O la materia prima
de la verdadera Revolución. De la importancia capital de la
actitud
personal de
cada individuo para
cambiar el sistema.
En la primera parte vimos cómo todos
tenemos margen de maniobra, cómo el control social
tiene sus límites y
cómo el sistema lo hacemos entre todos y nos afecta a
todos. En esta segunda parte vamos a ver cómo
podría cambiarse el sistema entre todos.
1)
El sistema podemos y debemos cambiarlo entre
todos
No nos sirve de nada ser conscientes de la
situación, conseguir poner en "evidencia" al sistema,
analizar las causas de porqué no funciona, llegar a la
conclusión de que es posible y necesario cambiarlo, si a
continuación no intentamos cambiarlo de alguna manera, si
por lo menos no lo intentamos. El análisis de la situación es
imprescindible, pero debe representar un primer paso, no debe ser
el fin en sí mismo, es necesario también buscar
soluciones e
intentar implementarlas.
Si tenemos claro que la forma
más razonable de avanzar es desarrollando la
democracia, pero también tenemos claro que el sistema
va a impedirlo (como siempre lo ha hecho) por todos los medios
posibles (no va a renunciar a perder el control), entonces,
¿qué salida nos queda? ¿Cómo podemos
"forzar" la situación? La respuesta es evidente, la
única salida que tenemos es, como siempre, luchar.
La lucha por la emancipación debe ser
en TODOS los frentes y usando TODOS los medios (pacíficos)
posibles. Dichas luchas se complementan y sin todas ellas no
puede hacerse una lucha global y total (que es la que se
necesita).
a) Colectivamente
Indudablemente es imprescindible organizarse y
coordinarse para luchar. La unión hace la
fuerza. El "enemigo" es demasiado poderoso para combatirlo
exclusivamente de forma individual. La lucha debe ser siempre
pacífica y desde dentro del propio sistema siempre que
sea posible, siempre que el sistema tenga algún flanco,
alguna grieta, y normalmente casi siempre la hay. Puede ser
así aparentemente más lenta (si analizamos los
resultados a corto plazo) pero a largo plazo puede ser más
segura y rápida. La clásica estrategia de dos
pasos adelante y un paso atrás, muchas veces se ha
convertido en un paso adelante y dos pasos atrás. Es
preferible un avance CONTINUO pero SEGURO, que un
avance "a saltos" discontinuo con muchas paradas y retrocesos.
Esto es como el cuento de la
liebre y la tortuga. La experiencia nos ha demostrado que el
sistema aprovecha los fracasos para contraatacar con más
virulencia y provocar retrocesos importantes y, lo que es peor,
para provocar el desánimo generalizado que impida volver a
intentar cambios.
Evidentemente hay que organizarse a nivel local pero
también a nivel internacional, porque la "guerra" es
internacional. La izquierda debe aprender de sus errores y
emplear otras tácticas en esta "guerra" sin cuartel (ver
mi anterior artículo Los desafíos de la
izquierda en el siglo XXI). Pero esta "guerra" debe ser una
"guerra" de ideas, las "armas" son las
palabras, la inteligencia,
la razón, el sentido común, la memoria,
el
conocimiento, la información . Hay que empezar a cambiar
el sistema desde dentro (intentando reformarlo, pero de
verdad, no sólo aparentemente, y sobre todo de forma
continua) y simultáneamente hay que empezar a construir
un sistema nuevo dentro del viejo (en aquellos ámbitos
donde el sistema actual no puede ejercer toda su influencia, en
las organizaciones
populares, que deben servir de "conejillos de indias", de
"laboratorios de experimentación social"), un sistema
nuevo que deberá ir ganando terreno como si fuera una
"quinta columna".
b) Individualmente
Pero además de organizarse colectivamente,
también es necesario, es imprescindible un cambio de
actitud generalizado de las personas que conformamos el
sistema. Es más, sin este cambio de actitud individual
y personal, probablemente tampoco será posible la lucha
organizada (la verdadera unión de las personas debe
sustentarse en la actitud individual de cada una de ellas por
dicha unión, en su compromiso personal, en su motivación, en su responsabilidad) o no servirá de nada. El
sistema siempre ha intentado anular al individuo, como estrategia
elemental de anulación de las masas. La
alienación de las masas pasa por la alienación de
cada individuo. Por tanto la emancipación social debe
pasar también por la emancipación personal. Una
revolución que no consigue emancipar a los individuos de
una sociedad, lo
único que hace es cambiar la forma de alienación de
la misma, no la libera. La verdadera revolución social
necesita de la "revolución individual".
