- Nutrición
- 15
alimentos para ser más felices - Espontaneidad
- Aprendizaje sin límites
- Todo
es posible en la vida - Conclusión
- Bibliografía
Introducción
En este trabajo se tratará de
hacer un breve bosquejo sobre la importancia que puede tener una
buena nutrición así como
abrirse a la espontaneidad para tener bienestar.
Realmente, ¿Podemos moldear nuestra percepción de la vida
eligiendo con inteligencia lo que
comemos?
Veamos que encontramos al respecto.
Nutrición
Según un artículo publicado en la revista "integral" (Cano,
2008) a tenor de los múltiples estudios que se están
publicando actualmente sobre este interesante tema, si se puede
contestar afirmativamente a la pregunta que realizábamos en
la introducción:
"¿podemos moldear nuestra percepción de la vida
eligiendo con inteligencia lo que comemos?".
Retomaremos la argumentación de Cano (2008): un
niño que en la escuela se muestra inquieto, demasiado
movido, con déficit de atención o incluso se
muestra agresivo podría cambiar de actitud si introdujésemos
en su dieta algunos alimentos –como por
ejemplo, más proporción de ácidos grasos omega 3,
más frutas y verduras frescas- y, sobre todo, si eliminamos
otros especialmente perjudiciales –como colorantes y
aditivos químicos, el exceso de azúcar, de grasas saturadas, de
bollería industrial, y productos con harina
refinada-[1]
Un estudio inglés reciente advierte
de esos peligros e insta a que los organismos públicos hagan
amplias campañas de sensibilización en este sentido. A
pesar de la abundancia en la que vivimos en Occidente,
¿estamos desnutridos? Y si es así, ¿Qué
consecuencias tiene para nuestra salud emocional?
En este sentido, hemos querido ir más allá de
la salud física e indagar en las
emociones y cuál es el
protagonismo de la nutrición.
Nuestro estado de ánimo, muchas
veces espoleado con productos inconvenientes, puede verse
notablemente mejorado si alimentamos nuestro organismo con los
productos de la tierra más adecuados,
aquellos que inciden en nuestra bioquímica cerebral y nos
ayudan a asegurar endorfinas, serotonina y otras sustancias
necesarias para que nuestra vida no nos parezca una especie de
gigantesca noria sin control, con altibajos
anímicos muchas veces incomprensibles (Cano,
2008).
Es cierto que la tan ansiada felicidad no se alcanza con
recetas mágicas, pues depende de una intrincada y personalísima maraña de
factores, pero podemos abonar nuestro estrato vital con aquellos
alimentos que permitan florecer el buen humor, la tranquilidad y
la alegría. Desde ahí, es más fácil
arañar la felicidad o, como mínimo, no dejarnos
arrastrar por las inevitables frustraciones que nos hacen caer en
el pozo de la ira, los arrebatos coléricos, la violencia o la depresión (Cano,
2008).
Por todo ello, enseguida retomaremos el articulo de De
la Torre que titula "15 alimentos para ser más felices" (De
la Torre, 2008) en el que desarrolla que alimentos te allanan el
camino hacia el buen humor, cuales abonan nuestro terreno
físico para que sea más fácil sembrar allí
las semillas de las emociones sanas (Cano, 2008).
15 alimentos para ser más
felices[2]
Se acostumbra pensar que gozar de un buen estado de
ánimo depende sólo de las preocupaciones del momento o
de las tendencias de la personalidad. Sin embargo,
apenas concedemos importancia a la influencia de la alimentación. Pero la realidad es que
la apatía, la irritabilidad, los cambios de humor pueden
tener su origen o verse incluso afectados por una dieta
desequilibrada y carente de ciertas sustancias con efecto sobre
la química cerebral (De la
Torre, 2008).
Los efectos de una alimentación limitada e
inadecuada sobre el estado de ánimo
están bien documentados. Es sabido, -desde tiempos
antiguos-, por ejemplo, que la anemia, debida a una ingesta
baja de hierro, puede provocar
sensación de debilidad, cansancio y letargia. La carencia de
vitaminas del grupo B – especialmente
las vitaminas B1, B3, B6 y B12 y ácido fólico-
están igualmente asociadas a síntomas como la
depresión e irritabilidad. Y lo mismo sucede con los
micronutrientes minerales, ya que la deficiencia
de cinc o de selenio, cada vez más creciente debido a la
creciente pobreza de las tierras de
cultivo, se ha relacionado con la incidencia de depresión y
otros estados anímicos negativos (De la Torre,
2008).
Página siguiente |