Trastornos mentales menores en atención primaria. La visión con un antropólogo marciano
- Introducción, con una
historia escolar - Dueños de un cerebro
demasiado grande, ¿O es el cerebro el que nos
posee? - De brujos a
(aparentes) médicos
científicos - Precaución
con la prevención (o la necesidad de poner coto a la
prevención sin límites) - Bibliografía
Introducción, con una
historia
escolar
"En la escuela donde doy
clase (soy de
gimnasia) llegó una maestra nueva
este año, una especie de señorita Rottenmeyer, y de
repente parece que en vez de escuela tengamos una clínica
de diagnósticos para todo niño que no se adapta a
ella: hay un tartamudo que no es tal, Pedro, pues en
realidad sólo tartamudea con ella, luego está
Ofelia, que la han derivado a salud mental con
neurosis obsesiva
(9 años), porque llora y tiene pánico
a venir a clase… Cuando lo comenté con el director, me
dijo "ya la conoces; es un tema delicado; es una
compañera, -el corporativismo-; no te metas"…
"ya, pero es que yo les doy clase, y me piden que me
quede más rato para no estar con ella y veo el miedo en
sus ojos… y sobre todo estamos en noviembre…"
Reconozco que el tema me está afectando, pero es
que entre unos niños
que vomitan antes de ir a la escuela, unos padres que creen que a
sus hijos les pasa algo y unos compañeros que miran para
otro lado o se suman a "detectar" casos
clínicos… supongo que canalizo la
frustración hacia escribir (como decía Gloria
Fuertes, "en vez de echarme al odio o a la calle, escribo a lo
que salga"…). Pero luego, a medida que continuaba
escribiendo, el tema me iba pareciendo mucho más
importante de lo que había previsto, y cuando lo
comentaba con los compañeros les sonaba a chino. De hecho,
en educación
se está en la fase de prevención, del
"prevencionismo", y cuanto más precoz mejor, sin tener muy
en cuenta la medicalización. La intención (de
este viaje a Ítaca) es crear opinión entre el
profesorado (que es mi campo) y los servicios de
salud (que es el
tuyo)".
Es el testimonio de una maestra que se conmueve con el
sufrimiento de niños y padres. Una maestra espantada que
pide ayuda a un profesional sanitario pues se sorprende por la
transformación de la timidez infantil en "depresión", de la inquietud del niño
inteligente y despierto en "trastorno por déficit de
atención con hiperactividad", del miedo a
la maestra rígida incompetente en "neurosis obsesiva", del
dolor abdominal y los vómitos ante la
exigencia escolar en "intolerancia a la lactosa", "dolor
abdominal recidivante" o "síndrome de intestino
irritable", y demás.
¿Cómo hemos llegado a esto?
¿Cómo es posible que estemos transformando
cualquier problema cotidiano en un problema de salud, en un
"trastorno mental"?
¿Son los trastornos mentales menores realmente un
problema de salud?
Intentaré dar respuesta a estas tres cuestiones
en lo que sigue. Aunque he utilizado bibliografía apropiada que
se cita al final, el punto de vista será eminentemente
clínico y práctico, típico del médico
general que pasa consulta a diario. Para mejor interpretarlo
cuento con un
antropólogo marciano. Sí, un
"marcianólogo"[2] transmutado en
antropólogo, nacido y criado en Marte, en la
civilización que allí existe hace cien mil
años, y que ha decidido finalmente mandar a un estudioso a
tomar contacto con los humanos, y por un error menor cayó
en Canencia de la Sierra (Madrid,
España), en lugar de Washington (Distrito
de Columbia, EE.UU.).
Dueños de
un cerebro demasiado
grande, ¿o es el cerebro el que nos posee?
La especie humana se caracteriza por ser bípeda.
Ello conlleva un parto
difícil en las hembras, y el típico dolor de
espalda inespecífico en machos y hembras. También
en ambos el andar de pie libera las extremidades superiores y
permite el desarrollo de
las manos con su capacidad para manipular objetos pequeños
y delicados. En paralelo a las manos se desarrolla un cerebro
hasta cierto punto monstruoso, pues es incapaz de entenderse a
sí mismo.
Un cerebro que se asocia a auto-conciencia, a
reflexión acerca del devenir de la vida, a capacidad de
echar de menos a quienes murieron y a posibilidad de desarrollo
de un lenguaje y una
cultura que
nos "poseen", pero que es incapaz de comprenderse y conocerse a
sí mismo después de múltiples y variados
estudios biológicos y psicológicos y teorías
científicas y filosóficas varias. Cabe por ello
preguntarse si el cerebro no será sencillamente la
expresión del alienígena que nos abduce a
todos.
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