dios en
la historia de la humanidad en cuanto eje central de la evolución y la búsqueda de un mundo
caracterizado por la justicia y la
liberación humana, entendida ésta, como una
situación social en que las condiciones de vida de la
población de cualquier sociedad particular
satisfagan las necesidades más elementales tanto
biológicas como espirituales y sociales.
La posición radical de los relativismos como el
marxismo y el
liberalismo (económico), así como de las teorías
sociológicas, los planteamientos filosóficos y
teológicos (Teología de la Liberación); la
posición científico-social sobre la evolución
humana, no hace más que demostrarnos la
sujeción de Dios y su Plan a los
planteamientos meramente antropocéntricos, dejando en un
segundo plano esta prioridad de la salvación. Lejos
estamos de vincular, desde el punto de vista teórico y
práctico, la historia dentro de la Salvación. Los
filósofos como Karl Jasper
pretendían precisamente plantear un eje central de la
historia, vista empíricamente como la guía de la
humanidad, incluyendo una validez teórica para la
cristiandad.
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