En estas novelas la
atmósfera
se convierte en un elemento activo de la trama; no es caso
tampoco que estas historias hayan sido escritas por Agatha
Christie, una maestra en el uso de técnicas
similares (que son utilizadas por los escritores con
experiencia). Además, en la producción de
esta gran escritora inglesa, la capacidad de crear una
atmósfera adquiere, a veces, una calidad
subliminal mas allá del estilo de escritura:
¡para un amante de las historias de detectives es
suficiente tener uno de sus libros en mano
para sentirse en su salsa!
5. Una historia de detectives no
puede existir sin una buena trama criminal. Llámalo como
quieras, pero un escritor de este género
(¡no importa cuán famoso o venerado sea!) que
demuestra una incapacidad crónica para construir un
perfecto mecanismo criminal, no se puede definir como tal.
6. Lectores e investigadores deben tener la
misma oportunidad de resolver el misterio. Todas las pistas deben
ser (claramente) presentadas y descritas. Esta regla es muy
similar a la primera regla de Van Dine. La diferencia consiste en
el adverbio claramente que he puesto entre
paréntesis. De hecho, yo creo que para protegerse de la
invasión previamente mencionada (como la
televisión, el cine o
Internet),
las historias de detectives deben defenderse con sus propias
armas, sus
características específicas y su estilo de
escritura. La cualidad estructural de una novela
detectivesca se encuentra, entonces, en su capacidad de proveer
pistas (¡sin transformarlas en armas de confusión!)
dando, de esta manera, al buen lector, y solamente a él,
la posibilidad de descubrir al culpable con facilidad.
7. La solución de una historia de
detectives debe ser univoca. Tiene que haber solamente una verdad
hacia la cual todos los elementos se encaminan. Esta es
también una condición imprescindible para juzgar la
calidad de la trama.
8. La solución de una historia de
detectives debe siempre estar a disposición del buen
lector.
9. El culpable puede ser cualquiera de los
personajes, no importa cual sea su papel. Además, tiene
que haber más de un culpable en la misma historia. En este
punto, yo estoy en desacuerdo con las reglas, 10, 11, 12 y 17 de
Van Dine. Yo creo que las necesidades de la historia y de la
trama criminal justifican estas indicaciones; a este respecto se
podrían nombrar muchos ejemplos de Obra Maestras del
género que han llegado a ser tales porque han utilizado
estrategias
similares (entre ellas cito a Murder on the Orient
Express).
10. Una historia de detectives puede tener
más de un investigador. Por ejemplo, esto sucede cuando
la
investigación policial se desarrolla paralela a la del
detective principal. Es conciliable, pero, solamente, hay un
héroe en cuya capacidad de razonamiento el buen
lector puede poner su confianza, que podrá resolver el
misterio.
11. ¡No existe una historia de detectives sin
un cadáver! En verdad, un solo cadáver, la mayor
parte de las veces, no es bastante.
12. ¡No hay un cadáver sin un
delito! Mejor,
la historia debe contemplar al menos un muerto víctima de
las maquinaciones del anti-héroe.
13. Los homicidios
cometidos por las organizaciones
criminales no tienen dignidad en
una historia de detectives clásica. Característica
exclusiva de este género (que es también el
elemento principal que le confiere una calidad fascinante), es la
focalización sobre las motivaciones instintivas del
crimen. Entonces, las historias de detectives clásicas nos
recuerdan que todos somos asesinos potenciales. No sólo
eso: cuando más insospechable sea el personaje en
cuestión, más crecen las posibilidades de que sea
realmente el culpable.
14. Entendiendo que el culpable puede ser un
personaje secundario (v. Regla 9), los personajes principales
deberían ser presentados rápidamente, mejor
deberían ser nombrados antes de la novela en
sí misma, en una página dedicada a ellos. Un buen
lector que está listo para leer una historia de
detectives, debería ser visto como un jugador de ajedrez que
está preparado para comenzar una partida. Necesita
naturalmente todas las piezas, pero sólo él puede
realiza jaque mate.
15. La originalidad es también un
elemento esencial en una trama criminal. Un escritor puede
utilizar estrategias ya conocidas, cualquieras sean, pero una
trama no es válida si no contiene particularidades nuevas
que la distingan de todas las obras precedentes.
16. Las metodologías investigadoras
del héroe deben estar siempre basadas en una gran
capacidad de razonamiento lógico y en un tratamiento del
caso fundamentalmente empírico, es decir, basado en su
experiencia (no solamente de los casos criminales, sino
también, y sobre todo, de la vida cotidiana).
17. Un anti-héroe legal es otra
particularidad de las historias de detectives clásicas.
Con esto yo quiero decir que al héroe que utiliza
una metodología investigadora empírica
se contrapone a un anti-héroe capaz de crear una
trama criminal científica. La base
científica es dada por la posibilidad de reproducción del experimento (¡no
están permitidos los trucos transcendentales
aquí!).
18. El dénouement de la
historia debe ser un privilegio del investigador.
19. El dénouement no puede ser nunca
parcial. El buen lector debe siempre terminar el libro con la
satisfacción mínima de ver explicados, no
sólamente la racionalidad y el valor
escondido detrás de cada pista, sino también la
racionalidad y el valor escondido detrás de cada pista
falsa (¡hay que tener algunas, de otra manera sería
demasiado fácil!). En resumen, todas las cartas han de
estar sobre la mesa (¡nunca mejor dicho!).
20. Una historia de detectives es sobre todo
un desafío entre el autor y el lector. Por
consiguiente, los buenos lectores no se pueden limitar a apuntar
a este o aquel personaje como el culpable. Las posibilidades de
que sus suposiciones sean correctas son, naturalmente, muy altas
dado el limitado número de personajes. No hay duda, por su
puesto, de que un investigador que se respete se distingue de un
novato, no tanto porque el primero encuentra siempre al culpable,
sino porque siempre es capaz de explicar, al detalle, como los
eventos han
ocurrido. Cuando consideramos que las cosas sólo
podían suceder de una manera (v. Regla 7), ¡todo
está dicho!
Autora:
Rina Brundu Eutace
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Traducido por Rina Brundu y Carmen López Cara
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