Sólo cuando cada uno de nosotros cambie de actitud,
cuando queramos realmente cambiar para mejorar, cuando aprendamos
a pensar bien (a usar adecuadamente nuestras mejores
capacidades mentales), a ser libres (sin necesidad de tutores ni
de líderes, sabiendo que nuestra libertad acaba
donde empieza la de otros, considerando que sólo seremos
verdaderamente libres cuando usemos la libertad con
responsabilidad), a respetar al prójimo (aunque lo
aborrezcamos o sea radicalmente diferente), a ponernos en el
puesto de otros (para comprenderlos mejor), a ser tolerantes, a
ser sinceros (para con nosotros mismos y para con los
demás, a practicar la sinceridad pero también a
valorarla cuando los demás la practican hacia nosotros), a
criticar (constructivamente) pero también a encajar las
críticas hacia nosotros, a darnos cuenta de que nadie
posee la "verdad absoluta" (de que podemos estar más o
menos equivocados, de que todo es más o menos
cuestionable), a evitar asumir ideas sin criticarlas por el
simple hecho de ser verdades "incuestionables" o "aceptadas"
(pensamiento
crítico), a cambiar nuestras ideas cuando lleguemos a
estar convencidos de que eran erróneas (pero al mismo
tiempo a ser
firmes en nuestras convicciones hasta que ya no estemos seguros de ellas,
tampoco se trata de cambiar alegremente nuestros principios sin
estar convencidos y tampoco se trata de cambiarlos constantemente
"al son que toca" o por interés,
así como tampoco se trata de aferrarse a ellos de forma
cerrada y a perpetuidad sin dar opción de cuestionarlos),
a practicar nuestros principios cotidianamente de forma coherente
(predicando con el ejemplo), a respetarnos a nosotros mismos (y a
exigir a los demás que nos respeten también, a
exigir un trato digno), a tener paciencia para aprender o para
enseñar (para cambiar las cosas se requiere de mucha
paciencia), a compartir, a esforzarnos (o por lo menos a no
acomodarnos en exceso), a tener una visión amplia y
general de las cosas (a controlar nuestro egoísmo y
nuestro egocentrismo para evitar que nos "nublen la vista", a no
perdernos en los detalles, a evitar que "las ramas no nos dejen
ver el bosque"), a "pensar globalmente y actuar localmente", a
pensar más a largo plazo, a reconocer nuestros errores y a
rectificar, a pedir perdón (pero sinceramente y
coherentemente, evitando volver a cometer los errores por los que
nos disculpamos), a aceptar la voluntad mayoritaria (lo cual no
significa asumirla ni anular nuestro espíritu
crítico o nuestra discrepancia), a ser verdaderos
demócratas, a rebelarnos "con causa" (a no consentir las
injusticias), a implicarnos, a dialogar y resolver nuestras
diferencias pacíficamente, a ser nosotros mismos, a pensar
por nosotros mismos (a rebelarnos contra el pensamiento de
grupo, contra
el miedo a ser diferentes), a ser independientes (a la vez que
solidarios y comprometidos), a no dejarnos impresionar por las
verdades "emitidas" por las "autoridades intelectuales"
(y en vez de ello a intentar entenderlas o rebatirlas), a evitar
el elitismo intelectual (a juzgar las ideas sin importarnos
quién las dice, sin caer en el error de darles más
o menos validez en función de
la fama o anonimato de sus autores), a perder el miedo y el
orgullo de reconocer que no sabemos (a preguntar en
público nuestras dudas), a reconocer que no lo sabemos
todo (ni nunca lo conseguiremos, lo cual no impide aspirar a
aumentar nuestros conocimientos), a ser humildes (pero no sumisos
ni complacientes), a ser inconformistas (a darnos cuenta de que
todo siempre es mejorable), a seleccionar lo prioritario frente a
lo secundario (no podemos abarcarlo todo), a distinguir entre lo
superfluo y lo verdaderamente importante, a no dejarnos
engañar por las apariencias o
las "etiquetas" (a no juzgar "el contenido por el envoltorio"), a
darnos cuenta de que todo nos "salpica" más de lo que
creemos (tarde o pronto), a darnos cuenta de que "cualquier
día nos puede tocar a nosotros", a darnos cuenta de que la
unión hace la fuerza (de que
el sistema no tendría NADA que hacer si
estuviéramos unidos), a darnos cuenta de que el problema
muchas veces no es tanto la falta de recursos sino su
