- Introducción
- La invasión
francesa - Guerra de la Independencia española
- El Rey
"Deseado" - Regencia de
Espartero - Reinado de Isabel
II - Independencia de las
Naciones en Hispanoamérica - Bibliografía
INTRODUCCIÓN
La guerra de la
Independencia española fue la primera de las guerras
nacionales de liberación y una guerra de signo
romántico. Pero, además, a lo largo de ella,
tuvo lugar una revolución
política,
aspecto de la llamada "Revolución burguesa", desarrollada
en otras partes de Europa y América
en la misma época. Los precedentes hemos de
buscarlos en el siglo XVIII. Europa sufrió entonces
grandes cambios: aumento de población, ante todo con importancia cada
vez mayor de la burguesía, tanto en riqueza como en
cultura.
Va a ser necesario que los estados se adapten a un nuevo tipo de
sociedad. Los reyes de entonces, que
practicaban el despotismo ilustrado, inician las
reformas.
También España ha
cambiado. La población ha aumentado; nobleza y
clero han disminuido, aunque conservan gran influencia. Los
nobles, confundidos a veces con la burguesía y aún
con el pueblo con el que luego colaborarán en la guerra, y
el clero de las ciudades y del campo toman parte en las
inquietudes políticas
que siguieron.
La burguesía aumenta en número y poder;
de ella saldrá la minoría "ilustrada" con
ánimo de reformar el país, en pugna con la
mayoría que se resiste a que se ataque a las antiguas
tradiciones. Artesanos y labradores siguen formando parte
de la mayoría. Su nivel ha mejorado algo, pero sigue
todavía muy bajo, tanto económica como
culturalmente. El estallido de la Revolución
Francesa y el temor al contagio de las ideas revolucionarias
frena y paraliza las reformas comenzadas. Pero la necesidad
de cambios está en el ánimo de todos, o casi
todos. En estas circunstancias tienen lugar la
invasión francesa y la guerra de la independencia que
aquélla provoca.
La invasión
francesa
Napoleón estableció en 1804 el Imperio
Francés y se coronó emperador. Esto confirmó
sus ambiciones de extenderse más allá de los
límites
de la Francia de los
Borbones y, en 1805, se reanudaron las Guerras
Napoleónicas. En los dos años siguientes
venció a Austria, Prusia y Rusia, y se
convirtió en el dueño de la mayor parte de Europa.
Gran Bretaña se mantuvo en guerra contra él, segura
de su control sobre el
mar tras la destrucción de la flota francesa, aliada de la
española, en 1805 en la batalla de Trafalgar. Napoleón se dispuso entonces a aplicar un
bloqueo comercial sobre Gran Bretaña, conocido como el
Sistema
Continental, que consistía en un bloqueo sobre las
mercancías británicas con el propósito de
arruinar el poderoso comercio de
Gran Bretaña, lo que en cierta medida le llevó a
realizar acciones que
serían fatales para el Imperio: las invasiones de
España y Rusia.
Ni Portugal ni los Estados Pontificios se plegaron al bloqueo
continental impuesto a
Inglaterra. El
contrabando
británico se filtraba desde Portugal, aliado de Inglaterra
desde siempre, desde diversos puntos del Mar Negro, Danubio
arriba, desde los Estados Pontificios y Toscana, desde el mar
Báltico y desde el mismo puerto de Hamburgo, frente a la
isla de Heligoland, «el pequeño
Londres».
Los aduaneros, sorprendidos por los abundantes entierros que
se celebraban en Hamburgo, descubrieron que los féretros
estaban llenos de azúcar
y tejidos. La
noche del 17-18 de octubre de 1810 el ejército
francés hizo una requisa general en la ciudad de Francfort
y en 234 establecimientos se encontraron mercancías
inglesas.
Para que las aduanas
funcionaran bien Napoleón ocupó la Pomerania sueca
en el Báltico y los puertos de la vieja Liga
Hanseática; mandó tropas a Toscana y a los Estados
Pontificios, a pesar de las protestas de Pío VII.
Incluso los mismos aliados protestaban y Luis Bonaparte, rey de
Holanda, olvidó que era un Bonaparte menor y se
quejó por la ruina que el bloqueo ocasionaba al comercio
holandés.
Napoleón necesitaba el apoyo lusitano para contener el
poder británico sobre el Atlántico. Al no
obtenerlo decidió invadir el reino de los Braganza.
Un pequeño ejército francés, al mando del
mariscal Junot, y de acuerdo con las autoridades
españolas, ocupó rápidamente el país
y obligó a sus monarcas a huir a Brasil (noviembre
1807).
Guerra de la
Independencia española
A fines del siglo XVIII España era un país con
doce millones de habitantes en la que la Meseta iba perdiendo su
valor
demográfico y económico en valor de la
periferia. Los ministros reformistas de Carlos III
habían iniciado un desarrollo
armónico del país que a partir de 1760
coincidió con la coyuntura europea de alza de precios.
La vieja Meseta ganadera vio diminuidos sus privilegios en
beneficio de la agricultura
(abolición de la Ley de Posesión en
1788, supresión del servicio y montazgo en
1796) y aunque el problema jurídico de la posesión
de la tierra
quedaba por resolver, Carlos III había conseguido la
autorización de Roma para
desamortizar un séptimo de las tierras de la Iglesia, gran
latifundista del momento.
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