mala distribución, a no dejarnos dominar por
nuestros miedos, a tener coraje (a buscar la verdad, contrastando
las versiones opuestas de los hechos o de las ideas, aunque pueda
poner en entredicho nuestras más firmes "creencias", y a
decirla), a informarnos antes de opinar (a ser prudentes y no
opinar cuando no tenemos información suficiente o
"sólida"), a buscar siempre el "equilibrio"
(tan necesario en todas las facetas de nuestra existencia, por
ejemplo tan importante es la teoría
como la práctica), a profundizar en vez de "quedarnos en
la superficie" (a analizar siempre el porqué de las
cosas), a no autoengañarnos con medidas "parciales"
(comprendiendo que los problemas no
se solucionan con "parches", comprendiendo que la caridad no
resuelve la pobreza, que
hay que "atacar" las causas de la misma, comprendiendo que la
labor de una ONG no es
suficiente, que es necesario exigir a los gobiernos
POLÍTICAS que erradiquen el hambre, la violencia,…), a valorar más la
calidad que la
cantidad (de información, de formación, de comunicación, …), a evitar las
prisas (a evitar correr sin motivo, sin necesidad, a darnos
cuenta de que estamos inmersos en una "carrera" absurda sin
ninguna meta, a darnos cuenta de que es imposible hacer las cosas
bien corriendo, de que es preferible hacer poco bien que mucho
mal, de que correr nos impide pensar bien), a disfrutar con las
cosas sencillas y verdaderamente importantes de la vida sin
necesidad de rodearnos de multitud de "cacharros" (a darnos
cuenta de que no siempre lo más caro es lo mejor, de que
al contrario, las mejores cosas de la vida son "gratis"), a
respetar la naturaleza y a
disfrutarla, a centrar nuestras energías en lo
verdaderamente importante (a emplear nuestro preciado tiempo
adecuadamente), a distinguir entre los medios y los fines, a
distinguir entre el fondo y la forma, a enfrentarnos a los
problemas, a buscar soluciones en vez de quejarnos tanto, a
asumir nuestras responsabilidades (en vez de intentar siempre
redirigirlas a otros), a ser honestos, a ser coherentes (en vez
de criticar a otros lo que luego también hacemos
nosotros), a autoexigirnos antes que a exigir a los demás,
a trabajar para vivir en vez de vivir para trabajar, a vivir en
vez de conformarnos con sobrevivir, a vivir y dejar vivir, a
colaborar más que a competir (sin renunciar a cierta
competencia
"sana" y "moderada"), a darnos cuenta de que "dicen" más
los hechos que las palabras (de que las mentiras se pueden poner
en evidencia contrastándolas con los hechos, de que la
retórica sirve frecuentemente a la mentira), a
desconfiar de la demagogia (del falso halago interesado, uno de
los principales instrumentos de dominación del poder), a no
dejarnos manipular por el poder mediante los patriotismos o los
nacionalismos (a darnos cuenta de que, al margen de la natural
"identificación" con nuestros semejantes más
"cercanos", de la natural simpatía por lo próximo,
las personas de otras naciones son en esencia como nosotros, son
seres humanos con ciertas diferencias culturales, pero con unas
inquietudes y necesidades básicas idénticas a las
nuestras, a darnos cuenta de que la lealtad debe ser para con los
principios, para con la verdad, para con el pueblo, para con la
democracia,
para con los derechos humanos), a
respetar las diferencias (a respetar a los seres que son
diferentes a nosotros, a no tener miedo a las personas distintas,
a las personas de otras culturas o de otros países, a
darnos cuenta de que ser distintos no significa ser superiores o
inferiores, de que ser mejores en algunos aspectos no nos hace
superiores globalmente, a darnos cuenta de que incluso aun
asumiendo cierta superioridad, siempre muy discutible, nunca
puede justificarse la falta de respeto ni la
imposición en base a ella, no respetar nos hace
"incivilizados", es la prueba más palpable de que no somos
"superiores"), a evitar las guerras (a
prevenirlas, a combatir sus causas, a elegir siempre que sea
posible el camino de la paz, de la lucha pacífica), a
……, es cuando realmente podremos cambiar la
sociedad.
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